matrimonio – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Mon, 22 Jan 2024 17:57:45 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 El matrimonio de la Virgen María y San José https://www.reinadelcielo.org/el-matrimonio-de-la-virgen-maria-y-san-jose/ Mon, 22 Jan 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=2246 El matrimonio de María y de José es una verdad clara y repetidamente enseñada en el Evangelio. En una primera etapa se celebraba el matrimonio legal (verdadero matrimonio hasta tal punto que si a la mujer se la sorprendía en adulterio se la podía lapidar) y después de un tiempo, un año más o menos, el esposo la llevaba solemnemente a su casa. Antes, pues, de convivir con María, José es el esposo de María. Por eso el ángel de parte de Dios le dice que no tema tomar a María, su mujer, en su casa.

Pues bien, “el hecho de ser ella la esposa prometida de José está contenido en el designio mismo de Dios”(RC 1), lo que significa que San José pertenece al orden hipostático. Cuando Dios se dirige a él lo hace en calidad de esposo de María, y lo que ha sucedido en ella por obra del Espíritu Santo es una afirmación del vinculo esponsal, existente ya entre María y José Y este vínculo esponsal se había realizado por voluntad de Dios y, consiguientemente, hay que conservarlo. En su maternidad divina María tiene que continuar viviendo como una virgen desposada con un hombre llamado José. De ahí que intervenga de nuevo el Señor por medio del ángel y le diga a José que tiene que tomar a María, su mujer en su casa para ratificar y culminar este matrimonio. “En estas palabras de la ´anunciación nocturna` José escuchó no solo la verdad divina acerca de la inefable vocación de su esposa, sino que también vuelve a escuchar la verdad sobre su propia vocación. Este hombre justo que en el espíritu de las más nobles tradiciones del pueblo elegido amaba a la Virgen de Nazaret y se había unida a ella con amo esponsal, es llamado de nuevo por Dios a este amor”(RC 19).

El matrimonio de José y María es un matrimonio que se realiza por voluntad de Dios, especialmente en la segunda etapa. Es un matrimonio llevado a cabo por el Espíritu Santo, en el que prima el más sublime y más puro amor. Como dice le Abad Ruperto de Deutz: “Oh matrimonio verdadero y santo, matrimonio celeste y no terreno, pues ¿cómo o en qué estuvieron maritados? Ciertamente en que entre ellos no había más que un espíritu, una sola fe; sólo no existió allí la corrupción de la carne…en que la vida de los esposos y su unión era totalmente celeste, del Espíritu Santo era el amor conyugal de ambos, cuyo trato era en los cielos y en ambos tenía la primacía. Dios había encomendado a la mujer a la fe de este marido, y formando la humanidad (de Jesús) de la carne de la Virgen había infundido radicalmente, totalmente en este varón paterno el amor a aquel niño que de ella nacía” (Commentarium in Matheum, l.I, PL 170,3919). “Su amor, como hombre, ha sido regenerado por el Espíritu Santo… José, obediente al Espíritu Santo, encontró justamente en él la fuente del amor, de su amor esponsal de hombre y este amor fue más grande que el que de aquel varón justo podía esperarse, según la medida del propio corazón humano”(RC 19)

María, unida a José, el hombre justo, por un estrechísimo vínculo de amor y José, mediante el sacrificio total de sí mismo, expresa su amor generoso hacia la Madre de Dios haciéndole don esponsal de sí (RC 20); se aman con abismos de amor que hay en sus corazones; estos abismo de amor son la grandeza de María, en sentir de Santa Teresita.

Y como el matrimonio es el máximo consorcio y amistad, -al que de por sí va unida la comunión de bienes- se sigue que si Dios ha dado a José como esposo a la Virgen María se lo ha dado no solo como compañero de vida, testigo de la virginidad y tutor de la honestidad, sino también para que participase por medio el pacto conyugal de su excelsa grandeza”.(RC 20).

Este amor es la vida de la Sagrada Familia, la Trinidad de la tierra, para dar a entender que si el amor es la esencia de la Trinidad del cielo –el amor que su esencia se decía- lo es también de la Trinidad de la tierra. No se comprende que María pertenezca al orden hipostático y que no pertenezca san José, que por el matrimonio es carne de María. Es el matrimonio de José y María el que es ordenado por voluntad de Dios desde toda la eternidad a la realización del misterio de la Encarnación.

“La familia de Nazaret, inserta directamente en el misterio de la Encarnación constituye un misterio especial. Y –al igual que en la Encarnación- a este misterio pertenece también una verdadera paternidad: la forma humana de la familia del Hijo de Dios, verdadera familia humana formada por el misterio divino. En esta familia José es el Padre.”(RC 21).

Este matrimonio de José y María, contenido en el designio eterno de Dios, inspirado y llevado a cabo por el Espíritu Santo y realizado por voluntad expresa de Dios en su segunda etapa, está totalmente ordenado y únicamente a acoger el misterio de la Salvación, al Salvador del mundo, que tenía que nacer por disposición de Dios desde la eternidad de una virgen María, desposada con un hombre llamado José.

P. Román Llamas, ocd

fuente: http://www.bloguerosconelpapa.org

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La conversión de una científica https://www.reinadelcielo.org/la-conversion-de-una-cientifica/ Wed, 17 Feb 2021 21:48:26 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=25421

La Vida es un regalo. La vida nuestra y la vida de nuestros seres queridos. Qué pena que no lo sintamos cada día con la intensidad que lo sentimos cuando nace un hijo o cuando alguien se cura de una enfermedad que no tiene cura de forma milagrosa. La vida es un regalo y un milagro. Hace unos días estuve en contacto con alguien que tiene una persona cercana, con COVID-19, con la cual se ha visto frecuentemente. Inevitablemente temí contagiarme, yo y mis seres queridos. Temí que alguno de nosotros fuera a enfermar y morir. Y reflexioné de qué me arrepentiría si muero. Sin dudas, de muchas cosas que podría haber hecho mejor, de muchas cosas que podría haber agradecido más, de muchas cosas que podría haber amado más. Pero lo que me surgía una y otra vez, era no haber terminado de escribir mi testimonio de Fe. Lo empecé al inicio de la cuarentena y aún no lo he terminado. Espero que este temor de perder el maravilloso regalo de la Vida me empuje a terminarlo para Gloria de Dios.

Querida Misión de María, Nuestra Señora del Cielo

Hace tiempo que siento en mi corazón el deseo profundo de testimoniar todo lo que significó y significa para mi María, Nuestra Señora del Cielo. A pesar de este enorme y profundo deseo, muchas veces quise sentarme a escribir esta historia, pero por un motivo u otro nunca tenía tiempo o nunca me animaba. Es increíble como encontramos siempre excusas para no ocuparnos de lo realmente importante.

Si tuviera que resumir lo que ocurrió en mi vida desde que la conocí a María, Nuestra Señora del Cielo, creo que las palabras más simples y claras para expresarlo serían ¡ELLA ME CAMBIÓ LA VIDA!

No sé cómo contar la historia, ni siquiera sé cómo empezar, pero confío en que el Espíritu Santo ilumine cada palabra que escriba para transmitir con fidelidad la historia de mi conversión, la historia de mi alma, que aún es una historia que se escribe día a día, pero hace relativamente poco tiempo dio un vuelco increíble y me permitió nacer de nuevo. Creo que agradecer es lo primero que debo hacer. Agradecerle a María por el amor maternal que me da, agradecerle que me haya buscado y me haya sacado de esa vida sin Dios. GRACIAS Reina del Cielo, Gracias por Cambiarme la Vida.

Todo empezó con el amor. Me enamoré de un chico bueno y católico. Aunque él se enamoró más de mí, en un comienzo. Y me invitó a salir. Él ya sabía lo que quería. Quería casarse conmigo. Yo dudaba, pero poco a poco me fui enamorando. Me gustaba pasar el tiempo con él, hablábamos de cosas profundas, pero a veces la razón me nublaba. Esa cruz que tenía colgada del cuello me ponía nerviosa. Para mí en ese momento que Seba fuera católico era algo negativo, me aterraba. Me imaginaba cosas raras, ritos extraños, hipocresía, machismo. Lo único que había escuchado toda mi vida respecto de la iglesia era negativo, ¿por qué debería dudar? Me crie en una familia atea, o más bien, una familia progresista que rechazaba totalmente a la Iglesia católica y todos sus exponentes. La Iglesia, la religión, Jesús y María para mi eran desconocidos. Y lo desconocido da miedo.

