ofrecer misas – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Sat, 14 May 2022 01:11:58 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Relatos sobre Almas del Purgatorio que visitaron la tierra https://www.reinadelcielo.org/relatos-sobre-almas-del-purgatorio-que-visitaron-la-tierra/ Fri, 13 May 2022 18:11:45 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=9869 FENÓMENO RECONOCIDO POR RELIGIOSOS

“No es raro”, escribió un eminente sacerdote francés del siglo XIX, el padre Charles Arminjon, “que las almas de los difuntos aparezcan en la vida. Una y otra vez, Dios ha permitido estas manifestaciones, ya sea para despertar a los vivos de sus omisiones y torpezas, o con el fin de que las almas abandonadas pueden obtener un alivio más rápido“.

Uno de los casos más destacados, nota el Padre Arminjon (autor de El Fin del Mundo Presente, que se centra en el más allá), fue el de Benedicto VII, quien durante mucho tiempo después de su muerte, supuestamente apareció al obispo de Lapree.

Se dice que Santo Tomás de Aquino vio a su hermana fallecida. Y que San Padre Pio encontró más almas de difuntos que de vivos.

En Francia, una monja difunta apareció a la vida y dio revelaciones que formaron un libro asombroso llamado Manuscrito inédito del purgatorio (que lleva el imprimatur de un cardenal, lo que indica que no es contra doctrina).

¿QUÉ SON Y QUÉ QUIEREN?

Los casos son demasiado numerosos para contar. Muchos son los que tienen sus propios ejemplos.
Escuchamos informes constantes de “fantasmas”. Algunos creen que son espíritus “terrenales” – almas que no han entrado en la Luz de Dios, ya que permanecen unidos a algún objeto, persona o evento de este mundo. Hay incluso un show muy popular de la televisión estadounidense, “The Ghost Whisperer”, que se basa en las consultas a una mujer católica, Mary Ann Winkowski, que afirma ver tales espíritus.

En opinión de Winkowski que los espíritus que se quedan es porque tuvieron enormes egos, o tienen miedo del juicio, o murieron inesperadamente y especialmente de forma violenta, o estaban llenos de ira, o estaban excesivamente apegados a sus hogares.

Afirma que a menudo provocan cambios bruscos del estado de ánimo y lo hacen para alimentarse de la energía de las emociones (miedo o ira) de los vivos. Otros santos encontraron espíritus de la tierra, pero la recomendación es que no debemos iniciar el contacto con ellos, por el pecado de la nigromancia.

¿Hay una alteración en tu casa? ¿Hay una sensación repentina en determinadas zonas Podría ser tu imaginación, o podría ser demoníaco, por supuesto, o podría ser un alma atrapada. En el caso de que parezca esta la última, deberías orar por el alma para dirigirla a la luz.

Fascinantes son los casos espontáneos en los que parece (como el Padre Arminjon indica) que el difunto viene a despertar o consolar o a buscar oraciones. Escuchamos las historias de mucha gente común. Además de pequeñas coincidencias, o la sensación de la presencia de un ser querido, hay sueños.

PRIMER TESTIMONIO: UN ALMA QUE VINO A DECIR ADIÓS

alma del purgatorio

Destaca una mujer llamada Sheila: “Mi primer marido murió cuando él aún no tenía 38 años estaba enojado y yo no estaba segura de si había hecho una buena confesión, cuando tuvo la extremaunción. Más tarde, me volví a casar. Ocasionalmente, yo podía ver una figura en movimiento como en una niebla, desde el dormitorio de mis hijos al nuestro, y me engañaba pensando que se trataba de de Dave para ver como estaba. Entonces, dieciséis años después de su muerte, tuve un sueño y vi la figura cruzando el pasillo otra vez lo llamé y le regañé diciendo que esto había ido demasiado lejos… Ven a revelarte tu mismo”.

“La niebla se aclaró y era David. Dijo que sólo había venido a decir adiós. Yo le dije que lo amaba y él me dijo lo mismo a mí….” “Entonces él se había ido. Nunca más vi la ‘niebla’ de nuevo. Creo que no estaba preparado para estar con Dios debido a su ira, pero por fin había pasado más allá de ella“

SEGUNDO TESTIMONIO: SU MADRE MUERTA LLAMA POR TELÉFONO

“Esta experiencia es personal y no he dicho a los miembros de mi familia (hermanos y hermanas) al respecto”. “Mi madre murió hace cuarenta años, y poco después de su muerte, tuve un sueño muy vívido y realista acerca de ella. No suelo recordar ninguno de mis sueños durante mucho tiempo. De éste me acuerdo como si fuera ayer”.

“En mi sueño, oí el timbre del teléfono me levanté y bajé, todo era realista, bajé las escaleras a la cocina donde estaba el teléfono”. “Agarré el teléfono, le dije hola, y era mi madre, que sonaba feliz (no estaba en los últimos años de su vida). Ella me preguntó si yo sabía quién era, y le dije que sí. Me dijo que ella me había llamado porque sabía que estaba preocupado por ella (ella había muerto por alcohólica).

Ella dijo que se sentía mucho mejor y dijo que sabía que su comportamiento en la tierra estuvo equivocado”. “Me pareció oír voces en el fondo, y me dijo: ¿Oyes eso? Estamos todos ocupados aquí. Luego me dijo que se le dio sólo un poco de tiempo para hablar conmigo. Quería hablar más, y ella respondió con cierta solidez que no podía.

Le pregunté si me volvería a llamar y me dijo ‘no’ – que yo iba a volver a verla algún día, pero no durante mucho tiempo me dijo: Tú tienes que criar a tus hijos“.

TERCER TESTIMONIO: EL ESPOSO MUERTO VINO A LLEVARSE A LA ESPOSA MORIBUNDA

Recordó Jayni Flories de Las Vegas: “La semana en que mi madre se estaba muriendo, mi hermana y yo nos turnábamos para permanecer despiertas por las noches con ella”. “Una noche, me pareció oír su especie de asfixia, así que fui a su lado para ver. Ella estaba durmiendo pacíficamente.
La puerta del dormitorio estaba abierta y por el rabillo del ojo pude ver una especie de figura de pie en el pasillo.

No pude ver la cara, sólo el torso y las manos cruzadas. Me pareció que las manos eran las de un hombre. Cuando me volví para mirar no pude ver nada, pero cuando me di la vuelta mirar a mi madre volví a ver la figura con el rabillo de mi ojo”. “Al día siguiente, cuando le dije a mi hermano y a mi hermana, ambos muy tranquilamente dijeron, Oh, es papá que viene por mamá. Nuestro padre murió en 1966 y esto fue en 1992. Pocos días después murió mi madre”.

¿Alguna vez sentiste la presencia de un ser fallecido con tanta fuerza que casi se dio la vuelta para mirar? ¿Crees que se puede manifestar de diversas maneras?

CUARTO TESTIMONIO: EN UN ENTIERRO EN EL CEMENTERIO

almas del purgatorio en pena

“Mi cuñada fue encontrada muerta en su apartamento”, escribió una mujer llamada Carolina. “Vivía sola y a varias horas de distancia de nosotros. Ella siempre nos dijo que le encantaría ser enterrada en la parte vieja del cementerio donde estaban sus padres, pero siempre pensó que tendría que ir a la parte nueva ya que no había más espacio”.

“Cuando mi marido y yo luchábamos para organizar su funeral, nos encontramos con pequeñas pistas entre sus cosas y tratamos de satisfacer sus deseos en la medida de nuestras posibilidades. Como había estado muerta un par de días antes de ser encontrada, fue necesario incinerarla de inmediato“. “Cuando nos acercamos al cementerio para arreglar su enterramiento, nos aconsejaron que podríamos enterrar sus restos con sus padres.

Nos alegró muchísimo y sabíamos que esto era exactamente lo que ella hubiera querido. Nosotros habíamos comprado un gran arreglo de rosas con una estatua de Nuestra Señora de Gracia, en el centro del mismo”. “A medida que el director de la funeraria llevaba las rosas a la tumba, una de las rosas pareció saltar del ramo y cayó a tierra a mis pies. Iba a colocarlo de nuevo en el arreglo, pero el director y mi nuera me dijeron que no, esto es para ti.
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Hubo una abrumadora sensación de paz. Traje a casa la rosa y la puse a los pies de nuestra estatua del Sagrado Corazón, y parecía que nunca se secaba”. Fue Santa Teresa, la pequeña flor, que quería pasar su eternidad haciendo el bien en la tierra y cuyos signos son a menudo encontrar en el camino de rosas.

