preparación – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Sat, 30 Nov 2024 12:13:19 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 El adviento, camino hacia Navidad https://www.reinadelcielo.org/el-adviento-camino-hacia-navidad/ Fri, 29 Nov 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=5709

Adviento es un tiempo cuyo nombre (adventus) significa “venida”. Al revivir la espera gozosa del Mesías en su Encarnación, preparamos el Regreso del Señor al fin de los tiempos : Vino, Viene, Volverá.

“El tiempo de Adviento tiene dos características: Es a la vez un tiempo de preparación a las solemnidades de Navidad en que se conmemora la primera Venida de Hijo de Dios entre los hombres, y un tiempo en el cual, mediante esta celebración, la fe se dirige a esperar la segunda Venida de Cristo al fin de los tiempos.

Por estos dos motivos, Adviento se presenta como un tiempo de piadosa alegre esperanza”

Adviento, un tiempo para vivir y celebrar, bajo el signo de “encuentro” entre un Dios que viene al encuentro del hombre, y el hombre en busca de Dios.

Paz de Dios

Los hombres desean la paz, aspiran a la justicia y la libertad, sueñan felicidad. Desde siempre. De generación en generación, de año en año, a través de los siglos, se prolongan estos anhelos frecuentemente decepcionados.

En estos llamados y búsquedas de los hombres se expresan las promesas de Dios. La historia de Israel, el pueblo de Dios, es el signo de estas promesas y revelan su realización, conduce a Cristo Jesús y nos lo da.

Con los deseos y los anhelos de los hombres, la Iglesia, hoy, hace su oración. Nos asegura que Dios cumple sus promesas. En pos del profeta Isaías, con las palabras vigorosas de Juan Bautista, no dice que, como la Virgen María, hay que acoger a Cristo.

Adviento: Re-encontrar, en el fondo de sí mismo, todo lo que puede ser salvado; volverse hacia Cristo, que vendrá un día en su gloria, pero que ya está y nos espera. Volverse hacia Cristo es lo que llamamos “Convertirse”. Adviento es tiempo de conversión. Y tiempo de espera.

Desde Adviento hasta el Bautismo del Señor

Las Fiestas del Advenimiento

Los domingos de Adviento, las festividades de Navidad y la evocación del bautismo de Jesús, forman un conjunto que podemos llamar la celebración de la Venida del Señor, recordando que la palabra “Adviento” significa justamente “advenimiento, venida”.

Navidad recuerda la Venida del Salvador en la humildad de nuestra carne humana y se desarrolla en múltiples facetas: no sólo la Venida del Niño (noche de Navidad) y el misterio de Verbo hecho carne (Navidad día), sino también, Dios entrando en el tejido de las relaciones familiares (Santa Familia), y Dios resaltando la misión de María (1° de Enero).

La Epifanía, mucho más celebrada en las Iglesias de Oriente, nos revela el alcance universal de la Venida de Dios entre los hombres mientras, que el Bautismo inaugura la misión concreta de Jesús, el Salvador: El Espíritu Santo lo consagra como enviado de Dios, al descender sobre Él en su forma visible.

Los Cuatro Domingos de Adviento

1. Cada año, la elección de los evangelios nos hace seguir una progresión en los 4 domingos de Adviento:

El primer domingo nos orienta hacia la Venida del Señor al final de la historia y el mensaje es el de la vigilancia;

• El segundo domingo está centrado en la figura de Juan Bautista y el mensaje es el de la paciencia y de la preparación activa para la Venida del Señor;

• El tercer domingo, también centrado en el Bautista, nos orienta con más fuerza hacia la persona de Aquél que viene; el mensaje es el de la alegría por la venida muy cercana;

• El cuarto domingo contempla el misterio de la Encarnación de Dios en María; el mensaje: una preparación profunda del misterio de la Navidad.

2. Adviento no es, pues, una simple preparación de Navidad. Celebra a la vez la última Venida del Señor que dará todo su sentido a nuestra historia; pero también celebra al Señor que viene cada día a nosotros con una presencia muy real, pero que nos da la sed de Él, más fuerte y palpable.

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Fuente: “Adviento” en Iglesia.cl


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Juan Pablo y su motor secreto https://www.reinadelcielo.org/juan-pablo-y-su-motor-secreto/ Fri, 18 Oct 2024 08:00:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=581 Como él mismo lo gritó al mundo: ¡TOTUS TUUS! Soy todo tuyo, así se definió, propiedad de la Virgen, totalmente consagrado a Ella. Devoto y enamorado de la Virgen de Fátima, de la Guadalupana, de la Virgen de Czetostowa, de Lourdes, simplemente de María, de la Madre de Dios.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el reinado de Juan Pablo II fue producto de la intercesión de la Virgen ante Jesús, ante el Trono de Dios. María fue preparando con los años éste maravilloso milagro de nuestros tiempos: poner en la barca de Pedro, al frente del navío más hermoso que Cristo puso a navegar en el mar de éste mundo, a un hombre inspirado por la Pureza de la Inmaculada, por el amor inflamado de la Madre del Salvador. Juan Pablo fue así un trozo del Amor de Dios, de Su Misericordia, un chispazo de divinidad que brotó de Polonia e incendió el mundo. Y el mundo, en buena medida, no lo supo reconocer.

Igual fue con Jesús, que nació en lo pequeño de una gruta de Belén y sembró Su Amor para conocimiento de unos pocos que vivieron en aquellos años de Palestina. Su estatura fue creciendo con el paso de los siglos hasta transformarse en el Hombre más extraordinario que jamás haya pisado la faz de ésta tierra. ¿Y como no iba a ser así, si El fue el mismo Dios hecho Hombre? Las cosas de Dios siempre se realizan en lo pequeño, y trascienden al paso del tiempo, creciendo y creciendo a través de los corazones de las personas de buena voluntad. Así, de éste modo, iremos comprendiendo con el paso de los años lo que realmente significó Juan Pablo II para éste ciego mundo.

