Santa Teresa – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Sun, 15 Dec 2024 00:06:26 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 San Juan de la Cruz https://www.reinadelcielo.org/san-juan-de-la-cruz/ Sat, 14 Dec 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=8394

Nació en Fontiveros, provincia de Ávila (España), hacia el año 1542. Pasados algunos años en la Orden de los carmelitas fue, a instancias de santa Teresa de Avila, el primero que a partir de 1568 se declaró a favor de su reforma, por la que soportó innumerables sufrimientos y trabajos. Murió en Úbeda el año 1591, con gran fama de santidad y sabiduría, de las que dan testimonio precioso sus escritos espirituales.

Vida de San Juan de la Cruz

Nació en Fontiveros, provincia de Ávila (España), hacia el año 1542. Pasados algunos años en la Orden de los carmelitas, fue, a instancias de Santa Teresa de Jesús, el primero que, a partir de 1568, se declaró a favor de su reforma, por la que soportó innumerables sufrimientos y trabajos. Murió en Ubeda el año 1591, con gran fama de santidad y sabiduría, de las que dan testimonio precioso sus escritos espirituales.

Vida de Pobreza

Gonzalo de Yepes pertenecía a una buena familia de Toledo, pero como se casó con una joven de clase “inferior”, fue desheredado por sus padres y tuvo que ganarse la vida como tejedor de seda. A la muerte de Gonzalo, su esposa, Catalina Alvarez, quedó en la miseria y con tres hijos. Jitan, que era el menor, nació en Fontiveros, en Castilla la vieja, en 1542.

Asistió a una escuela de niños pobres en Medina del Campo y empezó a aprender el oficio de tejedor, pero como no tenía aptitudes, entró más tarde a trabajar como criado del director del hospital de Medina del Campo. Así pasó siete años. Al mismo tiempo que continuaba sus estudios en el colegio de los jesuitas, practicaba rudas mortificaciones corporales.

A los veintiún años, tomó el hábito en el convento de los carmelitas de Medina del Campo. Su nombre de religión era Juan de San Matías. Después de hacer la profesión, pidió y obtuvo permiso para observar la regla original del Carmelo, sin hacer uso de las mitigaciones (permisos para relajar las reglas) que varios Pontífices habían aprobado y eran entonces cosa común en todos los conventos.

San Juan hubiese querido ser hermano lego, pero sus superiores no se lo permitieron. Tras haber hecho con éxito sus estudios de teología, fue ordenado sacerdote en 1567. Las gracias que recibió con el sacerdocio le encendieron en deseos de mayor retiro, de suerte que llegó a pensar en ingresar en la Cartuja.

Conoce a Santa Teresa

Virgen del Carmes, San Juan de la Cruz y Santa Teresa

Santa Teresa fundaba por entonces los conventos de la rama reformada de las carmelitas. Cuando oyó hablar del hermano Juan, en Medina del Campo, la santa se entrevistó con él, quedó admirada de su espíritu religioso y le dijo que Dios le llamaba a santificarse en la orden de Nuestra Señora del Carmen. También le refirió que el prior general le había dado permiso de fundar dos conventos reformados para hombres y que él debía ser su primer instrumento en esa gran empresa. La reforma del Carmelo que lanzaron Santa Teresa y San Juan no fue con intención de cambiar la orden o “modernizarla” sino mas bien para restaurar y revitalizar su cometido original el cual se había mitigado mucho. Al mismo tiempo que lograron ser fieles a los orígenes, la santidad de estos reformadores infundió una nueva riqueza a los carmelitas que ha sido recogida en sus escritos y en el ejemplo de sus vidas y sigue siendo una gran riqueza de espiritualidad.

Poco después, se llevó a cabo la fundación del primer convento de carmelitas descalzos, en una ruinosa casa de Duruelo. San Juan entró en aquel nuevo Belén con perfecto espíritu de sacrificio. Unos dos meses después, se le unieron otros dos frailes. Los tres renovaron la profesión el domingo de Adviento de 1568, y nuestro santo tomó el nombre de Juan de la Cruz. Fue una elección profética. Poco a poco se extendió la fama de ese oscuro convento de suerte que Santa Teresa pudo fundar al poco tiempo otro en Pastrana y un tercero en Mancera, a donde trasladó a los frailes de Duruelo. En 1570, se inauguró el convento de Alcalá, que era a la vez colegio de la universidad; San Juan fue nombrado rector.

