plan – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 17 Jan 2020 19:37:50 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 ¿Qué es la conversión? https://www.reinadelcielo.org/que-es-la-conversion/ Fri, 17 Jan 2020 10:02:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=300 Escuché hace algunos años el testimonio de un andinista mejicano que había escalado varias veces las principales cimas del mundo, tanto las de América como las grandes montañas del Himalaya. Pero tuvo una meta que fue rebelde para él: escalar el cerro Chaltén también conocido como Fitz Roy, al sur de Argentina y Chile, por su ladera más difícil. Varias veces lo intentó y fracasó, incluso con la muerte de algunos compañeros y con graves lesiones en su socia de aventuras, su esposa. Cuando finalmente lo logró creyó tocar el cielo con las manos, pero luego entró en una depresión profunda, porque se quedó sin metas en su vida. ¡Había logrado lo que siempre soñó!. Lo había deseado tanto que al lograrlo se sintió vacío. Finalmente pudo reencauzar su vida y volver a caminar. ¿Cómo lo hizo?.

Cima de la montaña

Simple: se dio cuenta que su meta y felicidad en la vida no era alcanzar la cima, sino escalar, y entonces siguió escalando otras cimas sin ansiedades ni angustias. Pero también, a partir de ese momento, comenzó a dar testimonio en conferencias y seminarios sobre su hallazgo. Y fue en este plan, junto con otros cientos de personas, que lo escuché por primera vez. Dando testimonio no de su vanidad por poder alcanzar altas cimas, sino por poder ver la vida desde la felicidad de caminar, avanzar, nunca llegar.

Creo que el mismo error lo cometemos muchos de nosotros cuando buscamos o hablamos de la conversión. Creemos que es una cima que se alcanza en esta vida, un punto que se toca. Y no es así, ya que la conversión es un camino, un andar. La conversión como meta es un punto al que solo se llega cuando Dios nos da la entrada al Reino, eventualmente después de escalar la última y difícil ladera del Purgatorio. Y muy peligroso es cuando creemos haber alcanzado la cima en esta vida, porque eso arrastra la amenaza de haber transformado nuestro camino de conversión en fariseísmo.

Ningún santo se llenó de vanidad de su santidad. Todo lo contrario, todos ellos daban testimonio de ser pecadores, débiles y pobres almas en busca de la perfección, de la cima. Pero es una cima que no se alcanza, que siempre está un poco o mucho más allá. Cuando creemos haber llegado, es imprescindible que la humildad nos vuelva a dar por tierra para poder ver que hay una nueva ladera por remontar. La conversión es también como ir quitando capas de una cebolla, capas que son infinitas en la tierra y que solo se terminan de quitar en el Cielo. No se puede llegar al corazón de la cebolla aquí, sólo en el Reino.

Jesús en el cielo

Una vez más, es la humildad la que nos debe anonadar lo suficiente como para reconocer que la conversión es un camino, una búsqueda, no un final. Lo importante es que nos decidamos a iniciarla, que nuestro corazón decida moverse en esa dirección, sin prisa pero sin pausa. Dejando que la Divina Providencia tome nuestra vida y haga nuestro camino. Moverse, caminar, avanzar, nunca llegar. El camino de la conversión es la búsqueda de la perfección que Dios espera de nosotros, pero a la que obviamente nunca llegamos. Somos como veletas que un día se mueven en un rumbo, y otro día en el contrario. La conversión es reconocer el buen viento, el que nos mueva hacia la vida humilde y santa que Dios espera de nosotros. Un poco más, siempre un poco más cerca del destino, pero sin creer que llegamos.

¿Quién se atreve a decir que ya hizo lo suficiente, que ya es demasiado perfecto como para declararse convertido totalmente?. Sólo Jesús y María lo eran, en su vida terrenal. Jesús por Su naturaleza Divina, y María porque por Gracia del Padre fue creada libre de culpa y mancha, y así supo mantenerse hasta su Asunción.

Señor, hazme humilde y pequeño. Dame el deseo profundo de buscarte, cada día. Permíteme ser tu hermano aquí, e imitar tus enseñanzas siempre un poco más. Dame la felicidad de caminar y avanzar en la dirección que Tu Divina Voluntad me indique. Y si me equivoco, dame la humildad y entrega necesarias para levantarme y empezar de nuevo, hasta la hora de mi muerte.


