Juan Pablo II – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Tue, 22 Oct 2024 13:49:35 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Pelicula sobre Juan Pablo II y su papado https://www.reinadelcielo.org/pelicula-sobre-juan-pablo-ii-y-su-papado/ Tue, 22 Oct 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=628 Una película que documenta la vida de Juan Pablo II como Papa. Aun me emociono al ver sus fotografías al escuchar su voz, ha sido un regalo tan grande de Dios el tenerlo como timón de la Iglesia. A veces pienso que no comprendemos adecuadamente cuan grande ha sido el don de tenerlo entre nosotros.

Gocen con esta película, como lo hacemos nosotros.

Aquí pueden disfrutar de la película:


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Juan Pablo y su motor secreto https://www.reinadelcielo.org/juan-pablo-y-su-motor-secreto/ Fri, 18 Oct 2024 08:00:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=581 Como él mismo lo gritó al mundo: ¡TOTUS TUUS! Soy todo tuyo, así se definió, propiedad de la Virgen, totalmente consagrado a Ella. Devoto y enamorado de la Virgen de Fátima, de la Guadalupana, de la Virgen de Czetostowa, de Lourdes, simplemente de María, de la Madre de Dios.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el reinado de Juan Pablo II fue producto de la intercesión de la Virgen ante Jesús, ante el Trono de Dios. María fue preparando con los años éste maravilloso milagro de nuestros tiempos: poner en la barca de Pedro, al frente del navío más hermoso que Cristo puso a navegar en el mar de éste mundo, a un hombre inspirado por la Pureza de la Inmaculada, por el amor inflamado de la Madre del Salvador. Juan Pablo fue así un trozo del Amor de Dios, de Su Misericordia, un chispazo de divinidad que brotó de Polonia e incendió el mundo. Y el mundo, en buena medida, no lo supo reconocer.

Igual fue con Jesús, que nació en lo pequeño de una gruta de Belén y sembró Su Amor para conocimiento de unos pocos que vivieron en aquellos años de Palestina. Su estatura fue creciendo con el paso de los siglos hasta transformarse en el Hombre más extraordinario que jamás haya pisado la faz de ésta tierra. ¿Y como no iba a ser así, si El fue el mismo Dios hecho Hombre? Las cosas de Dios siempre se realizan en lo pequeño, y trascienden al paso del tiempo, creciendo y creciendo a través de los corazones de las personas de buena voluntad. Así, de éste modo, iremos comprendiendo con el paso de los años lo que realmente significó Juan Pablo II para éste ciego mundo.

Hoy, un día después de la muerte de este santo hombre, en una emotiva Misa donde el corazón no sabía si reír o llorar, escuché éste inspirado canto que me tocó el alma:

No es en las palabras ni es en las promesas
donde la historia tiene su motor secreto
sólo es el amor en la Cruz madurado
el amor que mueve todo el universo.

Aquí está la explicación de todo lo que necesitamos saber sobre Juan Pablo. El cambió la historia, todo el mundo lo reconoce, presidentes, embajadores, artistas, todos lo dicen ahora. Pero pocos hablan del motor secreto que tenía éste hombre, motor necesario para cambiar la historia. El motor del amor, del amor madurado en cruz.

JUAN PABLO II

Y lo vimos en su final, en su propia cruz que empezó a manifestarse claramente el primer viernes de abril de 2005. Como Jesús mismo tuvo Su Viernes un primer viernes de un abril de dos mil años atrás, así se echó la cruz al hombro nuestro héroe, para recorrer los metros finales de su camino por éste mundo. Al día siguiente, primer sábado de mes, día de la Virgen según la devoción surgida en Fátima, Juan Pablo vio abrirse las puertas del Reino a su paso cansado, a su espalda encorvada. Pero su muerte ocurrió por la noche, cuando se ofició la Misa de vísperas del Domingo de la Misericordia, como Jesús mismo se lo pidió a Santa Faustina Kowalska, devoción que el propio Juan Pablo difundió y defendió desde su juventud en su amada Polonia.

Su muerte no pudo ocurrir en circunstancias más perfectas, adornada por las espinas de la Corona de Cristo, endulzada por el aroma de nardos que el mismo Jesús quiso rociar sobre el alma de Su hijo predilectísimo. Y María, verdadera protectora de su alma, motivo de sus alegrías, lo vino seguramente a buscar para llevarlo de la mano a la Presencia de Jesús. María, de la que Juan Pablo nos enseñó tanto, es a través de él la dulce conductora de nuestras almas. Ella es quien pidió a Dios la Gracia de que tengamos tan santo hombre al frente de nuestra iglesia, por tantos años.

Recemos en agradecimiento por todo lo recibido, por tener un Dios tan amoroso que escucha los ruegos de Su Madre por todos nosotros, por nuestro bien. Y también tengamos fe, porque ese motor secreto que mueve el universo, ese amor madurado en la Cruz, es el Espíritu Santo que mueve la barca de Pedro en el rumbo que la preserve de los males del mundo, a pesar de las miserias de los hombres que, débiles en nuestra naturaleza, no nos dejamos guiar con la docilidad que el Amor de Dios merece.

Mi Dios, gracias una vez más por habernos dado a Juan Pablo, por haber dejado que una gota de Tu Misericordia disuelva Tu Justicia una vez más, dando paso a una nueva oportunidad de que salvemos nuestras almas, que nos dejemos guiar por Tu motor secreto, el del Amor.


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Santa Faustina Kowalska https://www.reinadelcielo.org/santa-faustina-kowalska/ Fri, 04 Oct 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=10323

Es la primera santa canonizada del siglo XXI. En su tiempo, marcado por inmensos sufrimientos, justamente en los años más oscuros y desesperantes que van del primer al segundo conflicto mundial, el mismo Cristo entrega a la joven sor Faustina (1905-1938) el mensaje de la divina misericordia.

Fue su compatriota Juan Pablo II quien la elevó a los altares en la ceremonia realizada el 30 de abril del año 2000 ante doscientos mil peregrinos en Roma y otros miles más que presenciaban en directo la ceremonia en la explanada del santuario de Lagiewniki, dedicado a la Misericordia, en Cracovia, en perfecta comunicación entre los dos centros. Ya antes, cuando aún era cardenal de Cracovia, le correspondió firmar el decreto de clausura del proceso diocesano de beatificación. Y antes aún, cuando era un joven trabajador de la fábrica de Solvay, visitaba cotidianamente el santuario para hacer oración y pedir ayuda para el día cantero en aquellos tiempos tan aciagos para la humanidad. En el momento de transición del milenio, el papa la presentó como modelo para toda la Iglesia por ser mensajera de una espiritualidad por la que él mismo se sintió atraído desde que era un muchacho. «No es un mensaje nuevo –afirmó el papa– pero se puede considerar de esencial iluminación para ayudarnos a revivir más intensamente el Evangelio de la Pascua, para ofrecerlo como un rayo de luz a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo».

Sor Faustina Kowalska y Jesús misericordioso (ft img)

Elena Kowalska, tercera de diez hijos, nació el 25 de agosto de 1905 en una pequeña aldea polaca llamada Glogowieck –actualmente en la provincia de Konin–, dentro de una familia con pocos medios económicos. La bautizaron en la parroquia de San Casimiro, en Swinice Warckie, imponiéndole el nombre de Elena. Recibió solamente instrucción o enseñanza primaria, no daban para más las arcas familiares. A los dieciséis años comenzó a cooperar económicamente a las necesidades de los suyos con su trabajo. Cuando manifestó sus deseos de hacerse religiosa, recibió una negativa por parte de los padres; solo dos años más tarde logró sacar adelante su deseo con el permiso paterno, pero las religiosas de la Congregación de la Madre de Dios de la Misericordia aún retrasaron su admisión por un año, que fue el tiempo que tardó en reunir –trabajando como sirvienta– la pequeña dote que le exigían antes de entrar en el convento.

El 1 de agosto de 1925, a los veinte años, fue admitida en el convento de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia, de la calle Zitnia, en Varsovia. Allí recibió el nombre de Sor María Faustina; hizo el noviciado en Cracovia y emitió sus votos en presencia del obispo St. Rospond. En distintas casas de la Congregación desempeñó los oficios más humildes: cocinera, jardinera y portera, pasando los períodos más largos en las de Cracovia, Plock y Vilna.

Fueron años intensos. Dios quiso darle gracias extraordinarias; parece que llegó a predecir el comienzo de la segunda guerra mundial y la elección de un papa polaco, pero lo más significativo fue que se le encomendó desde lo Alto la misión de propagar al mundo la devoción a la Divina Misericordia o del Amor Misericordioso. Este fue el único polo de atracción de toda su vida.

Su Diario, obra donde la santa relata su experiencia mística de consagración a la Divina Misericordia, es todo un itinerario atravesado por visiones, éxtasis, revelaciones y estigmas escondidos; pero, a pesar de estar llena de tantas gracias, ella escribió:

«Ni las gracias ni las revelaciones, ni los éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hacen perfecta, sino la comunión del alma con Dios».

Sor Faustina Kowalska 2

Esos apuntes de los cuatro últimos años de su vida –conocidos solo después de su muerte y escritos por sugerencia de su director espiritual, P. Miguel Sopocko– registran todos los encuentros de su alma con Dios, revelan que María Faustina ha sido una de las personas a las que Dios quiso elevar a la mayor altura de la mística en pleno siglo XX, y que hoy engrosa la lista de los mayores místicos de la historia de la Iglesia. Una vida en la que se advierte la mezcolanza de gracias sobrenaturales extraordinarias y la lucha continua para corresponder a ellas fielmente cada día en la reducida perspectiva de su oculta vida de religiosa joven en un pequeño convento polaco. Con su lenguaje sencillísimo, el Diario es la mejor literatura mística del siglo XX, que sorprende al teólogo por la profundidad maravillosa encerrada en la candidez de su estilo.

Faustina tuvo que soportar grandes sufrimientos morales y físicos, aceptados y ofrecidos en reparación por los pecados de los hombres. En su propia experiencia se inspiran los Apóstoles de la misericordia divina, un movimiento integrado por sacerdotes, religiosos y laicos, unidos por el compromiso de vivir la compasión en la relación con los hermanos, hacer conocer el misterio de la divina clemencia e invocar la magnanimidad de Dios hacia los pecadores. Esta familia espiritual, aprobada en 1996 por la archidiócesis de Cracovia, está presente hoy en 29 países del mundo.

