Es hermoso disfrutar de una obra de Dios cuando esta ya está terminada, pulida. Así ocurre con las Ordenes Religiosas, las Advocaciones Marianas, las Devociones que provienen de los Santos, con los lugares de peregrinación. Uno acude confiado en la legitimidad, en la aprobación que Dios ha dado a aquello que se sigue como culto enriquecedor para el alma. Pero, ¿han nacido de ese modo esas obras?
Definitivamente no, todo lo que es de Dios ha surgido enfrentando toda clase de adversidad y negación, controversia y escándalo, en muchas oportunidades. Es que el mundo no le hace fáciles las cosas a aquellos que quieren ayudar a Dios, sea ahora, o siglos atrás. Sin embargo, aquello que es de Dios se sostiene pese a toda adversidad, y finalmente prospera, mientras que lo que no es de Dios, puede alcanzar un brillo circunstancial, pero cae.
Así podemos recordar la prohibición y proscripción oficial de todo lo relacionado con Sor Faustina Kowalska, hasta que un Sacerdote Polaco que supo defender la obra en medio del conflicto, la llevó a los altares. Ese Sacerdote fue Karol Wojtila, y la obra fue el Jesús de la Misericordia, y la canonización de Santa Faustina. También los Pastorcitos de Fátima la pasaron muy mal, con amenazas de ser hervidos en un caldero de aceite, interrogatorios de lo más violentos, y toda clase de tribulaciones. Sin embargo, la Virgen supo apoyar a los suyos, a través del gran milagro del 13 de octubre de 1917 que despejó muchas de las dudas y pavimentó la difusión y aprobación de la devoción a Nuestra Señora de Fátima.
En el milagro de la Virgen de Guadalupe, vimos como alguna gente llegaba a negar la existencia del propio indio Juan Diego, testigo del milagro. Sin embargo, almas fieles perseveraron investigando y documentando hechos y milagros, impulsando la obra que culminó en la Canonización de San Juan Diego. El pobre Padre Pio de Pietrelcina tuvo prohibición de dar misas en público, y de escribir texto alguno, durante literalmente décadas. Sin embargo, los milagros que Dios producía a su alrededor movieron a las multitudes a seguirlo, movimiento que finalmente floreció como una obra gigantesca de nuestros tiempos, San Pio de Pietrelcina.
En tiempos más cercanos, vimos como Medjugorje tuvo controversia entre sectores que apoyaban la obra, básicamente los Franciscanos, y otros que la enfrentaban. El propio Juan Pablo II dijo: “Si no fuera Pontífice estaría en Medjugorje”. La obra, en el impulso de la Reina de la Paz, avanza a paso firme. También en nuestros tiempos, la obra que la Virgen promueve a través del Movimiento Sacerdotal Mariano genera gente que apoya, y otros que no creen en los mensajes de la Virgen en el libro que Ella inspirara al Padre Steffano Gobbi. Sin embargo, multitudes de sacerdotes, obispos y cardenales, y por supuesto laicos, forman parte y siguen al Movimiento.Lo que hoy queremos resaltar es la valentía de aquellos que, en los momentos de oscuridad, mantienen su apoyo a estas obras, sin desfallecer. Por más que el mundo y el error de los hombres cercena y pone a riesgo las viñas que Dios inspira y promueve, estos valientes desconocidos mantienen su apoyo y compromiso. Ellos son los ignorados artífices de muchas obras de Dios, que luego de años o siglos mueven a multitudes. Veamos hoy en estas almas el coraje que tuvieron, y que tienen, y agradezcamos su compromiso, y su cruz.
Hoy tenemos muchas obras que están en fase de desarrollo, quiere esto decir que no están todavía totalmente consolidadas o aprobadas por la Iglesia. Miremos muy bien para advertir la Gracia de Dios sobre ellas, y no demos las espaldas simplemente porque aún no tienen aprobación oficial, ni siquiera porque presentan controversia. Recordemos que todo lo que es de Dios debe resistir grandes pruebas antes de emerger victorioso. Pero Dios mismo espera tener esas almas valientes que lo ayuden, y comprometan su nombre, tiempo y esfuerzo, para que la Luz del Señor brille y alumbre una nueva Viña, para regocijo del Cielo todo.