Cuerpo de Cristo – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 21 Jun 2024 15:14:42 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 La hermosura de la Iglesia https://www.reinadelcielo.org/la-hermosura-de-la-iglesia/ Fri, 21 Jun 2024 10:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=8655 Mis hermanos queridos, qué gran error cometemos al pensar a nuestra Iglesia con los ojos del siglo, del tiempo en que vivimos, de nuestra generación. Si es que ese pensamiento llega a hacernos entender su hermosura, es porque estamos realmente inspirados y llenos del Espíritu Santo. Pero yo, en mi experiencia corta e imperfecta, he aprendido que la mirada que debemos darle es totalmente distinta, mucho más amplia, si es que queremos hacer que nuestros ojos resplandezcan ante su vista, que lloremos de emoción al pensar en Ella.

Miremos a nuestra Iglesia en el Vientre de María, allá en Belén, porque Ella empezó a nacer allí cuando nació El Salvador. Así es, la Cabeza de la Iglesia, El Salvador, nace en María y de María, cuando Ella dio a Luz a la Luz que alumbra al mundo. María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, trajo al mundo la hermosura de la Iglesia, resplandeciente frente a los pastores que admirados fueron a la gruta a ver a Quien los Angeles anunciaron con cantos de alegría.

Eucaristía 1

La Hermosura de la Iglesia, en Su más profunda majestuosidad, reluce cuando pensamos en la Santa Misa. No sólo por el Milagro perpetuo que ocurre cada día en cada Sagrario de la tierra con la Presencia Real de Jesús en el Pan y el Vino, sino porque la Misa es perfecta, en su construcción y plena harmonía. Por favor mediten en la hermosura de la Misa, que de principio a fin nos pone de rodillas frente a las maravillas de Dios derramadas sobre el mundo por generaciones, desde Adán y Eva, hasta el Nuevo Adán y la nueva Eva, Jesús y Maria. Vean en la hermosura de la Santa Misa a la Oración Perfecta, aquella que seguirá celebrándose por los siglos de los siglos para regocijo del Cielo todo.

Y si a Jesús se le llama El Verbo Encarnado, es porque El es la Palabra, reflejada en las Escrituras que nos llenan el alma ante cada lectura. La Biblia hace relucir a la Iglesia, porque es una columna que la sostiene y da vida, y sin embargo la riqueza no se agota allí. A diferencia de los hermanos cristianos separados que solo creen en la Biblia, nosotros damos pleno reconocimiento a toda la tradición que piedra por piedra construyó a la Iglesia. Los santos y su legado, que pueblan nuestros altares, la hacen hermosa ante el reflejo de su vida. ¡Que hermosura la de tantos santos hermanos que se elevan en los altares y dan nombre a los templos de toda la tierra!

Para nosotros, católicos enamorados de la hermosura de la Iglesia, la lectura de tantas maravillas escritas a través de los siglos configura alimento que fortalece y da vida a nuestra fe. Documentos, revelaciones a Santos y escritos que nos dan el entendimiento de cómo son las cosas de Dios para nosotros, mientras vivimos aquí en la tierra. Como ocurre con los cuatro Dogmas de María, que nos explican su Maternidad Divina, su Virginidad Perpetua, su Inmaculada Concepción y finalmente su Asunción al Cielo. ¡Y ello es solo una muestra de las enseñanzas que como piedras preciosas visten a nuestra Casa!

Y qué decir de aquella noche del Jueves Santo, noche sacerdotal donde nace la Eucaristía, verdadero Corazón Viviente de la Iglesia, y luego de Ella todos los demás Sacramentos. Por ellos nos bautizamos, nos reconciliamos con El Señor, recibimos al Espíritu Santo, nos unimos en matrimonio, nos unimos a El comiéndolo como Alimento Perpetuo. La Iglesia nos da así los medios para marcar cada momento fundamental de nuestra vida, para vivir unidos a Ella en sus venas por donde fluye la Vida. Y también Ella nos da los medios para consagrar a aquellos, nuestros pastores, que con sus manos realizan el Milagro del Pan y el Vino, porque sin ellos la hermosura de la Iglesia no sería completa, como lo es cada día en cada rincón del mundo en que se celebra la Eucaristía.

Jesús en la cruz (ft img)

Un día, Jesús se acostó sobre Su Trono de Maderos, dejó que lo claven a él, y se elevó frente a nosotros como el Rey del Universo. Desde ese día adoptamos ese signo para que se nos conozca: la Majestuosa Cruz que simboliza el Sacrifico del Cordero del Padre por todos nosotros. Dios Padre dio así la medida de Su Amor por la humanidad del modo más extremo, para no dejar dudas de cuan fuerte es la Paternidad que El ejerce sobre la Iglesia, sobre Cristo que es la Cabeza, y sobre cada uno de nosotros que la completamos en la Comunión de los Santos.

Nada le falta a la Iglesia para completar su hermosura, y sin embargo lo más maravilloso que la constituye es el milagro de nuestra fe, fe activa que la mantiene en movimiento, en continua ascensión. Sean pocos o muchos, los que con su fe y su entrega a la Voluntad Divina hacen brillar la Casa, ellos son los que más hermosura brindan, porque con Jesús a la Cabeza, ellos son las manos, los pies, los ojos, y cada pequeña parte de ese Cuerpo Místico de Cristo, en las eternas y maravillosas Palabras de San Pablo.

