decisiones – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 18 Feb 2022 20:20:10 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Hermana obediencia https://www.reinadelcielo.org/hermana-obediencia/ Fri, 18 Feb 2022 11:02:32 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=8296 ]]> Mi amada hermana obediencia, cuanto me ha costado conocerte, hacerte carne en mi vida luego de tantos años de menospreciarte, evadirte. Te lo digo de corazón, y te pido perdón al mismo tiempo, porque en el espíritu de rebeldía en que he vivido tantos años, no había lugar para ti. Mi vida sin ti fue un permanente intento de librarme de toda autoridad, como un potro salvaje que siente el peso del jinete sobre sus espaldas se encabrita y corre furioso para tratar de liberarse de tan inesperada carga.

Quizás fue porque el mundo en que fui criado me enseñó eso, que el hombre debe valorar la libertad como máximo valor a alcanzar en la vida. Pero si es que siempre tú estuviste presente cerca de mí, dándome señales de tal modo que te reconozca. Como cuando a través de la sabiduría de mi padre me aconsejaste no caminar por senderos peligrosos. Mi rebeldía ni siquiera me permitió pensar en tu consejo, el sabor dulzón de la aventura y la libertad me alejaron peligrosamente de ti.

También estuviste cerca cuando empecé a trabajar, y me diste la caricia de tu presencia forzada. Si, forzada, porque allí no tuve opción más que el de intimar contigo, mi hermanita obediencia, a través de tantos jefes que me diste. Te debo confesar que te odié, no tuve una relación pacifica contigo en ese tiempo. ¡Hiciste que mi interior hirviera como un volcán lleno de lava hirviente! Me resistí, pero ahí estabas tú una y otra vez, siempre presente con esa actitud doblegante, fuerte y convencida en tu intento de hacerte mi amiga, mi hermana.Reconozco que algunas veces te manifestaste de un modo maravilloso, a través de gente que supo representarte de modo digno, justo, y en oportunidades hasta afectuoso. Me hiciste dudar, por primera vez, de la conveniencia de aceptar tu amistad, aunque nunca faltaba la aparición súbita de alguien que te encarnara de modo injusto y patético nuevamente. Pero aprendí que de todos debo aprender algo, porque siempre que me sujeté a alguna autoridad pude ver alguna faceta nueva de mi necesidad de crecer y madurar. A los golpes, te empecé a querer.

caminos de la vida

Pero un día te presentaste de un modo violento, inevitable. Fuiste mi amiga en la enfermedad, a la que me arrojaste sin la más mínima consulta. Querida hermana, qué forma inesperada de acercarte a mi tuviste en ese momento. Me lanzaste a una cama de hospital un viernes por la noche, y sin preguntar mi opinión hiciste de mi vida una gigantesca pregunta. ¿Acaso habrá vida de aquí en adelante?

Debo confesar que quizás allí, en esa cama de hospital, empecé a quererte, a valorarte. En el borde de la muerte o de una vida miserable, comprendí que hay cosas peores que tu presencia permanente e inexorable. En realidad, allí pude ver que siempre me has estado cuidando, más allá de mi capacidad de entender tus designios o tus cambiantes propuestas. Allí pude ver que fuiste mi hermana, querida obediencia, en la voz de mi padre, de mi madre, de todos aquellos que tuvieron autoridad sobre mí a lo largo de mi vida.

Y así, arrojado en una cama de hospital, un día comprendí que vale más un minuto vivido dignamente, que una vida completa vivida en espacios de libertad sin propósito. Porque tú, hermana obediencia, te haces presente a través de uno u otro, pero la verdad es que siempre he estado sujeto a alguien, según tus designios. Nunca me has abandonado, porque aunque a veces quiera yo pensar que pueda hacer lo que quiera, nada logro sin que antes surjas tú con tu presencia maravillosa para darme un abrazo y ponerme en vereda buena una vez más.

Mi hermana del alma, tú me enseñaste que para negarme a mí mismo, para doblegar a mi humanidad rebelde, debo dejarte obrar sobre mí con total libertad. Obediencia querida, cuando tú me impones tus cosas, yo demuestro que soy capaz de ser nada, de dejarme para lo último, de no reclamar protagonismo ni luces en este escenario que es mi vida.