Sin embargo, Dios se las ingenia para llegar a los corazones de sus hijos. Busca las maneras y no se da por vencido. Ya había tenido un novio católico. Una relación muy inocente que terminó al tiempito. Nuevamente me había enamorado de un chico católico. Una y otra vez me preguntaba, ¿Cómo puede ser?, habiendo tantos ateos!!!! Pero su corazón y su mente me atraían, conocí a su familia y la luz de Cristo que brillaba en ellos me deslumbró. Pero aún no lo entendía, ni lo veía con esta claridad. Había muchas contradicciones en mi corazón. Eso que yo racionalmente rechazaba, me atraía. No quería ir a lo de Seba porque bendecían la mesa ¡Qué nervios me daban cada vez que era la hora de comer! No sabía ni qué
tenía que hacer. Para cada rincón de la casa que miraba, había un santo, un cuadro de la Virgen, una cruz. Me atraía y lo rechazaba. Sentía Paz en su casa llena de hermosas imágenes religiosas, pero también pensaba con mi mente racional, ¿No será mucho?

Si bien mis padres habían sido formados en colegios cristianos y se habían bautizado y tomado la comunión, mi grado de ignorancia respecto a la religión era desmedido. No sabía nada y lo poco que sabía eran distorsiones, información equivocada de la doctrina, de las tradiciones. Pero yo creía que sabía mucho y hasta opinaba con mucha seguridad sobre temas que ni siquiera entendía. Cuando conocí a Seba tenía 26 años y no sabía el padrenuestro, ni hablar del credo, el avemaría, ni ninguna de las oraciones que ahora rezo fervorosamente. No sabía que era un Santo, no entendía que Navidad era la celebración del Nacimiento de Cristo, para mi Pascuas era un feriado largo y que era una misa superaba todo mi entendimiento. A la iglesia había entrado contadas veces para algún casamiento, pero mi actitud era burlona y superada. Y de la Virgen, ¿Qué sabía yo de ella? ¡¡¡¡Nada!!!! Solo que la gente decía que había una mujer que había tenido un hijo llamado Jesús, siendo virgen. Como mínimo para mí era raro, ¿cómo podía haber gente en el siglo XXI aun creyendo eso Mucho tiempo después entendí que todas esas imágenes eran de la misma María que se aparecía en diversos lugares para llegar al corazón de sus queridos hijos.

En la casa de Seba había algo que me recordaba a la casa de mis padres, había una biblioteca llena de libros. Siempre amé leer desde pequeña. Ir a la biblioteca y elegir algún libro siempre era una aventura para mí. Bastó tener un poco de confianza con la familia de Seba para animarme a acercarme y ver los libros que allí había. Pero esa biblioteca era otra cosa. No era igual a la de la casa de mis padres. Estaba llena de luz y verdad, la vida de santos, testimonios de conversión, libros sobre caridad, sobre el catolicismo. Yo mientras seguía inmersa en mi mar de dudas y buscando respuestas me acerqué. Empecé leyendo libros. Eso sabía hacerlo. No tenía miedo de leer. Nada de lo que leyera podía cambiar mi pensamiento (al menos eso me decía mi mente). Eran simples libros. Y empecé por uno, seguí por otro, y otro más. Primero los más simples, relacionados a la vida matrimonial según el catolicismo. No quería llevarme sorpresas. Ya habíamos decidido casarnos. Sería en una ceremonia mixta entre una atea y un católico. Seba nunca me presionó. Su familia tampoco. Ese respeto enorme por mi individualidad y mi pensamiento me conmovía y me impresionaba. Compartían su Fe, pero no la imponían.

Teníamos un acuerdo claro con Seba. Lo único que él me pedía, lo único que no iba a negociar era el bautismo de nuestros hijos. Después tendríamos que discutir todo. Me parecía razonable. Si bien yo no entendía el sentido del bautismo y ni siquiera estaba bautizada, me parecía lógico ceder si para él era importante.

En 2011 por trabajo tuve que ir a Montreal, Canadá por tres meses. Viajé sola, justo allí vive la prima de Seba, Inés. Ella me hospedó en su casa sin siquiera conocerme. Que increíble su caridad, su paz. Ella también tenía una biblioteca. Nuevamente fui a ese lugar que tanto me gustaba. Agarré un libro pensando que era una novela interesante “La Sombra del Padre” de Jan Dobraczyński. Nunca me imaginé que era la historia de San José. ¡Como me conmovió ese libro y cuanto me ayudó a entender que Navidad era la celebración del Nacimiento de Jesús! Hoy me resulta increíble que no lo hubiera entendido antes. En la casa de mis padres, se celebraba Navidad, siempre ha estado el arbolito y por tradición también el pesebre, pero el centro era la reunión familiar, los regalos, la comida, el brindis. Con tantas cosas, me distraje y nunca lo vi ahí tan pequeño, en el pesebre, al pequeño Niño Dios. Justo, leí la historia de San José, en Montreal, donde se encuentra el Oratorio San José, construido por obra del Santo Hermano André. Con Inés empecé a ir a misa un poco por curiosidad, un poco para conocer la ciudad. Los templos eran hermosos y si bien no entendía nada, porque las misas eran en francés, me gustaba ese momento. Por primera vez, me animé a ir sola al Oratorio. Estaba siempre abierto. Era enorme. Gente de todas partes del mundo arrodilladas ante el mismo Dios. Fue la primera vez que me animé a ir sola a un templo. Sin dudas, era el lugar que más me gustaba de Montreal. Intentaba rezar. En Canadá nadie me conocía. Me sentía libre como para buscarlo a Dios. Al volver a Argentina, eso cambiaba. Aumentaba mi resistencia. ¿Qué pensarían mis amigas si ahora me volvía católica? ¿Qué pensaría mi familia si ahora me volvía católica?

Ocurrió que, en 2012, por trabajo, Seba tenía que ir a Boston por cuatro meses antes de casarnos. Luego, al volver a Argentina, nos casaríamos a los 15 días. Yo vivía sola en Capital, a unas cuadras de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Por mi trabajo, lo más normal es hacer cursos y capacitaciones. Estando sola en Argentina, pensé “no da que no sepa nada de catolicismo y me case con Seba, tengo que hacer un curso”. Nuevamente, volví al mundo que conocía. Hacer cursos era inofensivo. ¿Qué podía pasar? Fui a la iglesia. ¡Que nervios! Me preguntaba si las iglesias estaban abiertas todo el día, o cerraban. Para mí era imposible identificar si había misa o no adentro. Fui. Entré. Me crucé con una señora muy amable que Dios puso en ese momento y en ese lugar y le pregunté si sabía quién podía informarme sobres cursos. Ella me informó, ya que era la responsable de los cursos de bautismo, y justo había empezado un curso para una chica de mi edad que se estaba por casar. Me dijo, si te queres sumar, nos organizamos y venís con la chica que ya empezó. Claro que iría, y por supuesto le aclaré, yo solo quiero tomar el curso. No me voy a bautizar. Solo quiero saber un poco más de la Fe de mi futuro marido. Que amorosa fue la mujer de todas maneras. Yo esperaba hostilidad y encontré cobijo. El curso duró unos meses, nos encontrábamos las tres en la iglesia y Tony nos enseñaba cosas básicas de religión, de la misa, de rezar, nos transmitía su fervor. Era una enamorada de la Virgen de Medjugorje. Pero qué difícil salir del racionalismo. Cuando lo conocí a Seba no sabía nada de Dios y María, pero era bioquímica y estaba haciendo el doctorado en el desarrollo de nuevas vacunas. La racionalidad dominaba mi corazón y mi mente. Todo muy lindo, me conmueve, me cobija, me emociona, pero….. ¿Virgen?, ¿resurrección? ¿Cómo lo explico?