La Iglesia es así la Jerusalén Celestial, el Templo Viviente allá en la cima de la colina, Eterna y resplandeciente, que nos espera para la Vida en la Eternidad, a la que estamos llamados. Es la Esposa del Cordero, Jesús Resucitado, que con Sus llagas que emanan la Luz de la Vida nos espera en el desposorio de las almas, porque con El viviremos unidos por los lazos del Amor Eterno, que es Dios mismo. Esa es la Promesa del Reino, que con Su Misericordia y nuestra entrega a Su Voluntad confiamos en alcanzar un día, el gran día.

Pero, mis queridos hermanos en María, por encima de todo debemos siempre guardar en nuestro corazón el sentimiento de la hermosura de la Iglesia como reflejo de su hermosa Madre, María, que vestida como Reina de todo lo Creado, nos mira y nos invita a contemplarla en su majestuosidad Divina. María, Madre de Dios, Madre de la Iglesia, Madre mía, Madre tuya, Madre de todos nosotros. Qué Mujer tan extraordinaria, que ante su paso se doblan las rodillas de los Angeles, se aterrorizan los ángeles caídos, estallan en alabanzas los santos del Cielo, y Dios mismo sonríe ante la Maravilla de Su Creación.

La hermosura de la Iglesia es, así, reflejo perfecto del Vientre de Aquella que no sólo formó al mismo Dios, sino que también se hizo Madre de todos nosotros, de cada uno de nosotros. Madre de la Maravillosa Iglesia que nos congrega frente al Pan Sagrado, Dios mismo Presente en medio de Su Pueblo, cada día, en cada Misa celebrada alrededor del mundo. Por Jesucristo, Rey y Señor de la Historia, esperamos el cumplimiento de la promesa del Reino, unidos a El ante el Altar Eucarístico, viviendo a pleno en cada instante el inmerecido don de ser parte de la hermosura de Su Iglesia, nuestra Iglesia.

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Autor: www.reinadelcielo.org


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El Valor infinito de la Eucaristía https://www.reinadelcielo.org/el-valor-infinito-de-la-eucaristia/ Thu, 15 Jun 2023 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=343 ]]> Se ha instalado en los últimos años una cierta controversia alrededor del modo de recibir al Señor Eucarístico. Se debate sobre si debe ser en la boca o en la mano, y de cierto modo también si debe ser de rodillas o de pie, o si corresponde realizar una reverencia ante el Señor.

No deseamos profundizar en las disposiciones de la Iglesia a éste respecto, ya que en buena medida se ha delegado en cada Obispado el establecimiento de las condiciones mínimas a utilizar en las Misas del lugar. Sin embargo, sí podemos decir que como regla general la Iglesia nunca obliga a recibir al Señor en la mano, sino que es algo que se permite bajo determinadas condiciones a cumplir, siendo la regla general la de recibirlo en la boca. Respecto de la comunión de rodillas, la cuestión formal es menos concreta, quedando el tema en gran medida en manos de los sacerdotes de cada jurisdicción.

De éste modo, queda un gran campo de acción librado al discernimiento de los fieles respecto de cómo recibir el Pan Sagrado: son ellos quienes deben tomar tan importante decisión. Y es en el sentido de ayudar a elegir el camino más acertado que queremos realizar algunas reflexiones al respecto, con humildad y cautela, ante lo delicado del tema.

Lo primero y fundamental es resaltar la esencia de lo que ocurre en la Misa: la Iglesia es el legado más maravilloso que nos dejó el Señor, ya que Ella es Su propio Cuerpo Místico. Jesús, Cabeza del Cuerpo Místico, nos ha unido a Ella a quienes formamos la Iglesia Militante (los que aún estamos en la tierra), junto a la Iglesia Purgante (las almas del Purgatorio) y la Iglesia Glorificada (las almas que entraron al Reino). O sea que la Iglesia es Cristo unido a todos nosotros, donde la Misa es la fiesta diaria en la que se celebra ésta unión, unión obtenida por la Sangre derramada, por Su Muerte y Resurrección consumadas diariamente por medio del Pan y el Vino. De éste modo, la Eucaristía es el centro de la Misa y de la Iglesia, por ende es el centro de éste mundo y también del Cielo. En cada Misa Jesús se hace realmente Presente en el Pan y el Vino, no es una representación o un recuerdo. El se manifiesta allí para Gloria de Dios Padre y Dios Espíritu Santo, para que lo Adoren la Virgen Santísima, los santos y los ángeles. Si pudiéramos ver como se produce en el plano sobrenatural cada celebración de la Eucaristía, ¡caeríamos de rodillas!. Ante el Cuerpo de Cristo se postran ángeles y santos, mientras María, al pie de la Cruz, contempla al Cordero de Dios. ¡En cada Misa, en cada lugar en que se celebra la Eucaristía!.

