mundo – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 27 Sep 2024 17:24:10 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Una coraza contra el mundo https://www.reinadelcielo.org/una-coraza-contra-el-mundo/ Fri, 27 Sep 2024 09:34:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=409 ]]> Corremos la página de la revista que está en nuestras manos y surge algo que conmueve nuestra alma, algo que no debiéramos mirar. Por un lado, sentimos un cosquilleo en varias partes de nuestro cuerpo, nuestros ojos bambolean dubitativamente pero no pueden apartarse de lo que se ve allí. No hay dudas, algo ocurre en nuestro interior, y sin embargo eso que se manifiesta ante nuestra alma es dulce y atractivo, como un suave y letal veneno. De inmediato nos imaginamos que Jesús está sobre nuestro hombro mirando la misma página de la revista y con una mueca violenta aparta la mirada. Demasiado tarde, pero finalmente corremos la página y distraídamente pretendemos que nada ha ocurrido, pero la verdad es que esa imagen quedo retratada en nuestras retinas, en nuestra alma, y volverá una y otra vez a reclamar su presa: nosotros.

Escuchamos como la conversación se va acalorando, se pone intensa y toca cada vez zonas más prohibidas. De repente no resistimos e intervenimos con una expresión que contiene palabras que no son exactamente dignas de un hijo de Dios. En el momento de pronunciarlas sentimos la conmoción que provocan en la audiencia, el efecto buscado. ¡Ahora me prestarán atención! Sin embargo, algo más ocurre en nuestro interior: nos sentimos avergonzados de hablar de esa manera, de ensuciar con barro pestilente nuestra boca, y nos imaginamos a la Virgen viéndonos en ese momento y emitiendo una exclamación de espanto ante la vista del hijo envuelto en un fango verbal inesperado.

Leer

La experiencia de caer en el pecado nos pone, en el momento de ocurrir, sujetos a dos sensaciones totalmente opuestas: por una parte el dulzor perfumado, inconfundible, turbador y seductor del pecado mismo. Surge esa clara sensación de haber tenido el valor de cruzar una frontera más, de haber podido transgredir, de ser rebelde, desobediente. El pecado tiene la misma efectiva publicidad que vemos en la televisión para convencernos de comprar su producto, a veces con un mensaje vulgar y ruidoso, pero muchas otras con sutiles y sensuales llamados a las partes donde se esconden nuestras mas profundas miserias: nuestra vanidad y sensualidad.

Pero, en esa batalla espiritual que vivimos en cada acto de nuestra vida, también experimentamos el sacudón, ese calor que sube por nuestro cuerpo y se instala en nuestro rostro y orejas, indicando a las claras que algo hicimos mal. Es claramente vergüenza, culpa, remordimiento, y un bombardeo de pensamientos que nos gritan ¿por qué hiciste eso? Y la respuesta no viene clara, porque nuestra alma está aún embotada del perfume del pecado, y no sabe si darle cabida al perfume o al calor en el rostro que nos indica que algo hicimos mal,

Vivimos inmersos en el mundo, por lo que estas pequeñas o grandes experiencias de tentación seguida de pecado ocurren a diario, demasiado a menudo. Me sucede a veces el ver adolescentes que en pocos meses cambian totalmente su modo de hablar, y no se dan cuenta que eso ocurre porque se han metido en un circulo donde se habla de ese modo. El alma queda entonces manchada de tal forma que los demás vemos luego esas manchas de modo ostensible. ?De la boca sale lo que en el alma habita?. A veces los veo relatar programas de televisión con gran interés y risotadas, mientras ellos no comprenden que están manchando su alma con cosas que no son buenas. Baste pensar en Jesús mirando ese programa sentado junto a nosotros en nuestro sillón preferido, compartiendo la diversión y risotadas. Imposible, ¿verdad?

¿Son estas acaso cosas menores a las que no debemos prestar atención? Yo creo que si debemos prestar atención, si es que no queremos ir a la batalla espiritual desarmados y faltos de entrenamiento. Nuestra capacidad de construirnos una coraza que nos proteja de las tentaciones y provocaciones del mundo configura probablemente la principal arma que debemos tener como soldados de Jesús.