Hoy, un día después de la muerte de este santo hombre, en una emotiva Misa donde el corazón no sabía si reír o llorar, escuché éste inspirado canto que me tocó el alma:

No es en las palabras ni es en las promesas
donde la historia tiene su motor secreto
sólo es el amor en la Cruz madurado
el amor que mueve todo el universo.

Aquí está la explicación de todo lo que necesitamos saber sobre Juan Pablo. El cambió la historia, todo el mundo lo reconoce, presidentes, embajadores, artistas, todos lo dicen ahora. Pero pocos hablan del motor secreto que tenía éste hombre, motor necesario para cambiar la historia. El motor del amor, del amor madurado en cruz.

JUAN PABLO II

Y lo vimos en su final, en su propia cruz que empezó a manifestarse claramente el primer viernes de abril de 2005. Como Jesús mismo tuvo Su Viernes un primer viernes de un abril de dos mil años atrás, así se echó la cruz al hombro nuestro héroe, para recorrer los metros finales de su camino por éste mundo. Al día siguiente, primer sábado de mes, día de la Virgen según la devoción surgida en Fátima, Juan Pablo vio abrirse las puertas del Reino a su paso cansado, a su espalda encorvada. Pero su muerte ocurrió por la noche, cuando se ofició la Misa de vísperas del Domingo de la Misericordia, como Jesús mismo se lo pidió a Santa Faustina Kowalska, devoción que el propio Juan Pablo difundió y defendió desde su juventud en su amada Polonia.

Su muerte no pudo ocurrir en circunstancias más perfectas, adornada por las espinas de la Corona de Cristo, endulzada por el aroma de nardos que el mismo Jesús quiso rociar sobre el alma de Su hijo predilectísimo. Y María, verdadera protectora de su alma, motivo de sus alegrías, lo vino seguramente a buscar para llevarlo de la mano a la Presencia de Jesús. María, de la que Juan Pablo nos enseñó tanto, es a través de él la dulce conductora de nuestras almas. Ella es quien pidió a Dios la Gracia de que tengamos tan santo hombre al frente de nuestra iglesia, por tantos años.

Recemos en agradecimiento por todo lo recibido, por tener un Dios tan amoroso que escucha los ruegos de Su Madre por todos nosotros, por nuestro bien. Y también tengamos fe, porque ese motor secreto que mueve el universo, ese amor madurado en la Cruz, es el Espíritu Santo que mueve la barca de Pedro en el rumbo que la preserve de los males del mundo, a pesar de las miserias de los hombres que, débiles en nuestra naturaleza, no nos dejamos guiar con la docilidad que el Amor de Dios merece.

Mi Dios, gracias una vez más por habernos dado a Juan Pablo, por haber dejado que una gota de Tu Misericordia disuelva Tu Justicia una vez más, dando paso a una nueva oportunidad de que salvemos nuestras almas, que nos dejemos guiar por Tu motor secreto, el del Amor.


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Novena a Nuestra Señora del Cielo https://www.reinadelcielo.org/novena-a-nuestra-senora-del-cielo/ Thu, 12 Sep 2024 06:05:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=25013 ]]>

Presentación

El 15 de septiembre de 1999, cercana a la ciudad de Belén de Escobar, Provincia de Buenos Aires, República Argentina, un pequeñísimo grupo de tres misioneros dan inicio a la veneración de Nuestra Santísima Madre, bajo la advocación de Nuestra Señora del Cielo.

Hoy, miles de personas se sienten atraídas por Ella.
¿Por qué? Porque son cientos los testimonios de conversión y sanación, testimonios que se van multiplicando ante la presencia y devoción a Nuestra Hermosa Señora.

Día a día como pequeños que se cobijan junto a Su Madre crece también el número de misioneros. De aquella mamá y sus dos niños que iniciaron este camino, hoy son cientos de misioneros trabajando en esta gran Obra del Señor y Su Madre.

Esta Novena, ofrece la posibilidad de introducirnos en la espiritualidad de esta Misión. Conforme la vamos rezando, apoyados en la Santa Palabra, las meditaciones, las oraciones, de la Mano Purísima de María, Intercesora y Abogada Nuestra iremos caminando hacia Jesús. 

¿Cómo rezarla? 

Sugerimos: empezar todos los días 6 de cada mes para terminar el día 15 con una hora de Adoración ante Jesús Sacramentado y la Santa Misa, de ser posible. Conmemorando el 15 de septiembre, su aniversario.
Se puede rezar de manera individual o en los Grupos de Oración.

  1. Señal de la Cruz
  2. Invocación al Espíritu Santo: 
    Ven Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Amadísima Esposa, Ven. (Tres veces)
  3. Oración Inicial para todos los días pidiendo la intercesión de Nuestra Señora del Cielo. 
  4. Lectura de la Santa Palabra siguiendo el Evangelio del día.
  5. Meditación para cada día.
  6. 1 Padre Nuestro, 1 Ave María, Gloria
  7. Oración Final para todos los días: El Magníficat

Oración Inicial

Madre María, Nuestra Señora del Cielo, hoy me consagro para la noche y el día, en una palabra, para toda mi vida, pues solo tuyo soy y todo lo espero de vos y de Tu Amado Hijo, Jesús. Pues me consagro y te pido la Gracia que tanto necesito (Se pide la Gracia…………..) y también te pido que tu Inmaculado Corazón derrame todas sus gracias sobre mí y todos mis hermanos, para que lleguemos a la Gloria de la Resurrección, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Oración Final

El Magnificat: La mayor alabanza al Unico y Trino Dios
El Magníficat, el canto de María (Lucas 1, 46-55)

Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi Espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de tu servidora.

