Sagrario del Altar el nido de tus más tiernos y regalados amores. Amor me pides, Dios mío, y amor me das; tu amor es amor de cielo, y el mío, amor mezclado de tierra y cielo; el tuyo es infinito y purísimo; el mío, imperfecto y limitado.
Sea yo, Jesús mío, desde hoy, todo para Ti, como Tú los eres para mí. Que te ame yo siempre, como te amaron los Apóstoles; y mis labios besen tus benditos pies, como los besó la Magdalena convertida. Mira y escucha los extravíos de mi corazón arrepentido, como escuchaste a Zaqueo y a la Samaritana.
Déjame reclinar mi cabeza en tu sagrado pecho como a tu discípulo amado San Juan. Deseo vivir contigo, porque eres vida y amor.
Por solo tus amores, Jesús, mi bien amado, en Ti mi vida puse, mi gloria y porvenir. Y ya que para el mundo soy una flor marchita, no tengo más anhelo que, amándote, morir.
Amén.
Señor mío Jesucristo, me acerco a tu altar lleno de temor por mis pecados, pero también lleno de confianza porque estoy seguro de tu misericordia.
Tengo conciencia de que mis pecados son muchos y de que no he sabido dominar mi corazón y mi lengua. Por eso, Señor de bondad y de poder, con mis miserias y temores me acerco a Ti. Fuente de misericordia y perdón, vengo a refugiarme en Ti que has dado la vida por salvarme, antes de que llegues como juez a pedirme cuentas.
Señor no me da vergüenza descubrirte a Ti mis llagas. Me dan miedo mis pecados, cuyo número y magnitud solo Tú conoces, pero confío en tu infinita misericordia.
Señor mío Jesucristo, Rey eterno, Dios y hombre verdadero, mírame con amor, pues quisiste hacerte hombre para morir por nosotros. Escúchame, pues espero en Ti. Ten compasión de mis pecados y miserias, Tú que eres fuente inagotable de amor.
Te adoro, Señor, porque viste tu vida en la cruz y te ofreciste en ella como redentor por todos los hombres y especialmente por mí.
Adoro Señor, la sangre preciosa que brotó de tus heridas y ha purificado al mundo de sus pecados. Mira Señor, a este pobre pecador, creado y redimido por Ti. Me arrepiento de mis pecados y propongo corregir sus consecuencias.
Purifícame de todas mis maldades para que pueda recibir menos indignamente tu sagrada comunión. Que tu cuerpo y tu sangre me ayuden Señor, a obtener de Ti el perdón de mis pecados y la satisfacción de mis culpas; me libren de mis malos pensamientos, renueven en mí los sentimientos santos, me impulsen a cumplir tu voluntad y me protejan en todo peligro de alma y cuerpo.
Amén.
Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombre estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el sacramento del altar.
Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, y especialmente por haberte dado Tú mismo en este sacramento, por haberme concedido por mi abogada a tu amadísima Madre y haberme llamado a visitarte en esta iglesia.
Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en acción de gracias por este insigne beneficio. En segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente, deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la Tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono.
Amén.
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Fuente: Catholic-link
La facultad de tornarse invisible ha sido atribuida a muchos Santos, como San José de Steinfeld, el bienaventurado Nevelo de Faenza, Santa Bona de Pisa, San Luciano, San Francisco de Paula.
Se cuenta que Violante, esposa del rey Juan de Aragón, quiso ver por curiosidad el interior de la celda de San Vicente Ferrer, y como el Santo se rehusó a prestarse a este deseo, ella hizo forzar un día la puerta. Entonces ella vio todo lo que había en el cuarto, pero no al Santo mismo, e igual cosa ocurrió a los que la acompañaban. Ella preguntó entonces a los Hermanos dónde estaba Vicente; ellos contestaron que estaba allí ante ella y que estaban sorprendidos de que no lo viera.
Luego, dirigiéndose a él, le dijeron:
“¿Por qué, padre, no aparecéis ante la reina, que os visita, y por qué no le habláis?”