Ya podía aceptar que dentro de la iglesia hay curas y gente buena. Pero dar el salto de la Fe era mucho más difícil, al menos para mi mente humana. Por eso Ella tenía que intervenir. ¡Ella tenía que cubrirme con su manto maternal para que mis dudas descansaran en su regazo y me abrazara a la conmovedora buena noticia de la Vida Eterna!

Mientras Seba estaba en Boston, Vivi, su mamá, me invitó varias veces a comer por algunos festejos familiares. En esos encuentros aprovechó y me invitó a mi primer cenáculo. Fue en la Iglesia Santa Teresita. Me senté en el banco de la iglesia sin saber mucho que pasaría. Ni siquiera sabía rezar el rosario y aún seguía sin aprender el padrenuestro. Me resuena aún en los oídos la canción “Déjame nacer de nuevo” que sonaba en el cenáculo. ¡Me conmovía tanto! Y me sigue conmoviendo. No puedo describir exactamente cómo fue que me convertí y nací de nuevo, a una vida con esperanza, con sentido, con amor, con caridad, con belleza y por sobre todo, con Vida Eterna. Pero sé que esa canción tuvo mucho que ver. El cenáculo me conmovió. Pasé a la reflexión personal. No sabía ni entendía bien quien era Marta, pero quería estar ahí. Quería quedarme ahí. Pasé y escuché las palabras que Marta pronunciaba, pero no decía ella misma. Palabras que venían del Cielo. Mi mente no retuvo esas palabras, porque fueron directo al alma. Hice un paso, luego de la reflexión personal y lloré sin parar. No sabía ni porque lloraba. Estaba conmovida. Vivi me abrazó sin preguntar nada. Con amor. Ella si sabía lo que estaba viviendo y experimentando. Yo aun no.

Luego, Seba seguía en Boston y fui a la Jornada de Jóvenes 2012, era por la conmemoración a Santa Clara. La Fe de los jóvenes me llenó el alma, tanta alegría, tanta pureza. Todo un día hermoso. Por primera vez me acerqué a un cura que confesaba y le dije que no estaba bautizada pero que quería hablar con él. Me hizo una bendición. Estaba emocionada, conmovida. Cada actividad era mejor. Y para cerrar el cenáculo Oscar hablando de las bienaventuranzas. Al final “el felices los pobres…” no era una herramienta de dominación de los pueblos como había escuchado tantas veces. Cuanto significado tenían esas palabras de Jesús. Finalmente, un testimonio hermoso. Una pareja contó que no podían tener un bebe y que María en un cenáculo después de que los médicos les habían dicho que no había nada para hacer, les regalo la feliz noticia que serían padres. No sabía que tiempo más tarde me pasaría a mí y a mi marido algo similar. Me acuerdo el “será como en Belén, tendrás un bebé” que escuché años más tarde en otro cenáculo y me anunció la llegada de nuestro gran regalo de Dios, nuestro hijo Juan Bautista, después de varios años de búsqueda.

No sé qué día. No lo recuerdo. No sé cómo, no sé por qué. Pero finalmente dije “Me quiero bautizar”. Quiero casarme bautizada. No fue una decisión fácil. Mi racionalidad, la presión social, el qué dirán, seguían haciéndome dudar por momentos, pero algo en mi corazón me empujaba a hacerlo. Y así fue como cuatro días antes de casarme me bauticé, tomé la comunión y me confirmé. Mis padrinos eran los papas de Seba, Vivi y Arturo. Aún recuerdo cómo se emocionaron cuando les dije si querían ser mis padrinos. No podía creer su emoción. Me bautice el 21 de noviembre de 2012, pero aún tenía mucho camino por recorrer para crecer en la Fe. Pero claro, ahora era más fácil actuar para María y Jesús.

También la familia de Seba seguía ayudándome en este camino, la tía Margarita, la hermana de Seba, Luji, todos me regalaban libros hermosos. Ahora iba armando yo, mi propia biblioteca de Luz y Verdad.

Desde el día que me bauticé fui a todos los cenáculos que pude. No quería perderme ninguno. Cada uno me conmovía más, cada uno me ayudaba a crecer más en la Fe. María me iba guiando. Los primeros cenáculos eran todo cobijo, caricias para mi alma que estaba muy dolorida. Pero a medida que iba creciendo en la Fe, los mensajes que recibía también me exigían cada vez más.

Hoy, haciendo memoria, trato de transmitir por qué los cenáculos de la Misión de Nuestra Señora del Cielo fueron tan importantes en mi camino de conversión. Hoy soy otra. Hoy disfruto ir a misa, amo ese momento de encuentro con Jesús en la eucaristía, amo visitar el santísimo expuesto. Es un regalo para mi alma. Pero cuando arranqué este proceso la misa era muy difícil. La misa era como la universidad y yo estaba en jardín de infantes. En cambio, el cenáculo era simple y profundo. Era maternal. Me sentía en mi hogar. Las canciones eran hermosas. Yo no conocía ninguna, las fui aprendiendo poco a poco. Pero me conmovían. Las reflexiones al inicio del cenáculo eran tan fáciles de comprender y pasaban cosas tan extraordinarias. Empecé a invitar a mis amigas y familiares a ir. ¡¡¡Mi mundo ateo tenía que conocer esto!!! No muchos se sumaron, pero algunos sí. Y María también hizo su camino.

Uno de los cenáculos fui con una amiga. ¡Que regalo nos hizo María! Era en un SUM de un edificio de Belgrano. Estuvimos todo el cenáculo muy emocionadas y en un momento dado mi amiga me dice “sentís el olor a rosas, es impresionante”. Yo estaba a menos de medio metro, sentada justo a su lado, pero no sentía nada. Si no era mi gran amiga, nunca lo hubiera creído. María le regalo su perfume a mi amiga y a mí su presencia. Porque sabía que estaba ahí. El perfume que sentía mi amiga yo no lo sentía. Pero María nos hizo el regalo a las dos. A ella el perfume exquisito de su presencia a mí la certeza absoluta de su existencia.

Luego con Sebastián nos fuimos a vivir a Dina Huapi, un pueblito cerca de San Carlos de Bariloche. ¡¡¡¡Cómo iba a extrañar los cenáculos!!!! Una vez viajábamos a Buenos Aires por trabajo y había un cenáculo en capital. Teníamos que ir. Organizamos todo el viaje para llegar justo a aeroparque y del avión ir directo al SUM de un edificio por Belgrano. Que regalo nos hizo la Virgen ese día. Tanto a mi marido como a mí nos anunció la llegada de nuestro hijo. A mí me regaló estas palabras “será como en Belén, tendrás un bebe”.

Mi fe crecía y crecía. Y Jesús se pone más exigente. Sabe lo que es bueno para nosotros y nos pide cada vez más. A su debido tiempo. Cuando sabe que, si seguimos de su mano, vamos a poder responder. Tal como un padre amoroso educa a sus hijos. Una vez fui a un cenáculo y quedé en shock. El cenáculo fue en la sede, en el apoyo, aún no estaba el Santuario construido. Estaba ansiosa por ir. Desde que vivía en Dina Huapi no podía asistir tan seguido, así que cada vez que estaba en Buenos Aires y podía ir, era una fiesta para mi alma. No me acuerdo literalmente las palabras, pero el mensaje era claro debía hacer “una buena confesión”. Casi me muero. Pensaba ¿qué hice?, ¿qué pasó? Y la respuesta era simple. No me gustaba confesarme. No sabía hacerlo (aun ahora no sé si se hacerlo bien). Pero esas palabras me ayudaron tanto a crecer en la Fe. Tratando de entender lo que me quería decir Jesús, entendí que quería que abrazase ese otro sacramento y se valió de sus caminos para lograrlo. Hoy, deseo confesarme. Sufro de no poder hacerlo. Y aunque sigo siendo medio bruta para hacer el examen de conciencia, voy igual. Sé que Jesús está ahí y sabe en qué fallo más que yo misma, y me ayuda a ser mejor cada día.