No quiero nunca separarme de ti, porque temo llegar hasta el límite de hacerme un rebelde, un alma perdida. Solo te pido que si un día me ves sujeto a designios que no son buenos para mi alma, me hagas saber que no eres tú la que está detrás de ello. Libérame de esas circunstancias, hermanita. No dejes que te confunda a ti con alguien que quiera llevarme por mal camino, y que perdido como la oveja que sigue al lobo y no al pastor, termine en mal camino. Hazte presente con voz firme y dime, con convicción: Aquí estoy, mi amado, soy tu hermana obediencia, en la Voz de Jesús, quien siempre ha velado por ti.

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No tenemos dónde huir https://www.reinadelcielo.org/no-tenemos-donde-huir/ Fri, 18 Oct 2019 09:31:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=415 ¿Cuántas veces desearíamos huir, escondernos, vivir en otra época, borrar todo el pasado y el presente amenazador? El mundo parece enloquecer, la pérdida de valores morales y aún del más mínimo sentido común nos envuelve. La sobreabundancia de comunicación nos bombardea con lo peor que el ser humano es capaz de producir, y es como que vamos acumulando dolor tras dolor, herida tras herida que no llegan a cicatrizar y ya viene el nuevo sangrado.

Es tal el derrumbe, que uno mira hacia el pasado y advierte el deterioro que avanza generación tras generación. Se lo ve en los jóvenes de ayer que somos adultos de hoy, pero se lo ve también avanzar en los jóvenes de hoy, de tal modo que uno puede avizorar como serán ellos al ser adultos mañana. Casi todo va para peor, y cuesta encontrar un rayo de luz en medio de tantas tinieblas.

Aun como católicos nos sentimos rodeados de confusión, porque mientras vemos con claridad lo que significa nuestro ser cristiano, encontramos enormes dificultades en ser comprendidos, acompañados, ayudados, o amados, por muchos que deberían estar unidos al árbol de la Iglesia. Cachetazo tras cachetazo nos deja el alma en estado de knock out, como ocurre a los boxeadores después de unos cuantos rounds de castigo.

Perdonen que escriba de forma tan negativa hoy, pero no tengo otro modo de calificar las miserias que avanzan a toda carrera en la construcción de la sociedad del nuevo milenio. Y si bien es cierto que a veces nos dan ganas de irnos a vivir a la montaña, rodeados nada más que de la naturaleza y Dios, sabemos bien que eso es raramente realizable. Vivimos en este mundo, y es aquí donde debemos realizarnos como personas que el Señor creó con un propósito.

Buscar a Dios

O sea que este es nuestro tiempo, nos guste o no nos guste. Y sin embargo, lo esencial no cambia, es eterno, porque la verdad es que ese refugio perfecto que es el Amor de Dios, no se altera por más que los hombres hagamos del mundo un verdadero infierno. El Corazón Misericordioso del Señor no sólo no se aleja de nosotros ante estas penosas circunstancias, sino que aumenta Su oferta de refugio y amor a todos aquellos que aun mínimamente lo busquen.

Quiero decir que Dios nos mira y sufre con nosotros, porque sabe bien que muchos no tienen la fortaleza necesaria para sostenerse sujetos con firmeza a las ramas del árbol, y se dejan arrastrar como hojas sueltas que la tempestad arrojará y desechará en campos y rutas lejanas y desiertas. El sabe bien que la responsabilidad es de aquellos que tenemos alguna influencia, liderazgo o autoridad sobre los demás, sea paterna, política, laboral, periodística, educacional o (y fundamentalmente) religiosa.

En fin, El Señor sabe bien que los líderes de esta sociedad moderna estamos fallando a nuestra misión de vida, y es por eso que el viento de la inmoralidad y la pérdida de valores arrecian. Los jóvenes, en particular, se dejan arrastrar por ese viento con alegría, y eso preanuncia muchos males para este mundo, por venir. Estamos corrompiendo a nuestros jóvenes, y fundamentalmente ello se hace por dinero, por negocio, por irresponsabilidad paterna, o por la multiplicación de educadores moralmente corruptos.