Nos preguntamos si ella no está interviniendo de manera especial en este momento.

QUINTO TESTIMONIO: UN ALMA VIENE A CONSOLAR

“Cuando tenía 16 años me caí de la parte trasera de una camioneta en Griffin, Georgia”, recuerda Judy Duncan de Ann Arbor, Michigan. “Allí las carreteras son muy difíciles. Digamos que yo estaba en muy mal estado” “Mientras yacía allí en el pavimento caliente con poca ropa, recuerdo esa sensación de paz que es muy difícil de describir.

También recuerdo que había gente que había pasado en mi vida, era como si estuvieran de pie en un grupo y yo podía oír: No es tiempo todavía.“ “Miré a los árboles a mi alrededor y todo lo que vi fue una luz muy brillante, como para decir que tengo vida en mí. ¡Fue increíble!

En la ambulancia estuve hablando con una chica joven (quien yo supuse era el paramédico) y recuerdo que ella es tan hermosa que no podía apartar mis ojos de ella. Cuando llegué al hospital, le pregunté a mi mamá si ella vio lo bonita que era, y mi mamá dijo que ella no era bonita para nada“. “Cuando yo estaba durmiendo en mi cuarto de hospital sentí a alguien, al pie de mi cama. No sé si era un hombre o una mujer, sino que él o ella estaba brillando, tan brillante que toda la habitación se iluminó.

Esta persona me dijo específicamente a mi tan claro como el día, Judy, ¿sabes que Dios te ama? Yo dije ‘sí, y caí de nuevo a dormir. Por supuesto, mamá insiste hasta hoy que nadie estaba en esa habitación esa noche. Pero nunca olvidaré esta experiencia en toda mi vida”.

¿Un difunto, o un ángel?

Vamos a ser capaces de responder a estas preguntas sólo cuando lleguemos al otro lado y miremos hacia atrás los misterios de este lugar llamado Tierra. Donde un buen Dios nos da buenas pruebas y donde su misericordia se extiende hasta la eternidad.

SEXTO TESTIMONIO: EL DINERO PARA PAGAR UNA MISA

Purgatorio 3

El siguiente es un testimonio de una persona que experimentó varias visitas de un alma en el purgatorio, y por lo tanto ella provee un detallado y franco testimonio ocular con respecto a los hechos que cuenta.

El 13 de octubre de 1849, murió a la edad de cincuenta y dos años, en la parroquia de Ardoye, en Flandes, una mujer llamada Eugenie Van de Kerckove, cuyo esposo, John Wybo, era un agricultor. Ella era una mujer piadosa y caritativa que generosamente le daba la caridad en proporción a sus medios. Tenía, al final de su vida, una gran devoción a la Santísima Virgen María, y se abstenía de comer carne en su honor el viernes y sábado de cada semana.

Aunque su conducta no estuvo exenta de ciertas fallas, en otras cosas ella llevó una vida ejemplar y edificante. Eugenia tenía una sirvienta llamada Bárbara Vennecke, de veintiocho años, que era conocida como una joven virtuosa y devota, y que había ayudado a su ama en su última enfermedad. Y después de la muerte de Eugenia, ella continuó sirviendo a su amo, John Wybo, el viudo de Eugenia.

Unas tres semanas después de su muerte, la fallecida apareció a su sirvienta en circunstancias que ahora se relatan. Fue en medio de la noche, Bárbara dormía profundamente, cuando oyó llamarla tres veces por su nombre.

Ella se despertó sobresaltada, y vio a Eugenia frente a ella, sentada al lado de su cama, vestida con un traje de trabajo, que consiste en una falda y una chaqueta corta. Bárbara quedó asombrada por este espectáculo notable. La aparición le habló:

—“Bárbara”, dijo, simplemente pronunciando su nombre

—“¿Qué deseas, Eugenia?” -respondió la criada.

—“Por favor, toma “ —dijo la señora— “el pequeño rastrillo que he dicho muchas veces se ponga en su lugar. Revuelve el montículo de arena en la pequeña habitación, ya sabes a que me refiero. Úsalos para que tenga misas, dos francos por cada misa, por mi intención, porque yo todavía estoy sufriendo“.

—“Así lo haré, Eugenia“, respondió Bárbara,

Y en el mismo momento desapareció la aparición. Después de un rato se quedó dormida de nuevo, y reposó en silencio hasta la mañana. Al despertar, Bárbara pensó que tal vez fue sólo un sueño, pero sin embargo ella se había sentido tan profundamente impresionada.

Tan despierta, había visto a su antigua ama de una forma tan distinta, tan llena de vida y había recibido de sus labios tales instrucciones precisas, que no pudo evitar decir: “Esto no puede haber sido un sueño. Vi a mi señora en persona, ella se presentó a mis ojos, y ella seguramente me habló. No es un sueño, sino una realidad.”

Por lo tanto, de inmediato fue y tomó el rastrillo como le indicó, agitó la arena, y sacó una bolsa que contenía la suma de quinientos francos. En tales circunstancias extrañas y extraordinarias la buena chica pensó que su deber era buscar el consejo de su pastor antes de usar los 500 francos en tener misas, y se fue a contarle a él todo lo que había sucedido.

El venerable abad R., entonces párroco de Ardoye, respondió que las misas planteadas por el alma del muerto eran absolutamente necesario que sean celebradas. Pero, para disponer de la suma de dinero, era necesario el consentimiento del marido, John Wybo, ya que el dinero fue encontrado en su casa.

La última voluntad de que el dinero se empleara para tan santo fin se consintió, y las misas se celebraron, dándose dos francos por cada misa. Llamamos la atención sobre la circunstancia de las donaciones para la misa, ya que se correspondía con la piadosa costumbre de la persona fallecida.

El costo de una misa fijada por la diócesis en aquel momento era un franco y medio, pero durante su vida Eugenia -a través de la consideración y la caridad para el clero, muchos de los cuales eran muy pobres-, siempre dio dos francos por cada misa.

Así, el extra de medio franco de ofrenda para una Misa ella lo hacía normalmente como un acto de caridad y apoyo financiero adicional para los sacerdotes que las celebraban.

Dos meses después de la primera aparición, mientras que las misas se seguían dando por las intenciones de Eugenia, Bárbara se despertó de nuevo durante la noche. Esta vez su cámara se ilumina con una luz brillante, y su señora se presentó ante ella con una sonrisa radiante, hermosa y de aspecto fresco como en los días de su juventud, y estaba vestida con una túnica de deslumbrante blancura.

—“Bárbara”, —ella dijo con una voz clara—. “Te doy gracias, porque yo ahora estoy liberada del el lugar de purificación”.

Al decir estas palabras, desapareció, y la cámara se convirtió en oscura como antes. La sirvienta, se sorprendido por lo que acababa de ver, quedó lleno de alegría, y ella pronto extendió la extraordinaria historia en la ciudad. Esta es sólo una de las muchas historias en cuanto a la potencia y la eficacia de la Santa Misa en a favor de las almas del purgatorio.

No hay nada más poderoso y valioso que el ofrecimiento de la inmolación de nuestro Divino Salvador en el altar. Además de ser la doctrina expresa de la Iglesia tal como se manifiesta en sus Concilios, hay muchos hechos milagrosos, debidamente autenticados, que no dejan lugar a dudas en lo que respecta a este punto.

SÉPTIMO TESTIMONIO: RELATO DE UN HISTORIADOR

Podemos ofrecer otro incidente, relatado por el historiador Fernando de Castilla. Entre 1324-1327 había en Colonia dos religiosos Dominicanos de talento distinguido, uno de los cuales fue el beato Enrique Suso (1295-1366).

Compartían los mismos estudios, la misma clase de vida, y sobre todo el mismo deseo de santidad, que les había hecho formar una estrecha amistad. Cuando terminaron sus estudios, al ver que estaban a punto de separarse para volver cada uno a su propio convento, estuvieron de acuerdo. Y prometieron uno al otro que el primero de los dos que muriera debía asistir al otro durante todo un año con la celebración de dos misas cada semana.
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El lunes una misa de Réquiem, como era costumbre, y el viernes la de la Pasión, en la medida en que las Rúbricas se lo permitieran. Prometieron entre ellos que iban a hacer esto, se dieron el beso de la paz, y salieron de Colonia. Durante varios años, ambos continuaron sirviendo a Dios con el fervor más edificante.