Y como en todo proceso de conversión, después vinieron las pruebas. Cuando aún no tenía Fe, mi pasión era mi trabajo. Tengo la bendición de tener una gran vocación por lo que hago. Y claro está que Dios me iba a poner la prueba justo ahí. Porque quería estar seguro de que lo elijo a Él por sobre todas las cosas. Trabajo en ciencia, en salud animal. El proyecto más importante en el que trabajo se vincula al desarrollo de una vacuna de nueva generación para una enfermedad muy importante que afecta al ganado. En ese tema hice mi doctorado, un post-doctorado y constituye parte de mi línea de investigación actual. El proyecto tiene todo lo que un investigador puede soñar, buenos resultados, un buen equipo de trabajo y una empresa importante interesada en los resultados con la cual se firmó un convenio para avanzar en la transferencia tecnológica llegado el caso en que la nueva vacuna siga demostrando ser tan promisoria como hasta ahora.

Yo arranqué este trabajo siendo atea. Es más, arranqué este trabajo estando a favor del aborto. Obviamente estaba a favor del aborto antes de conocer a Seba, bah, antes de conocer a Dios, porque seguí estando a favor del aborto aun estando de novia con Seba. Era una representante típica de lo que hoy se llama comúnmente en Argentina “pañuelo verde”. En ese momento no había pañuelos de colores, pero si los pro-aborto y los que estaban en contra. Yo me había criado escuchando que el aborto era un derecho por el cual las mujeres debíamos luchar. Y repetía esa idea. Siempre había fantaseado con tener una gran familia con muchos hijos y no sentía que fuera algo que quisiera hacer o que alguna mujer elegiría, pero me parecía razonable que si se hace es mejor que sea legal y que si una mujer está en la difícil situación de no querer a ese bebe, era lógico que pueda elegir. Ahora me aterra pensar que tenía esos pensamientos en mi mente y mi alma. Pero los tenía y los defendía. Me acuerdo de que una vez fui a la casa de Seba y vi en el auto de su mamá pegado un cartel de “No al aborto” y pensé “que retrograda la mama de Seba”. Hoy a la luz de la Verdad y del Evangelio, comprendo a esa chica que era yo y que gracias a Dios ya no existe. Pero la comprendo profundamente. Era una persona sin Dios, sin Espíritu Santo en su interior y el Espíritu Santo nos llena de sus dones y nos ayuda a entender y comprender. Esa Anita era “la chica diez”. Super aplicada en los estudios, responsable y cumplidora, pero sin el Espíritu Santo no se puede comprender la Verdad. Caía en todas las trampas que el maligno sabe poner a la gente sin Dios. Estaba convencida que si era tan cierto que Dios existía y era tan bueno, entendería y perdonaría todo. Incluso a una mujer que había abortado.

Volviendo a las pruebas de Dios en mi vida y mi trabajo, como mencionaba antes, siempre amé mi trabajo. Para mí es una alegría poder hacer lo que hago y esa alegría no pasa por el dinero que cobro sino porque en el laboratorio y con los experimentos que hago hay un mundo infinito por descubrir. Ahora y a la luz de mi conversión, creo que esa pasión por el mundo científico y académico era también mi escape de un mundo que no me terminaba de cerrar, de un mundo cínico y perverso que no me gustaba. En las células, los procesos se escriben con moléculas químicas. No hay buenos o malos. Hay interacciones fascinantes que comandan la vida. El proyecto de la nueva vacuna empezó cuando era atea, pero creció en paralelo a mi proceso de conversión. Y un día, cuando mi corazón estaba ya enamorado de María, Jesús mismo me quitó una venda que me había tapado los ojos. Pero me la quitó cuando el proyecto ya había alcanzado una dimensión y una escala impresionante, me la quitó cuando estaba en la “cresta de la ola” de mi vida profesional. Dios quería probar si yo lo iba a elegir a Él. Y cuando estábamos por empezar a producir el primer lote piloto para avanzar en las pruebas necesarias para proseguir con el registro de la vacuna, me di cuenta de que todo el desarrollo que YO había hecho era en células humanas derivadas de un ABORTO. Ahora era una Anita de Fe, completamente en contra del aborto. Absolutamente convencida que es un crimen terrible contra Dios y contra la humanidad. Justo era 2018, el año del debate por la legalización del aborto en Argentina, así que de lo único que se hablaba en los medios, en los chats familiares, con amigos era de este tema. Me quería morir. De pronto, toda mi pasión por mi trabajo se transformó en una terrible pesadilla. Quería que todo terminara. Quería renunciar y dedicarme a ser ama de casa. Quería esconderme y no salir nunca más a mi mundo laboral.

Parte del proyecto lo realizamos en Canadá, en el instituto de investigación en Montreal al que ya había ido en 2011. Cuando me di cuenta de todo esto estábamos en Montreal. Recién habíamos llegado. Debíamos estar 9 meses, mi marido, mi hijo y yo. Mi marido por su parte también es investigador y estaba en Montreal también para trabajar. Muchas cosas se habían dado para que se logre este viaje. Muchas. Cuando uno lo ve a los ojos de Dios se da cuenta que Dios quería que estemos ahí. Los viajes de los científicos no siempre son fáciles. Siempre faltan fondos, siempre hay mucha burocracia. Un viaje de dos científicos a dos instituciones diferentes y con un hijo pequeño, todo al mismo tiempo, es una proeza. Ya habíamos estado el año anterior 4 meses y había sido bastante caótico. Esta vez, íbamos por nueve meses. El viaje de mi marido estaba mucho más organizado que el mío. De hecho, yo llegué a Montreal y mi jefe aún no había logrado conseguir los fondos para pagarme la estadía. Habíamos acordado que si no lo conseguía yo no trabajaría durante los 9 meses y renunciaría a la beca post-doctoral que tenía, porque el costo de la guardería de mi hijo era mucho más alto que el estipendio que recibía en la beca post-doctoral. Es muy específico todo lo que estoy contando, pero mi idea es transmitir como Dios nos fue ayudando en cada detalle. Dios sin dudas quería que yo este nuevamente en Canadá.

Esta era la tercera vez que yo iba al mismo laboratorio a trabajar en el mismo proyecto. Había empezado en mi doctorado, luego con un post-doctorado. Los dos viajes anteriores habían sido claramente de investigación y era yo la que había desarrollado todo un sistema para producir la nueva vacuna, moderna, recombinante, segura, pero en células humanas derivadas de un aborto. Este viaje a nivel laboral representaba todo lo que un investigador que se dedica al desarrollo de vacunas puede soñar. Esta vez teníamos que producir 10000 dosis para hacer el primer ensayo en animales para avanzar en el registro de la vacuna. Hasta ahora habíamos hecho producciones de 0,5 L como mucho. Ahora íbamos a producir 10 L en un biorreactor. Una empresa líder en salud animal estaba interesada en el desarrollo y en paralelo al viaje, la institución donde trabajo estaba preparando un convenio de transferencia de tecnología para ser firmado, hecho que sienta las bases de cómo será la transferencia tecnológica en caso de que el desarrollo llegue finalmente al mercado. Tanto en salud animal como en salud humana, de muchos desarrollos que se realizan en el laboratorio de investigación, solo algunos pocos llegan finalmente a convertirse en productos. Son muchas variables las que influyen que algo que es exitoso en la escala de laboratorio logre después un lugar en el mercado. Pero es importante que los acuerdos se firmen cuando ya los desarrollos son promisorios para evitar luego conflictos legales, de patentes y de propiedad intelectual. Es decir, aún falta para que la vacuna que estamos desarrollando llegue a ser un producto, si es que alguna vez ocurre, pero para mí como investigadora estábamos en una instancia muy prometedora. No les pasa a todos.