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¿Qué hacer con nuestra vida? https://www.reinadelcielo.org/que-hacer-con-nuestra-vida/ Fri, 30 Jun 2017 12:11:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=463 Una pregunta que quizás nunca nos haremos, aún luego de haber transitado toda una vida en este mundo vertiginoso que no nos invita en modo particular a la reflexión, a la mirada interior. Sin embargo, nos preguntamos y discutimos apasionadamente qué hacer con nuestros hijos, con nuestras mascotas, con nuestro equipo de fútbol o con esas arrugas que insistentemente se atreven a mostrarse en el espejo.

Tener un plan de vida es tan importante como el aire que respiramos, como la comida que nos sostiene día a día. No tenerlo es una aventura tan osada como la de manejar a toda velocidad un automóvil que tiene el parabrisas y los vidrios laterales pintados de color negro, guiándose simplemente por lo que se ve por el espejo retrovisor. ¿Quién sería tan imprudente para hacerlo? Sin embargo circulamos por esta vida sin haber reflexionado sobre cual es nuestra misión en este mundo, por qué estamos aquí, qué se supone que tenemos que lograr a lo largo del recorrido.

Nos atrevemos a mirar en nuestro interior, y admirados comprendemos que cada uno de nosotros es una experiencia única e irrepetible en la historia de la humanidad, un chispazo en medio de la creación, enclavado en un punto del tiempo y del espacio. Así de maravilloso es el papel protagónico que Dios nos ha preparado en Su Guión de la historia del hombre. Nada ha escatimado El a la hora de tener sueños extraordinarios sobre nuestro potencial, a la hora de hacernos maravillosamente a Su imagen y semejanza, moldeados de polvo de estrellas, fragmentos de Cielo.

pensarPor eso es que nuestra misión de vida es la de construir la mejor versión posible, de nosotros mismos. Auténticos y fieles a nuestra esencia, como Dios nos creó. Cada fragmento de nuestra humanidad es materia prima que debemos moldear y pulir, hasta que el plan maestro que representamos emerja y brille frente al mundo como el sol de la mañana. Esa autenticidad es una clave a la que debemos prestar suma atención, porque de ningún modo debemos intentar ser lo que no somos, apartarnos de nuestra auténtica esencia, dejar de ser nosotros mismos.
Pero, ¿cómo es que elaboro el plan de vida que me permita construir la mejor versión posible de mi mismo? Lo diré con calma, no te asustes: nuestra vida es, de principio a fin, un llamado a la santidad. Lo dicho, no te conmuevas ni consideres que de modo alguno esas cuestiones están alejadas de tus posibilidades. La búsqueda de la santidad no es algo que se aleje demasiado de tu vida actual, porque es un camino que se debe recorrer en tu tiempo y en tu lugar, con tus palabras y tus pensamientos. Ese ser único e irrepetible que eres se puede aproximar poco a poco a la sonrisa de Dios, a la Mirada satisfecha del que ha puesto todo de si, en ti.

Dije que la vida es un llamado a la santidad, porque es ese el sueño que Dios tiene de cada uno de nosotros, esa es la aspiración que el Papá Bueno tiene para nuestra alma. Un llamado a recorrer un camino lleno de espinas, y de preguntas sin respuestas aparentes, pero pleno de esperanza si se recorre con la mirada puesta en el lugar correcto, en mantener férreamente el deseo de estar unidos en amistad con Jesús.

La elaboración del plan de ruta será un trabajo silencioso, que surgirá al compartir horas y horas con nuestra querida amiga, la oración. Ella será nuestra compañera y consejera, porque de sus sutiles susurros nacerán las piezas que irán componiendo nuestro mapa de vida, nuestro plan de vuelo. Viviremos horas de oscuridad, y también momentos de sentirse abrazados por el Amor de Dios hasta el extremo de las lágrimas. Nos templaremos como el metal que pasa del frío al calor bajo la sabia mirada del artesano.

Y un día nos miraremos y veremos en nosotros el mismo toque maestro que el Creador nos dio, pero moldeado en la humildad, la sencillez, los silencios y las sonrisas. Sabremos que falta mucho camino por recorrer, pero con alegría comprenderemos cuan importante fue aquel día en que, empujados por el amor que todo lo puede, nos echamos a caminar. ¿Acaso hay otra cosa mejor que podamos hacer con nuestra vida?


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