Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.
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Oremos a Dios nuestro Padre, fuente de bondad y de misericordia, por medio de Jesucristo su Hijo, y así alimentar nuestra fe y nuestra esperanza en la vida eterna. (ver artículo)