perseverar – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 02 Oct 2020 21:25:55 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Las obras de Dios https://www.reinadelcielo.org/las-obras-de-dios/ Fri, 02 Oct 2020 11:21:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=434 ]]> Por siglos y siglos las obras de Dios se han esparcido por el mundo en medio de una vasta mayoría de gente que no las considera ni apoya, o ni siquiera les presta la más mínima atención. Sin embargo, en forma consistente se van imponiendo y creciendo hasta ser reconocidas y apoyadas por multitudes de almas devotas y seguidoras.

¿Cuál es la regla que las guía, el secreto o misterio que las sostiene? En realidad, ninguna obra de Dios ha crecido sin soportar enorme cantidad de adversidades. Muchas veces se producen crisis que amenazan destruirlas, o situaciones que parecen terminales e imposibles de superar. E incluso se generan naufragios que las reducen en tamaño, hasta casi extinguirlas. Sin embargo, pasadas las décadas o hasta los siglos, la brasa encendida se sostiene y sostiene, hasta arder nuevamente en el momento oportuno para que la llama renovada surja en la oscuridad circundante.

Las obras de Dios tienen dos columnas de sostén: un plano humano y un costado espiritual. El lado humano se construye desde personas, almas que luchan contra toda adversidad, con la perseverancia y la fortaleza necesarias para no dejarse derrotar. Almas que no preguntan, que no quieren saber el por qué de las cosas de Dios, simplemente se sostienen y buscan hacer su parte en el Plan de Dios. Sin estas almas las obras de Dios no podrían avanzar ni sostenerse. Son personas pequeñas, o grandes, almas consagradas o laicos, hombres o mujeres, adultos o jóvenes, nada especial los distingue salvo esa fe y capacidad de concentrarse en lo que consideran su misión de vida.

Espíritu Santo (2)

En el legado de toda orden religiosa o movimiento laico se encuentran relatos de estas almas, gentes de todos los continentes y culturas. Sus nombres son a veces conocidos, o en muchas otras oportunidades se esconden en la noche del recuerdo, sin que nadie sepa de su heroísmo. Almas que casi siempre son perseguidas o negadas por el mundo, incomprendidas y calificadas de extrañas, equivocadas, o hasta alteradas en su razón. ¿Acaso fueron comprendidas Sor Faustina, o Santa Catalina Laboure, o el pobre Cura de Ars? Y estos son sólo algunos ejemplos de los más conocidos, sin tratar de nombrar a aquellos que lucharon por defender una obra sin que sepamos de ellos. ¿Quiénes fueron los que, a través de los siglos, lucharon por la causa de reconocimiento a San Juan Diego, o quienes trabajaron para defender la proclamación de los Dogmas que la Iglesia incorpora como pilar de nuestra fe? ¿Quiénes lucharon por el Dogma de la Inmaculada Concepción, o de la Asunción? No lo sabemos, simplemente, pero allí estuvieron.

Pero también existe otro aspecto de las obras de Dios, columna vertebral que las sostiene, y es el costado espiritual sin el que ninguna obra se mantiene. Y éste es, simplemente, Dios. Cuando una obra titubea, aparece Dios sosteniéndola, ya sea iluminando a las almas, o haciendo los milagros necesarios para confirmar que El sí está presente. En muchas oportunidades el hombre no comprende o niega la esencia de una obra, pero la Presencia del milagro es tan evidente que, ¿cómo negarlo? Sin embargo, la presencia del Espíritu de Dios se manifiesta de otro modo también tangible, e innegable. Son las conversiones, la vuelta a los Sacramentos, las vocaciones religiosas y la santidad. Esta es la prueba más irrefutable de la Presencia de Dios en una iniciativa humana.

Una forma confiable de ver si una obra es realmente de Dios es dejar que el tiempo la someta a prueba: si algo es de Dios, se sostendrá. Se mantendrá pese a innumerables adversidades y ataques del mundo, titubeando por momentos, firme en otros. Pero siempre adelante y dejando frutos de conversión en el camino. Si una obra no es de Dios, caerá. Caerá porque las almas no tendrán la perseverancia ni la fortaleza, porque no es sincero el sentimiento que las impulsa. Y caerá porque Dios no las estará apoyando con Sus inspiraciones y ayudas. Será, simplemente, algo pasajero.