Faustina murió de tuberculosis el 5 de octubre de 1938; sus restos se depositaron en la tumba común del cementerio, situado al fondo del jardín de la casa de la comunidad de Cracovia-Lagiewniki, hasta el traslado, en el año 1966, a la capilla de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, también en Cracovia.

Una de las encíclicas más emblemáticas del Papa fue la que se denomina Dives in misericordia (30-IX-1980), acto magisterial con el que anima a la humanidad entera, especialmente a los católicos, a contemplar con agradecimiento la infinita bondad de Dios que se manifiesta en su permanente disposición al perdón del hombre redimido. Luego vino el atentado que pretendió acabar con su vida y casi lo consiguió. Justo a un año de distancia, después de la recuperación física de los meses que le tuvieron al filo de la eternidad, pudo pronunciar en el primer aniversario de la encíclica aquellas memorables palabras: «Desde el comienzo de mi ministerio en la Sede de Pedro, considero este mensaje del Amor Misericordioso como mi tema particular. La Providencia me lo ha asignado en la situación contemporánea del hombre, de la Iglesia, del mundo».

Tanto la beatificación –18 de abril de 1993– como la canonización –30 de abril del 2000– de María Faustina han tenido lugar en el segundo domingo de Pascua. Original: esa es la fecha que el Señor indicó a Faustina para que se celebrara la Fiesta de la Divina Misericordia. Nada extraño tiene que su mensaje haya quedado plasmado en la determinación de Juan Pablo II de hacer fiesta universal de la Misericordia Divina el segundo domingo de Pascua: «En su honor, en todo el mundo, el segundo domingo de Pascua recibirá el nombre de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con la confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al género humano en los años venideros».

Todo un reto para el hombre del siglo XXI. Para el creyente, un imponente ofrecimiento divino conducente a evitar desesperaciones, sobre todo, las que trae y lleva consigo el pecado. Su experiencia espiritual –credo y pensamiento de Faustina– queda convertido en obra musical con la trilogía de oratorios de Carlo Colafranceschi, discípulo de Lorenzo Perosi.

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Fuente: Alfa y Omega


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Dedicación de la Basílica Santa María la Mayor https://www.reinadelcielo.org/dedicacion-de-la-basilica-santa-maria-la-mayor/ Fri, 02 Aug 2024 10:58:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=22985 Historia de la Basílica

Es una de la cuatro basílicas mayores de Roma. Después del Concilio de Éfeso (431), en el que la madre de Jesús fue proclamada Madre de Dios, el papa Sixto III (432-440) erigió en Roma, sobre el monte Esquilino, una basílica dedicada a la Santa Madre de Dios, basílica que fue llamada más tarde «Santa María la Mayor». Es la iglesia más antigua dedicada en Occidente a la Virgen María.

La basílica actual sigue siendo la mas grande dedicada a la Madre de Dios en Roma y la mas esplendorosa en Italia después de Loreto. Debido a su enorme tamaño y esplendor pero sobre todo por ser la mas antigua dedicada a la Virgen, recibió el título de Basílica de Santa María la Mayor. (Hay cuatro basílicas mayores, las otras tres siendo: San Pedro, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros).   

En esta basílica el Papa proclamó a la Virgen como Reina de cielos y tierra. Se alberga aquí a la Virgen María, salvadora del pueblo romano «salus populi romani». En varias situaciones de gran necesidad se le ha sacado en procesión. En una ocasión acabó con la plaga en Roma.

Desde el comienzo de su pontificado el Santo Padre Juan Pablo II quiso que una lámpara estuviera encendida de día y de noche bajo el icono de María, salus, como testimonio de su gran devoción. El mismo Papa, el 8 de diciembre del 2001, inauguró otra perla preciosa de la basílica: el Museo, cuya estructura moderna y la antigüedad de sus obras maestras ofrecen al visitador un “panorama” único. 

Se le llama también Iglesia de Santa María de las Nieves. Un mosaico sobre la entrada recuerda el milagro de la nieve.

Aspectos de la Basílica

A través de los siglos, los Papas han considerado un honor y un privilegio el embellecer y adornar la basílica de Nuestra Madre Santísima. El carácter original de la capilla ha sido preservado, a pesar de la cantidad de decoraciones y mejoras que le han añadido. Los mosaicos de la parte cerca del altar y de las paredes de la nave, son de los más finos de Roma. Representan escenas de la vida de la Virgen María. El hermoso techo está decorado con el primer oro que trajo Colón de América.

La capilla del Santísimo Sacramento, construida por el Papa Sixto V, es una de las más espléndidas de Roma.

En Santa María la Mayor. Reina de la Paz Instalada por Pio XII en agradecimiento por el final  de la II Guerra Mundial

La Capilla Paulina fue construida por Pablo V para entronizar a la imagen de Nuestra Señora. Su riqueza de mármol, piedras preciosas y la iluminación hacen de ella la más rica de toda la ciudad y uno de los mejores monumentos del siglo XVI. En las Misas Solemnes hacen que caigan del techo pétalos de rosa blancos para simbolizar la caída milagrosa de nieve que indicó el sitio y el tamaño de la basílica. También representa las gracias que la Virgen sigue derramando sobre sus hijos. Es una costumbre conmovedora.

La fachada es una adición del siglo XVIII.

La Basílica es también conocida por otros nombres:

  • Iglesia de Santa María de las Nieves (por el milagro).
  • Basílica Liberiana, en memoria del Papa Liberio, que la consagró.
  • Iglesia de Santa María de la Cuna porque la basílica conserva lo que, según una tradición es un fragmento de la cuna del Niño Jesús, traída de Roma por Sta. Helena.

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Fuente: Corazones.org


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Fiesta de la Visitación de la Virgen María https://www.reinadelcielo.org/fiesta-de-la-visitacion-de-la-virgen-maria/ Fri, 31 May 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=6944 ]]>

La Virgen María, después de la encarnación del Verbo en su seno, visita a su prima Isabel que esperaba un niño (San Juan Bautista). Isabel reconoce a la Virgen como “la madre de mi Señor”.

Lucas 1, 39-46
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la
región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»

Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí. ¡Santo es su nombre! De generación en generación se extiende su misericordia a los que le temen. Hizo proezas con su brazo;desbarató las intrigas de los soberbios. De sus tronos derrocó a los poderosos, mientras que ha exaltado a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes,y a los ricos los despidió con las manos vacías. Acudió en ayuda de su siervo Israely, cumpliendo su promesa a nuestros padres, mostró su misericordia a Abrahamy a su descendencia para siempre.

La celebración de la fiesta es iniciativa de San Buenaventura, franciscano, en el 1263. El Papa Urbano VI (reinó del 1378-89), la extendió a toda la Iglesia, pidiendo el fin del cisma que sufría la Iglesia.

En el misterio de la Visitación, el preludio de la misión del Salvador
Catequesis mariana
Santo Padre Juan Pablo II
2 de octubre de 1996

Visitación de la Virgen María 3

En el relato de la Visitación, san Lucas muestra cómo la gracia de la Encarnación, después de haber inundado a María, lleva salvación y alegría a la casa de Isabel. El Salvador de los hombres oculto en el seno de su Madre, derrama el Espíritu Santo, manifestándose ya desde el comienzo de su venida al mundo.

El evangelista, describiendo la salida de María hacia Judea, use el verbo anístemi, que significa levantarse, ponerse en movimiento. Considerando que este verbo se use en los evangelios pare indicar la resurrección de Jesús (cf. Mc 8, 31; 9, 9. 31; Lc 24, 7.46) o acciones materiales que comportan un impulso espiritual (cf. Lc 5, 27¬28; 15, 18. 20), podemos suponer que Lucas, con esta expresión, quiere subrayar el impulso vigoroso que lleva a María, bajo la inspiración del Espíritu Santo, a dar al mundo el Salvador.

El texto evangélico refiere, además, que María realice el viaje “con prontitud” (Lc 1, 39). También la expresión “a la región montañosa” (Lc 1, 39), en el contexto lucano, es mucho más que una simple indicación topográfica, pues permite pensar en el mensajero de la buena nueva descrito en el libro de Isaías: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: ‘Ya reina tu Dios’!” (Is 52, 7).

Así como manifiesta san Pablo, que reconoce el cumplimiento de este texto profético en la predicación del Evangelio (cf. Rom 10, 15), así también san Lucas parece invitar a ver en María a la primera evangelista, que difunde la buena nueva, comenzando los viajes misioneros del Hijo divino.

La dirección del viaje de la Virgen santísima es particularmente significativa: será de Galilea a Judea, como el camino misionero de Jesús (cf. Lc 9, 51).

En efecto, con su visita a Isabel, María realiza el preludio de la misión de Jesús y, colaborando ya desde el comienzo de su maternidad en la obra redentora del Hijo, se transforma en el modelo de quienes en la Iglesia se ponen en camino para llevar la luz y la alegría de Cristo a los hombres de todos los lugares y de todos los tiempos.

El encuentro con Isabel presenta rasgos de un gozoso acontecimiento salvífico, que supera el sentimiento espontáneo de la simpatía familiar. Mientras la turbación por la incredulidad parece reflejarse en el mutismo de Zacarías, María irrumpe con la alegría de su fe pronta y disponible: “Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel” (Lc 1, 40).

San Lucas refiere que “cuando oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno” (Lc 1, 41). El saludo de María suscita en el hijo de Isabel un salto de gozo: la entrada de Jesús en la casa de Isabel, gracias a su Madre, transmite al profeta que nacerá la alegría que el Antiguo Testamento anuncia como signo de la presencia del Mesías.

Ante el saludo de María, también Isabel sintió la alegría mesiánica y “quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘Bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno'” (Lc 1, 41¬42).
En virtud de una iluminación superior, comprende la grandeza de María que, más que Yael y Judit, quienes la prefiguraron en el Antiguo Testamento, es bendita entre las mujeres por el fruto de su seno, Jesús, el Mesías.

La exclamación de Isabel “con gran voz” manifiesta un verdadero entusiasmo religioso, que la plegaria del Avemaría sigue haciendo resonar en los labios de los creyentes, como cántico de alabanza de la Iglesia por las maravillas que hizo el Poderoso en la Madre de su Hijo.

Isabel, proclamándola “bendita entre las mujeres” indica la razón de la bienaventuranza de María en su fe: “¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1, 45). La grandeza y la alegría de María tienen origen en el hecho de que ella es la que cree.

