Cuando algo es la Voluntad de Dios, progresa no sin esfuerzo o trabajo, pero si de forma franca y clara, como circulando por un camino despejado. (ver artículo)
Virgen María Inmaculada, Madre de la Divina Providencia, protege mi alma con la plenitud de tu gracia; gobierna mi vida y dirígela por el camino de la virtud al cumplimiento de la voluntad divina. (ver artículo)