Purgatorio – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Sat, 02 Nov 2024 21:16:48 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Novena por las almas del purgatorio https://www.reinadelcielo.org/novena-por-las-almas-del-purgatorio/ Sat, 02 Nov 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=22159 Oración final para todos los días

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.

Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio.

V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados. 
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego. 
V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

Padrenuestro.

V. De la puerta del infierno
R. Saca, Señor, sus almas.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, oye mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.

Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.

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DÍA PRIMERO 

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que quieres que tengamos suma delicadeza de conciencia y santidad perfecta: te rogamos nos la concedas a nosotros; y a los que por no haberla tenido se están purificando en el purgatorio, te dignes aplicar nuestros sufragios y llevarlos pronto de aquellas penas al cielo. Te lo pedimos por la intercesión de tu Madre purísima y de San José.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA SEGUNDO 

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que eres cabeza de todos tus fieles cristianos que en ti nos unimos como miembros de un mismo cuerpo que es la Iglesia: te suplicamos nos unas más y más contigo y que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras aprovechen a las ánimas de nuestros hermanos del purgatorio, para que lleguen pronto a unirse a sus hermanos del cielo.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA TERCERO 

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que pecan castigas con justicia en esta vida o en la otra: concédenos la gracia de nunca pecar y ten misericordia de los que, habiendo pecado, no pudieron, por falta de tiempo, o no quisieron, por falta de voluntad y por amor del regalo, satisfacer en esta vida y están padeciendo ahora sus penas en el purgatorio; y a ellos y a todos llévalos pronto a su descanso.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA CUARTO 

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que exiges la penitencia aun de los pecados veniales en este mundo o en el otro: danos temor santo de los pecados veniales y en misericordia de los que, por haberlos cometido, están ahora purificándose en el purgatorio y líbralos a ellos y a todos los pecadores de sus penas, llevándoles a la gloria eterna.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA QUINTO 

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los regalados en esta vida, que no pagaron por su culpa o no tuvieron bastante caridad con el pobre, castigas en la otra con la penitencia que aquí no hicieron: concédenos las virtudes de la mortificación y de la caridad y acepta misericordioso nuestra caridad y sufragios, para que por ellos lleguen pronto a su descanso eterno.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA SEXTO 

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que quisiste que honrásemos a nuestros padres y parientes y distinguiésemos a nuestros amigos: te rogamos por todas las ánimas del purgatorio, pero especialmente por los padres, parientes y amigos de cuantos hacemos está novena, para que logren el descanso eterno.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA SÉPTIMO 

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que no se preparan a tiempo para la muerte, recibiendo bien los últimos sacramentos y purificándose de los residuos de la mala vida pasada, los purificas en el purgatorio con terribles tormentos: te suplicamos, Señor, por los que murieron sin prepararse y por todos los demás, rogándote que les concedas a todos ellos la gloria y a nosotros recibir bien los últimos sacramentos.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA OCTAVO 

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que vivieron en este mundo demasiado aficionados a los bienes terrenales y olvidados de la gloria, los retienes apartados del premio, para que se purifiquen de su negligencia en desearlo: calma, Señor misericordioso, sus ansias y colma sus deseos, para que gocen pronto de tu presencia, y a nosotros concédenos amar de tal manera los bienes celestiales, que no deseemos desordenadamente los
terrenos.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA NOVENO 

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, cuyos méritos son infinitos y cuya bondad es inmensa: mira propicio a tus hijos que gimen en el purgatorio anhelando la hora de ver tu faz, de recibir tu abrazo, de descansar a tu lado y; mirándolos, compadécete de sus penas y perdona lo que les falta para pagar por sus culpas. Nosotros te ofrecemos nuestras obras y sufragios, los de tus Santos y Santas; los de tu Madre y tus méritos; haz que pronto salgan de su cárcel y reciban de tus manos su libertad y la gloria eterna.

Terminar con la oración final y el responso

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Fuente: Devocionario Católico


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Las benditas almas del purgatorio https://www.reinadelcielo.org/las-benditas-almas-del-purgatorio/ Fri, 25 Oct 2024 06:03:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=601 Mucha gente se pregunta sobre el sentido que tiene la existencia del Purgatorio, dentro del Plan de Dios. En realidad, la existencia del Purgatorio es la consecuencia natural de varios factores que Dios introdujo cuando, haciendo uso de Su Omnipotencia Creadora, dio forma final al hombre como punto máximo de Su Obra.

En primer lugar, Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza en muchos aspectos, uno de los cuales y quizás el central, es haberle dado una voluntad propia. La Voluntad de Dios, Su Fiat Creador, hizo al mundo, y así Dios quiso que también el hombre tuviera su propia voluntad, como El la tiene. Naturalmente que esto da origen al libre albedrío que todos tenemos, puerta abierta a nuestra libertad de optar entre el bien y el mal.

Como consecuencia de esta libertad que Dios nos da, surgen la Misericordia y la Justicia Divinas, las cuales no pueden ser vistas separadamente, nunca, ya que se complementan y unen. Dios es infinitamente Misericordioso, pero también es infinitamente Justo. La Misericordia de Dios se refleja, de este modo, en Su infinita capacidad de perdonarnos, si nos arrepentimos, y también en el Amor que El vuelca sobre el mundo todo el tiempo, tratando de salvarnos. La Cruz es el punto máximo de la Misericordia de Dios Padre hacia Nosotros, a través de la cual entregó la Vida de Su Hijo Amado, por nuestra salvación. Y también es un acto de infinita Misericordia el Pentecostés, a través del cual Dios nos envió Su Santo Espíritu para que nos guíe e inspire, como miembros de Su Santa Iglesia.

Pero, sin la Justicia Divina, la Misericordia estaría incompleta. Dios debe diferenciar a los justos, aquellos que le son fieles, de aquellos que haciendo uso de su libre albedrío, optaron por el camino de la oscuridad. Ejercer la Justicia Divina es motivo de tremendo dolor para Dios, ya que El prefiere que los hombres nos salvemos todos, y no tener que acudir a Su Justicia. Pero, no es El quien nos condena, sino somos nosotros los que nos alejamos de El y de Su promesa del Reino, lo rechazamos. Si entregamos nuestra voluntad a Dios, haciendo lo que El desea y no lo que nosotros deseamos, nos unimos a El y Su Amor. En cambio, si tomamos el camino de la soberbia, y creyéndonos un dios rechazamos lo que Dios espera de nosotros, haciendo nuestra propia voluntad, nos alejamos del Amor y nos sujetamos a la Justicia del Creador. La Justicia Divina, de este modo, es necesaria para poder diferenciar el distinto uso que las almas hacemos del libre albedrío que Dios nos dio como Don supremo.


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El Cielo y el infierno

cielo e infierno

Puestas así las cosas, tenemos nuestro libre albedrío, reflejo de poder ejercer nuestra propia voluntad, y también tenemos la Misericordia y la Justicia de Dios, en un balance perfecto. Dios hizo entonces un lugar de infinito y eterno premio para aquellos que, haciendo uso de su voluntad, son fieles y aman a Dios, amando a los semejantes como a si mismos. Quienes completan el circulo del amor y la entrega de la propia voluntad a los deseos de Dios, llegan después de esta vida pasajera al Reino Eterno, a gozar de las delicias de Dios junto a los santos y los ángeles, y por supuesto junto a la Virgen Santísima.

La definición del Cielo que nos da el Catecismo de la Iglesia Católica es:

“El Cielo es la participación en la naturaleza Divina, gozar de Dios por toda la eternidad, la última meta del inagotable deseo de felicidad que cada hombre lleva en su corazón. Es la satisfacción de los más profundos anhelos del corazón humano y consiste en la más perfecta comunión de amor con la Trinidad, con la Virgen María y con los Santos. Los bienaventurados serán eternamente felices, viendo a Dios tal cual es.”

El Cielo, de este modo, es el lugar perfecto donde las almas gozamos en Presencia de Dios, en un estado de felicidad perpetuo, en perfecta unión y Adoración.

Pero, ¿qué hacer con aquellos que desobedecieron y no obraron de acuerdo a la Voluntad de Dios?. Aquellos que repitieron el grito del arcángel caído, “¡no serviré!”, el grito de la soberbia y el rechazo a Dios, por Justicia Divina son enviados al lugar de la condenación eterna, el infierno. La existencia del infierno es una verdad Bíblica que no puede negarse, como no puede ningún cristiano negar la existencia del demonio, ya que también él es parte de las Escrituras. Infinito dolor le causa a Dios que una sola alma se pierda por toda la eternidad, ya que Su Plan es que todos nos salvemos. Y así El nos ha dado todo lo necesario para que nos redimamos, para que lleguemos al Reino con El. Pero, si a pesar de toda la Misericordia Divina que nos ha inundado de dones, empezando por la Presencia Eucarística de Dios en todos los Sagrarios de la tierra, insistimos en apartarnos de Dios, la Misericordia entonces da paso a la Justicia Divina: el Señor es lento para enojarse, como Dice la Biblia, pero no es un Dios tibio, y mucho menos injusto.

Así como en el Cielo se goza en Presencia de Dios, el más grande tormento en el infierno es la ausencia de Dios, por toda la eternidad. El Cielo es el lugar del perpetuo y perfecto amor, mientras el infierno es el lugar donde el odio y el rechinar de dientes perduran eternamente. El infierno, de este modo, es la expresión del balance perfecto entre Misericordia y Justicia Divina, ya que representa la contracara del premio que Dios da a las almas justas, a quienes se entregaron en nombre del Amor, que es Dios. Si hay un premio para los que voluntariamente vivieron en el Amor, así el infierno representa la condena para quienes voluntariamente vivieron en el odio y rechazo a Dios.


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El Purgatorio

Almas del purgatorio

Tenemos ahora nuestro libre albedrío, la Misericordia y la Justicia Divina, el Cielo y el infierno. ¿Qué es entonces el Purgatorio?. ¡Es una de las obras más maravillosas que ha hecho Dios!. ¿Qué ocurre con aquellas almas que no llegaron a hacer todo lo necesario para llegar al Reino, pero tampoco han dejado de amar a Dios totalmente?. Son las almas que buscaron a Dios por el camino del amor, pero no pudieron vencer todas sus pasiones humanas, no pudieron hacer que el amor limpie todas las impurezas de su alma, y les permita volar al Señor. Dios, dando una vez más una hermosa muestra de Su Infinita Misericordia y Justicia, crea el Purgatorio.