Con su ejemplo, San Juan supo inspirar a los religiosos e1 espíritu de soledad, humildad y mortificación. Pero Dios, que quería purificar su corazón de toda debilidad y apego humanos, le sometió a las más severas pruebas interiores y exteriores. Después de haber gozado de las delicias de la contemplación, San Juan se vio privado de toda devoción. A este período de sequedad espiritual se añadieron la turbación, los escrúpulos y la repugnancia por los ejercicios espirituales. En tanto que el demonio le atacaba con violentas tentaciones, los hombres le perseguían con calumnias.

La prueba más terrible fue sin duda la de los escrúpulos y la desolación interior, que el santo describe en “La Noche Oscura del Alma”. A esto siguió un período todavía más penoso de oscuridad, sufrimiento espiritual y tentaciones, de suerte que San Juan se sentía como abandonado por Dios. Pero la inundación de luz y amor divinos que sucedió a esta prueba, fue el premio de la paciencia con que la había soportado el siervo de Dios.

En cierta ocasión, una mujer muy atractiva tentó descaradamente a San Juan. En vez de emplear el tizón ardiente, como lo había hecho Santo Tomás de Aquino en una ocasión semejante, Juan se valió de palabras suaves para hacer comprender a la pecadora su triste estado. El mismo método empleó en otra ocasión, aunque en circunstancias diferentes, para hacer entrar en razón a una dama de temperamento tan violento, que el pueblo le había dado el apodo de “Roberto el diablo”.

Glorias para Dios

juan_cruz

En 1571, Santa Teresa asumió por obediencia el oficio de superiora en el convento no reformado de la Encarnación de Avila y llamó a su lado , San Juan de la Cruz para que fuese su director espiritual y su confesor. La santa escribió a su hermana: “Está obrando maravillas aquí. El pueblo le tiene por santo. En mi opinión, lo es y lo ha sido siempre.” Tanto los religiosos como los laicos buscaban a San Juan, y Dios confirmó su ministerio con milagros evidentes.

Entre tanto, surgían graves dificultades entre los carmelitas descalzos y los mitigados. Aunque el superior general había autorizado a Santa Teresa a emprender la reforma, los frailes antiguos la consideraban como una rebelión contra la orden; por otra parte, debe reconocerse que algunos de los descalzos carecían de tacto y exageraban sus poderes y derechos. Como si eso fuera poco, el prior general, el capítulo general y los nuncios papales, daban órdenes contradictorias. Finalmente, en 1577, el provincial de Castilla mandó a San Juan que retornase al convento de Medina del Campo. El santo se negó a ello, alegando que había sido destinado a Avila por el nuncio del Papa. Entonces el provincial envió un grupo de hombres armados, que irrumpieron en el convento de Avila y se llevaron a San Juan por la fuerza. Sabiendo que el pueblo de Avila profesaba gran veneración al santo, le trasladaron a Toledo.

Como Juan se rehusase a abandonar la reforma, le encerraron en una estrecha y oscura celda y le maltrataron increíblemente. Ello demuestra cuán poco había penetrado el espíritu de Jesucristo en aquellos que profesaban seguirlo.

Sufrimiento y unión con Dios

La celda de San Juan tenía unos tres metros de largo por dos de ancho. La única ventana era tan pequeña y estaba tan alta, que el santo, para leer e1 oficio, tenía que ponerse de pie sobre un banquillo. Por orden de Jerónimo Tostado, vicario general de los carmelitas de España y consultor de la Inquisición, se le golpeó tan brutalmente, que conservó las cicatrices hasta la muerte. Lo que sufrió entonces San Juan coincide exactamente con las penas que describe Santa Teresa en la “Sexta Morada”: insultos, calumnias, dolores físicos, angustia espiritual y tentaciones de ceder. Más tarde dijo: “No os extrañe que ame yo mucho el sufrimiento. Dios me dio una idea de su gran valor cuando estuve preso en Toledo”.