En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡Su Nombre es Santo

Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de Su Brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.

Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, Su servidor, acordándose de Su Misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.
Amén.

Día 1

  • Señal de la Cruz
  • Invocación al Espíritu Santo: 
    Ven Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Amadísima Esposa, Ven. (Tres veces).
  • Meditación

María, Señora mía, dame fuerza en mis caídas e ilumina mi vida. Tú que eres Madre de esperanza, dame fortaleza y templanza en mis duras batallas, y cuando mi alma caiga levántala con la fe que supiste vos tener para que nuevamente pueda ver y seguir a Jesús, Nuestro Rey. Amén.

Oración

Mi Buen Dios, los días “7” te pedimos, por medio de la reparación al Corazón Inmaculado de María, por los que no creen, te lo pedimos ¡Oh Señor! Amén, Amén.

Oración Final 

1 Padre Nuestro, 1 Ave María, Gloria

Día 2

  • Señal de la Cruz
  • Invocación al Espíritu Santo: 
    Ven Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Amadísima Esposa, Ven. (Tres veces).

Meditación

Dulce Señora y Soberana mía, ayúdame para que sepa hacer oración que cimiente mi camino. Haz que mi alma sea un castillo de fe y esperanza, y que en tu amor siempre arda. Amén.

Oración

¡Oh! Mi Amado y Dulce Señor, el Portal de Mi Amor, entrad en mi corazón para lavarlo y guardadlo sólo Vos, mi Dios. Amén.

1 Padre Nuestro, 1 Ave María, Gloria

Oración Final 

Día 3

  • Señal de la Cruz
  • Invocación al Espíritu Santo: 
    Ven Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Amadísima Esposa, Ven. (Tres veces).

Meditación

Nuestra Señora del Cielo, Madre de Jesús y Madre nuestra, que nos acaricias permanentemente con tu delicado amor, haz que permanezcamos en vos, como Seguro Refugio que nos regala Dios. Y auméntanos a través de los Inmaculados Latidos de Tu Corazón la confianza en Jesús, Nuestro Señor. Amén.

Oración

Mi Divino Sagrado Corazón, hacedme un corazón nuevo para amarte con fervor y encontrar ese Gran Dulzor que escondéis en Vuestro Interior. Fortaléceme, cuídame y hazme conforme a lo que Vos solo queréis. 
Amén

1 Padre Nuestro, 1 Ave María, Gloria

Oración Final 

Día 4

  • Señal de la Cruz
  • Invocación al Espíritu Santo: 
    Ven Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Amadísima Esposa, Ven. (Tres veces).

Meditación

María, la Preciosa Madre de Belén, haz que la oración se transforme en el canto de mi corazón para alabar a Jesús, Mi Salvador. Y que con esperanza y gozo clame al Señor diciendo: ¡Ven Jesús, ven! 
Amén.

Oración

Devoción a la Reina del Cielo:
La luz de mi Soberana que llene todas mis mañanas y que en ellas yo haga gala de quien cubre mi alma. Salve Reina del Cielo, Salve mi Bella María, sé tú mi única guía a través de mi vida que ofrezco a Ti, Madre Divina.
Amén.

1 Padre Nuestro, 1 Ave María, Gloria

Oración Final 

Dia 5

  • Señal de la Cruz
  • Invocación al Espíritu Santo: 
    Ven Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Amadísima Esposa, Ven. (Tres veces).

Meditación

Madre de los pequeños, Madre de los que no tienen consuelo haz que la pureza, la oración y el amor verdadero sean la fortaleza que cubra el corazón de jóvenes y niños. Guárdalos en Tu Inmaculado Corazón para sean sanos de cuerpo y alma, y felices en Cristo.
Amén.

Oración

Espíritu Santo, dame los siete Dones para no caer en la tentación.
Amén.

1 Padre Nuestro, 1 Ave María, Gloria

Oración Final 

Día 6

  • Señal de la Cruz
  • Invocación al Espíritu Santo: 
    Ven Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Amadísima Esposa, Ven. (Tres veces).

Meditación

Madre de la Palabra, Nuestra Señora del Cielo, tú que ves nuestro esfuerzo, haz que vivamos la Santa Palabra y vistamos nuestro corazón de Fiesta pues Cristo Reina. Que sepamos amasar nuestra alma, convirtiéndola en pan que se brinde a los demás.
Amén

Oración

Oración al Divino Niño en acto de súplica ¡Oh! Divino Niño, escucha mi súplica para que llegue hasta Tu Corazón y me renueve siempre en El. Te pido que tengas piedad de nosotros y que nos lleves a una vida de santidad.
Amén 

1 Padre Nuestro, 1 Ave María, Gloria

Oración Final 

Día 7

  • Señal de la Cruz
  • Invocación al Espíritu Santo: 
    Ven Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Amadísima Esposa, Ven. (Tres veces).

Meditación

Nuestra Señora del Cielo, Mujer vestida de Sol, que llevas en tu santo seno, al Dios del Amor, llámanos cuando perdamos el camino, socórrenos en nuestra debilidad para que a través tuyo el Niño Dios nos pueda cuidar.
Amén

Oración

Virgen Dulcísima, me atrevo a prometerte hacer todo el esfuerzo en no ofenderte más. Yo, ________________ te ofrezco todos mis dolores y penas que tenga en este día y en todos los días de mi vida, hasta el de la hora de mi muerte. Y termino pidiéndote conocerte más, saber amarte más y sentirte más para llegar a una vida de santidad.
Amén 

1 Padre Nuestro, 1 Ave María, Gloria

Oración Final 

Día 8

  • Señal de la Cruz
  • Invocación al Espíritu Santo: 
    Ven Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Amadísima Esposa, Ven. (Tres veces).

