prueba – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 10 Mar 2023 20:01:22 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Enfrentar la enfermedad https://www.reinadelcielo.org/enfrentar-la-enfermedad/ Fri, 10 Mar 2023 16:23:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=334 Conocemos mucha gente que sufre enfermedades a nuestro alrededor, y casi todos hemos enfrentado en un punto de la vida un momento de preocupación por la salud física. ¿Cómo reaccionamos cuando llegan estas épocas de prueba?

Dios en su infinito amor quiere nuestro bien, y en ese plan permite que nos acose la enfermedad. ¿Por qué?

Vidas

El Señor sabe muy bien que cuando nos regala prosperidad, gracias y progreso personal y familiar, solemos alejarnos de El. En esos momentos nos llenamos de soberbia y vanidad, creemos que el mérito de lo obtenido es nuestro y no de Dios. No agradecemos, no nos volvemos a El. En resumen: no aprovechamos la oportunidad para cimentar un camino de conversión basado en el agradecimiento y reconocimiento de que fue Dios el artífice de lo logrado. ¡Pero qué ciegos somos!. Nada bueno en este mundo proviene de alguien que no sea el propio Dios. Nuestras virtudes, nuestras aptitudes, lo aprendido, los bienes recibidos, todo proviene de Dios. Y si usamos para el bien esas habilidades naturales o adquiridas, si se transforman en buenas obras: también esas obras provienen de Dios, porque son el resultado de dones recibidos conjugados con el amor por los demás. ¡Reconozcamos de este modo que Jesús está vivo y actúa entre nosotros a través de todo lo bueno que acontece en nuestro día!.

En cambio, cuando Dios permite que la enfermedad u otras tribulaciones se ciernan sobre nuestra vida, pone grandes esperanzas en que eso sirva para nuestra conversión. Y la verdad es que es mucho más frecuente encontrar conversiones profundas originadas en la enfermedad, que en la prosperidad. Es que el reconocerse enfermo obliga a darse cuenta que no somos nada, es un camino a la humildad. Y de este modo, por el sendero de la pequeñez, se nos abre el corazón para poder pedir ayuda al Señor. También es cierto que la enfermedad suele provocar el efecto contrario: que la persona se enoje con Dios, y se aleje aún más de lo que estaba. Pero este es un riesgo que Dios toma, porque siempre es nuestra la opción, nuestro el libre albedrío. El pone las llamadas y los signos en nuestra vida, somos nosotros los que debemos reconocerlos y torcer el rumbo de nuestro destino.

Cruz

De este modo, quienes sufren enfermedad tienen en el sufrimiento un camino de purificar no sólo las propias faltas, sino las de muchas otras almas también. Son Cruces que, si se llevan con entrega al Señor y no con enojo hacia El, son tomadas por Dios como un regalo que agrada a Su Corazón amante. El Beato Don Orione solía rezar de este modo: “Señor, envíame más Cruces, quiero sufrir más en expiación de la poca disposición de los hombres a llevar Tu Cruz”. En realidad todos los grandes santos tuvieron esta actitud de entrega al sufrimiento, a las tribulaciones que Dios permitía en sus vidas.

El entendimiento humano sobre lo que es bueno o malo para nuestra vida es bien distinto del pensamiento de Dios: El sabe perfectamente qué es bueno para nosotros. Entreguemos, entonces, mansamente nuestra voluntad a la Divina Providencia. Quien encuentra en la enfermedad una vía de llegar a la salvación del alma, no podrá negar luego que Dios le ha hecho un gran bien, cuando se encuentre con El en el Reino. Viviendo aún en este mundo, en esta vida, ¿cómo podemos tratar de entender lo que es bueno o malo para nosotros?.

Veamos en la enfermedad propia o en la de quienes amamos un llamado a la conversión o a la profundización de la conversión. ¡O lisa y llanamente un llamado a la santidad!.

