Gólgota – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Wed, 10 Apr 2024 11:51:14 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 La Llaga de la Misericordia https://www.reinadelcielo.org/la-llaga-de-la-misericordia/ Wed, 10 Apr 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=389 Por el honor que Dios me concede al escribir sobre Sus cosas, puedo conocer a gente excepcional, enamorados de Su Iglesia, de Su Sagrado Corazón, de Su Inmaculada Madre. En este capítulo estaba absorto, escuchando a dos apasionados corderos del rebaño del Pastor Divino que intercambiaban frases distantes años luz del mundo tal y como lo conocemos. Yo, testigo mudo, gozaba y deseaba ese intercambio reemplazara por completo tantas otras cosas que uno vive a cotidiano. Vivía así un paseo por el jardín de las cosas de Dios, ni más ni menos. Él, un sacerdote como Dios manda, ella, una pequeña seguidora del Hombre Dios, juntos, dos verdaderas presas del Pescador de hombres, en el buen y bíblico sentido del término.

En estos giros estábamos, cuando la conversación se fue aproximando a algo que llamó mucho mi atención, hasta que intervine y exclamé: ustedes están compartiendo sus experiencias espirituales sobre una devoción que debiera difundirse por el mundo entero, particularmente en estos tiempos de tribulación y persecución de todo lo bueno. Me miraron atentos, pensativos. Quise decir entonces que sus comentarios sobre la importancia de la devoción a la Llaga del Costado del Señor son especialmente importantes para nuestro mundo, porque sin dudas esta es la Llaga de la Misericordia.

Cuando Jesús moría desangrado en el Gólgota, ante la mirada azorada de Su Madre y unos pocos testigos, se deslizaron algunos hechos que en pocos minutos marcaron la historia de la Iglesia, de la humanidad. La canonización del primer santo, San Dimas, el buen ladrón. El mismo Dios lo declaró canónicamente Santo desde Su Cruz. También las inolvidables Palabras a Juan y María, haciéndonos a todos nosotros hijos, con Juan, de semejante Madre. Pero otro hecho excepcional fue el que protagonizó el soldado romano con la punta de su lanza, tratando de verificar si el Divino Reo estaba realmente muerto.

Él clavó el metal hasta el fondo, traspasando Piel y Músculos, hasta llegar al Corazón del Crucificado. De allí, para su sorpresa, brotó abundantísima Sangre y Agua, que lo bañaron en la fría, tormentosa y oscura cima del Gólgota. El Signo fue derramado en el momento preciso, el momento del triunfo, cuando el Salvador del mundo nos dio Vida Eterna llevándose nuestros pecados con Su propia entrega. Sangre y Agua, Vida y Redención. Sangre que representa la Vida que nos da el Salvador, y Agua que representa el lavado de nuestros pecados.

Así lo rezamos en esa hermosa oración que es el Anima Christi: “Sangre de Cristo embriágame, Agua del Costado de Cristo lávame”. La Misericordia de Dios nos alimenta con la Sangre que da la Vida Eterna, y nos lava con el agua del Sacramento de la Reconciliación. El Sacrificio de Jesús significó la Salvación de la humanidad, no por el mérito de hombre alguno, sino por el mérito exclusivo del Hombre Dios, Jesucristo Dios Vivo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre. La Salvación proviene exclusivamente de Él, por Su Infinita Misericordia, que se derramó de Su Costado en el culmen de aquel día de dolor y triunfo, cuando ya Su Cuerpo exánime se presentaba ante la Madre de todos nosotros, Madre de la humanidad, Madre del dolor.

Ser Dios

Muchos siglos después Santa Faustina Kowalksa vio al Señor que le decía: “Pinta un cuadro según la imagen que te muestro en este momento”. Jesús se presentó entonces a ella con una mano bendiciendo y la otra señalando Su Sagrado Corazón, del que brotaban dos rayos que iluminaban el mundo. Un rayo era rojo, el otro blanco. Según explicó Jesús a Faustina, estos rayos representan la Sangre y el Agua, mismos que brotaron de Su Corazón a través de la Llaga de Su Costado.