Meditación

“Sagrado Corazón de Jesús, en Vos Confió”. María Mujer Pura y Fiel, que este sea el canto que repitan siempre mis labios. Ayúdame a amar a Jesús como lo amaste tú, ayúdame a creer en Jesús como creíste tú y ayúdame a espera en Jesús como esperaste tú.
Amén

Oración

Dios Mío, siempre cuídame hasta que llegue al Cielo. ¡Cuídame! 
Amén 

1 Padre Nuestro, 1 Ave María, Gloria

Oración Final 

Día 9

  • Señal de la Cruz
  • Invocación al Espíritu Santo: 
    Ven Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Amadísima Esposa, Ven. (Tres veces).

Meditación

Nuestra Señora del Cielo, Madre del esfuerzo ayúdame a mejorar cada día siguiendo tus preciosos pasos y que así llegue a ser santo. Que la Eucaristía y la confesión fortalezcan y limpien mi corazón, para que Dios habite en mi interior.
Amén

Oración

¡Oh! mi Buen Dios, mi Rey y Salvador, hoy te pido perdón, pero sé que de Tu Corazón no solo brota el agua del perdón, sino la otra luz que es de la Victoria por Tu Sangre que derramaste en la Pasión. Es la Sangre de la Victoria, del Único, Trino y mismo Dios.
Amén 

1 Padre Nuestro, 1 Ave María, Gloria

Oración Final

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Fuente: Nuestra Señora del Cielo


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Novena al Sagrado Corazón https://www.reinadelcielo.org/novena-al-sagrado-corazon/ Mon, 17 Jun 2019 19:26:16 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=22271 Oraciones iniciales para todos lo días

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, 
y porque os amo sobre todas las cosas, 
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. 
Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Corazón divinísimo de mi amado Jesús, en quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias! Concededme un corazón semejante a vos mismo, y la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, vuestro sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

Oraciones finales para todos lo días

¡Oh Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Vuestra Majestad; por medio de este adorable Corazón, os adoro por todos los hombres que no os adoran; os amo por todos los que no os aman; os conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conoceros. Por este divinísimo Corazón deseo satisfacer a Vuestra Majestad todas las obligaciones que os tienen todos los hombres; os ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de vuestro divino Hijo, y os pido humildemente la conversión de todas por el mismo suavísimo Corazón. No permitáis que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; haced que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Vuestra Majestad, sobre este santísimo Corazón, a vuestros siervos, mis amigos, y os pido los llenéis de su espíritu, para que, siendo su protector el mismo deífico Corazón, merezcan estar con vos eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente os adoro con todos los espíritus de mi pobre corazón, yo os alabo, yo os ofrezco las alabanzas todas de los más amantes serafines y de toda vuestra corte celestial y todas las que os puede dar el Corazón de vuestra Madre Santísima. Amén.

Día primero

Hacer las oraciones iniciales para todos los días (click aquí)

Oración

Corregir y desterrar la sequedad y tibieza de nuestros corazones

¡Oh Corazón sacratísimo y melifluo de Jesús, que, con ferventísimos deseos y ardentísimo amor, deseáis corregir y desterrar la sequedad y tibieza de nuestros corazones! Inflamad y consumid las maldades e imperfecciones del mío, para que se abrase en vuestro amor. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amantísimo Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Hacer las oraciones finales para todos los días (click aquí)

Día segundo

Hacer las oraciones iniciales para todos los días (click aquí)

Oración

Deseos y amorosos suspiros

¡Oh Corazón amabilísimo de Jesús, celestial puerta por donde nos llegamos a Dios y Dios viene a nosotros! Dignaos estar patente a nuestros deseos y amorosos suspiros, para que, entrando por vos a vuestro Eterno Padre, recibamos sus celestiales bendiciones y copiosas gracias para amaros. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, sí es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

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Día tercero

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Oración

Seguir vuestras sendas rectísimas para la perfección y para el cielo

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús, camino para la mansión eterna y fuente de aguas vivas! Concededme que siga vuestras sendas rectísimas para la perfección y para el cielo, y que beba de vos el agua dulce y saludable de la verdadera virtud y devoción, que apaga la sed de todas las cosas temporales. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

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Día cuarto

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Oración

Aspirar a formar mi corazón a vuestra semejanza

¡Oh Corazón purísimo de Jesús, espejo cristalino en quien resplandece toda la perfección! Concededme que yo pueda contemplaros perfectamente, para que aspire a formar mi corazón a vuestra semejanza, en la oración, en la acción y en todos mis pensamientos, palabras y obras. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

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Día quinto

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Oración

Perfeccionar todas mis obras

¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús, órgano de la Trinidad venerada, por quien se perfeccionan todas nuestras obras! Yo os ofrezco las mías, aunque tan imperfectas, para que supliendo vos mi negligencia, puedan aparecer muy perfectas y agradables ante el divino acatamiento. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

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Día sexto

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Oración

Hallar quietud, sosiego y gozo en el templo hermoso de la paz

¡Oh Corazón amplísimo de Jesús, templo sagrado donde me mandáis habite con toda mi alma, potencias y sentidos! Gracias os doy por la inexplicable quietud. sosiego y gozo que yo he hallado en este templo hermoso de la paz, donde descansaré gustoso eternamente. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

