Santa Faustina Kowalska – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Sat, 05 Oct 2024 00:18:16 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Santa Faustina Kowalska https://www.reinadelcielo.org/santa-faustina-kowalska/ Fri, 04 Oct 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=10323

Es la primera santa canonizada del siglo XXI. En su tiempo, marcado por inmensos sufrimientos, justamente en los años más oscuros y desesperantes que van del primer al segundo conflicto mundial, el mismo Cristo entrega a la joven sor Faustina (1905-1938) el mensaje de la divina misericordia.

Fue su compatriota Juan Pablo II quien la elevó a los altares en la ceremonia realizada el 30 de abril del año 2000 ante doscientos mil peregrinos en Roma y otros miles más que presenciaban en directo la ceremonia en la explanada del santuario de Lagiewniki, dedicado a la Misericordia, en Cracovia, en perfecta comunicación entre los dos centros. Ya antes, cuando aún era cardenal de Cracovia, le correspondió firmar el decreto de clausura del proceso diocesano de beatificación. Y antes aún, cuando era un joven trabajador de la fábrica de Solvay, visitaba cotidianamente el santuario para hacer oración y pedir ayuda para el día cantero en aquellos tiempos tan aciagos para la humanidad. En el momento de transición del milenio, el papa la presentó como modelo para toda la Iglesia por ser mensajera de una espiritualidad por la que él mismo se sintió atraído desde que era un muchacho. «No es un mensaje nuevo –afirmó el papa– pero se puede considerar de esencial iluminación para ayudarnos a revivir más intensamente el Evangelio de la Pascua, para ofrecerlo como un rayo de luz a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo».

Sor Faustina Kowalska y Jesús misericordioso (ft img)

Elena Kowalska, tercera de diez hijos, nació el 25 de agosto de 1905 en una pequeña aldea polaca llamada Glogowieck –actualmente en la provincia de Konin–, dentro de una familia con pocos medios económicos. La bautizaron en la parroquia de San Casimiro, en Swinice Warckie, imponiéndole el nombre de Elena. Recibió solamente instrucción o enseñanza primaria, no daban para más las arcas familiares. A los dieciséis años comenzó a cooperar económicamente a las necesidades de los suyos con su trabajo. Cuando manifestó sus deseos de hacerse religiosa, recibió una negativa por parte de los padres; solo dos años más tarde logró sacar adelante su deseo con el permiso paterno, pero las religiosas de la Congregación de la Madre de Dios de la Misericordia aún retrasaron su admisión por un año, que fue el tiempo que tardó en reunir –trabajando como sirvienta– la pequeña dote que le exigían antes de entrar en el convento.

El 1 de agosto de 1925, a los veinte años, fue admitida en el convento de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia, de la calle Zitnia, en Varsovia. Allí recibió el nombre de Sor María Faustina; hizo el noviciado en Cracovia y emitió sus votos en presencia del obispo St. Rospond. En distintas casas de la Congregación desempeñó los oficios más humildes: cocinera, jardinera y portera, pasando los períodos más largos en las de Cracovia, Plock y Vilna.

Fueron años intensos. Dios quiso darle gracias extraordinarias; parece que llegó a predecir el comienzo de la segunda guerra mundial y la elección de un papa polaco, pero lo más significativo fue que se le encomendó desde lo Alto la misión de propagar al mundo la devoción a la Divina Misericordia o del Amor Misericordioso. Este fue el único polo de atracción de toda su vida.

Su Diario, obra donde la santa relata su experiencia mística de consagración a la Divina Misericordia, es todo un itinerario atravesado por visiones, éxtasis, revelaciones y estigmas escondidos; pero, a pesar de estar llena de tantas gracias, ella escribió:

«Ni las gracias ni las revelaciones, ni los éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hacen perfecta, sino la comunión del alma con Dios».

Sor Faustina Kowalska 2

Esos apuntes de los cuatro últimos años de su vida –conocidos solo después de su muerte y escritos por sugerencia de su director espiritual, P. Miguel Sopocko– registran todos los encuentros de su alma con Dios, revelan que María Faustina ha sido una de las personas a las que Dios quiso elevar a la mayor altura de la mística en pleno siglo XX, y que hoy engrosa la lista de los mayores místicos de la historia de la Iglesia. Una vida en la que se advierte la mezcolanza de gracias sobrenaturales extraordinarias y la lucha continua para corresponder a ellas fielmente cada día en la reducida perspectiva de su oculta vida de religiosa joven en un pequeño convento polaco. Con su lenguaje sencillísimo, el Diario es la mejor literatura mística del siglo XX, que sorprende al teólogo por la profundidad maravillosa encerrada en la candidez de su estilo.