Necesitamos un Nuevo Pentecostés, un temporal del Espíritu Santo que impulse una “moda” (perdón por el término) de la santidad en los jóvenes, para que eso transpire en los adultos y la sociedad toda. Los mismos líderes que fallamos hoy somos quienes debemos de impulsar ese Pentecostés, lo cual no va a ocurrir si primero no nos inunda un vendaval de oración. La oración será la llave que abrirá los cambios en los tiempos por venir, una puerta por la que entrará el Espíritu Santo a renovar este mundo.

Mientras tanto, no tenemos donde huir, porque aquí pertenecemos. Somos Iglesia Católica aunque le prendan fuego, aunque nos prendan fuego, aunque quedemos tres gatos locos defendiendo la Palabra de Jesús, protegidos bajo el Manto de Su Madre. Somos miembros del Cuerpo Místico del Señor, no podemos salirnos de El aunque la confusión, la maldad y el error arrecien a nuestro alrededor. Sujetos con firmeza al tronco del que somos parte, resistiremos a todo, porque no tenemos donde huir, aquí pertenecemos por toda la eternidad.


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La felicidad está en compartir https://www.reinadelcielo.org/la-felicidad-esta-en-compartir/ Fri, 23 Aug 2019 17:36:34 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=23053 ]]> Alerta: Este es un video que sabe a Navidad, pero seguro que vale para cualquier momento. La historia que les presentamos a continuación nos habla de la Lotería de Navidad en España, nos da en realidad una lección del valor de las relaciones interpersonales en nuestra vida y lo que representan en nuestra felicidad.

La historia nos deja ver que, aunque el suceso contribuye a la felicidad del protagonista, lo que nos hace realmente felices es el impacto positivo que nuestras decisiones y acciones pueden tener en la vida de otras personas.Contribuir con la felicidad de los demás ya nos hace a nosotros mismos más felices.

A continuación, compartimos con ustedes algunos detalles de la historia que nos ofrecen importantes elementos apostólicos:

El efecto que puede tener la calidez del trato

Una de las cosas que más puede llamar la atención fue la buena onda de la dueña del cafetín. Se le ve como una mujer alegre que parece genuinamente interesada en conocer a sus clientes. No pregunta por cumplir, sino que les dedica tiempo, presta atención y recuerda detalles. Desde si Juan se había reconciliado con el hermano, hasta si el familiar de la joven mujer ya había salido del hospital.

Un detalle importante es que este trato no solo lo tenía con los clientes sino también con los otros trabajadores del mercado. Prueba de eso es que cuando se enteran del premio, todos parecen ir a su puesto para celebrar juntos. 

Aquí vale la pena reflexionar si nos comportamos como ella en nuestro centro de estudio o trabajo: ¿Tenemos este trato cálido con las personas que nos rodean? Muchas veces, la gente no recordará tanto nuestros nombres, lo que dijimos o dejamos de decir, sino cómo les hicimos sentir. 

¿Comunicamos algo de Dios en nuestro trato con los demás? No necesitamos hablar del evangelio con todos y a cada momento, pero sí dar verdadero testimonio del amor de Dios que llevamos dentro. Un gesto amable, sincero, respetuoso y sobre todo, caritativo.

De vuelta en la historia, es justamente ese trato caritativo el que le permite a Juan conocer la dura situación de la joven, compartir con ella el premio y liberarse así del ciclo repetitivo en el que vivía.

«Hay más dicha en dar que en recibir»

Seguro que estamos familiarizados con esta frase. Juan probablemente la conocía también, pero como muchos de nosotros, no la vivía. Al contrario, parecía que todos sus esfuerzos estaban dirigidos hacia sí mismo y su comodidad. 

Estaba acostumbrado a no conmoverse fácilmente con las necesidades de los demás. Su capacidad empática estaba ciertamente por los suelos. ¡Qué diferencia con lo que se nos exige como cristianos! «No niegues un favor a quien te lo pida, si en tu mano está el otorgarlo». (Prov 3, 27)

En el video, Juan tuvo que ser presa de un loop existencial para poder aprender la lección y abrir los ojos a la realidad de los demás. Debido a que es muy probable que nosotros no pasemos por esa experiencia, sí podemos hacer la prueba, desde nuestra rutina diaria, de vivir la generosidad y aprender a decirnos que «no» a nosotros mismos de vez en cuando.