El sacerdote religioso, cuyo nombre no se menciona fue el primero en ser llamado, y el Padre Suso recibió la noticia con sentimientos de resignación a la voluntad divina.En cuanto al contrato que habían hecho, el tiempo le había hecho olvidar. Sin embargo, él oró mucho por su amigo, imponiendo penitencias nuevas sobre sí mismo y muchas otras buenas obras. Pero él no pensaba en ofrecer las Misas que se había comprometido una serie de años antes.

Una mañana, mientras estaba meditando en su retiro en la capilla, de repente vio aparecer ante él el alma de su difunto amigo. Que mirándolo con ternura, le reprochó el haber sido infiel a su palabra en la que él había hecho confianza. El Bendito Suso, sorprendido, se disculpó por su olvido diciendo de las muchas oraciones y mortificaciones que había ofrecido, y aún así siguió ofreciendo, a su amigo, cuya salvación era tan querida para él como la suya.

“¿Es posible, mi querido hermano las tantas oraciones y buenas obras que ofrecí a Dios no fueron suficientes para ti?”

—“Oh, no, querido hermano”, respondió el alma sufriente “esas no son todavía suficientes. Es la Sangre de Jesucristo la que se necesita para extinguir las llamas que me abrasan. Es el Santo Sacrificio, que también me librará de estos tormentos espantosos. Te suplico que mantengas tu palabra, y no me niegues, lo que en justicia que me debes”.

El Bendito Suso se apresuró a responder al llamamiento del alma sufriente. Se puso en contacto como muchos sacerdotes como le fue posible y les instó a decir misas por las intenciones de su amigo, para reparar su falta; el celebró, e hizo que se celebraran, un gran número de Misas.

Al día siguiente varios sacerdotes, a petición del padre Suso, se unieron con él en ofrecer el Santo Sacrificio por la persona fallecida, y él continuó su acto de caridad por varios días. Después de un breve periodo el cura amigo de Suso apareció de nuevo a él, pero ahora en una condición muy diferente, su rostro era alegre, y se vio rodeado de una hermosa luz.

—“Gracias a usted, mi querido amigo”, dijo “he aquí, por la sangre de mi Salvador yo fui liberado de todos mis sufrimientos. Ahora voy al cielo para contemplar lo que hemos adorado juntos tan a menudo bajo el velo eucarístico”.

Posteriormente, el beato Suso se postró a “dar las gracias al Dios de infinita misericordia, porque ahora entendió más que nunca el valor inestimable de la Misa”

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Fuente: Foros de la Virgen


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“Léeme o Laméntalo”, sobre las Almas del Purgatorio https://www.reinadelcielo.org/leeme-o-lamentalo-sobre-las-almas-del-purgatorio/ Fri, 21 Jul 2017 16:17:53 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=9838 Resumen un libro de excelente mérito por sus consejos, por la convicción que acarrean y la acción urgente que nos infunde.

Ánimas del purgatorio

Es por tu mayor interés que lo leas y releas. Y nunca te arrepentirás de ello. Por el contrario, grande y amargo será tu arrepentimiento si no lo haces con dedicación.

“Léeme o Laméntalo”, está firmado por EDM (Engant de Marie, iniciales con las que se identifica el Padre O’Sullivan). Tiene la aprobación del Cardenal de Lisboa en 1936.

¡AUXILIO, AUXILIO, SUFRIMOS MUCHO!

Nunca llegaremos a comprender lo suficientemente claro que una limosna, pequeña o grande, dada en favor de las almas sufrientes, se la damos directamente a Dios. Él acepta y recuerda como si se la hubieran dado directamente a Él mismo.

Así, todo lo que hagamos por ellas, Dios lo acepta hecho para El. Es como si lo aliviáramos o liberáramos a Él mismo del Purgatorio. ¡En qué manera nos pagará! No hay mayor hambre, sed, pobreza, necesidad, pena, dolor, sufrimiento que se compare a los de las Almas del Purgatorio.

Por lo tanto no hay ni mérito más alto para nosotros, que rezar, pedir celebraciones de Misas, y dar limosnas en favor de las pobres Santas Almas. Es muy posible que algunos de nuestros más cercanos y queridos parientes estén todavía sufriendo las purificantes penas del Purgatorio.

Y llamándonos entre lastimosos gemidos para que los ayudemos y aliviemos. ¿No es terrible que seamos tan duros que no podamos pensar en ellos, ni tampoco podemos ser tan crueles que deliberadamente los olvidemos? Por el amor de Cristo, hagamos todo lo que podamos por ellas.

PIENSA EN EL PURGATORIO

“Tengan piedad de mí, tengan piedad de mí, por lo menos ustedes mis amigos, porque la mano del Señor me ha tocado” (Job 19:21).

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Esta es la conmovedora súplica que la Iglesia Purgante envía a sus amigos en la tierra. Tierra, comiencen, imploren su ayuda, en respuesta a la angustia más profunda. Muchos dependen de sus oraciones. Es incomprensible como algunos católicos vergonzosamente desatienden a las almas del Purgatorio. Pareciera que no creen en el Purgatorio. Ciertamente es que sus ideas acerca de ello son muy difusas.

¡Días y semanas y meses pasan sin que ellas reciban una Misa dicha por ellas! ¡Raramente también, oyen Misa por ellos, raramente rezan por ellos, raramente piensan en ellos! Entretanto tal vez su amigos y familiares en la tierras están gozando la plenitud de la salud y la felicidad, ocupados en sus trabajos, divirtiéndose.

Mientras las pobres almas sufren inenarrables agonías en sus lechos de llamas. ¿Cuál es la causa de esta horrible insensibilidad? Ignorancia: gruesa, inexplicable ignorancia. La gente no se da cuenta de lo que es el Purgatorio.

No conciben las espantosas penas, ni tienen idea de los largos años que las almas son retenidas en esas horribles llamas. Como resultado, hacen poco o nada para evitarse a sí mismos el Purgatorio, y aún peor, cruelmente ignoran a las pobres almas que ya están allí y que dependen enteramente de ellos para ser auxiliadas.

QUE ES EL PURGATORIO

Es una prisión de fuego en la cual casi todas las almas salvadas son sumergidas después de la muerte y en la cual sufren las más intensas penas.

Aquí esta lo que los más grandes doctores de la iglesia nos dicen acerca del Purgatorio. Tan lastimoso es el sufrimiento de ellas que un minuto de ese horrible fuego parece ser un siglo.

Santo Tomás Aquino, el príncipe de los teólogos, dice que el fuego del Purgatorio es igual en intensidad al fuego del infierno. Y que el mínimo contacto con él es más aterrador que todos los sufrimientos posibles de esta tierra.

San Agustín, el más grande de todos los santos doctores, enseña que para ser purificadas de sus faltas previo a ser aceptada en el Cielo, las almas después de muertas son sujetas a un fuego más penetrante y más terrible que nadie pueda ver, sentir o concebir en esta vida.

Aunque este fuego está destinado a limpiar y purificar al alma, dice el Santo Doctor, aún es más agudo que cualquier cosa que podamos resistir en la Tierra.

San Cirilo de Alejandría no duda en decir que “sería preferible sufrir todos los posibles tormentos en la Tierra hasta el día final que pasar un solo día en el Purgatorio”.

Otro gran Santo dice: “Nuestro fuego, en comparación con el fuego del Purgatorio, es una brisa fresca”.

Otros santos hablan en idénticos términos de ese horrible fuego.

¿CÓMO ES QUE LAS PENAS DEL PURGATORIO SON TAN SEVERAS?

El fuego que vemos en la Tierra fue hecho por la bondad de Dios para nuestra comodidad y nuestro bienestar. A veces es usado como tormento, y es lo más terrible que podemos imaginar. El fuego del Purgatorio, por el contrario, está hecho por la Justicia de Dios para penar y purificarnos y es, por consiguiente, incomparablemente más severo.

Nuestro fuego, como máximo, arde hasta consumir nuestro cuerpo hecho de materia. Por el contrario el fuego del Purgatorio actúa sobre el alma espiritual, la cual es inexplicablemente más sensible a la pena. Cuanto más intenso es el fuego, más rápidamente destruye a su víctima, la cual por consiguiente cesa de sufrir.

Por cuanto el fuego del Purgatorio inflige el más agudo y la más violenta pena, pero nunca mata al alma ni le quita sensibilidad. Tan severo como el fuego del Purgatorio, es la pena de la separación de Dios, la cual el alma también sufre en el Purgatorio, y esta es la pena más severa.

El alma separada del cuerpo anhela con toda la intensidad de su naturaleza espiritual estar con Dios. Es consumida de intenso deseo de volar hacia Él. Aun es retenida, y no hay palabras para describir la angustia de esa aspiración insatisfecha.

