Jesús – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 28 Feb 2025 23:16:31 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Y el Señor lloró https://www.reinadelcielo.org/y-el-senor-lloro/ Fri, 28 Feb 2025 11:42:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=363 ]]> Hay un lugar en Jerusalén llamado Dominus Flevit, que quiere decir literalmente “El Señor lloró”. Dice la tradición que desde este punto observó Jesús la ciudad, y sabiendo lo que ocurriría en ella, lloró. El vino a ellos, a Su pueblo, y no dejó de decir palabra o de hacer milagro, tratando de convencerlos. Pero el pueblo elegido tuvo el corazón duro, y lo rechazó. Lo rechazó la gente común y también lo rechazaron los que estaban en el Templo sobre el monte Sión, los sacerdotes y doctores de la ley.

Rostro de Jesús (ft img) 2

Me pregunto qué siente Jesús en estos tiempos cuando nos mira a los cristianos, que somos Su pueblo nacido después de la Resurrección. La clave está en la observación que se hiciera sobre nuestros hermanos de la Iglesia primitiva, la de los primeros tiempos: “miren cómo se aman” (del teólogo Tertuliano, año 155-230). Somos los miembros del Cuerpo Místico de Jesús, y eso es una gran responsabilidad que debemos honrar en todo ámbito, en nuestras familias, trabajos, en todo momento. ¿Acaso quienes hoy nos ven como cristianos, como integrantes de la Iglesia de Cristo, exclaman con asombro ?miren cómo se aman??

Demasiadas veces escucho que gente alejada de Dios rechaza la invitación a volver al Señor con amargas palabras: “con Dios no tengo problemas, pero no tuve buenas experiencias con los que están en las primeras filas de los bancos de las iglesias, y luego llevan unas vidas que dan vergüenza”. Es obvio que resulta una muy práctica excusa el reaccionar de ese modo, pero también es cierto que muchos católicos damos un mal ejemplo en nuestro carácter de miembros de la Iglesia, como testigos vivos de Su amor. En realidad, espantamos a las ovejas, en lugar de atraerlas al rebaño.

También en otras ocasiones los alejados reaccionan a las invitaciones recordando “a aquel sacerdote que cometió un acto que no es digno de un consagrado a Dios”. Con tan simple motivo descartan de plano toda aproximación a la Iglesia, olvidando que no es a hombre alguno que se busca en los Sacramentos, sino a Dios mismo. Por supuesto que esta gente no se molesta en descubrir o resaltar la figura de tantos sacerdotes santos que se encuentran en el camino. Para ellos es preferible quedarse con la imagen de aquel que no llevó su apostolado con dignidad, o al menos así lo parecía.

Mirada de Jesús

He dudado mucho hasta concluir sobre cual es la mejor forma de responder a estos planteos, que son tan frecuentes, lamentablemente. Negar que existan malos cristianos, laicos como consagrados, no tiene sentido ya que los ejemplos abundan. Tratar de argumentar sobre la proporción de malos sobre buenos es entrar en un debate interminable. Mi conclusión fue la de reconocer que, personas al fin, tenemos de los buenos y de los otros en nuestras filas, ¿cómo negarlo? Pero es fundamental dejar muy en claro que, frente a los que no representan dignamente su carácter de cristianos, Dios llora, como lloró en Jerusalén aquel día.

Si, el Señor llora con amargura cuando ve que aquellos que debemos unir, desparramamos, que aquellos que debemos amar, odiamos. Y llora aún más amargamente cuando ve que con una sonrisa de burla nos miran y dicen: “miren cómo se pelean”. Imaginen la tristeza de Jesús cuando es testigo de que, amparados en la falta de amor de algunos cristianos cercanos a Su Iglesia, muchos otros cristianos se alejan de El, dejándolo más sólo aún. Al alejarnos de la Iglesia nos alejamos de Jesús, quien más que nunca necesita de nuestro amor para construir un círculo de caridad cristiana alrededor de Su Templo.

Y yo, ¿a qué grupo pertenezco? Como me decía un sacerdote amigo, si tengo el “Currículum Católicus Vitae” y concurro asiduamente a los Sacramentos, mejor que lleve una vida que sea un testimonio de amor y unión. Que mi vida sea una invitación a acercarse a la religión. Y si me he alejado de la Iglesia por no sentirme a gusto con algunos de los que están en ella, mejor comprenda que al que he dejado sólo es a Jesús.

La Iglesia es Cristo, es muchísimo más que los hombres y mujeres que la conformamos como miembros activos. A la Iglesia se asiste al encuentro con Dios, porque la celebración de la Eucaristía es la oración perfecta, es el milagro continuo que se reproduce en todos los altares del mundo, día a día. Reflexionemos en lo que con gran ironía dijouna vez un miembro de una iglesia protestante: “si los católicos creyeran realmente que Jesucristo está presente en Cuerpo y Sangre en la Hostia Consagrada, en el Sagrario, debieran estar allí a tiempo completo, de rodillas y adorando”.

Y el Señor lloró.


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Presentación de Jesús en el Templo https://www.reinadelcielo.org/presentacion-de-jesus-en-el-templo/ Fri, 31 Jan 2025 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=5949 El Evangelio de Lucas (Lucas 2, 22-35) nos recuerda cómo José y María, siguiendo la tradición y lo prescrito en la ley de Moisés, presentan al Niño Jesús en el Templo de Jerusalén. Simeón, un hombre piadoso del templo, los recibió y reconoció en Jesús al Mesías anunciado, a quien esperaba. Aquél hombre, inspirado por el Espíritu Santo, hace la siguiente oración:

Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel […] Este niño será motivo de caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, y una espada te atravesará el alma a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.

Así, igual que Simeón, también nosotros podemos reconocer a Dios que se hace presente en nuestras vidas. Te invitamos a hacer la siguiente oración y meditación que te ayudará a reflexionar sobre estos momentos de la vida de Jesús.

Oración introductoria

ángeles de Dios la Virgen y el Niño (ft img)

Señor, quiero tomar conciencia
de tu presencia y cercanía junto a mí.

Señor, cambia mi corazón frío de piedra
por un corazón caliente de carne,
que sepa descubrirte y ver tu Amor
en mis hermanos, en la eucaristía,
en un nuevo amanecer,
en la brisa suave…

que en todo lo que me rodea,
me asombre de tu Amor.