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Día séptimo

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Oración

Mis peticiones, para conseguir el fruto que deseo

¡Oh Corazón clementísimo de Jesús!, divino propiciatorio, por el cual ofreció el Eterno Padre que oiría siempre nuestras oraciones, diciendo: “Pídeme por el Corazón de mi amantísimo Hijo Jesús; por este Corazón te oiré, y alcanzarás cuanto me pides”. Presento sobre vos a vuestro Eterno Padre todas mis peticiones, para conseguir el fruto que deseo. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

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Día octavo

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Oración

Vivir siempre respirando llamas de amor divino 

¡Oh Corazón amantísimo de Jesús, trono ígneo y lucidísimo, inflamado en el amor de los hombres, a quienes deseáis abrasados mutuamente en vuestro amor! Yo deseo vivir siempre respirando llamas de amor divino en que me abrase, y con que encienda a todo el mundo, para que os corresponda amante y obsequioso. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Hacer las oraciones finales para todos los días (click aquí)

Día noveno

Hacer las oraciones iniciales para todos los días (click aquí)

Oración

Ablandar nuestra dureza y hacer más patente el amor 

¡Oh Corazón dolorosísimo de Jesús, que para ablandar nuestra dureza y hacer más patente el amor con que padecisteis tantos dolores y penas para salvarnos, los quisisteis representar en la cruz, corona de espinas y herida de la lanza, con que os manifestasteis paciente y amante al mismo tiempo! Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, correspondiendo agradecido a vuestro amor, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.

Tres Padre Nuestro, tres Ave María, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.

Hacer las oraciones finales para todos los días (click aquí)

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Fuente: ACI Prensa


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“Preparación para la muerte”. revelado a María Valtorta https://www.reinadelcielo.org/preparacion-para-la-muerte-revelado-a-maria-valtorta/ Fri, 25 May 2018 12:39:06 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=13199

14 de julio de 1946 Jesús nos enseña a morir.
Dice Jesús: “Dicté una Hora Santa para quienes lo deseaban. Desvelé mi Hora de Agonía del Getsemaní para otorgarte un gran premio; porque no hay acto de confianza mayor entre amigos que el de desvelar al amigo el propio dolor. Ni la risa ni el beso son la prueba suprema del amor, sino el llanto y el dolor comunicados al amigo. Tú, amiga mía, lo has conocido. Porque estuviste en el Getsemaní. Ahora estás en la Cruz y pruebas penas de muerte. Apóyate en tu Señor mientras que Él te da una Hora de preparación para la muerte”.
(De los Cuadernos de 1945-50)

UNO

“Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz”.

No es una de las siete Palabras de la Cruz, pero es ya palabra de pasión. Es el primer acto de la Pasión que se inicia. Es la preparación necesaria para las demás fases del holocausto. Es invocación al Dador de la vida, resignación, humildad y oración en la que se trenzan, ennobleciéndose la carne y perfeccionándose el alma, la voluntad del espíritu y la flaqueza de la criatura a la que repugna la muerte.

almas del purgatorio (ft img) 2¡Padre…!”. ¡Oh!, es la hora en la que el mundo desaparece para los sentidos y para la mente, mientras que se acerca a la velocidad de un meteoro el pensamiento sobre la otra vida, sobre lo desconocido, sobre el juicio. El hombre, siempre un infante aunque sea centenario, es como un niño asustado que se ha quedado solo y busca el seno de Dios.

Marido, mujer, hermanos, hijos, padres, amigos… Lo eran todo mientras que la vida estaba lejos de la muerte, mientras que la muerte era tan sólo un pensamiento oculto entre tinieblas lejanas. Pero ahora que la muerte sale de entre los velos y avanza, se invierte la situación, y son los padres, los hijos, los amigos, los hermanos, el marido y la mujer quienes pierden sus rasgos definidos, su valor afectivo, empañándose ante el avance de la muerte. Como voces que se van debilitando con la distancia, las cosas de la tierra van perdiendo vigor a la vez que lo adquiere lo del más allá, aquello que hasta ayer parecía tan lejano… Y un movimiento de miedo se apodera de la criatura.

Si no fuese penosa y temerosa, la muerte no sería el extremo castigo y el medio extremo de expiación concedido al hombre. Hasta que no existió la Culpa, la muerte no fue tal sino dormición. Y donde no hubo culpa tampoco hubo muerte, como ocurrió con María Santísima.

Yo morí porque sobre Mí gravitaba todo el Pecado, y conocí el horror de morir.

“¡Padre!”. ¡Oh!, este Dios tantas veces no amado o amado en último lugar, después de que el corazón amó a parientes y amigos, de que tuvo otros amores indignos con criaturas viciosas o amó las cosas como a dioses, este Dios tan frecuentemente olvidado, que permitió que se le olvidase, que nos dejó libres de olvidarle, que dejó hacer, que a veces fue escarnecido, otras maldecido, otras negado, he aquí que vuelve a surgir en la mente del hombre recobrando sus derechos. Brama: “¡Yo soy!” y para no hacernos morir de espanto con la revelación de su poder, mitiga ese potente “Yo soy” con una palabra suave: “Padre”.

“Yo soy tu Padre”. Y ya no es terror, sino abandono en Él, el sentimiento que despierta esta palabra.