Qué locura, entonces, es para un ser inteligente como el ser humano negar cualquier precaución para evitar tal espantoso hecho. Es infantil decir que no puede ser así, que no lo podemos entender, que es mejor no pensar o no hablar de ello.

El hecho es que, ya sea lo creamos o no, todas las penas del Purgatorio están más allá de lo que podamos imaginar o concebir. Estas son las palabras de San Agustín.

SOBRE EL PURGATORIO, ¿PUEDE TODO ESTO SER VERDAD?

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La existencia del Purgatorio es tan cierta que ningún católico ha tenido nunca una duda acerca de ello. Fue enseñado desde los tiempos más remotos por la Iglesia y fue aceptada con indubitable fe cuando la Palabra de Dios fue predicada.

La doctrina es revelada en la Sagrada Escritura y creída por millones y millones de creyentes de todos los tiempos. Aún, tal como lo hemos remarcado, las ideas de algunos son tan vagas y superficiales en este tema tan importante, que son como personas que cierran sus ojos y caminan deliberadamente en el filo de un precipicio.

Harían bien en recordar que la mejor manera de acortar nuestra estadía en el Purgatorio – o aún más, evitarlo- es tener una clara idea de ello, y adoptar los remedios que Dios nos ofrece para evitarlo. No pensar en ello es fatal. Es cavarse a sí mismos la fosa, y prepararse para ellos mismos un terrorífico, largo y riguroso Purgatorio.

EL PRÍNCIPE POLACO

Hubo un príncipe polaco, que por una razón política, fue exiliado de su país natal, y llegado a Francia, compró un hermoso castillo allí. Desafortunadamente, perdió la Fe de su infancia y estaba, a la sazón, ocupado en escribir un libro contra Dios y la existencia de la vida eterna.

Dando un paseo una noche en su jardín, él se encontró con una mujer que lloraba amargamente. Le preguntó el porqué de su desconsuelo. “¡Oh, príncipe, ella replicó, soy la esposa de John Marie, su mayordomo, el cual falleció hace dos días!

Él fue un buen marido y un devoto sirviente de Su Alteza.

Su enfermedad fue larga y gasté todos los ahorros en médicos, y ahora no tengo dinero para ir a ofrecer una Misa por su alma”. El príncipe, tocado por el desconsuelo de esta mujer, le dijo algunas palabras.

Y aunque profesaba ya no creer más en la vida eterna, le dio algunas monedas de oro para tener la Misa por ella y su difunto esposo. Un tiempo después, también de noche, el Príncipe estaba en su estudio trabajando febrilmente en su libro. Escuchó un ruidoso tocar a la puerta, y sin levantar la vista de sus escritos, invitó a quien fuese a entrar. La puerta se abrió y un hombre entró y se paró frente al escritorio de Su Majestad.

Al levantar la vista, cuál no sería la sorpresa del Príncipe al ver a Jean Marie, su mayordomo muerto, que lo miraba con una dulce sonrisa.

Príncipe, le dijo. “Vengo a agradecerle por las Misas que usted permitió que mi mujer pidiera por mi alma. Gracias a la Salvadora Sangre de Cristo, ofrecida por mí, voy ahora al Cielo. Pero Dios me ha permitido venir aquí y agradecerle por sus generosas limosnas”.

Luego el agregó solemnemente: “Príncipe, hay un Dios, una vida futura, un Cielo y un Infierno”.

Dicho esto, desapareció.

El Príncipe cayó de rodillas y recitó un ferviente Credo (“Creo en Dios Padre Todopoderoso…”)

SAN ANTONINO Y SU AMIGO

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San Antonino, el ilustre Arzobispo de Florencia, relata que un piadoso caballero había muerto, el cual tenía un amigo en un convento Dominicano en el cual el Santo residía.

Varias Misas fueron sufragadas por su alma. El Santo se afligió mucho cuando, después de un prolongado lapso, el alma del fallecido se le apareció, sufriendo muchísimo.

“Oh mi querido amigo” exclamó el Arzobispo, “¿estás todavía en el Purgatorio, tú, que llevaste tal piadosa y devota vida?”

“Así es, y tendré que permanecer aquí por un largo tiempo” replicó el pobre sufriente.

“Pues en mi vida en la Tierra fui negligente en ofrecer sufragios por las almas de Purgatorio.

Ahora, Dios por su justo juicio aplica los sufragios que debían ser aplicados por mí, en favor de aquellos por los cuales debí haber rezado”.

“Pero Dios, también, en su justicia, me dará todos los méritos de mis buenas obras cuando entre al Cielo; pero, primero de todo, tengo que expiar mi grave negligencia de no acordarme de los otros”.

Tan ciertas son las palabras de Nuestro Señor “Con la vara con que mides serás medido”.

Recuerda el terrible destino de ese piadoso caballero será el de aquellos que desechan orar y rehúsan ayudar a las Santas Almas.

¿CUÁNTO TIEMPO LAS ALMAS PERMANECEN EN EL PURGATORIO?

La extensión en tiempo por la cual las almas permanecen en el Purgatorio depende de:

  1. El número de sus faltas
  2. La malicia y la deliberación con que éstas fueron realizadas
  3. La penitencia hecha, o no, la satisfacción hecha, o no, por los pecados cometidos durante la vida
  4. Y también depende de los sufragios ofrecidos por ellos después de sus muertes.

Lo que se puede decir con seguridad es que, el tiempo que las almas pasan en el Purgatorio es, por regla general, mucho más larga que la gente puede imaginar.

Extraeremos algunas citas de libros que hablan de la vida y las revelaciones de los Santos.

San Luis Bertrand: su padre era un ejemplar cristiano, como naturalmente se podía esperar, siendo el padre de tan gran Santo. En un tiempo deseó llegar a ser un Monje Cartujo, hasta que Dios le hizo ver que no era Su voluntad.

Cuando murió, luego de largos años de practicar cada virtud cristiana, su hijo completamente al cuidado de los rigores de la justicia Divina, ofreció algunas Misas y elevó las más fervientes súplicas por el alma del cual él amó tanto.

Una visión de su padre en el Purgatorio lo obligó a multiplicar centenares de veces sus sufragios. Agregó las más severas penas y largos ayunos a sus Misas y oraciones. Aún ocho años completos pasaron antes que obtuviera la liberación de su padre.

San Malaquías tenía una hermana todavía en el Purgatorio

Lo cual hizo que redoblara sus esfuerzos, y asimismo, a pesar de las Misas, oraciones y heroicas mortificaciones ofrecidas por el Santo, ¡permaneció varios años retenida!

Se cuenta que una santa monja en Pamplona, la cual logró liberar varias Carmelitas del Purgatorio, las cuales permanecieron allí por el término de 30 a 40 años.

¡Monjas Carmelitas en el Purgatorio por 40, 50 o 60 años!

¿Cuál será el destino de aquellos que viven inmersos en las tentaciones del Mundo, y con sus cientos de debilidades?

San Vicente Ferrer, después de la muerte de su hermana, oró con increíble fervor por su alma y ofreció varias Misas por su liberación. Ella apareció al Santo al final de su Purgatorio, y le contó que si no fuera por su poderosa intercesión ante Dios, ella hubiera estado allí interminable tiempo.

En la Orden Dominicana es regla general orar por los Superiores en el aniversario de sus muertes. ¡Algunos de estos han muerto varios siglos atrás! Ellos fueron hombres eminentes por su piedad y sabiduría. Esta regla no sería aprobada por la Iglesia si no fuera necesaria y prudente.

No queremos significar con esto que todas las almas están retenidas por tiempos iguales en los fuegos expiatorios. Algunas han cometido faltas leves y han hecho penitencia en vida. Por lo tanto, su castigo será mucho menos severo.

Si esas almas, quienes gozaron del trato, quienes vieron, siguieron, y tuvieron la intercesión de grandes santos, son retenidas largo tiempo en el Purgatorio, ¿qué será de nosotros que no gozamos ninguno de esos privilegios?

¿POR QUÉ UNA EXPIACIÓN TAN PROLONGADA?

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Las razones no son difíciles de entender. La malicia del pecado es muy grande. Lo que a nosotros nos parece una pequeña falta en realidad una seria ofensa contra la infinita bondad de Dios.

Es suficiente ver cómo los Santos se condolieron sobre sus faltas. Somos débiles, es nuestra tendencia. Es verdad, pero entonces Dios nos ofrece generosamente abundantes gracias para fortalecernos. Nos da la luz para ver la gravedad de nuestras faltas, y la fuerza necesaria para conquistar la tentación.