Rezar

Ahora bien, si el mismo Dios se manifestara ante ti en éste momento, en Cuerpo y Alma, ¿qué harías?. Sin dudas que caerías de rodillas, postrado ante el Santo de los Santos. ¡Piedad, Hijo de David!, le gritaban a Su paso los leprosos. Los ángeles se postran, rodillas en tierra, ante Su sola mirada. Los coros celestiales cantan y alaban al Trono de Dios, sin cesar. No hay medida para el anonadamiento que invade al alma de la criatura cuando contempla a Su Creador, Puro Amor y Misericordia. En la Aparición de Fátima, San Miguel Arcángel se aparece a los tres pastorcitos varios meses antes que la Madre de Dios se empiece a manifestar. Y allí el príncipe de la milicia celestial le da la Eucaristía a Lucía (que ya había tomado la primera Comunión) y el Cáliz a Jacinta y Francisco (que todavía no habían recibido al Señor). Pero, ¿de que modo lo hace?. El Angel dejó suspendido en el aire el Cáliz, sobre el cual flotaba la Hostia, de la cual caían gotas de Sangre. Y postrándose en Adoración, invitó a los tres pastorcitos a imitarlo. Así, los cuatro adoraron el Cuerpo Eucarístico del Señor. No fue casual que Dios enviara Su Cuerpo y Sangre a los Pastorcitos en Fátima. El cuadro del Angel Miguel Adorando la Eucaristía y dando el Pan y el Vino a los tres humildes niños es todo un símbolo de la importancia de la Eucaristía y de nuestra debida Adoración al Dios Vivo.

Nosotros, con nuestros limitados ojos humanos, no podemos ver el mundo sobrenatural que desciende en cada Celebración Eucarística, como lo vieron los tres pastorcitos en 1917 en Cova de Iría. Pero sí lo podemos ver con los ojos de la fe, ya que sabemos muy bien que sobre el Altar está Presente el Señor, realmente Presente.

Meditemos en silencio, y busquemos en nuestro corazón el camino al discernimiento respecto de la mejor forma en que debemos recibir al Señor. Hagamos todo lo posible por dignificar tan importante acto de la vida cristiana, ya que la Eucaristía es el centro de nuestra vida. La Iglesia nos deja un campo de acción para buscar, en cada templo, hacer lo mejor al alcance de nuestras manos para asegurarnos de recibir al Señor del modo más digno posible. Y así, de a poco, iremos difundiendo en otros la importancia de la Eucaristía, con nuestro testimonio, con nuestro amor a Cristo.


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El Cuerpo de Cristo la curó de su anorexia https://www.reinadelcielo.org/el-cuerpo-de-cristo-la-curo-de-su-anorexia/ Fri, 17 Jun 2022 17:51:29 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=26569 ]]> Emily Stimpson es una escritora y periodista católica formada en la muy católica Universidad de Steubenville y autora de un blog relacionado con la comida The Catholic Table, algo que en el pasado le generó grandes sufrimientos.

Esta apologeta católica ha llegado a serlo tras descubrir a Dios en el momento más duro de su vida, cuando durante años sufrió una anorexia nerviosa que no conseguía superar. Y fue precisamente Dios quien la sanó primero interiormente y posteriormente físicamente.

Salir de la anorexia para ella sólo se pudo producir tras comer el Cuerpo de Cristo. En un testimonio contado en primera persona en National Catholic Register, esta mujer que actuó también como asesora política en Washington explica: “cuando trataba de recuperarme de un trastorno alimentario, la mera fe no fue suficiente para mí. Lo que necesitaba era una fe eucarística”.

Ningún médico ni ninguna terapia

Stimpson había sido criada en la fe aunque en su enfermedad “no veía el mundo con ojos católicos” sino que buscaba un Dios que estuviera a su servicio.

De aquella anorexia nerviosa que mezclaba con atracones de comida han pasado ya más de20 años. Desde los 19 a los 25 años intentó curarse sin éxito. Ninguna terapia, ningún médico pudo conseguir que mejorara. Ella pedía a ese Dios que de niña le dijeron que existía que la curara pero el gran problema que tenía Emily era que “todavía odiaba mi cuerpo, tenía miedo a la grasa y usaba la comida como un medio para controlar mi mundo”.

“Detrás de mi batalla con la alimentación y la naturaleza había una mezcla enmarañada de inseguridades y ansiedades, agravada por una visión materialista del universo”. Por más que pensaba en ese Dios de su infancia “no veía ese mundo hecho por un Dios amoroso. No veía un universo lleno de gracia donde todo llevaba la marca de su creador. No vi mi cuerpo como la imagen viva de Dios”, recuerda ella.

“Mi cuerpo era un problema a eliminar”

Tal y como señala posteriormente, para ella su cuerpo “era un problema a eliminar, cuanto menos hubiera de él, mejor. Aunque también sabía que no estaba bien morirme de hambre”. Y es que, añade, “los mismos patrones de pensamiento destructivos se reproducían una y otra vez: mi cuerpo era un problema, la comida era el enemigo”.

Esa religiosidad popular que tenía adquirida sí que logró que al menos empezara a comer algo, aunque fuera muy poco. Y sobre todo le vino bien para intentar dar un paso al frente. Así que empezó a ir a misa a ver qué pasaba.

Su encuentro con la Eucaristía

Años antes en su etapa universitaria tuvo amistad con un grupo de protestantes que le ayudaron a conocer a Jesús, aunque para ella faltaba algo. “Pero la misa era diferente. El catolicismo era diferente”, cuenta Emily.

