Soledad – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Thu, 05 Dec 2024 09:53:44 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 ¡Camina a Belén! https://www.reinadelcielo.org/camina-a-belen/ Thu, 05 Dec 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=403 ]]> Mi esposa escribió, en momentos de dolor y sufrimiento, estas palabras de consuelo:

Si la incomprensión te pesa, camina a Belén.
Si la soledad te acompaña, camina a Belén.
Si la tribulación y el dolor inundan tu corazón, camina a Belén.
Si te sientes derrotado y el mundo te ha traicionado, camina a Belén,
porque allí se encuentra el Niño que para ti ha nacido,
y desde Su pobre cuna te muestra que viene a derrotar toda tristeza,
y darte una vida nueva,
para que en tu corazón siempre florezca el amor y la paz verdadera.

¡Oh Belén que en todos los corazones Jesús te quiere poner!

Hoy quiero meditar estas palabras, frase por frase, en la Luz de la Navidad que Jesús quiere poner en nuestras almas, para mejor preparación de nuestro corazón a la Venida del Niño que tanto esperamos.

Si la incomprensión te pesa, camina a Belén.

María y el niño

María caminaba en silencio, incomprendida por el mundo, y sin poder explicarle a la gente cual era la realidad que realmente la llenaba de gozo, y de dolor. El gozo y el dolor eran como un ramo de hermosas rosas que perfumaban su alma, pero llenas de espinas que hacían difícil tomarlas con las manos sin lastimarse. ¿Cómo borrar esa incomprensión sin decir que el Dios de lo alto había anidado en su Vientre? Las habladurías, las críticas de los familiares, las miradas esquivas, ¡cómo dolían en su alma! El silencio fue siempre el compañero fiel de María, por eso Ella caminó a Belén simplemente guardando estas cosas en su Corazón.

Si la soledad te acompaña, camina a Belén.

José y el burrito iban con Ella, y sin embargo la soledad la envolvía con más dureza que el frío del camino. José la miraba con palabras de consuelo, tratando de no mostrar el dolor que laceraba su interior. María estaba acompañada por la hermana soledad, esa amiga que se empeña en unirse a nosotros cuando más necesitaríamos el calor del mundo, las miradas comprensivas, los abrazos de bienvenida, el aceptar sin preguntar, el confiar sin saber. La hermana soledad nos llama entonces a cerrar los ojos y a ir de su mano por los estrechos senderos de nuestra alma, al encuentro del que nos espera en Su cuna de Belén.

Si la tribulación y el dolor inundan tu corazón, camina a Belén.

María, portadora en su vientre del más maravilloso Tesoro que jamás pudiera haber existido, fue rechazada como si fuera una molestia, un motivo de distracción para los que gozaban del calor de las posadas, de los hogares donde acudieron por ayuda. José estaba en su pueblo, en su Belén, y sin embargo no fue escuchado por sus propios familiares o amigos. ¡Cuánto dolor y tristeza hizo nido en los corazones de estas purísimas almas! Pero María sabía que el sufrimiento, cuando es extremo, anuncia la cercanía de grandes Gracias. ¡Ella, Nuestra Señora de la Alta Gracia, la Gracia de ser Madre del Salvador!

Si te sientes derrotado y el mundo te ha traicionado, camina a Belén,
porque allí se encuentra el Niño que para ti ha nacido,
y desde Su pobre cuna te muestra que viene a derrotar toda tristeza,
y darte una vida nueva,
para que en tu corazón siempre florezca el amor y la paz verdadera.

Anunciación de la Virgen

El estallido de dolor ante la traición de los cercanos, y de los lejanos, y el fracaso ante los ojos del mundo, fue reemplazado por un estallido de Gloria. María vio esos Ojos que la miraban desde un montoncito de paja y polvo, y comprendió que todo había tenido sentido, como anticipando la Cruz que como espada iba a atravesar su Corazón, pero también viendo las puertas del Reino de Dios que se abrirían ante la reconciliación de Dios con Su Criatura. María vio como el camino a Belén derrotó los dolores del mundo e invitó a la Gloria de los angeles que nos cantan a nosotros aún hoy sobre la “paz a los hombres de buena voluntad, a los que verdaderamente aman al Señor”.