Los primeros poemas de San Juan que son como una voz que clama en el desierto, reflejan su estado de ánimo:

En dónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

El prior Maldonado penetró la víspera de la Asunción en aquella celda que despedía un olor pestilente bajo el tórrido calor del verano y dio un puntapié al santo, que se hallaba recostado, para anunciarle su visita. San Juan le pidió perdón, pues la debilidad le había impedido levantarse en cuanto lo vio entrar. “Parecíais absorto. ¿En qué pensabais?”, le dijo Maldonado.

“Pensaba yo en que mañana es fiesta de Nuestra Señora y sería una gran felicidad poder celebrar la misa”, replicó Juan.

“No lo haréis mientras yo sea superior”, repuso Maldonado.

En la noche del día de la Asunción, la Santísima Virgen se apareció a su afligido siervo, y le dijo: “Sé paciente, hijo mío; pronto terminará esta Prueba.”

Algunos días más tarde se le apareció de nuevo y le mostró, en visión, una ventana que daba sobre el Tajo: “Por ahí saldrás y yo te ayudaré.” En efecto, a los nueve meses de prisión, se concedió al santo la gracia de hacer unos minutos de ejercicio. Juan recorrió el edificio en busca de la ventana que había visto. En cuanto la hubo reconocido, volvió a su celda. Para entonces ya había comenzado a aflojar las bisagras de la puerta. Esa misma noche consiguió abrir la puerta y se descolgó por una cuerda que había fabricado con sábanas y vestidos. Los dos frailes que dormían cerca de la ventana no le vieron. Como la cuerda era demasiado corta, San Juan tuvo que dejarse caer a lo largo de la muralla hasta la orilla del río, aunque felizmente no se hizo daño. Inmediatamente, siguió a un perro que se metió en un patio. En esa forma consiguió escapar. Dadas las circunstancias, su fuga fue un milagro.

Gran guía y director espiritual

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El santo se dirigió primero al convento reformado de Beas de Segura y después pasó a la ermita cercana de Monte Calvario. En 1579, fue nombrado superior del colegio de Baeza y, en 1581, fue elegido superior de Los Mártires, en las cercanías de Granada. Aunque era el fundador y jefe espiritual de los carmelitas descalzos, en esa época participó poco en las negociaciones y sucesos que culminaron con el establecimiento de la provincia separada de Los Descalzos, en 1580. En cambio, se consagró a escribir las obras que han hecho de él un doctor de teología mística en la Iglesia.

La doctrina de San Juan es plenamente fiel a la tradición antigua: el fin del hombre en la tierra es alcanzar “Perfección de la caridad y elevarse a la dignidad de hijo de Dios por el amor”; la contemplación no es por sí misma un fin, sino que debe conducir al amor y a la unión con Dios por el amor y, en último término, debe llevar a la experiencia de esa unión a la que todo está ordenado. “No hay trabajo mejor ni mas necesario que el amor”, dice el santo. “Hemos sido hechos para el amor.” El único instrumento del que Dios se sirve es el amor.” “Así como el Padre y e1 Hijo están unidos por el amor, así el amor es el lazo de unión del alma con Dios”.

El amor lleva a las alturas de la contemplación, pero como que amor es producto de la fe, que es el único puente que puede salvar el abismo separa a nuestra inteligencia de la infinitud de Dios, la fe ardiente y vívida el principio de la experiencia mística. San Juan no se cansó nunca de inculcar esa doctrina tradicional con su estilo maravilloso y sus ardientes palabras.

Las verdades que enseñó no deben empañarse por las prácticas que puedan ser exageradas. Al mismo tiempo se ha de tener quidado en discernir que es exageración. ¿Cual es nuestro punto de referencia?, ¿Fueron todos los santos exagerados?, ¿Fue Jesucristo exagerado, aceptando morir en la Cruz?. ¿O no será mas bien que nosotros no sabemos amar hasta el extremo?.

Dios no pide lo mismo a todos. El sabe la capacidad y el corazón de cada uno. El amor expande el corazón y las capacidades de entrega.

Solía pedir a Dios tres cosas: que no dejase pasar un solo día de su vida sin enviarle sufrimientos, que no le dejase morir en el cargo de superior y que le permitiese morir en la humillación y el desprecio.

Con su confianza en Dios (llamaba a la Divina Providencia el patrimonio de los pobres), obtuvo milagrosamente en algunos casos provisiones para sus monasterios. Con frecuencia estaba tan absorto en Dios, que debía hacerse violencia para atender los asuntos temporales.