¿Qué es el Purgatorio entonces?. Es el lugar donde se purifican nuestras impurezas, aquellas manchas que no permiten que nuestra alma se presente ante Dios. Puesto en términos simples: así como los ángeles fueron creados como espíritus puros, y por eso están en presencia de Dios Adorándolo y Alabándolo, el hombre fue creado originalmente puro en cuerpo y alma, pero cayó por el pecado de Adán y Eva. De allí en más el hombre nace con el pecado original manchando su alma, y tiene como Don de Dios su vida para optar y elevar el alma hasta llegar a la muerte en estado de pureza espiritual tal que le permita llegar al Reino como alma santa. Sólo siendo absolutamente pura puede un alma estar en Presencia de Dios, en el Cielo, como lo están los ángeles. ¡Qué difícil es esto!. Algunas almas ingresan directamente al Cielo, pero otras deben primero limpiar sus impurezas en el Purgatorio. Se sube al Cielo con el alba blanca, con un ropaje espiritual totalmente puro. Este es el sentido del Purgatorio, es una ayuda que Dios nos da para completar lo que no hicimos en nuestra vida en la tierra, purgando los pecados y falta de amor en que incurrimos.

El momento más importante de nuestra existencia

A través de Santa Gertrudis, los escritos de los santos, la teología y otras fuentes de revelación privada aprobadas por la iglesia, tenemos referencias de cómo es el purgatorio, de cómo las almas esperan allí el momento de subir a Dios.

Sabemos así que en el momento de la muerte, nuestra alma tiene una visión de Dios, una visión no completa pero que a las claras es del Creador. El alma entonces reacciona de acuerdo a como llevó su vida: quienes conocen y aman a Dios, quienes son santos y tienen el alma totalmente pura, buscan a Dios, se sienten atraídos por El. El Señor entonces se presenta a ellos en toda Su Omnipotencia y los eleva a Su Reino, haciendo pleno uso de Su Justicia y Misericordia. ¡Qué maravilloso momento para el alma!. Sin dudas este es el instante más feliz de la existencia de una persona, el de ser aceptado por Jesús en Su Casa. Es el momento conocido como el Juicio Particular, cuando Jesús ejerce Su Poder de Justo Juez.

Otros hermanos, en ese instante sublime, se sienten atraídos por Dios, ese inmenso Faro de amor que se les manifiesta los llama, pero se dan cuenta que no son dignos, que no tienen el alma suficientemente limpia para poder estar en Su Presencia. Entonces sienten la necesidad de ir al lugar donde puedan purificar esas manchas, el Purgatorio, antes de poder subir como almas santas a contemplar a Dios en Su Casa. El deseo de llegar a Dios es infinito, pero también es infinita la conciencia de que sólo estando purificados se puede acceder al lugar de las eternas delicias. El Señor, entonces, por obra de Su Misericordia les da el premio de tener la certeza de poder entrar al Reino, pero también por obra de Su Justicia respecto de quienes se entregaron totalmente a la Voluntad de Dios, los envía al lugar de purificación de las penas como paso previo y necesario. El Purgatorio, de este modo, es una hermosa y perfecta manifestación del equilibrio entre la Misericordia y la Justicia de Dios. Las almas que acceden al Purgatorio son benditas, ¡porque ya están salvadas!. Saben que se ganaron la promesa de Jesús, la promesa de sentarse a Su Mesa en Su Casa. Por eso, el sufrimiento que enfrentan está compensado por la esperanza de saber que llegará su turno de gozar, y más importante aún, saben que han sido salvas del lugar de la condenación eterna.

En cambio, quienes en vida odiaron a Dios y a sus semejantes, rechazaron todas las invitaciones Divinas a vivir unidos al Amor que Dios nos propone, rechazan en ese instante esta visión de Dios, no la aceptan, y culminan su existencia terrenal siendo lanzados a la condenación eterna. ¡Triste, pero así es!. Nuestra alma siempre ha sido tocada por Dios de un modo u otro, nadie puede decir que no tuvo ninguna señal respecto de la necesidad de vivir una vida de amor y justicia. Por supuesto, como bien nos lo dijo el Señor a través de la parábola de los talentos, Cristo nos juzga de acuerdo a lo que recibimos. A más enseñanza, dones, talentos o gracias, más nos reclama Jesús. Si transformamos todo lo que Dios nos dio (empezando por la vida) en egoísmo, envidias, división, rebeldía, odio, desenfreno de pasiones carnales y perversidad, nos estamos condenando nosotros mismos. Es la Justicia de Dios la que opera, pero son las propias almas las que con sus actos llegan a ese momento con un corazón que busca o rechaza a Dios. El infierno y su patrón, el arcángel caído satanás, existen como directa consecuencia de la Justicia de Dios, que recae sobre aquellos que son infieles a nuestro Padre Bueno, habiendo tenido todo para ser buenos hijos y llegar a compartir Su Mesa, Su Reino.


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Cada uno se gana lo propio

Bueno

También sabemos que no hay un solo Purgatorio, ni un solo Cielo, ni un solo infierno. En cierta medida se puede decir que cada uno de nosotros tendrá un lugar particular que nos ganamos con nuestros actos y gestos durante la vida, un lugar propio. Así, podemos decir que el infierno se divide en seis niveles, que hay tres niveles de Purgatorio y siete niveles de Cielo. ¿Alguna vez escuchaste hablar del séptimo Cielo?. Pues es el grado más alto de santidad al que puede llegar un alma, arriba de todo. Eso no quiere decir que los santos que están en los distintos niveles de santidad o de Cielo no se ven, ya que todas las almas santas están en comunión permanente, en perfecta unión. En el Cielo todo es felicidad, paz y gozo. Sin embargo, hay almas más santas que otras, y también es mayor el premio de Jesús a aquellos que fueron más puros, más fieles, que sufrieron cruces más grandes y las entregaron a Dios en reparación de los pecados de la humanidad.

Del mismo modo tenemos niveles en el lugar de la purificación: el tercer nivel de Purgatorio, el más bajo, es el que está más cerca del infierno, y es donde van las almas que tienen más faltas para purificar. Se puede decir que es donde van los que se salvaron por poco. Por supuesto allí las penas son más grandes, quizás parecidas a las del infierno, pero con la infinita diferencia de saber que esas almas ya están salvadas, mientras las del infierno estarán allí para toda la eternidad. En cambio, el Purgatorio más alto, el que está más cerca del Cielo, es el lugar donde se da el último respiro antes de subir al Cielo. Es la antesala del Reino, donde se purgan las últimas manchas del alma, las más leves. Las almas pueden subir de nivel en nivel de acuerdo a como van purgando sus faltas, o subir directamente al Cielo desde el nivel inferior o desde el nivel medio, dependiendo de los actos que hagamos los que aun estamos con vida, respecto de esas almas.

El infierno, finalmente, también tiene sus niveles: los más profundos son para aquellos que han odiado más, han traicionado más, y probablemente han recibido más de Dios. Alguna vez leí que en el infierno más profundo, en el más tenebroso, está el alma de Judas. Siendo un discípulo de Jesús, habiendo recibido en forma directa tanto del mismo Hijo de Dios, lo traicionó y envió a la Muerte. Judas recibió toda la formación necesaria para ser uno de los doce apóstoles, para ser un santo en los altares de la iglesia. En cambio, culminó su existencia como el mayor traidor de la historia de la humanidad, entregando a la muerte a Dios hecho Hombre, y sin arrepentirse de ello acabó con su propia vida, en medio del mayor odio por si mismo, Dios y sus semejantes. Como la parábola de los talentos nos enseña, Judas recibió mucho, y no sólo no dio nada a cambio, sino que odió inmensamente a quien lo amaba como a un hermano. Y así fue arrojado al lugar más profundo, al más oscuro.


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Las visitas de La Virgen

Visita de la Virgen al purgatorio

Las almas del Purgatorio no ven a Dios hasta subir al Reino, pero si reciben la gracia de ser visitadas por la Virgen, quien acompañada por San Miguel Arcángel, las consuela, aliviando el dolor que las sofoca. Los ángeles custodios de las almas las acompañan en el Purgatorio como lo hicieron en vida, dándoles también consuelo, así como irán con ellas al Reino el día en que ingresen allí glorificadas.

Por la intercesión de la Virgen, particularmente en los días de Fiesta de la Iglesia (Semana Santa principalmente, pero también Navidad, y en cada día de fiesta) Dios libera almas en mayor cantidad, como acto de Misericordia, acortando las penas. Y esto no es por el mérito de las almas que allí purgan (no hay posibilidad de acumular méritos frente a Dios en el Purgatorio), sino por la intercesión de la Virgen y los santos y por las oraciones de los que aún estamos aquí y pedimos por esas almas. Las almas, de este modo, no pueden hacer nada desde el Purgatorio para acortar o aliviar sus penas, ya que su tiempo se agotó al haber llegado a la muerte. Sin embargo, los que estamos aún en vida en la tierra podemos hacer mucho por ellas. Nuestra oración, nuestro amor, nuestros ruegos a Dios, alivian y acortan sus penas.

Nuestro amor por las almas hace que ellas sufran menos, o suban antes al Cielo. Pero, muy importante también es saber que si bien las almas no pueden hacer nada por ellas mismas, si pueden obtener ayuda de Dios para nosotros, para que el Señor nos socorra. Las almas son poderosas ayudantes de quienes oran por ellas: esa es una gracia que Dios les concede, ayudar a los que aún estamos en la tierra. De este modo, podemos hacer un excelente “negocio” espiritual: oremos muchísimo por las almas, y ellas nos devolverán ese enorme regalo de amor, pidiendo a Dios por nosotros. Santa Catalina de Bologna dijo: “He recibido muchos y grandes favores de los Santos, pero mucho más grandes de las Santas Almas (del Purgatorio)”.

María, la Santa Madre de Dios, es el puente de unión entre las almas y Su Hijo, por lo que a Ella y a San Miguel Arcángel es a quienes debemos pedir mayor intercesión ante Dios, por el acortamiento del sufrimiento de las almas. Y las almas tienen a María como su Madre, su ayuda. La Reina del Cielo, la Omnipotencia Suplicante, intercede ante Jesús por los ruegos e intenciones de las almas benditas.