Ante la excelencia de María, Isabel comprende también qué honor constituye pare ella su visita: “De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?” (Lc 1, 43). Con la expresión “mi Señor”, Isabel reconoce la dignidad real, más aun, mesiánica, del Hijo de María. En efecto, en el Antiguo Testamento esta expresión se usaba pare dirigirse al rey (cf. IR 1, 13, 20, 21, etc.) y hablar del rey-mesías (Sal 110, 1). El ángel había dicho de Jesús: “EI Señor Dios le dará el trono de David, su padre” (Lc 1, 32). Isabel, “llena de Espíritu Santo”, tiene la misma intuición. Más tarde, la glorificación pascual de Cristo revelará en qué sentido hay que entender este título, es decir, en un sentido trascendente (cf. Jn 20, 28; Hch 2, 34-36).

Isabel, con su exclamación llena de admiración, nos invita a apreciar todo lo que la presencia de la Virgen trae como don a la vida de cada creyente.

En la Visitación, la Virgen lleva a la madre del Bautista el Cristo, que derrama el Espíritu Santo. Las mismas palabras de Isabel expresan bien este papel de mediadora: “Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo saltó de gozo el niño en mi seno” (Lc 1, 44). La intervención de María produce, junto con el don del Espíritu Santo, como un preludio de Pentecostés, confirmando una cooperación que, habiendo empezado con la Encarnación, esta destinada a manifestarse en toda la obra de la salvación divina.

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Fuente: Corazones.org


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Virgen de Luján – Argentina, 1630 https://www.reinadelcielo.org/virgen-de-lujan-argentina-1630/ Wed, 08 May 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=18 Luján, Provincia de Buenos Aires, Argentina

En 1630, cien años después del milagro de Guadalupe, María se manifiesta en el Río de la Plata. Como suele ocurrir con la Santísima Virgen, a fuerza de milagros se produjo un fenómeno de conversión popular que arrastró a millones de personas a través de los siglos, al amor verdadero por la Madre de Dios y a través deElla a Cristo.

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Una humilde imagen de terracota, representando la Concepción de la Virgen María, se transportaba en una carreta hacia el norte Argentino. Un esclavo negro llamado Manuel fue colocado por María en escena desde el primer minuto: cuando la carreta no quiso moverse de su sitio en las cercanías del Río Luján, se quedaron en el lugar dos personas: María y el negro Manuel. Hermosas historias entre la Reina del Cielo y su fiel servidor se dieron entonces: Ella se desplazaba milagrosamente por kilómetros cuando querían separarla de él, mostrando claramente Su Voluntad de volver junto a su amado Manuel. También sus vestidos aparecían de mañana llenos de abrojos y barro, ya que Ella iba a recorrer los campos en búsqueda de los pecadores.

El negro Manuel, con su santidad y humildad, es una luz que llama al pueblo Argentino. María buscó en él a Su amado servidor: esclavo, humilde, sencillo, trabajador, alegre, un buen siervo de Dios. ¿Acaso no constituye Manuel un verdadero prócer de la historia del Río de la Plata, no reconocido por los libros pero si por la propia Madre de Dios?.Imitar a Manuel, pedir su ayuda, difundir su existencia: son todas acciones que agradan a nuestra amada Madre.

El milagro se difundió rápidamente, y fue multiplicándose en más milagros que a su vez atraían a una mayor devoción de la naciente Virgen de Luján. Fue entonces que la caridad de una rica mujer del lugar se unió a la santa humildad del negro Manuel, y juntos dieron inicio a la expansión de la obra del Cielo: la ciudad de Luján nació bajo el Manto de María, y aún hoy bajo Su Manto cobija el amor y el dolor de los Argentinos.

Con los siglos, la surgiente patria Argentina se nutrió de la devoción por la Virgen de Luján: la creación de la bandera nacional tiene innegables raíces en los colores del Manto de María allí, a través de su creador Manuel Belgrano, así como fue fuente de apoyo para el libertador del cono sur, el General José de San Martín.

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Muchas historias de milagros y epopeyas históricas se mezclan en Luján, a través del tiempo. Hasta el Martín Fierro, poema de las pampas por excelencia, se refiere a la Virgencita mediadora e intercesora de gracias. Muchos han visitado estas tierras y dejado su legado de amor, como el Beato Don Orione, ya que Luján ha sido siempre punto de apoyo en este suelo bendecido por María, declarada Patrona de Argentina, Paraguay e Uruguay. Juan Pablo II finalmente dio su toque definitivo al Santuario, con su visita y oración profundamente Mariana.

Argentina tiene en sus raíces a la Virgen de Luján, y en sus ramas a María del Rosario de San Nicolás. Se puede decir sin miedo a equivocarse que la propia Madre de Dios marcó con su sello inconfundible la creación de esta Nación, y su historia actual también. Para los argentinos, es tiempo de volver los ojos a la mirada Misericordiosa de la Reina del Cielo, Virgen gauchita y guapa, para suplicarle su ayuda urgente.

Virgencita de Luján, andadora de caminos,
danos la humildad del negrito Manuel,
verdadero prócer de esta patria.

Danos honestidad en nuestros corazones,
y sinceridad y caridad en nuestras acciones
haciéndonos esclavos de Tu Hijo Amado.

Ayúdanos a reconocerte en nuestro origen
como verdadera Madre de esta Nación,
bajo Tu Manto, que es nuestra bandera.

Danos amor por el trabajo honesto,
recordando a nuestros padres
que trabajaron esta tierra bendita.

Santa Madre de Dios
ayúdanos a encontrar la unión,
la unión en el amor a Dios.

Virgencita gaucha, danos a Tu Hijo Jesús
intercede ante El para que Luján brille
esperando el glorioso día de Su vuelta.

Agradecemos a todos aquellos, conocidos o desconocidos, que han colaborado en la elaboracion de este trabajo. Con la intercesión del negrito Manuel, unidos en el amor a la Virgencita de Lujan y por amor a Cristo.

El Momento

El año 1630, exactamente cien años después del majestuoso milagro de Guadalupe, marca una vez más el deseo de María de evangelizar en forma temprana a la joven América. Buenos Aires era entonces un puerto dedicado básicamente al contrabando, mientras gran parte del contacto con Europa se daba desde el Virreinato del Perú, viajando por tierra en carreta. Es por este motivo que las ciudades más antiguas de la Argentina están al norte del país, como es el caso de Santiago del Estero. Todos estos datos juegan un papel importante en el milagro de Luján: tenemos una finca en Santiago del Estero perteneciente a un hacendado que compraba mercadería para la capilla que allí construía, también un barco practicando contrabando en el puerto de Buenos Aires, un grupo de carretas que inician un viaje entre Buenos Aires y Santiago del Estero. Todo se desarrolla en el ambiente colonial que caracterizó a la fundación de la Argentina.

María obra en silencio, en lo pequeño. Pero al descubrir los detalles del milagro de Luján, se comprende que la influencia Mariana en la creación de la Argentina marcó el corazón de este país, como Guadalupe lo hizo con México.

¿El lugar?

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El sitio se encuentra a unos cincuenta kilómetros al norte de la Ciudad de Buenos Aires. Pero en realidad se deben marcar dos lugares en relación con el milagro: el verdadero sitio donde María manifestó su voluntad de quedarse sigue siendo hoy en día un área de campo ubicada junto al Río Luján, en las cercanías de la actual localidad de Villa Rosa, partido de Pilar. La imagen de María fue trasladada algunos años después a la casa de doña Ana Matos, en la actual ciudad de Luján, a varios kilómetros del lugar del milagro. Sin embargo, en ese sitio también junto al Río Luján, no había más que la casa de la señora Ana Matos. La actual ciudad de Luján y los diversos templos que se fueron construyendo para María, hasta concluir en la magnifica basílica actual, surgieron exclusivamente como resultado de los milagros que la imagen producía. María atrajo con sus milagros el afincamiento de los que querían vivir cerca de la Madre Celestial.

Doce millones de personas viven en la ciudad de Buenos Aires, cercana a Luján. Veinte millones de personas viven en la ciudad de México, cercana al templo Guadalupano. María anticipó por siglos en ambos casos, el surgimiento de importantes concentraciones de almas. ¿O es que las almas se concentraron alrededor de María?. ¡Es importante que meditemos sobre la influencia Mariana en el surgimiento de América!

El eje del milagro: el negro Manuel

Increíblemente se conoce muy poco sobre el milagro de Luján, a pesar de la enorme popularidad de la Advocación de la Virgen de Luján en la región. Pero lo mas sorprendente es que se desconoce que así como en Guadalupe hubo un Juan Diego (¡ahora San Juan Diego!), hubo también un negro llamado Manuel en Luján. Este fiel hombre de Dios, esclavo de los hombres, entregó voluntariamente su esclavitud a María.

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El negro Manuel nació en 1604 en Cabo Verde (ciudad hoy llamada Dakar), zona tórrida y occidental de África, y en ese tiempo colonia portuguesa. A los 25 años, cuando Manuel gozaba de su plena libertad, fue apresado en un reclutamiento de negros llevado a cabo a finales del año 1629 por mercaderes sin conciencia y al margen de toda ley, y conducido a las naves ancladas en el puerto de Cabo Verde, para ser vendido como esclavo en el Brasil. Llegó al puerto de Pernambuco después de una travesía de 30 días. Al atracar la nave los negros fueron llevados a la plaza pública, y allí puestos a la venta. Un capitán de navío llamado Andrea Juan lo compró para su servicio. Dotado de una clara inteligencia y de un corazón humilde, aprendió muy pronto las verdades de la Fe y fue bautizado quizás entre los días de Navidad y Año Nuevo, y a los pocos días recibió la comunión. Como era de corazón ingenuo y de alma pura e inocente, todas las cosas de la religión le producían una gran impresión.

El negro Manuel deja Brasil en enero de 1630 rumbo al Puerto de Santa María de los Buenos Aires, en el barco del capitán Andrea Juan. El llevaba en su barco dos imágenes de la Virgen María para su amigo Antonio Farías de Sáa.

¿Le resulta familiar este hecho?. Claro: una de las dos imágenes es la del milagro. Veamos como María empieza a unir las piezas de su obra.

¿Cómo llegó la imagen a Argentina?

Carreta Virgen de Luján

En el año 1630 España y Portugal vivían bajo una misma corona, por lo que el comercio entre las colonias de ambas naciones tenía un nivel de actividad inusual. Un portugués llamado Farías de Saa tenia una estancia en la localidad de Sumampa, en Santiago del Estero, al norte de Argentina. Allí estaba construyendo una capilla para la que consideró oportuno comprar una imagen de la Concepción de la Virgen María. Portugués de origen, Farías sabía muy bien de la reputación artística de los artesanos brasileños. Como era amigo del capitán Andrea Juan (el mismo que había comprado al negro Manuel), a éste le solicitó le traiga desde Brasil la imagen de María. El pedido de la imagen debió formularse a mediados de julio de 1629, pues en esos días se hallaba el piloto Andrea Juan en el puerto de Buenos Aires, y estaba por zarpar a Pernambuco, Brasil. El marino cumplió el encargo y le trajo no una, sino dos imágenes de Nuestra Señora, una bajo la advocación de la Concepción, y la otra de la Madre de Dios, con el Niño en sus brazos. Las imágenes fueron hechas en Brasil, en el valle de Paraíba, en la ciudad de San Pablo.