De este modo, “tras seis largos años alejada de la Iglesia, un compañero de trabajo me ayudó a encontrar mi camino a casa. Y allí, en la misa, recibí a Cristo como alimento. El pan se convirtió en Cuerpo. El vino se convirtió en sangre. Dios me dio de comer y de beber. Aquella fue la comunión más íntima que tuve con él. Así fue como dio su vida por mí”.

Según ella, la comunión “hizo lo que ninguna ‘mera’ fe podía hacer” y así llegó la curación de la anorexia.

Y tras la Eucaristía, la Adoración

No fue de un día para otro. “Fueron meses de ir a misa todos los días, sabiendo que tenía que estar allí, aunque no comprendiera del todo por qué. También fueron meses de lectura del Catecismo y libros sobre la fe católica. Y fueron meses sentada en silencio en las iglesias católicas mirando a Jesús en el Tabernáculo”, relata Emily Stimpson.

Pero la realidad era que cuanto más crecía su fe eucarística más cambiaba su visión, lo que le hacía lograr superar su enfermedad porque le “ayudó a cambiar la forma en que veía” su cuerpo.

La Teología del Cuerpo para su curación

San Juan Pablo II también jugó un papel importante en esta sanación a través de la Teología del cuerpo del Papa polaco. Gracias a ella, confiesa Emily, “empecé a ver mi cuerpo –no sólo mi alma- como la imagen de Dios. Reconocí que era un templo que tenía que ser cuidado. Y llegué a apreciar mis curvas femeninas como la señal física de mi alma femenina”.

De este modo, gracias a la liturgia, la oración y el estudio empezó a ver “el pan de cada día” cono un símbolo del pan del cielo y que estos alimentos nutren, fortalecen, curan, dan alegría, significan amor y fortalecen amistades.

“La Eucaristía nos fortalece en tiempos de prueba”

A este convencimiento llegó gracias a comer el cuerpo de Cristo. “La Eucaristía nos alimenta con la vida de Dios, nos fortalece en tiempos de prueba, nos consuela en momentos de tristeza, cura heridas dejadas por el pecado, nos llena de la alegría de Cristo, continuamente demuestra el amor de Dios por nosotros”, enumera emocionada esta mujer.

Por ello, Emily confiesa que “una vez que empecé a entender esas verdades, siguió la verdadera curación. No podía abusar de los grandes regalos que eran mi cuerpo y la comida. Tampoco podía temer a estos grandes dones. Todo lo que tenía que hacer era caer de rodillas en agradecimiento y admiración”.

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Fuente: Religión en Libertad


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Devocionario Cuaresmal https://www.reinadelcielo.org/devocionario-cuaresmal/ Fri, 11 Mar 2022 08:55:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=37 Redacción de Reina del Cielo: Una estrecha colaboradora ha escrito este inspirado devocionario para vivirlo durante el Camino al Domingo de Pascua de Resurrección. Esperamos, con un corazón abierto al Señor, que estas palabras lleguen a tu corazón, hermano lector.

Camino para andar en Cuaresma

Quiero invitarte, hermano, en este tiempo de Cuaresma a conocerte a ti mismo, a mirar tu camino, a saber hacia dónde vas y dónde hoy te encuentras, a sentirte peregrino en este largo camino.

Cuaresma es una oportunidad para crecer, para detenernos, para retirarnos al desierto. Si te invito a entrar junto a Jesús en “tu desierto”, no tengas miedo, es un viaje magnífico, un desafío. Demos hoy juntos el primer paso, dejemos este mundo de lado, busquemos callar nuestro interior, aunque estés sumergido en el exterior, callemos, silenciemos las voces del mundo, y oremos. Nuestro Señor, que ve en lo secreto, hará el resto. Así, con esperanza y fe, oremos y abramos la puerta del “desierto”. ¡Entremos! ¿Ves?, ya hemos entrado, es solo un poco de trabajo, pero ¡vamos!

La Piedad

Sigue, sigue orando…cierra tus ojos y contempla este desierto magnífico que nos aleja de los ruidos, solo tú y Cristo, son dos amigos peregrinos. Caminemos despacio así nos contagiamos de este silencio absoluto, porque aquí debes dejar tu orgullo que siempre hace mucho barullo, sino no podrás continuar.

El ardiente calor te hace bajar la mirada y sientes aún más tu pesada carga, ¡pobre alma! La omnipotencia del desierto la quema; tendrás que abandonar las cosas vanas, esas que quiebran tu espalda, esas que contemplas cada mañana. También quedará aquí tu pasado, lo bueno y lo malo, las penurias del incierto futuro, ¡déjalo todo! Mira a Tu Jesús Compañero, como disfruta del silencio. El parece abstenerse de todo, del agua que aquieta Su Garganta, de la comida que sacia Su Cuerpo, porque solo busca entregarse en el desierto, ¡venciéndolo, sí, venciéndolo!