Oremos así:

“Señor, me entrego a Tu Voluntad. Tú sabes lo que es mejor para mi, yo no entiendo, ni pretendo entender. Sé que mi enfermedad es para mi bien, porque sana mi alma, y quizás, sólo quizás, tu querrás sanar mi cuerpo también. Pero eso lo dejo en Ti, Señor, con humildad y entrega. Y te agradezco también todo lo que haces por mi, para que finalmente mi corazón se empequeñezca y se abra, y deje paso a que sea Tu Divina Voluntad la que haga mi día”.


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La criba de Cafarnaún https://www.reinadelcielo.org/la-criba-de-cafarnaun/ Fri, 11 Oct 2019 08:45:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=594 Tuve que ir a mi diccionario para encontrar el significado de la palabra criba. Significa filtrar, clasificar, purificar, depurar, separar lo bueno de lo malo, lo útil de lo inútil. Y es realmente una criba lo que Dios hace en Sus Viñas de cuando en cuando, para asegurar que la Obra avance sólo con aquello que está adherido del modo correcto; con aquello que está fuerte y sinceramente prendido del tronco del que brota la Gracia verdadera. Y también para forzar a que se desprendan las plantas parásitas que solo intentan robar de aquello que no les corresponde, de lo ajeno.

Mar de Genesaret

Dejen que trate de explicarme con un pasaje ocurrido en las cercanías del Mar de Genezaret, dos mil años atrás. Cuando Jesús alimentó milagrosamente a la multitud en Galilea, y les habló con Palabras de amor y consuelo, todos se sintieron protegidos y seguros. Jesús bajó entonces a predicar a la sinagoga de Cafarnaún, mientras la multitud lo siguió, esperando más comida gratuita y palabras consoladoras para el alma, más caricias. En Su Prédica, Jesús fue duro. Presentó Su mirada profunda de lo que abrigaban los corazones de muchos, la intención de recibir, no de dar. Les puso una carga en sus espaldas: la de trabajar, la de ser buenos, la de amar, la de ser humildes y aceptar el último lugar, la de servir y no ser servidos. Puso en carne viva las miserias que había que extirpar de los corazones, para que surja el nuevo y definitivo Pueblo de Dios, la nueva iglesia que debía nacer.

Casi todos se la tomaron a mal con Jesús, El tuvo que huir prácticamente bajo una lluvia de insultos y acusaciones, de gritos y amenazas. Los Doce, frustrados y enojados, le dijeron: ¿por qué los espantaste, si costó tanto trabajo juntarlos? Jesús les dijo entonces: ¿es que ustedes también me van a dejar? Los Apóstoles comprendieron que no importaba la multitud para Jesús, o que los que lo sigan sean muchos o pocos, sino que sean aquellos que estén dispuestos a hacer la Voluntad del Padre, y no simplemente estar para recibir algo, material o espiritual. Comprendieron la necesidad de poner a prueba a los seguidores, de someter a la criba, a la purificación, a los que se acercaban a Dios hecho Hombre.

Como ocurrió en aquellos tiempos, Dios nos atrae en algún momento de nuestra vida de un modo impactante, relevador. Se puede decir que en ese momento El nos golpea con un llamado de Amor, con una alegría interior incontenible que nos produce un deseo de trabajar para El, de hacer algo por los demás, de hacer brillar nuestro carácter de cristianos con una alegría chispeante, contagiosa. ¡Un deseo de seguirlo! Puede ocurrir durante nuestra niñez, adolescencia, o en cualquier momento de nuestra vida. La decisión de cuando es el momento indicado va por cuenta de El, exclusivamente. Incluso, Jesús puede hacerlo más de una vez en nuestra vida, si es que eso hace sentido a Su Plan de Salvación. En esos momentos nos sentimos felices, llenos de la alegría de ser hijos de Dios ¿Qué más podemos pedir?

