tentación – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Sat, 16 Jun 2018 15:15:56 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Tratar bien a los malos y mal a los buenos https://www.reinadelcielo.org/tratar-bien-a-los-malos-y-mal-a-los-buenos/ Sat, 16 Jun 2018 12:15:30 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=14786 ]]> Algo que suena ilógico, pero es bastante habitual en nuestro comportamiento, es tratar de buen modo a los malos y de mal modo a los buenos. ¿Por qué es esto así? Por falta de verdadero amor, por supuesto, pero quiero hoy que nos unamos a meditar en lo profundo de esta extraña conducta social de nuestros tiempos.

Primero debemos aclarar que es muy difícil categorizar a la gente en buenos y malos, ya que muchos nos movemos en esa franja intermedia de quienes oscilamos entre la bondad y las actitudes de las que difícilmente nos sentimos orgullosos. Sin embargo, es cierto también que existe una franja de gente que por motivos diversos se mueve en general en lo que calificaríamos como comportamientos agresivos, dominantes o poco considerados de los demás. Para simplificar, los llamo aquí los malos, aunque nadie es absolutamente malo salvo satanás y su cohorte de servidores. También es cierto que hay otra franja de gente que en general es bondadosa, considerada y orientada a comprender y servir a los demás. A estos benditos de Dios los llamo a los fines de esta reflexión como los buenos, aunque solo Dios es absoluta e infinitamente Bueno.

Pues planteadas así las cosas, he observado de manera bastante consistente que tendemos a ser corteses y considerados con los malos, y bruscos y poco considerados con los buenos. He meditado sobre el origen de esta ilógica forma de navegar la vida, y he encontrado respuestas posibles en dos planos, el estrictamente humano, y el espiritual.

Bien y Mal (ft img)En el plano humano, creo que tendemos a tratar bien a los malos por miedo y por conveniencia, en general. Es que les tememos, porque no sabemos de qué son capaces, ya que sabemos que su comportamiento y actitudes son impredecibles, y no tienen límites en su peligrosidad. Nos asusta el pensar que puedan ponerse en contra nuestro. Otras veces, los malos tienen poder por el simple motivo de que los malos comportamientos suelen ser motivo de éxito en el mundo. De tal modo, esta gente tiene autoridad sobre nosotros, y tememos que autoridad y maldad sean una mala combinación. En muchas oportunidades, finalmente, el poder e influencia de los malos nos puede dar algo a cambio, y en ese espíritu nos congraciamos con ellos.

Por otra parte, cuando nos encontramos con alguien bueno, tendemos a descargar las frustraciones de tener que tratar bien a los malos, tratando mal a los buenos. Esto es porque sabemos que ellos son gente de principios y valores, lo que los hace predecibles, y de algún modo inofensivos. No serán capaces de agredirnos o de reaccionar de modo violento a nuestro comportamiento. Cuántas veces hemos visto maridos que vuelven a casa a maltratar a sus esposas porque no pueden hacerlo en el trabajo. O viceversa. O cuantas veces vemos hijos que maltratan a sus padres porque sus amigos son agresivos y no les permiten ese trato. O simplemente no quieren perder esas relaciones para nada constructivas.

Estas observaciones de lo que ocurre en el plano humano se pueden enriquecer hasta el infinito, con análisis psicológicos más profundos, o investigando en las patologías sociales que nuestra sociedad promueve. Sin embargo, quiero enfocar ahora nuestra meditación en el plano espiritual, invisible a nuestros ojos, pero verdadero motor de muchas de las desgracias que vivimos a diario, y motor también de las maravillas que nos rodean cada día.

A nivel espiritual, podemos observar como el tentador, la serpiente antigua, o los ángeles caídos (como se prefiera llamarlos) tienen mucho que ver con estos comportamientos tan extraños. El tentador nos impulsa mediante los pensamientos que Dios le permite inyectar en nuestra mente, a tratar bien a los malos, que son sus trabajadores, a justificar sus malos actos y comprenderlos aunque de ellos salgan solo malos tratos y hostilidad. El quiere que nos hagamos amigos de ellos, que ingresemos a sus grupos sociales, porque si nos hacemos amigos de los malos, pues malos nos volveremos con el tiempo. La moral de los malos nos ira de a poco contaminando, nos acostumbraremos a relativizar y explicar sus maldades, y los beneficios humanos que surgirán de esas relaciones nos llevaran más y más a olvidar a los buenos, y a regocijarnos de ser parte del club de la gente orientada al mal. Y de a poco, de nuestra boca y en nuestros actos empezarán a manifestarse las influencias del mal.