Amen

Petición

Niño Jesús, ayúdame a encontrarte en los demás, en la Eucaristía. Y concédeme ser consciente de tu presencia en mi corazón.

Meditación del Papa Francisco

El Pueblo de Dios es invitado en cada época histórica a contemplar esta luz. Luz que quiere iluminar a las naciones. Así, lleno de júbilo, lo expresaba el anciano Simeón. Luz que quiere llegar a cada rincón de esta ciudad, a nuestros conciudadanos, a cada espacio de nuestra vida.

“El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz”. Una de las particularidades del pueblo creyente pasa por su capacidad de ver, de contemplar en medio de sus “oscuridades” la luz que Cristo viene a traer. Ese pueblo creyente que sabe mirar, que saber discernir, que sabe contemplar la presencia viva de Dios en medio de su vida, en medio de su ciudad. Con el profeta hoy podemos decir: el pueblo que camina, respira, vive entre el “smog”, ha visto una gran luz, ha experimentado un aire de vida. […]

¿Cómo es esta luz que transita nuestras calles? ¿Cómo encontrar a Dios que vive con nosotros en medio del “smog” de nuestras ciudades? ¿Cómo encontrarnos con Jesús vivo y actuante en el hoy de nuestras ciudades pluriculturales? (Homilía de S.S. Francisco, 26 de septiembre de 2015).

Reflexión

Muchas veces, con la agitación del día, no percibo la presencia de Cristo, olvido que Él está siempre a mi lado. Vivo la vida pensando en mis problemas, dificultades, responsabilidades… es decir, en mi egoísmo; no me doy cuenta de que Él quiso permanecer en la eucaristía por amor a mí, y que tengo el mayor tesoro: ¡la vida de gracia y su permanencia fiel en mi corazón!

Cristo escogió la forma más sencilla y necesaria para hacerse sacramentalmente presente. Un simple pedazo de pan que es su cuerpo, comida y bebida para mi peregrinar rumbo al cielo.

Propósito

Hoy haré una visita a Cristo Eucaristía o una comunión espiritual durante algunos instantes de silencio.

Diálogo con Cristo

Señor, Simeón y Ana esperaron toda la vida para verte y yo te tengo presente en la Eucaristía y en mi corazón por la vida de gracia. Ayúdame a valorar la eucaristía, mi amistad contigo, y a estar decidido a morir antes que ofenderte.

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Fuente: Catholic.net


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El Pescador de hombres https://www.reinadelcielo.org/el-pescador-de-hombres/ Fri, 24 Jan 2025 10:41:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=481 El hombre se despertó de madrugada en esa ciudad que no era la suya, a la que había ido tantas veces. No podía dormir. Pensó, ¿dónde estoy? con esa extraña sensación del que viaja demasiado y termina perdiendo sentido de tiempo y lugar. Ah, se dijo a si mismo algo confundido, aquí estoy, en esta ciudad tan bendecida por la Mano de Dios. Pero no puedo dormir.

El Rosario sobre la mesita de luz del hotel llamó su atención. Es bueno rezar a estas horas, el Señor siempre lo necesita porque es el horario en que más cosas feas pasan y los buenos están durmiendo, así que es importarte llenar este espacio oscuro con oraciones ofrecidas simplemente por las intenciones del Señor, que El las use a Su mejor conveniencia.

El pensamiento atravesó su mente, “de paso ayudo a bendecir un poco esta ciudad”. El rechazo a la idea fue inmediato, ¿qué clase de bendiciones puedo pedir yo al Señor, si es que soy literalmente “un pecado” que camina? El Señor le respondió, muy breve y conciso: “eres un pescado”. Nuestro amigo se quedó sorprendido, estupefacto. Pero Señor, yo dije que soy un “pecado que camina”, ¿y cómo es que Tú me dices que soy un pescado? El Señor le volvió a responder, tan breve y con el mismo tono de la vez anterior: “yo te pesqué”.

El señor de nuestra historia rió, y el Señor de la Historia rió también. Rieron juntos. Si, soy tu pescado, le dijo, y Tú, nadie menos que Tú, eres mi Pescador. Nuestro amigo se quedó absorto en sus pensamientos, alegre de saber que él mismo era la presa de Jesús. Y entonces recordó el signo, aquel signo que precedió a la Cruz, y que fue la forma en que se reconoció al pueblo cristiano y a Cristo mismo durante los primeros siglos de la Iglesia: el Pez. Aquel signo representaba lo que él era, no un pez, sino un pescado. Y se sintió parte de esa Iglesia primitiva, se sintió en una catacumba viendo ese signo pintado una y otra vez en las paredes alumbradas por la tenue luz de las lámparas de aceite.

Pescador de hombres

Y luego recordó cómo había sido pescado por Jesús. Se imaginó al Señor pensando cual era la mejor estrategia para atrapar a Su presa, para que ese pez que andaba suelto por las peligrosas aguas del mar del mundo, mordiera su anzuelo y fuera recogido a su barca, la misma barca que San Juan Bosco viera en sus sueños, la gran Barca de la Iglesia. Jesús pensó: tengo que usar el mejor señuelo, el que tenga el color y el sabor adecuados, el que mejor llame la atención de Mi presa. El estudió al hombre, miró sus costumbres, sus gustos, sus hábitos, y trazó Su plan.

El buen pescador sabe muy bien que debe tener absolutamente todo en cuenta antes de abordar su desafío: el horario del día, la transparencia y temperatura del agua, la profundidad a la que hay que buscar a la presa, y en función de ello elige su señuelo. Los que son realmente buenos pescadores diseñan y construyen ellos mismos sus señuelos, utilizando materiales que encuentran aquí y allá. Ellos miran y sopesan una y otra vez de qué modo serán capaces de atraer la atención del pez buscado, y luego se lanzan a su misión con perseverancia, hasta hacer morder el anzuelo a su presa. ¡Entonces la alegría vale doble!

