llorar – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 11 Oct 2024 22:55:06 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Nuestra responsabilidad https://www.reinadelcielo.org/nuestra-responsabilidad/ Fri, 11 Oct 2024 11:14:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=528 Demasiadas veces nos ocurre lo mismo. En medio de conversaciones sobre las cosas de Dios surge el disgusto y rechazo hacia los católicos, en base a experiencias negativas con laicos o consagrados. Obviamente que de modo inmediato intentamos por todos los medios separar a la Iglesia, como un todo, de cualquier error que alguien en particular hubiera cometido, y argumentamos y contra argumentamos frente a la negativa a abrirse a la verdad.

La verdad es que es demasiado doloroso el mirar la historia y advertir que las grandes tribulaciones de la Iglesia han venido desde fuera, pero sin dudas facilitadas por nuestras propias falencias, errores y miserias. Ha sido siempre el mismo el costado que nos ha herido, el de la propia humanidad de los que configuramos el Cuerpo Místico de Cristo. ¿Y qué hace el Señor ante estos dolores?

Pues, sin dudas, llora.

Llora cuando los que debiéramos ser ejemplo de amor y unión, dividimos y alejamos. Llora cuando ve con dolor profundo como muchos que debieran ser consolados y recibidos con brazos amorosos, son espantados como si no fuéramos nosotros los mensajeros del amor. Llora cuando la paz que debiera brotar como un manantial es reemplazada por envidias, egoísmos y rencores.

Cruz de Iglesia

No hay manera de explicar el que en lugar de decir “miren como se aman”, se escuche de modo demasiado repetitivo ¿y son estos acaso dignos representantes de un Dios de Amor? Muchas personas se preguntan por qué Dios permite que estas cosas ocurran en Su propia Casa. Claro, ellos piensan que Dios interviene a cada instante en los actos de los que configuran su familia. No es así. El nos libera a nuestro propio albedrío, a nuestra propia voluntad, aunque eso signifique pasos de retroceso, en lugar de progreso.

No, Dios no impide nuestros errores, aunque de modo misterioso interviene en aquellas encrucijadas en que Su Voluntad se encuentra condicionada por un desvío demasiado importante. Son puntos en que El envía a quienes recobran el aliento de Su Pueblo, como lo hizo con San Francisco en la pequeña iglesia de la Porciúncula. “Reconstruye mi Iglesia”, le dijo Dios ese día al Santo de Asís. Y ese pedido significa que había algo para reconstruir, algo estaba dañado.

Si miramos el paso de la historia veremos como muchas veces estuvo nuestra Iglesia al borde de problemas demasiado serios, como cuando Santa Catalina de Siena fue inspirada a rescatar al Pontífice de una situación histórica demasiado compleja. Ella, guiada por el Señor, luchó e insistió hasta cambiar la voluntad del Papa de su tiempo. Hoy, una vez más, El nos dice “reconstruye la Iglesia”. Y nosotros, ¿reconstruimos o miramos en otra dirección? ¿Edificamos o derruimos?

Duele. Duele porque se ve con claridad como Dios se decepciona de la falta de más miembros fieles de Su familia. Somos Católicos, con orgullo. Somos pilares de nuestra Iglesia, con la frente bien alta y la felicidad de poder decirlo con alegría en la voz. ¿Lo hacemos, o nos avergüenza el defender nuestro legado de miembros de la Casa de Pedro?

Cuando nos hablen mal de los católicos, recordemos que nosotros somos la Iglesia, por lo tanto están hablando mal de nosotros. Nadie puede negar la extraordinaria obra espiritual y también solidaria que la Iglesia Católica realiza en todo el mundo. ¿Quién se atreve a criticar a quienes realizan esa obra? ¿Quién se atreve a criticar a tantas Teresas de Calcuta que pueblan Capillas, Parroquias y Catedrales?

Los que realizan malas obras dentro de nuestra Iglesia no la representan. Estarán con nosotros, pero no son de los nuestros. De tal modo no podemos permitir se confunda la obra de Dios con las miserias de unos pocos, o de unos muchos, lo mismo da. Es grande nuestra responsabilidad. Dios no espera de nosotros un silencio cómplice ante esas críticas, ni mucho menos una mirada de asentimiento. El espera una valiente defensa de Su Casa, que es nuestra Casa también.

Señor, perdona nuestras cobardías y nuestras miserias, y danos un corazón valiente, para que seamos ejemplo de bien, reflejo de Tu Bondad.