San Patricio construyó en Irlanda hace siglos esa coraza con oración, y aun hoy la rezamos. Los invito a conocerla, a rezarla, a meditarla, porque fue hecha hace más de 1500 años y sin embargo no ha perdido vitalidad en lo más mínimo. Es que el misterio de la iniquidad (el mal) no ha cambiado mucho. Sigue usando las mismas estratagemas para tentarnos y arrastrarnos a nuestra propia perdición.

La Coraza de San Patricio nos llene de rechazo por las cosas malas que nos ofrece el mundo. Por las habladurías, las imágenes de impureza, las palabras que no debieran salir de nuestra boca, los dichos o miradas hirientes. En fin, que la Coraza de San Patricio nos enseñe a tenerle verdadero asco al pecado, para que nos revuelva el estomago la sola idea de pecar, y nos de paz y consuelo la idea de callar, mirar mansamente lo que ocurre, dar vuelta la cabeza cuando es necesario hacerlo para evitar ver u oír lo que no nos hace bien, y evitar la curiosidad y habladurías malsanas.

San Patricio

Coraza de San Patricio

Me envuelvo hoy día y ato a mí una fuerza poderosa;
La invocación de la Trinidad, la fe en las Tres Personas, la confesión de
La unidad del Creador del universo.

Me envuelvo hoy día y ato a mí:
La fuerza de Cristo con Su Bautismo,
La fuerza de Su Crucifixión y Entierro,
La fuerza de Su Resurrección y Ascensión,
La fuerza de Su Vuelta para el juicio de la eternidad.

Me envuelvo hoy día y ato a mí:
La fuerza del amor de los querubines,
La obediencia de los ángeles,
El servicio de los arcángeles,
La esperanza de la resurrección para el premio,
La oración de los patriarcas,
La visión de los profetas,
Las palabras de los apóstoles,
La fe de los mártires,
La inocencia de las santas vírgenes y
Las buenas obras de los confesores.

Me envuelvo hoy día y ato a mí el poder del Cielo,
La luz del sol, el brillo de la luna,
El resplandor del fuego, la velocidad del rayo,
La rapidez del viento, la profundidad del mar,
La firmeza de la tierra, la solidez de la roca.

Me envuelvo hoy día y ato a mí:
La Fuerza de Dios para orientarme,
El Poder de Dios para sostenerme,
La Sabiduría de Dios para guiarme,
El Ojo de Dios para prevenirme,
El Oído de Dios para escucharme,
La Palabra de Dios para apoyarme,
La Mano de Dios para defenderme,
El Camino de Dios para recibir mis pasos,
El Escudo de Dios para protegerme,
Los Ejércitos de Dios para darme seguridad
Contra las trampas de los demonios,
Contra las tentaciones de los vicios,
Contra las inclinaciones de la naturaleza,
Contra todos los que desean el mal de lejos y de cerca
Estando yo solo en la multitud

Convoco hoy día todas esas fuerzas poderosas que están entre mí y esos males
Contra las encantaciones de los falsos profetas,
Contra las leyes negras del paganismo,
Contra las leyes falsas de los herejes,
Contra la astucia de la idolatría,
Contra los conjuros de las brujas, brujos y magos,
Contra las curiosidades que dañan el cuerpo y el alma del hombre.

Invoco a Cristo que me proteja hoy día:
Contra el veneno, el incendio, el ahogo, las heridas,
Para que pueda yo alcanzar abundancia de premio.

Cristo conmigo, Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí,
Cristo en mí, Cristo bajo mí, Cristo sobre mí,
Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda,
Cristo en la anchura, Cristo en la longitud, Cristo en la altura,
Cristo en el corazón de todo hombre que piensa en mí,
Cristo en la boca de todos los que hablan de mí,
Cristo en todo ojo que me ve, Cristo en todo oído que me escucha

Me envuelvo hoy día y ato a mí una fuerza poderosa;
La invocación de la Trinidad, la fe en las Tres Personas,
La confesión de la unidad del Creador del universo.
Del Señor es la salvación. Del Señor es la salvación. De Cristo es la salvación
Tu salvación, Señor, está siempre con nosotros.
Amén


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El dolor es el arado https://www.reinadelcielo.org/el-dolor-es-el-arado/ Fri, 16 Aug 2024 10:48:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=443 ¿Cuántas veces hemos escuchado la parábola de la semilla sembrada en distintos suelos? La hemos comprendido, y también tratamos de entender qué clase de suelo somos nosotros, si el camino, o el costado del camino, o las zarzas, o el campo fértil. Meditamos la realidad de la semilla, que debe caer, enterrarse y recibir humedad, para poder estallar y morir dando paso a la vigorosa planta de trigo que va a producir ciento por uno. Sabemos que la muerte de la semilla es lo que da paso a la fructificación de la fuerza que viene de la tierra, del agua, el sol, el aire. Dios nos enseña, a través de este paralelo con la tarea del sembrador, a comprender la importancia de la negación de nosotros mismos, reflejada en la muerte de la semilla que da vida.