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La unión con las almas del Purgatorio

Santa Gertrudis la grande

Las almas pueden, cuando Dios les concede esa gracia, manifestarse de diversos modos a nosotros, pidiendo por nuestra oración, perdón y acompañamiento. Santa Gertrudis la Grande recibió muchas revelaciones de Jesús, y también muchas gracias obtenidas a través de las almas. Ella fue, de este modo, un instrumento que Dios les concedió a las almas purgantes, revelándose así muchos de los misterios que aquí relatamos y también los pedidos de ayuda y oración. El propio Jesús le reveló a Santa Gertrudis ésta oración, diciéndole que El liberaría mil almas del Purgatorio cada vez que se dijera:

“Eterno Padre, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Tu Divino Hijo, en unión con todas las Misas celebradas hoy en todo el mundo, por todas las Santas Almas del Purgatorio. Amén”.
Santa Gertrudis fue ferozmente tentada por el demonio cuando estaba por morir. El espíritu demoníaco nos reserva una peligrosa y sutil tentación para nuestros últimos minutos. Como no pudo encontrar un asalto lo suficientemente inteligente para ésta Santa, él pensó en molestarla en su beatífica paz sugiriéndole que iba a pasar larguísimo tiempo en el Purgatorio, puesto que ella desperdició sus propias indulgencias y sufragios en favor de otras almas. Pero Nuestro Señor, no contento con enviar Sus Angeles y las miles de almas que ella había liberado, fue en Persona para alejar a Satanás y confortar a Su querida Santa. El le dijo a Santa Gertrudis que a cambio de lo que ella había hecho por las almas benditas, la llevaría directo al Cielo y multiplicaría cientos de veces todos sus méritos.

Las almas tienen en nosotros a quienes pueden ayudarlas a sufrir menos, por lo que buscan que tengamos presente su existencia, su dolor y sufrimiento, y también su bendición de ser almas que ya están salvadas. Cuando un familiar nuestro fallece, debe ser motivo de inmensa alegría pensar que el alma está en el Purgatorio, que se ha salvado. Pero también, y mucho más importante aún, es la necesidad urgente y apremiante de orar e implorar a Dios por esta alma, para que sea liberada.

Cuando un alma tiene que purgar las penas derivadas de lo que le hizo a alguien que aún está vivo (falta de amor u ofensas), tiene en el perdón de esa persona el modo directo de acortar el sufrimiento. Por eso es que las almas están particularmente atentas a la oración de estos familiares o amigos con los que mantienen ataduras originadas en la falta de amor que tuvieron en vida. Buscan el perdón, el restablecimiento de la cadena de amor que no sólo ayuda al alma purgante, sino al que está en la tierra aún, porque el rencor, el resentimiento y el odio dañan a esa alma también. En definitiva, lo que une a las almas purgantes con nosotros es el amor. Nuestro amor hacia ellas acorta sus penas, y el amor de ellas hacia nosotros obra ante Dios, para que El nos ayude en las pruebas físicas y espirituales que enfrentamos en la vida terrenal que aún debemos recorrer.


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¡Ayudemos a las almas!

Ayudar a las almas del purgatroio

Es nuestra obligación suprema, como cristianos, ayudar a las almas purgantes a ser liberadas con prontitud. No sólo las de nuestros familiares y amigos están allí esperando nuestra ayuda, sino las de millones de almas que agradecerán multiplicando por mil los favores recibidos, cuando entren al Reino y puedan interceder por nuestras propias almas ante Dios. Debemos ser conscientes que los sufrimientos del Purgatorio son indecibles, como paso previo al entendimiento de la necesidad de acortar su pena. Tan lastimoso es el sufrimiento de ellas que un minuto de ese horrible fuego parece ser un siglo.

Aquí está lo que los mas grandes doctores de la iglesia nos dicen acerca del Purgatorio:

Santo Tomás de Aquino, el príncipe de los teólogos, dice que el fuego del Purgatorio es igual en intensidad al fuego del infierno, y que el mínimo contacto con él es mas aterrador que todos los sufrimientos posibles de esta tierra.

San Agustín, el más grande de todos los santos doctores, enseña que para ser purificadas de sus faltas, previo a ser aceptadas en el Cielo, las almas después de muertas son sujetas a un fuego más penetrante, más terrible que nadie pueda ver, sentir o concebir en esta vida. Aunque este fuego está destinado a limpiar y purificar al alma, dice el Santo Doctor, aún es más agudo que cualquier cosa que podamos resistir en la Tierra.

San Cirilo de Alejandría no duda en decir que “sería preferible sufrir todos los posibles tormentos en la Tierra hasta el día final que pasar un solo día en el Purgatorio”.

¿Y cómo podemos ayudar a las almas?. La forma más efectiva es pedir Misas por ellas, la Sagrada Eucaristía, la Sangre de Cristo es el modo más poderoso de liberarlas por anticipado.

Con relación a la Misa, es bueno recordar un hermoso ejemplo narrado por el santo Cura de Ars, San Juan Bautista Vianney, a sus parroquianos: “Hijos míos, un buen sacerdote había tenido la desgracia de perder un amigo muy querido. Por eso rezó mucho por la paz de su alma. Un día Dios le hizo saber que su amigo estaba en el Purgatorio y sufría terriblemente. Este santo sacerdote pensó que no podía hacer algo mejor que ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa por su querido difunto. En el momento de la Consagración, tomó la Hostia entre sus manos y dijo: “Padre Santo y Eterno, en tus manos divinas está el alma de mi amigo en el Purgatorio y en mis pobres manos de ministro tuyo está el Cuerpo de Tu Hijo Jesús. Pues bien, Padre Bueno y Misericordioso, libra a mi amigo y yo te ofrezco a Tu Hijo junto con todos los méritos de Su Gloriosa Pasión y Muerte”. Este pedido fue escuchado. De hecho, en el momento de la elevación, él vio que el alma de su amigo subía al Cielo resplandeciente de gloria. Dios había aceptado la ofrenda”.

“Por eso hijos míos, concluyó el santo Cura de Ars, cuando queramos liberar a nuestros seres queridos que están en el Purgatorio, hagamos lo mismo. Ofrezcamos al Padre, por medio del Santo Sacrificio, a Su Hijo Dilecto, junto con todos los méritos de Su Pasión y Muerte, así no podrá rechazarnos nada”.

También es efectiva la oración por ellas del Santo Rosario o repetir la oración de Santa Gertrudis. Aunque más no sea acordarse de ellas, conversar interiormente, pedir a Dios repetidas veces por ellas, es efectivo. Cuando se pasa cerca de un cementerio, saludarlas y pedir a Dios por ellas, es también muy importante. Difundir la importancia de reconocer y ayudar a las almas, reducir la enorme ignorancia que existe sobre tan fundamental tema, es también un modo poderoso de socorrerlas.

De este modo, toda ocasión es buena; se puede decir que quien viva con las almas del Purgatorio presentes en su corazón durante toda la vida, tendrá a la hora de la muerte una multitud de almas santas que lo vendrán a buscar para interceder ante Dios por el acortamiento de su purificación, o quizás para ir directamente al Reino. ¡En agradecimiento por la ayuda recibida!. San Alfonso María Liguori decía que, aunque las santas Almas no pueden ya lograr méritos para sí mismas, pueden obtener para nosotros grandes gracias. No son, formalmente hablando, intercesores, como lo son los Santos, pero a través de la dulce Providencia de Dios, pueden obtener para nosotros asombrosos favores y librarnos de los demonios, enfermedades y peligros de toda clase.

Imaginemos la alegría de esas almas, cuando nosotros les damos alivio con nuestras oraciones, cuando pedimos a Dios por ellas damos muestras de amor, anudamos nuestros corazones a los de las almas. Y cuando una de ellas entra al Reino, ¡qué alegría la de Jesús, María, los santos y ángeles!. Imaginen que sonrisa nos prodiga Dios si es que nuestras oraciones o Misas ayudaron a esa alma a gozar de la felicidad eterna. ¡Qué mejor obra podemos hacer en vida que ayudar a las almas purgantes!. De nuestra parte, es una demostración de fe (porque creemos que ellas están allí), de esperanza (sabemos que nuestras oraciones las consolarán y liberarán) y caridad perfecta (es el amor por nuestros hermanos ya fallecidos). ¡Es un gran proyecto, espiritualmente hablando!


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Las almas se manifiestan

María Simma

A lo largo de los siglos, Dios ha permitido que las almas se manifiesten a muchas personas, algunas santas, otras simples personas como tú y yo. San Pío de Pietrelcina tenía muchas visiones de almas purgantes que Jesús liberaba por sus oraciones y sufrimientos. Las almas iban a agradecerle a San Giovanni Rotondo cuando ingresaban al Cielo. En la actualidad vive en Austria una mujer llamada María Simma. Ella recibe desde hace décadas la visita de centenares de almas purgantes que le piden ayuda y oración, que le revelan cómo es el Purgatorio y otros misterios de Dios, que le explican cuestiones del mundo actual. Es muy buena revelación privada, apoyada por el Obispo y por el confesor de María, recomendamos la lectura del Libro de Sor Emanuel sobre María Simma, y también el de Nicky Elz, “Sáquennos de aquí”.

Como nos relata María Simma, cuando las almas se presentan y piden oración, es muy común que busquen a aquellas personas que rezan mucho por ellas, porque Dios les permite manifestarse y pedir ayuda. También es frecuente que busquen a aquellos con los que tienen deudas de amor pendientes, y traten de hacer que su presencia haga que la persona perdone, y rece por esta alma. María Simma relata muchos casos de encuentros con almas purgantes en los libros mencionados, así como se encuentran relatos similares en las descripciones de las vidas de muchos santos.

Pero, en mi experiencia personal, mucha gente tiene ejemplos de la presencia de almas del Purgatorio en sus familias, quizás abuelos, padres, tíos a aún hermanos o hijos. Tal vez por ignorancia éstas historias se ocultan, o quizás por miedo a lo desconocido. El objetivo de éste escrito es también que usted se familiarice, se enamore mejor dicho, de las almas. Son las mejores amigas de nuestra alma, con las que podemos entablar una amistad profunda y fructífera, no hay que temerles, todo lo contrario. Como ejemplo, les voy a contar dos casos en los que me llegaron testimonios en forma directa (y quizás de este modo ustedes entiendan mi especial amor e interés por las almas benditas del Purgatorio, las que evidentemente buscan mi ayuda en la difusión de sus verdades):

Una tía mía Religiosa que tiene más de ochenta años, nos contó hace poco tiempo, hablando de las almas del Purgatorio, un hecho que le ocurrió a ella personalmente. Durante muchos años estuvo enferma, sufriendo en el convento, y también bajo el mando de una madre superiora que tenía un carácter muy estricto, particularmente con ella. Mi tía solía esconderse en un rincón del convento para encontrar algo de paz, de sosiego. Luego de muchos años, ya muerta la madre superiora, ella tuvo la gracia de recibir otra madre superiora que la consoló en su enfermedad y sufrimientos, que le dio un amor de madre. Un día, mi tía fue al rincón donde solía refugiarse por años, y se encontró con la madre superiora fallecida frente a ella, la que con una mirada profundamente sufriente le extendía su mano. Mi tía huyó, no pudo enfrentar la situación. La madre superiora nueva, ante el relato de lo ocurrido, le dijo que si volvía a suceder tal hecho, era su obligación consolar a la religiosa fallecida. Al tiempo, y en el mismo lugar, se repite la situación. Mi tía, en esta nueva oportunidad, tomó la mano extendida ante ella, y la sintió como si fuera de fuego. Entonces le dijo a su superiora: “¿se siente mejor, madre?”. Y ella le respondió: “mucho mejor”, desapareciendo de la vista de mi tía. Saquen sus conclusiones sobre la enseñanza que nos deja este relato. Mi tía está muy feliz después de lo ocurrido: Dios le dio la gracia de manifestarle una parte de Su mundo sobrenatural, y ella pudo perdonar y reconciliarce con quien tuvo desencuentros por años y años.