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La Paciencia de Dios https://www.reinadelcielo.org/la-paciencia-de-dios/ Fri, 11 Feb 2022 08:28:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=459 Hace pocos días escribí: Demos gracias a Dios por Su infinita Paciencia y Misericordia. Luego de hacerlo me invadió una conmoción interior: ¿tenía derecho a colocar la Paciencia de Dios al mismo nivel que Su Misericordia? ¿Y que hay del Amor? ¿Acaso no está el Amor de Dios por encima de Su Paciencia? ¿O no será quizás que la Paciencia Divina es nada más que una parte del Amor y Misericordia de Dios? ¿Es la Paciencia algo distinto, importante, en el Corazón de Jesús? Me consoló el pensamiento de que Dios tiene que ser muy paciente para perdonar y aceptar todo el olvido y traiciones a los que el hombre somete a Su Sagrado Corazón. También me tranquilizó el pensamiento de que, sin dudas, Jesús hace un extensivo uso de Su Paciencia particularmente en estos tiempos, y por ello debemos agradecerle. Allí quedó mi frase, publicada como había sido escrita.

Al día siguiente, una persona me comentó que en un Cenáculo de oración se dijo: “La paciencia es la virtud de los santos”. Una conmoción se produjo en mi interior, al advertir que nuevamente la Paciencia Divina convocaba mi atención. Feliz de haber encontrado un punto de unión en el que Jesús claramente me abrazaba, me uní al ruego de tener al menos un poco de la paciencia de los santos, reflejo de la Paciencia de Dios.

Ver a Dios

Sin embargo, hoy me invadió una nueva conmoción interior: con alegría retomé la lectura de un hermoso libro sobre la vida del Hermano de Asís, Francisco. Mi señalador me llevó al punto en que me encontraba, momento en que el Pobre Hermano recibía los estigmas del Crucificado en el Monte Alvernia. Retomando la lectura, a las pocas páginas me encuentro con un título que dice: La Paciencia de Dios. Mi corazón dio un salto, ansioso por devorar el texto y comprender que es lo que allí se decía sobre este tema que en pocos días invadía mi entendimiento.

Debilitado por la sangre derramada, por las llagas de pies, manos y costado, Francisco se desbarrancaba hacia los brazos del Amor, su cuerpo muriendo, su alma floreciendo. Vivía envuelto en el dolor y el amor, a tal punto que ambas cosas eran un único nudo en su alma, el dolor y el amor del Crucificado lo habían tomado por completo.

Acurrucado en una gruta del camino de regreso hacia la Porciúncula, Francisco dijo entonces a su compañero fray León:

Respóndeme, hermano, ¿cual es el atributo más hermoso de Dios? El amor, respondió fray León. No lo es, dijo Francisco. La Sabiduría, respondió León. No lo es. Escribe, hermano León:

La perla más rara y preciosa de la Corona de Dios es la Paciencia. Oh, cuando pienso en la Paciencia de mi Dios, me vienen unas ganas locas de estallar en lágrimas y que todo el mundo me vea llorando a mares porque no hay manera mas elocuente de celebrar ese inapreciable atributo. ¡Oh la Paciencia de Dios! Hermano León, ésta mil veces bendita palabra escríbela siempre con letras bien grandes. Cuando pienso en la Paciencia de Dios me siento enloquecer de felicidad. Siento ganas de morir de pura felicidad. Francisco repitió entonces muchas veces, como extasiado, Paciencia de Dios, Paciencia de Dios, hasta que el hermano León se contagió y comenzó a repetir la frase con Francisco.

¿Qué más puedo decir yo de la Paciencia de Dios, que no hubiera dicho el hermano Francisco de Asís? Solo deseo invitarlos a meditar sobre lo inmenso que es el Amor de Dios, reflejado cada día en todo lo que tenemos, en los santos que se derramaron y se siguen derramando sobre el mundo, en los milagros cotidianos, en el misterio de Dios actuando en esta tierra a diario. ¿Y como respondemos nosotros?

Aquí yace el signo de la Paciencia Divina, que sigue insistiendo pese a la falta de respuesta. Es como un teléfono que llama y llama, sin que nosotros nos dignemos a responder. El Señor sigue marcando, día a día, el número de nuestro corazón, el de cada uno de nosotros. ¿Lo haremos seguir esperando?


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El milagro de John Henry Newman que detuvo la hemorragia https://www.reinadelcielo.org/el-milagro-de-john-henry-newman-que-detuvo-la-hemorragia/ Fri, 22 Feb 2019 19:48:26 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=20267 El beato John Henry Newman (1801-1890), literato, teólogo y antiguo clérigo anglicano que ha acercado a muchos a la fe católica, podrá ser canonizado al haber comprobado la Iglesia la autenticidad de un segundo milagro que se le atribuye. La mujer curada milagrosamente aún no ha querido presentarse en público, pero el médico que constató los detalles de la asombrosa curación, el doctor Gerald Casey, en la diócesis de Chicago, sí ha explicado los detalles y cómo se emocionó durante el proceso canónico: “Pude sentir una presencia que nunca había sentido en mi vida”, dice el médico en un testimonio recogido por el Catholic Herald.

“Cardenal Newman, por favor, detenga la hemorragia”: la historia de un milagro
por Joyce Duriga, Catholic Herald

Cuando el Vaticano anunció el 15 de febrero que el Papa Francisco había firmado el decreto que reconocía el milagro atribuido a la intercesión del Beato John Henry Newman, allanando el camino a su canonización, hubo gran alegría en Chicago.