Sin embargo, la semilla es en realidad la Palabra de Dios, el mensaje que debe llegar a la tierra y producir el milagro de la vida, vida eterna. Nosotros somos la tierra, sea buena o mala, preparada o inhóspita. Tierra que recibe la semilla para producir o secar, para dar libre espacio al desarrollo de la planta, o para ahogar, para dar alegría al labriego, o dolor y hambre durante el invierno espiritual. Como tierra que somos, debemos estar preparados para recibir la semilla, para ser dignos receptores de la Palabra que tantas veces pasa por nuestros oídos sin producir efecto alguno en nuestra alma. Como tierra estéril, solemos matar la semilla sin darle ninguna humedad ni abrazarla como negro humus pleno de nutrientes, humus que huele a vida al recibir la lluvia primaveral. ¿Quién no siente una alegría inmensa al sentir el olor a la tierra mojada por las primeras gotas de lluvia? Así, Dios se alegra al ver el efecto de la lluvia de Gracia sobre nosotros, que cual tierra fértil nos alistamos para recibir la semilla del Verbo, Su Palabra.

Sembrar

¿Cuál es la herramienta, entonces, que abre la tierra y prepara el surco para que entre firme y segura la semilla? Pensemos en un campo de tierra negra, limpio y sin malezas, tierra húmeda y con olor a vida. Veamos entonces como la Mano de Dios arroja la semilla, Su Palabra, que cae en cada surco y se instala allí segura de poder germinar, brotar, y dar frutos más que suficientes. La herramienta es el arado, frió metal que corta la tierra y separa el material orgánico a derecha e izquierda, empujado por la fuerza de la mano del sembrador que firme y segura guía la tarea del dueño del campo.

En la vida espiritual el arado es el dolor, dolor que abre nuestra alma y la prepara para recibir la semilla de la Palabra que despierte nuestra dormida fe. Cuando en nuestra alma no hay dolor, hay vanidad y seguridad humanas que hacen que la semilla quede posada en la dura superficie de la tierra sin arar. De este modo, el alma que se siente segura, sin necesidad de ayuda Divina, rechaza la semilla. Dios sabe que somos así, lo que no deja de provocarle gran dolor. Sin embargo, en Su Infinita Misericordia, no interrumpe Su esfuerzo salvador. El trata de romper la costra dura que cubre el terreno de nuestra alma, costra de vanidad y soberbia, exceso de confianza en uno mismo y autosuficiencia, ¡omnipotencia! Qué locura, el hombre reviste su alma de duro metal, que resiste y rechaza la Palabra y la ayuda Divina.

El arado rompe, despedaza, abre, expone el alma al exterior para que la lluvia prepare, para que el sol germine la semilla. El dolor redime, cuando el alma responde al llamado. El arado-dolor produce el efecto de la Cruz, Madero Glorioso desde el que Jesús abrió un enorme surco en el mundo, para que Su Palabra entre y germine dando frutos de Salvación eterna. Como tierra que quiere ser fértil, no podemos rechazar el dolor sino agradecerlo como esfuerzo del Labriego Celestial que nos prepara en humildad y mansedumbre para poder recibir la simiente de la Palabra Eterna. Dios nos quiere mansos y humildes, sencillos y entregados a Su Voluntad, dispuestos a tomar la cruz-arado que El nos envía con la sabiduría del Labriego Divino.