Faustina tuvo que soportar grandes sufrimientos morales y físicos, aceptados y ofrecidos en reparación por los pecados de los hombres. En su propia experiencia se inspiran los Apóstoles de la misericordia divina, un movimiento integrado por sacerdotes, religiosos y laicos, unidos por el compromiso de vivir la compasión en la relación con los hermanos, hacer conocer el misterio de la divina clemencia e invocar la magnanimidad de Dios hacia los pecadores. Esta familia espiritual, aprobada en 1996 por la archidiócesis de Cracovia, está presente hoy en 29 países del mundo.

Faustina murió de tuberculosis el 5 de octubre de 1938; sus restos se depositaron en la tumba común del cementerio, situado al fondo del jardín de la casa de la comunidad de Cracovia-Lagiewniki, hasta el traslado, en el año 1966, a la capilla de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, también en Cracovia.

Una de las encíclicas más emblemáticas del Papa fue la que se denomina Dives in misericordia (30-IX-1980), acto magisterial con el que anima a la humanidad entera, especialmente a los católicos, a contemplar con agradecimiento la infinita bondad de Dios que se manifiesta en su permanente disposición al perdón del hombre redimido. Luego vino el atentado que pretendió acabar con su vida y casi lo consiguió. Justo a un año de distancia, después de la recuperación física de los meses que le tuvieron al filo de la eternidad, pudo pronunciar en el primer aniversario de la encíclica aquellas memorables palabras: «Desde el comienzo de mi ministerio en la Sede de Pedro, considero este mensaje del Amor Misericordioso como mi tema particular. La Providencia me lo ha asignado en la situación contemporánea del hombre, de la Iglesia, del mundo».

Tanto la beatificación –18 de abril de 1993– como la canonización –30 de abril del 2000– de María Faustina han tenido lugar en el segundo domingo de Pascua. Original: esa es la fecha que el Señor indicó a Faustina para que se celebrara la Fiesta de la Divina Misericordia. Nada extraño tiene que su mensaje haya quedado plasmado en la determinación de Juan Pablo II de hacer fiesta universal de la Misericordia Divina el segundo domingo de Pascua: «En su honor, en todo el mundo, el segundo domingo de Pascua recibirá el nombre de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con la confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al género humano en los años venideros».

Todo un reto para el hombre del siglo XXI. Para el creyente, un imponente ofrecimiento divino conducente a evitar desesperaciones, sobre todo, las que trae y lleva consigo el pecado. Su experiencia espiritual –credo y pensamiento de Faustina– queda convertido en obra musical con la trilogía de oratorios de Carlo Colafranceschi, discípulo de Lorenzo Perosi.

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Fuente: Alfa y Omega


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Esto me dijo la Virgen para mitigar mi sufrimiento https://www.reinadelcielo.org/esto-me-dijo-la-virgen-para-mitigar-mi-sufrimiento/ Thu, 23 Mar 2023 09:08:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=25186 Durante la noche me visitó la Madre de Dios con el Niño Jesús en los brazos. La alegría llenó mi alma y dije: María, Madre mía, ¿sabes cuánto sufro? Y la Madre de Dios me contestó: «Yo sé cuánto sufres, pero no tengas miedo, porque yo comparto contigo tu sufrimiento y siempre lo compartiré». Sonrió cordialmente y desapareció.

En seguida mi alma se llenó de fuerza y de gran valor. Sin embargo eso duró apenas un día. Como si el infierno se hubiera conjurado contra mí. Un gran odio empezó a irrumpir en mi alma, el odio hacia todo lo santo y divino. Me parecía que esos tormentos del alma iban a formar parte de mi existencia por siempre.

Me dirigí al Santísimo Sacramento y dije a Jesús: «Jesús, Amado de mi alma, ¿no ves que mi alma está muriendo anhelándote? ¿Cómo puedes ocultarte tanto a un corazón que te ama con tanta sinceridad? Perdóname, Jesús, que se haga en mí tu voluntad. Voy a sufrir en silencio como una paloma, sin quejarme. No permitiré a mi corazón ni un solo gemido.