Si todavía somos débiles, la falta es toda nuestra. No usamos la luz y la fortaleza que Dios nos ofrece generosamente; no rezamos, no recibimos los Sacramentos como debiéramos.

Un eminente teólogo remarca que si las almas son condenadas al Infierno por toda la eternidad por el pecado mortal. No hay que asombrarse que otras almas debieran ser retenidas por largo tiempo en el Purgatorio quienes han cometido deliberadamente incontables pecados veniales.

Algunos de los cuales son tan graves que al tiempo de cometerlos el pecador escasamente distingue si son mortales o veniales.

También, ellos pueden haber cometido algunos pecados mortales por los cuales tuvieron poco arrepentimiento e hicieron poca o ninguna penitencia. La culpa ha sido remitida por la absolución, pero la pena debida por los pecados tendrá que ser pagada en el Purgatorio.

Nuestro Señor nos enseña que deberemos rendir cuentas por cada palabra que decimos y que no dejaremos la prisión hasta que no hayamos pagado hasta el último céntimo.(Mt 5:26).

Los Santos cometieron pocos y leves pecados, y todavía ellos sienten mucho y hacen severas penas. Nosotros cometemos muchos y gravísimos pecados, y nos arrepentimos poco y hacemos poca o ninguna penitencia.

PECADOS VENIALES

Sería dificultoso calcular el inmenso número de pecados veniales que un católico comete. Hay un infinito número de faltas en el amor, egoísmo, pensamientos, palabras, actos de sensualidad, también en cientos de variantes.

Faltas de caridad en el pensamiento, palabra, obra, y omisión. Holgazanería, vanidad, celos, tibieza y otras innumerables faltas. Hay pecados por omisión que no pagamos. Amamos tan poco a Dios, y Él clama cientos de veces por nuestro amor. Lo tratamos fríamente, indiferentemente y hasta con ingratitud.

Él murió por cada uno de nosotros. ¿Le hemos agradecido como se debe? Él permanece día y noche en el Santísimo Sacramento del Altar, esperando por nuestras visitas, ansioso de ayudarnos. ¿Cuán a menudo vamos a Él?

Él ansía venir a nosotros en la Santa Comunión, y lo rechazamos. Él se ofrece a Si Mismo por nosotros en el Altar de cada Misa y da océanos de gracias a aquellos que asisten al Santo Sacrificio. ¡Aún algunos son tan holgazanes de ir a Su Calvario! ¡Qué abuso de gracias!

Nuestros corazones están llenos de amor a sí mismos, duros. Tenemos hogares felices, espléndida comida, vestido, y abundancia de todas las cosas. Muchos de nuestros prójimos viven en el hambre y la miseria, y le damos tan poco, mientras que vivimos en el despilfarro y gastamos en nosotros mismos sin necesidad.

La vida nos fue dada para servir a Dios, para salvar nuestras almas. ¡Muchos cristianos, sin embargo, están satisfechos de rezar cinco minutos a la mañana y cinco a la noche! El resto de las 24 horas están dedicados al trabajo, descanso y placer.

Diez minutos a Dios, a nuestras almas inmortales, al gran trabajo de nuestra salvación. ¡Veintitrés horas y cincuenta minutos a esta transitoria vida! ¿Es justo para Dios?

¡Nuestros trabajos, nuestros descansos y sufrimientos deberían ser hechos para Dios! Así debería ser, y nuestros méritos serían por supuesto grandes. La verdad es que hoy día pocos piensan en Dios durante el día. El gran objetivo de sus pensamientos son ellos mismos. Ellos piensan y trabajan y descansan para satisfacerse a sí mismos.

Dios ocupa un pequeñísimo espacio en sus días y sus mentes. Esto es un desaire a Su Amantísimo Corazón, el cual siempre piensa en nosotros.

Y AHORA, LOS PECADOS MORTALES

Almas del purgatorio 4 (ft img)

Muchos cristianos cometen, desafortunadamente, pecados mortales durante sus vidas. Pero aunque los llevan al Sacramento de la confesión, no hacen satisfacción por ellos, como ya hemos dicho.

San Beda el venerable, opina que aquellos que pasan gran parte de su vida cometiendo graves pecados y confesándolos en su lecho de muerte, pueden llegar a ser retenidos en el Purgatorio hasta el Día Final.

Santa Gertrudis en sus revelaciones dice que aquellos que cometen muchos pecados graves y que no hayan hecho penitencia no gozan de ningún sufragio de la Iglesia por un considerable tiempo.

Todos esos pecados, mortales o veniales, se acumulan por 20, 30, 40, 60 años de nuestras vidas. Todos y cada uno deberán ser expiados para después de la muerte. Entonces, ¿es de asombrarse que algunas almas tengan que estar en el Purgatorio por tanto tiempo?

¿POR QUÉ Y PARA QUÉ REZAR POR LAS ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO?

El gran Mandamiento de Nuestro Señor Jesucristo es que nos amemos los unos a los otros, genuina y sinceramente.

El Primer Gran Mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas.

El Segundo, o mejor dicho el corolario del Primero, es amar al prójimo como a nosotros mismos.

No es un consejo o un mero deseo del Todopoderoso. Es Su Gran Mandamiento, la base y esencia de Su Ley. Es tanta la verdad encerrada en esto que Él toma como donación todo aquello que hacemos por nuestro prójimo. Y como un rechazo hacia Él cuando rechazamos a nuestro prójimo.

Leemos en el Evangelio de San Mateo ( Mt 25:34-46), las palabras de Cristo que dirigirá a cada uno en el Día del Juicio Final.

Algunos católicos parecen pensar que su Ley ha caído en desuso, pues en estos días existe el egoísmo, el amor a sí mismo, y cada uno piensa en sí mismo y en su engrandecimiento personal. “Es inútil observar la Ley de Dios en estos días”, dicen, “cada uno debe mirar por sí mismo, o te hundes”. ¡No hay tal cosa! La ley de Dios es grandiosa y todavía y por siempre tendrá fuerza de ley.

Por eso, es más que nunca necesaria, más que nunca nuestro deber y por nuestro mayor interés.

ESTAMOS MORALMENTE OBLIGADOS A ROGAR POR LAS ANIMAS BENDITAS

Siempre estamos obligados a amar y ayudar al otro. Pero cuanto mayor es la necesidad de nuestro prójimo, mayor y más estricta es nuestra obligación. No es un favor que podemos o no hacer, es nuestro deber; debemos ayudarnos unos a otros. Sería un monstruoso crimen, por caso, rehusar al poder y desposeído el alimento necesario para mantenerse vivo.
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Sería espantoso rehusar la ayuda a alguien en una gran necesidad, pasar de largo y no extender la mano para salvar a un hombre que se está hundiendo. No solamente debemos ayudar cuando es fácil y conveniente, sino que debemos hacer cualquier sacrificio para socorrer a nuestro hermano en dificultades. Ahora, ¿qué puede estar más urgido de caridad que las almas del Purgatorio? ¿Qué hambre o sed o sufrimiento en esta Tierra puede compararse con sus más terribles sufrimientos?

Ni el pobre, ni el enfermo, ni el sufriente que vemos a nuestro alrededor necesitan de tal urgente socorro. ¡Aún encontramos gente de buen corazón que se interesa en los sufrientes de esta vida, pero, escasamente encontramos a gente que trabaja por las Almas del Purgatorio!

¿Y quién puede necesitarnos más? Entre ellos, además, pueden estar nuestras madres, nuestros padres, amigos y seres queridos.

DIOS DESEA QUE LAS AYUDEMOS

Ellas son los amigos más queridos. El desea ayudarlos; Él desea mucho tenerlos cerca de Él en el Cielo. Ellas nunca más lo ofenderán, y están destinadas a estar con Él por toda la Eternidad. La Verdad, la Justicia de Dios demanda expiación por los pecados. Pero por una asombrosa dispensación de Su Providencia Él pone en nuestras manos la posibilidad de asistirlos.

Él nos da el poder de aliviarlas y aún de liberarlas. Nada le place más a Dios que les ayudemos. Él está tan agradecido como si le ayudáramos a Él.

NUESTRA SEÑORA QUIERE QUE LOS AYUDEMOS

Nunca, nunca una madre de esta tierra amó tan tiernamente a sus hijos fallecidos. Nunca nadie consuela como María busca consolar sus sufrientes niños en el Purgatorio, y tenerlos con Ella en el Cielo. Le daremos gran regocijo cada vez que llevamos fuera del Purgatorio a un alma.