El arado no se detiene, abre profundas grietas en las almas del mundo y de cada hombre. A veces la tierra responde y se prepara para la Gracia que se avecina, muchas otras veces se cierra sobre si misma y rechaza la herramienta del Labriego. Qué doloroso es para Dios ver que el dolor enviado a un alma produce un efecto contrario al amor, originando más resentimiento y odio contra Dios. Enojarse contra el Labriego Celestial y contra Su arado de dolor es una falta no solo contra Dios, sino también una falta grave de inteligencia humana. Bastan los miles de ejemplos que nos muestra la historia, donde se ve a las claras que los grandes hombres se acrisolaron en el dolor, nunca en la opulencia. Entonces, si no es porque se comprende la Gracia espiritual que el dolor representa, el hombre debiera al menos comprender que el dolor nos hace crecer en términos humanos. Lo que no me mata me hace crecer, dice el dicho popular. Y Dios, en este caso, está de acuerdo con esta frase producida por el ingenio del hombre.


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¿Quién puede comprender? https://www.reinadelcielo.org/quien-puede-comprender/ Mon, 22 Jul 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=451 ]]> ¿Quién puede comprender lo que se siente? ¿Cómo explicar lo que vibra en nuestro interior, cuando amamos a Jesús? Un abismo nos separa de la tierra, y con melancolía pensamos en la Casa del Padre, ¡cómo quisiéramos estar allí! No hay palabras que puedan describir lo distantes que nos sentimos del mundo y sus vanidades, como rechazamos aquello por lo que se desviven las multitudes. Son estados de ánimo en que Jesús nos pasa el arado de ida y de vuelta, por encima y por revés, para que estemos más preparados que nunca para lo que viene, para la siembra. ¡Es que Él quiere asegurarse una gran cosecha!

Extasiados y enredados en Sus lazos silenciosos, sentimos que nuestra alma sabe bien que detrás del arado viene la Palabra y luego la lluvia de Gracias. Nuestro espíritu se fortalece porque sabe que ya viene la época linda, del brote verde y tierno de la obra nueva, de los campos espigados y mansamente oscilantes y sujetos a los jugueteos de las ondas del viento. De la satisfacción infinita, que a nada se puede comparar, de ver que algo podemos hacer que alegra y hace sonreír a nuestro Señor.

Reino de Dios

De sonrisas, de sonrisas del Señor, ¡de Gloria! En definitiva, de un domingo de Pascuas en que temprano por la mañana tu alma va de la mano de Magdalena, entran al huerto y le gritan a una voz, ¡Raboni! Y El las mira sonrientes, Eterna mirada que atrapa, y abrazo que endulza y da vida. Es como si lo viera al Padre en este momento observando como tú y Magdalena, de la mano, hablan sobre nuestro Buen Jesús, y ríen y lloran de alegría ¡Está Vivo!

Quien puede comprender estos inefables sentimientos, estas explosiones del alma que nos muestran recuerdos que nunca existieron, pero que están ahí, vívidos, esperando salir de nuestro interior. Quien puede escucharnos y comprender, saber que esto es la verdadera felicidad. Que somos así, madera de otro Reino, frutos de un árbol de amor, quijada que muerde una causa y no la suelta, porque es amarrados a ella que queremos vivir, dulcemente esperando que llegue nuestra hora de ser actores de Su guión, de Su historia.

Por un minuto de Su sonrisa, damos una vida, entregamos el dolor. Por un minuto de Su Voz, damos el Reino, para que El lo tome y lo abra a quien sabe que otros, que necesitan de nuestra amistad con el Señor para ser aceptados. Reino que viene, que crece y se va, pero que se construye aquí, con estas pequeñas muestras de amor entre hermanos. Como ahora, querida alma, como ahora. Un mimo del Señor, una caricia, un rato para estar con El. Un abrazo sutil que nadie comprende, que nadie ve, sólo tú y El. A nadie lo dices, a nadie puedes explicar lo que se siente. Pero tú bien sabes que es El el que ha hecho nido en tu corazón, ahora que has sabido encontrarlo.

¡Señor, haz de mi vida una oración! ¡Haz de mi pensamiento un haz de luz que suba hasta Tus Pies! Una palabra de amor, una mirada de agradecimiento, una sonrisa cómplice, una voz que se eleva en mi interior y me dice que si, que somos dos amigos que se confían cada pequeño paso de mi vida. Ahora eres Tu el que sugiere, ahora soy yo el que habla. Ahora es un tiempo de Gracia porque sencillamente, Señor, estás caminando sobre el mundo. El Cielo se ha abajado a la tierra, y las piedras se abren a Su paso, para mayor Gloria de Dios.