Yo, Yo que debía morir y comprendía lo que es morir después de haber enseñado a los hombres a vivir llamando “Padre” al Altísimo Yahveh, os enseñé a morir sin terror llamando “Padre” al Dios que vuelve a surgir entre los espasmos de la agonía o se hace más presente al espíritu del moribundo.

purgatorio 4 (ft img)“¡Padre!”. ¡No temáis! ¡Vosotros que morís, no temáis a este Dios que es Padre! No se presenta justiciero, provisto de registros y de hachas, ni cínico arrancándoos de la vida y de los afectos, sino que viene con los brazos abiertos diciendo: “Torna a tu morada. Ven al descanso. Yo te compensaré con abundancia por cuanto dejas aquí. Y, te lo juro, en mi seno harás mucho más a favor de los que dejas aquí que no permaneciendo aquí abajo en lucha afanosa y no siempre remunerada”.

Pero la muerte siempre es dolor. Dolor por el sufrimiento físico, dolor por el sufrimiento moral, dolor por el sufrimiento espiritual. Debe ser dolor, lo repito, si ha de ser el medio para la última expiación en el tiempo. Y en un fluctuar de nieblas, que ocultan y descubren, alternándose, lo que en la vida se amó, y lo que nos hace temer el más allá, el alma, la mente, el corazón, como nave atrapada en una gran tempestad, pasan –de zonas tranquilas que gozan ya de la paz del inminente puerto, ya cercano, visible y tan sereno que comunica una quietud beatífica y una sensación de reposo semejante al de quien, a punto de dar por concluido un esfuerzo, pregusta el gozo del próximo descanso– pasan a zonas en las que la tempestad les sacude, les azota y les hace sufrir; aterrarse y gemir. Es de nuevo el mundo, el afanoso mundo con todos sus tentáculos: familia, negocios; es la angustia de la agonía, es el pavor del último paso… ¿Y después? ¿Y después…? La tiniebla asalta, sofoca la luz, silba sus terrores… ¿Dónde está ya el Cielo? ¿Por qué morir? ¿Por qué tener que morir? Y el grito borbotea ya en la garganta: “¡No quiero morir!”.

No, hermanos míos que morís porque justo, santo es el morir al ser la voluntad de Dios. No. ¡No gritéis así! Ese grito no viene de vuestra alma. Es el Adversario que sugestiona vuestra debilidad haciéndooslo proferir. Transformad el grito rebelde y vil en un grito de amor y de confianza: “Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz”. Como el arco iris tras el temporal, es entonces cuando ese grito hace tornar la luz, la calma. De nuevo veis el Cielo, las razones santas del morir y su premio que es retornar al Padre, y entonces comprendéis que también el espíritu, o mejor dicho, que el espíritu tiene derechos superiores a los de la carne porque él es eterno y de naturaleza sobrenatural y, por eso, goza de preeminencia sobre la carne, y entonces pronunciáis la palabra que os absuelve de todos vuestros pecados de rebeliòn: “pero no se haga mi voluntad sino la tuya”.

Aquí está la paz, aquí la victoria. El ángel de Dios os ciñe y os conforta porque ganasteis la batalla preparatoria para hacer de la muerte un triunfo.

DOS

“¡Padre, perdónales!”.

Es el momento de despojarse de todo cuanto supone peso para volar con mayor seguridad a Dios. No podéis llevar con vosotros afectos ni riquezas que no sean espirituales y buenas. Y no hay hombre que muera sin tener algo que perdonar a alguno o a muchos de sus semejantes en muchas cosas y por múltiples motivos.

¿Qué hombre hay que llegue a morir sin haber sufrido el amargor de una traición, de un desamor, de un engaño, de un abuso o de otro daño cualquiera de parte de parientes, consortes o amigos? Pues bien, es la hora de perdonar para ser perdonados. Perdonar completamente, dejando a un lado, no sólo el rencor y el recuerdo sino hasta la persuasión de que el motivo de nuestro rencor era justo. Es la hora de la muerte. El tiempo, el mundo, los negocios y los afectos terminan quedando reducidos a “nada”. Ya sòlo existe una “verdad”: Dios. ¿Para qué, pues, llevar más allá de los umbrales lo que es de la parte de acá de los mismos?

Almas del purgatorio 4 (ft img)Perdonar. Y, dado que llegar a la perfección del amor y del perdón –que consiste en no decir siquiera: “con todo yo tenía razòn”– es muy difícil, demasiado difícil para el hombre, debe traspasar al Padre el encargo de perdonar por nosotros. Entregarle nuestro perdón a Él que no es hombre, que es perfecto, que es bueno, que es Padre, para que Él lo depure con su Fuego y se lo dé, una vez perfeccionado, a quien merezca el perdón.

Perdonar, a los vivos y a los muertos. Sí. También a los muertos que nos causaron dolor. La muerte limó muchas aristas al disgusto de los ofendidos, a veces las quitó todas. Pero, aún perdura el recuerdo. Hicieron sufrir y se recuerda que hicieron sufrir. Este recuerdo pone siempre un límite a nuestro perdón. No. Ya no más. Ahora la muerte está a punto de quitar todo límite al espíritu. Se penetra en el infinito. Hay que eliminar, por tanto, hasta este recuerdo que pone límites al perdón. Perdonar, perdonar para que el alma no tenga sobre sí el peso y el tormento de los recuerdos y pueda estar en paz con todos los hermanos vivos o penantes, antes de encontrarse con el Pacífico.

“¡Padre, perdónales!”. Santa humildad, dulce amor del perdòn otorgado, que sobreentiende el perdón que se pide a Dios por las ofensas para con Él y para con el prójimo, que tiene todo aquel que pide perdón para los hermanos. Acto de amor. Morir en un acto de amor es ganar la indulgencia del amor. Bienaventurados los que saben perdonar en expiación de todas sus durezas de corazón y de las culpas de la ira.

TRES

“He aquí a tu hijo”.

