Nuestra forma de preparar el corazón, para encontrarnos con Dios hecho un niño, es ponernos en oración y dejar que Él, con su presencia, ilumine nuestras vidas.
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El Padre nos da la vida,/ el Espíritu el amor,/ y Jesucristo, el Señor,/ nos da la gracia perdida. (ver artículo)