Jesús sabía muy bien lo que Su presa necesitaba, la había observado durante demasiados años nadar lejos de El. De tal modo que esta vez eligió utilizar el mejor señuelo del que disponía, uno literalmente irresistible. El lo llama de diversos modos, como Señuelo Santo, o Estrella de la Mañana, o también Rosa Mística, aunque lo más habitual es que lo llame simplemente Mamá. Con gran expectativa nuestro Pescador de hombres lanzó a las aguas del mundo a Su Gran Señuelo, y atrapó a Su presa esta vez. El pequeño hombre mordió el anzuelo con ganas, y aunque luego se resistió como todo buen pez que no quiere volverse pescado, no lo soltó nunca más.

Y así fue como se transformó en un orgulloso pescado, presa del Pescador de hombres, atrapado por no poder resistir el llamado del Señuelo Santo, de la Madrecita del mismo Dios. Nuestro amigo vio todo esto con tanta claridad que no pudo más que sonreír, abrazarse a la Cruz del Rosario, y sentirse feliz de comprender la profundidad de aquel signo que nos representa, el Pez, Ictis, símbolo de Jesucristo, Pescador de hombres. Así lo conocieron, así se presentó al mundo Él desde la barca de Pedro, la misma Barca que dos mil años después sigue transportándolo por los mares del mundo, mientras El sigue pescando a hombres y mujeres de buena voluntad.


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El Santísimo Nombre de Jesús https://www.reinadelcielo.org/el-santisimo-nombre-de-jesus/ Fri, 03 Jan 2025 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=10951

Honramos el Nombre de Jesús no porque creamos que existe un poder intrínseco escondido en las letras que lo componen, sino porque el nombre de Jesús nos recuerda todas las bendiciones que recibimos a través de Nuestro Santo Redentor. Para agradecer estas bendiciones reverenciamos el Santo Nombre, así como honramos la Pasión de Cristo honrando Su Cruz (Colvenerius, “De festo SS. Nominis”, ix). Descubrimos nuestras cabezas y doblamos nuestras rodillas ante el Santísimo Nombre de Jesús; Él da sentido a todos nuestros afanes, como indicaba el emperador Justiniano en su libro de leyes: “En el Nombre de Nuestro Señor Jesús empezamos todas nuestras deliberaciones“. El Nombre de Jesús, invocado con confianza:

  • Brinda ayuda a necesidades corporales, según la promesa de Cristo: “En mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien” (Marcos 16, 17-18). En el Nombre de Jesús los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hechos 3, 6; 9, 34) y vida a los muertos (Hechos 9, 40).
  • Da consuelo en las aflicciones espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al pecador al padre del Hijo Pródigo y del Buen Samaritano; le recuerda al justo el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.
  • Nos protege de Satanás y sus engaños, ya que el Demonio teme el Nombre de Jesús, Quien lo ha vencido en la Cruz.
  • En el nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo: “lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre.” (Juan 16, 23). Por eso la Iglesia concluye todas sus plegarias con las palabras: “Por Jesucristo Nuestro Señor”, etc.

Así se cumple la palabra de San Pablo: “Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos.” (Fil 2, 10).

Rostro de Jesús (ft img) 2

Un especial devoto del Santísimo Nombre fue San Bernardo, quien habla de él con especial ardor en muchos de sus sermones. Pero los promotores más destacados de esta devoción fueron San Bernardino de Siena y San Juan Capistrano. Llevaron consigo en sus misiones en las turbulentas ciudades de Italia una copia del monograma del Santísimo Nombre, rodeado de rayos, pintado en una tabla de madera, con el cual bendecían a los enfermos y obraban grandes milagros. Al finalizar sus sermones mostraban el emblema a los fieles y les pedían que se postraran a adorar al Redentor de la humanidad. Les recomendaban que tuviesen el monograma de Jesús ubicado sobre las puertas de sus ciudades y sobre las puertas de sus viviendas (cf. Seeberger, “Key to the Spiritual Treasures”, 1897, 102). Debido a que la manera en que San Bernardino predicaba esta devoción era nueva, fue acusado por sus enemigos y llevado al tribunal del Papa Martín V. Pero San Juan Capistrano defendió a su maestro tan exitosamente que el papa no sólo permitió la adoración del Santísimo Nombre, sino que asistió a una procesión en la que se llevaba el Santo Monograma. La tabla usada por San Bernardino es venerada en Santa María en Ara Coeli en Roma.

El emblema o monograma que representa el Santísimo Nombre de Jesús consiste de las tres letras: IHS. En la mal llamada Edad Media el Nombre de Jesús se escribía: IHESUS; el monograma contiene la primera y la última letra del Santísimo Nombre. Se encuentra por primera vez en una moneda de oro del siglo VIII: DN IHS CHS REX REGNANTIUM (El Señor Jesucristo, Rey de Reyes). Algunos equivocadamente sostienen que las tres letras son las iniciales de “Jesús Hominum Salvator” (Jesús Salvador de los Hombres). Los jesuitas hicieron de este monograma el emblema de su Sociedad, añadiéndole una cruz sobre la H y tres clavos bajo ella. Consecuentemente se inventó una nueva explicación del emblema, pretendiendo explicar que los clavos eran originalmente una “V”, y que el monograma significaba “In Hoc Signo Vinces” (En Esta Señal deben Conquistar), palabras que, de acuerdo a un registro muy antiguo, vio Constantino en los cielos bajo el signo de la Cruz antes de la batalla en el puente Milvian (312).

También se sostiene que Urbano IV y Juan XXII concedieron una indulgencia de treinta días a aquellos que añadieran el nombre de Jesús al Ave María o se hincaran, o por lo menos hicieran una venia con las cabezas al escuchar el Nombre de Jesús (Alanus, “Psal. Christi et Mariae”, i, 13, and iv, 25, 33; Michael ab Insulis, “Quodlibet”, v; Colvenerius, “De festo SS. Nominis”, x). Esta afirmación puede ser cierta; pero fue gracias a los esfuerzos de San Bernardino que la costumbre de añadir el Nombre de Jesús al Ave María fue difundida en Italia, y de ahí a la Iglesia Universal. Pero hasta el siglo XVI era desconocida en Bélgica (Colven., op. Cit., x), mientras que en Bavaria y Austria los fieles aún añaden al Ave María las palabras: “Jesús Christus” (ventris tui, Jesús Christus). Sixto V (2 de julio de 1587) concedió una indulgencia de cincuenta días a la jaculatoria: “¡Bendito sea el Nombre del Señor!” con la respuesta “Ahora y por siempre”, o “Amén”. En el sur de Alemania los campesinos se saludan entre ellos con esta fórmula piadosa. Sixto V y Benedicto XIII concedieron una indulgencia de cincuenta días para todo aquél que pronuncie el Nombre de Jesús reverentemente, y una indulgencia plenaria al momento de la muerte. Estas dos indulgencias fueron confirmadas por Clemente XIII, el 5 de setiembre de 1759. Tantas veces como invoquemos el Nombre de Jesús y de María (“¡Jesu!”, “Maria”!) podremos ganar una indulgencia de 300 días, por decreto de Pío X, el 10 de octubre de 1904. Es también necesario, para ganar la indulgencia papal al momento de la muerte, pronunciar aunque sea mentalmente el Nombre de Jesús.