Bien y mal 4 (ft img)Cuando nos acercamos a gente buena, en cambio, el tentador hace lo imposible para tentarnos a maltratarlos y alejarnos de ellos, porque sabe que las buenas compañías nos harán tarde o temprano buenos también. El nos inyecta pensamientos de crítica a los buenos, diciendo que son aburridos, anticuados, débiles y demasiado cuidadosos, y que no se benefician con las trampas del mundo, porque las evitan. También nos tienta con pensamientos que juzgan a los buenos como malos, implicando que su bondad es solo una fachada, pero que muy en el fondo ellos son malos también, porque nadie puede ser realmente bueno. En nuestros pensamientos el inyecta odio, resentimiento y desconfianza por los buenos, aunque no sepamos exactamente por qué, allí esta esa inclinación a desconfiar de lo que hacen, a no tenerles paciencia, a irritarse por su forma de ser.

El maligno de este modo nos tienta a alejarnos de la gente buena, a sentirnos incomodos con ellos, a rechazar la falta de apego a las cosas del mundo que los buenos tienen. Nos los presenta como fuera de época, poco adaptados a los beneficios de la modernidad que vivimos. La tentación es el espacio que Dios da al tentador, y vaya si la usa al máximo cuando empezamos a congeniar con gente llena de la Gracia de Dios.

Respecto de los malos, por supuesto que no recomendamos maltratarlos, sino tratarlos con justicia, con prudencia y ante todo con astucia. Pero lo más importante, es que reduzcamos al mínimo la interacción con ellos, a lo que nuestra vida cotidiana nos oriente en las obligaciones de estado que todos tenemos. Pero de ningún modo hacer amistad, o congeniar con los malvados, porque como bien sabemos, nada bueno sale de las malas compañías.

Dios quiere que venzamos a las tentaciones y seamos Luz para el mundo. Cuando obedecemos a las inspiraciones del Espíritu Santo, nada puede hacer en nosotros el tentador, y por supuesto será imposible que tratemos mal a la buena gente que Dios pone en nuestro camino, y más imposible todavía que nos hagamos parte de los círculos de los trabajadores del mal. Mientras tanto, hagamos lo imposible para ser buenos nosotros mismos, que ese es el fin mismo de nuestra vida.

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Autor: Reina del Cielo


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Perseverar https://www.reinadelcielo.org/perseverar/ Fri, 15 Dec 2017 18:52:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=526 ]]> ¿Qué es la conversión? Es un camino largo y sinuoso, que en algún punto debe hacernos comprender el significado de la palabra apóstol. Si, es un término que parece lejano e inalcanzable, hecho para otros. Sin embargo la conversión lleva a la senda del apostolado del anuncio de la Buena Nueva, que no es más ni menos que pasar a formar parte de la Nueva Evangelización a la que nos invitó la Iglesia a través de Juan Pablo II.

Ser Apóstol es entonces trabajar para la Iglesia, lo que se puede hacer de muchos modos distintos. Algunos formarán parte de movimientos, otros colaborarán con su parroquia, otros encontrarán senderos nuevos para ayudar a la inagotable tarea de la difusión del Amor hecho Palabra. Sin embargo, muchos son los obstáculos que se enfrentan llegado este punto del recorrido, porque es aquí donde claramente llamaremos la atención de quien busca detenernos.

Este es el tentador, personaje que no deja de trabajar en su permanente esfuerzo de molestar y poner piedras en el camino de la salvación. ¿De que modo actúa? Como su nombre lo indica, el tentador nos tienta a través de los modos que Dios le permite, porque nada puede hacer él que Dios no tolere de algún modo incomprensible para nosotros. Las tentaciones tendrán un fin claro: detenernos, sacarnos del camino, llevarnos a otra senda que no colabore de modo tan efectivo con el Plan de Dios. Y el Señor, para hacernos más firmes en nuestra fe, deja que enfrentemos la lucha, para que venzamos y emerjamos del otro lado de la prueba más confiados en El y más firmes en nuestra entrega.

CruzLas tentaciones que sufrimos son literalmente inagotables, algunas sutiles, otras brutales y obvias. Hoy quiero referirme a algunas de ellas para que estemos atentos, porque no será fácil ver a nuestro alrededor con claridad cuando en nuestro interior haga ebullición la confusión que este personaje siembra.