La Llaga de la Misericordia, Llaga del Costado del Señor, sigue derramando la Lluvia de la Misericordia sobre todos nosotros, porque vivimos los tiempos de la Misericordia Divina. A Francisco de Asís se abrió esa llaga, y al Padre Pío también, derramando abundantísima sangre que unió a estos dos extraordinarios hombres a la Redención del Señor, invitándolos a ellos y a nosotros todos a ser corredentores, como es Corredentora la Madre del Señor. Dios nos invita así a configurarnos a Su Cruz, a llevarla, a dejarnos envolver en esta Lluvia de Gracias, de Misericordia Divina, que abundante y profusamente brota de Su Costado.

Hoy, ahora y siempre, adoremos la Llaga del Costado de Cristo como signo de Su Infinita Misericordia. La Lanza que traspasó a aquel Cordero en la cima del Gólgota sigue traspasando Su Misericordiosísimo Corazón en la forma de incontables ofensas y pecados, que se acrecientan al son y el crepitar de la hoguera espiritual en la que el mundo gozoso se sumerge. Nada detiene el fluir de la Sangre y el Agua, hasta que un día el Padre Eterno invite al Justo Juez a derramar Su Justicia.

Vivimos un tiempo de Gracia, no lo desperdiciemos. Adoremos al Amor de los Amores, que en tiempos de Misericordia nos baña con el Amor que brota de la Llaga de Su Costado, la Llaga de la Misericordia.


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“El madero y las espinas” | Canción https://www.reinadelcielo.org/el-madero-y-las-espinas-cancion/ Fri, 15 Apr 2022 09:39:13 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=25523 ]]>

La vida no le fue arrebatada, fue Él quien eligió asumir el precio del madero y las espinas.

Su esencia transita más el Tabor que el Gólgota.
Ese es Jesús, que de manera contingente, para nosotros, no para Él, sale al encuentro para conectarnos con nuestra propia esencia, misteriosa y bendita… ¡Razón de gozo!!

Eli Aguilar y Ricardo Dorado nos vuelven a sorprender con esta más que inspirada composición que nos ayuda a reflexionar en la mayor entrega y demostración de amor que Dios tuvo con nosotros, al entregar su vida para salvación de todos. ¡Disfruta de esta preciosa canción!

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Fuente: Canal de YouTube de Eli Aguilar


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El agujero en la roca https://www.reinadelcielo.org/el-agujero-en-la-roca/ Fri, 02 Apr 2021 17:17:48 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=5076 #Cruz #Jesús #Patíbulo]]> Por primera vez tuve el regalo de viajar a Tierra Santa, y pude visitar los lugares donde nuestro Jesús dejó Su Huella imborrable. La verdad es que, después de semejante experiencia, podría escribir páginas y páginas sobre lo que se vive allí. Pero hoy quiero referirme a un episodio en particular, quizás el que marcó de modo más profundo mi alma de tal forma que nunca se borrará el recuerdo de lo vivido.

Aquí voy: visité tres veces la Iglesia del Santo Sepulcro, un Templo donde se reúne la mayor cantidad de lugares glorificados por la Vida de Jesús. Allí fue El quitado de Sus ropas, clavado en la Cruz, elevado en el Madero Santo, atravesado por la lanza del centurión para que brote Sangre y Agua. Y allí, en definitiva, fue muerto el Rey de Reyes ante la mirada del mismo Dios Padre, que lo entregó como Cordero expiatorio de nuestros pecados.

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Pero también en ese Templo se encuentra la piedra donde el Cuerpo muerto de Jesús fue apoyado para ser limpiado y preparado para la sepultura por las santas mujeres. El sitio central, sin dudas, se ubica a pocos pasos y es la Tumba donde Su Cuerpo fue depositado la tarde del Viernes Santo. Ese mismo punto del planeta tierra, el Santo Sepulcro, fue testigo de la Gloriosa Resurrección de nuestro Señor Jesús, la Victoria definitiva contra la muerte, y a pocos metros de allí se recuerda el hermoso encuentro con Maria Magdalena, aquel domingo de Pascua de Resurrección.

Todo esto, y mucho más, se testimonia en la Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén. ¿Pueden ustedes creerlo? Yo lo narro y sin embargo aún me parece increíble que semejantes maravillas se conservaran, por Gracia de Dios, a través de los siglos.

A mi alma, sin embargo, la conmovió de modo particular una experiencia, un momento que se grabó en mi corazón para siempre, y fue el poner mi mano y tocar una y otra vez el agujero en la roca donde se introdujo el Madero de la Cruz del Señor. Voy a intentar narrarles lo que sentí al hundir mi mano en ese hueco, aunque se bien que no es posible hacerlo de modo perfecto.

