hijos de Dios – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 03 Feb 2023 18:06:23 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Y el Señor lloró https://www.reinadelcielo.org/y-el-senor-lloro/ Fri, 03 Feb 2023 11:42:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=363 ]]> Hay un lugar en Jerusalén llamado Dominus Flevit, que quiere decir literalmente “El Señor lloró”. Dice la tradición que desde este punto observó Jesús la ciudad, y sabiendo lo que ocurriría en ella, lloró. El vino a ellos, a Su pueblo, y no dejó de decir palabra o de hacer milagro, tratando de convencerlos. Pero el pueblo elegido tuvo el corazón duro, y lo rechazó. Lo rechazó la gente común y también lo rechazaron los que estaban en el Templo sobre el monte Sión, los sacerdotes y doctores de la ley.

Rostro de Jesús (ft img) 2

Me pregunto qué siente Jesús en estos tiempos cuando nos mira a los cristianos, que somos Su pueblo nacido después de la Resurrección. La clave está en la observación que se hiciera sobre nuestros hermanos de la Iglesia primitiva, la de los primeros tiempos: “miren cómo se aman” (del teólogo Tertuliano, año 155-230). Somos los miembros del Cuerpo Místico de Jesús, y eso es una gran responsabilidad que debemos honrar en todo ámbito, en nuestras familias, trabajos, en todo momento. ¿Acaso quienes hoy nos ven como cristianos, como integrantes de la Iglesia de Cristo, exclaman con asombro ?miren cómo se aman??

Demasiadas veces escucho que gente alejada de Dios rechaza la invitación a volver al Señor con amargas palabras: “con Dios no tengo problemas, pero no tuve buenas experiencias con los que están en las primeras filas de los bancos de las iglesias, y luego llevan unas vidas que dan vergüenza”. Es obvio que resulta una muy práctica excusa el reaccionar de ese modo, pero también es cierto que muchos católicos damos un mal ejemplo en nuestro carácter de miembros de la Iglesia, como testigos vivos de Su amor. En realidad, espantamos a las ovejas, en lugar de atraerlas al rebaño.

También en otras ocasiones los alejados reaccionan a las invitaciones recordando “a aquel sacerdote que cometió un acto que no es digno de un consagrado a Dios”. Con tan simple motivo descartan de plano toda aproximación a la Iglesia, olvidando que no es a hombre alguno que se busca en los Sacramentos, sino a Dios mismo. Por supuesto que esta gente no se molesta en descubrir o resaltar la figura de tantos sacerdotes santos que se encuentran en el camino. Para ellos es preferible quedarse con la imagen de aquel que no llevó su apostolado con dignidad, o al menos así lo parecía.

Mirada de Jesús

He dudado mucho hasta concluir sobre cual es la mejor forma de responder a estos planteos, que son tan frecuentes, lamentablemente. Negar que existan malos cristianos, laicos como consagrados, no tiene sentido ya que los ejemplos abundan. Tratar de argumentar sobre la proporción de malos sobre buenos es entrar en un debate interminable. Mi conclusión fue la de reconocer que, personas al fin, tenemos de los buenos y de los otros en nuestras filas, ¿cómo negarlo? Pero es fundamental dejar muy en claro que, frente a los que no representan dignamente su carácter de cristianos, Dios llora, como lloró en Jerusalén aquel día.

Si, el Señor llora con amargura cuando ve que aquellos que debemos unir, desparramamos, que aquellos que debemos amar, odiamos. Y llora aún más amargamente cuando ve que con una sonrisa de burla nos miran y dicen: “miren cómo se pelean”. Imaginen la tristeza de Jesús cuando es testigo de que, amparados en la falta de amor de algunos cristianos cercanos a Su Iglesia, muchos otros cristianos se alejan de El, dejándolo más sólo aún. Al alejarnos de la Iglesia nos alejamos de Jesús, quien más que nunca necesita de nuestro amor para construir un círculo de caridad cristiana alrededor de Su Templo.

Y yo, ¿a qué grupo pertenezco? Como me decía un sacerdote amigo, si tengo el “Currículum Católicus Vitae” y concurro asiduamente a los Sacramentos, mejor que lleve una vida que sea un testimonio de amor y unión. Que mi vida sea una invitación a acercarse a la religión. Y si me he alejado de la Iglesia por no sentirme a gusto con algunos de los que están en ella, mejor comprenda que al que he dejado sólo es a Jesús.