Mi otro relato: hace un tiempo compartía con un grupo de compañeros de trabajo una cena, y hablaba con gran entusiasmo sobre las almas del Purgatorio, sobre las almas amadas. Las cinco o seis personas que me escuchaban tenían en sus rostros mezcla de incredulidad, sorpresa, y otros sentimientos del mismo vecindario. De repente, vi que uno de ellos tenía sus ojos desorbitados y me decía: ”¡no puedo creer lo que estoy escuchando!. Yo no soy muy creyente, pero mi esposa si. Y desde hace muchos años que ocurre algo extraño en mi casa: mi esposa se despierta en la madrugada, y ve a su abuela ya fallecida que se encuentra sentada al pie de la cama, con rostro triste y sin decir nada. Mi esposa, entonces, se limita a orar hasta que la abuela desaparece”.

No les puedo explicar con palabras el rostro de los demás comensales. Le expliqué a este hombre que lo que vivía su esposa era una gracia de Dios, que quizás se relacionaba con algún hecho que la abuela vivió con su esposa, o quizás simplemente con que su esposa tiene un gran Don de oración que es buscado por el alma de la abuela. Este sorprendido hombre dijo entonces: “cuando mi esposa tenía ocho años presenció una fuerte pelea entre su madre y su abuela, que culminó cuando la abuela le propinó un fuerte golpe en el rostro a su madre. Mi esposa, con sus ocho añitos, nunca pudo perdonar a su abuela”. Quedó claro entonces el motivo de la presencia de ésta alma en la casa de éste hombre.

Seamos amigos de las almas benditas, oremos y obremos por ellas, estemos conscientes de su necesidad de ser socorridas. Un día estaremos inmensamente felices de haberlo hecho, podremos ver entonces la importancia de haber sido iluminados oportunamente por Dios sobre tan grande Don que El nos concede: vivamos unidos, en la Comunión de los santos, a las almas del Purgatorio y del Cielo, porque junto a ellas conformamos la Iglesia de Cristo.


⚠ En “Benditas Almas“, puedes rezar y pedir oración por las almas del purgatorio. Click aquí


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En unión con las almas del Purgatorio https://www.reinadelcielo.org/en-union-con-las-almas-del-purgatorio/ Fri, 02 Aug 2024 08:34:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=335 ]]> ¡Cuantos misterios esconde la Voluntad de Dios!. Y muchos de ellos sólo se nos revelarán cuando ya sea tarde para corregir nuestro rumbo, y no nos quede otra opción más que someternos a la Justicia de Dios.

¡Si pudiéramos hablar con las almas purgantes, cuantos consejos nos darían! Ellas nos enseñarían que la diferencia más grande entre el infierno y el Purgatorio radica en que mientras en el fuego eterno las almas blasfeman y rechazan a Dios (llevando al infinito el rechazo y odio que tuvieron en vida), en el Purgatorio las almas buscan y desean a Dios. Y es ese el mayor castigo: no tener a Dios. Pero también es el mayor consuelo el saber que lo tendrán, luego de purificarse y ser almas dignas de estar en el Reino, en Su Presencia por toda la eternidad.

Ellas nos dirían que no desperdiciemos la gracia de poder hacer que el sufrimiento sirva para evitar la purificación por la que ellas pasan, ya que mientras en vida las buenas obras, el amor y el dolor suman y preparan el alma, en el Purgatorio solo queda sufrir y esperar el momento de subir al Cielo. ¡Que desperdicio el nuestro!. Ellas nos ven malgastar nuestro día en banalidades que luego deberemos pagar, sometidos a la Justicia Perfecta de Dios. Y que nos dirían nuestros ángeles custodios, viendo que vamos camino al sufrimiento, como niños que irresponsablemente juegan al borde del precipicio, inconscientes del peligro que los acecha. Las almas purgantes y los ángeles son testigos de nuestros errores, y con enorme amor ruegan a Dios para que cambiemos nuestro rumbo y busquemos a Jesús, que lo deseemos con un corazón que reconoce que sólo Dios cuenta.

Imaginen que inútil aparece para estas almas todo nuestro superficial mundo, nuestras preocupaciones, mientras tenemos tiempo y la oportunidad de mostrarle a Dios que podemos entrar a Su Reino por el camino del Amor Perfecto, esto es, por medio de la fe, la esperanza y la caridad.

Ayudar a las almas del purgatroio

En el Purgatorio se ama, se ama sin limites, y se arrepiente el alma de tanta ceguera vivida en la vida terrenal. Ellas esperan el consuelo de María y de San Miguel, de los ángeles que acuden en su apoyo, recordándoles que después del sufrimiento tendrán la gloria de llegar al gozo infinito. Allí se pide oración: cuando ellos reciben el amor de los que aun estamos aquí hecho alabanza a Dios, no sólo se consuelan sino que acortan su sufrimiento. Y lo devuelven cuando llegan al Cielo, intercediendo por quienes los supieron ayudar a disminuir sus sufrimientos.

¿Quieres hacer un buen negocio, el mejor de todos?. Une tu alma a las de las almas purgantes, ora por ellas, siente que estás unido a su dolor y las consuelas, mientras ellas adquieren la luminosidad que les permita subir a la Gloria. Verás entonces que los dolores de aquí adquieren un significado distinto, son un trampolín para el crecimiento del alma, te hacen sentirte unido a Dios, trabajando para El. Pocas obras son tan agradables a Jesús y María como la oración de quienes se unen espiritualmente a las almas purgantes. Es un ida y vuelta, un fluir de alabanzas que sube y baja, y que ayuda tanto a unos como a otros.

Un día se escuchó, durante la segunda guerra mundial, una multitud aplaudiendo y aclamando en la iglesia de Santa María de la Gracia, en San Giovanni Rotondo. Pero a nadie se vio allí, por lo que los pocos que estaban presentes preguntaron a San Pío de Pietrelcina que había ocurrido. El les dijo: “he estado rezando durante muchos días por los soldados que mueren en el campo de batalla, y una multitud de ellos ha venido a agradecerme porque han salido del Purgatorio y han entrado al Cielo”. La oración de Pío, poderoso intercesor ante Dios, les había acortado el sufrimiento.

Oremos por las almas purgantes, porque serán ellas las que intercederán por nosotros cuando tengamos que purificar nuestra alma. Y serán entonces ellas las que nos darán la bienvenida al Cielo, cuando Dios en Su Infinita Misericordia nos conceda esa Gracia.

¡Trabajemos por ello, tenemos nuestra vida para lograrlo, ese es el sentido de nuestra presencia aquí!

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Autor: Reina del Cielo


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Devoción de las 7 excelencias de la Virgen del Carmen https://www.reinadelcielo.org/devocion-de-las-7-excelencias-de-la-virgen-del-carmen/ Mon, 15 Jul 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=9773 Después de cada excelencia se reza un padrenuestro y una avemaría

Primera excelencia, el haber tenido el cuerpo más perfecto y hermoso de todas las criaturas con el singular privilegio de haber sido concebida en gracia.

Segunda excelencia, el alma más santa, que Dios crió, después de la de Jesucristo, adornada de todas las virtudes y gracias del Espíritu Santo.

Tercera excelencia, la vida mas excelente que hubo en el mundo, juntando con suma perfección las tres vidas: activa, contemplativa y unitiva.

Cuarta excelencia, la dignidad más aventajada que tuvo jamás criatura alguna, por ser Madre de su Criador.

Quinta excelencia, la muerte más dichosa que puede haber, por haber muerto de amor a su Dios.

Sexta excelencia, la Asunción más gloriosa que jamás se vio, acompañada de ángeles y llevada en los brazos de Cristo, su amado.

Séptima excelencia, la coronación y gloria más soberana que se puede pensar, pues fue coronada de las jerarquías angélicas.

ORACIÓN

Ntra. Sra. del Carmen

Virgen soberana, gloriosa Madre, Templo y sagrario de la Trinidad Santísima, Gloria de los justos, Amparo y consuelo de los afligidos pecadores, Madre y blasón de los Carmelitas: por la purísima limpieza de pecado original; por la’ gracia y dones que adornan vuestra alma; por la vida que hicisteis para espejo de los justos; por la dignidad grandiosa de Madre de Dios, engrandecida y ensalzada entre todas las generaciones; por la muerte dichosa de amores soberanos; por la Asunción gloriosa para Reina de los cielos, y por la corona de gloria que os dieron para aventajar a los Santos y Coros celestiales: os suplico, pues lo tenéis ofrecido a los que llevan vuestro santo Escapulario y procuran ser hijos vuestros, me ayudéis en vida, para que con santidad en el alma y pureza en el cuerpo sirva a vuestro Hijo JESÚS, guardando sus santos preceptos, y me asistáis en mi muerte, para que en los peligros de ella, triunfando de mis enemigos, salga de esta vida en gracia y amor de Dios. Y, finalmente, en las rigurosas penas del Purgatorio, vuestra intercesión soberana me valga, para que el primer sábado salga a gozar de la vida eterna. Así sea.

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Los cofrades del santo Escapulario de la Virgen del Carmen rezan cada día siete Padrenuestros y Avemarías en honor de las siete excelencias que tuvo la santísima Virgen. Por estas siete excelencias se ha de pedir a la Santísima Virgen santidad en el alma y pureza en el cuerpo, observancia de la Ley santa de Dios, buena muerte y verse libre del Purgatorio para gozar de la vida eterna; pues, como Ella tiene prometido en la Bula del Papa, Juan XXII, amparara y favorecerá a sus devotos y Cofrades en la vida, los asistirá en su muerte y librará de las penas del Purgatorio.

