Cruz – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 11 Oct 2024 22:58:17 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 La maravillosa historia de la Santa Cruz de Alemania https://www.reinadelcielo.org/la-maravillosa-historia-de-esta-santa-cruz/ Fri, 11 Oct 2024 13:48:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=25652

¡Sabemos que Dios, TODO lo puede…por eso te contamos la maravillosa historia de ESTA Santa Cruz!

Un milagro ocurrió en el pueblo de Oberammergau en el sur de Alemania, en 1633. La apelación a la Santa Cruz detuvo la plaga que asolaba a toda Europa, y que había finalmente llegado al lugar. Una promesa del pueblo fue la forma de hacer que Dios tienda Su Mano Protectora, y la promesa fue sostenida por siglos. Conoce esta historia viendo este video, narrada en el lugar donde trajimos esta hermosa Cruz con un Cristo tallado en Oberammergau: El Santuario de Nuestra Señora del Cielo, La Iglesia de la Sagrada Familia en Pilar, Argentina. Nosotros, los Misioneros de Nuestra Señora del Cielo, apelamos una vez más a La Cruz del Señor, para que detenga esta nueva plaga que nos debe poner de rodillas ante el Trono de La Santisima Trinidad.

Descubre esta maravillosa historia viendo el video

Mi esposa y yo viajamos a Alemania hace algunos años, y en un paseo a un castillo en la zona de Babiera, el chofer del bus quiso al regreso detenerse unos minutos en un pueblo pequeño, pero rico en tradiciones. Asi llegamos imprevistamente a Oberammergau. De inmediato nos enamoramos de ese ambiente alpino, vestido con balcones de madera plenos de flores coloridas. La gente tranquilamente viviendo una vida de paz, lejos de la velocidad de las grandes ciudades. Sin embargo, lo que nos atrapó de inmediato fue la tradición que hace de este rincón de Alemania el destino de muchos devotos de Cristo Crucificado, que cada diez años acuden a revivir la Pasion de Jesús actuada por los propios habitantes del pueblo. Durante cuatro siglos se ha sostenido ininterrumpidamente esta promesa que hizo el pueblo en 1633, ante la desesperación por la peste bubónica que habia entrado al lugar. Por toda Alemania moría diezmada la población de todo lugar alcanzado por la plaga. Cuando alguien trajo la peste a Oberammergau, la gente dió vuelta el rostro a Jesús y le prometió teatralizar Su Pasión como forma de apelar a la Misericordia Divina. Ese 28 de octubre de 1633 se puso en escena por primera vez el Camino a la Cruz de Jesús, actuado por los lugareños. Desde ese momento ya nadie murió de la plaga.

Ante la evidencia del milagro, el pueblo decidió representar cada diez años la misma obra, con el pueblo actuando los personajes. En la actualidad gente de toda Europa acude a este evento, y el lugar se transforma entonces en un motivo para que Dios sonría, ante tanta frialdad que habita en los corazones de estos tiempos.

Una toma de la representación de 1900 con Jesús y Juan en escena

Ese día, con mi esposa caminamos y recorrimos el lugar en los pocos minutos que nos dió el chofer del bus que ya estaba llamando a que volvamos. En esos breves instantes encontramos en un pequeño local una extraordinaria imagen de Jesús Crucificado tallada en madera cruda, que este hombre que nos miraba habia hecho surgir de sus manos con maestría admirable. Un talento heredado por generaciones. El hombre nos quiso convencer entonces de comprar otra imagen, quizás otro Cristo. Pero nosotros volvíamos una y otra vez a la misma pieza, que nos habia atrapado. El artesano no quería desprenderse de su obra, aunque sabía que la había hecho para venderla en su propio local. Quizás nada más quería postergar el inevitable momento. Con mi esposa insistimos, y asi salimos del lugar sonrientes y con el Cristo en nuestras manos, convencidos de que algo grande iba a hacer Dios con esa maravillosa imagen tallada en madera.