Este montículo de rocas llamado Monte Golgota se ubicaba a la salida de la Jerusalén de esa época, de tal modo que todos los que entraban y salían de la ciudad vieran al Crucificado, como advertencia de lo que ocurre a los que desobedecen el poder de Roma. De modo muy eficiente habían buscado una roca en la cima del montículo en la que pudieran tallar un agujero con la forma del Madero de la Cruz, un hoyo lo suficientemente profundo como para sostenerlo y hacerlo erguirse a la vista de todo el mundo. Después de dos mil años, ese agujero ha podido conservarse, y aun hoy uno puede tocar sus paredes, y meter la mano dentro.

Por tres veces repetí la experiencia de introducir la mano y tocar ese oscuro hueco abierto en la roca. Por tres veces me llené de emociones violentas, como miedo, desesperación, deseo de correr pero también de seguir allí por mucho tiempo. Mis ojos contemplaban la escena que se desplegaba frente a mi, pero mi mente borraba todas las construcciones hechas en ese lugar a través de los siglos, los edificios que me rodeaban, para encontrarme de repente en la cima del Monte Gólgota, como era en aquella época. Pensar que la Sangre del Señor corrió irreversiblemente por el Madero y entró en el agujero en la roca, esa misma roca donde estaba apoyada mi mano, me hizo pensar en que estaba tocando la Sangre del Mismo Dios.

Gólgota

La escena con el frio de la tarde de aquel Viernes terrible se presentó ante mi alma, y delante de mí se desvanecieron las paredes de esa Iglesia y quedó la piedra al desnudo. Jesús arrancado de Sus ropas aquí, lanzado sobre los Maderos y clavado a ellos unos pasos más allá, la Cruz puesta en un lugar desde el que se la podía elevar para que su Madero vertical ingrese y se deje envolver por la roca del monte. No cabe duda que los Romanos estaban muy preparados para crucificar, y lo hacían con el entrenamiento de haber crucificado muchas veces antes. Pero yo estaba esta vez frente al lugar donde crucificaron no a cualquier hombre, sino a mi Dios, a mi Buen Jesús.

Esa roca, cima de ese montículo llamado Gólgota, se me presentó como un lugar Santificado por la Sangre del Cordero, pero mi alma se estremeció particularmente ante ese agujero cavado en la roca. Ese hueco fue cuidadosamente tallado por los romanos para que el Madero de la Cruz se deslice y caiga en él de forma totalmente vertical. Pero ese hueco hizo también que el Señor se elevara de la tierra en forma visible para todos, y así ese agujero en la roca se hizo fundamental para permitir la Obra de la Redención. Abierto en la roca firme, el hueco abrazó el Madero de Jesús y cumplió su misión durante el tiempo en que Dios quiso estar elevado en Su Trono terrenal, antes de ser bajado al Sepulcro Vencedor.

Tocando los bordes del agujero y palpando la rugosidad de la roca, sentí que la Iglesia es la Roca que sostiene la Cruz de Cristo aun hoy, después de dos mil años. Y también sentí un deseo enorme de ser yo mismo ese agujero en la Roca Santa. Un deseo de transformarme en un hueco vacío, inservible, oscuro y tenebroso a los ojos del mundo, pero capaz de abrazar la Cruz de mi Dios y sostenerla firme en lo alto aquel Viernes Santo en la fría cima del Gólgota.

Señor, quiero ser el agujero en la roca del Gólgota, y abrazar así el Madero de Tu Cruz por sus cuatro costados. Quiero quedarme así, sosteniendo Tu Trono Glorioso, mientras Tu Sangre se desliza y me cubre completamente. Mírame, no soy más que un hueco en la roca rugosa y fría. Nada pretendo, solo sostenerte para que Tu Sacrificio ilumine este mundo alejado y despojado de fe. Señor, se hace tarde ya y el frio cubre Tu Cuerpo que hace rato ya que ha dejado de moverse. Aquel grito que diste ha conmovido mi alma, y luego nada más pude oír de ti. Quédate allí todo el tiempo que quieras, mi Señor, porque este agujero en la roca ha decidido quedarse a sostener Tu Madero, mientras Tú me des fuerzas para hacerlo. Hace frio aquí arriba en la cima del Gólgota, hace frio hasta para una roca rugosa como yo soy. Pero yo te espero, Señor, abrazado a Tu Madero, te espero.

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