sabiduría de Dios – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 05 Oct 2018 18:02:06 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 La añadidura https://www.reinadelcielo.org/la-anadidura/ Fri, 05 Oct 2018 13:23:18 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=867 ]]> Jesús nos dio una fórmula infalible para alcanzar la felicidad, y sin embargo qué poco sabemos o qué poco uso hacemos de ella. ¿Qué cuál es esa fórmula? Simplemente Él nos dijo que debíamos “buscar el Reino de Dios, y Su Justicia, y que todo lo demás nos será dado por añadidura” (Mat 6:33). Literalmente, vivimos rodeados de añadidura, y nos consumimos la vida preocupados por ella. Añadidura es nuestra salud, nuestro trabajo, nuestros hijos, nuestra estabilidad económica y laboral, nuestra educación, nuestros amigos, hasta nuestra mascota es añadidura.

La añadidura se vuelve así el centro de nuestra vida, el motivo de vivir, nuestras frustraciones, alegrías, depresiones, regocijos. Pero sin embargo Jesús no dijo busquen la añadidura, que el Reino de los Cielos os será dado como recompensa. La palabra “añadidura” misma significa anexo, secundario, en adición a algo más importante. Ese algo, el concepto central de nuestra vida en las palabras de Jesús, es la búsqueda de la salvación, del Reino de Dios, es la búsqueda de Dios mismo.

Jesús, hecho Hombre, vivió haciendo la Voluntad de Su Padre, y ese es justamente el concepto que define “la búsqueda del Reino”. Hacer el Querer de Dios, Su Voluntad, es el camino a la salvación. Dios quiere que no nos preocupemos por lo secundario, porque todo eso se nos dará como consecuencia de nuestra fidelidad, como regalo extra, como añadidura.

Jesús no nos dice tampoco “busquen el Reino de Dios y nada más se os dará hasta que entren a la Vida Eterna”. No, porque Él quiere nuestra felicidad aquí, porque Él es infinitamente generoso y nos ama de modo personal, uno a uno. Él da el ciento por uno, y más también, cuando se lo busca con un corazón desinteresado y sincero. Por eso es que la añadidura fluirá en nuestras vidas del modo y en los momentos que Dios considere convenientes para nuestra salud espiritual, moral y física. Dios sabe qué es lo bueno para nosotros, y en uso de Su Infinita Sabiduría, administra la añadidura que necesitemos, en la medida que sea mejor para nuestra alma.

Dios-ayuda-300x265La añadidura se transforma así en algo que debemos considerar en nuestras meditaciones y oraciones diarias. ¿Estoy realmente buscando el Reino de Dios, o simplemente orando por más y más añadidura? ¿Hago feliz a Dios con tanta atención a lo secundario, mientras lo principal pasa raudamente a mi lado sin siquiera reconocerlo? Las personas realmente sabias viven entregadas a la Voluntad de Dios y agradecen todo, lo bueno, y lo malo también. Saben que Dios es generoso y nunca se ausenta, y es por eso que todo lo atribuyen a las necesarias cruces que debemos vivir, o a los gozos que nos toquen disfrutar, pero siempre aceptando todo como parte del Plan de Dios en sus vidas.

Como decía el Padre Emiliano Tardif, hay días en que es Viernes Santo y otros en que es Domingo de Resurrección. Tanto uno como otro son parte de nuestro existir, y todo debe ser vivido con agradecimiento a Quien nos da la vida. ¡Esa actitud configura la perfección en la búsqueda del Reino! Y si Dios, viendo nuestra entrega, además nos regala en añadidura salud, o dinero, o afectos, o hijos, o esposa o marido, pues enhorabuena y Gloria a Ti Señor, pero no podemos hacer de todo eso que es secundario, el centro de nuestras vidas.

Vivimos rodeados de añadidura, y qué bueno es que así sea. Comida, ropa, la computadora en la que escribo, la calefacción que me envuelve en esta fría noche de invierno, todo es añadidura. ¡Qué agradecidos y felices debemos estar de tener un Dios tan generoso y cercano! Pero sin embargo, no debemos confundirnos, porque el sentido de nuestra vida no es comer, dormir y subsistir. El propósito de nuestro existir es el encuentro con Dios, la unión con El, la búsqueda de Su Casa como destino de Eternidad.