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Fuente: Catholic.net


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Sagrada Familia, reflejo Trinitario https://www.reinadelcielo.org/sagrada-familia-reflejo-trinitario/ Fri, 27 Dec 2024 06:14:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=373 Fecha especial el Adviento, época que nos invita a abrir nuestro corazón a la alegría sin límites, a la felicidad plena de saber que Dios quiso hacerse como nosotros, para que podamos entender mejor Su amor, y llegar así a El. Hoy escuché una canción Navideña que me invitó una vez más a contemplar a la Sagrada Familia allí, en la Gruta de Belén. Así, año tras año, nuestro corazón se esfuerza por transportarse al lugar, a la lejana Belén en medio del censo, de caravanas que van y vienen. Con gran esfuerzo, sentimos que nos acercamos y logramos ver, a través de la abertura rocosa, aquella escena tantas veces anhelada por nuestra alma.

Amanecer

Y allí, en medio del frío y el calor de la Gruta, dos pequeñas personas contemplan a un Niño envuelto en las humildes ropas que Sus padres encontraron a mano. Tres almas reunidas en un punto minúsculo e ignorado dan vuelo a la mayor manifestación del Amor de Dios por el hombre. Misterio insondable que fue pensado por Dios antes del origen de los tiempos, y que al anunciarlo a Sus Ángeles produjo en ellos tremenda conmoción. Misterio eterno, que volaba sobre las aguas de la Creación mientras Dios abría el tiempo, nuestro tiempo.

Y así, después de que éste momento fuera esperado por todos los habitantes del Cielo por siglos, se abrió una pequeña luz en un rincón lejano de las montañas de Judá, en la antigua ciudad de David, Belén. Nosotros, lejano eco de aquellas épicas jornadas, apenas si podemos comprender que esas tres personitas que contemplamos en aquella fría gruta representan el acto más maravilloso de esta historia de Amor que es la historia del hombre, la historia de Dios y Su Criatura.

¡Allí está el Niño, contemplemos al Niño! Siglos de espera, de sueños de Realeza encarnada en Naturaleza Humana, estaban allí envueltos en gruesos paños de lino. Tres personas, tres simples personas estaban unidas en una representación que hacía que la tierra toda se vuelva cielo, por una fracción de eternidad. Jesús Niño, nacido hace instantes, sonríe a esos dos rostros que no salen del asombro, de la felicidad más suprema. Es que nada puede compararse a esa explosión de amor que conmueve los astros, las plantas, las piedras, las aguas de los mares, los corazones de quienes creen.

En un paralelo que transporta el gozo del Cielo a la tierra, esas tres almas representan en sus naturalezas humanas, a Dios mismo. José, humilde hombre de trabajo, representa con sublime dignidad al Padre que con Su Pensamiento ha concebido está maravillosa historia de Amor. María, pura e Inmaculada, esposa del Espíritu Santo, llena de El, Vaso de Amor Perfecto. A través de Ella el Espíritu de Dios nos muestra el Amor en su estado más Puro. Y Jesús, en Su Naturaleza Humana pequeña y naciente, nos trae al Verbo de Dios, la Palabra Eterna que nunca perecerá, que seguirá resonando con Su eco en los corazones de los hombres más allá del fin de los tiempos.

Natividad en Belén

Tres personitas, tres almas que unidas en una oración sobrenatural elevan los ojos al Cielo y se unen al Padre, con el Hijo, en el Espíritu Santo. Dios mismo está allí, unido Trinitariamente a esa Famila, Sagrada Familia. Son tres, y no es por coincidencia, sino que es un eslabón más de la larga cadena que compone el Plan de Dios, que se va desenrollando segundo a segundo, milenio a milenio.

Dios quiso ese día no sólo mostrarse hecho Hombre en Jesús, sino también estar representado como Padre, a través de la figura de San José. Y quiso también, pleno de ternura y para encandilarnos de amor, que veamos al Espíritu Santo invadiendo a la Madre de aquel Niño, hermosa embajadora del Amor de Dios que recorrerá sin detenerse Navidad tras Navidad hasta asegurarse de haber hecho lo imposible por enamorar hasta al último de sus hijos.

En esta Navidad que se acerca, contemplemos a la Familia de Jesús en la Gruta de las montañas de Judá. Veamos en estos tres enamorados hijos de Dios una manifestación de Dios mismo, un reflejo Trinitario que nos encandila y atrae. Los tres se miran, sonríen, se hablan de corazón a corazón. Unidos por lazos invisibles que reemplazan palabras por sentimientos, pequeños gestos son su lengua.Dios quiso estar allí, bajó en Su mayor Plenitud, y no dejó detalle librado al azar. Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo se posaron sobre esa Familia y la transformaron en nosotros, en nuestro legado. Así hoy, como dos mil años atrás, que nuestras familias sean un reflejo Trinitario, un trocito de Dios en la tierra.


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Bendición de la Mesa de Navidad https://www.reinadelcielo.org/bendicion-de-la-mesa-de-navidad/ Fri, 20 Dec 2024 06:31:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=10873 ]]>

Que la bendición del gozo permanezca DENTRO de ti,
que la bendición de la paz se pose SOBRE ti,
que la bendición del amor fluya A TRAVÉS de ti…
que todas las bendiciones del Señor sean tuyas en Navidad y en el año entrante.

Esta bendición te pondrá en sintonía con quien más importa: Jesús.