Cuando la oscuridad o los contratiempos amenazan una obra de Dios, es momento de no desfallecer, de no perder la esperanza. La fortaleza en la fe nos hará seguir, seguros de que Dios limpiará nuestros caminos para seguir obrando. Siempre debemos recordar que una obra de Dios no es un concurso de popularidad. Jesús no participó en un concurso de popularidad dos mil años atrás en Palestina, de hecho no terminó en la Cruz por culpa de una falta de popularidad. La Resurrección fue la prueba de que lo que El nos trajo es Eterno, regalo para toda la eternidad. Del mismo modo, las obras verdaderas sufrirán su cruz, y sobrevivirán, gloriosas, una vez más.


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La criba de Cafarnaún https://www.reinadelcielo.org/la-criba-de-cafarnaun/ Fri, 11 Oct 2019 08:45:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=594 Tuve que ir a mi diccionario para encontrar el significado de la palabra criba. Significa filtrar, clasificar, purificar, depurar, separar lo bueno de lo malo, lo útil de lo inútil. Y es realmente una criba lo que Dios hace en Sus Viñas de cuando en cuando, para asegurar que la Obra avance sólo con aquello que está adherido del modo correcto; con aquello que está fuerte y sinceramente prendido del tronco del que brota la Gracia verdadera. Y también para forzar a que se desprendan las plantas parásitas que solo intentan robar de aquello que no les corresponde, de lo ajeno.

Mar de Genesaret

Dejen que trate de explicarme con un pasaje ocurrido en las cercanías del Mar de Genezaret, dos mil años atrás. Cuando Jesús alimentó milagrosamente a la multitud en Galilea, y les habló con Palabras de amor y consuelo, todos se sintieron protegidos y seguros. Jesús bajó entonces a predicar a la sinagoga de Cafarnaún, mientras la multitud lo siguió, esperando más comida gratuita y palabras consoladoras para el alma, más caricias. En Su Prédica, Jesús fue duro. Presentó Su mirada profunda de lo que abrigaban los corazones de muchos, la intención de recibir, no de dar. Les puso una carga en sus espaldas: la de trabajar, la de ser buenos, la de amar, la de ser humildes y aceptar el último lugar, la de servir y no ser servidos. Puso en carne viva las miserias que había que extirpar de los corazones, para que surja el nuevo y definitivo Pueblo de Dios, la nueva iglesia que debía nacer.

Casi todos se la tomaron a mal con Jesús, El tuvo que huir prácticamente bajo una lluvia de insultos y acusaciones, de gritos y amenazas. Los Doce, frustrados y enojados, le dijeron: ¿por qué los espantaste, si costó tanto trabajo juntarlos? Jesús les dijo entonces: ¿es que ustedes también me van a dejar? Los Apóstoles comprendieron que no importaba la multitud para Jesús, o que los que lo sigan sean muchos o pocos, sino que sean aquellos que estén dispuestos a hacer la Voluntad del Padre, y no simplemente estar para recibir algo, material o espiritual. Comprendieron la necesidad de poner a prueba a los seguidores, de someter a la criba, a la purificación, a los que se acercaban a Dios hecho Hombre.

Como ocurrió en aquellos tiempos, Dios nos atrae en algún momento de nuestra vida de un modo impactante, relevador. Se puede decir que en ese momento El nos golpea con un llamado de Amor, con una alegría interior incontenible que nos produce un deseo de trabajar para El, de hacer algo por los demás, de hacer brillar nuestro carácter de cristianos con una alegría chispeante, contagiosa. ¡Un deseo de seguirlo! Puede ocurrir durante nuestra niñez, adolescencia, o en cualquier momento de nuestra vida. La decisión de cuando es el momento indicado va por cuenta de El, exclusivamente. Incluso, Jesús puede hacerlo más de una vez en nuestra vida, si es que eso hace sentido a Su Plan de Salvación. En esos momentos nos sentimos felices, llenos de la alegría de ser hijos de Dios ¿Qué más podemos pedir?