LAS BENDITAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO NOS DEVUELVEN EL MIL POR UNO

Virgen de las Animas

Pero ¿qué podremos decir de los sentimientos de las Santas Almas? ¡Sería prácticamente imposible de describir su ilimitada gratitud con para aquellos que las ayudan!

Llenas de un inmenso deseo de pagar los favores hechos por ellas, ruegan por sus benefactores con un fervor tan grande, tan intenso, tan constante, que Dios no les puede negar nada.

Santa Catalina de Bologna dice: “He recibido muchos y grandes favores de los Santos, pero mucho más grandes de las Santas Almas (del Purgatorio)”.

Cuando finalmente son liberadas de sus penas y disfrutan de la beatitud del Cielo, lejos de olvidar a sus amigos de la Tierra, su gratitud no conoce límites. Postradas frente al Trono de Dios, no cesan de orar por aquellos que los ayudaron.

Por sus oraciones ellas protegen a sus amigos de los peligros y los protegen de los demonios que los asechan. No cesan de orar hasta ver a sus benefactores seguros en el Cielo, y serán por siempre sus más queridos, sinceros y mejores amigos.

Si los católicos solamente supieran cuan poderosos protectores se aseguran con sólo ayudar a las Ánimas Benditas, no serían tan remisos de orar por ellos.

LAS ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO PUEDEN ACORTAR NUESTRO PROPIO PURGATORIO

¡Otra gran gracia que obtenemos por orar por ellas es un corto y fácil Purgatorio, o su completa remisión!

San Juan Macías, sacerdote dominicano, tenía una maravillosa devoción a las Almas del Purgatorio. Él obtuvo por sus oraciones (principalmente por la recitación del Santo Rosario) ¡la liberación de un millón cuatrocientas mil almas!

En retribución, el obtuvo para sí mismo las más abundantes y extraordinarias gracias y esas almas vinieron a consolarlo en su lecho de muerte, y a acompañarlo hasta el Cielo. Este hecho es tan cierto que fue insertado por la Iglesia en la bula de decretaba su beatificación.

El Cardenal Baronio recuerda un evento similar. Fue llamado a asistir a un moribundo. De repente, un ejército de espíritus benditos apareció en el lecho de muerte, consolaron al moribundo, y disiparon a los demonios que gemían, en un desesperado intento por lograr su ruina.

Cuando el cardenal les preguntó quiénes eran, le respondieron que eran ocho mil almas que este hombre había liberado del Purgatorio gracias a sus oraciones y buenas obras. Fueron enviadas por Dios, según explicaron, para llevarlo al Cielo sin pasar un solo momento en el Purgatorio.

Santa Gertrudis fue ferozmente tentada por el demonio cuando estaba por morir. El espíritu demoníaco nos reserva una peligrosa y sutil tentación para nuestros últimos minutos. Como no pudo encontrar un asalto lo suficientemente inteligente para esta Santa, él pensó en molestarla su beatífica paz sugiriéndole que iba a pasar larguísimo tiempo en el Purgatorio puesto que ella desperdició sus propias indulgencias y sufragios en favor de otras almas.

Pero Nuestro Señor, no contento con enviar Sus Ángeles y las miles de almas que ella había liberado, fue en Persona para alejar a Satanás y confortar a su querida Santa. Él le dijo a Santa Gertrudis que a cambio de lo que ella había hecho por las ánimas benditas, le llevaría directo al Cielo y multiplicaría cientos de veces todos sus méritos.

El Beato Enrique Suso, de la Orden Dominicana, hizo un pacto con otro hermano de la Orden por el cual, cuando el primero de ellos muriera, el sobreviviente ofrecería dos Misas cada semana por su alma, y otras oraciones también.

Sucedió que su compañero murió primero, y el Beato Enrique comenzó inmediatamente a ofrecer las prometidas Misas. Continuó diciéndolas por un largo tiempo. Al final, suficientemente seguro que su santamente muerto amigo había alcanzado el Cielo, cesó de ofrecer las Misas.

Grande fue su arrepentimiento y consternación cuando el hermano muerto apareció frente a él sufriendo intensamente y reclamándole que no hubo celebrado las Misas prometidas.

El Beato Enrique replicó con gran arrepentimiento que no continuó con las Misas, creyendo que su amigo seguramente estaría disfrutando de la Visión Beatífica, pero agregó que siempre lo recordaba en sus oraciones. “Oh hermano Enrique, por favor dame las Misas, pues es la Preciosísima Sangre de Jesús lo que yo más necesito” lloraba la sufriente alma.

El Beato recomenzó a ofrecerlas, y con redoblado fervor, ofreció Misas y ruegos por su amigo hasta que recibió absoluta certeza de su liberación. Luego fue su turno de recibir gracias y bendiciones de toda clase por parte de su querido hermano liberado, y muchas más veces que las que hubiera esperado.

CÓMO PODEMOS AYUDAR A LAS BENDITAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

La primera medida es unirse a la Asociación de las Santas Almas. Las condiciones son simples.

  1. Tener tu nombre registrado en el Libro de la Asociación.
  2. Oír Misa una vez a la semana (basta con la Misa del domingo) por las Santas Almas.
  3. Rezar y promover la devoción a las Ánimas Benditas.
  4. Contribuir una vez al año con un donativo a la Asociación, lo cual permite a la Asociación tener Misas perpetuas cada mes.

La segunda medida para ayudar a las Animas Benditas, es pidiendo Misas ofrecidas por ellas.

Almas del purgatorio (ft img)

Esta es ciertamente la más eficaz de las medidas para liberarlas. Aquellos que no puedan ofrecer Misas, deberían asistir a cuanta Misa fuera posible por su intención.

Un hombre joven que ganaba un salario muy modesto le contó al autor de este libro:

“Mi esposa murió unos años antes. Tengo 10 misas ofrecidas por ella. No puedo hacer más por ella, pero oí 1000 misas por su querida alma”.

La recitación del Santo Rosario (con sus grandes indulgencias) y hacer el Vía Crucis (el cual es ricamente dador de indulgencias), son excelentes vías de ayuda a las almas.

San Juan Macías, como vimos, liberó del Purgatorio más de un millón de almas, principalmente recitando el Santo Rosario y ofreciendo sus indulgencias por ellas.

Otra fácil y eficaz forma de ayuda es la recitación constante de oraciones breves que contengan indulgencias (aplicando dichas indulgencias en favor de las almas del Purgatorio)

Mucha gente tiene la costumbre de decir 500, ó 1000 veces cada día la pequeña jaculatoria “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío”, o la sola palabra “Jesús”.

Estas son las más consoladoras devociones

Ellas traen océanos de gracias a quien las practican y dan inmenso alivio a las Santas Almas.

Aquellos que digan las jaculatorias 500, o 1000 veces, ganan 300.000 días de indulgencias (ochocientos veintiún años de indulgencias) ¡Qué multitud de almas podemos liberar!

¿Cuánto no será la cantidad de almas liberadas al cabo de un mes, de un año, de cincuenta años?

Y a los que no dicen las jaculatorias… ¡que inmenso número de gracias y favores habrán perdido!

Es bastante posible -aunque no fácil- decir esas jaculatorias 1000 veces al día. Pero si no puedes decir 1000, por lo menos dilas 500, o 200 veces diarias.

Todavía otra poderosa oración es:

“Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las Misas dichas en el mundo en este día, por las Almas del Purgatorio”.

Nuestro Señor mostró a Santa Gertrudis un vasto número de almas dejando el Purgatorio (¡cerca de 1000 cada vez que se la recitaba!). Y yendo al Cielo como resultado de esta oración, la cual la Santa acostumbraba decir frecuentemente durante el día.

El acto heroico consiste en ofrecer a Dios en favor de las Almas del Purgatorio todos los trabajos de satisfacción que practicamos en nuestra vida y todos los sufragios que serán ofrecidos para nosotros después de nuestra muerte. Si Dios premia tan abundantemente la más insignificante limosna dadas por un pobre hombre en Su nombre,

¿Qué inmensa recompensa Él no dará a aquellos que ofrecen sus trabajos de satisfacción en vida y muerte por las Almas que Él ama tanto?

Este acto no evita que los sacerdotes ofrezcan Misas por las intenciones que ellos deseen, o que los laicos no recen por algunas personas u otras intenciones. Aconsejamos a todos realizar este acto.

LAS LIMOSNAS AYUDAN A LAS SANTAS ALMAS

San Martin dio la mitad de su manto a un pobre mendigo, sólo para darse cuenta después que se lo había dado a Cristo. Nuestro Señor apareció al Santo y le agradeció.