¡He aquí a tu hijo! Hacer cesión de lo que nos es querido con previsor y santo pensamiento; abandonar los afectos y abandonarse a Dios sin resistencia. No envidiar al que posee lo que dejamos. Con esa frase podéis confiar a Dios todo lo que más os interesa y que abandonáis, y todo lo que os angustia, y hasta vuestro propio espíritu.

Recordar al Padre que es Padre. Ponerle en las manos el espíritu que torna a su Fuente. Decirle: “Heme aquí. Aquí estoy. Tómame contigo porque me dono a Ti. No cedo forzado por las circunstancias. Me dono porque te amo como hijo que torna a su padre”.

Y decirle: “He aquí. Éstos son mis seres queridos; te los entrego. Éstos son mis negocios que alguna vez me hicieron ser injusto, envidioso del prójimo, y que hicieron que me olvidase de Ti porque me parecían –lo eran ciertamente, si bien yo los tenía por más de lo que eran– me parecían de capital importancia para el bienestar de los míos, para mi honor y por el aprecio que me proporcionaban. Creí también que sólo yo fuese capaz de administrarlos. Me creí necesario para llevarlos a cabo. Ahora veo… que eran tan sólo una pieza insignificante en el perfecto engranaje de tu Providencia, y muchas veces, un mecanismo imperfecto que descomponía el trabajo del organismo perfecto. Ahora que las luces y las voces del mundo cesan y todo se va alejando, veo… siento… ¡qué insuficientes, deterioradas e incompletas eran mis obras! ¡cómo desentonaban con el Bien! Presumí de ser „alguien?. Tú eras quien –previsor, providente y santo– corregías mis trabajos y los hacías útiles. Presumí. Alguna vez incluso dije que no me amabas porque no me acompañaba el éxito en lo que emprendía, como a aquellos a los que yo envidiaba. Ahora lo veo. ÀTen compasiòn de mí!”.

Humilde abandono, pensamiento agradecido de la Providencia como reparación de vuestras presunciones, avideces, envidias y sustituciones de Dios con pobres cosas humanas y con gula de toda suerte de riqueza.

CUATRO

“Acuérdate de mí”.

Jesús orando en el huerto de los olivosHabéis aceptado el cáliz de la muerte, habéis perdonado y cedido lo que era vuestro, incluso hasta a vosotros mismos. Habéis mortificado mucho el yo humano y liberado al alma de lo que desagrada a Dios: del espíritu de rebeldía, del espíritu de rencor y de codicia. Habéis cedido al Señor la vida, la justicia, la propiedad, la pobre vida, la más pobre justicia y las tres veces pobres propiedades humanas. Nuevos Jobs, os encontráis desfallecidos y despojados ante Dios. Entonces podéis decir: “Acuérdate de mí”.

Ya no sois nada. Ni salud, ni arrogancia, ni riqueza. No sois dueños ni de vosotros mismos. Sois oruga con posibilidad de convertiros en mariposa o de pudriros en la cárcel del cuerpo causando una postrer herida a vuestro espíritu. Sois fango que torna al fango o fango que se transforma en estrella según prefiráis descender en la cloaca del Adversario o ascender en el vórtice de Dios. La última hora decide la vida eterna.

Recordáoslo. Y gritad: “¡Acuérdate de mí!”

Dios aguarda aquel grito del pobre Job para colmarle de bienes en su Reino. Para un Padre es dulce perdonar, intervenir y consolar. En cuanto que escucha este grito, os dice:

“Hijo, estoy contigo. No temas”. Pronunciad esta palabra a fin de reparar las veces que os olvidásseis del Padre o fuisteis soberbios.

CINCO

“Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

A veces parece que Dios abandona. Pero sólo se ha escondido para que aumente la expiación y conceder así mayor perdón. ¿Puede el hombre lamentarse de ello con ira cuando él abandonó infinitas veces a Dios? Y ¿debe desesperarse porque Dios le pruebe?

¡Cuántas cosas pusisteis en vuestro corazón que no eran Dios! ¡Cuántas veces fuisteis indolentes con Él! Con cuántas cosas le rechazasteis y echasteis de vosotros! Llenasteis vuestro corazón de todo y después lo cerrasteis echándole el cerrojo porque temíais que Dios, si entraba, pudiera turbar vuestro quietismo indolente y purificar su templo echando de él a los usurpadores. ¿Qué os importaba de Dios mientras fuisteis felices?

Os decíais: “Tengo ya de todo porque me lo he ganado”. Y cuando no fuisteis felices ¿acaso no huisteis de Dios culpándole de vuestro mal?

¡Oh! hijos injustos que bebéis el veneno, que os introducís en los laberintos, que os arrojáis a los precipicios, a las guaridas de las serpientes y otras fieras y después decís:

Almas del purgatorio (ft img)“Dios tiene la culpa”. Si Dios no fuese Padre y Padre santo, ¿qué habría de responder a vuestro lamento de las horas dolorosas cuando en las horas felices os olvidasteis de Él? ¡Oh! hijos injustos que, llenos de culpas como estáis, pretendéis ser tratados como no lo fue el Hijo de Dios en la hora del holocausto. Decid, ¿quién estuvo más abandonado? ¿No fue acaso Cristo, el Inocente, quien para salvar aceptó el abandono total de Dios tras haberle amado activamente siempre? ¿No lleváis acaso vosotros el nombre de “cristianos”? Y ¿no tenéis el deber de salvaros siquiera a vosotros mismos? En la turbia desidia, que se complace en sí misma y teme las molestias de acoger al Activo, no hay salvación.