Como dice el conocido evangelizador católico, Christian Huerta (Semper Fiat): «la comodidad es enemiga de la fe y el crecimiento espiritual». Démonos la oportunidad de renunciar a nuestro excesivo confort y egoísmo, ayudar a los demás y experimentar la satisfacción de una obra hecha por amor a nuestro Señor.

La verdadera felicidad está en compartirla con otras personas

Nuestro Papa Francisco afirma: «Hoy se vive la paradoja de un mundo globalizado en el que vemos tantas casas de lujo y edificios de gran altura, pero cada vez menos calor de hogar y de familia. Muchos proyectos ambiciosos, pero poco tiempo para vivir lo que se ha logrado. Tantos medios sofisticados de diversión, pero cada vez más un profundo vacío en el corazón.

Muchos placeres, pero poco amor. Tanta libertad, pero poca autonomía… Son cada vez más las personas que se sienten solas, y las que se encierran en el egoísmo, en la melancolía, en la violencia destructiva y en la esclavitud del placer y del dios dinero». 

Esto mismo le pasó a Juan. Al comienzo, estaba ciego a su propia soledad y egoísmo. Tuvo que vivir varias veces el mismo día para abrir los ojos y el entendimiento y darse cuenta de su ceguera con respecto a la gente que lo rodeaba.

«Para Dios, el amor para siempre no es una utopía de adolescente, sino un sueño sin el cual su creatura estará destinada a la soledad. En efecto, el miedo de unirse a este proyecto paraliza el corazón […] Cada vez menos seriedad en llevar adelante una relación sólida y fecunda de amor: en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la buena y en la mala suerte. 

El amor duradero, fiel, recto, estable, fértil es cada vez más objeto de burla y considerado como algo anticuado. Paradójicamente también el hombre de hoy –que con frecuencia ridiculiza este plan– permanece atraído y fascinado por todo amor autentico, por todo amor sólido, por todo amor fecundo, por todo amor fiel y perpetuo. Lo vemos ir tras los amores temporales, pero sueña el amor autentico; corre tras los placeres de la carne, pero desea la entrega total».

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Fuente: Catholic-link


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Motivo y consecuencia https://www.reinadelcielo.org/motivo-y-consecuencia/ Fri, 24 May 2019 13:32:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=279 La causa y el efecto de las cosas constituyen una importante forma de plantear la visión de la vida. O lo que es lo mismo, el motivo por el cual hacemos las cosas, y la consecuencia de nuestros actos. La vida es una interminable sucesión de expresiones de nuestra voluntad, donde actuamos con un motivo y generamos una consecuencia, originando efectos que alteran nuestro propio destino y el de los demás también. Muchas veces, a su vez, las consecuencias de nuestros actos, se transforman en el motivo de un nuevo acto, y así la cadena de causa y efecto, causa y efecto, sigue hasta el infinito.

Pero qué importante es que tengamos en claro el orden en que van las cosas, qué cuestión constituye el motivo correcto que debemos enfocar, y cual la consecuencia. ¡confundir motivos con consecuencias es una forma segura de desbarrancar nuestra vida y nuestra alma!. Déjenme ponerles un ejemplo: ¿por qué comemos?. La respuesta correcta es: porque lo necesitamos para subsistir, este es el motivo para desear alimentarnos. ¿Y cual es la consecuencia de la necesidad de alimentarse?. Pues, ¡la consecuencia es comer!. Y de tal modo, tenemos la fortaleza y la vitalidad necesarias para vivir una vida sana y balanceada. ¿Qué ocurre si creemos que el motivo de desear alimentarnos es simplemente comer, en lugar de creer que comer es la consecuencia de la necesidad de subsistír?. Pues que entonces al ser “comer” el motivo, la consecuencia es engordar, acumular excesiva grasa en nuestro cuerpo, desbalancear nuestra salud. Nuestra atención estará puesta en el lugar equivocado, en “comer”, en lugar de en “subsistir”. Cuando confundimos el motivo con la consecuencia, parecemos esas bicicletas con el piñón roto: pedaleamos, pedaleamos, pero la bicicleta no sólo no se mueve, sino que terminamos cayendo al piso por falta de movimiento, de equilibrio. Nuestra acción y esfuerzo aparente, el pedalear, no logran el efecto buscado, el avanzar en perfecto equilibrio sobre la bicicleta.