Su amor de Dios hacía que su rostro brillase en muchas ocasiones, sobre todo al volver de celebrar la misa. Su corazón era como una ascua ardiente en su pecho, hasta el punto de que llegaba a quemarle la piel. Su experiencia en las cosas espirituales, a la que se añadía la luz del Espíritu Santo, hacían de un consumado maestro en materia de discreción de espíritus, de modo que no era fácil engañarle diciéndole que algo procedía de Dios.

Juan dormía unas dos o tres horas y pasaba el resto de la noche orando ante el Santísimo Sacramento.

Pruebas y más pruebas

fray Juan de la Cruz

Después de la muerte de Santa Teresa, ocurrida en 1582, se hizo cada vez más pronunciada una división entre los descalzos. San Juan apoyaba la política de moderación del provincial, Jerónimo de Castro, en tanto que el P. Nicolás Doria, que era muy extremoso, pretendía independizar absolutamente a los descalzos de la otra rama de la orden.

El P. Nicolás fue elegido provincial y el capítulo general nombró a Juan vicario de Andalucía. El santo se consagró a corregir ciertos abusos, especialmente los que procedían del hecho de que los frailes tuviesen que salir del monasterio a predicar. El santo opinaba que la vocación de los descalzos era esencialmente contemplativa. Ello provocó oposición contra él.

San Juan fundó varios conventos y, al expirar su período de vicario, fue nombrado superior de Granada. Entre tanto, la idea del P. Nicolás había ganado mucho terreno y el capítulo general que se reunió en Madrid en 1588, obtuvo de la Santa Sede un breve que autorizaba una separación aún más pronunciada entre los descalzos y los mitigados. A pesar de las protestas de algunos, se privó al venerable P. Jerónimo Gracián de toda autoridad y se nombró vicario general al P. Doria. La provincia se dividió en seis regiones, cada una de las cuales nombró a un consultor para ayudar al P. Gracián en el gobierno de la congregación. San Juan fue uno de los consultores.

La innovación produjo grave descontento, sobre todo entre las religiosas. La venerable Ana de Jesús, que era entonces superiora del convento de Madrid, obtuvo de la Santa Sede un breve de confirmación de las constituciones, sin consultar el asunto con el vicario general. Finalmente, se llegó a un compromiso en ese asunto. Sin embargo, en el capítulo general de Pentecostés de 1591, San Juan habló en defensa del P. Gracián y de las religiosas.

El P. Doria, que siempre había creído que el santo estaba aliado con sus enemigos, aprovechó la ocasión para privarle de todos sus cargos y le envió como simple fraile al remoto convento de La Peñuela. Ahí pasó San Juan algunos meses entregado a la meditación y la oración en las montañas, “porque tengo menos materia de confesión cuando estoy entre las peñas que cuando estoy entre los hombres.”

Pero no todos estaban dispuestos a dejar en paz al santo, ni siquiera en aquel rincón perdido. Siendo vicario provincial, San Juan, durante la visita al convento de Sevilla, había llamado al orden a dos frailes y había restringido sus licencias de salir a predicar. Por entonces, los dos frailes se sometieron pero un consultor de la congregación recorrió toda la provincia tomando informes sobre la vida y conducta de San Juan, lanzando acusaciones contra él, afirmando que tenía pruebas suficientes para hacerle expulsar de la orden. Muchos de los frailes prefirieron seguir la corriente adversa a Juan que decir la verdad que hace justicia. Algunos llegaron hasta quemar sus cartas para no caer en desgracia.

En medio de esa tempestad San Juan cayó enfermo. El provincial le mandó salir del convento de Peñuela y le dio a escoger entre el de Baeza y el de Ubeda. El primero de esos conventos estaba mejor provisto y tenía por superior a un amigo del santo. En el otro era superior el P. Francisco, a quien San Juan había corregido junto con el P. Diego. Ese fue el convento que escogió.

La fatiga del viaje empeoró su estado y le hizo sufrir mucho. Con gran paciencia, se sometió a varias operaciones. El indigno superior le trató inhumanamente, prohibió a los frailes que le visitasen, cambió al enfermero porque le atendía con cariño, sólo le permitía comer los alimentos ordinarios y ni siquiera le daba los que le enviaban algunas personas de fuera. Cuando el provincial fue a Ubeda y se enteró de la situación, hizo cuanto pudo por San Juan y reprendió tan severamente al P. Francisco, que éste abrió los ojos y se arrepintió.

