Sepamos ver en el llamado de la Madre de Dios la invitación a caminar, para que el camino sea un encuentro con Jesús en nuestro corazón.
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Cada vez que comulgamos el Cuerpo de Cristo, nos unimos a la historia de Salvación de nuestro pueblo, rememorando el cordero que el Pueblo de Moisés comió aquella noche en Egipto. (ver artículo)