De “La Divina Misericordia y mi alma”
de Santa Faustina Kowalska


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Un Mendigo de amor https://www.reinadelcielo.org/un-mendigo-de-amor/ Fri, 15 Jan 2021 10:44:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=579 ]]> Jesús se manifestó a muchas almas a través de los siglos, a partir de aquel día en que Sus amigos, discípulos, apóstoles y Su propia Madre presenciaron Su Ascensión al Reino. De este modo, El se presentó hace ya tiempo a Santa Margarita María de Alacoque, para que a través de ella recibamos la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Y se apareció a Santa Gertrudis para enseñarnos, entre muchas otras cosas, el misterio de las almas del Purgatorio y la necesidad de orar por ellas. Y también se manifestó a Santa Faustina Kowalska, para regalarnos esa maravilla que es la devoción al Jesús Misericordioso, al Jesús de la Misericordia. Esa hermosa imagen que ha llenado en pocos años las iglesias, los hogares y los corazones de tantos enamorados de Jesús.

Pero dentro de la historia de Sor Faustina, en aquella lejana y fría Polonia, me conmovió el relato sobre la aparición que sin dudas volcó el alma de aquella sencilla joven mujer hacia el Amor de los amores. Faustina asistía a un baile en Varsovia cuando sorprendida ve a Jesús parado frente a ella, vestido de mendigo, de pordiosero, todo de harapos. Su mirada era una llamada al corazón de la joven Faustina, eran los Ojos de un mendigo, un mendigo de amor. Faustina quedó conmovida por esa imagen que no olvidó por el resto de su vida, ya que la colocó como la receptora de un extremo y casi lastimoso pedido de amor realizado por el mismo Dios.

Manos del alfarero

¡Un Mendigo de amor! Nuestro Dios, El que es Dueño y Creador de todo el universo, frente al que nuestra pequeña alma se torna minúscula e insignificante, se hace un pobre pordiosero para golpear las puertas de nuestro corazón y mendigarnos un poco de amor, una mirada, un pensamiento. ¿Tu crees que El no mendiga tu amor en este momento? A veces me imagino a Dios allí arriba mirando al mundo, a cada uno de nosotros, vivir nuestra vida al margen de El, sin siquiera considerarlo. Y sospecho que mira a cada alma, y espera, pacientemente, una mirada hacia El. Sus Ojos se llenan de lágrimas al ver que pasan los minutos, los días, los años, y Su llamado de amor sigue sin ser respondido.

Creo que nuestro Dios mendigo, enamorado perdidamente de nosotros, hace muchas cosas para atraer nuestra atención desde allí arriba. Se puede decir que literalmente lo intenta todo. Nos da alegrías y nos colma de bienes físicos y espirituales, para que lo reconozcamos y lo amemos. O nos llama con el dolor para ver si en ese punto de necesidad nos acordamos de El y pedimos Su intervención. O simplemente espera, y espera, mientras nuestra vida se derrocha en pequeñas miserias que no agregan nada a nuestra salud espiritual, sino todo lo contrario.

Mis amigos, ¿no se sienten incómodos de que tengamos tanta ceguera, que hemos forzado a nuestro Dios Amante a transformarse en un Mendigo de nuestro avaro amor? ¿Qué clase de hijos somos, de un Padre tan inmensamente tierno e insistente en volver a perdonarnos? ¿Qué clase de hermanos somos, de nuestro Jesús Adorable y Misericordioso? ¿Qué clase de agradecimiento tenemos por el Espíritu Divino, que no nos deja solos jamás, mientras le cerramos nuestro corazón una y otra vez? ¿Y que clase de hijos hacen llorar a su Madre con lágrimas de dolor, ante el abandono y la falta de obediencia a sus suaves mandatos?

Jesús, que me miras con lágrimas de dolor, que te abajas a lo más profundo de Tu Humanidad para acercarte a mi, para que reaccione ante Tu llamado. Con Tu rostro triste me invitas a darte una mirada, un pensamiento, una oración, una muestra de mi amor. Deseas que levante mis ojos en medio de este mar de rostros sin rostro, para que la Luz de Tu mirada me ilumine y cubra. Quiero darte mi amor para que sea como una gota de agua que apague, por un instante, esa sed infinita de amor que arde como una universal hoguera, allí en lo profundo de Tu Sagrado Corazón.

Quiero, simplemente, ser Tu amigo.

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Reina Del cielo


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