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Fuente: Belén de María


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Jesucristo, Rey del Universo https://www.reinadelcielo.org/jesucristo-rey-del-universo/ Fri, 22 Nov 2024 08:28:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=17473 ]]> La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, cierra el Año Litúrgico en el que se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios.

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Durante el anuncio del Reino, Jesús nos muestra lo que éste significa para nosotros como Salvación, Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del pecado que existe en el mundo. Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en verdad Él es el Rey de los judíos: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí” (Jn 18, 36). Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey del Reino de Dios que trae y al que nos conduce.

La fiesta

Jesucristo Rey

Cristo Rey anuncia la Verdad y esa Verdad es la luz que ilumina el camino amoroso que Él ha trazado, con su Vía Crucis, hacia el Reino de Dios. “Si, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.”(Jn 18, 37) Jesús nos revela su misión reconciliadora de anunciar la verdad ante el engaño del pecado. Así como el demonio tentó a Eva con engaños y mentiras para que fuera desterrada, ahora Dios mismo se hace hombre y devuelve a la humanidad la posibilidad de regresar al Reino, cuando cual cordero se sacrifica amorosamente en la cruz.

Esta fiesta celebra a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo que como pastor guía a su Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este Reino para que pueda transformar el mundo en el cual peregrina.

La posibilidad de alcanzar el Reino de Dios fue establecida por Jesucristo, al dejarnos el Espíritu Santo que nos concede las gracias necesarias para lograr la Santidad y transformar el mundo en el amor. Ésa es la misión que le dejo Jesús a la Iglesia al establecer su Reino.

Se puede pensar que solo se llegará al Reino de Dios luego de pasar por la muerte pero la verdad es que el Reino ya está instalado en el mundo a través de la Iglesia que peregrina al Reino Celestial. Justamente con la obra de Jesucristo, las dos realidades de la Iglesia -peregrina y celestial- se enlazan de manera definitiva, y así se fortalece el peregrinaje con la oración de los peregrinos y la gracia que reciben por medio de los sacramentos. “Todo el que es de la verdad escucha mi voz.”(Jn 18, 37) Todos los que se encuentran con el Señor, escuchan su llamado a la Santidad y emprenden ese camino se convierten en miembros del Reino de Dios.

“Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tu me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos si están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. …No te pido que los retires del mundo, sino que los guarde del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad.” (Jn 17, 9-11.15-17)

Ésta es la oración que recita Jesús antes de ser entregado y manifiesta su deseo de que el Padre nos guarde y proteja. En esta oración llena de amor hacia nosotros, Jesús pide al Padre para que lleguemos a la vida divina por la cual se ha sacrificado: “Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.” Y pide que a pesar de estar en el mundo vivamos bajo la luz de la verdad de la Palabra de Dios.

Así Jesucristo es el Rey y el Pastor del Reino de Dios, que sacándonos de las tinieblas, nos guía y cuida en nuestro camino hacia la comunión plena con Dios Amor.

¿Por qué Jesucristo es Rey?

Desde la antigüedad se ha llamado Rey a Jesucristo, en sentido metafórico, en razón al supremo grado de excelencia que posee y que le encumbra entre todas las cosas creadas. Así, se dice que:

  • Jesucristo Rey 2
    reina en las inteligencias de los hombres porque El es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de El y recibir obedientemente la verdad;
  • reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en El la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la santa voluntad divina, sino también porque con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobles propósitos;
  • reina en los corazones de los hombres porque, con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie —entre todos los nacidos— ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús.

Sin embargo, profundizando en el tema, es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey, ya que del Padre recibió la potestad, el honor y el reino; además, siendo Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas.

Ahora bien, que Cristo es Rey lo confirman muchos pasajes de las Sagradas Escrituras y del Nuevo Testamento. Esta doctrina fue seguida por la Iglesia –reino de Cristo sobre la tierra- con el propósito celebrar y glorificar durante el ciclo anual de la liturgia, a su autor y fundador como a soberano Señor y Rey de los reyes.

En el Antiguo Testamento, por ejemplo, adjudican el título de rey a aquel que deberá nacer de la estirpe de Jacob; el que por el Padre ha sido constituido Rey sobre el monte santo de Sión y recibirá las gentes en herencia y en posesión los confines de la tierra.

Además, se predice que su reino no tendrá límites y estará enriquecido con los dones de la justicia y de la paz: “Florecerá en sus días la justicia y la abundancia de paz… y dominará de un mar a otro, y desde el uno hasta el otro extrema del orbe de la tierra”.

Por último, aquellas palabras de Zacarías donde predice al “Rey manso que, subiendo sobre una asna y su pollino”, había de entrar en Jerusalén, como Justo y como Salvador, entre las aclamaciones de las turbas, ¿acaso no las vieron realizadas y comprobadas los santos evangelistas?

En el Nuevo Testamento, esta misma doctrina sobre Cristo Rey se halla presente desde el momento de la Anunciación del arcángel Gabriel a la Virgen, por el cual ella fue advertida que daría a luz un niño a quien Dios había de dar el trono de David, y que reinaría eternamente en la casa de Jacob, sin que su reino tuviera jamás fin.

El mismo Cristo, luego, dará testimonio de su realeza, pues ora en su último discurso al pueblo, al hablar del premio y de las penas reservadas perpetuamente a los justos y a los réprobos; ora al responder al gobernador romano que públicamente le preguntaba si era Rey; ora, finalmente, después de su resurrección, al encomendar a los apóstoles el encargo de enseñar y bautizar a todas las gentes, siempre y en toda ocasión oportuna se atribuyó el título de Rey y públicamente confirmó que es Rey, y solemnemente declaró que le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.

Pero, además, ¿qué cosa habrá para nosotros más dulce y suave que el pensamiento de que Cristo impera sobre nosotros, no sólo por derecho de naturaleza, sino también por derecho de conquista, adquirido a costa de la redención? Ojalá que todos los hombres, bastante olvidadizos, recordasen cuánto le hemos costado a nuestro Salvador, ya que con su preciosa sangre, como de Cordero Inmaculado y sin tacha, fuimos redimidos del pecado. No somos, pues, ya nuestros, puesto que Cristo nos ha comprado por precio grande; hasta nuestros mismos cuerpos son miembros de Jesucristo.