Sin embargo, para completar la obra nos faltaba la Cruz, y nos pareció que nada mejor que comprarla en Jerusalén, hecha de madera de olivo. Fue así que no dejó Dios de darnos esa oportunidad, y en una calleja angosta de la ciudad vieja de Jerusalén, en un negocio pequeño y perdido, en un estante alto y algo abandonada, encontramos la Cruz perfecta en tamaño, y diseño. Construida en puro olivo de tierra santa, y preparada para sostener al Cristo Crucificado traído de Alemania desde la Mente de Dios que todo lo dispone, cuando quiere hacer una Obra que surja de Sus Manos. Luego de comprarla corrimos al Santo Sepulcro, y la apoyamos en la Piedra de la Unción, aquella donde El Cuerpo exhánime de Jesús fue apoyado al bajarlo de Su Cruz. Y por supuesto la llevamos a la Cima del Golgota, y recorrimos con ella todo el lugar.

Esta Cruz con Cristo Crucificado está ahora en nuestra casa, El Santuario de Nuestra Señora del Cielo, en Pilar, Argentina. Desde allí y ante esta nueva plaga que barre al mundo, rezamos esta oración al Señor para que la detenga por Misericordia y perdón.

El Sagrario con Jesús Sacramentado, La Cruz traída de Alemania y Nuestra Señora del Cielo, hagan que Dios Trino escuche esta súplica:

Hoy, desde el Santuario de Nuestra Señora del Cielo, en Pilar, Buenos Aires, Argentina

Dios te bendice, sana y libera, en medio de esta pandemia.

Por ello, en Su Nombre, y escuchando los Latidos de Su Corazón Santísimo

Declaramos y proclamamos que:

Por el Poder de La Santa Cruz y la preciosísima Llaga del Costado de Cristo

Se derrama hoy sobre toda la humanidad dolorida y atormentada

Una cascada de Su Misericordia y Amor

Para sanarla y liberarla de esta peste y abismo de dolor.

Señor, ten piedad de nosotros

Señor, Libéranos

Amen


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Nuestra responsabilidad https://www.reinadelcielo.org/nuestra-responsabilidad/ Fri, 11 Oct 2024 11:14:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=528 Demasiadas veces nos ocurre lo mismo. En medio de conversaciones sobre las cosas de Dios surge el disgusto y rechazo hacia los católicos, en base a experiencias negativas con laicos o consagrados. Obviamente que de modo inmediato intentamos por todos los medios separar a la Iglesia, como un todo, de cualquier error que alguien en particular hubiera cometido, y argumentamos y contra argumentamos frente a la negativa a abrirse a la verdad.

La verdad es que es demasiado doloroso el mirar la historia y advertir que las grandes tribulaciones de la Iglesia han venido desde fuera, pero sin dudas facilitadas por nuestras propias falencias, errores y miserias. Ha sido siempre el mismo el costado que nos ha herido, el de la propia humanidad de los que configuramos el Cuerpo Místico de Cristo. ¿Y qué hace el Señor ante estos dolores?

Pues, sin dudas, llora.

Llora cuando los que debiéramos ser ejemplo de amor y unión, dividimos y alejamos. Llora cuando ve con dolor profundo como muchos que debieran ser consolados y recibidos con brazos amorosos, son espantados como si no fuéramos nosotros los mensajeros del amor. Llora cuando la paz que debiera brotar como un manantial es reemplazada por envidias, egoísmos y rencores.

Cruz de Iglesia

No hay manera de explicar el que en lugar de decir “miren como se aman”, se escuche de modo demasiado repetitivo ¿y son estos acaso dignos representantes de un Dios de Amor? Muchas personas se preguntan por qué Dios permite que estas cosas ocurran en Su propia Casa. Claro, ellos piensan que Dios interviene a cada instante en los actos de los que configuran su familia. No es así. El nos libera a nuestro propio albedrío, a nuestra propia voluntad, aunque eso signifique pasos de retroceso, en lugar de progreso.