Sigamos caminando…parece que pierdes las fuerzas, que no podrás. ¿Hay algo que quizás debes arrancar? Sí, la comodidad, el “qué dirán”, el egoísmo que da gritos, los vicios que pegan alaridos, las frustraciones, los miedos y el desánimo que parecen haberte encadenado. Sombras circundan tu corazón para alejarte de este viaje que parece ahora no tener razón. Hacia adelante, más sol, arena, cielo y silencio. ¿Y Jesús, dónde te has ido? Por un momento un golpe te hunde el pecho, ¿acaso me has abandonado? Pero en aquel instante sientes sobre tu hombro Su fuerte Mano, detrás de ti El está y te tranquiliza con Su mirada, que te levanta y abraza. El jamás te abandona, es el Padre que no se aparta de su hijo.

En este desierto de sombras y luces, de sol y tinieblas, de días abrasadores y noches de estrellas, te ves cansado pero no agobiado, porque te has ido vaciando, para abandonarte en las Manos de Dios que te ha encontrado. Ese Dios que se hace Hermano, ese Dios que te acompaña y ama, y quiere estos días, este espacio solo para los dos, para que busques en tu alma la Voz sobre toda voz , la Voz del Amor que quiere sanarte y liberarte para darse como Puro Oasis, porque beber de El es Fuente de Agua Viva.

¡Oye peregrino! ¿sientes este desierto? Ahora no te parece que no fuera bueno, esta Agua que estás bebiendo ¡es fresca, es cristalina, es Vida! La Cuaresma se ha convertido para ti en tiempo de Amor, de perdón, de reconciliación. Es el tiempo del Padre con el hijo que necesitan estar solos, uno para el otro.

Y esta Agua que embriaga el alma nos lleva a la Semana Santa para recibir el Torrente de la Misericordia a través de la Gracia, donde con los dones y virtudes con los que ha sido vestida resucite a la Vida nueva en esta Pascua que nos ilumina.

Hermano, vive esta Cuaresma junto a Jesús…

Partir el pan

Meditación del Jueves Santo

Oh Señor, en este largo Jueves Santo comienzas Tu Calvario y en Tus Dulces Palabras nos regalas el testamento infinito del Amor Vivo. Es por eso que a través del tiempo, que en Ti es eterno, nos muestras en Aquella Cena Santa al Hombre Dios arrodillado a nuestros pies, mientras con Tu Humildad y Pureza lavas nuestras miserias y tristezas, para que así te imitemos en el servicio, y seamos verdaderos testigos.

Te despojas entregándonos Tu Carne, y queriendo ser aún más pequeño, Te vistes en el Pan del Cielo del Inmaculado Cordero para vivir por siempre dentro nuestro. Y como si este amor no fuera suficiente, nos diste en el Santo Cáliz Tu Real Sangre, como Primicia Perpetua de Tu Corazón, que Traspasado por nosotros nos redimió.

Puedo verte, Señor, en aquella Noche amarga en la que por mí Tú todo entregabas. El abandono y soledad en el Huerto, Tu Sudor de Sangre con el que aceptaste la Voluntad de Nuestro Padre, la traición del amigo que con aquel perverso beso te entregaba a Ti, Nuestro Rey Divino, para hacerte así finalmente Prisionero y pagar con Tu Sangre el rescate de todos los que quisiéramos amarte.

Mientras la tierra se oscurecía con golpes, burlas y mentiras, en Tu Cuerpo cargabas todas mis heridas y aún Tus Mejillas ofrecías, porque querías darme Tu Vida. Tu Hermoso Rostro se ha desfigurado, mientras todas nuestras miserias frente a Ti van desfilando. Tus Preciosos Cabellos son teñidos por Purísimos Hilos de Roja Sangre que brilla como Ofrenda Santísima. Tu Boca nos bendecía y entregaba Aquel Día el Testamento del Amor: que nos amaramos los unos a los otros como nos amaste Vos.

Sin embargo Tú, el Amor, hoy sigues siendo profanado porque te seguimos negando buscando falsos amigos que a Ti te han vendido, en los niños que de hambre y sed mueren, en los ancianos despreciados, en los enfermos que no asistimos, en toda mentira e injusticia que quiere borrar Tu Palabra Divina, elevándonos en una torre de vanidades y ruindades que nos llevan a de nuestro corazón arrancarte.

Por eso, mi Amado Jesús, permíteme acompañarte en esta Noche Santa para regalarte, junto a mi alma, mis lágrimas, y así acariciar Tus Pies y Tus Llagas.

Amén.

Cristo de Velázquez

Viernes Santo

¡Escondidos en Cristo vivamos en Su Corazón Santísimo! En este día de silencio y dolor, meditemos y contemplemos el Corazón Traspasado de Jesús, por nuestro amor. Junto a Jesús Martirizado, oremos:

Oración a Cristo en la Cruz

Oh Señor
¿cómo pueden los hombres verte en la Cruz Clavado
y dejarte allí abandonado?

¿Cómo pueden mirarte y no amarte
ni prestar oídos a Tus Latidos
que llaman con Purísimo Amor no correspondido
a los hombres que ingratos, despiadados y llenos de pecados
te hemos por completo olvidado o negado?

De Vos, Nuestro Dios, nos avergonzamos
y juntos en la Cruz te hemos colgado.
Tus Santas Llagas nos muestras
como mudo Amor por respuesta
que das Tu Vida por la nuestra.