Oraciones a Cristo Rey

Oración

Jesús Sábana Santa (ft img)

¡Oh Jesús! Te reconozco por Rey Universal
Todo cuanto ha sido hecho Tú lo has creado
Ejerce sobre mí todos tus derechos
Renuevo las promesas de mi bautismo,
renunciado a Satanás, a sus seducciones y a sus obras;
y prometo vivir como buen cristiano
Muy especialmente me comprometo a procurar, según mis medios,
el triunfo de los derechos de Dios y de tu Iglesia
Divino Corazón de Jesús, te ofrezco mis pobres obras
para conseguir que todos los corazones reconozcan tu sagrada realeza
y para que así se establezca en todo el mundo el Reino de tu Paz.

Oración: Que viva mi Cristo

Que viva mi Cristo, que viva mi Rey
que impere doquiera triunfante su ley,
que impere doquiera triunfante su ley.
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey!
Mexicanos un Padre tenemos
que nos dio de la patria la unión
a ese Padre gozosos cantemos,
empuñando con fe su pendón.
Él formó con voz hacedora
cuanto existe debajo del sol;
de la inercia y la nada incolora
formó luz en candente arrebol.
Nuestra Patria, la Patria querida,
que arrulló nuestra cuna al nacer
a Él le debe cuanto es en la vida
sobretodo el que sepa creer.
Del Anáhuac inculto y sangriento,
en arranque sublime de amor,
formó un pueblo, al calor de su aliento
que lo aclama con fe y con valor.
Su realeza proclame doquiera
este pueblo que en el Tepeyac,
tiene enhiesta su blanca bandera,
a sus padres la rica heredad.
Es vano que cruel enemigo
Nuestro Cristo pretenda humillar.
De este Rey llevarán el castigo
Los que intenten su nombre ultrajar.

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Fuente: ACI Prensa


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Santos Judas Tadeo y Simón https://www.reinadelcielo.org/santos-judas-tadeo-y-simon/ Fri, 25 Oct 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=10491

Oración a San Judas Tadeo, abogado de los casos desesperados

Apóstol gloriosísimo de Nuestro Señor Jesucristo,
aclamado por los fieles
con el dulce título de ABOGADO DE LOS CASOS DESESPERADOS,
hazme sentir tu poderosa intercesión
aliviando la gravísima necesidad en que me encuentro.
Por el estrecho parentesco
que te hace primo hermano de Nuestro Señor Jesucristo,
por la privaciones y fatigas que por El sufriste,
por el heroico martirio que aceptaste gustoso por su amor,
por la promesa que el divino Salvador hizo a Santa Brígida
de consolar a los fieles que acudiesen a tu poderosa intercesión,
obtenme del Dios de las misericordias
y de su Madre Santísima
la gracia que con ilimitada confianza te pido a Ti,
Padre mío bondadosímo,
seguro que me la obtendrás
siempre que convenga a la gloria de Dios
y bien de mi alma. Así sea.

Glorioso Apóstol San Judas Tadeo, ruega por nosotros. (Repetir 3 veces)

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Simón el Cananeo y Judas Tadeo

Los consideramos juntos, no sólo porque en las listas de los doce siempre están juntos (Cf. Mateo 10,4; Marcos 3,18; Lucas 6,15; Hechos 1,13), sino también porque las noticias que les afectan no son muchas, con la excepción de que el canon del Nuevo Testamento conserva una carta atribuida a Judas Tadeo.

San Judas Tadeo y Simón

Simón recibe un epíteto que cambia en las cuatro listas: mientras Mateo y Marcos le llaman «cananeo», Lucas le define «Zelotes». En realidad, los dos calificativos son equivalentes, pues significan lo mismo: en hebreo, el verbo «qanà’» significa «ser celoso, apasionado» y se puede aplicar tanto a Dios, en cuanto que es celoso del pueblo al que ha elegido (Cf. Éxodo 20, 5), como a los hombres, que arden de celo en el servicio al Dios único con plena entrega, como Elías (Cf. 1 Reyes 19,10).

Por tanto, es muy posible que este Simón, si no pertenecía propiamente al movimiento nacionalista de los zelotes, quizá se caracterizaba al menos por un celo ardiente por la identidad judía, es decir, por Dios, por su pueblo y por su Ley divina. Si esto es así, Simón es todo lo opuesto de Mateo, que por el contrario, como publicano, procedía de una actividad considerada totalmente impura. Es un signo evidente de que Jesús llama a sus discípulos y colaboradores de los más diversos estratos sociales, sin exclusión alguna. ¡A Él le interesan las personas, no las categorías sociales o las etiquetas! Y lo mejor es que en el grupo de sus seguidores, todos, a pesar de que son diferentes, convivían juntos, superando las imaginables dificultades: de hecho, Jesús mismo es el motivo de cohesión, en el que todos se encuentran unidos. Es una lección para nosotros, que con frecuencia tendemos a subrayar las diferencias y quizá las contraposiciones, olvidando que Jesucristo nos da la fuerza para superar nuestros conflictos. Hay que recordar que el grupo de los doce es la prefiguración de la Iglesia, en la tienen que encontrar espacio todos los carismas, pueblos, razas, todas las cualidades, que encuentran su unidad en la comunión con Jesús.

Por lo que se refiere a Judas Tadeo, recibe este nombre de la tradición, uniendo dos nombres diferentes: mientras Mateo y Marcos le llaman simplemente «Tadeo» (Mateo 10,3; Marcos 3,18), Lucas lo llama «Judas de Santiago» (Lucas 6,16; Hechos 1,13). El apodo Tadeo tiene una derivación incierta y se explica como proveniente del arameo «taddà’», que quiere decir «pecho», es decir, significaría que es «magnánimo», o como una abreviación de un nombre griego como «Teodoro, Teodoto». De él se sabe poco. Sólo Juan presenta una petición que planteó a Jesús durante la Última Cena. Tadeo le dice al Señor: « Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?». Es una pregunta de gran actualidad, que también nosotros le preguntamos al Señor: ¿por qué no se ha manifestado el Resucitado en toda su gloria a los adversarios para mostrar que el vencedor es Dios? ¿Por qué sólo se ha manifestado a sus discípulos? La respuesta de Jesús es misteriosa y profunda. El Señor dice: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él» (Juan 14, 22-23). Esto quiere decir que el Resucitado tiene que ser visto y percibido con el corazón, de manera que Dios pueda hacer su morada en nosotros. El Señor no se presenta como una cosa. Él quiere entrar en nuestra vida y por ello su manifestación implica y presupone un corazón abierto. Sólo así vemos al Resucitado.

