juicio – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Wed, 03 Jan 2018 22:52:41 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 10 formas de transmitir la fe a tus hijos https://www.reinadelcielo.org/10-formas-de-transmitir-la-fe-a-tus-hijos/ Fri, 05 Jan 2018 14:42:34 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=10958 ]]> En muchos países, los padres cristianos no consiguen pasar a sus hijos una fe firme. Pasar la fe de padres a hijos sucedía con naturalidad estadística en generaciones anteriores, pero ya no en la nuestra. En Occidente muchas causas concurren para que los padres pierdan autoridad ante los hijos y para suscitar un individualismo extremo. No sucede solo entre cristianos: familias de otras tradiciones religiosas también lo experimentan.

En la web AllProDad, dedicada a padres varones (no necesariamente católicos), señalan 10 factores que ayudan a que un padre pueda transmitir su fe a sus hijos. Como siempre cuando se trata de valores reales, requiere constancia y coherencia.

1. Celebra las festividades y cuenta su historia

Las festividades religiosas llaman la atención de los niños: son días especiales. En Estados Unidos hay una frase entre los católicos: “no es que los católicos guarden la Cuaresma; es que la Cuaresma te mantiene católico”. Lo mismo podría decirse de la Navidad cristiana y de otras fiestas. No basta con celebrar la fiesta: hay que contar la gran historia que hay detrás de cada fiesta. Decía el estudioso de las religiones Mircea Elíade: “el primer rito es la recitación del mito”. La Navidad tiene sentido cuando se proclaman las lecturas de Navidad. Las festividades sin historias detrás (pensemos en Halloween) a menudo suenan a huecas.

2. Responde las preguntas de los chicos

Familia y Dios (ft img)Los niños hacen preguntas sobre Dios, sobre la fe, sobre la religión. Hay que estar preparado para responderlas. Hay preguntas sobre el comportamiento que también llevan a hablar de la fe. “¿Por qué debo perdonar a esos chicos malos?”, “¿por qué me pides ayudar a esos?”, nos lleva a las enseñanzas y el ejemplo de Jesús. (Si no sabemos la respuesta a una pregunta podemos honradamente decir: “pues no lo sé exactamente, pero lo buscaré y te lo diré”. En el Catecismo hay muchas respuestas, que hay que traducir al lenguaje infantil. También hay gente que trabaja con niños que pueden ayudar: maestros, catequistas…). No es beneficioso responder “no hagas preguntas”, “es así y punto”, “hacer preguntas está mal”…

3. Id con regularidad al culto o los sacramentos

Si la fe es solo un añadido para los ratos libres, no se contagiará a los hijos. Los niños han de ver que es una prioridad, y la más clara es el tiempo. Si la familia solo va a misa “a veces”, el niño pensará que es una cosa poco importante o algo “útil en casos convenientes” (alguna enfermedad, un gesto social…). Los niños han de ver que el culto es una prioridad en la familia, en la organización semanal o diaria.

4. Involúcrate en el servicio a los demás… y que te vean

“Servir a los demás es la fe con pies”, explican en AllProDad. Los niños aprenden de lo que ven hacer a sus padres. Si te ven ser voluntario en Cáritas, Manos Unidas o la parroquia, ellos aprenderán a hacer ese tipo de servicios. También es bueno involucrar a toda la familia: recogidas de material, actividades, etc…

5. Enseña a confiar en Dios

En el cristianismo, todo está basado en la confianza en Dios. Una clave es enseñar al niño a confiar toda su vida en el Dios que lo creó, que lo ama y quiere lo mejor para Él.

6. El juicio definitivo sobre cada persona está reservado para Dios

A las personas agnósticas, o alejadas en la fe, o tibias, y a mucha otra gente, les molestan los juicios rápidos. La realidad es que una persona religiosa y prudente sabe que para realizar juicios definitivos en necesario ser Dios mismo: sólo Él tiene todos los datos y perspectivas sobre los hechos y las motivaciones. A los niños les enseñamos a distinguir los actos buenos de los actos malos, y está bien, pero a la hora de clasificar a la gente es mejor recordar lo de “no juzguéis y no seréis juzgados” (y explicar lo que significa). “Enséñales a tener un corazón humilde que busque entender al otro”, explica AllProDad.