Tocar el cielo con la manos

Sin embargo, siempre Dios nos pone en el camino la hora de la prueba, para asegurarse de que comprendimos sinceramente el sentido del llamado. En la criba, aquellos que se acercaron a Su obra por interés material, se encuentran expuestos ante los demás en esa miseria insostenible que es la de mezclar el dinero con el espíritu. Aquellos otros que llegaron por vanidad y deseo de protagonismo y figurar bajo el halo de los reflectores, no soportan el ser enviados al último lugar y estallan de envidia y celos. Los que buscan dar lástima y ser siempre consolados por los demás, sin deseo alguno de dar, muestran su descontento y enojo cuando fallan a la hora de trabajar desinteresadamente por amor a los hermanos. Los que se aproximaron arrastrándose falsamente dando imagen de amigos, con la sola intención de destruir, son expuestos a su miserable verdad cuando no resisten su falsa actitud y sale a la luz su verdadero rostro.

Estas y muchas otras miserias son expuestas en la hora de la criba. Duele y mucho, porque quienes conducen las obras del Señor y Su Madre los vieron acercarse con enorme esperanza, alegría y deseo de que su intento de conversión sea duradero, sincero. Sin embargo, es inevitable que una cantidad de ellos caigan pesadamente en la hora de la prueba. Duele, pero así debe ser. Lo más triste es que casi nunca se van en silencio, sino que se alejan con una actitud de destrucción, de negación de la Presencia del Amor de Dios allí. Y suelen entonces unirse en un grupo, donde se alimentan mutuamente de palabras de critica y juicios del todo humanos. Lo hacen así para justificarse, ya que su conciencia les grita por el pecado cometido. Quieren que quede claro ante los demás que ellos hacen lo correcto, pero olvidan que para Dios nada puede ocultarse, no hay lugar para el engaño. Pueden engañar a algunos hombres, o a muchos, pero no a Dios ¡Que El se apiade de sus almas!

Como en Cafarnaún, en la hora de la criba Jesús se queda rodeado de unos pocos. Pero son los que siguen adelante con humildad y sinceridad, y terminan pasando las muchas pruebas que Dios pone en su camino, alimentando a la Iglesia con su sangre, sangre de mártires. En aquella época eran mártires carnales, reales, porque eran muertos por el testimonio que daban. En ésta época son mártires sociales, porque son asesinados socialmente ante los demás. Mártires en los dos casos, pocos pero valiosos, son quienes siguen inflamando las venas de la iglesia, son la sangre espiritual del Cuerpo Místico de Jesús.


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Perseverar https://www.reinadelcielo.org/perseverar/ Fri, 15 Dec 2017 18:52:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=526 ]]> ¿Qué es la conversión? Es un camino largo y sinuoso, que en algún punto debe hacernos comprender el significado de la palabra apóstol. Si, es un término que parece lejano e inalcanzable, hecho para otros. Sin embargo la conversión lleva a la senda del apostolado del anuncio de la Buena Nueva, que no es más ni menos que pasar a formar parte de la Nueva Evangelización a la que nos invitó la Iglesia a través de Juan Pablo II.

Ser Apóstol es entonces trabajar para la Iglesia, lo que se puede hacer de muchos modos distintos. Algunos formarán parte de movimientos, otros colaborarán con su parroquia, otros encontrarán senderos nuevos para ayudar a la inagotable tarea de la difusión del Amor hecho Palabra. Sin embargo, muchos son los obstáculos que se enfrentan llegado este punto del recorrido, porque es aquí donde claramente llamaremos la atención de quien busca detenernos.

