sonrisa – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 23 Jun 2017 16:54:42 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Desahogarnos con amor https://www.reinadelcielo.org/desahogarnos-con-amor/ Fri, 23 Jun 2017 16:33:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=473 La sangre se arremolina en las sienes, las quijadas se aprietan con crispados nervios como queriendo morder algo que no está en la boca, las manos se comprimen formando dos puños escondidos de la vista de miradas indiscretas, como queriendo golpear lo que no tienen al alcance del brazo. Si, estoy enojado, la injusticia es demasiado burda como para ignorarla, como para simplemente dejar pasar el hecho y voltear la página.

Muchas veces vivimos momentos de extremo enojo, frente a traiciones, abusos de autoridad, hipocresías, maldades o mentiras. Pero el enojo no se va, se instala orondo en nuestro interior y nos acompaña por el resto del día, no dejando que la paz y el equilibrio interior vuelvan a ser el norte que guía nuestro caminar. Y en esos momentos, ¡qué injustos podemos ser con los que nos rodean! Cuanto dolor podemos provocar en los que con absoluta inocencia se acercan a nosotros para ayudarnos o simplemente compartir un momento laboral, de familia, o de amistad.

Las más de las veces descargamos nuestras impotencias con aquellos que menos lo merecen. Esas buenas personas que nada tienen que ver con nuestro enojo son victimas de nuestros desahogos y culminan siendo el eslabón final de la cadena de frustraciones que nos llevó al estallido. ¡Que injustos que somos, que poco amor por esas sencillas almas que sólo quieren compartir y acompañarnos en los momentos malos que nos prodiga la vida!

En muchas oportunidades las victimas son las esposas cuando llega el marido a la casa, o viceversa. En otros casos son los empleados que sufren a sus jefes frustrados por problemas con sus superiores. O simplemente ese amigo que te acerca su hombro y le respondes con una ácida respuesta. Es curioso, pero las más de las veces nos desahogamos de nuestro enojo con los más débiles, los que no tienen la capacidad de responder a nuestra agresión, quizás nuestros propios pequeños hijos.

La palabra que resuena en mi mente es cobardía. ¿Cómo podemos ser tan poco cristianos como para desahogarnos de nuestros enojos descargando ataques de ira contra los que nada tienen que ver con nuestros problemas? Es una cadena de agresión, que sólo genera más y más malos sentimientos, cadena que sólo puede ser interrumpida por los lazos invisibles del amor.

Hombre libreCuando tenemos esos momentos de enojo, necesitamos desahogarnos, necesitamos liberar esa presión interior que nos oprime y ensombrece. Sin demora alguna liberemos ese volcán que amenaza estallar en nuestro pecho, pero hagámoslo con amor, derramando gotas de ternura, sonrisas, comprensión. Nuestros malos sentimientos se derretirán como nieve junto al calor del hogar, no resistirán la sonrisa que nos prodiga esa alma buena que se acerca a nosotros con las manos abiertas. Luego podremos comprender qué tontos que somos cuando respondemos mal con mal, cuando alimentamos los círculos concéntricos que nos alejan del amor.

Es una virtud heroica la de aquellos que son capaces de responder al mal con bien, la de los que son capaces de frenar sus propios sentimientos de enojo y tornarlos en suaves sonrisas que derriten el mal. Virtudes heroicas las de los que derraman miel sobre un mundo con rostro de limón. La acidez de esta sociedad pide a gritos que almas heroicas la llenen de dulzura. Héroes que serán vistos como débiles quizás, pero qué bienvenidas son esas hermosas almas que iluminan el mundo, le dan un sentido puro, bueno, frente a los ríos de egoísmo e hipocresía que corren por nuestras calles.

¡Virtudes heroicas para una causa noble, la de honrar al Amor de los Amores uniendo nuestra voluntad a la Suya!


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La hermana Cecilia – Morir con una sonrisa https://www.reinadelcielo.org/la-hermana-cecilia-morir-con-una-sonrisa/ Fri, 01 Jul 2016 11:14:42 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=7303 Las noticias de su frágil estado de salud, sus fotos, sus reflexiones, se viralizaban rápidamente por redes sociales. Hasta el Papa Francisco estaba pendiente de ella. Y la hermana Cecilia María, carmelita descalza, sabía de la oración de todos.