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Las almas son Mi Casa https://www.reinadelcielo.org/las-almas-son-mi-casa/ Sat, 01 Jul 2023 11:07:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=606 Las aguas estaban calmas, no había hombre ni bestia salvaje en el mundo aún, todo eso estaba en la paleta del Pintor Celestial. Era de mañana temprano, y una tenue bruma flotaba sobre el mundo desierto, expectante por lo que estaba por ocurrir. Él miraba desde Su lugar, desde lo alto, y pensaba cuantas cosas ocurrirían con el paso de los siglos en esa esfera azulada que acababa de crear.

Un día, un día lejano, Él mismo se iba a calzar las Carnes y los Huesos del Hombre e iba a caminar por ese mundo. Lo sabía bien, Carne y Sangre que iban a derramar sobre la tierra yerma la esencia de lo que Él mismo era, Palabra, Verbo, Mensaje, Salvación. ¡Que día extraordinario sería ese! Lo que más Le atraía de ese pensamiento era la idea de quien iba a ser Su Madre terrenal. Ese solo sueño, sueño de Dios, consolaba Su Corazón dolido por aquellos sufrimientos que sabía iba a soportar.

Y luego, el mundo arrancó su loca carrera, y ya nunca se detuvo, hasta hoy. Nosotros vivimos aún en esa esfera azulada que Él creó aquel día, cuando también creó el tiempo mismo. El tiempo ha corrido, y ha visto sucederse cosas maravillosas, y muchas tragedias también, mientras nosotros nos miramos el ombligo sin siquiera pensar donde estamos parados.

Esta esfera azulada que se llama Tierra, y que aún sigue girando, ya recibió la visita de la Palabra Creadora, del Verbo de Dios. Él vino, nos habló, nos hizo comprender quién era en realidad, dejó que lo matemos como a un Cordero Inocente, y Resucitando de entre los muertos pasó una buena cantidad de días con nosotros. Muchas cosas nos dejó antes de marcharse, pero sin dudas que el principal legado es Su propia Presencia en la forma de Pan y Vino.

¿Por qué hizo esto? No alcanzan todos los libros y los teólogos del mundo para explicar la profundidad y el pleno alcance del Milagro Eucarístico, Milagro que aún hoy sigue ocurriendo cada día en todos los altares de la tierra, de forma gratuita, sin más requisito que el de un Sacerdote celebrando la Santa Misa. Pero quizás debamos meditar en el aspecto más simple de ese Trocito de Pan en el que, por nuestra fe, sabemos se encuentra realmente Presente el mismo Dios, Jesucristo Rey del Universo.

El Rey de la Creación se quiso esconder en una insignificante pieza de trigo transformada en Pan, para que nosotros lo comamos convencidos de que al hacerlo incorporamos al mismo Dios a nuestro cuerpo. ¿Por qué hace Dios esto? Yo creo que Dios, con este gesto de Amor extraordinario, nos grita en cada Misa con una Voz que resuena en todo el universo:

¡Las almas son Mi Casa!

La creación

Este grito de amor incondicional se redobla en el momento en que, con extrema devoción, nos presentamos ante el Sacerdote para recibir el Pan de Vida. ¡Tu alma es Mi Casa! nos dice Dios en ese momento, redoblando el mensaje de Pablo que proclamaba con lengua de fuego que “El cuerpo del hombre es el Templo del Espíritu Santo”. Y si Jesús mismo entra en nuestra casa a través de la Eucaristía, donde habita el Espíritu Santo como Templo Sagrado que nosotros debemos honrar, pues es que entonces somos Casa del Padre también. Es la misma Casa maravillosa que nos prepara Jesús, Casa que tiene muchas habitaciones, para que vivamos allí la plena felicidad.

Dios Único, en Su Santísima Trinidad, se regocija en nuestras almas, que son el Jardín Sagrado donde El desea descansar y gozar, porque somos el centro del fruto de Su Creación. El Señor del Universo creó todo, cielos, estrellas, mares y montañas, pero la maravilla más extraordinaria que El creó es este pequeño espejo de Si Mismo, nuestro cuerpo y nuestra alma.