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Fuente: Devocionario Católico


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¿Qué es el purgatorio? https://www.reinadelcielo.org/que-es-el-purgatorio/ Wed, 13 Sep 2023 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=8040 ]]> Cuando nos morimos, puede ocurrir una de las siguientes tres cosas: Vamos al Cielo directamente, vamos al Infierno, o bien vamos al Purgatorio. El Purgatorio es un estado en el que se encuentra la persona que ha muerto en gracia de Dios pero que no está plenamente purificada, y donde se es purificado para disfrutar plenamente de la presencia de Dios. Se trata de una persona salvada que vive en el amor de Dios y la salvación pero no de una manera plena, ya que ha de esperar,a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.

La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:

«Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno, Dialogi 4, 41, 3).

Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: “Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado” (2 M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos:

«Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su padre (cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? […] No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos» (San Juan Crisóstomo, In epistulam I ad Corinthios homilia 41, 5).

El escapulario

Escapulario de la Virgen del Carmen

¿Qué hacer hacer para minimizar la estancia en el Purgatorio? Además de ser buenos hijos de Dios, tenemos una gracia especial con el Escapulario.

¿Qué es el Escapulario? Es un símbolo de la protección de la Madre de Dios a sus devotos y un signo de su consagración a María. Nos lo dio la Santísima Virgen. Se lo entregó al General de la Orden del Carmelo, San Simón Stock, el 16 de julio de 1251, con estas palabras: «Toma este hábito, el que muera con él no padecerá el fuego eterno».

Alude a este hecho el Papa Pío XII cuando dice: «No se trata de un asunto de poca importancia, sino de la consecución de la vida eterna en virtud de la promesa hecha, según la tradición, por la Santísima Virgen». El llamado “Privilegio sabatino”, reconocido por el Papa Pío XII, consiste en que la Virgen, a los que mueran con el Santo Escapulario y expíen en el Purgatorio sus culpas, con su intercesión hará que alcancen la patria celestial lo antes posible, o, a más tardar, el sábado siguiente a su muerte.

Oración por las almas del purgatorio

San Nicolás de Tolentino (ft img)

¿Necesitan nuestra oración las almas del Purgatorio? La respuesta es afirmativa. Hemos de pedir por ellas al Señor, a la Virgen María y a algunos Santos para que las benditas almas salgan pronto del Purgatorio. El abogado de las almas del Purgatorio es San Nicolás de Tolentino. Podemos rezarle con la siguiente oración:

¡Oh glorioso Taumaturgo y Protector de las almas del purgatorio, San Nicolás de Tolentino! Con todo el afecto de mi alma te ruego que interpongas tu poderosa intercesión en favor de esas almas benditas, consiguiendo de la divina clemencia la condonación de todos sus delitos y sus penas, para que saliendo de aquella tenebrosa cárcel de dolores, vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de Dios. Y a mi, tu devoto siervo, alcánzame, ¡oh gran santo!, la más viva compasión y la más ardiente caridad hacia aquellas almas queridas. Amén.

También podemos dirigirnos al Señor de la siguiente forma en favor de las almas del Purgatorio:

Dios omnipotente, Padre de bondad y de misericordia, apiadaos de las benditas almas del Purgatorio y ayudad a mis queridos padres y antepasados.

A cada invocación se contesta: ¡Jesús mío, misericordia!

Ayudad a mis hermanos y parientes.
Ayudad a todos mis bienhechores espirituales y temporales.
Ayudad a los que han sido mis amigos y súbditos.
Ayudad a cuantos debo amor y oración.
Ayudad a cuantos he perjudicado y dañado.
Ayudad a los que han faltado contra mí.
Ayudad a aquellos a quienes profesáis predilección.
Ayudad a los que están más próximos a la unión con Vos.
Ayudad a los que os desean más ardientemente.
Ayudad a los que sufren más.
Ayudad a los que están más lejos de su liberación.
Ayudad a los que menos auxilio reciben.
Ayudad a los que más méritos tienen por la Iglesia.
Ayudad a los que fueron ricos aquí, y allí son los más pobres.
Ayudad a los poderosos, que ahora son como viles siervos.
Ayudad a los ciegos que ahora reconocen su ceguera.
Ayudad a los vanidosos que malgastaron su tiempo.
Ayudad a los pobres que no buscaron las riquezas divinas.
Ayudad a los tibios que muy poca oración han hecho.
Ayudad a los perezosos que han descuidado tantas obras buenas.
Ayudad a los de poca fe que descuidaron los santos Sacramentos.
Ayudad a los reincidentes que sólo por un milagro de la gracia se han salvado.
Ayudad a los padres que no vigilaron bien a sus hijos.
Ayudad a los superiores poco atentos a la salvación de sus súbditos.
Ayudad a los pobres hombres, que casi sólo se preocuparon del dinero y del placer.
Ayudad a los de espíritu mundano que no aprovecharon sus riquezas o talentos para el cielo.
Ayudad a los necios, que vieron morir a tantos no acordándose de su propia muerte.
Ayudad a los que no dispusieron a tiempo de su casa, estando completamente desprevenidos para el viaje más importante.
Ayudad a los que juzgaréis tanto más severamente, cuánto más les fue confiado.
Ayudad a los pontífices, reyes y príncipes.
Ayudad a los obispos y sus consejeros. Ayudad a mis maestros y pastores de almas.
Ayudad a los finados sacerdotes de esta diócesis.
Ayudad a los sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica.
Ayudad a los defensores de la santa fe.
Ayudad a los caídos en los campos de batalla.
Ayudad a los sepultados en los mares.
Ayudad a los muertos repentinamente.
Ayudad a los fallecidos sin recibir los santos sacramentos.

V. Dadles, Señor, a todas las almas el descanso eterno.
R. Y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.
V. Que en paz descansen.
R. Amén.


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El juicio particular https://www.reinadelcielo.org/el-juicio-particular/ Tue, 18 Jul 2023 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=25197 ]]>

Según las visiones y revelaciones a Sor Natalia Magdolna. Al finalizar hacemos un comentario sobre “El gran Aviso” profetizado en Garabandal.

Dijo Sor Natalia

En varias ocasiones Jesús me llevó al lugar del juicio individual. La última vez que fui, oré por un alma pecadora. Mi confesor me dijo que le preguntara a Jesús si esa alma se había salvado. Entonces Jesús me permitió ver cómo esta alma había sido juzgada.

Yo pensaba que iba a ver algo aparatoso, mientras no vi nada de eso. Puedo describir esta experiencia sólo en imágenes.

Vi a esta alma mientras se acercaba al lugar del juicio. A un lado estaba el Ángel de su Guarda y al otro Satanás. Jesús, en su divina majestad los estaba esperando porque Él es el Juez.

El juicio fue rápido y en silencio. El alma pudo ver en un instante toda su vida, no con sus propios ojos, sino con los ojos de Jesús.

Vio las manchas negras, grandes y pequeñas. Si el alma va a la eterna condenación, no siente ningún remordimiento por lo que ha hecho. Jesús permanece callado y el alma se aparta de Él y entonces Satanás la arrebata y la arrastra al infierno.

Sin embargo, durante la mayor parte del tiempo, Jesús, con un amor indescriptible, extiende su mano y muestra el lugar al cual el alma debe ir. Jesús le dice: “¡Entra!”, y entonces el alma se pone un velo, similar al que he visto en el purgatorio, blanco o negro, y ella se dirige al purgatorio. La acompañan Nuestra Señora y su Ángel de la Guarda tratando de consolarla.

Estas almas son muy felices porque ya vieron su lugar en el Cielo donde les espera la felicidad eterna.

Nuestra Señora no está presente en todas las fases del juicio, pero antes de que se pronuncie la sentencia, Ella le suplica a su Hijo, como abogada defensora, exactamente como hace el abogado con su cliente, defendiendo en modo particular a las almas que durante su vida le fueron devotas. Pero cuando el juicio empieza, Ella desaparece, sólo su gracia está irradiando sobre el alma.

A la hora del juicio, el alma está completamente sola frente a Jesús.

Después del juicio, cuando el alma está cubierta con el velo del color apropiado, entonces la Virgen aparece otra vez, se pone al lado del alma y la acompaña por el camino del purgatorio.

La Virgen casi se pasa su tiempo en el purgatorio, irradiando sus gracias consoladoras y salvadoras.

El purgatorio es un lugar de purificación, pero también un lugar de felicidad. Las almas que esperan allí están aguardando felices el momento de entrar a la felicidad eterna. El énfasis es en la felicidad y no en el sufrimiento.

Olvidaba decir que el pecador que mencioné al principio, sí se salvó.


Comentario

El Aviso profetizado en Garabandal es también llamado “un juicio particular en pequeño”.

TODOS VAMOS HACIA UN ENCUENTRO PERSONAL CON JESÚS!

Dios nos va a conceder el gran favor de ver el estado de nuestra Alma y el destino que tendríamos en ese momento si nos muriésemos: Cielo, purgatorio o infierno.

Y quedando vivos acá, tendremos la gran oportunidad de enmienda, reparación y corrección y una conciencia muy profunda de la realidad del pecado en cada uno y en general.

También tendremos una experiencia muy viva del santo sacrificio de la Cruz y lo que Jesús padeció por cada uno de nosotros para redimirnos, razón por la que después del Aviso “lloraremos de lo que Dios nos Ama”, según dijo Conchita González, vidente de Garabandal.

El Aviso es una preparación para el gran Milagro donde habrá una experiencia sensible de la Gloria de Dios.

Luego, aquellos que no hayan enmendado y cambiado el rumbo después de estas dos grandes Gracias, pasarán por un gran castigo.

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Fuente: Pueblo de María


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Novena por los Fieles Difuntos https://www.reinadelcielo.org/novena-por-los-fieles-difuntos/ Fri, 23 Oct 2020 07:11:48 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=5594 (Del 24 de octubre al 1 de noviembre).]]> Se reza, especialmente, del 24 de octubre al 1 de noviembre. También se puede realizar durante el mes de noviembre. 

Rogamos por todas las almas del purgatorio, especialmente por los padres, parientes y amigos, para que logren el descanso eterno.

Esta novena la rezamos por nuestros difuntos o almas del Purgatorio, para que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras les aprovechen y lleguen pronto a unirse con Dios en el cielo.

Rezar la oración del día que corresponda y terminar con la oración final y el responso:

Oración Final y Responso

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.

Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio.

V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

Padrenuestro.

V. De la puerta del infierno
R. Saca, Señor, sus almas.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, oye mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.

Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.

DÍA PRIMERO

Por la señal,etc.

Fieles difuntos (ft img) 2

¡Señor mío, Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amen.

