El nombre de un ser amado no pasa jamás, porque nuestra alma perdura por toda la eternidad, sin restricciones. Mi padre no era Juan, es Juan. (ver artículo)
Nosotros creemos que Jesús ha muerto y ha resucitado; pues, igualmente, Dios llevará consigo a quienes han muerto unidos a Jesús. (1 Tes 4, 13) (ver artículo)