Andrea Juan, capitán del barco, llega a Buenos Aires a fines de marzo de 1630 con las imágenes de María y el negro Manuel a bordo. Fue entonces que tuvo inconvenientes por ser contrabandista, como era común en esta época. Su amigo Bernabé González Filiano sale entonces ante las autoridades en su ayuda, haciéndose cargo de la deuda. El marino portugués, en agradecimiento y pago, le entrega a Filiano a su esclavo: el negro Manuel. El nuevo amo y dueño del pobre negrito manda enseguida a Manuel a su estancia de Luján, para mayor seguridad y evitarse complicaciones, ya que el pobre esclavo carecía totalmente de documentación.

Las imágenes parten hacia el norte Argentino

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Acondicionadas las imágenes de la Madre de Dios en dos cajones, en el mes de mayo de 1630 fueron subidas a una carreta y emprendieron viaje al Norte por el camino real. Al llegar a las orillas del río Luján se detuvieron los troperos para pasar la primera noche del viaje, en la estancia de Don Tomás Rosendo Oramas. Se ha documentado perfectamente quién era Tomás Rosendo y dónde tenía su estancia, junto al río Luján, muy cerca del camino real. Hay que ubicar la estancia a la altura del pueblo llamado actualmente Villa Rosa, en un paraje denominado Zelaya, en el partido de Pilar.

El escenario estaba listo: la imagen estaba en el lugar indicado, el negro Manuel estaba allí, sólo faltaba el milagro para indicar la voluntad de María.

Imágenes de la Réplica de la Capilla en Zelaya

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¡El Milagro!

A la madrugada siguiente, una clara mañana de inicios de mayo, al intentar proseguir la marcha los bueyes no pueden mover el carro. Los bueyes por más que tiraban no podían moverlo un paso. Admirados de la novedad, los pobladores preguntaron al conductor qué cosa cargaba en la carreta, a lo que respondió que era la misma carga de los días precedentes, y añadió: “Vienen aquí también dos cajones con dos bultos de la Virgen, que traigo recomendados para la Capilla nueva de Sumampa”.

Conversando sobre tan extraña novedad, se supone que el negro Manuel, movido por la gracia de Dios dijo: “Señor, saque del carretón uno de los cajones, y observemos si camina”. Así se hizo, pero en vano. “Cambien los cajones, veamos si hay en esto algún misterio”, replicó Manuel. Los bueyes insinuaron moverse en cuanto se bajó esa caja del carro. Entonces, pensando que todo estaba resuelto, la volvieron a subir. El resultado: el carruaje volvió a quedarse como estacado al piso. Cuando volvieron a bajar la caja, los bueyes se movieron sin dificultad alguna. Dijo entonces el negro Manuel: “Esto indica que la imagen de la Virgen encerrada en este cajón debe quedarse aquí”. Abrieron el cajón y encontraron una bella imagen de la Virgen en su advocación de la Purísima Concepción.

Imagen de la Virgen que continuó hacia Sumampa

De inmediato los arrieros la veneraron y luego, en devota procesión, llevaron la imagen a la casa de la estancia de Rosendo donde sus dueños le levantaron un humilde altar. Desde luego los arrieros entendieron que era una particular disposición del Cielo que la imagen de la Virgen encerrada en tal cajón se quedase en aquel paraje, como en efecto se quedó. La otra imagen prosiguió viaje a su destino en Sumampa, donde se la consagró en la capilla de la estancia de Farías de Saa, en Santiago del Estero.

Desde ese día, en lo más intimo del alma del negrito Manuel se formó una unión firme e indeleble entre su corazón y el Inmaculado Corazón de la Virgen. Dios dispuso entonces consagrar al negro Manuel al culto de la milagrosa imagen dejándolo en casa de Rosendo Oramas, ya que en él se manifestaban señales evidentes de su filial amor, respeto y veneración. El se quedó allí para servirla con prolijidad y esmero.

Como María le dijo al ángel en el día de la anunciación: “Yo soy la esclava del Señor”, así Manuel transformó su real esclavitud en este mundo, en una voluntaria y Divina esclavitud, entregada a la Madre de Dios. Y Ella se sirvió de él para fundar una devoción que cambió los corazones de muchas generaciones de americanos. ¡María presentó ese día el alma del pobre negrito a su Hijo Jesús, para gloria del Cielo todo!

La devoción inicial a María

La familia de Don Rosendo entendió desde un principio lo que ocurría allí, por lo que rápidamente decidieron construir un lugar de veneración de la imagen. La Capilla de la Virgen estaría lista a mediados de 1633 y se abriría a numerosos peregrinos que allí acudían, atraídos por las gracias que la Virgen Santísima dispensaba a sus devotos. Su construcción sería muy rústica y no pasaría de un modesto rancho, con paredes de barro, techo de paja y piso natural de tierra, y por todo lujo un revoque de blanqueo. El pequeño altar tendría una sencillez primitiva y un poco más arriba estaría colocada la Santa Imagen. El lugar era conocido como La Capilla o Ermita de Rosendo. Y Rosendo dedicó al negro Manuel al culto de la imagen, quien cuidaba de la lámpara de la Señora, que incesantemente ardía. Manuel dedicaba su vida al cuidado en el aseo y decencia de su altarcito: él nunca dejaba a su Imagen sin luz ardiente. A Ella había sido donado como esclavo, y él entendía perfectamente lo que importaba tal donación, y se reconocía como verdadero y exclusivo esclavo de la Virgen.

Durante estos primeros años fueron muchos los peregrinos que acudieron al lugar de veneración, atraídos no sólo por el milagro inicial que hizo quedar la imagen allí, sino también por la gran cantidad de curaciones que se daban entre los visitantes. La fama se extendía, haciendo que el lugar quedase incómodo para las romerías que venían desde Buenos Aires a pedir ayuda y orar a María.

El milagro del primer traslado de la imagen

El heredero de la propiedad de Rosendo, deseoso de remediar la necesidad de dar albergue a los peregrinos y que aumentasen los cultos a la Virgen, aceptó vender la misma a una devota dama cordobesa, que pasó a tener un papel fundamental en esta historia: Doña Ana de Matos. En el año 1671 se concretó la compra y traspaso de la Santa Imagen de la Concepción desde su antigua ermita hasta la casa de Doña Ana. Testifica la ilustre dama: “La santa Imagen de la Limpia Concepción haberla adquirido por dinero de mano del Maestro Juan de Oramas”. El administrador de los bienes del difunto Rosendo era Juan de Oramas, heredero de la familia, quien realizó la venta a Doña Ana. Inicialmente se trasladó la imagen dejando al negro Manuel en la estancia de Rosendo, desconociéndose el motivo por el que se separó a Manuel de quien era su ama.

Lo concreto es que cuando Doña Ana fue a buscar a la Virgen a la mañana siguiente al dormitorio de su casa donde la había instalado, se encontró con la sorpresa de que no estaba allí. Desesperada por no poder encontrar a tan preciado tesoro, y luego de revolver cielo y tierra, se dirige desconsolada a la Estancia de Rosendo, donde encuentra la imagen en el viejo altar. Vuelve entonces a llevar la imagen a su casa, y la vigilan con más cuidado esta vez. Y María vuelve a traslocarse milagrosamente, desapareciendo de allí para aparecer a varios kilómetros del lugar, en su antiguo altar otra vez. Doña Ana Matos comprende entonces que algo no agrada a María y decide realizar una procesión formal para trasladar a la imagen. El traslado se cumplió seguramente en las proximidades del 8 de diciembre de 1671, como preparación de una nueva celebración de la fiesta de la Purísima Concepción, y con la presencia del Obispo y el Gobernador.

¡Y esta vez María se quedó en su nueva casa!. Pero probablemente el motivo fue otro: fue que en esta oportunidad se llevó al negro Manuel con Ella, al que nunca se debió separar de Su lado. El traslado de Manuel no fue simple: si bien él no tenía papeles, el Maestro Juan Oramas consideraba que pertenecía a la herencia recibida del difunto Bernabé Filiano, por lo que su familia se negaba a entregarlo. De hecho, Manuel había sido legado como esclavo a una joven integrante de la familia de Rosendo. El pobre negrito se defendía diciendo: “Yo soy de la Virgen, no más. El conductor de las Santas imágenes, Andrea Juan, me dijo varias veces antes de morir, en la casa de Rosendo en Buenos Aires, que yo era de la Virgen, y que no tenía otro amo a quien servir más que a la Virgen Santísima”. Finalmente fue Doña Ana Matos quien, junto a vecinos de la zona, compró a Manuel a la familia Oramas para poder mantener la unión que María tan claramente había ordenado.

La inocente simplicidad de Manuel era tal que algunas veces trataba a la Virgen con mucha familiaridad. Habiéndose ya construido el pequeño oratorio contiguo a la casa de Ana de Matos, y estando ya colocada en su nicho la Imagen, observaba el negro Manuel que algunas noches faltaba Ella del nicho. Y que por la mañana la encontraba en él, pero muchas veces llena de rocío y otras con el manto lleno de abrojos o barro. En estas ocasiones él le decía: “Señora mía, ¿qué necesidad tenéis Vos de salir de casa para remediar cualesquiera necesidad siendo tan poderosa?. ¿Y, cómo Vos sois tan amiga de los pecadores, que salís en busca de ellos, cuando veis que os tratan mal?”

Nacimiento de la Ciudad de Luján

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Por cierto que el nuevo lugar de residencia de la imagen, la casa de Doña Ana de Matos, quedaba en lo que actualmente es la Ciudad de Luján. Pero nada de ello existía en ese momento, ya que la ciudad surgió como resultado directo de la devoción a María allí. Y todo se inicia en el año 1682. El 2 de octubre Doña Ana dona tierras a la Virgen de Luján en estos términos: “Porque tengo mucho amor a la advocación de Nuestra Señora de la Limpia Concepción y a su Santa Imagen hago gracia y donación a dicha Santa Imagen de todo el sitio que necesitare para la construcción de su Capilla, con más una cuadra de sitio en contorno de ella”. Ana de Matos hace la donación con la condición de que dicha Imagen ha de estar perpetuamente en dichas tierras y en caso contrario queda anulada la donación, debiendo ser entregada la Imagen a los herederos, por haberla ella adquirido con su dinero.