7. Sé suave con los niños y ciertas enseñanzas complicadas

Hay cosas en la religión que a los adultos les molestan pero a los niños les aprecen normales. Y, al revés, hay cosas en las que los adultos ni se fijan y a muchos niños les pueden asustar o repeler. En la cultura católica pueden ser muchas: imágenes de mártires con sangre en la parroquia, o ciertas expresiones sobre el infierno o el demonio, algunos detalles prácticos de los sacramentos… Las cosas complicadas hay que explicarlas con suavidad, y no de forma abrupta o con prisas y aspavientos.

8. No mantengas a los niños en una burbuja

orar en familiaIncluso en los países de mayoría católica, hay personas de otras denominaciones y religiones y, de hecho, las personas con poca o ninguna religiosidad son mayoría. No tiene sentido intentar hacer creer a tus hijos que “todos hacen como nosotros”. No es así, y enseguida se darán cuenta. Y llegará el momento, al crecer, en que tomará sus propias decisiones sobre religión. Es bueno que desde niño pueda dialogar, en un entorno moderado, con personas de otras creencias. También es bueno que vea que hay otras parroquias donde las cosas se hacen de otras maneras.

9. Dile que comparta la fe con sinceridad y humildad

Nuestra sociedad pretende hacernos creer que ya casi no hay tabúes, excepto hablar de la propia fe con otras personas. Hemos de enseñar a nuestros hijos a que puedan hablar de su fe sin complejos ni vergüenzas: creemos que es buena, bella y verdadera y la queremos compartir. Hemos de ayudar al niño a poder expresar por qué cree y en qué cree. Y ha de poder hacerlo con sinceridad y también con humildad. La fe da alegría y un terreno firme: no debe dar soberbia.

10. Se necesita una aldea para educar… dásela

“Se necesita una aldea para educar un niño”, dice un refrán africano que se cita mucho. En lo religioso es especialmente cierto: la fe se transmite en comunidad. En ella vemos que personas distintas (varias edades, procedencias, estilos) creen todas las mismas verdades, cada una con sus acentos. Ese testimonio colectivo fortalecerá la fe de tus hijos. Hay que buscar esa comunidad.

Por supuesto, se podrían añadir muchas más cosas eficaces, pero ¿no son estas 10 un comienzo importante?

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Fuente: Religión en Libertad


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La muerte, su sentido y por qué no temerle https://www.reinadelcielo.org/la-muerte-su-sentido-y-por-que-no-temerle/ Fri, 24 Nov 2017 19:14:17 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=10679 ]]>

Si muchos viesen morir a nuestros pacientes no temerían la muerte.

Noviembre es un mes en el que la Iglesia nos invita a pensar en la muerte. No en vano empieza con la celebración de los santos (los que han alcanzado el Paraíso ganado en la tierra) y la conmemoración de los fieles difuntos. El sacerdote Aldo Trento, acostumbrado a verle los ojos a la muerte en la clínica para enfermos terminales que dirige en Asunción del Paraguay, reflexiona en Tempi sobre la importancia de meditar en la muerte cuando aún hay tiempo, para afrontarla mejor a su llegada:

«In omnibus operibus tuis, memorare novissima tua, et in aeternum non peccabis [En tus acciones ten presente tu final, y así jamás cometerás pecado]». (Eclesiástico 7, 36).

Los Novísimos son cuatro: Muerte, Juicio, Infierno y Paraíso

Padre Aldo Trento visita enfermoEste pensamiento me acompaña desde los años del seminario, cuando en la última meditación de cada retiro espiritual el predicador nos hablaba de la muerte. Y confieso que sentía un gran miedo. Pero a la edad que ya tengo y estando, además, enfermo, no digo que la desee pero pensar en ella me da paz, me permite vivir intensamente cada instante teniendo la mirada fija en Jesús Eucaristía.

Todas las noches, cuando me voy a la cama, una cama de plaza y media en la que hay espacio para un crucifijo de un metro, lo giro hacia mí y recito los Misterios dolorosos del rosario. Contemplar en cada instante Su sufrimiento me permite reconocer también en el mío el significado último, sin el cual el dolor sería insoportable. Una vez terminado el rosario, apoyo el crucifijo en su almohada, me doy la vuelta y, terminadas las letanías en honor de la Virgen, por fin, después de muchos años, duermo en paz. Un pequeño gesto, el de dormir en compañía del crucifijo, que además de darme ánimos al mirar el rostro de Aquel por quien vale la pena sufrir, me recuerda el destino final que, sin embargo, va más allá de la cruz.