Santo y Doctor de la Iglesia

Después de tres meses de sufrimientos muy agudos, el santo falleció el 14 de diciembre de 1591.

En su muerte no se había disipado todavía la tempestad que la ambición del P. Nicolás y el espíritu de venganza del P. Diego habían provocado contra él en la congregación de la que había sido cofundador y cuya vida había sido el primero en llevar.

La muerte del santo trajo consigo la revalorización de su vida y tanto el clero como los fieles acudieron en masa a sus funerales. Dios quiso que se despejaran las tinieblas y se vieses su vida auténtica para edificación de muchas almas. Sus restos fueron trasladados a Segovia, pues en dicho convento había sido superior por última vez.

Fue canonizado en 1726

Santa Teresa había visto en Juan un alma muy pura, a la que Dios había comunicado grandes tesoros de luz y cuya inteligencia había sido enriquecida por el cielo. Los escritos del santo justifican plenamente este juicio de Santa Teresa, particularmente los poemas de la “Subida al Monte Carmelo”, la “Noche Oscura del Alma”, la “Llama Viva de Amor” y el “Cántico Espiritual”, con sus respectivos comentarios. Así lo reconoció la Iglesia en 1926, al proclamar doctor a San Juan de la Cruz por sus obras Místicas.

La doctrina de San Juan se resume en el amor del sufrimiento y el completo abandono del alma en Dios. Ello le hizo muy duro consigo mismo; en cambio, con los otros era bueno, amable y condescendiente. Por otra parte, el santo no ignoraba ni temía las cosas materiales, puesto que dijo: “Las cosas naturales son siempre hermosas; son como las migajas de la mesa del Señor.”

San Juan de la Cruz vivió la renuncia completa que predicó tan persuasivamente. Pero a diferencia de otros menores que él, fue “libre, como libre es el espíritu de Dios”. Su objetivo no era la negación y el vacío, sino la plenitud del amor divino y la unión sustancial del alma con Dios. “Reunió en sí mismo la luz extática de la Sabiduría Divina con la locura estremecida de Cristo despreciado”.

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Fuente: Corazones.org


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Contaminación espiritual https://www.reinadelcielo.org/contaminacion-espiritual/ Fri, 05 Apr 2019 13:00:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=416 ]]> Con el paso de los años, he aprendido a advertir el efecto terrible que tienen ciertas experiencias sobre mi propia alma, y es algo que todos podemos analizar y ver, si prestamos atención a ese mundo maravilloso que es nuestro interior. Me explico: Dentro de nosotros hay un mundo extraordinario donde vive nuestra alma, mundo que es disputado por el tentador, pero fundamentalmente mundo donde encontramos al Espíritu Santo que quiere habitar en nuestro corazón.

Si leemos a Santa Teresa de Ávila, que nos habla del “Castillo interior” que hay dentro de nosotros, descubrimos ese extraordinario espacio que se experimenta en la contemplación, la meditación, la oración de corazón. En mi caso significa un gran esfuerzo abrir la puerta e ingresar, porque me aturde el ruido del mundo y no me deja ni siquiera aproximarme al picaporte. Cerrando los ojos, y después de mucha oración y diálogo con el Señor, puedo, a veces, ingresar y sentir la felicidad de habitar un palacio interior donde se respira paz, felicidad plena, y fundamentalmente amistad absoluta con Jesús, nuestro Dios Amigo.

Pero en esa misma práctica de mirar y habitar mi castillo interior, El Señor me enseñó a ver lo que ocurre cuando mi mirada o mis oídos se posan inadvertidamente en alguna propuesta contaminante bombardeada por el mundo. Puede ser una imagen en televisión, puede ser una foto en una revista o en un sitio de internet, o algo dicho por otra persona en un elevador, una mirada, una vestimenta, o una película que nos detuvimos a ver donde surgen escenas que no esperamos. La naturaleza de la contaminación es muy diversa, desde sensualidades extremas, brutalidad contra el cuerpo humano, sadismo o pensamientos que revelan maldad enfermiza. En fin, pueden ser muchas cosas distintas, pero en definitiva es algo que se opone a sentimientos de pureza, paz, caridad, equilibrio emocional, o un estado mental sano.

