poder – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 08 Mar 2024 20:16:21 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 El orden y el desorden https://www.reinadelcielo.org/el-orden-y-el-desorden/ Fri, 08 Mar 2024 11:19:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=564 Orden y desorden, obediencia y transgresión, poder instalado y revolución, un péndulo que ha acompañado a la historia de la humanidad, y la sigue acompañando.

Y si bien es cierto que el orden está indisolublemente asociado a Dios, no lo está del modo que lo plantean los hombres. Muchos hombres se identifican a viva voz con Dios y con el concepto de orden y obediencia, y sin embargo lo hacen de mala manera. Se podría decir que piden, predican y exigen un mal orden y una mala obediencia. De éste modo, existe el buen y el mal orden, y la buena y la mala obediencia, en el mundo de los hombres. El buen orden y la buena obediencia son de Dios, el mal orden y la mala obediencia son de los hombres, inspirados por su propio egoísmo y por el tentador.

Veamos: de manera absolutamente consistente y a lo largo de la historia, se han asociado con el concepto de orden, disciplina y obediencia aquellos que de un modo u otro han alcanzado el poder sobre otros. Poder que es jerarquía, dominación, bienestar y capacidad de juzgar y condenar. El hombre, cuando alcanza el poder sobre sus hermanos, se vuelve conservador, en las palabras del mundo. Y ese conservadorismo está dominado por el no cambio, el apego a las tradiciones y a lo conocido. En resumidas cuentas, estos hombres se apegan al concepto de orden y obediencia como un modo de asegurarse que nada cambie para ellos, que todo siga como está, porque están muy cómodos en la situación predominante.

En cambio, y de manera consistente a lo largo de la historia también, aquellos que no tienen el poder pero lo quieren alcanzar, se han asociado con el concepto de ruptura, cambio, libertad, igualdad, independencia y modernismo. En definitiva, adoptan el concepto de desorden y transgresión como modo de desplazar a aquellos que tienen el poder, y de tal modo quebrar la quietud de la situación actual para alcanzarlo. Ellos quieren, simplemente, romper el status quo. Es curioso, pero esos mismos personajes, alcanzado el poder se van volviendo lentamente mas conservadores y tradicionalistas en esos conceptos “modernos” que ellos introdujeron como “revolución”. Es que ahora son ellos los que tienen el poder, el confort y la dominación de los demás. ¡Ahora no quieren que nada cambie!. Todo esto, usualmente, no es más que producto del egoísmo humano, escondido bajos figuras supuestamente justas, modernas y atractivas.

Sacerdote rezando

Detrás de estos dos conceptos extremos están representadas las ideologías políticas de todo movimiento humano: cuando se quiere seguir como se está, se apela a la tradición y al orden establecido, a defenderlo a muerte, a que nada cambie. Y cuando se quiere acceder a un lugar mejor, a nivel humano, se visten los hombres de rebeldes y revolucionarios, de transgresores y liberales, de defensores de los derechos de aquellos a quienes necesitan para agredir a los que están en el poder. ¡Necesitan tropa para romper el equilibrio instalado!.

Control y Kaos, tal como graciosamente lo ridiculizara Mel Brooks, autor de aquella parodia de poder y espionaje llamada Maxwell Smart. ¿La recuerdan?.

La pregunta entonces es: si de un lado está el orden y la disciplina, y del otro el desorden y la transgresión, ¿de qué lado está Dios?.

La respuesta es, de ambos lados, y de ninguno a la vez. Es que Dios está en los corazones de los hombres y mujeres que actúan sinceramente, con intención de ayudar a sus hermanos, sin ánimo de dominación ni explotación, buscando lo mejor para los demás. Y hay hombres y mujeres buenas en todas partes, muchas veces engañados por sus lideres, que los utilizan para sus fines personales. Y también hay hombres y mujeres de mala intención, de mal corazón, en todas partes. No se puede generalizar, nunca, porque sólo Dios ve los corazones y puede saber quien actúa bien y quien mal. En todos los ordenes está presente el Espíritu Santo, tratando de romper los diques de nuestras almas y desbordarnos de amor. Y también está el tentador luchando para perdernos, para llevarnos al egoísmo y el odio.

Nuestro Dios, mientras tanto, es un Ser de infinito Orden. Un Orden basado en el Amor, en la Paz y en la Justicia. El orden que el Espíritu Santo nos inspira es el del equilibrio interior y exterior, que nos da paz, calma, paciencia y prudencia. Pero cuando las cosas están mal, también es un Dios de escándalo, de guerra, de ruptura, como lo dicen las Sagradas Escrituras. No puede perdurar el orden cuando es el demonio el que establece las reglas: Dios provoca allí la ruptura de ese mal orden. El Espíritu Santo nos inspira entonces fortaleza, perseverancia, y un santo deseo de luchar por la causa de nuestro Rey, de nuestra Casa Celestial.