Cardenal Newman 2El milagro que Dios había obrado a través de la intercesión de Newman en 2013 tiene como protagonista a una mujer de la ciudad que se enfrentaba a complicaciones severas durante su embarazo y que se recuperó de repente cuando pidió ayuda, rezando, al cardenal inglés.

La mujer, que en ese momento declinó hacer algún comentario, pero que dijo que compartiría su historia a través del periódico de la archidiócesis de Chicago más adelante, vive en la diócesis de Joliet, pero dados los recursos disponibles en la archidiócesis de Chicago, su caso fue trasladado a ese tribunal para ser investigado.

El Dr. Gerald Casey, el experto médico principal en el proceso local, ha declarado que esta experiencia le ha cambiado para siempre. “Ha sido la experiencia más enriquecedora de mi vida espiritual”, ha dicho Casey, que vive en Wilmette y que frecuenta la Parroquia de las Santas Fe, Esperanza y Caridad, en Winnetka.

La ley canónica sigue un proceso, parecido a un juicio, cuando investiga los milagros. La mujer, su marido, su médico y su director espiritual declararon durante el proceso.

El médico que lloró

“La verdadera experiencia espiritual la tuve durante las declaraciones. Literalmente, lloré cuando ella hizo su declaración. Me llegó a lo más profundo del corazón, porque pude sentir una presencia que nunca había sentido en mi vida”, ha dicho Casey.

“Una cosa era leer la documentación, pero era muy distinto escucharla mientras explicaba lo que había ocurrido, no durante ese momento, sino en los embarazos y abortos (involuntarios) anteriores”.

Su embarazo, considerado de alto riesgo porque tenía más de 40 años y había tenido varios abortos anteriores, la obligó a quedarse en casa. El resultado fue que su médico pidió análisis de sangre del feto y monitorizó el embarazo muy de cerca.

Ella empezó a sangrar durante el embarazo y en la primavera de 2013 se le diagnosticó un hematoma subcorionico, un coágulo de sangre en la membrana fetal. Lo único que los médicos pudieron prescribir fue reposo total. Si el coágulo de sangre se rompía, el resultado podía ser un aborto espontáneo.

Reposo total en la cama para una madre con tres niños pequeños no es algo fácil, ha dicho Casey.

“La mañana que todo sucedió, ella había bajado las escaleras, había preparado el desayuno para sus hijos y empezó a sangrar más”, ha dicho, leyendo las notas que tomó durante la declaración de la madre.

Ante la hemorragia se encerró en el baño. Sentía que estaba perdiendo a su bebé. En ese momento gritó: “Cardenal Newman, por favor, ¡detén la hemorragia!“.

“La hemorragia se detuvo de inmediato. De inmediato”, ha dicho Casey.

Después, la mujer se metió en la cama y llamó a su médico, que le dijo que fuera a verle por la tarde.

“Fue por la tarde y los latidos del feto eran normales, por lo que volvió a su casa. Pudo continuar con sus actividades normales durante el resto del embarazo”, ha declarado Casey.

Desde entonces ha tenido dos niños más con embarazos normales. Según los médicos, debería haber perdido a su hijo.

Ningún especialista conocía nada similar

Cardenal NewmanComo parte del proceso, dos especialistas en medicina materno-fetal revisaron los informes médicos y las declaraciones. “Ninguno había oído nada similar a esto”, ha dicho Casey.

En ningún momento se les preguntó, ni a Casey ni a los otros médicos, si había ocurrido un milagro. Sólo tenían que responder si había explicación médica a lo ocurrido.

El padre oblato William Woestman es el promotor de justicia en el tribunal de la archidiócesis y participó en la investigación canónica del milagro. Es también autor del libro Canonization: Theology, History, Process.

“Era evidente para ella era muy doloroso hablar de lo que había sucedido”, ha dicho Woestman de la mujer. “Una mujer impresionante”. Tras la finalización del proceso local, toda la documentación se envió a Roma para otra serie de investigaciones. El resultado fue revelado el 13 de febrero.

Newman fue declarado cardenal en sus últimos años de vida

Los santos y los milagros siguen siendo importantes hoy en día, ha dicho Woestman, añadiendo que a menudo piensa en los santos que rezaron en la Catedral del Santo Nombre, como san Juan Pablo II, santa Teresa de Calcuta y la madre Cabrini. Espera que algún día se añada a la lista el nombre del padre Augustus Tolton [el primer sacerdote católico de raza negra ordenado en EEUU, nota de ReL].

“Todos queremos santos que conocemos”, ha dicho. “Queremos santos que caminaron por la misma acera donde caminamos nosotros, o que respiraron el mismo aire que respiramos nosotros”.

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Fuente: Religión en Libertad
(Traducción del inglés del Catholic Herald por Elena Faccia Serrano)


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