Veo que cuando, inadvertida o distraídamente, me expongo a esas cosas, impactan en mi interior y no se van, quedan retumbando ahí dentro una y otra vez. Una fuerza arrolladora me invita a no sacar la mirada, a seguir viendo o escuchando, o simplemente a buscar más y más de eso. No es un sentimiento que aparezca en la superficie como malo, todo lo contrario. Tiene un gusto dulce, un perfume atractivo, pegajoso, que llama, que convoca a lanzarse de cabeza a esa propuesta inesperada. La tentación busca que en un grito de liberación exclamemos: ¡Lo quiero, lo deseo!

Ahora, mi respuesta es rezar, rezar y rezar. Busco alejar esas imágenes de mi alma, de mi castillo interior, de mi mundo interior. Una y otra vez empiezo oraciones, y al rato me doy cuenta que la oración fue borrada y esas imágenes o esas palabras están otra vez proyectadas en las paredes de mi palacio interior, con su pegajosa y dulce convocatoria. Me cuesta alejarlas, a veces mucho, pese a que me esfuerzo y le pido a Jesús me ayude a seguir mi camino con la paz que tanta felicidad me da, cuando logro encontrarla. Me doy cuenta que no soy yo el que está operando, y sin embargo se hace cuesta arriba el limpiar mi interior de ese perfume dulzón y embotador que lo quiere invadir todo.

Rezar el rosario 2Permítanme ponerles un ejemplo para graficar esto: Me encanta que luego de rezar mucho, los Avemarías (u otra oración) se acoplen en mi interior y se repitan automáticamente una y otra vez. ¡Es hermoso! Me ha pasado de dormirme así y despertarme por la mañana siguiente con las oraciones resonando una y otra vez en mi interior. Recuerdo que hace algunos años me ocurrió esto durante dos días, sin interrupción. ¡Que Gracia grande me concedió el Señor en esa oportunidad! Los Avemarías fluían sin detenerse, en un canto que se daba en mi castillo interior y resonaba en todas las habitaciones.

Pero también a veces me ocurre que escucho una canción al pasar por algún lugar y se me pega, bloqueando la oración. Una y otra vez empiezo a rezar y, al rato, allí está otra vez esa canción. Con mucha perseverancia rezo hasta que la oración se impone y se instala en mi alma como bálsamo que consuela y da paz. Lo mismo ocurre con esas imágenes o palabras contaminantes a las que me refería antes. Se instalan en nuestro interior y no se van con facilidad, contaminan nuestra alma y se adhieren a ella con ese seductor y dulzón aroma que les da aspecto de inofensivas. Solo la oración nos vuelve a nuestro centro, a nuestra amistad con Dios dentro de nuestro castillo interior.

Ahora quiero referirme a nuestros jóvenes, quienes viven expuestos a un mundo donde el bombardeo de contaminación espiritual es peor que en ningún otro punto de la historia de la humanidad. Redes sociales, salidas nocturnas, amistades inconvenientes, televisión, ruido que aturde, bebida o drogas alrededor, chateo interminable, vivir de noche y dormir de día, carne, sensualidades de todo tipo, sentidos, estridencia, un estado de fiesta permanente. Pero lamentablemente muchos jóvenes no tienen la fortaleza espiritual necesaria para advertir lo que le ocurre a sus almas, sino que guiados por un espíritu de rebeldía, se lanzan a abrazar todo eso sin filtro, literalmente sin filtro.

Por supuesto que sienten el dulzón aroma de la tentación, y por supuesto que muchos de ellos no rezan, ni comprenden la lucha que se ha desatado dentro de sus propios castillos interiores. Disculpen la comparación que voy a hacer, pero es necesaria. Espiritualmente hablando, demasiados jóvenes se vuelven como los cerdos que se revuelcan felices en el chiquero. Cuanta más basura y porquerías uno les lanza en el chiquero, más se revuelcan los cerdos, formando un fango en el que se impregnan y hunden felices. No sé si todos ustedes han tenido la oportunidad de ver cerdos en un chiquero, pero es un poco lo que le ocurre en términos espirituales a aquellos que con gran entusiasmo se hunden en las contaminaciones espirituales que el mundo actual les dispara sin cesar.

mi modo de rezar (ft img)Imaginen ustedes el daño que eso produce en sus almas. Imaginen ustedes lo difícil que es limpiar esas almas luego, asumiendo que algún día esos jóvenes entran en una etapa de desprenderse de todos esos “aliens” que se les han ido agarrando de las paredes de su castillo interior, afeándolo y transformándolo en una mansión abandonada y sucia. Imaginen cuanta oración hace falta para limpiar esas paredes y esas ventanas, para que se vaya ese olor espantoso y entre la Luz del Señor. Imaginen cuanto le cuesta al Espíritu Santo siquiera acercarse a ese castillo.