La Iglesia es Cristo, es muchísimo más que los hombres y mujeres que la conformamos como miembros activos. A la Iglesia se asiste al encuentro con Dios, porque la celebración de la Eucaristía es la oración perfecta, es el milagro continuo que se reproduce en todos los altares del mundo, día a día. Reflexionemos en lo que con gran ironía dijouna vez un miembro de una iglesia protestante: “si los católicos creyeran realmente que Jesucristo está presente en Cuerpo y Sangre en la Hostia Consagrada, en el Sagrario, debieran estar allí a tiempo completo, de rodillas y adorando”.

Y el Señor lloró.


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Los hijos adoptivos https://www.reinadelcielo.org/los-hijos-adoptivos/ Fri, 18 Mar 2022 09:47:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=359 ]]> Muchas veces he escuchado intercambios de opinión sobre la cuestión de adoptar hijos cuando un matrimonio no puede tenerlos de modo natural. En semejantes momentos las dudas y los miedos se abalanzan sobre la pareja, y mientras algunas veces ambos piensan del mismo modo, en muchas oportunidades se producen divergencias que dilatan o eliminan la posibilidad de incorporar nuevas almas al seno familiar.

Hace poco tiempo pude vivir este proceso en la carne de una persona muy cercana. Así, puedo dar testimonio de la angustia que vivía este hombre con anterioridad a la adopción, y la transformación que se produjo en su vida con posterioridad a haber traído a una hermosa alma, santa y feliz, a su casa. Literalmente, es como si se tratase de dos personas distintas, antes y después, porque el corazón de este novel papá estalló en una fanfarria de alegría incontenible. Es notable el percibir que sus ojos ven otro mundo, otra realidad, porque a toda hora él se admira de la maravilla de Dios que es tener un hijo. Es como si nada existiera más que el amor por ese pequeño en su vida ¡E imaginen ustedes cómo está su esposa, y como están unidos ellos en el amor que nació de modo tan repentino!

Familia unida

Me admiraba sobre la poderosa transformación de la que es capaz el hacer una obra tan santa como lo es adoptar un hijo, porque se advierten los efectos maravillosos que se derraman sobre el matrimonio ante el fruto de decisión tan meditada. Es evidente que hay mucha más reflexión en la adopción de un niño, que en la decisión de tener un hijo de modo natural, en el promedio de los casos. Y si bien el amor por un hijo no se compara a nada, creo que el amor por un hijo adoptivo es mucho más fuerte, porque se fundamenta en la convicción profunda de llevar adelante un acto de amor. Los matrimonios encuentran en la adopción una fuente de nueva vida en unión, y los niños adoptados se adormecen en los arropamientos de nidos cálidos y bien cuidados, verdaderos palacios donde la vida florece esperanzada y bien regada de amor y sonrisas. La adopción es, así, una manifestación de cuan bueno puede ser el hombre cuando se lo propone

Sí, adoptar a un hijo es una decisión maravillosa y agradable a los ojos de Jesús. Una expresión del amor que un matrimonio es capaz de dar, cuando hay una sintonía en el deseo de dar frutos de bien y abundancia. Como fue en Nazaret, dos mil años atrás. Un humilde carpintero se había desposado con una buena y hermosa joven del lugar. Ella fue elegida para desposar al Amor de Dios hecho Persona, al Espíritu Santo que descendió sobre su Vientre y dejó allí la Semilla de la que crecería el Salvador del mundo. José, el buen y humilde carpintero, dudó y meditó, pero finalmente creyó en Ella.

San José (ft img)

José se hizo entonces el padre adoptivo de Jesucristo, Dios hecho Hombre. Ellos estuvieron unidos desde el primer momento, porque Dios había elegido a la mejor Madre terrenal, pero también al mejor padre. El carpintero de Nazaret fue el padre adoptivo del Niño Dios, y lo amó como ningún padre terrenal puede amar, unido a María, hasta que Dios lo llamó junto a El.

Dios se hizo Hombre, y quiso ser Hijo de un padre adoptivo, de José el carpintero. María fue Mamá de Jesús y esposa de José, Ella fue entonces Madre de Dios, y él fue padre adoptivo del Mesías. Unidos en tan perfecta familia, anduvieron los polvorientos caminos de Galilea en una vida simple y plena de manifestaciones de fe, porque nada en ellos se interponía a su maravillosa misión.

Veamos en la paternidad adoptiva de José el llamado a formar una familia cristiana, con nuestros hijos naturales, o con aquellos que el amor de Dios nos ofrezca en el camino. Ellos serán foco de amor y de unión, savia verde que revitaliza la vida, signo que da sentido al existir, impulso que abre sendas nuevas y permite ver el camino con claridad. Nada, entonces, parecerá imposible, ni siquiera tener un hijo.


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