No, Dios no impide nuestros errores, aunque de modo misterioso interviene en aquellas encrucijadas en que Su Voluntad se encuentra condicionada por un desvío demasiado importante. Son puntos en que El envía a quienes recobran el aliento de Su Pueblo, como lo hizo con San Francisco en la pequeña iglesia de la Porciúncula. “Reconstruye mi Iglesia”, le dijo Dios ese día al Santo de Asís. Y ese pedido significa que había algo para reconstruir, algo estaba dañado.

Si miramos el paso de la historia veremos como muchas veces estuvo nuestra Iglesia al borde de problemas demasiado serios, como cuando Santa Catalina de Siena fue inspirada a rescatar al Pontífice de una situación histórica demasiado compleja. Ella, guiada por el Señor, luchó e insistió hasta cambiar la voluntad del Papa de su tiempo. Hoy, una vez más, El nos dice “reconstruye la Iglesia”. Y nosotros, ¿reconstruimos o miramos en otra dirección? ¿Edificamos o derruimos?

Duele. Duele porque se ve con claridad como Dios se decepciona de la falta de más miembros fieles de Su familia. Somos Católicos, con orgullo. Somos pilares de nuestra Iglesia, con la frente bien alta y la felicidad de poder decirlo con alegría en la voz. ¿Lo hacemos, o nos avergüenza el defender nuestro legado de miembros de la Casa de Pedro?

Cuando nos hablen mal de los católicos, recordemos que nosotros somos la Iglesia, por lo tanto están hablando mal de nosotros. Nadie puede negar la extraordinaria obra espiritual y también solidaria que la Iglesia Católica realiza en todo el mundo. ¿Quién se atreve a criticar a quienes realizan esa obra? ¿Quién se atreve a criticar a tantas Teresas de Calcuta que pueblan Capillas, Parroquias y Catedrales?

Los que realizan malas obras dentro de nuestra Iglesia no la representan. Estarán con nosotros, pero no son de los nuestros. De tal modo no podemos permitir se confunda la obra de Dios con las miserias de unos pocos, o de unos muchos, lo mismo da. Es grande nuestra responsabilidad. Dios no espera de nosotros un silencio cómplice ante esas críticas, ni mucho menos una mirada de asentimiento. El espera una valiente defensa de Su Casa, que es nuestra Casa también.

Señor, perdona nuestras cobardías y nuestras miserias, y danos un corazón valiente, para que seamos ejemplo de bien, reflejo de Tu Bondad.


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La Llaga del hombro de Jesús, el Padre Pio y San Bernardo de Claraval https://www.reinadelcielo.org/la-llaga-del-hombro-de-jesus-el-padre-pio-y-san-bernardo-de-claraval/ Tue, 20 Aug 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=6441

¿Qué tienen en común el místico medieval, San Bernardo de Claraval y el santo Padre Pio de Pietrelcina?

Bueno, los dos son santos, compartiendo la recompensa eterna que Dios ha preparado para ellos. pero además ambos tenían una devoción sincera a la “Llaga del hombro de Jesús”.

San Bernardo de Claraval, el místico francés que ayudó a renovar la Orden de los Cistercienses en el siglo XII, de acuerdo con los anales de Claraval, tuvo una conversación con nuestro Señor. El oró, preguntándole a Jesús cuál fue su mayor sufrimiento que no se recuerda; y el Señor le respondió:

Llaga del hombro de Cristo

“Tenía en mi hombro, mientras soporté Mi Cruz en el Camino de los Dolores, una herida grave que era más dolorosa que las demás, y que no es recordada por los hombres. Honra esta herida con tu devoción, y te daré todo lo que me pidas a través de su virtud y el mérito. Y en lo que se refiere a todos aquellos que veneren esta llaga, les perdonaré todos sus pecados veniales y no recordaré sus pecados mortales “.