Señor mío Jesucristo, que quieres que tengamos suma delicadeza de conciencia y santidad perfecta: te rogamos nos la concedas a nosotros; y a los que por no haberla tenido se están purificando en el purgatorio, te dignes aplicar nuestros sufragios y llevarlos pronto de aquellas penas al cielo. Te lo pedimos por la intercesión de tu Madre purísima y de San José.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA SEGUNDO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que eres cabeza de todos tus fieles cristianos, que en ti nos unimos como miembros de un mismo cuerpo que es la Iglesia: te suplicamos nos unas más y más contigo y que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras aprovechen a las ánimas de nuestros hermanos del purgatorio, para que lleguen pronto a unirse a sus hermanos del cielo.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA TERCERO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que pecan castigas con justicia en esta vida o en la otra: concédenos la gracia de nunca pecar y ten misericordia de los que, habiendo pecado, no pudieron, por falta de tiempo, o no quisieron, por falta de voluntad y por amor del regalo, satisfacer en esta vida y están padeciendo ahora sus penas en el purgatorio; y a ellos y a todos llévalos pronto a su descanso.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA CUARTO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que exiges la penitencia aun de los pecados veniales en este mundo o en el otro: danos temor santo de los pecados veniales y en misericordia de los que, por haberlos cometido, están ahora purificándose en el purgatorio y líbralos a ellos y a todos los pecadores de sus penas, llevándoles a la gloria eterna.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA QUINTO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los regalados en esta vida, que no pagaron por su culpa o no tuvieron bastante caridad con el pobre, castigas en la otra con la penitencia que aquí no hicieron: concédenos las virtudes de la mortificación y de la caridad y acepta misericordioso nuestra caridad y sufragios, para que por ellos lleguen pronto a su descanso eterno.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA SEXTO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Ejercito de Cristo (ft img) 2

Señor mío Jesucristo, que quisiste que honrásemos a nuestros padres y parientes y distinguiésemos a nuestros amigos: te rogamos por todas las ánimas del purgatorio, pero especialmente por los padres, parientes y amigos de cuantos hacemos está novena, para que logren el descanso eterno.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA SÉPTIMO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que no se preparan a tiempo para la muerte, recibiendo bien los últimos sacramentos y purificándose de los residuos de la mala vida pasada, los purificas en el purgatorio con terribles tormentos: te suplicamos, Señor, por los que murieron sin prepararse y por todos los demás, rogándote que les concedas a todos ellos la gloria y a nosotros recibir bien los últimos sacramentos.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA OCTAVO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que vivieron en este mundo demasiado aficionados a los bienes terrenales y olvidados de la gloria, los retienes apartados del premio, para que se purifiquen de su negligencia en desearlo: calma, Señor misericordioso, sus ansias y colma sus deseos, para que gocen pronto de tu presencia, y a nosotros concédenos amar de tal manera los bienes celestiales, que no deseemos desordenadamente los terrenos.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA NOVENO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, cuyos méritos son infinitos y cuya bondad es inmensa: mira propicio a tus hijos que gimen en el purgatorio anhelando la hora de ver tu faz, de recibir tu abrazo, de descansar a tu lado y; mirándolos, compadécete de sus penas y perdona lo que les falta para pagar por sus culpas. Nosotros te ofrecemos nuestras obras y sufragios, los de tus Santos y Santas; los de tu Madre y tus méritos; haz que pronto salgan de su cárcel y reciban de tus manos su libertad y la gloria eterna.

Terminar con la oración final y el responso

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Fuente: Devocionario.com


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Vengan a Mí los afligidos https://www.reinadelcielo.org/vengan-a-mi-los-afligidos/ Fri, 14 Jun 2019 12:43:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=608 #CruzdeJesús #Cielo #Purgatorio]]> Hoy quiero hacerles un pedido personal, uno que tiene la trascendencia de darle valor a la vida que vivimos, de tal modo que al final encontremos sentido a todo el sufrimiento por el que hemos pasado.

Vivimos enormes alegrías a lo largo de nuestra existencia, y es en esos momentos en que debiéramos mirar al Cielo y proclamar con los brazos bien abiertos “Gracias mi Señor”. Lamentablemente, las más de las veces estamos tan ocupados “disfrutando el momento” que ni nos acordamos de quien es el Autor de nuestra existencia.
Pero, todos nosotros también pasamos por instantes de dolor, angustia, sufrimiento. Épocas en que nos sentimos inseguros sobre nuestro futuro o del de los que mas amamos, por razones de enfermedad, trabajo o persecuciones. También a veces sufrimos la traición de gente cercana, o el desencuentro, o la incomprensión. ¿Qué hacemos en esos momentos?

Hacemos muchas cosas, como quejarnos, desesperarnos, añorar los momentos en que no teníamos ese problema, caer en un estado de depresión constante. De a poco nos vamos alejando del Amor de Dios, y hasta pensamos que El por algún motivo se ha enojado con nosotros. ¿O quizás esté ocupado haciendo otras cosas? La confusión avanza, erosiona nuestra alma como una tormenta de arena que carcome y arranca de a pedacitos nuestra seguridad de ser amados por Dios.

Estos momentos de sufrimiento nos turban de tal modo que nos hacen olvidar que Jesús murió por nosotros, rebajándose a las vejaciones más inimaginables, permitiéndolo todo porque de ese modo nos daba la Salvación. Yo sé que es difícil hacerlo, pero es en esos instantes en que debemos elevar la mirada y ver los Ojos tristes de nuestro Maestro, colgado del Madero Santo, que nos dice:

“Tú, ven a Mi porque te veo agobiado y afligido”

camino al cielo¿Cómo es que Tú, colgado de la Cruz, aún te preocupas de mí y de mis sufrimientos? ¡Este gesto Tuyo me da una medida plena de Tu Amor por mi alma pobre y despojada de todo mérito! Así, en Tu Mirada, Señor, veo reflejado mi anhelo de estar en Tus Brazos. De bajarte de ese Madero, y subirme yo allí, para que puedas descansar aunque más no sea un poco. Hace falta mucho valor para hacerlo, lo sé, pero no soy yo el que va a realizar esa proeza de amor, sino que eres Tú el que me iluminará y sacará de este pozo oscuro en el que me encuentro hundido en este momento.Es en estos diálogos de amor donde comprendemos que el sufrimiento nos lleva a la salvación, porque es allí donde nos configuramos a Cristo, a ese Hombre que se elevó sobre el mundo, clavado y traspasado por una lanza.

Sabemos bien lo difícil que es pasar por esta vida y entrar directamente al Reino, porque sólo por la Misericordia de Dios algunas santas personas pueden hacerlo. Para los demás, nos queda la esperanza de al menos ir al lugar de la purificación, para limpiar las manchas que quedarán en nuestra alma durante esta vida, de tal modo de poder llegar a contemplar el Rostro de Dios un día.

El Purgatorio no es un lugar grato, pese a que quienes allí van ya están salvados, lo que no puede compararse a ningún bien terrenal. Pero, también sabemos que el sufrimiento en vida, cuando es entregado en ofrenda a Dios, nos purifica y reduce las penas del Purgatorio. Por eso es que el dolor aquí es mucho menos intenso que el que sufriríamos allá, una vez pasada la puerta que separa esta vida de la eternidad.

Mi pedido hoy es que des valor al dolor, que comprendas que los sufrimientos de cualquier naturaleza se transforman en purificación de tu alma, si es que así lo comprendes y lo ofreces en oblación a nuestro Señor. Si simplemente nos quejamos y lamentamos del dolor, habrá sido dolor en vano, nada más que dolor del mundo. Jesús nos dijo “vengan a Mi los que están agobiados y afligidos”. Su Palabra nos enseña que el dolor y las preocupaciones son una forma de llegar al Sagrado Corazón que el Padre nos ha preparado.

Por eso cuando sufras, alza tus ojos al cielo y di:

“Venga a nosotros Tu Reino”

 


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Infierno, Purgatorio y Cielo y lo más controvertido que creemos https://www.reinadelcielo.org/infierno-purgatorio-y-cielo-y-lo-mas-controvertido-que-creemos/ Fri, 21 Sep 2018 12:23:39 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=16190 No se entiende fácilmente la existencia de un Dios infinitamente bueno con la existencia de un infierno también eterno. El obispo auxiliar de Los Ángeles, Robert Barron, uno de los líderes más tecnológicos que tiene la Iglesia, conocido por sus apariciones en las redes sociales, en blogs y podcasts, reconoce que “incluso muchos cristianos que aceptan con agrado las doctrinas sobre el cielo y el infierno, encuentran la enseñanza sobre el purgatorio extravagante y arbitraria, sin fundamento bíblico”.

“Dios no envía a nadie al infierno, más bien la gente escoge ir allí libremente. Las puertas del infierno están siempre cerradas con llave, desde dentro”, señaló el escritor Lewis. “Si hay seres humanos en el infierno, es porque han insistido claramente en ello”, escribe Barron en un libro que ahora se ha traducido al español, Catolicismo, publicado por Rialp.

Robert Barron (Chicago 1959), doctor en Teología y máster en Filosofía y es obispo auxiliar de Los Ángeles desde 2015.

Monseñor Barron considera que “no podemos declarar con total certeza que nadie, ni siquiera Judas o Hitler, haya escogido cerrar con llave definitivamente la puerta al amor divino”. Y prosigue: “La liturgia nos anima a rezar por todos los muertos, y como la ley de la oración es la de la fe, hay que agarrarse a la esperanza de que todos se salven”.

Purgatorio

Almas del purgatorio 4 (ft img)Para muchos cristianos, el purgatorio aparece como un residuo de la Edad Media, una enseñanza supersticiosa y superflua, sin claro soporte bíblico. Según el Catecismo de la Iglesia Católica, los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque estén seguros de su eterna salvación, sufren después de la muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del Cielo.

La Iglesia llama “purgatorio” a esta purificación final de los elegidos (CIC 1030-1031).

Sin duda, la palabra purgatorio no está en la Escritura, “pero tampoco lo están Encarnación y Trinidad”, aclara Barron. Y sin embargo se puede argumentar que las semillas de la idea del purgatorio sí se encuentran en las Escrituras , en el libro de los Macabeos (2 Mac 12, 44-46).

El cielo

El cielo no tiene siempre buena fama entre los pensadores: Marx y Freud apuntan a la existencia del cielo “como señal de ingenuidad”.

El obispo Barron cree que “parte del genio de la tradición católica reside en no rechazar nada”. Todo lo que se trata en un compendio sobre catolicismo (Dios, Jesús, la Iglesia, los sacramentos, la liturgia…) “está ahí para llevar a la gente al cielo”, recuerda este obispo estadounidense.