Y él contestó:
“Yo nunca he permitido a mujer alguna que entrara en mi celda, ni a la misma reina, y Dios, para castigarla de haber entrado por la fuerza, tendrá sus ojos cerrados todo el tiempo que ella permanezca aquí, para impedir que me vea”.
La reina salió en seguida.
Vicente la siguió; ella le pidió perdón de lo ocurrido y se alejó. (Ida Friederike Görres).
Sobre este tipo de sucesos no hay mayores investigaciones pero ciertos hechos parecen estar a favor de una invisibilidad real.
En cambio quienes cuestionan la verdadera invisibilidad, lo adjudican a una ceguera subjetiva y selectiva que afecta a ciertas personas.
Esto es diferente a la tecnología que usan los aviones furtivos para que no sean detectados por los radars, que se basan en la forma del avión, los materiales, la pintura, y las tecnologías para reducir emisiones.
Y también diferente a las capas de invisibilidad que se manejan con varias tecnicas que podemos dividir en dos grupos:
Este prodigio tiene su ejemplo en el Evangelio, después de la Resurrección de Nuestro Señor:
“Hacia el atardecer del mismo día, que era el primero después del sábado, las puertas del lugar donde se reunían los discípulos, estaban cerradas, por temor a los judíos; Jesús vino, y de pie, entre ellos, les dijo: La paz sea con vosotros. Y cuando les hubo hablado así, les mostró sus manos y su costado…
Y ocho días después, mientras los discípulos estaban todavía en el mismo lugar y Tomás con ellos, Jesús vino, estando cerradas las puertas; y de pie entre ellos, dijo: La paz sea con vosotros. Él dijo en seguida a Tomás: Pon tu dedo aquí y mira mis manos; acerca tu mano y ponla en mi costado; y no seas más incrédulo, sino creyente.” (Juan 20:19-27)
Santo Domingo fue trasladado con un Hermano que le acompañaba, al interior de una iglesia, delante de la cual se había puesto a orar, estando cerradas las puertas.
El bienaventurado Mauricio, de la Orden de los Frailes Predicadores, Clara de Agolantibus, etc., son citados también por haber pasado a través de puertas y paredes.
Muchos experimentadores han pretendido haberlas obtenido, sobre todo en forma de transporte de objetos que penetran en una habitación cerrada.
Charles Richet expresa sus reservas al respecto
“en la ciencia metapsíquica el transporte y el aporte de objetos son muy excepcionales, tanto que nunca pudieron ser comprobados”.
Y el cardenal Lépicier por su parte dice:
“Sería un error creer que los cuerpos glorificados gozan del privilegio de la compenetración, porque en este caso se trata, como hemos dicho ya, de una operación que corresponde únicamente a Dios”.
Por otra parte, vemos que el Dr. Richet no admite en nombre de las leyes físicas una imposibilidad absoluta de este fenómeno. En realidad, Gorres, fundado en los fenómenos electrolíticos y de ionización, entrevé bases naturales posibles para esos fenómenos.
Lo mismo, lo que sabemos acerca de las membranas semipermeables, infranqueables para determinados cuerpos y permeables para otros, y finalmente ciertas teorías de la física moderna, no colocan a la compenetración fuera de nuestras concepciones fisiológicas.
La impermeabilidad es sólo una cualidad relativa: una variación de tensión superficial, de temperatura, etc., basta para permitir una compenetración que pareció imposible anteriormente.
El milagro tendría en este caso que hacer actuar o exaltar ciertos procesos naturales.
Acerca de la compenetración, el Padre Sempé también escribe:
“El espíritu no conoce la maciza vulgaridad de la materia que impide a dos cuerpos coexistir en el mismo espacio.
El alma glorificada tornará al cuerpo más sutil que la luz: para ese cuerpo, como para el cuerpo de Cristo, no habrá ya masa impenetrable” (Messager du Coeur de Jésus, noviembre de 1933).