Tocar el cielo con la manos

Sin embargo, siempre Dios nos pone en el camino la hora de la prueba, para asegurarse de que comprendimos sinceramente el sentido del llamado. En la criba, aquellos que se acercaron a Su obra por interés material, se encuentran expuestos ante los demás en esa miseria insostenible que es la de mezclar el dinero con el espíritu. Aquellos otros que llegaron por vanidad y deseo de protagonismo y figurar bajo el halo de los reflectores, no soportan el ser enviados al último lugar y estallan de envidia y celos. Los que buscan dar lástima y ser siempre consolados por los demás, sin deseo alguno de dar, muestran su descontento y enojo cuando fallan a la hora de trabajar desinteresadamente por amor a los hermanos. Los que se aproximaron arrastrándose falsamente dando imagen de amigos, con la sola intención de destruir, son expuestos a su miserable verdad cuando no resisten su falsa actitud y sale a la luz su verdadero rostro.

Estas y muchas otras miserias son expuestas en la hora de la criba. Duele y mucho, porque quienes conducen las obras del Señor y Su Madre los vieron acercarse con enorme esperanza, alegría y deseo de que su intento de conversión sea duradero, sincero. Sin embargo, es inevitable que una cantidad de ellos caigan pesadamente en la hora de la prueba. Duele, pero así debe ser. Lo más triste es que casi nunca se van en silencio, sino que se alejan con una actitud de destrucción, de negación de la Presencia del Amor de Dios allí. Y suelen entonces unirse en un grupo, donde se alimentan mutuamente de palabras de critica y juicios del todo humanos. Lo hacen así para justificarse, ya que su conciencia les grita por el pecado cometido. Quieren que quede claro ante los demás que ellos hacen lo correcto, pero olvidan que para Dios nada puede ocultarse, no hay lugar para el engaño. Pueden engañar a algunos hombres, o a muchos, pero no a Dios ¡Que El se apiade de sus almas!

Como en Cafarnaún, en la hora de la criba Jesús se queda rodeado de unos pocos. Pero son los que siguen adelante con humildad y sinceridad, y terminan pasando las muchas pruebas que Dios pone en su camino, alimentando a la Iglesia con su sangre, sangre de mártires. En aquella época eran mártires carnales, reales, porque eran muertos por el testimonio que daban. En ésta época son mártires sociales, porque son asesinados socialmente ante los demás. Mártires en los dos casos, pocos pero valiosos, son quienes siguen inflamando las venas de la iglesia, son la sangre espiritual del Cuerpo Místico de Jesús.


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Un acto de heroísmo https://www.reinadelcielo.org/un-acto-de-hero%ee%b4%ado/ Fri, 11 Aug 2017 19:12:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=583 A veces pienso que Jesús nos prepara durante toda una vida, minuto a minuto, nos observa y mueve de aquí para allá, suscitando pensamientos e inclinaciones, dando pequeños o grandes impulsos a nuestro destino, preparándonos para el día de nuestra gran prueba. Es cierto que nosotros muchas veces resistimos esos esfuerzos de nuestro Señor, testaruda y tontamente. Pero El sigue sin mostrar signos de cansancio, buscando y buscando ponernos una y otra vez en la senda que El espera de nosotros, esperando ese gran día. Así, paso a paso, Jesús prepara el escenario para el gran acto de heroísmo de nuestra vida, un punto de profunda prueba.

Y cuando menos lo esperamos, como en una curva de nuestro camino y de forma inesperada, ¡El nos está aguardando! Son circunstancias que no esperamos, pero que dramáticamente exigen de nosotros una prueba de fidelidad, de lealtad a El. Sin dudas que el pedido implica hacer algo que representa mucho esfuerzo. Puede significar poner a riesgo nuestro buen nombre o prestigio, nuestra estabilidad laboral, familiar o social, o nuestra imagen ante los demás. ¡Vanidades, apegos y seguridades tiemblan ante el pedido del Señor! Jesús, en estas circunstancias, nos necesita, nos pide algo, espera algo de nosotros. Muchas veces el bien de los demás está en juego, transformando el gesto que Dios espera de nosotros en un acto de amor hacia nuestros hermanos. Y en esos momentos, el mundo, ¡el mundo!, pone todas sus artimañas en juego, sus seducciones y amenazas, para tratar de frenarnos. Un verdadero bombardeo se desencadena en nuestro interior.