Este es el tentador, personaje que no deja de trabajar en su permanente esfuerzo de molestar y poner piedras en el camino de la salvación. ¿De que modo actúa? Como su nombre lo indica, el tentador nos tienta a través de los modos que Dios le permite, porque nada puede hacer él que Dios no tolere de algún modo incomprensible para nosotros. Las tentaciones tendrán un fin claro: detenernos, sacarnos del camino, llevarnos a otra senda que no colabore de modo tan efectivo con el Plan de Dios. Y el Señor, para hacernos más firmes en nuestra fe, deja que enfrentemos la lucha, para que venzamos y emerjamos del otro lado de la prueba más confiados en El y más firmes en nuestra entrega.

CruzLas tentaciones que sufrimos son literalmente inagotables, algunas sutiles, otras brutales y obvias. Hoy quiero referirme a algunas de ellas para que estemos atentos, porque no será fácil ver a nuestro alrededor con claridad cuando en nuestro interior haga ebullición la confusión que este personaje siembra.

Empecemos refiriéndonos a una tentación muy elemental, que es la de de pensar que estamos perdiendo el tiempo, que trabajando para Dios estamos desaprovechando nuestra vida, malgastándola. Una versión sutilmente diferente de esta tentación es la de pensar que habrá otros modos mas efectivos de obrar para Dios, en otro lugar u otro espacio. Por supuesto que si abandonamos nuestro apostolado siguiendo esa tentación, la siguiente será la de abandonar todo y volver a vivir una vida ?normal?, de acuerdo a lo que nos reclama el mundo.

Otro juego que nos propondrá nuestra mente es el de pensar que los lideres del grupo donde trabajamos, sean consagrados o laicos, están equivocados. Los juzgaremos con nuestro limitado entendimiento, y veremos en cada gesto una oportunidad para pensar que les falta caridad, o que no nos respetan en todo nuestro potencial o talento. Los miraremos y juzgaremos tratando ya no de ver lo bueno en ellos, sino cualquier defecto que nos haga concluir que lo mejor es abandonarlos a su propia ventura.

También sufriremos la tentación de pensar que merecemos un lugar de privilegio dentro de la comunidad, porque en algo en particular somos mejores que los demás. Esto nos hará competir, literalmente, por un espacio que ya consideramos nuestro. A veces será una posición determinada en el grupo de música de la Parroquia, o el micrófono para hablar a la comunidad en ciertas circunstancias, o hasta un banco o lugar predeterminado que a esta altura de mi experiencia apostólica, ya es ?mío?. Así de infantil como suena, ocurre a diario.

Otras veces empezará a bullir en nuestro interior el sentimiento de injusticia, de estar siendo dejados de lado, de merecer más. En ese momento ya no tendremos la frescura en la fe de los primeros tiempos del camino de la conversión, sino que el caminar será un recorrido amargo, sumidos en nuestras propias luchas interiores. Quienes nos ven ya no sentirán que estamos felices y dichosos de hacer lo que hacemos, sino que advertirán a las claras que algo funciona mal en nuestro interior.

Son momentos de apoyar, de estar cerca con silencios, pero con comprensión. Somos nosotros los que debemos remontar esta cuesta, y vencer esta batalla interior que nos busca alejar y adormecer. Es, literalmente, un ataque contra la Iglesia que se manifiesta en intentar detener a este nuevo proyecto de apóstol que está naciendo. Son momentos de tener las cosas muy en claro, de luchar contra uno mismo, de enfrentar los malhumores con la convicción de que Dios nos enfrenta a la prueba sabiendo que tenemos las armas necesarias para vencer.

ondas sobre el aguaPor supuesto que no todos vencen en esta batalla. Tristemente algunos se dejan derrotar y empiezan a dar círculos concéntricos buscando un lugar donde esos sentimientos interiores no se manifiesten. Lo más probable es que esos círculos se alejen cada vez más de una fe sincera, y terminen amenazando a la persona con arrastrarla a una fe farisaica, de formas exteriores, pero sin contenido espiritual real.

Digo estas cosas hablando en primera persona, porque de hecho no sólo las he sufrido, sino que descuento que las seguiré sufriendo en formas más o menos sutiles. Cuando logramos superar un escollo y ponemos en ridículo los intentos del tentador, él volverá con ánimos renovados e intentos más refinados. Donde mejor he encontrado un relato sobre las distintas formas en que actúa la tentación, es en la obra del afamado autor Inglés C. S. Lewis, ?Cartas de un demonio a su sobrino?. En clave de humor sutil, este autor nos deleita con relatos de tentaciones y tentadores, victimas y victimarios.