Ese contexto de éxito profesional, de éxito de lo que podríamos decir de las cosas del mundo era mi contexto cuando me di cuenta de que todo, todo lo que había hecho era en células derivadas de un aborto. ¡Todo lo había hecho yo! Era 100% responsable. Claro está que este desarrollo laboral había arrancado con una Anita atea y proaborto que poco sabia de las cosas de Dios. Pero ¿cómo no me había dado cuenta? Yo que soy hiper precisa en mi trabajo, cómo había pasado por alto semejante detalle. Ahora creo que Dios lo permitió por algo ¡Que poco entendimiento tenemos cuando estamos alejados de Dios!

Todavía me acuerdo el audio que le mandé a Vivi, mi madrina, para contarle lo que estaba viviendo. Fue un audio de 15 minutos. No sabía con quién hablarlo a parte de Seba. Ella y mi padrino me acompañaron en todo momento con su oración. Con su apoyo. Estando en Canadá había organizado con mi marido e Inés, la prima de mi marido que vive en Montreal hace muchos años, juntarnos a rezar el Rosario con María, Nuestra Señora del Cielo. Fue así como empecé también a formar parte del grupo de WhatsApp de Nuestra Señora del Cielo. Que bendición. En ese momento de tanta prueba espiritual cada vez que escuchaba que llegaba un audio de Marta o de Oscar, frenaba todo lo que estaba haciendo para escucharlo. Me reconfortaba el alma, me formaba.

Entonces el panorama era este: estaba en Canadá, debía estar allí por nueve meses para avanzar en la vacuna y quería renunciar a mi trabajo. Quería que todo terminara. Con mi marido pensábamos opciones, su Fe es enorme y siempre supo que Jesús estaba de nuestro lado y podríamos superar esta situación. No sabía ni cómo ni de qué forma, pero me repetía, vas a ver que en Navidad vamos a estar festejando el nacimiento de Jesús. Faltaban nueve meses para Navidad, yo no veía salida. Fueron nueve meses terribles para mí. Trataba de conservar la paz para estar bien para mi hijo y para mi familia, pero me sentía muy atribulada. Me pasaban cosas y tenía sentimientos perturbadores. Sentía el mal en una forma muy fuerte. Es muy difícil de describir en un papel lo que sentí en un primer momento. Incluso estos sentimientos de perturbación habían empezado antes de darme cuenta de que estaba trabajando con células humanas derivadas de un aborto. Habían empezado cuando llegamos a Canadá por tercera vez. Tenía sueños espantosos y me acuerdo una vez le conté a Vivi y ella me consoló diciéndome que el Padre Pio decía que si uno es atacado por el maligno es una buena señal de que vamos por el buen camino. Quería ir a la Iglesia, y estaba en Canadá. Pobre Canadá, pobres canadienses. Tantos templos cerrados, tantos templos convertidos en gimnasios, espacios recreativos, edificios. Gracias a Dios está el Oratorio San José. Íbamos prácticamente cada semana. Ahora, a diferencia del 2011, cuando lo conocí por primera vez, ansiaba llegar a la misa.

Me acuerdo el día que con mi marido nos dimos cuenta de que estaba trabajando con células de aborto. Nuestro hijo dormía. Estábamos en el living de nuestro recién alquilado departamento en Montreal, prácticamente vacío de muebles porque aún no teníamos muchas cosas. Hablando del aborto, de las líneas celulares y mi marido me pregunta: ¿y las células que vos usas de dónde vienen? Sabía que eran humanas, pero no le pude responder en forma inmediata porque me surgió la duda. HEK 293 se denominan comúnmente. Pensé un segundo y le dije: “Human Embrionic Kidney”. Mientras pronunciábamos las palabras en inglés ambos quedamos con cara de horror. El velo había caído. El mismo nombre escondido detrás de unas simples siglas nos había dicho todo. Mi corazón latía a mil por hora. ¿Qué podía hacer ahora? Empecé a sentirme completamente pecadora, sentía que yo misma había abortado a ese bebé. Empezamos a leer la historia detrás de esta línea celular para conocer un poco cómo se había originado. Procede de un laboratorio holandés donde hace muchos años a partir de tejidos de un bebe abortado se estableció la línea celular. Empezamos a buscar que dice la iglesia en relación con este tema. ¿Era pecado todo lo que yo había hecho? ¿O no era pecado? Mi corazón se sentía terrible. Y yo que no sabía confesarme, que no me gustaba confesarme. Y las palabras de cenáculo resonaron en mi corazón nuevamente “Tenes que hacer una buena confesión”. ¡Pero qué difícil acercarme a este sacramento en inglés! Por más que ya era la tercera vez que iba a Canadá, mi inglés es medio. A nivel laboral tengo mucho vocabulario y me manejo bien, pero confesarse en inglés es otra cosa. No sabía ni cómo explicarle a un cura todo esto. Ni siquiera sabía que decirle. Pero todo esto ciertamente me llevo al confesionario. En Canadá empecé a ir a confesarme todo el tiempo. No podía explicarle todo porque no me salían las palabras, pero iba. Y decía lo que me salía y le pedía a Dios que me perdone, por trabajar con esas células, por mi inglés, por todo. Solo quería que Dios me perdone.

Mi primera reacción al darme cuenta de que estaba trabajando con células de aborto fue querer renunciar. Huir. Escaparme. Claramente no era una inspiración del Espíritu Santo. Sino del otro que estaba gobernando mi alma con el temor, el miedo y la culpa. El trabajo ya estaba hecho. Si yo renunciaba nada cambiaba la historia. El desarrollo ya estaba hecho, ahora faltaba escalarlo, evaluarlo en más especies. Yo ya no era indispensable en el proyecto. Para cambiar la historia necesitaba Fe. Necesitaba que Jesús tomara el proyecto en sus manos. Porque solo el escribe derecho sobre renglón torcido. Me aferré a Dios. Rezaba el rosario todos los días, iba a misa y a confesarme siempre que podía y me entregué a la Fe como quien salta al vacío, pero con la certeza absoluta que ahí iba a estar Jesús para sostenerme.

También sabía que Dios no da batallas con trampas. Yo podía cambiar los resultados, modificarlos ilícitamente. Pero ni mi alma ni mi conciencia me lo permitían. En el laboratorio en el que trabajé en Canadá también se usan otras células que derivan de hámster, células CHO. Esas no tienen ningún problema ético ni moral. Nosotros en nuestro primer año de trabajo en el proyecto las habíamos usado, pero las habíamos descartado sin mucho fundamento técnico. ¡Ahora surgían como la alternativa! Pero tenía que convencer a mis dos jefes, el de Argentina y el de Canadá y a la gente de la empresa. ¿Cómo podía hacerlo? Si les hablaba del aborto, de Dios y de la ética, lo más probable era que me tildarán de fanática y no lograría el objetivo.

En forma providencial también resonaban en mis oídos las palabras del evangelio que muchas veces Vivi me había dicho “Hay que ser mansos como corderos y astutos como serpientes”. Mas que nunca tenía que grabarlo en mi corazón y en mi mente. El ámbito científico está dominado por voces ateas. ¿Para qué necesitamos a Dios, si los científicos creamos vida? No es mi manera de ver el mundo, pero soy plenamente consciente que hay mucho de esto en mi entorno.

Empecé a leer, buscar justificaciones racionales de por qué teníamos que retomar la investigación con las células CHO. Providencialmente también en el grupo de Canadá habían realizado dos nuevos desarrollos en células CHO que nunca habíamos explorado aún. Pero la prisa por llegar al mercado en los desarrollos tecnológicos hace que a veces se ponga un freno a la investigación para pasar a la transferencia. Esta vez, yo estaba en Canadá para hacer el lote piloto para las primeras pruebas de registro. Nadie quería seguir en etapa de investigación. Todos ansían por ver el producto en el mercado. En un conjunto de hechos que se fueron sucediendo acordamos con mi jefe de Canadá y mi jefe de Argentina evaluar las nuevas alternativas de producción de células CHO. La gente de la empresa se resistía a cambiar de las células HEK a las CHO. Eso complicaba las cosas. Fuimos paso a paso. Digo fuimos porque no fui yo sola, estaba mi familia acompañándome y sobre todo Jesús al lado mío.

