Los siete santos fundadores de la Orden de los Siervos de María se retiraron de común acuerdo al monte Senario para servir a la Santísima Virgen (ver artículo)
Virgen María Inmaculada, Madre de la Divina Providencia, protege mi alma con la plenitud de tu gracia; gobierna mi vida y dirígela por el camino de la virtud al cumplimiento de la voluntad divina. (ver artículo)
"Gritaba y maldecía", relató Carlo María Rossato, prior y rector del santuario de Monte Berico. "La presencia del maligno era evidente". (ver artículo)