Mírate hermano por un momento, porque eres la niña de Sus Ojos, Su debilidad y Sus desvelos también, eres el motivo por el que se desgrana esta loca carrera que es la historia del mundo. Mírate, ahora mismo, en el espejo de la eternidad, espejo en el que los siglos corren como segundos, y los minutos demoran milenios. Allí estás tú, parado y en silencio contemplando este acto único e irrepetible de tu Creador, que es tu propia existencia. Él te dice con Voz clara: “Tu alma es Mi Casa”. El quiere habitar en ti, y ser feliz allí, contigo. Hazle un lugar santo y bueno, como sólo El se merece. Un lugar limpio y pleno de paz, sin malezas, sin estridencias. Un lugar en el que los Ángeles canten

“Hosanna al Señor, Hosanna en las alturas, Bendito el que aquí habita, en Nombre del Señor”


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El dueño del mundo https://www.reinadelcielo.org/el-dueno-del-mundo/ Fri, 03 Jan 2020 11:00:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=337 En mi país existe una costumbre popular bastante difundida: muchos camiones y vehículos de carga tienen escritas frases en su parte trasera, ideadas para demostrar el ingenio del conductor a quienes se topan con estos obstáculos en la ruta. De este modo, mientras volvía de un viaje de algunas horas por la llanura pampeana me encontré con una frase delante de mi vista que llamó mi atención. Decía así:

“No soy el dueño del mundo, pero soy el hijo del Dueño”.

Mi primera reacción fue negativa: ese señor se me estaba presentando como dueño ya no sólo de la ruta, impidiendo mi paso, sino mucho más: ¡como hijo del propio dueño del mundo!. Entonces comprendí de inmediato cuanto amor cristiano había en esa frase. ¡Era verdad!. Este hombre me daba una lección de inmensa sabiduría: me había topado nada menos con que un orgulloso hijo de Dios, que me lo decía con toda claridad y sencillez. Y me lo hacía notar poniendo en claro que su Padre era absolutamente dueño de todo lo Creado, ya no sólo el camión y la ruta, sino de mi auto y de los que íbamos en él también. Pero eso me hacía a mi también hijo del mismo Dueño de la Creación, por lo que éste hombre pasó de ser un estorbo a mi paso, ¡a ser mi propio hermano!.

Puestas así las cosas, yo sonreía mientras le agradecía a Dios por poner pequeñas muestras de Su Sabiduría en lugares tan sencillos y cotidianos. ¡Qué poco hace falta para testimoniar el amor por Dios, mostrándolo en la herramienta de trabajo, como lo hizo aquel conductor de camión!.

Espíritu Creador

Somos los hijos del Creador de todas las cosas, que duda cabe. Somos dignos herederos del Reino que nos espera, también. Muchas veces recorremos la vida sin siquiera darnos cuenta de nuestro destino de grandeza, un destino espiritual que trasciende todas las miserias que rodean muchas veces a nuestra vida. Testimoniar ser hijos de Dios nos hace recordar a los demás cuan intrascendentes son los obstáculos de nuestro día, si los ponemos a la Luz de la vista de Cristo. Claro que no somos los dueños del mundo, aunque a veces actuemos como pavos reales, como si realmente lo fuéramos. Pero somos los hijos del Dueño, por lo que debemos actuar honrando su Santo Nombre en todo momento. Nuestros actos deben demostrar quien es nuestro Padre, de tal modo que logremos invitar a los demás hijos del mismo Padre a reconocerse también miembros del Reino de Dios.

La ruta de la vida es larga y diversa, llena de obstáculos que tratan de quitarnos a Dios de nuestro corazón. Pero siempre encontramos letreros que nos indican el trayecto correcto, el camino a Dios, aunque a veces aparezcan en el lugar menos esperado. Como aquel camión que un día me recordó que por encima, muy por encima de las superficialidades de este mundo, está nuestro Padre Celestial cuidándonos y abrigando nuestro corazón con sus caricias y muestras de amor.

Padre, que elegiste a la Criatura más Perfecta para ser el Arca que recree la Nueva Alianza, que a través de su Seno Virginal enviaste a Tu Hijo a derramar Su Sangre por nosotros, y que derramas Tu Santo Espíritu como ola que barre este mundo, abre nuestros corazones y sonroja nuestros rostros con una santa emoción, la emoción de reconocernos amados y esperados por Vos en Tu Casa, cuando el tiempo sea el indicado por tu Santa Voluntad.