¿Qué hacer? Se nos invita a un acto de heroísmo, una muestra de fidelidad y amor por El. Si bien Tocar el cielo con la manosJesús nos pide esto porque necesita de nuestra ayuda, también representa un paso fundamental para la salvación de nuestra propia alma. Porque, ¿cómo se puede seguir adelante, diciéndole que no a nuestro Dios? Seguramente nuestro costado humano se sentirá reconfortado y agradecido si decimos que no, ¡ha pasado el peligro!. Pero entonces la culpa grita en nuestro interior, acosando a nuestra alma adolorida por la traición perpetrada, traición que realizamos contra nuestro mismo Dios. No, no podemos decirle que no al Señor. Pero, ¿qué pasará con nosotros?. Los miedos nos abruman, nos invaden. ¡Falta de fe, falta de esperanza, falta de amor!. Puedes decir que tienes miedo, que perdiste la memoria, que debes ser responsable y prudente, que tienes muchas cuestiones a balancear y tomar en cuenta, gente a la cual responder, entre mil otras excusas. Nuestra debilidad se pone de manifiesto en estos momentos de suprema prueba.

Si decimos que no, qué daño enorme le hacemos a nuestra alma. Pienso que Jesús pone en estos momentos, en un punto único, todo el sentido de nuestra vida. Para eso es que hemos venido, para decir sí o no en este día, aquí y ahora. ¿Qué diremos? Años y años de vivir y deambular por experiencias tristes o alegres, dulces o amargas, hasta encontrarnos frente a El, en esta curva del camino. Jesús se pone frente a nosotros, obstaculizando nuestro paso, demandando una respuesta.

¡Pero qué maravilla ocurre si le decimos que sí al pedido de nuestro Jesús!. Nuestra vida, completa, toma sentido frente a toda la eternidad. El acto de heroísmo que llevamos adelante lava infinidad de pecados, nos acerca a nuestro Dios Bueno que se cubre de amor por nosotros ante nuestro valor, nuestro coraje. Y qué duda cabe que El no nos dejará solos en la prueba, haciendo que las consecuencias de nuestra fidelidad, que pueden ser dolorosas en lo humano, endulcen y embellezcan nuestro espíritu. Dios da en éstas circunstancias un consuelo que sólo los que han pasado por éstas pruebas pueden testimoniar.

Un acto de heroísmo puede más que mil plegarias, es la llama que quema nuestros pecados ante la Mirada de nuestro Adorable Jesús. Él se abraza a nosotros y llora de emoción, de amor, porque supimos poner todo a riesgo, por amor. Y de allí en más nos brinda Su compañía de un modo redoblado, dando más y más sentido a nuestra unión con El. Jesús, literalmente, se enamora aún más de nuestra alma, perdidamente.

¿Ha llegado tu hora de prueba? ¿Qué haz hecho? Si crees que fallaste, pídele que te dé otra oportunidad, que te espere en la próxima curva del camino. Si aún no ha llegado, prepárate, fortalécete en la oración para ser fiel cuando Jesús te pida tu muestra de amor por El. Y si estás viviendo la prueba de valor en éste momento, por favor no te dejes tentar por las debilidades que el mundo te propone. Dile si a Jesús, pon todo a riesgo, suelta tus manos que se sujetan a las falsas ataduras de las seguridades mundanas, y lánzate hacia adelante, hacia El. No caerás, Jesús te estará esperando, te sostendrá y hará de ti un digno y merecedor destinatario de Su amistad, de Su amor.


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