La presencia aparente de una misma persona en dos lugares diferentes, en el mismo instante, es un hecho raro, pero que al parecer ha sido bien demostrado.
San José de Cupertino, hallándose en Roma, fue visto lejos de allí, por numerosas personas, asistiendo a Octavio Piccino. Fue visto en Cupertino por su madre moribunda, mientras él se hallaba en Asís.
Se citan hechos semejantes acerca de San Pedro de Alcántara, San Antonio de Padua, San Francisco Javier, visto a la vez sobre un barco y en la chalupa a la deriva, de María de Agreda, etc.
Santo Tomás de Aquino enseña que la presencia de un mismo cuerpo en dos lugares diferentes al mismo tiempo es contradictoria porque la materia ocupa unas dimensiones específicas y no las puede ocupar en diferentes lugares simultáneamente.
Pero sí puede ocurrir que mientras un cuerpo está en un lugar, en otro lugar esté una representación o figura aparente del mismo.
Esta representación puede darse “sobrenaturalmente” (por intervención divina) o preternaturalmente, por intervención diabólica.
Los fenómenos de bilocación sobrenaturales se dan por una representación sensible, hecha milagrosamente por Dios, en uno de los lugares de la bilocación.
La bilocación puede ser de dos maneras:
Cuando se realiza únicamente en espíritu y va acompañada de aparición, la presencia de la persona es física en el punto de partida, y es puramente representativa en donde tiene lugar la aparición, o sea, donde el espíritu se representa visiblemente revestido de un cuerpo.
Cuando la bilocación se hace en cuerpo y alma, la presencia de la persona es física allí donde el cuerpo y el alma se presentan y aparecen de una manera visible, y es representativa en el sitio que la persona abandona.
En el primer caso, el cuerpo que el espíritu toma para hacerse visible representa a la persona que físicamente está en otra parte.
En el segundo caso, el cuerpo que parece permanecer en el lugar de origen, y que las personas creen que no se ha movido para nada, no es más que una representación de la persona hecha por el ministerio de un ángel (o de otro modo desconocido por nosotros), mientras que la verdadera persona se ha trasladado en cuerpo y alma a la otra parte.
Esta doble presencia, representativa en un lado, y física, del otro, es esencial a la bilocación de cualquier manera que se verifique, ya sea en cuerpo y alma, o sea puramente en espíritu, pero de manera visible.
También se debe insistir en que esta doble presencia de la que hablamos, la una física, la otra representativa, supone necesariamente, para constituir verdadera bilocación, la traslación.
Es decir, el paso de la persona de un lugar a otro, ya sea en cuerpo y alma, ya al menos en espíritu.
El fenómeno de la bilocación puede tener a veces, sin duda ninguna, un origen preternatural o diabólico. El demonio puede -permitiéndolo Dios- encargarse de realizar la representación de la persona “bilocada” en uno de los lugares de la bilocación.
Los ocultistas, espiritistas, teósofos y otros se refieren a la bilocación como el Viaje Astral. El cuerpo físico, real, quedaría como muerto y el alma, con su “Periespírito”, actuaría en otro lugar.
Los parasicólogos pretenden explicar la bilocación como algo natural. Hablan de ideoplastia, fantasmogénesis, ectoplasma. Pero no logran dar una explicación razonable.
Estos son algunos casos de bilocación: San Alfonso María de Ligorio
Del proceso de canonización:
“El venerable siervo de Dios, en cuanto residía en Arionzo, un lugarejo de su diócese, en 21 de septiembre de 1774 sufrió un desmayo. Quedó por casi dos días sentado en una silla de brazos, sumergido en dulce y profundo sueño. Uno de los empleados quería despertarlo. Además su Vicario General, Don Rubino, ordenó que no lo tocasen y que se quedasen vigilándolo constantemente en un cuarto próximo.
Cuando al final se despertó y tocó una campanilla, todas las personas de la casa acudieron. Al verlas pasmadas, les preguntó el porqué.