El falso orden y el falso reclamo de obediencia luchan por infiltrarse de un modo u otro en todas las instituciones humanas, en su intento de conservar el poder. Así ocurre en gobiernos, empresas, escuelas, familias y también tristemente hasta en las estructuras jerárquicas de la iglesia. Y la falsa lucha por la liberación, por los derechos del individuo, por un supuesto mundo mejor, también se infiltra en las mismas instituciones, tratando de tomar el poder. Sin embargo, de un lado y del otro también hay gente que obra de corazón, con intenciones rectas en el alma.

¿Quieres ser tradicionalista, conservador?. Lucha entonces por conservar todo lo que nos piden las Escrituras, por mantener vivo aquello que Jesús nos legó como producto de Su Sacrificio. ¿Quieres ser moderno y revolucionario?. Pues lucha para erradicar el egoísmo de este mundo, para incendiar los corazones con el amor a Jesús, nuestro Rey. ¡Y de ser posible, haz ambas cosas a la vez!

No juzguemos a las personas por sus ideologías o por sus pertenencias a tal o cual agrupación, raza, sexo, movimiento, nación, religión o vecindario. Miremos el corazón del hombre, y obremos en ayuda de nuestro Dios, que nos quiere salvar a todos.


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El poder del Santo Nombre de Jesús https://www.reinadelcielo.org/el-poder-del-santo-nombre-de-jesus/ Fri, 29 Dec 2017 10:03:52 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=10954 Como nos dice el evangelista san Lucas, “cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno” (Lc 2,21).

Así, el santo nombre de Jesús fue dado por el cielo: por eso tiene poder. Santa Juana de Arco murió en la hoguera repitiendo el nombre de Jesús. El nombre de Jesús representa a la Persona divina del Verbo encarnado.

“Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre” (Flp 2,9-11).

El ángel le dejó claro a san José la razón de este nombre: “porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21). La palabra “Jesús” en hebreo quiere decir “Dios salva” o Salvador. Entonces, pronunciar el nombre de Jesús con fe es tomarlo como divino salvador.

Jesús - Jerusalen (ft img)Es en el nombre de Jesús que los pecados son perdonados. “El Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados” (Mc 2,10). Él puede decirle al pecador: “tus pecados te son perdonados” (Mc 2,5). Y él transmite ese poder a los hombres –los apóstoles– (Jn 20, 21-23) para que lo ejerzan en su Nombre.

La Resurrección de Jesús glorifica el nombre de Dios Salvador, pues a partir de ahora es el nombre de Jesús el que manifiesta en plenitud el poder supremo del “nombre sobre todo nombre”.

Los espíritus malos temen su nombre, y es en nombre de Él que los discípulos de Jesús realizan milagros, pues todo lo que piden al Padre, en su nombre, el Padre se lo concede.

Es en el nombre de Jesús que los enfermos son curados, es en su nombre que los muertos resucitan, los cojos andan, los sordos oyen, los leprosos quedan curados… Ese nombre bendito tiene poder.

Después de que el pecado alcanzara a la humanidad, solamente el nombre de Dios Redentor puede salvar al hombre. Y este nombre es Jesús.

Es por el nombre de Jesús que los apóstoles realizan maravillas. “Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien” (Mc 16, 17-18).

Por lo tanto, el nombre santo de Jesús tiene poder y debe ser invocado con respeto, veneración y fe.

Los fariseos y doctores de la ley quisieron impedirles a los apóstoles predicar en nombre de Jesús: “Les llamaron y les mandaron que de ninguna manera hablasen o enseñasen en el nombre de Jesús” (Hch 4, 18).

Jesús Sonríe (ft img)Pero ellos se negaron a dejar de pronunciar este santo nombre, porque sabían que no existe salvación en ningún otro. “Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4, 12).

Jesucristo es el único nombre divino que trae la salvación y a partir de ahora puede ser invocado por todos, pues se unió a todos los hombres por la Encarnación.

El nombre de Dios Salvador era invocado una sola vez al año por el sumo sacerdote para la expiación de los pecados de Israel, después de asperjar el propiaciatorio del Santo de los Santos con la sangre del sacrificio.

El propiciatorio era el lugar de la presencia de Dios. Cuando san Pablo dice de Jesús que es “a quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre” (Rm 3,25), quiere decir que “en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo” (2Co 5,19).

El nombre de Jesús está en el corazón de la oración cristiana. Todas las oraciones litúrgicas se concluyen con la fórmula “Por Nuestro Señor Jesucristo…”.

El “Ave María” culmina con “bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”. El nombre de Jesús está en el centro del Ave María; el Rosario está centrado en el nombre de Jesús, por eso tiene poder.

Que podamos también hoy y siempre pronunciar con fe y devoción este dulce nombre y santo que tiene poder, como el ciego de Jericó que clamó con fe y quedó curado: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!” (Lc 18, 38).

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Fuente: Aleteia.org


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