El Beato Jordan de la Orden Dominica, nunca podía rehusar dar limosnas cuando se lo pedían en el nombre de Dios.

Un día él se había olvidado su monedero. Un pobre hombre imploraba una limosna por el amor de Dios.

En vez de descartarlo, Jordan, por entonces un estudiante, le dio su más preciado cinturón, el cual el apreciaba mucho.

Poco tiempo después, el entró a una Iglesia y encontró su cinturón circundando la cintura de una imagen de Cristo Crucificado.

El también, había dado sus limosnas a Cristo. Todos damos limosnas a Cristo.

En conclusión:

  1. Dar todas las limosnas que podamos.
  2. Pedir todas las Misas que estén en nuestro poder.
  3. Escuchar todas las Misas, cuantas más, mejor.
  4. Ofrecer todas nuestras penas y sufrimientos por la liberación de las Almas del Purgatorio.
  5. Así liberaremos incontable cantidad de Almas del Purgatorio, las cuales nos pagarán 10000 veces más.

LO QUE HACEN LAS ANIMAS BENDITAS POR AQUELLOS QUE LAS AYUDAN

San Alfonso María Ligorio decía que, aunque las santas Almas no pueden ya lograr méritos para sí mismas, pueden obtener para nosotros grandes gracias. No son, formalmente hablando, intercesores, como lo son los Santos, pero a través de la dulce Providencia de Dios, pueden obtener para nosotros asombrosos favores y librarnos de los demonios, enfermedades y peligros de toda clase.

Está más allá de toda duda, como ya hemos dicho, que nos devuelven miles de veces cada cosa que hagamos por ellos. Los siguientes hechos, unos pocos de todos los que podríamos mencionar, son suficientes para mostrar cuán poderosas y generosas amigas son estas Almas.

COMO UNA NIÑA ENCONTRÓ A SU MADRE

Una pobre niña sirvienta en Francia llamada Jeanne Marie escuchó una vez un sermón sobre las Santas Almas, el cual dejó una impresión indeleble en su mente. Fue profundamente movida por el pensamiento del intenso e incesante sufrimiento que soportaban las pobres Almas, y se horrorizaba al ver cuán cruelmente eran olvidadas y dejadas de lado por sus amigos de la Tierra.

Otra cosa que la impresionó profundamente es oír que hay muchas almas que están tan cerca de su liberación, que una sola Misa sería suficiente para ellas. ¡Son retenidas largo tiempo, hasta años, sólo porque este último y necesario sufragio fue olvidado o negado!

Con una fe simple, Jeanne Marie resolvió que, costara lo que costara, ella tendría una Misa por las Pobres Almas cada mes, especialmente por las más cercanas al Cielo. Ella ahorraba un poquito, y a veces con dificultad, pero nunca falló en su promesa.

En una ocasión fue a París con su patrona, y la niña cayó enferma, por lo cual se vio obligada a ir al Hospital. Desafortunadamente, la enfermedad resultó ser de largo tratamiento, y su patrona tuvo que regresar a casa, deseando que su mucama pronto se reuniera con ella. Cuando al final la pobre sirvienta pudo dejar el hospital, y allí había dejado todos sus ahorros, de manera que sólo le quedaba en la mano un franco.

¿Qué hizo? ¿A dónde ir?

Visita de la Virgen al purgatorio

De repente, un pensamiento cruzó su mente y se acordó que no había ofrecido ese mes una Misa en favor de las Pobres Almas. ¡Pero tenía sólo un franco! Apenas le alcanzaría para comer.

Como tenía confianza que las Almas del Purgatorio le ayudarían, fue hasta una Iglesia y pidió hablar con un sacerdote, para que ofrezca una Misa, en favor de las Almas del Purgatorio. Él aceptó, aunque jamás imaginó que la modesta suma que la niña ofreció era el único dinero que la pobre niña poseía.

Al terminar el Santo Sacrificio, nuestra heroína dejó la Iglesia. Una cierta tristeza nubló su rostro, y se sintió totalmente perpleja. Un joven caballero, tocado por su evidente decepción, le preguntó si tenía algún problema y si podía ayudarla.

Ella le contó su historia brevemente, y finalizó diciendo cuanto deseaba trabajar. De alguna manera se sintió consolada por la forma en que el joven la escuchaba, y recobró la confianza.

“Será un placer ayudarte” dijo. “Conozco una dama que en este momento está buscando una sirvienta. Ven conmigo”. Y dicho esto le guio hasta una casa no muy lejos de allí y le pidió que ella tocara el timbre, asegurándole que encontraría trabajo.

En respuesta al toque de timbre, la dama de la casa abrió ella misma la puerta y preguntó a Jeanne Marie que quería. “Madame” dijo ella, “me dijeron que usted está buscando una mucama. No tengo trabajo y me agradaría tener el puesto”.

La dama estaba perpleja y replicó: “¿Quién pudo haberte dicho que necesitaba una mucama? ¿Hace sólo un par de minutos que acabo de despedir a la que tenía, acaso te has encontrado con ella?”

“No, Madame. La persona que me informó que usted necesitaba una mucama fue un joven caballero”.

“¡Imposible!”, exclamó la señora, “Ningún joven, de hecho nadie, pudo haberse enterado que necesitaba una mucama”.

“Pero Madame” —dijo la niña, apuntando un cuadro en la pared— “ése es el hombre que me lo dijo”.

“¡No, mi niña, ese es mi único hijo, que ha muerto hace ya más de un año!”

“Muerto o no” —aseguró la niña— “él fue el que me trajo hasta aquí, y aún me guio hasta la puerta. Vea la cicatriz en la frente. Lo reconocería donde fuera”.

Luego, le contó toda la historia, con su último franco, y de cómo ella obtenía Misas por las Santas Almas, especialmente por las más cercanas al Cielo.

Convencida al final de la veracidad de la historia de Jeanne Marie, la dama la recibió con los brazos abiertos.

“Ven, pero no como mi sirvienta, sino como mi querida hija. Tú has enviado a mi queridísimo hijo al Cielo. No tengo duda que él fue el que te trajo a mí”.

COMO UN NIÑO POBRE LLEGÓ A OBISPO, A CARDENAL Y A SANTO

San Pedro Damian perdió a su padre y madre apenas nació. Uno de sus hermanos lo adoptó, pero lo trataba con aspereza, forzándolo a trabajar muy duro y alimentándolo muy mal y con escasa ropa.

Un día encontró una moneda de plata, que representaba para él una pequeña fortuna. Un amigo le aconsejó que lo usara para sí mismo, pues el dueño no podría ser hallado.

Para Pedro era difícil establecer en que lo gastaría, ya que tenía todo tipo de necesidades. Pero cambiando de pensar en su joven mente, decidió que lo mejor que podía hacer era pedir una Misa por las Almas del Purgatorio, en especial por las almas de sus queridos padres.

A costa de un gran sacrificio, transformó su pensamiento en hechos y las Misas fueron ofrecidas. Las almas del Purgatorio devolvieron su sacrificio más generosamente. Desde ese día en adelante notó un gran cambio en su destino.

Su hermano mayor lo llamó a la casa donde él vivía, y horrorizado por el maltrato que padecía, lo llevó a vivir consigo. Lo trató como a su propio hijo, y lo educó y cuidó con el más puro afecto.

Bendición sobre bendición, los más maravillosos talentos de Pedro salieron a la luz, y fue rápidamente promovido al sacerdocio. Algún tiempo después él fue elevado a la dignidad de Obispo, y finalmente Cardenal. Además, muchos milagros atestiguan su santidad, tanto que luego de su muerte fue canonizado y declarado Doctor de la Iglesia.

Estas maravillosas gracias vinieron a él después de una Misa ofrecida por las Santas Almas.

UNA AVENTURA EN LOS APENINOS

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Un grupo de sacerdotes fueron convocados a Roma para tratar un asunto de gravedad. Eran portadores de importantes documentos, y una gran suma de dinero les fue confiada para el santo Padre.

Atentos al hecho que los Apeninos, los cuales habían de cruzar, estaban infestados de forajidos, eligieron un guía de confianza. No había por aquel entonces túneles ni trenes para cruzar las montañas. Se encomendaron a la protección de las Animas Benditas del Purgatorio, y decidieron recitar el De Profundis cada hora por ellas. Cuando llegaron al corazón de las montañas, el que iba más adelante de todos dio la voz de alarma a la vez que espoleaba a los caballos a todo galope.