El hospital es, a la vez, un gran recurso para mantener viva esta memoria y un desafío continuo a la razón de la vida, porque hace que me tome en serio la realidad, que abrace el valor de cada instante en el que, en mi libertad, se juega el destino final: «Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti», diría San Agustín. La clínica Casa Divina Providencia-Don Luigi Giussani, que acoge a enfermos terminales y pobres, es la memoria viva y palpitante que demuestra que estamos hechos para un más allá, para la eternidad. El filósofo Horkheimer diría: «Somos peregrinos del Absoluto»; no como Heidegger, que definía al hombre como un «ser para la muerte», ni como Sartre, que lo veía como «una pasión inútil». En nuestra clínica todo pide eternidad. No existe el miedo a la muerte, porque en cada uno de los pacientes está claro que la muerte es un volver al lugar de donde hemos partido.

El padre Antonio Sepp (1655-1733), el conocido como “genio de las Reducciones”, describía en su diario esta ataraxia que caracterizaba a los guaraníes ante la muerte:

«Todos los días visitamos entre veinte y treinta enfermos [¿quién lo hace hoy?], les ofrecemos los Santos Sacramentos, asistimos a los moribundos, consolamos a los padres y a las madres de familia […]. Mi alma se enternece cuando visito y contemplo a estos pobrecillos, sobre todo cuando, con mi Crucifijo en mano, intento animar a un moribundo. Entonces no puede evitar decir: “Espero poder morir yo también como ellos”. Porque he visto morir a muchos hombres en Europa, también a religiosos, pero poquísimos lo han hecho como estos. No se puede describir con cuánta paz y serenidad de conciencia, con que virtuosidad del cuerpo y del espíritu mueren estos indios. El indio no mostrará tampoco signos de impaciencia o molestia después de haber pasado por una larga y dolorosa enfermad, ni emitirá un sólo gemido de dolor o un suspiro, nunca llorará o gritará… En el lecho del dolor no le preocupan ni su amada esposa ni sus queridos hijos, cuyos suspiros no le rompen el corazón. No le preocupan el dinero ni los bienes materiales, que debe abandonar. No tiene que pagar deudas ni hacer testamento, no le preocupan los enemigos porque casi no tiene. Puedo afirmar que no creo que exista bajo el sol una raza que entregue el alma de manera tan digna y serena como estos pobres y sencillos indígenas, abandonados y despreciados por el mundo».

Si uno supiera como mueren nuestros pacientes, podría confirmar lo que escribió el padre Sepp hace trescientos años.

Padre Aldo Trento con niñoLos guaraníes consideran que la muerte es recoger en un único e inefable acto toda la historia de la palabra de un hombre, que en este acto supremo se convierte en Palabra y entra a formar parte de la gran Palabra divina, la que estaba presente en el momento en que fue concebido, que lo vio nacer y, después, renacer en cada una de las etapas de su vida. Para los jefes de la tribu, la muerte no es la última y más difícil de las pruebas de la vida terrena, generalmente considerada como prueba para el alma y preparación a la vida verdadera en la casa de los dioses (nuestro Paraíso, la llamada «tierra sin maldad»).

Hay una sintonía impresionante entre los guaraníes que aún no han encontrado a Jesús y nosotros. Éste es el motivo por el cual, en nuestra clínica, la persona más importante es el sacerdote, al que llaman «Pai», es decir, «Padre». Hace trece años que estoy con ellos y he acogido a 2.010 pacientes terminales; a 1.503 de ellos los he acompañado en el momento de su muerte, es decir, en el momento de su vuelta a esa Palabra que los creó. Es impresionante el vínculo con las primeras palabras del Prólogo de San Juan. Los veo morir -el 90% de ellos tienen menos de 60 años- y no hay signos de desesperación en ninguno de esos rostros. La fe católica ha exaltado al máximo el concepto positivo de la muerte, que ven como el encuentro con el «Logos».

«Vendrá la muerte y tendrá tus ojos», escribía Pavese, pero hoy ya no tengo miedo gracias a mis hijos, que llevan en la sangre la certeza de ser peregrinos del Absoluto. La Iglesia, en el mes de noviembre, nos recuerda esos Novísimos y por esto, decía Eliot, el hombre de hoy la odia, porque es la única que le recuerda su destino. «Memento mori» era el saludo de los monjes, un saludo que ponía en marcha la razón porque les situaba ante las grandes preguntas del destino final. Y no olvidemos que el artículo más importante del Credo es el último: «Creo en la Resurrección de la carne y la vida eterna. Amén».

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Fuente: Religión en Libertad
Traducción de Helena Faccia Serrano


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