Como dicen los americanos, Long story, short: para no hacer interminable el testimonio puedo contar que fueron 9 meses de martirio. Mi pasión por el trabajo se transformó en un suplicio. Empezamos a probar las alternativas en CHO en paralelo a que cumplía todos los objetivos que ya tenía planteados en la línea humana para la estadía de 9 meses, que de por sí ya eran muchos. Solo porque Jesús estuvo conmigo en el laboratorio pude hacer todo lo que hice. Trabajé el triple de lo que tenía que trabajar originalmente, tratando de no descuidar a mi marido y mi hijo de 2 años. Me dolían las manos de trabajar (pipetear, como se dice en el laboratorio). El tiempo en el que no pensaba en el trabajo, rezaba. Cuando llegaba al laboratorio, pensaba en Jesús y le rezaba “Que mis manos sean tus manos, que mi mente sea tu mente”. Y a pesar de lo que estaba viviendo, sentía que Jesús estaba conmigo en el laboratorio. En los nueve meses, todos los resultados en HEK, la línea celular humana, daban excelentes. Todo perfecto. Yo le pedía a Dios que las cosas me salieran mal (aunque ponía todo mi empeño en hacerlas bien). No me importaba la humillación de decirle a mi jefe que algo había salido mal. Prefería eso, a tener que cargar sobre mí el peso de haber hecho una vacuna en células humanas derivadas de un aborto. Pero Dios no quería eso. Todo salía perfecto. Me felicitaban todo el tiempo. Yo me quería meter bajo tierra. Fue un buen ejercicio para la vanidad y el orgullo. Eso que generaba felicitaciones en el mundo, en mi interior, en mi alma, en mi relación con Jesús, a mí me estaba avergonzando terriblemente. Los meses avanzaban y las cosas no parecían ir bien. Pero con mi marido confiábamos. Y lo menciono porque fue su enorme Fe la que me ayudaba día a día. Y María, Nuestra Señora del Cielo, con su grupo de WhatsApp. ¡Cuanto sostén espiritual recibí en cada audio de Marta y Oscar! En mi ignorancia, sus palabras claras y sencillas me ayudaban a crecer en la Fe. Y fue de la mano de María que llegué a Jesús. Primero Ella me cambio la Vida, y luego Él me la transformó completamente.

Ya era diciembre. La primera semana de enero volvíamos a Argentina y fue en ese mes tan especial que las cosas empezaron a cambiar. Luego de mucho trabajo los primeros resultados promisorios en las células de hámster empezaron a aparecer y cuando aparecieron, fueron imbatibles. ¡Porque Jesús hace nuevas todas las cosas! Los resultados en las células de hámster, con las nuevas tecnologías que exploramos, fueron muy superiores y derribaron a las células humanas, que quedaron en la historia del proyecto.

En mi corazón siento que toda esta prueba que Dios me puso en mi gran pasión por el trabajo fue la forma de llevarme a Jesús. En ese viaje a Canadá en 2018, a María, la amaba. San José también ya estaba en mi corazón. Y el santo hermano André también. Pero Jesús me costaba más. Verlo clavado en la cruz no me era simple. María me cobijaba, pero Jesús seguía siendo un poco lejano para mí. Esta prueba me llevo directo a su Pasión, a su Sagrado Corazón, y abrazando mi cruz, abracé su cruz.

Volví a Argentina y finalmente llegaron las buenas confesiones. En Canadá, cuando vivía toda esta situación, quería confesarme. Iba a la iglesia, me confesaba, pero como podía. Decía en inglés las cosas que me salían y entendía solo parte de lo que el sacerdote me decía. A pesar de esto, sentía mucha paz luego de confesarme. Nuevamente donde esperaba encontrar un dedo acusador, encontré el abrazo del mismísimo Jesús. Finalmente entendí lo que es una buena confesión, luego de vivirla. Para eso debía esperar. Pero ocurrieron, no una, varias buenas confesiones de la mano del Padre Jorge de la Parroquia La Inmaculada Concepción de San Carlos de Bariloche y del Padre Fernando de la Parroquia San José de Dina Huapi. Benditos sean nuestros sacerdotes. Benditos sean esas personas consagradas que antes de todo este proceso de conversión me generaban tanto rechazo, tanto miedo.

Mis padres decidieron no bautizarme porque creyeron que era lo mejor para mí, para que pudiera elegir yo misma mi religión. Pero no podemos amar ni elegir lo que no conocemos. La mayor libertad de mi alma la encontré en el reconocerme y aceptarme como una hija muy amada de Dios. A mi hijo Juan Bautista lo bautizamos al poco tiempo de nacer. Sintiendo con total certeza en mi alma, en mi corazón, en mi mente y en todo mi ser, que el bautismo y la Fe católica es el mejor regalo que le puedo dar a mi hijo.

Escribiría miles de hojas con detalles y vivencias, con momentos y anécdotas, con sucesos extraordinarios y personas que marcaron mi conversión, pero solo quiero a través de estas palabras testimoniar de qué manera María, Nuestra Señora del Cielo, me tomo de su mano y me cambió la vida, y con la enorme humildad de la Madre de Dios me llevó directo al Corazón de su hijo Jesús.

Ana Clara


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Testimonios de vida, de fe y de amor https://www.reinadelcielo.org/testimonios-de-vida-de-fe-y-de-amor/ Fri, 17 Jan 2020 19:50:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=23570 ]]> Muchas personas habremos dado gracias a Dios al ver el testimonio de Fe de la oración silenciosa de los jóvenes arrodillados ante la catedral de Notre Dame en llamas.

¿Un testimonio de Fe que surge al improviso ante el desastre? No. Sin quizá darnos mucha cuenta, y en medio de las divisiones que se viven hoy en la Iglesia, de faltas de fe en personas llamadas a testimoniar la Fe, estamos rodeados de esas luces vivas de Fe que, como las llamas de Notre Dame, iluminan la obscuridad que vemos a nuestro alrededor.

Y hoy quería recordar dos de esos testimonios de Fe en la Familia, en el Matrimonio como Jesucristo lo dejó en su Iglesia, en estos momentos en los que tantas familias se tambalean, y tantas `personas van al matrimonio, por desgracia, poco conscientes de que es una vocación que enriquece e ilumina toda la vida, y hasta la muerte.

María testimonio de fe y matrimonio

María fue abandonada por su marido apenas nació el cuarto hijo, y después de ocho años de matrimonio. Hombre infiel y soberbio, estuvo a punto de arruinar a toda la familia y, al final, desapareció durante quince años.

María consiguió salvar un patrimonio que le permitió trabajar con éxito, e impedir que la vida penosa de su marido acarreara la miseria para toda la familia. Los años han pasado y la alegría de ver a sus hijos caminar en la Verdad, con matrimonios firmes y rodeada de nietos, ha dado a su espíritu una paz y serenidad, sin duda frutos del Espíritu Santo.

Pasaron los años. Ya cumplidos los setenta, recibe la noticia de que su marido está desahuciado en un hospital de una ciudad vecina. Está solo, nadie le ha ido a ver en las semanas que lleva ingresado. Al recibir la noticia, María se acerca a la iglesia más cercana y pide al Señor luces.

A la mañana siguiente va al hospital, recoge a su marido que arranca en llanto apenas verla, lo lleva a casa y lo atiende con cariño hasta su muerte, un mes después. Ha tenido la paz al ver al hombre pedirle perdón de corazón; y pedir perdón al Señor, en una Confesión después de más de 45 años sin recibir ningún Sacramento. María se limitó a decir: “Es mi marido; el matrimonio es para toda la vida; y el Señor me ha dado la oportunidad de ayudarle en este último tramo”. 

Javier es otro testimonio de Fe en la indisolubilidad del matrimonio.

Padre de siete hijos, todos casados, y con unos veinticinco nietos a quienes quiere con toda el alma. Recién jubilado, hace ya cinco años, a su esposa le diagnosticaron un proceso de Alzheimer.

Después de un tiempo en casa, Elena lleva más de tres años en una residencia de enfermos; y Javier no deja de pasar un día sin hacer un trayecto de varios kilómetros en autobús para acompañarla un buen rato y hacerle compañía.