Tu Precioso Rostro, Señor, ya no reconozco
todo bañado de Sangre y polvo.
Por Tus Ojos se escapa la vida
pero todavía me miras con ternura infinita
para en plegaria de Amor decirme
“no voy a irme, si en Mí tú vives”.

Y yo, Señor, quiero abrazarte
y así de la Cruz bajarte
para ocupar el lugar que por mí ocupaste
pues a pesar de ser tan miserable
no quiero ya más permitir este ultraje.

A mi Rey vestido de Sangre
¡cómo puedo no amarle!
si frente a Tí vengo a postrarme
para traspasar con mi pobre amor Tu Santa Carne
y así consolarte deshaciendo mi existencia en Tí
para sólo en Tí vivir y decirte así, siempre si.

Amén.

Sábado de Gloria

¡Ya todo se ha consumado!

Jesús, todavía puedo verte en la Cruz clavado. Mis ojos ven Tu Cuerpo sin vida, como cubierto de todas mis heridas. Con espanto veo que ni una sola gota de Sangre Te guardaste, porque toda la entregaste ante la mirada de Tu Santa Madre.

Ahora en el Sepulcro Te hemos dejado. Nuestro Jesús Amado ha encontrado finalmente el descanso, ¡porque todo se ha consumado! Su Madre, como en aquella Cuna de Belén, dejó allí a Su Hijo Rey. Qué distintos, María, aquellos dulces días, a estos de sabor amargo, que por dentro nos están quemando, en los que ya has derramado todo tu llanto, en los que con tu amor continúas la Redención, vestida tú también, de Pasión.

María Desgarrada, María de los Dolores, María de la Pasión, María Madre de los hombres, María toda de Dios. Te veo en un rincón hincada y que algo entre tus Manos guardas. ¡Es el Lienzo Santo de la Verónica! Te incorporas y lo extiendes con dulces caricias, posas tus dedos sobre Sus Mejillas queriéndole sanar, como cuando Niño, todas Sus heridas. Ese Dios Niño que vivió dentro tuyo, que cantaba y te abrazaba, que consolaba y bendecía, que sanaba y amaba, y al que tan solo ayer le devolvieron todo el bien hecho, colgándolo de un Madero. Tu Niño fue traicionado y negado, y sin embargo murió amando, porque encarnizado y traspasado llegó a liberarnos.

María, ante estos recuerdos tú caes nuevamente al suelo desplomada, y así postrada recorres Su Santa Cara. Miras tus manos de Madre, aquellas con las que con El jugaste y junto a tu pecho tantas veces Lo estrechaste. Esas manos que por la tarde Lo tocaron al descenderlo de Aquel Madero y se tiñeron de Su Sangre Preciosa, que cual Pura Hostia se ofrecía para darnos vida. Su Sangre aún está fresca sobre la tierra, que La toma hasta quedar purificada.

María, Madre sin descanso, en tu Corazón a tu Niño estas velando, porque Lo quieres ver Resucitado. Lo estas esperando, por eso permaneces orando para tenerlo nuevamente entre tus Brazos, Sano, Vencedor, mostrándose como Rey Divino. Tú sabes bien que Jesús resucitará, por eso tu Corazón no deja de orar, tú solo quieres apurar esa hora de la Gran Victoria.

María, aquella pequeña Niña, aquella pequeña de Nazaret con su Sí, se convierte en el Calvario en Madre de la Cruz y la Esperanza, en Señora de la Resurrección. Tú supiste ser, en medio de tu dolor, el Arca del Amor y la esperanza. Aquel día perdonaste y consolaste al arrepentido Pedro, y esperaste, esperaste mientras orabas para que Tu Hijo resucitara.

María, Madre mía y Madre de Dios, te imploro Madre por mi perdón, por este corazón mío que a veces parece estar vacío, que tiene tantos ruidos, para que se transforme en Cuna de la Resurrección y allí con alegría se muestre el Rostro de Dios.

¡Hosanna, Madre mía y de la Esperanza, porque ya llega la Hora Santa de la Pascua!

Resurrección

Domingo de Pascua

Despierta la mañana, y en esta noche larga se siente aún el frío del Martirio del Dios Vivo. La Madre, cual preciosa Torre de Marfil, se encuentra postrada implorando al Dios Nuestro para que todo lo haga nuevo. María, Esposa de Dios, Madre de la Espera, aguarda cual trémula Llama la llegada de Aquel a quien ama.

Todo es silencio, y el mundo parece muerto mientras las Santas Mujeres se han adelantado hacia la Tumba del Amado. Ya llega la Aurora, y a la primera luz del día como en una cascada el cielo se abre en un poderoso Brillo que se dirige a Aquel Sepulcro escondido. La tierra se estremece, y la noche de repente se ha hecho día.

¡La Luz ilumina porque la muerte ha sido vencida, Nuestro Jesús resucita!

Mira María, eres la Madre del Resucitado, y hay Alguien que ha entrado. Todo envuelto de blanco te toma en Sus Brazos, para recibir tus besos, El quiere cumplir tus deseos. Tu Jesús ha vuelto y con Su Mirada resplandeciente te mira y acaricia, mientras se borran todos los dolores y heridas. ¡La Luz brilla!

Encendida del gozo de la Resurrección, María alaba y ama al Dios que la abraza en Su Corazón.
¡Todo se ha consumado!