La tentación nos acompaña, a todos, mientras dure la vida. Y si decidimos trabajar para Dios, no cabe duda que la mayor tentación será la de dejar de hacerlo. Por esto se puede decir que nadie que decida obrar para Dios esta exento de enfrentar estas tentaciones, estos tremendos obstáculos que ponen a prueba nuestra voluntad. Si estamos dispuestos a perseverar en el camino de una conversión genuina y duradera, debemos aprender a advertir estas barreras que surgirán en nuestros estados de ánimo, para derrotarlas con una entrega sincera a la Voluntad de Dios.

Señor, hazme fuerte, dame Tu sabiduría para diferenciar lo bueno y lo malo que se presente en mi camino de crecimiento interior. Tú lo sabes todo, yo sólo camino por la senda que me pones por delante, confiado y seguro de que estás allí. A Ti, honor y gloria, a mi, perseverancia, fortaleza y fe frente a las tempestades del camino.


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¡Dispara al corazón! https://www.reinadelcielo.org/dispara-al-corazon/ Fri, 09 Jun 2017 13:48:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=365 ]]> Cuando le hablas a ese hombre que no conoce a Dios, que no sabe de Su Amor, mientras cavilas y temes no ser digno de semejante tarea, no dudes, tensa tu arco y con mano firme ¡dispara al corazón!

Cuando la vida te enfrenta a momentos de gran confusión, donde los caminos se abren frente a ti y se multiplican como en un salón de espejos, no temas, abre tu mirada a la distancia, mira a tu interior, y con sereno pulso ¡dispara al corazón!

Cuando los que más quieres te fallan, te hunden en tu silla como si fueras un ser imposibilitado de ver más allá de las puertas que se cierran frente a ti, no te pierdas en la desesperación y el abandono de ti mismo, levanta la mirada y ¡dispara al corazón!

Cuando el amor no llega a tu vida, cuando la luz del cariño se escurre por pasillos donde no la puedes buscar, torna tu mirada a las sombras y con gran decisión, ¡dispara al corazón!

CieloCuando quieras hablar con Jesús sobre tus más profundas necesidades, sobre aquello que vibra en tu pecho y clama por un instante de sosiego, haz un alto en tu vida, alza la voz y con grito firme ¡dispara al corazón!

Cuando no sabes qué es lo que Dios espera de ti, y El se esconde y hace de tu vida un barco sin rumbo, pon tu mirada en Su Mirada y elevando tus brazos al cielo, ¡dispara al corazón!

Porque cuando nuestro rostro se ilumina con una mirada de niño, nuestros labios derraman palabras de amor que alcanzan el Corazón de Jesús y lo hacen quebrarse de ternura, lo derrumban a pesar de Su Divinidad y Realeza.

Y es porque en el Corazón de Dios están todas las soluciones, las promesas, los consuelos y la esperanza. Allí se esconde un tesoro tan extraordinario que ni siquiera en nuestros sueños más profundos lo podríamos imaginar.

Nuestros gestos de amor son disparos al Corazón de Jesús, porque lo hacen detenerse y mirarnos como un Dios derrotado. Dulce derrota, donde Él se refugia para admirar las maravillas de las que un corazón amante es capaz. Su derrota es el triunfo de la Criatura que Él mismo imaginó, que vencedora en su propia naturaleza, se hace semejante a su Creador. Nuestro Dios, vencido por amor, se hace Niño y nos entrega aquello que guarda como un Preciado Tesoro, Su Corazón.

Si, dispara al Corazón de Jesús, y dispara al corazón de tus hermanos, hazlos caer vencidos por el amor que todo lo vence. Que tus palabras certeras se dirijan a aquel punto que nadie puede resistir, centro y motor de nuestra semejanza con Quien nos creó, el corazón del hombre.

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