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(ver artículo)
Dirige a Dios cada uno de tus actos; ofréceselos y pídele que sea para Su honra y gloria.
Ofrécete a Dios cincuenta veces al día, y que sea con gran fervor y deseo de Dios.
En todas las cosas, observa la providencia de Dios y Su sabiduría, en todo, (ver artículo)
Es “El Lloroncito”, porque cuando Santa Teresa de Ávila dejaba el Convento de Toledo, el rostro del Niño Jesús se transformó con un puchero y lloraba. (ver artículo)