Mi amigo, créeme que no hay nada que te pueda hacer más feliz que descubrir tu amistad con Dios, porque sentirte amigo y cercano a Jesús llenará de gozo tu alma. Cuando experimentes el abrazo del Señor sentirás un gozo inexplicable a los ojos del mundo, pero incomparable a nada que ese mundo pueda ofrecerte, Cuando sientas que hablas con Jesús y El te escucha, comprenderás que todo lo demás es secundario. Comprenderás que Jesús, en Su Omnipotencia y Divinidad, resolverá todas esas cosas pequeñas que te angustian y quitan el sueño. El, entre tantas otras cosas, es el Dios de la añadidura, El que nos envuelve con sus cuidados, Aquel que jamás deja de prestar atención a nuestras necesidades, miedos y tristezas. La amistad de Jesús es el más extraordinario bien que puedas adquirir, es la perla enterrada en el campo, es el Reino de Dios que entra en tu corazón.

Señor, que te hiciste Hombre para anunciar El Reino de Tu Padre, Reino en el que Tu eres Rey y Señor nuestro. Tú, mi Señor, sabes todo. Tú conoces mis debilidades, porque ves en mi corazón, en lo profundo de mi alma. Con esa Mirada Divina, ayúdame a ver la senda a Tu Reino, y evitar las distracciones que me confunden. Confío plenamente en Ti, porque sé muy bien que me darás todo lo que necesite durante el camino. Comida, bebida, compañeros de ruta, alegrías y tristezas, todo me será dado por Ti como añadidura. Sé que nadie te gana en generosidad y que me amas con todos mis defectos y debilidades, y también sé que estás siempre a mi lado, aunque no te vea ni me hables. Por eso te pido hoy, mi Señor, que me concedas el don de la Sabiduría para que sepa siempre optar por Tus cosas, por sobre toda añadidura que pueda necesitar en mi caminar. ¡Jesús, en Ti confío!


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Perseverar https://www.reinadelcielo.org/perseverar/ Fri, 15 Dec 2017 18:52:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=526 ]]> ¿Qué es la conversión? Es un camino largo y sinuoso, que en algún punto debe hacernos comprender el significado de la palabra apóstol. Si, es un término que parece lejano e inalcanzable, hecho para otros. Sin embargo la conversión lleva a la senda del apostolado del anuncio de la Buena Nueva, que no es más ni menos que pasar a formar parte de la Nueva Evangelización a la que nos invitó la Iglesia a través de Juan Pablo II.

Ser Apóstol es entonces trabajar para la Iglesia, lo que se puede hacer de muchos modos distintos. Algunos formarán parte de movimientos, otros colaborarán con su parroquia, otros encontrarán senderos nuevos para ayudar a la inagotable tarea de la difusión del Amor hecho Palabra. Sin embargo, muchos son los obstáculos que se enfrentan llegado este punto del recorrido, porque es aquí donde claramente llamaremos la atención de quien busca detenernos.

Este es el tentador, personaje que no deja de trabajar en su permanente esfuerzo de molestar y poner piedras en el camino de la salvación. ¿De que modo actúa? Como su nombre lo indica, el tentador nos tienta a través de los modos que Dios le permite, porque nada puede hacer él que Dios no tolere de algún modo incomprensible para nosotros. Las tentaciones tendrán un fin claro: detenernos, sacarnos del camino, llevarnos a otra senda que no colabore de modo tan efectivo con el Plan de Dios. Y el Señor, para hacernos más firmes en nuestra fe, deja que enfrentemos la lucha, para que venzamos y emerjamos del otro lado de la prueba más confiados en El y más firmes en nuestra entrega.

CruzLas tentaciones que sufrimos son literalmente inagotables, algunas sutiles, otras brutales y obvias. Hoy quiero referirme a algunas de ellas para que estemos atentos, porque no será fácil ver a nuestro alrededor con claridad cuando en nuestro interior haga ebullición la confusión que este personaje siembra.

Empecemos refiriéndonos a una tentación muy elemental, que es la de de pensar que estamos perdiendo el tiempo, que trabajando para Dios estamos desaprovechando nuestra vida, malgastándola. Una versión sutilmente diferente de esta tentación es la de pensar que habrá otros modos mas efectivos de obrar para Dios, en otro lugar u otro espacio. Por supuesto que si abandonamos nuestro apostolado siguiendo esa tentación, la siguiente será la de abandonar todo y volver a vivir una vida ?normal?, de acuerdo a lo que nos reclama el mundo.