Una enfermera le comentó hace pocos días que quizá no valía la pena que se tomase ese trabajo, porque Elena no le reconocía y no le echaba de menos; además, en la residencia le atendían muy bien. Javier le oyó en silencio, sonrió, y le dijo: “Ella no sabe quién soy yo; yo sí sé quién es ella. Y se que es un regalo que Dios me ha hecho. No nos hemos separado en 40 años; y aquí seguiré viniendo hasta que el Señor disponga”.

Las luces de la Fe encienden el Cielo con más resplandor que las llamas de Notre Dame.

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Fuente: Religión Confidencial
Autor: Ernesto Juliá, sacerdote


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Un mensaje de Medjugorje transformó por completo a Patrick y Nancy https://www.reinadelcielo.org/un-mensaje-de-medjugorje-transformo-por-completo-a-patrick-y-nancy/ Sat, 16 Feb 2019 14:57:45 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=20061 En Medjugorje hay una casa de retiros llamada “Nuestra Señora del Sagrado Corazón”, con aspecto de castillo de parque temático. Es la morada de un matrimonio que fue transformado por el poder de Dios, el de Nancy y Patrick Latta. Allí acogen continuamente peregrinos y, sobre todo, sacerdotes. Y cuentan su testimonio de conversión, porque hasta 1990 ellos estaban muy alejados de Dios. Nosotros hemos podido entrevistarles para saber más de su historia.

Patrick: de monaguillo a descreído vendedor divorciado

Patrick Latta, canadiense de Vancouver, fue monaguillo de niño y su madre siempre rezó por él. De pequeño, fue a una escuela católica, pero era cara y a los 16 años dejó la escuela y se dedicó a lavar coches. Con lo que ganó, compró su primero coche por 200 dólares. Lo arregló un poco, le puso un cartel de “se vende” y lo vendió por 800. “En 1 minuto aprendí a vender coches”, dice con humor. Se olvidó de cualquier cosa relacionada con Dios y se dedicó a vender.

A los 32 años vendía coches en 7 empresas, era dueño de dos, tenía 28 personas trabajando para él… “En un buen día, vendíamos 50 coches”, recuerda. Tenía mucho dinero y lo usaba para irse de fiesta. Se casó dos veces, adulteró en ambos casos, se divorció las dos. “Nunca estaba en casa, sólo vivía para el dinero y las fiestas”. Tuvo varios hijos. Uno le dijo: “papá, me bauticé en la escuela, ahora soy anglicano”. “¿Cómo? Se supone que somos católicos”, respondió Patrick algo confuso. “Tú nunca me has dicho nada sobre la iglesia, ni siquiera me bautizaste”, dijo el chico.

Nancy: entre el New Age y la vida fácil

Nancy Patrick 2Nancy nació en Croacia, y de los 3 a los 12 años se crió en un pueblecito cerca de la capital. Aunque era la época comunista, en su pueblo había bastante libertad religiosa. Su casa estaba llena de imágenes de la Virgen. Su familia, como otros vecinos, iban a misa con tibieza, por cumplir. “Hice la primera comunión y mi madre intentó transmitirnos la fe. Pero yo veía en en misa todos adoptábamos posturas piadosas, para que nos vieran, al sentarnos, levantarnos… pero fuera del templo, nada. Me parecía mera apariencia”.

A los 12 años la familia emigró a Vancouver y Nancy buscó a Dios en todo tipo de filosofías orientales, budismos, taoísmos, new age… No dudaba de que Dios existía y era bueno, pero necesitaba encontrarlo. Terminó sus estudios de derecho y conoció a Patrick. “Era el hombre más adorable y amable, le miré a los ojos y me enamoré”, recuerda. Y además tenía dinero.

Patrick tenía muchos años más, ya se había divorciado 2 veces y ya tenia 4 hijos. Los padres de Nacy se espantaron pero ella respondió “yo vivo mi vida a mi manera”. Y se fueron a vivir juntos. Ella alguna vez fue a misa para Navidad, pero más allá de eso Dios estaba completamente lejos de su vida.

“O nos casamos o me voy”

Después de 6 años de convivencia, en 1990, Patrick se fue a navegar con unos amigos en velero, de Nueva Zelanda a Canadá, un viajecito de 3 meses. Cuando llegó, Nancy se enfadó: “o nos casamos, o me voy”.

A toda velocidad, Patrick alquiló un helicóptero, se vistieron de blanco, “yo me veía como James Bond” y con un notario se casaron en el helicóptero, con certificado civil y todo. Pero unos días después Nancy lloraba:

– ¡No me siento casada! – sollozaba ella.
– Pero ¿sabes cuánto me costó el helicóptero? -se quejó él
– ¿Por qué no nos casamos en la Iglesia? – propuso ella.
– ¡Tengo dos divorcios! ¿Cómo quieres que nos casemos por la Iglesia?
– Pues yo me voy a ver al obispo -respondió Nancy.

Resultó que el obispo conocía perfectamente el caso de Patrick porque durante 17 años trabajó estudiando la petición de nulidad de su primera esposa. Y, efectivamente, había sido un matrimonio nulo. En cuanto al segundo matrimonio, era sólo civil, no tenía ninguna validez eclesial. Por lo que podían casarse. Nancy encontró una parroquia de franciscanos croatas para casarles.

– Patrick, ¿por qué quiere usted casarse por la Iglesia, con dos divorcios, hijos sin bautizar, ni reza ni va usted a misa…? -dijo el cura.
– Es que ella se dedica a llorar…
– Os caso porque tenéis permiso del obispo, pero, Nancy, es el peor error de tu vida. Él nunca cambiará. Y, Patrick, piensa que en el matrimonio haces promesas…

“Claro, promesas… ¡yo soy vendedor de coches!”, pensó él, divertido, dispuesto a romper las promesas que hiciera falta.

Un libro de Medjugorje

Nancy Patrick 3Pasado poco tiempo, un hermano de Nancy les dio un libro de mensajes de Medjugorje. Hoy Patrick conserva ese libro y lo lleva a todas partes. Nancy lo hojeó, vio que hablaba de convertirse y pensó “yo estoy bien, que se convierta mi marido. Se lo daré, y si lo rechaza, ah, será culpa suya”. Nancy no pensaba que Patrick pudiera leer nada de ese libro.

– Toma este libro, marido pagano. Si quieres tirarlo, tíralo tú, que caerá sobre tu conciencia…
– ¿Mi conciencia? Bueno, Nancy, sólo por ti, ¡leeré un mensaje! -dijo él. Y buscó el texto más pequeño y lo leyó.

“Por última vez, te llamo a la conversión“, decía el mensaje.

“No sé lo que pasó, pero mi corazón empezó a latir y empecé a llorar“, recuerda Patrick. “Supe que eso era completamente cierto, que era un mensaje de la Virgen. Yo llevaba 30 años sin ir a la iglesia, pero dije: ‘Nancy, esto es verdad’. Y lloré porque llevaba toda mi vida en pecado mortal y sabía que yo era católico”. Fue fulminante, instantáneo. Todo lo que había aprendido de niño, como monaguillo, todo aquello era cierto e indudable.

“Consagra tus hijos al Inmaculado Corazón”

¿Dónde ir? ¿Qué hacer a continuación? En un encuentro, un sacerdote les orientó. “Quiero que consagréis a vuestros hijos al Inmaculado Corazón de María“, les dijo.

Al hijo “anglicano” lo habían expulsado del colegio por drogas. Otro bebía tanto que no podía encontrar en un párking su coche amarillo. Su hija se casó a los 17, tuvo un bebé con 18, se divorció a los 19… y Patrick le había dicho: “toma mi coche y tarjetas de crédito y busca otro tipo en California”. Su segundo divorcio 18 fue meses después… Y el cuarto hijo le dijo: “soy gay… quizá es porque mi padre nunca estaba en casa”.

Y así Patrick hizo su primera oración a Dios desde que era niño:

– Santa Madre de Dios, toma a mis hijos. Sé tú el padre que yo nunca he sido, porque yo soy un fracaso.

