Vemos a Cristo en los enfermos y en los que sufren. Le vemos en los refugiados. El Evangelio dice: “tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber…” (ver artículo)
Nunca llegaremos a comprender que una oración, pequeña o grande, dada en favor de las almas sufrientes, se la damos directamente a Dios. (ver artículo)