Otro juego que nos propondrá nuestra mente es el de pensar que los lideres del grupo donde trabajamos, sean consagrados o laicos, están equivocados. Los juzgaremos con nuestro limitado entendimiento, y veremos en cada gesto una oportunidad para pensar que les falta caridad, o que no nos respetan en todo nuestro potencial o talento. Los miraremos y juzgaremos tratando ya no de ver lo bueno en ellos, sino cualquier defecto que nos haga concluir que lo mejor es abandonarlos a su propia ventura.

También sufriremos la tentación de pensar que merecemos un lugar de privilegio dentro de la comunidad, porque en algo en particular somos mejores que los demás. Esto nos hará competir, literalmente, por un espacio que ya consideramos nuestro. A veces será una posición determinada en el grupo de música de la Parroquia, o el micrófono para hablar a la comunidad en ciertas circunstancias, o hasta un banco o lugar predeterminado que a esta altura de mi experiencia apostólica, ya es ?mío?. Así de infantil como suena, ocurre a diario.

Otras veces empezará a bullir en nuestro interior el sentimiento de injusticia, de estar siendo dejados de lado, de merecer más. En ese momento ya no tendremos la frescura en la fe de los primeros tiempos del camino de la conversión, sino que el caminar será un recorrido amargo, sumidos en nuestras propias luchas interiores. Quienes nos ven ya no sentirán que estamos felices y dichosos de hacer lo que hacemos, sino que advertirán a las claras que algo funciona mal en nuestro interior.

Son momentos de apoyar, de estar cerca con silencios, pero con comprensión. Somos nosotros los que debemos remontar esta cuesta, y vencer esta batalla interior que nos busca alejar y adormecer. Es, literalmente, un ataque contra la Iglesia que se manifiesta en intentar detener a este nuevo proyecto de apóstol que está naciendo. Son momentos de tener las cosas muy en claro, de luchar contra uno mismo, de enfrentar los malhumores con la convicción de que Dios nos enfrenta a la prueba sabiendo que tenemos las armas necesarias para vencer.

ondas sobre el aguaPor supuesto que no todos vencen en esta batalla. Tristemente algunos se dejan derrotar y empiezan a dar círculos concéntricos buscando un lugar donde esos sentimientos interiores no se manifiesten. Lo más probable es que esos círculos se alejen cada vez más de una fe sincera, y terminen amenazando a la persona con arrastrarla a una fe farisaica, de formas exteriores, pero sin contenido espiritual real.

Digo estas cosas hablando en primera persona, porque de hecho no sólo las he sufrido, sino que descuento que las seguiré sufriendo en formas más o menos sutiles. Cuando logramos superar un escollo y ponemos en ridículo los intentos del tentador, él volverá con ánimos renovados e intentos más refinados. Donde mejor he encontrado un relato sobre las distintas formas en que actúa la tentación, es en la obra del afamado autor Inglés C. S. Lewis, ?Cartas de un demonio a su sobrino?. En clave de humor sutil, este autor nos deleita con relatos de tentaciones y tentadores, victimas y victimarios.

La tentación nos acompaña, a todos, mientras dure la vida. Y si decidimos trabajar para Dios, no cabe duda que la mayor tentación será la de dejar de hacerlo. Por esto se puede decir que nadie que decida obrar para Dios esta exento de enfrentar estas tentaciones, estos tremendos obstáculos que ponen a prueba nuestra voluntad. Si estamos dispuestos a perseverar en el camino de una conversión genuina y duradera, debemos aprender a advertir estas barreras que surgirán en nuestros estados de ánimo, para derrotarlas con una entrega sincera a la Voluntad de Dios.

Señor, hazme fuerte, dame Tu sabiduría para diferenciar lo bueno y lo malo que se presente en mi camino de crecimiento interior. Tú lo sabes todo, yo sólo camino por la senda que me pones por delante, confiado y seguro de que estás allí. A Ti, honor y gloria, a mi, perseverancia, fortaleza y fe frente a las tempestades del camino.


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