Pese a su enfermedad, no perdía la alegría, contagiada además por una familia numerosa y presente, por sus alegres sobrinos que desde el jardín del hospital en el que estuvo ingresada varias semanas le enviaban mensajes y globos de helio, para que pueda divertirse con ellos mirando desde la ventana.

Hermana Cecilia 2La alegría era acompañada, y acaso explicada, por un profundo estado de oración. Cada vez que podía, se revestía con su hábito para descender a la Misa en la Capilla del Hospital en el que estaba ingresada. Vivía la Misa con la misma devoción que lo hacía años atrás en el Carmelo de Villa Pueyrredón, Buenos Aires. La hermana Cecilia no perdía la lucidez, pese a los achaques. Si bien no podía hablar durante los últimos meses, sus débiles gestos daban cuenta en cada Misa de su atención y compenetración. Cuando en la oración de los fieles se rezaba por los enfermos del hospital, ella asentía con el rostro como agradeciendo el gesto de la liturgia.

Su rostro, cuentan quienes la vieron, estaba en paz, alegre, como expectante por el encuentro con el hombre al que había ofrecido su vida, Jesucristo. La acompañaban durante los últimos meses casi siempre dos religiosas: una hermana de carne, religiosa del verbo encarnado, y una hermana carmelita de su congregación. Con ellas y como ella, pese al doloroso momento, sonreían a todo momento. Como toda su familia, testimonio de Iglesia doméstica enfrentando unida momentos como estos.

“Estoy muy contenta, uno se siente impresionado de la Obra de Dios a través del sufrimiento, de tantas personas que rezan por mí”, escribió agradecida en mayo. Hasta el Papa Francisco, desde Roma, le había hecho llegar su oración mediante un mensaje de voz en el que el Papa le manifestó que sabía de su ofrecimiento, y le hacía saber que la quería mucho y que rezaba por ella.

No era la primera vez que el Vicario de Cristo posaba su atención sobre Cecilia. Antes de tomar los hábitos, Cecilia pudo hacerle saber al Papa Juan Pablo II en persona de su vocación.

Pocas horas antes de morir pudo comulgar, mojando sus labios en la preciosísima Sangre. La enfermedad hace un tiempo le había hecho prescindir de su lengua, “la patena más sagrada para recibir su Cuerpo y su Sangre”, como había escrito.

Hermana Cecilia 4Como la beata Chiara Luce Badano, pidió que en su funeral haya además de oración, celebración. La Amada abrazaría finalmente a su Amado. “Se durmió suavemente en el Señor, después de una enfermedad tan dolorosa llevada siempre con alegría y entrega a su Divino Esposo”, escribieron sus hermanas de comunidad del Carmelo de Santa Fe, a quienes hemos pedido autorización para difundir por este medio el testimonio de la Hermana.

Las imágenes con su rostro agonizante, pero siempre alegre, se viralizaron por estas horas rápidamente, recogiendo testimonios de personas conmovidos por el menaje de la Hermana Cecilia María. Incluso se ven comentarios de personas que no profesan la fe católica. Y de algunos que la conocían de hace años, que la recordaban emocionados.

Conmueve la vida y muerte de esta religiosa que, como tantas otras, en silencio ofrecen y abrazan sus dolores por amor a su Divino Esposo. Cada tanto, como en este caso, somos privilegiados por poder asomarnos a su Carmelo.

En la casa del Padre

El carmelo de Santa Fe comunicó el fallecimiento de la hermana Cecilia con una carta breve, pero profunda carta a los miembros de la orden y a todos sus amigos:

Queridos hnos., hnas. y amigos:

¡Jesús! Sólo dos líneas para avisarles que nuestra queridísima hermanita se durmió suavemente en el Señor, después de una enfermedad tan dolorosa llevada siempre con alegría y entrega a su Divino Esposo.
Les mandamos todo nuestro cariño agradecido por el sostén y la oración durante todo este tiempo tan doloroso pero tan maravilloso a la vez. Creemos que voló directamente al Cielo, pero igualmente les rogamos que no dejen de encomendarla en sus oraciones, que ella desde el cielo se los pagará. Un abrazo grande de sus hermanas de Santa Fe

Hermana Cecilia 3

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Fuente: Aleteia.org

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