¡Oh Belén que en todos los corazones Jesús te quiere poner!

Ayer, hoy y siempre, la humildad de Belén es puesta por Jesús en nuestro pesebre interior, nuestro corazón. Como lo hizo María, Él espera de nosotros obediencia heroica, humildad en el silencio, entrega en el dolor, aceptar sin comprender, caminar sin ver el camino, oración aún cuando duela, caminar aunque las piedras traspasen nuestros pies. Belén está delante de nosotros, fulgurante, majestuosa, aunque escondida a los ojos del mundo.

Ese es nuestro secreto, compartido con María. Belén, nuestra Belen Celestial, en la que el Niño por nacer nos espera. Hermano, hermana, no mires atrás.

¡Sólo camina a Belén!


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Santo Domingo de Silos https://www.reinadelcielo.org/santo-domingo-de-silos/ Fri, 15 Dec 2023 08:34:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=23491 ]]> Martirologio Romano: En el monasterio de Silos, en la región de Castilla, en España, santo Domingo, abad, el cual, siendo ermitaño, restauró después este monasterio que estaba relajado, introdujo allí la disciplina y favoreció día y noche la alabanza divina († 1073). Breve Biografía

Su vida la escribió con devoción precisa un monje contemporáneo llamado Grimaldo, que además fue religioso de su casa. Lo que se describe en latín decadente de última hora fue luego puesto en el balbuciente romance de lengua castellana por Gonzalo de Berceo ya en el siglo XIII.

Nace alboreando el siglo XI en Cañas, cerca de Nájera, en el reino de Navarra; no se sabe si de cuna noble o del pueblo llano, ni si rico o pobre. Sí se le conoce pastoreando cuando niño y dado a compartir comida y leche de oveja con los viandantes. Es apacible de carácter y muestra cierta inclinación al estudio; quizá por eso sus padres le orientan hacia la clerecía que es, en su tiempo, un modo de conseguir honores y riquezas, casi tanto como las armas, aunque él piensa más en su santificación y en la gloria de Dios que en los triunfos humanos.

El obispo lo ordena sacerdote. Pero Domingo Manso llega a sentirse indigno y nota pavor porque es duro y muy difícil vivir en solitario tan sublime ministerio. Después de año y medio se retira. Ya no hay eremitas; la quintaesencia se busca en los monasterios. Entra en el antiguo y observante cenobio de San Millán de la Cogolla, tomando el hábito negro de San Benito. Recibe y da ejemplo.

Encargado del priorato de Santa María, lo rehace.

Los monjes de San Millán vuelven los ojos a él y le piden sea su prior. Pasa de “pastorcillo” a “pastor”. Y mientras cumple este encargo, el rey don García de Navarra, duro de carácter y tenaz, conocido como “el de Nájera”, le pide los tesoros del cenobio; pero da con un compatriota que también lleva en la sangre lo que dan la tierra y la época en cuanto se refiere a tozudez y firmeza. Pone cara al rey y defiende lo que es patrimonio de su casa y de su iglesia. Esta actitud le valió el destierro voluntario a las tierras de Castilla donde reina el hermano de don García.