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6 historias de vida que dan fe del poder de la caridad y el amor https://www.reinadelcielo.org/6-historias-de-vida-que-dan-fe-del-poder-de-la-caridad-y-el-amor/ Thu, 28 Feb 2019 20:05:55 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=20461

«Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber?…» (Mateo 25, 36)

Debemos aprender a mirar con el corazón. Prender fuego: «En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! (Lucas 12, 49-53) «No tengáis miedo a las exigencias del amor de Cristo. Temed, por el contrario, la pusilanimidad, la ligereza, la comodidad, el egoísmo; dirigiéndose a cada uno, repite: «Contigo hablo, levántate» (Marcos 5, 41) (S.S.Juan Pablo II). Esto se refleja necesariamente hacia los demás: Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto». (1 Juan 4, 20)

La Caridad se hace concreta en el servicio a los hermanos

De esa relación con Dios, con su misma mirada, debemos aprender a mirar toda la realidad, a nosotros mismos y a los demás. Esa mirada de fe es camino seguro hacia la felicidad. Muchas veces, el S.S. Francisco nos recuerda que la Caridad implica «mirar a los ojos, tocar, hablar, abrazar el que sufre». Tener un contacto físico, oler a ovejas, ensuciarse los zapatos.

Además, esa caridad obra milagros. Transforma la vida de aquellos que son amados por Dios. Es el encuentro de Jesús consigo mismo. Acordémonos del pasaje del Buen Samaritano (Lucas 10, 29 – 37). Nosotros, saliendo al encuentro del hombre tirado en el piso, somos Cristo que sale a su encuentro. Pero el hombre mismo tirado a lo largo del camino, es Cristo clamando nuestro auxilio.

La Caridad es camino hacia la felicidad

La caridad es tan poderosa, la vida misma de Dios, que obra maravillas. Obra milagros en aquellos que se dejan tocar por el Señor, y, se disponen dócilmente a ser instrumentos de su gracia. Nos saca de nosotros mismos. Dejamos de mirarnos «el propio ombligo», y ser el centro de atención, para salir generosamente a servir y sacrificarnos por los demás. Esto tiene consecuencias incalculables, que pueden curar incluso enfermedades psiquiátricas.

Yo mismo soy testigo de cómo el «amor al otro Cristo que habita en su enfermedad» sana nuestra propia enfermedad y transforma la vida de muchos, de aquellos que padecen desde drogadicciones y vicios, hasta enfermedades como la depresión o angustias existenciales. Personas que creían haber perdido toda esperanza y entusiasmo para vivir, la recobran nuevamente, gracias al encuentro con Dios. Descubren un camino hermoso, lleno de alegría, hacia la felicidad. La caridad cristiana es camino seguro y auténtico para alcanzarla.

¿Dónde tienes puesto tu corazón?

Hay una condición fundamental que nos pide Cristo si queremos seguirlo en ese sendero hermoso del amor: el desapego de los bienes de este mundo. Aunque sean cosas buenas y necesarias, debemos tener la capacidad para desapegarnos de las seguridades, y muchas veces el sentido de nuestra vida, que depositamos en cosas materiales, para poder seguirlo con todo el corazón. Lo vemos claramente en el pasaje del Joven Rico (Marcos 10, 17 – 30), que se va triste, luego que Cristo le pide que venda sus cosas y, después de dárselas a los pobres, lo siga. No podemos seguir a dos señores (Mateo 6, 24 – 34) .

Finalmente, la persona que vive y es testimonio de caridad, convierte y arrastra a otros, personas que tan solo tengan una rendijita abierta en su corazón. Como dice el Evangelio, «Si tuvieras fe como un grano de mostaza» (Mateo 13, 31-35), moveríamos montañas de indiferencia. ¿Qué estamos esperando? El mundo está muriendo, cae a pedazos, y nosotros tenemos el tesoro más grande, la perla preciosa… no tengamos miedo y dejemos que Cristo entre en nuestros corazones. Hasta que «ya no soy yo quien vive, sino que sea Cristo quien viva en mí». (Gálatas 2, 20)

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Fuente: Catholic-link


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El velero https://www.reinadelcielo.org/el-velero/ Fri, 18 Jan 2019 12:07:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=309 Ancla, brújula y vela. Tres herramientas que nuestra vida espiritual requiere para poder navegar en este mundo, adaptándonos a las cambiantes condiciones que este mar tumultuoso nos propone cada día.