Empecemos refiriéndonos a una tentación muy elemental, que es la de de pensar que estamos perdiendo el tiempo, que trabajando para Dios estamos desaprovechando nuestra vida, malgastándola. Una versión sutilmente diferente de esta tentación es la de pensar que habrá otros modos mas efectivos de obrar para Dios, en otro lugar u otro espacio. Por supuesto que si abandonamos nuestro apostolado siguiendo esa tentación, la siguiente será la de abandonar todo y volver a vivir una vida ?normal?, de acuerdo a lo que nos reclama el mundo.

Otro juego que nos propondrá nuestra mente es el de pensar que los lideres del grupo donde trabajamos, sean consagrados o laicos, están equivocados. Los juzgaremos con nuestro limitado entendimiento, y veremos en cada gesto una oportunidad para pensar que les falta caridad, o que no nos respetan en todo nuestro potencial o talento. Los miraremos y juzgaremos tratando ya no de ver lo bueno en ellos, sino cualquier defecto que nos haga concluir que lo mejor es abandonarlos a su propia ventura.

También sufriremos la tentación de pensar que merecemos un lugar de privilegio dentro de la comunidad, porque en algo en particular somos mejores que los demás. Esto nos hará competir, literalmente, por un espacio que ya consideramos nuestro. A veces será una posición determinada en el grupo de música de la Parroquia, o el micrófono para hablar a la comunidad en ciertas circunstancias, o hasta un banco o lugar predeterminado que a esta altura de mi experiencia apostólica, ya es ?mío?. Así de infantil como suena, ocurre a diario.

Otras veces empezará a bullir en nuestro interior el sentimiento de injusticia, de estar siendo dejados de lado, de merecer más. En ese momento ya no tendremos la frescura en la fe de los primeros tiempos del camino de la conversión, sino que el caminar será un recorrido amargo, sumidos en nuestras propias luchas interiores. Quienes nos ven ya no sentirán que estamos felices y dichosos de hacer lo que hacemos, sino que advertirán a las claras que algo funciona mal en nuestro interior.

Son momentos de apoyar, de estar cerca con silencios, pero con comprensión. Somos nosotros los que debemos remontar esta cuesta, y vencer esta batalla interior que nos busca alejar y adormecer. Es, literalmente, un ataque contra la Iglesia que se manifiesta en intentar detener a este nuevo proyecto de apóstol que está naciendo. Son momentos de tener las cosas muy en claro, de luchar contra uno mismo, de enfrentar los malhumores con la convicción de que Dios nos enfrenta a la prueba sabiendo que tenemos las armas necesarias para vencer.

ondas sobre el aguaPor supuesto que no todos vencen en esta batalla. Tristemente algunos se dejan derrotar y empiezan a dar círculos concéntricos buscando un lugar donde esos sentimientos interiores no se manifiesten. Lo más probable es que esos círculos se alejen cada vez más de una fe sincera, y terminen amenazando a la persona con arrastrarla a una fe farisaica, de formas exteriores, pero sin contenido espiritual real.

Digo estas cosas hablando en primera persona, porque de hecho no sólo las he sufrido, sino que descuento que las seguiré sufriendo en formas más o menos sutiles. Cuando logramos superar un escollo y ponemos en ridículo los intentos del tentador, él volverá con ánimos renovados e intentos más refinados. Donde mejor he encontrado un relato sobre las distintas formas en que actúa la tentación, es en la obra del afamado autor Inglés C. S. Lewis, ?Cartas de un demonio a su sobrino?. En clave de humor sutil, este autor nos deleita con relatos de tentaciones y tentadores, victimas y victimarios.

La tentación nos acompaña, a todos, mientras dure la vida. Y si decidimos trabajar para Dios, no cabe duda que la mayor tentación será la de dejar de hacerlo. Por esto se puede decir que nadie que decida obrar para Dios esta exento de enfrentar estas tentaciones, estos tremendos obstáculos que ponen a prueba nuestra voluntad. Si estamos dispuestos a perseverar en el camino de una conversión genuina y duradera, debemos aprender a advertir estas barreras que surgirán en nuestros estados de ánimo, para derrotarlas con una entrega sincera a la Voluntad de Dios.

Señor, hazme fuerte, dame Tu sabiduría para diferenciar lo bueno y lo malo que se presente en mi camino de crecimiento interior. Tú lo sabes todo, yo sólo camino por la senda que me pones por delante, confiado y seguro de que estás allí. A Ti, honor y gloria, a mi, perseverancia, fortaleza y fe frente a las tempestades del camino.


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