Respondieron: “¡Oh, Monseñor, ya hace dos días que Ud. no habla, ni come, ni da señal alguna de vida!”
“Entonces”, – respondió él, – “Uds. pensaban que yo estuviese durmiendo, pero no fue bien eso.
Ustedes no saben que fui a asistir al Papa, que ahora ya no se encuentra más en la lista de los vivos”.
En efecto, después de breve lapso, se supo que Clemente XIV falleció el 22 de septiembre, a las ocho de la mañana, esto es, exactamente en la hora en que el siervo de Dios había tocado la campanilla.
Durante su estancia en Padua, según refieren Bartolomeu Pisano y Marcos de Lisboa, hubo varias demostraciones de bilocación, una es:
“Estando Santo Antonio en Padua, tuvo una visión, que llegó a mis oídos por medio de un religioso digno de fe. En la su ciudad natal, Lisboa, vivían aún sus parientes: el padre, la madre, los hermanos y las hermanas, que se encontraban implicados en un caso de homicidio, cometido por otros”.
Había en aquella ciudad dos personas que se odiaban mortalmente.
Uno de ellos, encontrándose cierta noche con el hijo del rival, decidió vengarse en el heredero y, favorecido por la oscuridad, lo sorprendió, lo arrastró a su propia casa y allí lo asesinó bárbaramente. Después, sepultó el cuerpo en el jardín de la casa de los parientes de Antonio.
Tratándose del desaparecimiento de un noble, la magistratura procedió enseguida a una investigación. Sabiendo que el joven había sido visto aquella noche en las proximidades del palacio de Martinho, buscaron por los alrededores y por toda la propiedad. Guiándose por la tierra removida hacía poco, llegaron al cadáver, lleno de heridas.
Bastó ese indicio para que las sospechas del homicidio cayesen sobre Martinho, que fue preso con toda la familia, según la costumbre de la época. Aproximábase el día de la sentencia, que habría sido una condenación, si el Santo no hubiese venido en auxilio de los suyos”.
Cierta noche, él pidió licencia a su superior para salir del convento y se puso camino de Lisboa. Allá llegó prodigiosamente en la mañana siguiente, cuando no serían suficientes tres meses para recorrer la distancia entre Padua y Lisboa. Llegando a su tierra natal, se presentó al tribunal para pedir la libertad de su familia.
Como érase de esperar, no fue atendido, visto ser por demás graves los indicios acumulados contra ella”. El Santo pidió entonces que le trajesen el cadáver de la víctima. Al verlo, le ordenó en nombre de Cristo que volviese momentáneamente a la vida para indicar su asesino.
Y el cadáver se animó, confesó abiertamente que ningún miembro de la familia de Antonio era culpado de su muerte y después cayó nuevamente en su sueño de muerte.
La novedad del milagro y la solemne declaración de tal testimonio fueron suficientes para libertar la familia de Antonio, con la cual él pasó aquel día. Se despidió al caer de la noche y en el día siguiente encontrábase nuevamente en su convento de Padua”.
Toda España fue testigo de una de las bilocaciones milagrosas. Al mismo tiempo que predicaba en la Catedral de Toledo, siendo irradiado el sermón por Radio Toledo, estaba predicando otro sermón en la Iglesia San Francisco El Grande, siendo irradiado por Radio Nacional de España.
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Fuente: Foros de la Virgen
«Cuando un parecer es de algún modo honroso para la Virgen Santísima, y tiene algún fundamento, y no está en pugna con las verdades de fe y los decretos de la Iglesia, ni con la verdad ciertamente conocida, el no aceptarla o impugnarla, denota poca devoción a la Madre de Dios. No quiero yo ser del número de estos poco devotos, ni quisiera ver entre ellos a mis lectores; antes bien, querría fuésemos todos del número de los que todo cuanto sin error se puede creer de las grandezas de la Virgen, todo llana y firmemente lo creen, lo cual es una de las cosas más agradables a María.»
San Alfonso María Ligorio
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Fuente: Devocionario Católico