A Judas Tadeo se le ha atribuido la paternidad de una de las cartas del Nuevo Testamento que son llamadas «católicas», pues no están dirigidas a una determinada Iglesia local, sino a un círculo mucho más amplio de destinatarios. Se dirige «a los que han sido llamados, amados de Dios Padre y guardados para Jesucristo» (versículo 1). La preocupación central de este escrito consiste en alertar a los cristianos ante todos los que toman como excusa la gracia de Dios para disculpar sus costumbres depravadas y para desviar a los demás hermanos con enseñanzas inaceptables, introduciendo divisiones dentro de la Iglesia «alucinados en sus delirios» (versículo 8), así define Judas a sus doctrinas e ideas particulares. Los compara incluso con los ángeles caídos, y con términos fuertes dice que «se han ido por el camino de Caín» (versículo 11). Además les tacha sin reticencias de «nubes sin agua zarandeadas por el viento, árboles de otoño sin frutos, dos veces muertos, arrancados de raíz; son olas salvajes del mar, que echan la espuma de su propia vergüenza, estrellas errantes a quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre» (versículos 12-13).

Hoy quizá no estamos acostumbrados a utilizar un lenguaje tan polémico, que sin embargo nos dice algo importante. En medio de todas las tentaciones, de todas las corrientes de la vida moderna, tenemos que conservar la identidad de nuestra fe. Ciertamente, el camino de la indulgencia y del diálogo, que emprendió con acierto el Concilio Vaticano II, tiene que continuarse con firme constancia. Pero este camino del diálogo, tan necesario, no tiene que hacer olvidar el deber de recodar y subrayar siempre las líneas fundamentales irrenunciables de nuestra identidad cristiana.

Por otra parte, es necesario tener muy presente que nuestra identidad exige fuerza, claridad y valentía, ante las contradicciones del mundo en que vivismo. Por ello, el texto de la carta sigue diciendo así: «Pero vosotros, queridos, edificándoos sobre vuestra santísima fe y orando en el Espíritu Santo, manteneos en la caridad de Dios, aguardando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A unos, a los que vacilan, tratad de convencerlos…» (versículos 20-22). La carta se concluye con estas bellísimas palabras: «Al que es capaz de guardaros inmunes de caída y de presentaros sin tacha ante su gloria con alegría, al Dios único, nuestro Salvador, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, gloria, majestad, fuerza y poder antes de todo tiempo, ahora y por todos los siglos. Amén» (versículos 24-25).

Se ve con claridad que el autor de estas líneas vive en plenitud la propia fe, a la que pertenecen realidades grandes, como la integridad moral y la alegría, la confianza y por último la alabanza, quedando todo motivado por la bondad de nuestro único Dios y por la misericordia de nuestro Señor Jesucristo. Por este motivo, tanto Simón el Cananeo, como Judas Tadeo nos ayudan a redescubrir siempre de nuevo y a vivir incansablemente la belleza de la fe cristiana, sabiendo dar testimonio fuerte y al mismo tiempo sereno.

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Fuente: Corazones.org


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Nuestra responsabilidad https://www.reinadelcielo.org/nuestra-responsabilidad/ Fri, 11 Oct 2024 11:14:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=528 Demasiadas veces nos ocurre lo mismo. En medio de conversaciones sobre las cosas de Dios surge el disgusto y rechazo hacia los católicos, en base a experiencias negativas con laicos o consagrados. Obviamente que de modo inmediato intentamos por todos los medios separar a la Iglesia, como un todo, de cualquier error que alguien en particular hubiera cometido, y argumentamos y contra argumentamos frente a la negativa a abrirse a la verdad.

La verdad es que es demasiado doloroso el mirar la historia y advertir que las grandes tribulaciones de la Iglesia han venido desde fuera, pero sin dudas facilitadas por nuestras propias falencias, errores y miserias. Ha sido siempre el mismo el costado que nos ha herido, el de la propia humanidad de los que configuramos el Cuerpo Místico de Cristo. ¿Y qué hace el Señor ante estos dolores?

Pues, sin dudas, llora.

Llora cuando los que debiéramos ser ejemplo de amor y unión, dividimos y alejamos. Llora cuando ve con dolor profundo como muchos que debieran ser consolados y recibidos con brazos amorosos, son espantados como si no fuéramos nosotros los mensajeros del amor. Llora cuando la paz que debiera brotar como un manantial es reemplazada por envidias, egoísmos y rencores.

Cruz de Iglesia

No hay manera de explicar el que en lugar de decir “miren como se aman”, se escuche de modo demasiado repetitivo ¿y son estos acaso dignos representantes de un Dios de Amor? Muchas personas se preguntan por qué Dios permite que estas cosas ocurran en Su propia Casa. Claro, ellos piensan que Dios interviene a cada instante en los actos de los que configuran su familia. No es así. El nos libera a nuestro propio albedrío, a nuestra propia voluntad, aunque eso signifique pasos de retroceso, en lugar de progreso.

No, Dios no impide nuestros errores, aunque de modo misterioso interviene en aquellas encrucijadas en que Su Voluntad se encuentra condicionada por un desvío demasiado importante. Son puntos en que El envía a quienes recobran el aliento de Su Pueblo, como lo hizo con San Francisco en la pequeña iglesia de la Porciúncula. “Reconstruye mi Iglesia”, le dijo Dios ese día al Santo de Asís. Y ese pedido significa que había algo para reconstruir, algo estaba dañado.

Si miramos el paso de la historia veremos como muchas veces estuvo nuestra Iglesia al borde de problemas demasiado serios, como cuando Santa Catalina de Siena fue inspirada a rescatar al Pontífice de una situación histórica demasiado compleja. Ella, guiada por el Señor, luchó e insistió hasta cambiar la voluntad del Papa de su tiempo. Hoy, una vez más, El nos dice “reconstruye la Iglesia”. Y nosotros, ¿reconstruimos o miramos en otra dirección? ¿Edificamos o derruimos?