Admiro mucho a los jóvenes, o a cualquier persona en general, que tienen la valentía y la fortaleza espiritual necesarias para girar la vista y apartarse del chiquero espiritual que se les propone desde la sociedad moderna. El bombardeo es permanente, y la necesidad de discernimiento también lo es, porque la confusión es grande. Las cosas no parecen lo que son, porque el sabor y aroma dulzón y empalagador de la tentación nos hacen confundir entre lo que es bueno y lo que no lo es. Pero el mal y el bien existen, más allá de toda confusión. ¡A quienes optan por el bien, va mi admiración y reconocimiento!

Me llevó muchos años comprender lo delicada que es nuestra alma, cuanto hay que cuidarla, cuanto mal le hace el exponerse al mal, a las impurezas, a las porquerías del chiquero mundano. Ahora que lo sé, me siento preocupado de lo que le ocurre a estas generaciones presentes y venideras. Otras generaciones, en el pasado, han tenido más silencio interior, más espacio para la reflexión, menos deseo de fiesta permanente. Esta generación, en cambio, se ha vuelto como una comparsa que avanza sin detenerse por las calles de la historia.

Es por eso que vivimos los tiempos de La Misericordia de Dios, y más que nunca necesitamos de la Misericordia del Señor. La oración, en estos tiempos, es más necesaria que en ningún otro momento de la historia de la humanidad. Que el Señor nos proteja del chiquero espiritual que nos rodea. Que sepamos alejar a nuestros hijos, a nuestros jóvenes, de ese chiquero. Que podamos apartar a nuestros hijos de los padres que lanzan alegremente a sus hijos al chiquero, porque eso contamina a nuestros propios hijos, sumiéndolos en un chiquero cada vez más grande que quiere tragarse a todo lo que está alrededor.

Señor, apelamos a Tu Misericordia, para que este mundo que ha caído en los vicios y las impurezas más inimaginables, sea transformado nuevamente en un Palacio. Para que Tú puedas vivir con nosotros, para que Tu Santo Espíritu se derrame en un Segundo Pentecostés que abra las puertas de la Civilización del Amor, camino a la Jerusalén Celestial.

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Película de Santa Teresa de Jesús https://www.reinadelcielo.org/pelicula-de-santa-teresa-de-jesus/ Wed, 15 Oct 2014 22:03:02 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=2545 Santa Teresa de Jesús nació en Ávila, en el hogar Cepeda y Ahumada, el 28 de marzo de 1515. Ella es la fuente de inspiración y de orientación, es la Madre Fundadora del Carmelo Teresiano.

A los 20 se hace Carmelita en el Monasterio de la Encarnación, de su ciudad natal. Permanece en ese convento durante 27 años, para luego, en 1562 inaugurar su propio y nuevo Carmelo. En 1568 organiza, con san Juan de la Cruz el comienzo de la nueva vida de los Carmelitas Descalzos en Duruelo, provincia de Ávila. A sus 67 años muere “hija de la Iglesia” en el monasterio de Alba de Tormes, el 4 de octubre de 1582.

Para ella, las comunidades religiosas debían ser “pequeños colegios de Cristo”, aspirando a vivir fielmente los consejos evangélicos, fundadas en oración “como trato de amistad con quien sabemos nos ama”, en una fraternidad de iguales y de amigas, entregadas del todo en favor de la Iglesia. Los frailes habrían de tener el mismo corazón contemplativo y dedicarse con generosa actividad en servicio a la Iglesia.

La increíble y extraordinaria historia de esta hermana religiosa es una guía para nuestra vida espiritual, camino hacia Dios…

¡Disfruta de los aspectos más importantes de la vida de Santa Teresa de Jesús en estos vídeos a continuación!

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Fuente: Canal de YouTube RTVE


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