Mirando alrededor, los sacerdotes vieron a ambos lados del sendero fieras bandas de forajidos fuertemente armados y apuntándoles. Se vieron en una emboscada y estaban a la completa merced de los delincuentes. Después de una hora de temerario avance, el guía paró y mirando a los sacerdotes, dijo: “No puedo entender cómo escaparon. Esta gente nunca perdona a nadie”.

Los padres estaban convencidos que debían su seguridad a las Santas Almas, como luego se confirmaría con un hecho que disiparía toda duda. Cuando concluyeron su misión en Roma, uno de ellos fue destinado a la Ciudad Eterna, como capellán de una prisión.

No mucho después, uno de los más feroces bandidos en Italia fue capturado, y condenado a muerte por una larga serie de asesinatos y esperaba la ejecución en su celda. Ansioso de ganar su confianza, el capellán le contó sus aventuras, entre ellas las de los Apeninos.

El criminal manifestó gran interés en la historia. Cuando terminó el curita su relato, el asesino exclamó:

“¡Yo fui el líder de esa banda! Estábamos seguros de que ustedes portaban dinero y estábamos decididos a matarlos y saquearlos. Pero una fuerza invisible nos impidió disparar, pues queríamos hacerlo pero no podíamos”.

El capellán luego le contó al delincuente cómo se habían encomendado a la protección de las Almas del Purgatorio, y que ellos atribuían su liberación a su protección. El bandido no tuvo dificultad en creer. De hecho, hizo su conversión mucho más fácil. Murió con arrepentimiento.

CÓMO PIO IX SE CURÓ DE SU MALA MEMORIA

El venerable pontífice Pio IX designó a un Santo y Prudente religioso llamado Tomaso como Obispo de la Diócesis. El sacerdote, alarmado por la responsabilidad puesta sobre él, comenzó encarecidamente a excusarse. Sus protestas fueron en vano. El Santo Padre sabía de sus méritos.

Agobiado por la aprehensión, el humilde religioso solicitó una audiencia con el Santo Padre y le confesó que tenía mala memoria, lo que resultaba ser un grave impedimento en el alto oficio encomendado a él. Pio IX respondió con una sonrisa: “Su diócesis es muy pequeña en comparación con la Iglesia Universal, la cual yo llevo sobre mis hombros. Tus cuidados son livianos en comparación con los míos.”

Agregó: “Yo también sufría un grave defecto de la memoria, pero prometí decir una ferviente oración diaria por las Animas Benditas, las cuales, en retribución, han obtenido para mí una excelente memoria.

Usted debería hacer lo mismo, estimado Padre, y tendrá en qué regocijarse”.

CUÁNTO MAS DAMOS, MAS RECIBIMOS

Un hombre de negocios en Boston se unió a la Asociación de las Santas Almas y dio una alta suma de dinero anual para Misas y oraciones en favor de éstas. El Director de la Asociación se sorprendió de la generosidad del caballero, pues sabía que no era un hombre rico. Él le preguntó amablemente un día si las limosnas que él generosamente daba eran completamente suyas o eran colectas que el realizaba de otros.

El hombre respondió: “Todo lo que doy es mi propia ofrenda. No se alarme. No soy rico, usted piensa que doy más de lo que tengo. No es así, lejos de perder con mi caridad, las Animas Benditas ven que gano considerablemente más de lo que doy; a ellas no les gana nadie en generosidad”.

EL IMPRENTERO DE COLONIA

William Freyssen, da su testimonio de como su hijo y esposa recobraron la salud gracias a las Almas del Purgatorio. Un día le encargaron imprimir un librito sobre el Purgatorio. Cuando realizaba las tareas de corrección del texto, su atención fue captada por los hechos narrados en el libro. Él aprendió por primera vez las maravillas que las Santas Almas pueden obrar por sus amigos.

Por aquel tiempo su hijo cayó gravemente enfermo, y pronto su estado se volvió desesperante. Recordando lo que había leído acerca del poder de las Santas Almas, Freyssen hizo la promesa solemne de imprimir mil libritos a su propia expensa, con su firma impresa. Fue a la iglesia y, una vez dentro, hizo un voto solemne. En ese momento una sensación de paz y confianza inundaron su alma.

A su retorno a casa, su hijo, que no podía tragar ni una gota de agua, pidió algo de comer. Al día siguiente estaba fuera de peligro y pronto, completamente curado. Al mismo tiempo, Freyssen ordenó imprimir los libros del Purgatorio para ser distribuidos, sabiendo que la mejor forma de obtener ayuda para las almas sufrientes, era interesando a mucha gente sobre el tema. Nadie que sabe sobre el sufrimiento de estas pobres almas, niega una oración a ellas.

El tiempo pasó, y una nueva tristeza se cernía sobre este imprentero. Esta vez su amada esposa cayó enferma y a pesar de todos los cuidados iba cada vez peor. Perdió el uso de razón y quedó casi completamente paralizada, de modo que los doctores no le dieron muchas esperanzas.

El marido, recordando todo lo que las Almas del Purgatorio habían hecho a su pequeño hijo, corrió otra vez a la Iglesia y prometió solemnemente, como otrora, imprimir 200 de los libros del Purgatorio, en principio, como urgente socorro de las Animas Benditas.

La aberración mental de su esposa cesó, y comenzó a mover su lengua y extremidades. En un corto período ella estaba perfectamente sana.

LA CURA DEL CANCER

Joana de Menezes cuenta de su cura. Ella estaba sufriendo de un cáncer en la pierna y sumergida en un profundo dolor. Recordando lo que había oído sobre el poder de las Almas del Purgatorio, ella resolvió poner toda su confianza en ellas y ofrecer nueve Misas por ellas. Prometió publicar en el diario su curación, si esta se llevaba a cabo. Gradualmente el tumor y el cáncer desaparecieron.

UN ESCAPE DE UN ASALTO

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El Padre Luis Manaci, un celoso misionero, tenía gran devoción a las Almas del Purgatorio. Se encontró una vez realizando un viaje peligroso, pero con mucha confianza pidió a las Animas Benditas que lo protegieran de los peligros que se iría encontrando. Su camino bordeaba una zona desértica, en la cual se sabía que estaba infestada de peligrosas gavillas.

Cuando se encontraba rezando el Santo Rosario por las Almas, cuál no fue su sorpresa, de verse rodeado de una custodia de espíritus benditos. Pronto el descubrió la razón. Había pasado por una emboscada, pero las Santas Almas lo rodearon y lo taparon, tornándolo invisible para los miserables que buscaban su vida. Lo acompañaron hasta que estuvo seguro y fuera de peligro.

VOLVER A LA VIDA

El Prior de Cirfontaines nos cuenta su historia: “Un joven de mi parroquia cayó enfermo de fiebre tifoidea. Sus padres vencidos por la pena y me pidieron que lo encomendara a las oraciones de los miembros de la Asociación de Santas Almas. Era un sábado. El chico estaba a las puertas de la muerte. Los doctores probaron todos los recursos, todos los remedios. Fue en vano. No podían hallar nada para mejorarlo. Yo era el único que tenía esperanzas. Sabía del poder de las Santas Almas pues había visto lo que podían hacer. El domingo rogué a los Asociados de las Santas Almas para que rogaran fervientemente por nuestro amigo enfermo. El lunes el peligro había pasado. El muchacho estaba curado”.

¡LEELO Y DESPIERTA!

“En mi larga vida”, escribe un sacerdote,” vi muchas manifestaciones de generosidad de los católicos por los pobres y necesitados, de acuerdo con lo que Nuestro Señor nos mandó hacer.”

“También noté que algunos católicos son, por supuesto, muy generosos y buenos. Algunos se preocupan por los pobres, otros por los enfermos. Leprosos, pacientes de cáncer, deficientes mentales, todos tienen amigos. Algunos prefieren ayudar a los jóvenes, los corazones de otros prefieren a los ancianos”.

“Lo más extraño de todas las cosas, es que nunca encontré ni un hombre, ni una mujer que se haya dedicado por completo, de todo corazón, a la más grande de las caridades, por los más necesitados, esto es, por las santas Almas del Purgatorio. Debe haber algunos que lo hacen, pero en mi larga y variada experiencia, no encontré ninguno”.

¡Y las palabras de este sacerdote son pura verdad!

Apelamos a aquellos que todavía no se han dedicado a sí mismos a alguna forma particular de caridad, para que se dediquen con todas sus energías a las Animas Benditas. Hagan todo lo que puedan personalmente, e induzcan a otros a hacer lo mismo.

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Fuente: Foros de la Virgen


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