Duele. Duele porque se ve con claridad como Dios se decepciona de la falta de más miembros fieles de Su familia. Somos Católicos, con orgullo. Somos pilares de nuestra Iglesia, con la frente bien alta y la felicidad de poder decirlo con alegría en la voz. ¿Lo hacemos, o nos avergüenza el defender nuestro legado de miembros de la Casa de Pedro?

Cuando nos hablen mal de los católicos, recordemos que nosotros somos la Iglesia, por lo tanto están hablando mal de nosotros. Nadie puede negar la extraordinaria obra espiritual y también solidaria que la Iglesia Católica realiza en todo el mundo. ¿Quién se atreve a criticar a quienes realizan esa obra? ¿Quién se atreve a criticar a tantas Teresas de Calcuta que pueblan Capillas, Parroquias y Catedrales?

Los que realizan malas obras dentro de nuestra Iglesia no la representan. Estarán con nosotros, pero no son de los nuestros. De tal modo no podemos permitir se confunda la obra de Dios con las miserias de unos pocos, o de unos muchos, lo mismo da. Es grande nuestra responsabilidad. Dios no espera de nosotros un silencio cómplice ante esas críticas, ni mucho menos una mirada de asentimiento. El espera una valiente defensa de Su Casa, que es nuestra Casa también.

Señor, perdona nuestras cobardías y nuestras miserias, y danos un corazón valiente, para que seamos ejemplo de bien, reflejo de Tu Bondad.


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El grito de Dios https://www.reinadelcielo.org/el-grito-de-dios/ Fri, 04 Oct 2024 19:52:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=857 Pensaba que hay momentos en la vida en que nos sentimos infinitamente orgullosos de alguien que amamos de corazón. Si somos padres, vemos el gesto de un hijo o una hija que por primera vez nos sorprende con un signo de adultez, de madurez, y no podemos dejar de emocionarnos hasta las lágrimas mientras nuestro corazón exclama en un grito ¡ese es mi hijo!

En la vida matrimonial, hay momentos en que nos quedamos en silencio observando un gesto de nobleza o de ternura que proviene de nuestra esposa o esposo, y nuestro corazón se inflama de orgullo y grita ¡gracias Dios por haberme dado un matrimonio tan bendecido!

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Y por supuesto, nos suele ocurrir que ya maduros en la capacidad de admirar la verdadera sabiduría, advertimos un gesto de nuestro padre o nuestra madre, y viéndonos reflejados en ellos como en un espejo, nos derretimos en el orgullo de provenir de esa rama del árbol de la vida. Nuestra alma grita en agradecimiento por haber sido bendecidos en ellos.

Son momentos de recogimiento interior en los que la luz de la vida nos permite admirar lo esencial, lo que realmente hace la diferencia, desprovistos de la confusión del día a día. Nos ubicamos en nuestro centro y vemos con claridad, por un instante, aquello de bueno que Dios ve en el hombre. Pensemos que el Señor sufre con nuestros errores y con nuestras dudas, pero también se siente feliz cuando contempla gestos de amor y bien en nosotros, Su creación.

Esta relación tan extraordinaria que nos une a nuestro Creador es difícil de entender con una fe humana, o con pura razón. Hay que apelar a una fe sobrenatural, que trascienda los límites de la razón, para comprender la verdadera medida en que Dios nos ama. Si comprendiéramos de cuanto Amor es capaz Dios, yo creo que moriríamos en el acto porque no seríamos capaces de afrontar la tristeza de haberlo decepcionado tantas pero tantas veces.

Pero El nos ama tanto, que nos invita a ir descubriendo Sus misterios paso a paso, como un Verdadero Medico de Almas que da la medicina del modo que mejor haga a Su paciente. Como pacientes de ese Médico, debemos no solo aceptar su tratamiento sino que más importante aún, tomar Su medicina. ¿Cuál es esa medicina se preguntarán ustedes? Pues es Su Palabra, Su Palabra que es la fuente de la Vida Eterna.

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Así, Dios nos conoce hasta en el más recóndito rinconcito de nuestra alma. Hablamos de un conocimiento personal, intimo, porque Él nos mira y analiza a cada instante, hasta en lo más profundo de nuestro ser. Y aunque creamos que no lo merecemos, Su Infinito Amor nos hace objetos de Su tiempo y Su dedicación, a cada instante, ahora mismo.

Siente al Señor en tu corazón, ahora. Siente Su Mirada sobre la tuya, pero desde tu interior, porque allí está El. Dile, con sinceridad: “En Tu presencia Señor, me pongo en Tu Presencia. Aquí y ahora, abandono todas mis preocupaciones y pensamientos, abandono el mundo, y me pongo a Tu entera disposición. Habla, Señor, que Tu siervo escucha”. Estos diálogos son parte de la mística católica que durante siglos busca en la contemplación, el encuentro de la criatura con su Creador.

Con esa misma Mirada Divina que nos prodiga, a cada uno de nosotros, El mira también a la máxima obra de Su Creación, la más excelsa joya de Su Corona, la que una vez fuera simplemente María y hoy es la Reina del Cielo y la Tierra. Amada por Dios en forma plena, Ella lo hizo feliz en Su vida en la tierra, y lo hace feliz en el Cielo hoy también. María, nuestra Madre Celestial, hará feliz a Dios por toda la eternidad, sin medida, sin tiempo.

Meditando en esta especialísima relación entre nuestro Dios Trino y tan maravillosa Mujer, no pude dejar de imaginarme la reacción de nuestro Señor ante los gestos y los actos de esta Jovencita de Palestina, lo que siente Dios cuando mira el interior del Inmaculado Corazón de María. ¡Qué orgulloso está El de la respuesta que Ella da a Sus pedidos!

Por eso, se escuchó en el Reino el Grito de Dios retumbar en todas sus habitaciones:

¡Esa es Mi Hija!, gritó Dios Padre.
¡Esa es Mi Esposa!, exclamó alborozado el Espíritu Santo.
¡Esa es Mi Madre!, Dijo en lágrimas Jesús, mientras corría a abrazarla y levantarla en brazos como hace un Hijo orgulloso de Su Mamá.

Y yo, pequeño mortal admirado de la trascendencia de semejante escena, no puedo más que cerrar los ojos y en silencio agradecer a Dios, en Su Santísima Trinidad, por haberme hecho a mí, también, hijo de tan extraordinaria Madre.


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