El cielo es el destino y el sentido que alienta a tantos creyentes, y ha sido imaginado de muchas maneras. Hay muchas imágenes del cielo en la Biblia y en la tradición: el banquete, la boda, el vino del Reino, la luz, la paz, la casa del Padre, el paraíso, la Jerusalén celestial, el descanso eterno, el refrigerio… (CIC 1027).

“Muchos cristianos son más platónicos que bíblicos al concebir el fin de la vida espiritual como salirse de este mundo e ir al cielo”, apunta Barron.

El obispo Barron, de 59 años, sugiere “pensar en el cielo como una especie de juego”, con muchos participantes en torno a un objetivo común, y con todas sus capacidades y energías totalmente empeñadas.

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Fuente: Aleteia.org


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“Preparación para la muerte”. revelado a María Valtorta https://www.reinadelcielo.org/preparacion-para-la-muerte-revelado-a-maria-valtorta/ Fri, 25 May 2018 12:39:06 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=13199

14 de julio de 1946 Jesús nos enseña a morir.
Dice Jesús: “Dicté una Hora Santa para quienes lo deseaban. Desvelé mi Hora de Agonía del Getsemaní para otorgarte un gran premio; porque no hay acto de confianza mayor entre amigos que el de desvelar al amigo el propio dolor. Ni la risa ni el beso son la prueba suprema del amor, sino el llanto y el dolor comunicados al amigo. Tú, amiga mía, lo has conocido. Porque estuviste en el Getsemaní. Ahora estás en la Cruz y pruebas penas de muerte. Apóyate en tu Señor mientras que Él te da una Hora de preparación para la muerte”.
(De los Cuadernos de 1945-50)

UNO

“Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz”.

No es una de las siete Palabras de la Cruz, pero es ya palabra de pasión. Es el primer acto de la Pasión que se inicia. Es la preparación necesaria para las demás fases del holocausto. Es invocación al Dador de la vida, resignación, humildad y oración en la que se trenzan, ennobleciéndose la carne y perfeccionándose el alma, la voluntad del espíritu y la flaqueza de la criatura a la que repugna la muerte.

almas del purgatorio (ft img) 2¡Padre…!”. ¡Oh!, es la hora en la que el mundo desaparece para los sentidos y para la mente, mientras que se acerca a la velocidad de un meteoro el pensamiento sobre la otra vida, sobre lo desconocido, sobre el juicio. El hombre, siempre un infante aunque sea centenario, es como un niño asustado que se ha quedado solo y busca el seno de Dios.

Marido, mujer, hermanos, hijos, padres, amigos… Lo eran todo mientras que la vida estaba lejos de la muerte, mientras que la muerte era tan sólo un pensamiento oculto entre tinieblas lejanas. Pero ahora que la muerte sale de entre los velos y avanza, se invierte la situación, y son los padres, los hijos, los amigos, los hermanos, el marido y la mujer quienes pierden sus rasgos definidos, su valor afectivo, empañándose ante el avance de la muerte. Como voces que se van debilitando con la distancia, las cosas de la tierra van perdiendo vigor a la vez que lo adquiere lo del más allá, aquello que hasta ayer parecía tan lejano… Y un movimiento de miedo se apodera de la criatura.

Si no fuese penosa y temerosa, la muerte no sería el extremo castigo y el medio extremo de expiación concedido al hombre. Hasta que no existió la Culpa, la muerte no fue tal sino dormición. Y donde no hubo culpa tampoco hubo muerte, como ocurrió con María Santísima.

Yo morí porque sobre Mí gravitaba todo el Pecado, y conocí el horror de morir.

“¡Padre!”. ¡Oh!, este Dios tantas veces no amado o amado en último lugar, después de que el corazón amó a parientes y amigos, de que tuvo otros amores indignos con criaturas viciosas o amó las cosas como a dioses, este Dios tan frecuentemente olvidado, que permitió que se le olvidase, que nos dejó libres de olvidarle, que dejó hacer, que a veces fue escarnecido, otras maldecido, otras negado, he aquí que vuelve a surgir en la mente del hombre recobrando sus derechos. Brama: “¡Yo soy!” y para no hacernos morir de espanto con la revelación de su poder, mitiga ese potente “Yo soy” con una palabra suave: “Padre”.

“Yo soy tu Padre”. Y ya no es terror, sino abandono en Él, el sentimiento que despierta esta palabra.

Yo, Yo que debía morir y comprendía lo que es morir después de haber enseñado a los hombres a vivir llamando “Padre” al Altísimo Yahveh, os enseñé a morir sin terror llamando “Padre” al Dios que vuelve a surgir entre los espasmos de la agonía o se hace más presente al espíritu del moribundo.

purgatorio 4 (ft img)“¡Padre!”. ¡No temáis! ¡Vosotros que morís, no temáis a este Dios que es Padre! No se presenta justiciero, provisto de registros y de hachas, ni cínico arrancándoos de la vida y de los afectos, sino que viene con los brazos abiertos diciendo: “Torna a tu morada. Ven al descanso. Yo te compensaré con abundancia por cuanto dejas aquí. Y, te lo juro, en mi seno harás mucho más a favor de los que dejas aquí que no permaneciendo aquí abajo en lucha afanosa y no siempre remunerada”.

Pero la muerte siempre es dolor. Dolor por el sufrimiento físico, dolor por el sufrimiento moral, dolor por el sufrimiento espiritual. Debe ser dolor, lo repito, si ha de ser el medio para la última expiación en el tiempo. Y en un fluctuar de nieblas, que ocultan y descubren, alternándose, lo que en la vida se amó, y lo que nos hace temer el más allá, el alma, la mente, el corazón, como nave atrapada en una gran tempestad, pasan –de zonas tranquilas que gozan ya de la paz del inminente puerto, ya cercano, visible y tan sereno que comunica una quietud beatífica y una sensación de reposo semejante al de quien, a punto de dar por concluido un esfuerzo, pregusta el gozo del próximo descanso– pasan a zonas en las que la tempestad les sacude, les azota y les hace sufrir; aterrarse y gemir. Es de nuevo el mundo, el afanoso mundo con todos sus tentáculos: familia, negocios; es la angustia de la agonía, es el pavor del último paso… ¿Y después? ¿Y después…? La tiniebla asalta, sofoca la luz, silba sus terrores… ¿Dónde está ya el Cielo? ¿Por qué morir? ¿Por qué tener que morir? Y el grito borbotea ya en la garganta: “¡No quiero morir!”.

No, hermanos míos que morís porque justo, santo es el morir al ser la voluntad de Dios. No. ¡No gritéis así! Ese grito no viene de vuestra alma. Es el Adversario que sugestiona vuestra debilidad haciéndooslo proferir. Transformad el grito rebelde y vil en un grito de amor y de confianza: “Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz”. Como el arco iris tras el temporal, es entonces cuando ese grito hace tornar la luz, la calma. De nuevo veis el Cielo, las razones santas del morir y su premio que es retornar al Padre, y entonces comprendéis que también el espíritu, o mejor dicho, que el espíritu tiene derechos superiores a los de la carne porque él es eterno y de naturaleza sobrenatural y, por eso, goza de preeminencia sobre la carne, y entonces pronunciáis la palabra que os absuelve de todos vuestros pecados de rebeliòn: “pero no se haga mi voluntad sino la tuya”.

Aquí está la paz, aquí la victoria. El ángel de Dios os ciñe y os conforta porque ganasteis la batalla preparatoria para hacer de la muerte un triunfo.

DOS

“¡Padre, perdónales!”.

Es el momento de despojarse de todo cuanto supone peso para volar con mayor seguridad a Dios. No podéis llevar con vosotros afectos ni riquezas que no sean espirituales y buenas. Y no hay hombre que muera sin tener algo que perdonar a alguno o a muchos de sus semejantes en muchas cosas y por múltiples motivos.

¿Qué hombre hay que llegue a morir sin haber sufrido el amargor de una traición, de un desamor, de un engaño, de un abuso o de otro daño cualquiera de parte de parientes, consortes o amigos? Pues bien, es la hora de perdonar para ser perdonados. Perdonar completamente, dejando a un lado, no sólo el rencor y el recuerdo sino hasta la persuasión de que el motivo de nuestro rencor era justo. Es la hora de la muerte. El tiempo, el mundo, los negocios y los afectos terminan quedando reducidos a “nada”. Ya sòlo existe una “verdad”: Dios. ¿Para qué, pues, llevar más allá de los umbrales lo que es de la parte de acá de los mismos?

Almas del purgatorio 4 (ft img)Perdonar. Y, dado que llegar a la perfección del amor y del perdón –que consiste en no decir siquiera: “con todo yo tenía razòn”– es muy difícil, demasiado difícil para el hombre, debe traspasar al Padre el encargo de perdonar por nosotros. Entregarle nuestro perdón a Él que no es hombre, que es perfecto, que es bueno, que es Padre, para que Él lo depure con su Fuego y se lo dé, una vez perfeccionado, a quien merezca el perdón.

Perdonar, a los vivos y a los muertos. Sí. También a los muertos que nos causaron dolor. La muerte limó muchas aristas al disgusto de los ofendidos, a veces las quitó todas. Pero, aún perdura el recuerdo. Hicieron sufrir y se recuerda que hicieron sufrir. Este recuerdo pone siempre un límite a nuestro perdón. No. Ya no más. Ahora la muerte está a punto de quitar todo límite al espíritu. Se penetra en el infinito. Hay que eliminar, por tanto, hasta este recuerdo que pone límites al perdón. Perdonar, perdonar para que el alma no tenga sobre sí el peso y el tormento de los recuerdos y pueda estar en paz con todos los hermanos vivos o penantes, antes de encontrarse con el Pacífico.

“¡Padre, perdónales!”. Santa humildad, dulce amor del perdòn otorgado, que sobreentiende el perdón que se pide a Dios por las ofensas para con Él y para con el prójimo, que tiene todo aquel que pide perdón para los hermanos. Acto de amor. Morir en un acto de amor es ganar la indulgencia del amor. Bienaventurados los que saben perdonar en expiación de todas sus durezas de corazón y de las culpas de la ira.

TRES

“He aquí a tu hijo”.

¡He aquí a tu hijo! Hacer cesión de lo que nos es querido con previsor y santo pensamiento; abandonar los afectos y abandonarse a Dios sin resistencia. No envidiar al que posee lo que dejamos. Con esa frase podéis confiar a Dios todo lo que más os interesa y que abandonáis, y todo lo que os angustia, y hasta vuestro propio espíritu.

Recordar al Padre que es Padre. Ponerle en las manos el espíritu que torna a su Fuente. Decirle: “Heme aquí. Aquí estoy. Tómame contigo porque me dono a Ti. No cedo forzado por las circunstancias. Me dono porque te amo como hijo que torna a su padre”.