¿A Quién buscas Magdalena? Magdalena presurosa caminas, también esperas, y te fortaleces en la esperanza recordando Sus Palabras, que sanan también tus llagas. La tierra ha temblado y tú apuras tu paso. El Sepulcro está abierto, no puedes comprenderlo, pero una luz estás viendo y dos Ángeles quieren despertarte de la amargura de Su muerte, y sin embargo aún no entiendes.

¿Dónde estás Jesús Amado, acaso de Tu Sepulcro te han robado? De repente contemplas a Aquel Hermoso Hombre vestido de blanco, que te dice ¿por qué lloras?, ¿a Quién buscas? Pero tú todavía no lo reconoces. Es tan Majestuosa Su Presencia que parece iluminar la tierra, y solo cuando por tu nombre te llama reconoces la presencia del Dios al que amas. Tú, Magdalena, como embriagada de amor caes entonces a los pies de Tu Señor.

Oh dichosa Magdalena, eres la elegida para anunciar que la muerte ha sido vencida, que Jesús ha vuelto a la vida. Tú fuiste llamada para proclamar la Pascua. ¡Dinos, dinos Magdalena a Quién has visto!

Aún resuena en nuestros oídos que has visto al Dios Vivo y nos mandas a decirlo en este mundo impío.

Rabboní, Maestro, permítenos anunciar Tu Pascua para sanar así toda llaga, para que la tierra sea iluminada, para que desaparezca el odio y la mentira y para que nuevamente la noche se haga día. Permítenos, Señor, proclamarte Resucitado para que todo sea así transformado, renovado. ¡Aleluya al Señor de la Gloria, al Cristo Resucitado!

¡María, Señora de la Resurrección, Madre del Resucitado, ruega por nosotros para que anunciemos el triunfo del Amor!


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Prepararse para una buena muerte https://www.reinadelcielo.org/prepararse-para-una-buena-muerte/ Fri, 03 Feb 2017 10:21:50 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=8733 Morir en la gracia de Dios

La gran Doctora de la Iglesia, quien a la edad de 33 años murió (misma edad que Nuestro Señor) y que recibió los estigmas invisibles de la Pasión, consejera y directora espiritual de sacerdotes, obispos e incluso el Papa, Santa Catalina de Siena, dijo: “Los dos momentos más importantes en la vida son: ahora y la hora de la muerte.” ¿Palabras conocidas? ¡Claro, es la segunda parte del Avemaría!

Con vistas a esta realidad, aferrémonos al amor de Jesús con ímputu incontenible para alcanzar la gracia de una buena muerte, morir en la gracia de Dios, ya que esto determinará por toda la eternidad nuestro destino – el cielo o el infierno – ¡no hay otra posibilidad! Solicitemos el auxilio de nuestra Madre del cielo, elevando nuestro corazón, nuestra mente y nuestra mirada; María es la clave para alcanzar la eternal unión con su Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

En el presente ensayo abordaremos algunas sugerencias para alcanzar la gracia de gracias – la gracia de una buena muerte. Morir en la gracia de Dios es la cumbre de todas las gracias, es alcanzar la meta, es el abrazo eterno del Padre. !Que nuestra Señora interceda por nosotros para que alcancemos este sublime objetivo!

El tiempo apremia

Unción de EnfermosImitemos a los santos; ellos vivieron cada día como si fuese el último día de su vida. En verdad, nadie puede decir, con una certeza total, absoluta o moral, que tendrá vida el día de mañana, o incluso, una hora o un minuto más. La vida es incierta y precaria; cada día escuchamos del prematuro fallecimiento de una u otra persona, o incluso, de un gran número de personas; como en el 2004 cuando terremoto generó el gran tsunami del Océano. Los santos fueron personas que se esforzaron por vivir cada día como si fuese el último; ¡imitémoslos!La confesion

Dos enemigos

De buenas a primeras, debemos identificar los obstáculos que impiden que alcancemos nuestro fin – morir una buena muerte. El primer y gran enemigo que amenaza nuestra salvación es el pecado mortal. Este priva al alma de la gracia santificante y de la amistad con Dios. Pero hay algo que es mil veces peor, y es, morir en pecado mortal sin estar arrepentido. Si tenemos la desgracia de cometer un pecado mortal, démonos prisa, vayamos a un cura que en el confesionario nos encontrarse con Dios misericordioso quien nos purificará con su amor infinito. Nunca deje que el sol se ponga cuando el alma está muerta espiritualmente por el pecado. Consideremos por un momento cuál fuese nuestra reacción si tomamos veneno para ratas; el veneno para ratas puede provocar la muerte si es ingerido. Por lo tanto, no vacilaríamos en llamar a la ambulancia. Deberíamos con mayor presteza ocuparnos de la vida inmortal de nuestra alma. En efecto, ¡la vida del alma es superior al cuerpo!

La oración

El Catecismo de la Iglesia Católica cita a San Alfonso María Ligorio, doctor de la Iglesia, sobre la importancia de la oración en la salvación de nuestra alma. San Alfonso dice: “El que reza se salva, el que no reza se condena, el que reza poco, pone en peligro su salvación”. Dicho de otra forma, nuestra eterna salvación está directamente relacionada con nuestra vida de oración. ¡La oración es el oxígeno del alma!

