Él mira nuestros corazones y espera un gesto de fe, nuestra adhesión a Su Voluntad. Y en ocasiones, eso nos obliga a actuar de maneras que van en contra de las reglas del mundo. (ver artículo)
Dame la fe señor, La fe de María. Para decirte sí, un sí sin medidas. Dame la fe señor, la fe de María. Para renunciar a mí y entregarte mi vida mi vida. (ver artículo)