El bondadoso rey Fernando, le encomienda poner en pie el monasterio —por entonces en ruinas— de San Sebastián de Silos que fundó o restauró Fernán González en el 909 y que sobrevive casi deshabitado. Fue una obra gigantesca que en España ayuda a la configuración de la gran Castilla en cuanto llega a convertirse en un foco civilizador en el lugar por donde poco antes andaban los sarracenos. Llegan más y más gentes al calor del monasterio. Entre el ruido de los martillos de canteros, las sierras de carpinteros, los cinceles de los escultores, los cencerros de las vacas y las esquilas de las mulas, también suenan las campanas que llaman a Vísperas, a Misa y a los rezos. Con ello, se escucha la alabanza de los monjes que va aprendiendo el pueblo. Las tierras son bien labradas y hay horno de pan dispuesto. Ovejas y bueyes pastan por los amplios campos llanos. Se va haciendo arte al terminar las obras con esmero. Y el estudio de los monjes requiere libros que se guardan como tesoro sin precio.

Murió el santo abad —”Abad de santa vida, de bondad acabado”, según escribe su cantor— que supo vivir de oración y penitencia el 20 de diciembre del año 1073 dejándole al monasterio de Silos su nombre como título.
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Fuente: Catholic.net


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Nosotros https://www.reinadelcielo.org/nosotros/ Fri, 27 Nov 2020 15:17:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=561 ]]> ¡Qué triste es la soledad! Es como una enfermedad que nos invade el alma, y produce un dolor intenso que sólo los que lo padecen pueden describir. Sin embargo, la soledad es en realidad la puerta más importante que permite al alma encontrarse con su Creador, su Amo, su Señor. La soledad bien vivida, bien comprendida, es una gracia gigantesca que nuestra alma debiera disfrutar y aprovechar en su máxima dimensión.

¿Qué es lo que nos impide, entonces, disfrutar la soledad? Pues, es el ruido del mundo, sumado a nuestra falta de búsqueda de Dios en nuestras vidas.

Hombre reflexionando

El ruido del mundo es como un muro que dificulta ver o percibir le realidad espiritual que nos envuelve, que nos llama. Es por eso que el cristianismo tiene una tradición milenaria de meditación, de encuentro con Dios, a través de la contemplación y el silencio interior. Lo supieron los viejos maestros de la vida eremítica, en sus vidas de claustro y meditación. Atravesar el muro del mundo que nos rodea requiere alejar de nuestros sentidos esa sinfonía desafinada que los satura, los esteriliza a los fines espirituales. Y particularmente en el mundo moderno, donde todo parece especialmente diseñado para atontar y saturar nuestra vista y oídos, nuestra mente.

Sin embargo, cuando nuestros sentidos encuentran la paz necesaria, el muro del mundo empieza a abrirse, dejando la puerta entreabierta para que nuestra alma llegue al encuentro tan buscado. ¿Quién nos está esperando allí, en silencio en la semipenumbra de nuestro interior, observándonos pacientemente, con una sonrisa a flor de labios? ¡Jesús! Si, por supuesto, es Dios quien espera ser descubierto en la meditación. Los místicos, a lo largo de los siglos, han encontrado Su Presencia que acaricia nuestro interior con Su consejo y compañía.

Luz en la ventana

De manera que, de repente, nos encontramos hablándole a Dios, contándole nuestros más simples pero profundos secretos. Y nuestra alma, sin necesidad de palabras, recibe las respuestas. Silencios, sentimientos que envuelven nuestro ser, emociones profundas. Nada que sea simple describir con palabras, pero definitivamente una experiencia sensible que no podemos dejar pasar por alto, que cambia el sentido de nuestra vida.

Nuestro ser se siente de repente tan unido a El, que naturalmente surge un llamado, un pedido:

De ahora en más, seremos nosotros; ya no más tú, ya no más Yo, sólo nosotros.

Por supuesto Señor, nosotros. Ya no más la soledad, ya no más ese vacío interior. ¡Todo lo contrario! Ahora busco esos momentos, porque sé que allí te encuentro en mayor intimidad, y somos más que nunca, nosotros. Los ruidos del mundo me hacen difícil escucharte, por eso disfruto las cosas simples de la vida, mansas y armoniosas, porque nosotros las compartimos mejor de ese modo.