Con esta donación Ana de Matos convertía realmente en oficial y pública la Capilla de Nuestra Señora, al pasar al dominio de la Iglesia y a sus autoridades la posesión de ese lugar sagrado, y también con esa entrega daba origen y fundamento a la verdadera fundación de la actual Ciudad de Luján.

El negro Manuel muestra signos de santidad

Uno de los más famosos milagros obrados por la Virgen a través del negro Manuel y seguramente el más celebrado fue la curación del Padre Pedro Montalbo. Sucedió en el año 1684: el Padre Montalbo enfermó gravemente de unos ahogos asmáticos que en poco tiempo lo redujeron a tísico confirmado. Y viéndose él así, afligido fue en un carretón a hacer una novena a la Virgen de Luján en los días de su fiesta patronal. Cuando estaba como a una legua de Luján tuvo un accidente que lo dejó medio muerto, y así llegó a las puertas de la capilla. Salió el negro Manuel y ungiéndole el pecho con el aceite de la lámpara de la Virgen, volvió en sí. Mientras tiernamente lo consolaba, le decía el negrito Manuel: “La Virgen Santísima lo quiere para que sea su Capellán”. Así surgió el primer Capellán de María en Luján.

Con el proyecto de levantar un templo más digno de la veneración que merecía la Virgen, el negro Manuel acumulaba las ofrendas que traían los devotos peregrinos y andaba por las estancias y aun por los pagos distantes, pidiendo limosnas para la construcción del Santuario. A su muerte se le hallaron $14.000 de las limosnas, que los devotos le habían entregado. El negro Manuel, respetado por todos como un patriarca, reunía en la ermita a todos los peregrinos y rezaba junto con ellos el Santo Rosario. Luego, en un lenguaje lleno de humilde simplicidad, daba a entender a los peregrinos que venían atraídos por los favores que obraba la Virgen, que pusiesen toda su confianza en Ella. Que teniéndola por intercesora con su Divino Hijo, seguros alcanzarían las gracias que necesitaran. Y cuando todos se retiraban, el negro Manuel se quedaba orando sólo hasta altas horas de la noche. Manuel continuó con su servicio a María hasta la ancianidad. Hallándose en la última enfermedad dijo un día a los presentes: “Mi Ama, la Santísima Virgen, me ha revelado que he de morir un viernes y que al sábado siguiente me llevará a la Gloria”.

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Y en efecto, así sucedió. Su muerte sucedió en 1686, en el día que había dicho, y se puede creer que se verificó por entero su profecía: su alma bendita fue llevada al Cielo para poder gozar allí de la Virgen María, cuya venerable imagen tanto había amado y cuidado en la tierra. Murió en olor de santidad, por cuyo motivo es tradición que su cuerpo fue sepultado detrás del altar Mayor del Santuario del Capellán Montalbo, descansando a los pies de su Ama.

De este modo el negro Manuel nos reveló, como otras veces, que María se comunicaba con él. No nos debe sorprender este don concedido a su alma, ya que siempre sucede de este modo con quienes aman a Dios hasta el límite.

El es un pilar de la fundación de la Argentina, ya que fue el siervo de la Madre de la Patria. Desconocido por la gente de estos tiempos, su alma nos pide desde el Cielo que tomemos su ejemplo de humildad y sabia esclavitud entregada a la Madre Celestial. La enseñanza que este pobre esclavo nos deja debe ser la fundación sobre la que se construya el renacer de la nueva Argentina: la entrega total a la Madre de Dios, para que Ella interceda por el pueblo ante su Hijo Amado, Jesucristo.

Milagros después de su muerte

La fama de santidad y de gran siervo de Dios que el negro Manuel dejó en su muerte se mantuvo en el tiempo. Cuando Don Juan de Lezica había sido encargado por Doña Ana para la construcción del nuevo templo de Luján, aproximadamente en el año 1757, tuvo problemas por la falta de arena gruesa, de tal modo que la obra se veía retrasada. En esta situación un negro, que sin dudas fue Manuel, se le apareció y le aseguró que a pocos pasos de allí había arena en un campo. La halló Juan de Lezica en el lugar señalado, que jamás nadie había sabido que existiese. El hallazgo se tuvo por milagroso, ya que todos sabían que el negro Manuel no podía estar ajeno a la obra del nuevo Templo.

Donde está la humildad y la rectitud de intención, allí también están la sabiduría y la santidad. Testigo de esta verdad es el negrito Manuel, cuya obra sobrevive siempre atractiva y joven en la historia de Luján. Aprendamos del negro Manuel la materna esclavitud de amor por la que se hace ofrenda de toda nuestra persona y de todos nuestros bienes a María, y por Ella a Jesucristo, aprendiendo a Marianizar toda nuestra vida haciendo todo por María, con María, en María y para María, para ser y hacer todo por Jesús, con Jesús, en Jesús y para Jesús.

Los primeros años de crecimiento de Luján

En 1685 el Padre Montalbo impuso óleo y crisma a varios creyentes en el lugar. Seguramente esto se cumplió en la Capilla de Luján (entonces en construcción), o también en los ranchos del campo. En 1730 se eleva el pedido de que Luján fuese elevada a Parroquia. Se enumeran entonces 114 estancias, cantidad considerable al relacionarla con la lejanía de la Capital. Es un dato más que nos muestra que el culto a Nuestra Señora de Luján congregaba mucha gente en el lugar, verdadero motivo de nacimiento y desarrollo de la ciudad. Finalmente en este importante año de 1730 se crea la Parroquia de Luján. El 8 de diciembre de 1763 se produce el traslado de la imagen al nuevo templo, conocido como Templo de Lezica y Torrezuri.

De este modo creció la devoción a María en Luján, hasta transformarla en el centro de Cristiandad mas importante de la región. Nada detuvo el impulso inicial que la Madre de Dios marcó junto al Río Luján: ¡Quedarse en estas tierras!

Luján: origen indudable de la bandera Argentina

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Mucho se ha dicho sobre el origen de los colores de la bandera Argentina. Se dice que su creador, el General Manuel Belgrano, se inspiró en los colores del cielo para imprimir el azul/celeste y blanco que la caracteriza. Sin embargo, otra es la verdad: los colores de la bandera Argentina fueron tomados de los colores de María de Luján. Lo confirman muchos testimonios escritos, como por ejemplo los textos del historiador Aníbal Rottjer: “El sargento mayor Carlos Belgrano, que desde 1812 era comandante militar de Luján y presidente de su Cabildo, dijo: “Mi hermano tomó los colores de la bandera del manto de la Inmaculada de Luján de quien era ferviente devoto. Y en este sentido se han pronunciado también sus coetáneos, según lo aseveran afamados historiadores”. El mismo autor dice: “Después de implorar el auxilio de la Virgen, y usando como distintivo de reconocimiento los colores de su imagen, por medio de dos cintas anudadas al cuello, una azul y otra banca, y que llaman de la medida de la Virgen, porque cada una de ella medía 40 cm, que era la altura de la imagen de la Virgen de Luján”. O también “al fundarse el Consulado en 1794, quiso Manuel Belgrano que su patrona fuese la Inmaculada Concepción y que, por esta causa, la bandera de la dicha institución constaba de los colores azul y blanco. Al fundar Belgrano en 1812 el pabellón nacional ¿escogería los colores azul y blanco por otras razones distintas de las que tuvo en 1794?”. El Padre Jorge Salvaire no conocía estos detalles y sin embargo afirma que “con indecible emoción cuentan no pocos ancianos que al dar Belgrano a la gloriosa bandera de su Patria los colores blanco y azul celeste, había querido, cediendo a los impulsos de su piedad, obsequiar a la Pura y Limpia Concepción de María, de quien era ardiente devoto”.

Manuel Belgrano, que había concurrido a Luján en 1812 con su ejército a visitar a María y rezar el Rosario allí con sus soldados, ofrece a la Virgen en 1813 dos banderas tomadas al enemigo en la batalla de Salta. El 27 de mayo se leyó en la sesión del Cabildo de Luján el siguiente oficio: “Remito a Usía dos banderas de división, que en la acción del 20 de febrero se arrancaron de las manos de los enemigos, a fin de que se sirva presentarlas a los pies de Nuestra Señora, a nombre del Ejército de mi mando, en el Templo de ésa, para que se haga notorio el reconocimiento en que mis hermanos de armas y yo estamos a los beneficios que el Todopoderoso nos ha dispensado por su mediación; y exciten con su vista la devoción de los fieles para que siga concediéndonos sus gracias. Dios guarde a Usía muchos años. Jujuy, 3 de mayo de 1813. Manuel Belgrano. Al Sr. Presidente, Justicia y Regimiento del Muy Ilustre Cabildo de la Villa de Luján”.

Cumplidos todos los trámites oficiales y notificaciones debidas, las banderas fueron colocadas en función solemne ante la Santísima Virgen de Luján el sábado 1 de julio de 1813.

Luego de conocer estos hechos históricos que nos revelan que la bandera Argentina procede directamente del Manto de la Madre de Dios, debemos comprender que Dios no se aparta de la historia de las naciones. Somos los hombres los que nos apartamos de Dios, pese a Su insistencia en ayudarnos. En este caso, por intercesión de Su amorosa Madre.

Luján, cuna de la Patria Argentina

En mayo de 1818, cuando el general San Martín visitó la villa y el santuario de Luján, venía cubierto con los laureles de la reciente victoria de Maipú, y en viaje de Chile a Buenos Aires con el propósito de obtener recursos para proseguir la campaña del Perú. Con qué alegría debió contemplar allí los gloriosos trofeos de la batalla de Salta, enviados por el general Belgrano desde Jujuy en 1813. En marzo de 1820 visita Manuel Belgrano, ya enfermo, por última vez el Santuario de Luján. El nunca dejó de agradecer a su protectora. Y En el año 1823 vuelve el general José de San Martín a visitar el Santuario de Luján. Había terminado su gigantesca empresa, asegurando la libertad de Chile y el Perú. San Martín, que había consagrado el ejército de los andes a la Virgen María en Mendoza, encuentra también en Luján las raíces que lo impulsan a amar el suelo Argentino.

El Martín Fierro, poema gauchesco que resume la esencia de la verdadera argentinidad, pone en alto la entrega del hombre de las pampas a la Madre de Dios, cuando las cosas no están para nada bien:

Si me salva
la Virgen de este apuro
en adelante le juro,
ser más güeno que una malva.