Imitad pues a Cristo, lanzando este grito en el momento de mayor angustia. Pero haced que la nota del grito sea nota de mansedumbre y de humildad, no un tono de blasfemia ni de reproche. “¿Por qué me has abandonado Tú que sabes que sin Ti nada puedo? Ven Padre, ven a salvarme, a infundirme fortaleza para salvarme a mí mismo, porque son horribles las apreturas de la muerte y el Adversario acrecienta ingeniosamente su poder susurrándome que Tú ya no me amas. Déjate oír, Padre, no por mis méritos, sino precisamente porque soy una nada sin valor alguno que no sabe vencer si está sólo, y que ahora comprende que la vida era trabajo para ir al Cielo”.

Está dicho: ¡Ay de los que se encuentran solos! ¡Ay de quien está sólo en la hora de la muerte, solo consigo mismo contra Satanás y contra la carne! Pero no temáis. Si llamáis al Padre, Él acudirá. Y este humilde invocarlo expiará vuestras culpables torpezas para con Dios, vuestra falsa piedad y los desordenados amores del yo que os hacen indolentes.

SEIS

“Tengo sed”.

Sí, verdaderamente, cuando se ha entendido el verdadero valor de la vida eterna respecto del falso metal de la vida terrena, cuando se ha aceptado como santa obediencia la purificación del dolor y de la muerte, cuando en pocas horas, o en pocos minutos tal vez, se ha crecido en sabiduría y en gracia ante Dios más de cuanto se hubiera crecido en muchos años de vida, viene una sed profunda de aguas celestiales, de cosas celestiales. Están vencidas las lujurias de toda la sed humana, pero viene la sed sobrenatural de poseer a Dios. La sed del amor. El alma aspira a beber el amor y a ser absorbida por él. Como el agua de lluvia que cae al suelo y no quiere convertirse en fango sino tornar a ser nube, así ahora el alma tiene sed de subir al lugar del que descendió. A punto de quedar rotos los muros carnales, la prisionera percibe ya las auras del Lugar de origen y lo anhela con todo su ser.

¿Cuál es el peregrino exhausto que, viendo ya próximo, tras largos años, el lugar nativo, no concentra todas sus fuerzas y prosigue veloz, tenaz, despreocupado de todo lo que no sea llegar al sitio del que un día partió dejando en él su verdadero bien que ahora está seguro de recobrar y de gustar mucho más, dada la experiencia que tiene del pobre bien que no sacia y que encontró en el lugar del exilio?

“Tengo sed”. Sed de Ti, mi Dios. Sed de tenerte. Sed de poseerte. Sed de darte. Porque en los umbrales entre la Tierra y el Cielo se sabe ya entender, como se debe, el amor al prójimo, y viene un deseo de actuar para dar a Dios al prójimo que dejamos. Es la santa laboriosidad de los santos que, cual granos muertos convertidos en espiga, se desbordan en amor para proporcionar amor y hacer que ame a Dios aquel que aún está debatiéndose en las luchas de la Tierra.

“Tengo sed”. Una vez llegada el alma a los umbrales de la Vida, no hay más que un agua que sacie: el Agua viva, Dios mismo. El Amor verdadero: Dios mismo. Amor contrapuesto al egoísmo.

El egoísmo murió en los justos antes que la carne y el que reina en ellos es el amor que grita: “Tengo sed de Ti y de almas. Salvar. Amar. Morir para gozar de la libertad de amar y de salvar. Morir para nacer. Dejar para poseer. Rechazar toda dulzura, todo consuelo, porque todo lo de aquí abajo es vanidad y lo que el alma tan sólo quiere es anegarse en el río, en el océano de la Divinidad, beber de Ella, estar en Ella sin tener más sed, al acogerle la Fuente del Agua de la Vida”. Hay que tener esta sed en reparación del desamor y de la lujuria.

SIETE

“Todo está cumplido”.

Purgatorio (Ft img)Todas las renuncias, todos los sufrimientos, todas las pruebas, las luchas, las victorias, las ofrendas: todo. Ya sólo resta presentarse ante Dios. Concluyó el tiempo concedido a la criatura para llegar a ser un dios, lo mismo que el concedido a Satanás para tentarla. Cesa el dolor, cesa la prueba, cesa la lucha. Quedan únicamente el juicio y la amorosa purificación, o llega de inmediato la bienaventurada morada del Cielo. Cuanto es Tierra y voluntad humana llegó a su fin. ¡Todo está cumplido! Ésta es la palabra de la completa resignación o del gozoso reconocimiento de haber terminado la prueba y consumado el holocausto.

No me refiero aquí a los que mueren en pecado mortal, quienes no dicen: “todo está cumplido”, sino que, con un grito de victoria y un llanto de dolor, lo dicen por ellos el ángel de las tinieblas, victorioso y el ángel de la guarda, vencido.

Me refiero a los pecadores arrepentidos, a los buenos cristianos o a los héroes de la virtud. Éstos, cada vez más vivos en su espíritu al tiempo que la muerte se apodera de la carne, murmuran o gritan, resignados o gozosos: “Todo está consumado. El sacrificio ha terminado. ¡Tòmalo como expiaciòn mía! ¡Tòmalo como mi ofrenda de amor!” Así dicen los espíritus con la penúltima palabra, según sea que sufran la muerte por ley común o, como almas víctimas, la ofrezcan en voluntario sacrificio.

Pero tanto unas como otras, una vez llegadas a la liberación de la materia, reclinan su espíritu en el seno de Dios diciendo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

“María, ¿sabes lo que supone expirar con esta elevación hecha viva en el corazón? Es expirar en el beso de Dios. Hay muchas preparaciones para la muerte. Mas, créeme, ésta, basada en mis palabras, es, dentro de su sencillez, la más santa de todas”.

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Fuente: Foros de la Virgen


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