El ancla es muy importante cuando arrecian los vientos de la tentación, cuando el tentador hace uno de sus tantos esfuerzos para arrancarnos y llevarnos hacia las rocas, hacia la destrucción. Es cierto que nuestra naturaleza humana conlleva el pecado de origen, por lo que la batalla durará mientras tengamos vida, pero también es verdad que cuanto más nos hayamos dejado arrastrar por los vientos de la tentación y más cerca de los acantilados estemos, más difícil es la Salvación. El ancla es muy importante, porque es nuestra fe la que debe mantenernos a pie firme, evitando caer en las tentaciones, evitando ser arrastrados por la fuerza del que nos instiga a realizar los más variados actos que entristecen a Dios. ¡Resistir!. ¡Resistir!. Esa es la clave cuando el tentador nos empuja con violencia hacia su rumbo, cuando todo a nuestro alrededor parece gritar que es “lógico y natural” ir en el curso que el mundo indica. Ser fuertes, no ceder, esa es la misión del ancla que sostiene y defiende al velero en la tempestad.

Barco al cieloLa brújula es el instrumento que necesitamos cuando es hora de navegar, de poner un rumbo cierto a la nave, y no se sabe cual es el destino correcto que nos lleve a mares tranquilos, a la Paz del Señor. A veces sopla una brisa que nos desorienta, no podemos identificar si es un viento seguro, que nos lleva por la senda del bien, o si es una falsa opción, una senda atractiva pero incierta en su destino final. Es entonces cuando hay que apelar a la brújula espiritual: la oración. El diálogo directo con el Señor, o a través de Su Madre o de Santos y Angeles actuando como intercesores, constituye la verdadera brújula espiritual. En la oración no sólo daremos gracias y encontraremos consuelo, sino que pediremos ayuda y orientación a Dios, pediremos que El nos muestre los signos que hagan nuestro rumbo cierto y confiable. Y Dios nos dirá que tracemos el rumbo en base a nuestro norte magnético: el amor. Cuando veamos los frutos del amor en un rumbo, y me refiero al verdadero amor como lo definió San Pablo, estemos confiados en que ése es el camino seguro.

Y finalmente la vela. Cuando los vientos del tentador hayan pasado y cuando la brújula nos indique el rumbo correcto, encontraremos el soplo del viento de Dios que hinchará nuestras velas espirituales y nos llevará presurosos hacia los mares del Señor. Nuestra nave se deslizará rápida y segura, confiada y estable, pese a las olas y las corrientes que atravesemos en nuestro derrotero. Y las velas son nuestras obras: nuestro trabajo en la Viña del Señor, el diario alabar a Dios a través de nuestros actos de vida. Las velas se hinchan con el viento y lo transforman en fuerza que mueve la nave, en acción. Están firmemente sujetas al casco del barco a través del palo y el resto de la arboladura. Del mismo modo, las virtudes y talentos que Dios nos dio son como la estructura del velamen del barco, todo puesto al servicio de capturar el viento Divino y transformarlo en acción, en obras que son manifestaciones concretas y tangibles del amor de Dios por nosotros. Como el barco, somos un instrumento que transforma el soplo del Espíritu Santo en acción, en resultados palpables para beneficio del Plan de Dios.

¿Ya adivinaste quien está detrás del ancla, la brújula y la vela?.

Es el Espíritu Santo nuestra ancla y fortaleza cuando la tentación intenta arrastrarnos, es nuestra brújula que nos marca la Divina Voluntad cuando no encontramos el rumbo, y es el viento que hincha nuestras velas y nos da verdadera vida, porque sopla en la dirección que más nos conviene, llevándonos a los mares a los que Dios desee llevarnos, guiados por la Divina Providencia.


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Película “Máquina del tiempo” https://www.reinadelcielo.org/pelicula-maquina-del-tiempo/ Tue, 14 Apr 2015 20:56:46 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=3905 Pensar cómo será el vida cristiana en el futuro puede ser algo que nos llame la atención. ¿Seguiremos creyendo en Dios? ¿Qué valores primarán en nuestras sociedades? ¿Qué lugar ocupará Dios en la vida de las personas?

Tal vez sean las cuestiones que no podremos asegurar cómo serán, aunque tal vez intuyamos cómo será el mundo dentro de cien años, por ejemplo.

Esta película, situada en una época pasada nos lleva a mirar el cambio de las personas creyentes a lo largo del tiempo. “Máquina del tiempo” puede, tal vez, ayudarnos a reflexionar.

¡Te invitamos a ver la película!

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