El abad Michael Geisser predicaba con gran éxito delante de una muchedumbre en la iglesia parroquial de Schwaz, refiriéndose ardorosamente al Santo Milagro de la Sangre (ver artículo)
A los 7 años, levantó sus ojos y vió sobre la torre de la Iglesia de Santo Domingo, un trono resplandeciente en el cual estaba nuestro Señor, y a sus lados los apóstoles San Pedro, San Pablo y San Juan. (ver artículo)