¿Acaso no estamos hoy en una situación similar a la que el Martín Fierro describe en esta memorable estrofa?. El pueblo Argentino (lo decimos como argentinos que somos) debe buscar en sus raíces Marianas el fruto de humildad y entrega que lo conduzca nuevamente a la senda del bien y del amor filial. Que la Virgen de Luján nos ilumine en este difícil camino que tenemos por delante.

Milagro en Mendoza

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En 1832 un malón de 2000 indios se había propuesto llegar a la ciudad de Mendoza. Cuando los indios se encontraban a la orilla del río Mendoza a las dos de la mañana esperando la hora oportuna para atacar, se enfermó la esposa del Juez del lugar. Ante la gravedad del estado de la señora fue necesario buscar a una mujer médica que vivía en la orilla del río. Por este motivo, el gendarme que fue a la casa de la médica vio a los indios y dio parte inmediatamente a su jefe, quien en el acto mandó avisar a todos los vecinos. Muchos huyeron a la Ciudad, pero el resto (principalmente mujeres y niños) se concentraron en la Iglesia del lugar, dedicada a Nuestra Señora de Luján. El pobre vecindario clamó a la compasiva Señora del Cielo y Ella los atendió. Los indios huyeron despavoridos: jamás se supo cuál fue la causa de su fuga. Lo cierto es que desapareció el peligro y el pueblo reconoció en su Patrona a la autora del prodigio y salió del templo confesando a voces, entre lágrimas y sollozos, que “la Virgen de Luján los había salvado”. La Virgen había salvado en esta ocasión a la incipiente Villa que se formaba alrededor de su Capilla y también de manera tan oportuna a la ciudad capital de Mendoza.

El impulso del Padre Jorge Salvaire

Un sacerdote francés, el Padre Salvaire, fue impulsor incansable del Santuario de Luján, a tal punto que la Basílica actual es conocida como la Basílica de Salvaire. ¿Que lo impulsó a tan grande obra?. Un milagro de María, ni más ni menos.

Sucedió a fines de 1875, cuando Salvaire tenía 28 años. Este es un relato de época: “Era en el sur de la provincia de Buenos Aires. Los indios recorrían todavía como dueños la Pampa estéril. El alba alumbraba tristemente una toldería escondida en el fondo de una de las ondulaciones de la inmensa llanura. En el campamento, la noche había sido una larga orgía, preludio de la ejecución de un prisionero. La víctima, que era un modesto sacerdote francés, había pasado la noche en oración. Cuando el día amaneció, la chusma, aquella hez de las tolderías, vino a insultar los últimos momentos del condenado. En primera línea una banda de viejas arpías se distinguían por su violencia, la crudeza de sus injurias, y en medio de sus imprecaciones excitaban a los guerreros a horadar con sus lanzas aquel perro cristiano. El joven sacerdote, de rodillas, oraba. No desesperaba. En los momentos que todo parece perdido, el hombre encuentra siempre en un rincón del corazón un rayo de esperanza. Muy débil era este rayo en el prisionero, pero la fe lo animaba.

Las vociferaciones de la chusma aumentaban a cada momento. La hora suprema había llegado. Él lo comprendió. Echó una mirada hacia el pasado que se le apareció en cuadros llenos de amargura a causa de su mismo encanto. Volvió a ver a Francia, a su aldea, a su viejo padre enorgullecido por su elevación al sacerdocio y llorando por su partida. Recorrió durante algunos momentos sus últimas etapas a través del nuevo país que él había venido a evangelizar. Su espíritu se detuvo admirado al pensar en la última plegaria que había dirigido al pie de los altares en una modesta Capilla dedicada a la Madre de Dios. Era apenas la víspera, en que había visitado el Santuario de Luján. Rezaba allí con fervor por el buen éxito de su viaje. Vuelve a hallar este fervor en el medio del peligro y dirigiéndose a la Consoladora de los afligidos hizo el voto, si Ella alejara de él el martirio inútil que le amenazaba, de propagar su culto y de consagrar su vida a transformar en un templo digno de Ella el modesto oratorio en donde se había arrodillado.

¿Por qué la rabia de los indios se había desencadenado contra este misionero de paz? Una espantosa plaga, la viruela, azotaba la tribu y esa gente acusaba al sacerdote de haber traído el mal. Era menester matarlo y arrojar sus cenizas al viento a fin de conjurar el maleficio. Los gritos, la carrera loca de los jinetes había cesado. Sacaron la suerte y los cuatro guerreros designados para horadar a la víctima con sus lanzas subieron pronto a caballo. Los pusieron luego en movimiento en un círculo que debía ir poco a poco estrechándose, hasta que pudiesen golpear al condenado. En aquel momento, un joven indio llegaba al campamento. Se acercó al sacerdote, lo miró con un movimiento rápido, arrojándole su poncho sobre la cabeza le gritó: Cúbrete, cristiano, y no vayas a morir de miedo.

El sacerdote repetía casi maquinalmente su voto: ¡Salvadme, Santa Madre!. Si por vuestra gracia todopoderosa escapo de la muerte, mi vida será consagrada a levantar vuestro Santuario y propagar el culto de vuestro bendito Nombre. El poncho había caído sobre él y su pesado tejido grueso le pareció una coraza que venía a protegerlo. La hendidura del pocho se hallaba precisamente sobre su cara, la entreabrió a fin de respirar y apercibió a los guerreros terriblemente excitados continuando su carrera furibundos. Pero más allá frente al Cacique, estaba un joven de grande estatura que le hablaba. Sus ademanes elocuentes como los de todos los guerreros pampeanos indicaban que él abogaba calurosamente. El Cacique dio una señal. El galope cesó. El joven se acercó al misionero y quitándole el poncho le dijo: Levántate, hermano, estás salvado.

El padre Salvaire, a quien desde entonces llamaron familiarmente el padre Salvado, reconoció al indio que había intercedido por él y que era el hijo del Cacique. Ese joven, tiempo antes había sido preso por las tropas nacionales y debía ser fusilado cuando el padre Salvaire obtuvo su perdón. El joven acababa de pagar su deuda de agradecimiento”.

El Padre Salvaire dedicó a partir de entonces su vida a promover en Argentina y en el Vaticano la obra de María en Luján. Y como era un historiador, publicó en 1885 su “Historia de Nuestra Señora de Luján, su Origen, su Santuario, Su Villa, sus milagros y su culto”. Su obra alcanzó enorme prestigio, de tal modo que Luján alcanzó desde entonces tanta fama que cruzó las fronteras y fue conocida la historia de la Virgen Bendita del Plata en todo el mundo católico.

El Beato Luis Orione en Luján

El 16 de noviembre de 1921 visita por primera vez el Santuario y reza allí la Santa Misa Don Luis Orione, fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, y hoy elevado a Beato por Juan Pablo II. Pocas semanas antes de esta fecha Monseñor Maurilio Silvani había rogado su presencia en el País, y Don Orione aceptando la invitación escribía:

“Estaré presente en la peregrinación a Luján. Allí, a los pies de la Virgen, comenzará la misión de los Hijos de la Divina Providencia en la Argentina”.

Don Orione en las visitas que hizo a nuestro país visitó varias veces el Santuario. El 11 de noviembre de 1934 predicó en la gran peregrinación italiana, y el 13 de abril de 1935 celebró ante la Santísima Virgen de Luján el 40º aniversario de su ordenación sacerdotal.

Don Orione ha sido especial para la Argentina, no sólo por sus visitas, sino también porque dejó un legado de caridad y amor que perdura.

Juan Pablo II y la Virgen de Luján

El viernes 13 de noviembre de 1998 el Santo Padre Juan Pablo II acudió a la iglesia nacional argentina en Roma, dedicada a la Virgen de los Dolores, con ocasión de la entronización de la imagen de Nuestra Señora de Luján. La imagen había sido bendecida por él mismo el 11 de noviembre de 1995 durante la última visita ad limina del Episcopado argentino. La imagen de la Virgen fue llevada en procesión desde el altar a través de la nave central, hasta la capilla donde ha quedado expuesta a la veneración de los fieles. En la homilía, el Santo Padre dijo:

“Virgen de Luján, cuida al pueblo argentino, sosténlo en la defensa de la vida, consuélalo en la tribulación, acompáñalo en la alegría y ayúdalo siempre a elevar la mirada al cielo, donde los colores de su bandera se confunden con los colores de tu manto inmaculado”.

¿Cómo es la imagen de la Virgen de Luján?

Virgen de Luján

El sabio misionero Jorge María Salvaire realiza una minuciosa descripción que data de 1885: “La imagen de Nuestra Señora de Luján es pequeña en altura: mide unos cuarenta centímetros de alto. Sus facciones son menudas, pero bien proporcionadas. El rostro es óvalo. El semblante modesto, grave y al mismo tiempo dulcemente risueño, conciliando a la vez benevolencia con su irresistible atractivo, y respeto con majestad de Reina y gran Señora. La frente es espaciosa; los ojos grandes, claros y azules; la cejas negras y arqueadas; la nariz algo aguileña, la boca pequeña y recogida, los labios iguales y encarnados cual rosa, las mejillas sonrosadas. Mira un tanto hacia la derecha. El color del rostro aunque muy agraciado, es un tanto amorenado. Tiene sus delicadas manos, asimismo bien formadas, juntas y arrimadas al pecho, en ademán o movimiento de quien humildemente ora. El ropaje de la talla se compone de un manto de color azul, hoy muy amortiguado, sembrado de estrellas blancas; debajo de dicho manto aparece una túnica de color encarnado, aunque en el día igualmente muy amortiguado. Los pies de la Santa Imagen descansan sobre unas nubes, desde las cuales emerge la media luna, que tradicionalmente se pone debajo de las plantas de la Virgen Inmaculada, y luego como jugueteando inocentemente entre aquellas nubes, descuellan cuatro graciosas cabecitas de querubines, con sus pequeñas alas desplegadas de color ígneo. Finalmente, diremos que la materia con que ha sido fabricada la Santa Imagen es de arcilla cocida. En resumidas cuentas, no es, debemos confesarlo, la antigua Imagen de nuestra Señora de Luján, una obra de arte; en cuanto a la materia, nada apreciable es, y por lo que mira a la hechura, no se puede, a la verdad , mentar entre las Imágenes notables. Preciosa es empero, sobre toda ponderación, por los innumerables y admirables portentos que, por su intercesión, obró incesantemente la divina misericordia, por los piadosos recuerdos que su sola vista despierta, y por la veneración tan entrañable que le profesaron nuestros padres.”