Dime, Jesús, ¿hace mucho tiempo que me esperas? ¿Desde cuando estabas allí, en mi silencio interior, esperando pacientemente que te encuentre? Qué pena me da el tiempo perdido; pero no importa, porque ahora sé que te puedo buscar y encontrar, para que nunca más me sienta solo.

¡Vivamos juntos esta aventura terrenal que me regalaste, mi Jesús, nosotros!


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Oración con María, ante la Cruz https://www.reinadelcielo.org/oracion-con-maria-ante-la-cruz/ Thu, 15 Mar 2018 17:02:52 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=11807 JUNTO A LA CRUZ ESTABA SU MADRE (Jn 19,25)

María estaba allí. ¿Dónde iba a estar sino? ¿Dónde va a estar una madre, si no al lado del hijo que sufre? Las madres siempre os encontráis junto a la cruz de los hijos, y tú, María no fuiste excepción.

¿Por qué? ¿Por qué el dolor de cualquier hijo os atrae, como imán a las madres?… ¿Qué tiene la maternidad para transformaros en heroínas?

Cruz del SeñorNunca supe contestar intelectualmente a estas preguntas, pero hace poco intuí la respuesta. La encontré escondida en el comentario ingenuo que un niño hacía a su madre. “¿Por qué será- decía- que a mi mamá siempre le gusta en la mesa servirse la última y comer lo que nadie quiere?”.

Nadie de los amigos o conocidos quiso estar allí. Solo tú, la madre, el discípulo amado y las tres mujeres se hicieron presentes. La escena evangélica está llena de simbolismo, pero se ve clara una gran verdad de la vida: Todo nacimiento es sufrimiento. Todo amor es dolor. Toda maternidad es dar y entregar.

María, desde el dolor de la cruz, reafirmaste tu maternidad. Allí nos diste a luz a todos los creyentes. No podía ser de otra forma. Junto a la cruz, viendo morir al Hijo que concebiste virginalmente y alumbraste corporalmente, nos concebiste a todos nosotros virginalmente y nos alumbraste espiritualmente. ¡Qué gran nacimiento fue éste!

Junto a la cruz estabas entonces, Madre. Junto a la cruz sigues estando hoy…Pero, ¿dónde están los creyentes para sufrir con los que lloran y engendrarlos de nuevo en el dolor?

La Cruz está vacía…No está ya el hijo, que desde ella resucitó. Ni están los otros hijos. La cruz se encuentra vacía. Sola estás tú, María, junto a ella, esperando a tus que le acompañen.

(Momento de SILENCIO y ORACION)

CON JESÚS Y CON MARÍA POR LAS MADRES DEL MUNDO.
¡TE DAMOS GRACIAS!)

(Cada estrofa lo lee un hijo. Las madres de los que leen se van poniendo junto a la cruz)

Señor Jesús:
Gracias por las madres que nos has dado.
Los más nobles sentimientos que tenemos,
los sembró en nosotros nuestra madre:
la fe, la honestidad, el amor al trabajo.

María junto a la cruzSeñor Jesús:
En esta hora de retos y desafíos,
las madres necesitan de tu ayuda:
para atender a la casa y al trabajo,
para hacer de padre y madre
para educar en los valores cristianos,
para defenderse de la tentación,
para no caer en el pecado.

Señor Jesús:
Que la Virgen Madre las llene de fortaleza.

Señor Jesús:
Que la Virgen María siga siendo
modelo de todas las madres.

Señor Jesús:
Que también ellas luchen por la justicia
y que confíen en el Dios de los pobres:
El Dios que quiere pan en todas las mesas
y paz en todos los hogares;
el Dios que destruye el poder corrompido
y protege a los indefensos y humillados.

Señor Jesús:
Ilumina la vida de nuestras madres.
Premia sus desvelos y trabajos.
Da paz a las madres ya difuntas.
Bendice a todos los hogares.
Y que los hijos sean siempre
gloria y corona de las madres.


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