Y decirle: “He aquí. Éstos son mis seres queridos; te los entrego. Éstos son mis negocios que alguna vez me hicieron ser injusto, envidioso del prójimo, y que hicieron que me olvidase de Ti porque me parecían –lo eran ciertamente, si bien yo los tenía por más de lo que eran– me parecían de capital importancia para el bienestar de los míos, para mi honor y por el aprecio que me proporcionaban. Creí también que sólo yo fuese capaz de administrarlos. Me creí necesario para llevarlos a cabo. Ahora veo… que eran tan sólo una pieza insignificante en el perfecto engranaje de tu Providencia, y muchas veces, un mecanismo imperfecto que descomponía el trabajo del organismo perfecto. Ahora que las luces y las voces del mundo cesan y todo se va alejando, veo… siento… ¡qué insuficientes, deterioradas e incompletas eran mis obras! ¡cómo desentonaban con el Bien! Presumí de ser „alguien?. Tú eras quien –previsor, providente y santo– corregías mis trabajos y los hacías útiles. Presumí. Alguna vez incluso dije que no me amabas porque no me acompañaba el éxito en lo que emprendía, como a aquellos a los que yo envidiaba. Ahora lo veo. ÀTen compasiòn de mí!”.

Humilde abandono, pensamiento agradecido de la Providencia como reparación de vuestras presunciones, avideces, envidias y sustituciones de Dios con pobres cosas humanas y con gula de toda suerte de riqueza.

CUATRO

“Acuérdate de mí”.

Jesús orando en el huerto de los olivosHabéis aceptado el cáliz de la muerte, habéis perdonado y cedido lo que era vuestro, incluso hasta a vosotros mismos. Habéis mortificado mucho el yo humano y liberado al alma de lo que desagrada a Dios: del espíritu de rebeldía, del espíritu de rencor y de codicia. Habéis cedido al Señor la vida, la justicia, la propiedad, la pobre vida, la más pobre justicia y las tres veces pobres propiedades humanas. Nuevos Jobs, os encontráis desfallecidos y despojados ante Dios. Entonces podéis decir: “Acuérdate de mí”.

Ya no sois nada. Ni salud, ni arrogancia, ni riqueza. No sois dueños ni de vosotros mismos. Sois oruga con posibilidad de convertiros en mariposa o de pudriros en la cárcel del cuerpo causando una postrer herida a vuestro espíritu. Sois fango que torna al fango o fango que se transforma en estrella según prefiráis descender en la cloaca del Adversario o ascender en el vórtice de Dios. La última hora decide la vida eterna.

Recordáoslo. Y gritad: “¡Acuérdate de mí!”

Dios aguarda aquel grito del pobre Job para colmarle de bienes en su Reino. Para un Padre es dulce perdonar, intervenir y consolar. En cuanto que escucha este grito, os dice:

“Hijo, estoy contigo. No temas”. Pronunciad esta palabra a fin de reparar las veces que os olvidásseis del Padre o fuisteis soberbios.

CINCO

“Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

A veces parece que Dios abandona. Pero sólo se ha escondido para que aumente la expiación y conceder así mayor perdón. ¿Puede el hombre lamentarse de ello con ira cuando él abandonó infinitas veces a Dios? Y ¿debe desesperarse porque Dios le pruebe?

¡Cuántas cosas pusisteis en vuestro corazón que no eran Dios! ¡Cuántas veces fuisteis indolentes con Él! Con cuántas cosas le rechazasteis y echasteis de vosotros! Llenasteis vuestro corazón de todo y después lo cerrasteis echándole el cerrojo porque temíais que Dios, si entraba, pudiera turbar vuestro quietismo indolente y purificar su templo echando de él a los usurpadores. ¿Qué os importaba de Dios mientras fuisteis felices?

Os decíais: “Tengo ya de todo porque me lo he ganado”. Y cuando no fuisteis felices ¿acaso no huisteis de Dios culpándole de vuestro mal?

¡Oh! hijos injustos que bebéis el veneno, que os introducís en los laberintos, que os arrojáis a los precipicios, a las guaridas de las serpientes y otras fieras y después decís:

Almas del purgatorio (ft img)“Dios tiene la culpa”. Si Dios no fuese Padre y Padre santo, ¿qué habría de responder a vuestro lamento de las horas dolorosas cuando en las horas felices os olvidasteis de Él? ¡Oh! hijos injustos que, llenos de culpas como estáis, pretendéis ser tratados como no lo fue el Hijo de Dios en la hora del holocausto. Decid, ¿quién estuvo más abandonado? ¿No fue acaso Cristo, el Inocente, quien para salvar aceptó el abandono total de Dios tras haberle amado activamente siempre? ¿No lleváis acaso vosotros el nombre de “cristianos”? Y ¿no tenéis el deber de salvaros siquiera a vosotros mismos? En la turbia desidia, que se complace en sí misma y teme las molestias de acoger al Activo, no hay salvación.

Imitad pues a Cristo, lanzando este grito en el momento de mayor angustia. Pero haced que la nota del grito sea nota de mansedumbre y de humildad, no un tono de blasfemia ni de reproche. “¿Por qué me has abandonado Tú que sabes que sin Ti nada puedo? Ven Padre, ven a salvarme, a infundirme fortaleza para salvarme a mí mismo, porque son horribles las apreturas de la muerte y el Adversario acrecienta ingeniosamente su poder susurrándome que Tú ya no me amas. Déjate oír, Padre, no por mis méritos, sino precisamente porque soy una nada sin valor alguno que no sabe vencer si está sólo, y que ahora comprende que la vida era trabajo para ir al Cielo”.

Está dicho: ¡Ay de los que se encuentran solos! ¡Ay de quien está sólo en la hora de la muerte, solo consigo mismo contra Satanás y contra la carne! Pero no temáis. Si llamáis al Padre, Él acudirá. Y este humilde invocarlo expiará vuestras culpables torpezas para con Dios, vuestra falsa piedad y los desordenados amores del yo que os hacen indolentes.

SEIS

“Tengo sed”.

Sí, verdaderamente, cuando se ha entendido el verdadero valor de la vida eterna respecto del falso metal de la vida terrena, cuando se ha aceptado como santa obediencia la purificación del dolor y de la muerte, cuando en pocas horas, o en pocos minutos tal vez, se ha crecido en sabiduría y en gracia ante Dios más de cuanto se hubiera crecido en muchos años de vida, viene una sed profunda de aguas celestiales, de cosas celestiales. Están vencidas las lujurias de toda la sed humana, pero viene la sed sobrenatural de poseer a Dios. La sed del amor. El alma aspira a beber el amor y a ser absorbida por él. Como el agua de lluvia que cae al suelo y no quiere convertirse en fango sino tornar a ser nube, así ahora el alma tiene sed de subir al lugar del que descendió. A punto de quedar rotos los muros carnales, la prisionera percibe ya las auras del Lugar de origen y lo anhela con todo su ser.

¿Cuál es el peregrino exhausto que, viendo ya próximo, tras largos años, el lugar nativo, no concentra todas sus fuerzas y prosigue veloz, tenaz, despreocupado de todo lo que no sea llegar al sitio del que un día partió dejando en él su verdadero bien que ahora está seguro de recobrar y de gustar mucho más, dada la experiencia que tiene del pobre bien que no sacia y que encontró en el lugar del exilio?

“Tengo sed”. Sed de Ti, mi Dios. Sed de tenerte. Sed de poseerte. Sed de darte. Porque en los umbrales entre la Tierra y el Cielo se sabe ya entender, como se debe, el amor al prójimo, y viene un deseo de actuar para dar a Dios al prójimo que dejamos. Es la santa laboriosidad de los santos que, cual granos muertos convertidos en espiga, se desbordan en amor para proporcionar amor y hacer que ame a Dios aquel que aún está debatiéndose en las luchas de la Tierra.

“Tengo sed”. Una vez llegada el alma a los umbrales de la Vida, no hay más que un agua que sacie: el Agua viva, Dios mismo. El Amor verdadero: Dios mismo. Amor contrapuesto al egoísmo.

El egoísmo murió en los justos antes que la carne y el que reina en ellos es el amor que grita: “Tengo sed de Ti y de almas. Salvar. Amar. Morir para gozar de la libertad de amar y de salvar. Morir para nacer. Dejar para poseer. Rechazar toda dulzura, todo consuelo, porque todo lo de aquí abajo es vanidad y lo que el alma tan sólo quiere es anegarse en el río, en el océano de la Divinidad, beber de Ella, estar en Ella sin tener más sed, al acogerle la Fuente del Agua de la Vida”. Hay que tener esta sed en reparación del desamor y de la lujuria.

SIETE

“Todo está cumplido”.

Purgatorio (Ft img)Todas las renuncias, todos los sufrimientos, todas las pruebas, las luchas, las victorias, las ofrendas: todo. Ya sólo resta presentarse ante Dios. Concluyó el tiempo concedido a la criatura para llegar a ser un dios, lo mismo que el concedido a Satanás para tentarla. Cesa el dolor, cesa la prueba, cesa la lucha. Quedan únicamente el juicio y la amorosa purificación, o llega de inmediato la bienaventurada morada del Cielo. Cuanto es Tierra y voluntad humana llegó a su fin. ¡Todo está cumplido! Ésta es la palabra de la completa resignación o del gozoso reconocimiento de haber terminado la prueba y consumado el holocausto.

No me refiero aquí a los que mueren en pecado mortal, quienes no dicen: “todo está cumplido”, sino que, con un grito de victoria y un llanto de dolor, lo dicen por ellos el ángel de las tinieblas, victorioso y el ángel de la guarda, vencido.

Me refiero a los pecadores arrepentidos, a los buenos cristianos o a los héroes de la virtud. Éstos, cada vez más vivos en su espíritu al tiempo que la muerte se apodera de la carne, murmuran o gritan, resignados o gozosos: “Todo está consumado. El sacrificio ha terminado. ¡Tòmalo como expiaciòn mía! ¡Tòmalo como mi ofrenda de amor!” Así dicen los espíritus con la penúltima palabra, según sea que sufran la muerte por ley común o, como almas víctimas, la ofrezcan en voluntario sacrificio.

Pero tanto unas como otras, una vez llegadas a la liberación de la materia, reclinan su espíritu en el seno de Dios diciendo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

“María, ¿sabes lo que supone expirar con esta elevación hecha viva en el corazón? Es expirar en el beso de Dios. Hay muchas preparaciones para la muerte. Mas, créeme, ésta, basada en mis palabras, es, dentro de su sencillez, la más santa de todas”.

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Fuente: Foros de la Virgen


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