Es de hacer notar que esta descripción corresponde a la estatuilla original. La misma ha sido cubierta con gran cantidad de vestimentas y ornamentos, que configuran la imagen que conocemos popularmente. Se ha vestido a la humilde María de terracota, para darle un aspecto de Reina, aunque Ella en lo profundo sigue siendo la misma hermosa y humilde mujer de Galilea.

Del milagro inicial a la Basílica de Luján

En el año 1677 un fraile carmelita llamado Juan de la Concepción, cumpliendo el deseo de la señora Ana de Matos, mandó edificar una nueva capilla en los terrenos cedidos por la señora. Más tarde, se hizo un nuevo templo en 1754, y finalmente se construyó una solemne basílica, cuyas obras duraron desde el año 1887 al 1930. Cada lugar donde estuvo la Virgen tuvo un nombre como denominación: a la primera ermita se le llamó “la ermita de Rosendo” (la estancia donde se produjo el milagro); a la segunda, “la capilla de Montalbo” (por el nombre del primer Párroco); a la tercera, “el templo de Lezica” (quien fue protagonista del milagro de la arena); y a la última, “la basílica de Salvaire” (por el Padre francés Jorge Salvaire), siendo éste último uno de los templos católicos más grandes y fastuosos de la América Hispana. La corona de la Virgen de Luján lleva tres escudos de las tres repúblicas del Plata (Argentina, Uruguay y Paraguay) y de la madre patria, en memoria de los dos siglos de protección que España le dio a este santuario.

La Virgen de Luján Patrona de la Argentina, Uruguay y Paraguay

El 5 de octubre de 1930 dio comienzo la Gran Semana del tricentenario del milagro de Luján y en este día se juró a María de Luján por Patrona de las tres Repúblicas hermanas: Argentina, Uruguay y Paraguay. El Papa Pío XI decretó su Patronazgo el 8 de septiembre, y allí se hallaban presentes casi todos los Obispos de Argentina, Montevideo y Asunción. Finalmente el 6 de octubre se consagró el Santuario de Nuestra Señora, y el 8 de diciembre se la declaró Basílica por gracia del Santo Padre, quedando legitimado el título de Basílica, que el aura popular se había adelantado a darle desde mucho tiempo atrás. Los milagros que se describen de esta advocación Mariana son imposibles de enumerar, y la devoción y el cariño que siente el pueblo argentino por su patrona es incalculable. La basílica ha sido visitada por Papas, reyes y gobernantes de todo el mundo.

El pueblo Argentino peregrina cada año a Luján en multitudes, reza, pide gracias, no olvida a su Patrona. María, desde allí, se enarbola como la insignia que marca el camino a Jesús en el sur de América. Su Presencia centenaria ilumina el deseo de Dios, la Voluntad Divina. María nos llama desde Luján, nos busca, nos coloca bajo Su Manto.

Quizás son tiempos de volver aún más a las fuentes y pedir una vez más que María, desde Luján,

SALVE AL PUEBLO ARGENTINO


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Fiesta de la Cátedra de San Pedro https://www.reinadelcielo.org/fiesta-de-la-catedra-de-san-pedro/ Thu, 22 Feb 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=8883 (Fiesta: 22 de febrero)]]>

Fiesta de la cátedra de san Pedro, apóstol, al que el Señor dijo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. En el día en que los romanos acostumbraban a recordar a sus difuntos, se celebra la sede de aquel apóstol, cuyo sepulcro de conserva en el campo Vaticano y ha sido llamado a presidir en la caridad a toda la Iglesia. Hoy se celebra la festividad de la Cátedra de San Pedro, una ocasión solemne que se remonta al cuarto siglo y con la que se rinde homenaje y se celebra el primado y la autoridad de San Pedro.

La palabra “cátedrasignifica asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que predica. Sinónimo de cátedra es también “sede” (asiento o sitial): la “sede” es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis. Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del obispo de Roma, el Papa.

San Pedro

Hace no muchos años, antes de rezar el Ángelus en este día, el Papa Juan Pablo II recordó que “la festividad litúrgica de la Cátedra de San Pedro subraya el singular ministerio que el Señor confió al jefe de los apóstoles, de confirmar y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe. En esto consiste el ´ministerium petrinum´, ese servicio peculiar que el obispo de Roma está llamado a rendir a todo el pueblo cristiano. Misión indispensable, que no se basa en prerrogativas humanas, sino en Cristo mismo como piedra angular de la comunidad eclesial”. “Recemos -dijo- para que la Iglesia, en la variedad de culturas, lenguas y tradiciones, sea unánime en creer y profesar las verdades de fe y de moral transmitidas por los apóstoles“.

La cátedra es en realidad el trono que Carlos el Calvo regaló al papa Juan VIII y en el que fue coronado emperador el día de Navidad del año 875. Carlos el Calvo era nieto de Carlomagno. Durante muchos años la silla fue utilizada por el papa y sus sucesores durante las ceremonias litúrgicas, hasta que fue incorporada al Altar de la Cátedra de Bernini en 1666.

Tradiciones, leyendas y creencias afirmaron durante muchos años que la silla era doble y que algunas partes se remontaban a los primeros días de la era cristiana e incluso que la utilizó San Pedro en persona. La silla ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de los siglos y la última vez que fue extraída del nicho que ocupa en el altar de Bernini fue durante un período de seis años, entre 1968 y 1974. Los análisis efectuados en aquella ocasión apuntaban a que se trataba de una sola silla cuyas partes mas antiguas eran del siglo VI. Lo que se había tomado por una segunda silla era en realidad una cubierta que servía tanto para proteger el trono como para llevarlo en procesión.

Todos los años en esta fecha, el altar monumental que acoge la Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el día con docenas de velas y se celebran numerosas misas desde la mañana hasta el atardecer, concluyendo con la misa del Capítulo de San Pedro.

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Fuente: Catholic.net


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Santa Ángela de la Cruz https://www.reinadelcielo.org/santa-angela-de-la-cruz/ Thu, 02 Mar 2023 08:45:03 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=27112

María de los Ángeles Guerrero González
Fundadora del Instituto
de las Hermanas de la Cruz

Martirologio Romano: En Sevilla, en España, santa Ángela de la Cruz Guerrero González, fundadora del Instituto de las Hermanas de la Cruz, que no se reservó ningún derecho para sí sino que lo dejó todo para los pobres, a los cuales acostumbraba llamar sus señores, y los servía de verdad (1932).
Etimológicamente: Ángela = Aquella que trae el mensaje de Dios, es de origen griego.
Fecha de canonización: 4 de mayo de 2003 por S. S. Juan Pablo II.

María de los Ángeles Martina de la Santísima Trinidad Guerreo González, o Sor Ángela de la Cruz, es conocida en su ciudad natal, Sevilla, como “madre de los pobres”. Nace en 1846 en el seno de una familia sencilla y trabajadora. Niña humilde, afectuosa, alegre, devota, trabajadora. La penitencia, la oración, la limosna, la entrega son propios de ella. Con 13 años entra a trabajar en un taller de zapatería, donde se ganará el cariño, el respeto y la admiración de sus compañeras. Los pobres de su barrio saben de sus limosnas y ayudas. A los 16 años conoce al Padre José Torres que la ayudará a madurar en su fe y en su vocación, y la orientará hacia el apostolado. Sus intentos de ingresar en las Carmelitas Descalzas de Sevilla y en las Hijas de la Caridad fracasan por motivos de salud.

Con humildad y sencillez, esta mujer, que apenas sabe escribir, pondrá por escrito, a petición del P. Torres, lo que siente: narra una contemplación que ha tenido de la Santa Cruz, a partir de la cual se llamará Ángela de la Cruz; o cómo concibe ese Calvario que quiere que sea su vida: sólo tiene 27 años. El 2 de agosto de 1875 nace la “Compañía de Hermanas de la Cruz” , con el fin de ayudar y atender a los pobres y a los enfermos, y limpiar de miserias sus casas. Las religiosas viven en conventos que son un como un “Calvario”, con una imagen preciosa de la Virgen María en el Oratorio; con una existencia austera, en silencio casi absoluto, de oración y meditación continua. Las vocaciones aumentan, así como las peticiones de ayuda de los más pobres y necesitados, incluso de los ricos, y se suceden las fundaciones. La Madre Ángela de la Cruz, que morirá en 1932, estará toda su vida pendiente de todas y cada una de sus hijas, y de cuantos acuden buscando su consejo y su apoyo.

¿Qué podemos aprender de Sor Ángela de la Cruz? 

Sor Ángela de la Cruz fue pobre: su máxima era vivir la pobreza evangélica, como Jesucristo, porque sólo desde la pobreza podrá comprender y ayudar a los pobres. Dedica su comida y las limosnas que recibe para los pobres del barrio. Su atención a los pobres le lleva a ‘chupar’ la supuración de las llagas de una enferma a punto de morir, y que sana al poco tiempo. Ese desprendimiento la lleva a concebir una Compañía en la que sus monjas estén al servicio de los pobres, desprendidas de todo, sin más ropa que la puesta, con un régimen de comidas austero, dormir en tarimas de madera… sus religiosas son mendigas, y todo lo reciben de limosna. Con un objetivo cristiano: llevar todas las almas a Dios. 

Humilde: ser ‘nada’ en la voluntad de Dios; obedecer continuamente; vivir en una actitud continua de recogimiento; aceptar las reprimendas y no justificarlas cuando son injustas. Humildad que se plasma en sus Hijas: piden limosna, visitan y ayudan a los enfermos.

Madre: madre para los pobres, a quienes da todo lo que tiene, y sobre todo su amor. Madre para sus Hijas, a quienes quiere y cuida, a quienes dirige cartas circulares, y cartas personales; a quienes exhorta a vivir muy unidas, con paz y tranquilidad, siendo ángeles de paz, con un testimonio de pobreza evangélica y de alegría. Madre que creará internados para las hijas huérfanas de los enfermos que asisten las Hermanas, y escuelas para las niñas humildes, incluso escuelas nocturnas para las obreras. Pobreza sí, miseria no. Confianza: en la divina Providencia y en las personas que la Divina Providencia ponía a su lado.

Amor a la Cruz: las casas de las Hermanas son como un Calvario, y en el dormitorio hay un altar con una Cruz.