Y con los años las cosas cambiarían: el hijo expulsado llegó a ser un buen profesor de colegio católico, el otro dejó el alcohol, la niña ordenó su vida… Patrick y Nancy lo atribuyen al rezo del rosario y a la oración con ayuno.

Las cinco piedrecitas de Medjugorje

En ese encuentro de oración aprendieron lo que llaman “las cinco piedrecitas” de Medjugorje, con las que se construye la vida cristiana:

– la oración
– la eucaristía
– la confesión
– la Biblia
– el ayuno

“Lo que más me impresionó de la vida cristiana fue la confesión“, explica Patrick. Leyó en el el libro de mensajes de Medjugorje: “No podrás empezar la conversión sin la confesión”. Y fue a confesarse, a contar su larga lista de adulterios, divorcios, mentiras y adicciones. Cuando el sacerdote le dijo “yo te absuelvo”, Patrick rompió a llorar y abrazó al cura. “Sentí amor instantáneo por los sacerdotes. Y me impresiona el milagro de poder descargar 30 años de pecado en un sacerdote. El verdadero milagro de Medjugorje se da ahí, en los sacerdotes que confiesan y perdonan pecados“, insiste.

Hoy Patrick anima a no dejar “para más adelante” la confesión: “si alguien me dijera que piensa confesarse sólo cuando sea ya anciano, o enfermo, yo le contaría mi testimonio, le diría que a mí me cambió la vida. Dios es compasivo, sí, y por esa compasión te da los sacramentos, la confesión, sólo has de acogerlo. No te va a lanzar rayos de luz. Cuando recibes la absolución es cuando se abren las puertas del cielo”.

En su casa de retiros en Medjugorje reciben a muchos sacerdotes “porque les quiero de verdad, me gusta acogerlos. Ahora la mayoría son de Ucrania, de Oriente… una vez juntamos 150 clérigos y seminaristas, grecocatolicos, latinos y ortodoxos, todos juntos”.

Amar a María, como niños pequeños a su Madre

Después de tantos años, ¿qué han aprendido de María?

“Hay que amarla como los niños pequeños a una madre”, dice Nancy. “Si ‘crecemos’ demasiado, nos salimos de su abrazo. Ella siempre dice ‘hijos míos’ y también ‘hijitos’. Por eso, podemos ser como un pequeño Niño Jesús en sus brazos, sin crecer más allá de su abrazo”.

¿Consejos para los novios? “Que se amen lo suficiente para vivir en pureza, sin poner en riesgo la vida eterna del otro”, dice Nancy

¿Y consejos para matrimonios? “Rezar el rosario juntos“, dice Patrick. ¿No vale rezarlo por separado? “No, la Virgen pide rezar el Rosario cada día juntos. Eso es lo que nos ha unido a nosotros, que somos tan distintos. Disfrutamos en esa oración conjunta, y vamos a misa juntos, y ayunamos juntos. Rezar juntos protege a las familias”.

¿Y la importancia del ayuno? Patrick responde: “La Virgen dice que solo la oración y el ayuno frenan desastres naturales, guerras y cambian el mundo. ¡Yo tenía una guerra en mi propia casa, con mi familia caótica! Alguien enfermo no necesita ayunar, pero para alguien sano, la Virgen ni siquiera da restricciones de edad. Ayunar es muy difícil, pero puedes empezar como nosotros, rechazando primero una comida, luego limitando el té, el café, etc…. Pero la Virgen dice: “Hijitos, pedidme ayuda, no podéis hacerlo solos“. Hay que hacerlo rezando, pidiendo la paz para tu corazón, luego para tu familia, luego ya para el mundo”.

Otros acompañantes espirituales

Patrick también es devoto de Santa Catalina de Siena y Santa Faustina Kowalska. “El diario de Santa Faustina es impresionante por su enseñanza de la misericordia, creo que llegará a doctora de la Iglesia. Y me asombra que Dios Padre mismo haya hablado directamente a Santa Catalina, es el único caso que conozco”.

Patrick y Nancy tienen por director espiritual a Slavko Barbaric, uno de los franciscanos de Medjugorje, y hablan de todos ellos como maestros de enseñanza sólida, llenos amor a Dios, a la Virgen y a la Iglesia.

Por último, les preguntamos qué es lo peor que podría pasarle a Medjurgorje. “¿Lo peor?”, plantea Nancy. “Sin duda, sería que yo no viva lo que la Virgen pide. Porque lo que pase en el mundo, depende de ti, de cada uno. Lo peor es no cumplir lo que Ella pide, que es lo mismo que la Madre Iglesia ha pedido durante siglos: los sacramentos, la oración…”

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Fuente; Cari Filii

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«Walking the Wire», la canción que Jesús nos podría dedicar https://www.reinadelcielo.org/walking-the-wire-la-cancion-que-jesus-nos-podria-dedicar/ Fri, 15 Sep 2017 18:09:59 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=10201

La canción que compartimos se llama «Walking the Wire» de Imagine Dragons. Esta canción es parte de su nuevo CD Evolve que salió a mediados del 2017. Imagine Dragons son conocidos por su canción Demons, entre otras, y tienen la característica de escribir canciones con letras llenas de sentido, y ésta no es la excepción.

El término «Walking the Wire» o «Caminando sobre el cable» se refiere a la cuerda floja, que es un alambre que se estira fuertemente por encima del suelo en el que actúan los acróbatas. Caminar sobre el cable es peligroso, especialmente si no eres un acróbata experimentado, porque la caída puede matarte. “Voy a caminar sobre el cable” significa, voy a hacer cualquier cosa para demostrar mi devoción, mi amor por ti.

En principio esta canción se la dedica el vocalista del grupo –autor de la canción–, a su esposa. Nos pareció una mirada tan realista sobre el matrimonio, sobre la familia. Que es algo por lo que se lucha de todos los días y que se construye de a dos. Pero escuchándola varias veces pensamos que la letra podía ser dirigida a cualquier persona y que el que nos la dedica podría ser Jesús. Por las siguientes razones:

1. Jesús está totalmente enamorado de nosotros: al principio de la canción esta la pregunta “¿Conoces la línea que cruzaría por ti?” es decir, “¿Sabes que haría lo que fuera por ti?”. Jesús haría lo que fuera por nosotros. Él se entrego y murió en una cruz y resucitó al tercer día por cada uno de nosotros y se sigue entregando en el sacrificio de la misa todos los días.

2. Como Él nos ama, también nos hace libres: “¿Podríamos darnos la vuelta o darnos por vencidos?” Jesús no obliga a nada. Él quiere que nos acerquemos libremente y que caminemos junto a Él en todas las situaciones de nuestra vida.

3. Jesús conoce perfectamente todas nuestras tormentas, no le somos indiferentes: A veces caemos en el error de pensar que las cosas feas que nos pasan en la vida ocurren porque Dios se olvidó de nosotros o porque nos quiere castigar. Dios no nos castiga, en los sufrimientos Él quiere estar a nuestro lado en cada instante. Pero para eso tenemos que dejar que nos acompañe.

4. Jesús nos promete que va a estar con nosotros hasta el fin de los tiempos: Él nos promete que luchará por nosotros, que está luchando ahora aunque no nos demos cuenta. Está de moda pensar que es mejor hacer todo solo, que el objetivo en la vida es ser totalmente independiente y no necesitar de nadie. Pero esto no es verdad y o vemos claramente cuando lo intentamos, especialmente en temas de fe. Jesús quiere estar ahí con nosotros.

5. Podemos hacer hasta lo imposible con Jesús pero sin dejar de fijar la vista sobre Él: Finalmente no podemos dejar de acordarme del Evangelio de hace dos domingo en donde Jesús se les aparece a los discípulos caminando sobre las aguas y lo llama a Pedro a que camine con Él. Admiro la confianza de Pedro de dar el paso, dar el salto aunque todo lo de alrededor te diga que es imposible. Pero Pedro duda y se asusta cuando mira las aguas, la tempestad y saca la vista de Jesús. La clave está en poner toda nuestra confianza en El.

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Fuente: Catholic-link


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