Vivir en presencia de Dios

Los santos tienen otra cosa en común: ¡Viven unidos a Dios, viven en la presencia de Dios y viven por Dios! Santa Teresa de Ávila, otra doctora de la Iglesia, afirmó que pecamos porque nos olvidamos de la presencia de Dios. Un niño es menos travieso cuando sabe que lo está cuidando su madre. Nuestra vida espiritual es igual, cuando estamos profundamente concientes de la mirada amorosa de nuestro Padre celestial.

Pensar siempre en el Cielo

La oración más conocida en el mundo, el Padre Nuestro, nació del Sagrado Corazón de Jesús, y en ella rezamos “Padre Nuestro, que estás en el cielo..” No deberíamos dejar pasar un solo día sin que pensemos en el cielo, en la gloria y en el gozo eterno! “Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por ti, oh Dios, el alma mía.” ¡Anhelemos la alegría del cielo, donde está Dios!

La Eternidad

EternidadOtra cosa que tienen en común los santos es que tienen muy presente el concepto de la eternidad y la inmortalidad. Hermano, ¡la vida es corta! San Pedro nos lo dice así: “Para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.” (2 Pedro 3, 8) El Salmista reitera lo mismo: “El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo, que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no lo conocerá más”. San Agustín, doctor y Padre de la Iglesia, acertadamente expresa esta verdad, “La vida es un abrir y cerrar de ojos comparada con la eternidad”. En efecto, la eternidad no tiene descanso, es para siempre y por los siglos de los siglos. Que esta verdad nos ayude a prepararnos para el bien morir.

Pan de Vida

Para el católico, Jesús Sacramentado es la llave que abre las puertas del cielo a la unidad con Jesús. Jesús está en el cielo en su Cuerpo glorioso, pero también está verdaderamente presente en su Cuerpo Místico, y en el centro y corazón de su Cuerpo Místico se encuentran los Sacramentos, el mayor de ellos siendo, la Santa Eucaristía, verdaderamente Jesús – su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Si recibimos dignamente a Jesús Sacramentado, y lo recibimos con amor ardiente y viva fe podremos alcanzar la gracia del bien morir. Nuestro mayor anhelo debería ser que la última comida en la tierra sea el alimento de nuestra alma – el Cuerpo y Sangre de Cristo en la Santa Comunión. Recuerde las palabras de Jesús: “Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día.” (El Discurso del Pan de Vida, Juan 6, 54)

Vivir en el amor y la entrega

Dios nos llama a salir de nosotros mismos, a fijar nuestra mirada en Dios y en nuestro prójimo; nuestros hermanos y hermanos son el reflejo de Dios. Jesús dijo: “En verdad os digo que cuanto hiciesteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.” (Mt 25,40) Los santos, todos han tenido un amor ardiente por Dios, pero igual han tenido un amor ardiente por su prójimo. Procure practicar las obras de misericordia corporales y espirituales; lea en espíritu de oración (Mateo 25, 31-46). Santa Teresa de Calcuta, quizás uno de los personajes más celebres del siglo nos presenta este desafío: “Hay que dar al hermano hasta que nos duela.”

Cuidado con lo ídolos y las distracciones

En los tiempos de Moisés, la forma más patente de idolatría se manifestaba en la adoración del becerro de oro. Hoy sin embargo, hay innumerables becerros de oro que en si son ídolos: las drogas, el sexo, la pornografía, el dinero, el poder, la vanidad, el placer, el dios del YO, y muchos más. Debemos subrayar este punto porque de lo contrario, fácilmente caemos presa de una de las mentiras, nos desviamos, somos engañados y esclavizados por el mundo y todas sus promesas. Por eso, san Luis de Monfort e su obra clásica, Verdadera Devoción a María, insiste en que debemos vaciar nuestros corazones de l mundo antes de entregarnos plenamente a Jesús y a María.

Morir en los brazos de María

Como ya hemos dicho, amar a María es esencial para alcanzar esta gracia del bien morir. Uno de sus más grandes anhelos es que todos lleguemos al cielo para con ella glorificar a la Santísima Trinidad. En efecto, si rezamos el santo Rosario cada día, veces cada día nos estamos preparando para una muerte santa, cincuenta veces cada día. ¿Cómo es eso? La respuesta es sencilla. Porque el santo Rosario esta compuesto de 50 Avemarías, y rezamos: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén!”

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Fuente: FatherBroom.com


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El Cuerpo de Cristo – Reflexiones del Santo Cura de Ars https://www.reinadelcielo.org/el-cuerpo-de-cristo-reflexiones-del-santo-cura-de-ars/ Wed, 13 Aug 2014 20:05:48 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=2012 El Cuerpo de Cristo nos trae la memoria el sacrificio que Jesús hizo en la cruz, para salvar a la humanidad y llevarla a Dios Padre. Es algo central en nuestra fe y es necesario que profundicemos en el significado de este sacrificio, ahora celebrado en la Eucaristía.

San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, nos dejó sus reflexiones acerca del Cuerpo de Cristo. Y aquí encontraremos un camino profundo para saber más acerca de este gran acto de amor. Sus sermones son un lugar apropiado para la reflexión.

 

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