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Fuente: Catholic.net


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La hora de los laicos https://www.reinadelcielo.org/la-hora-de-los-laicos/ Fri, 03 Jun 2022 09:11:55 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=22945 ]]> Juan Pablo II, ese extraordinario Papa que nos fue dado, lo dijo con toda claridad, una y otra vez: esta es la hora de los laicos. Quizás no lo comprendimos plenamente en su momento, pero ahora volvemos a sus palabras con tremenda insistencia. ¡Cuánta razón tenía!

Vivimos tiempos en que las vocaciones sacerdotales se hacen escasas, y los seminaristas que abandonan tempranamente su vocación abundan a nuestro alrededor. Mucho más triste aún, sacerdotes en los primeros años de su ordenación abandonan tempranamente y se sumergen en el mundo dejando atrás el Don extraordinario que Dios les dio. No quiero en esta reflexión referirme a los problemas que dan origen a esta tragedia de nuestra amada Iglesia, sino a sus consecuencias prácticas.

La consecuencia práctica fundamental es que los laicos nos quedamos sin guía, sin pastores, y sin acceso de los Sacramentos. Herirá al Pastor, y se dispersarán las ovejas, dice El SeñorLa Virgen, que se nos presenta como La Reina de la Paz desde Medjugorje, nos lo advierte todo el tiempo. Ella nos pide insistentemente oración, hasta que nos hagamos oración viva, porque vienen tiempos difíciles y sólo perseveraremos, si oramos sin cesar. Pero Ella nos pide también, desde sus mensajes cada mes, que oremos por nuestros pastores, porque los necesitamos de modo imperioso.

Como Iglesia necesitamos a nuestros pastores por varios motivos, pero en el corazón de esa necesidad está la administración de los Sacramentos, sin los cuales no podemos seguir adelante. Pensemos en La Santa Misa, en la Presencia del Señor Eucarístico, pero también en el Sacramento del Perdón de los pecados, la confesión. ¿Cómo podríamos vivir sin ellos? Imaginemos vivir sin el Sacramento del matrimonio frente a Dios, corazón de la familia cristiana, que es el verdadero santuario donde germina la fe de las generaciones futuras. No, no podemos vivir sin los Sacramentos, y ellos sólo pueden ser administrados por nuestros Sacerdotes.

De tal modo, llegará un momento, y no está tan lejano, en que tendremos que aprender a sostener nuestra fe y nuestra vida comunitaria en Dios, en pocos sacerdotes. Los buscaremos por todas partes, los cuidaremos como un tesoro irremplazable, haremos de ellos un motivo de tremenda alegría cuando los tenemos, y una tristeza sin comparación cuando vivamos su ausencia. Este mundo que viene nos obligará a aprender a sostener la fe de la Iglesia buscando nuevas formas de seguir adelante.

¡Es la hora de los laicos!

Así es como lo vio Juan Pablo II, y como lo dijo la Iglesia durante el Concilio Vaticano II. Teniendo muy pocos sacerdotes a disposición de la grey, los laicos tendremos que buscar la forma de pastorearnos a nosotros mismos, ya que herido el pastor, corremos el riesgo de que se dispersen las ovejas. Los pocos sacerdotes que tengamos se concentrarán en administrar los sacramentos, mientras que la tarea de la evangelización, de la predicación del Evangelio, de la materialización de la fe en obras, quedarán crecientemente en manos de los laicos. Serán obras que atraigan a las ovejas perdidas, y las eduquen en las Verdades Eternas del Señor, y las lleven a los Sacramentos, a la práctica viva de la fe. 

Hemos observado cómo es notable que el Señor se reveló durante siglos a Sacerdotes y Monjas, a almas consagradas. Las devociones que todos conocemos fueron así transmitidas directamente por el Señor a sus predilectos. Sin embargo, desde ya hace más de un siglo, y de modo creciente, Él ha decidido manifestarse a laicos, simples laicos que se han encontrado con algo imprevisto: Ser mensajeros de Dios. Nada es casualidad en la forma en que Dios nos lleva a través del desarrollo de Su Obra, Su Plan. El nos ha estado preparando para esta hora, la hora de los laicos.

Tendremos que aprender a hacer las cosas de manera distinta, a tomar responsabilidades que antes quedaban en manos de los sacerdotes, en perfecta comunión con la Iglesia, su Jerarquía y en particular bajo la autoridad de nuestro Pontífice. Debemos aceptar esta responsabilidad que Dios nos pone por delante, porque en nosotros está el cumplir Su Voluntad para estos tiempos. Así surgirán movimientos y asociaciones laicas dentro de la Iglesia, nuevas formas de actuar frente a esta nueva realidad. Los Templos serán construidos por la iniciativa y acción pura y simple de laicos, que aprenderán a hacer cosas que antes quedaban en manos de los sacerdotes, o de las ordenes tradicionales. 

Como María nos enseña, una y otra vez, necesitamos a nuestros pastores. Sin los Sacramentos no podemos seguir adelante, nos falta la Vida que corre por la Sangre de nuestra Iglesia. Es por eso que cuanto más difícil sea encontrarlos, más espacio tenemos que ocupar los laicos, más debemos trabajar en aquello que podemos hacer, de tal modo de sacar máximo provecho a esa maravilla que Dios nos seguirá dando, pero en modo cada vez más escaso: las Manos consagradas del Sacerdote, a través de las cuales el Pan y el Vino se hacen Cuerpo y Sangre del Señor, para darnos Vida, Vida Eterna.

Autor:    www.reinadelcielo.org


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Juan Pablo II, una luz en la Iglesia https://www.reinadelcielo.org/juan-pablo-ii-una-luz-en-la-iglesia/ Fri, 01 Apr 2022 09:09:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=349 Nuestro Amado Jesús tuvo dos naturalezas: la Humana, y la Divina. La Humana provino de Su Madre, Purísima e Inmaculada, la nueva Eva. Y la Divina provino del hecho de que El es el Verbo de Dios, Dios hecho Hombre.

Por eso es que el Credo de Nicea dice que el Hijo de Dios fue engendrado (en Su naturaleza Humana) y no Creado (en Su naturaleza Divina, y debido a que Dios es el Creador de todas las cosas, Jesucristo no puede haber sido Creado). Y ésta doble naturaleza Humana y Divina, se repite en la Santa Iglesia. Como dijo San Pablo, la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, donde El es la Cabeza, y los bautizados somos los miembros. Siendo así, también la Iglesia tiene dos facetas, una humana y otra espiritual, Divina.

La parte humana de la iglesia es la visible, la que percibimos con nuestros ojos y nuestros sentidos. Y la parte espiritual es la invisible, pero que inspirada por el Espíritu Santo se manifiesta permanentemente ante nosotros, con los ojos de la fe. Cada uno de nosotros, también, tiene un lado humano y un lado espiritual, cuestión que no debe hacernos olvidar que somos una unidad indivisible: cuerpo y alma. Y si bien nuestro cuerpo debe ser cuidado, ya que Dios nos lo entregó para que sea el vehículo que transporte a nuestra alma a lo largo de nuestro derrotero por la vida terrenal, lo trascendente y no perecedero que Dios nos da es nuestra alma.

Juan Pablo II luz de la Iglesia

De este modo, los aspectos espiritual y humano, cuerpo y alma, se conjugan en forma permanente tanto en la vida de la Iglesia, como en nuestra propia vida individual. Ello nos obliga a un esfuerzo permanente, ya que el lado humano, al ser visible y tangible, nos llama y concentra nuestra atención de manera insistente, minuto a minuto. Nuestro costado espiritual, el llamado de nuestra alma, requiere en cambio un esfuerzo adicional: requiere del ejercicio de la fe, para tornarse en el centro de nuestra vida, como debe ser.

En estos tiempos vivimos momentos de tristeza y angustia porque nuestro amado Juan Pablo II parece acercarse al momento del llamado de Dios, momento tan feliz para su alma, pero tan doloroso para nosotros que debemos seguir formando parte de la Iglesia militante sin contar con su liderazgo. Y se debate por estos días sobre si él debe retirarse de su Trono Pontificio, o seguir allí hasta el final de su vida terrenal. Humildemente, quiero hoy hacer una reflexión respecto de este delicado tema.

Juan Pablo es sin dudas un hombre que está llegando al final de su etapa en la tierra con todas las debilidades de un cuerpo agotado por el paso de los años, pero no es menos cierto que él posee un alma, una espiritualidad que es luz para la Iglesia. Como hombre, él esta llegando a su fin, pero su alma florece y brilla por la entrega, el amor, la fe, el sufrimiento y el dolor que enfrentó a lo largo de los años. Como sucesor de Pedro, hoy Juan Pablo es una roca sólida en lo espiritual, él es una luz que ilumina la parte espiritual de nuestra Iglesia. Se puede decir sin miedo a equivocarse, que si bien se han agotado en gran medida sus fuerzas humanas, su fortaleza espiritual es más grande hoy que nunca, su liderazgo espiritual está en su apogeo, reforzado por la evidente entrega que él hace ante el dolor y el sufrimiento físico.

San Juan Pablo II (FT IMG)

La pregunta obligada es, entonces, ¿qué es más importante para la Iglesia, su liderazgo espiritual o su liderazgo humano?. Este es un tema opinable, porque los dos aspectos son necesarios para conducir la Barca de Pedro en mares tan tempestuosos. Sin embargo, quiero dar mi opinión personal: creo que para el mundo actual es inmensamente valioso, como faro de liderazgo espiritual, tener a Juan Pablo sentado en el Trono de la Iglesia, aún sabiendo que sus fuerzas humanas llegan a su fin. El es un ejemplo del que emana el lado espiritual no sólo de un hombre entregado a Dios, sino también de la Iglesia que él conduce. Como Cuerpo Místico de Cristo, Juan Pablo nos invita hoy a admirar los aspectos espirituales de la Iglesia, inspirada y custodiada por el Espíritu Santo.

Juan Pablo nos demuestra, con su sola presencia, que Dios quiere de nosotros una total entrega, sin poner “peros” ni hacer preguntas ante nuestro dolor o debilidad humana. Verlo así, tan débil en lo corporal pero tan fuerte en lo espiritual, sentado en el Trono que Jesús le legó a Pedro, me hace pensar en la Misericordia de Dios, que nos regala un tiempo más a Juan Pablo entre nosotros, al timón de la Barca.

Juan Pablo II se vuelve, así, luz de nuestra Iglesia, guía de nuestras almas, que lo miramos como un ejemplo de la parte oculta a nuestros ojos humanos, del costado espiritual de nuestra vida, reflejado en la Naturaleza Divina de Jesús, unida a Su Naturaleza Humana surgida por Obra de Dios, de Su Santísima Madre.

Entonces, como él dijo hace algunos años, repitamos juntos: ¡Madre, somos tuyos!


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