puente al cielo¿Le ves una aplicación práctica a ésta reflexión, en tu vida espiritual?. ¡Claro que la hay!. Mira: ¿Cuál es el verdadero motivo para asistir a Misa?. Piensa: quizás porque es tu obligación, o porque te lo enseñaron tus padres, o porque tu comunidad lo hace, entre muchos otros motivos. En realidad la cuestión es un poco distinta: asistir a Misa debe ser la “consecuencia” de otro motivo, de otra causa. La causa verdadera debe ser tu amor por Dios, tu amistad cercana con El, tu necesidad de estar cerca Suyo, ¡porque El está realmente Presente en la Eucaristía!. De este modo, asistir a Misa será algo que no te pesará, y tu actitud durante la Misa será totalmente distinta, si planteas las cosas de este modo, del modo correcto. ¿Crees que tus sentimientos en la Misa serán los mismos?. Pues, no. Tu voz le hablará a Dios, tus ojos lo mirarán, todo tendrá un sentido totalmente distinto al estar allí por amor, no por obligación. ¿Cuántas personas en este mundo se sientan todos los días en el mismo banco de la misma iglesia, sin haber descubierto todavía, profundo en el corazón, el verdadero motivo para estar allí?. Causa o consecuencia…

¿Por qué rezas?. Piénsalo, y nuevamente verás que rezar no debe ser un motivo, sino una consecuencia, la consecuencia de necesitar hablar con Dios, contarle tus cosas de cada día, reír y llorar con El, sorprenderlo con tus confesiones, tus pedidos, tu entrega, ¡tu vida!. Rezar de otro modo, no tiene el mismo efecto en Dios. ¡Claro que es preferible rezar a no hacerlo!. Pero si lo quieres hacer en forma perfecta, debes hacerlo como consecuencia de tu amor por Dios. De otro modo, si rezar es la “causa”, la “consecuencia” será que lo haces mecánicamente, con la boca y no con el corazón, tus oraciones no llegarán a Dios con el mismo sentido y fuerza que si lo haces como necesidad surgida de tu pasión por Cristo.

¿Por qué ayudas a los pobres, a los necesitados? El motivo debe ser tu amor por ellos, tu corazón fracturado al ver su necesidad. La ayuda será una consecuencia, no un motivo: el motivo verdadero será el amor por ellos. ¿Y si lo haces por otros motivos?. Lo más probable es que busques “otros efectos o consecuencias”: reconocimiento, que te mencionen como un colaborador. En fin, si lo haces por amor, el reconocimiento no sólo no te interesará, sino que no lo desearás, y hasta lo rechazarás en una actitud de “sincera” humildad (la humildad es sincera cuando es un “efecto”, no una “causa”).

Medita estos ejemplos: en todos verás que hay un ”motivo” profundo para las cosas buenas que intentes hacer o hagas: ¡el amor!: Sin amor, nada sirve. Ni los más caritativos gestos: si no están impulsados por el amor, no valen de nada. Hasta las acciones de quienes trabajan para Dios, si no son acciones fundadas en la caridad, no son perfectas. Por supuesto que es preferible que las hagan a que no las hagan, pero poca utilidad tendrán para sus almas, si no están fundadas en el amor.

Por supuesto que todas estas “supuestas” buenas obras y vida piadosa, si no están basadas en el amor, no son nada, siguiendo las palabras de San Pablo. Como el pedalear en la bicicleta con el piñón roto: un esfuerzo que se ve, que hasta genera sudor y movimiento, pero que no produce efecto motriz alguno, sino caída.

¿Por qué buscas a Dios?. ¿Porque lo amas, porque lo necesitas, porque el corazón estalla de amor por él?. Si no encuentras éste motivo en tu corazón, revisa tu interior, medita, porque el Señor te llama. El, que es puro Amor, te quiere manso y sereno, pacífico como Sus buenas ovejas. Y esa paz sólo la encuentras si buscas como único motivo de tus actos, el amor. Amor por Dios, como “motivo” principal de tu vida, pero también muy activamente y en forma cotidiana, amor por tus hermanos, como una directa “consecuencia” de tu amor por Dios.


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