Como muchas oraciones, las primeras palabras que la componen le dan su nombre, el cual la Iglesia recuerda aún en su latín original: Regina Coeli. Escucha la bellísima canción. (ver artículo)
Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas. (ver artículo)
¡Y Dios la hace Reina del Cielo, y de la tierra también! Allí se esconde el misterio de María como la nueva Arca que nos llevará nuevamente al Palacio, a adorar el Trono del Dios Trino. (ver artículo)
¡OH SEÑORA MÍA, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti; y en prueba de mi amor de hijo te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón. (ver artículo)
Humillado, el diablo se vio forzado en nombre de Cristo a cantar la gloria de María, mediante un soneto en italiano, ¡perfecto en construcción y en teología! (ver artículo)