San Pío de Pietrelcina, capuchino, sacerdote y místico, murió en 1968. El Padre Pío era conocido como confesor y hombre santo que, durante más de 50 años, soportó las Llagas de Cristo (los estigmas) en las manos y los pies.

En un libro publicado en lengua italiana por el convento de San Pio, titulado “Il Papa e Il Frate”, de Stefano Campanella, se publicó que el futuro San Pio, una vez, había tenido una conversación muy interesante con Karol Wojtyla, el futuro papa san Juan Pablo II .

Según Campanella, el padre Wojtyla le preguntó al Padre Pío cuál de sus heridas era la que le causaba el mayor de los dolores. El padre Wojtyla espera que el Padre Pio dijera que era su herida en el pecho, pero en cambio el Padre Pío contestó: “Es mi llaga en el hombro, que nadie conoce y nunca se ha curado o tratado”.

En 2008, cuarenta años después de la muerte del Padre Pío, Frank Rega escribió:

Camiseta del Padre Pio

Hubo un tiempo en que Padra [sic] había confiado al hermano Modestino Fucci, ahora el portero de convento del Padre Pío en San Giovanni Rotondo, Italia, que sus dolores más grandes se produjeron cuando cambió su camiseta. El hermano Modestino, como el padre Wojtyla, pensó que el Padre Pío se refería a los dolores de la herida en el pecho. Luego, el 4 de febrero de 1971, al hermano Modestino se le asignó la tarea de hacer un inventario de todos los elementos en la celda del padre fallecido en el convento, y también de sus pertenencias en los archivos. Ese día se descubrió que una de las camisetas del Padre Pio llevaba un círculo de manchas de sangre en la zona del hombro derecho.

Esa misma noche, el hermano Modestino pidió al Padre Pío en oración que lo ilumine sobre el significado de la camiseta manchada de sangre. Le pidió al Padre que le diera una señal, si realmente llevaba la “Llaga del hombro de Cristo”. Luego se fue a dormir, despertándose a la una de la mañana, con un terrible dolor, insoportable en su hombro, como si hubiera sido cortado con un cuchillo hasta el hueso del hombro. Sintió que moriría de dolor si continuaba, pero duró muy poco tiempo. A continuación, la sala se llenó con el aroma de un perfume celestial de flores —el signo de la presencia espiritual del Padre Pío— y oyó una voz que decía: “¡Esto es lo que tuve que sufrir!”

San Bernardo de Claraval, después de recibir el mensaje de Cristo en relación con el dolor que experimenta en su hombro, trató de fomentar la devoción a la Llaga del hombro de Cristo, y escribió esta oración:

Oración a la Llaga del hombro de Cristo

Oh amado Jesús, manso Cordero de Dios, a pesar de ser yo una criatura miserable y pecadora, te adoro y venero la llaga causada por el peso de vuestra cruz que abriendo vuestras carnes desnudo los huesos de vuestro hombro sagrado y de la cual vuestra Madre Dolorosa tanto se compadeció. También yo, oh carísimo Jesús, me compadezco de Vos y desde el fondo de mi corazón te glorifico y te agradezco por esta llaga dolorosa de vuestro hombro en la que quisiste cargar vuestra cruz por mi salvación. Ah! por los sufrimientos que padeciste y que aumentaron el enorme peso de vuestra cruz, ruégote con mucha humildad, ten piedad de mi pobre criatura pecadora, perdonad mis pecados y conducidme al cielo por el camino de la cruz. 



Se rezan siete Ave María y se agrega:

Madre santísima imprime en mi corazón las llagas de Jesucristo crucificado…
(Indulgencia de 300 días)
Oh dulcísimo Jesús, no seas mi juez sino mi salvador… (Indulgencia de 100 días)

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Fuente: Aleteia.org
Traducción: Admin de Reina del Cielo

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El dolor es el arado https://www.reinadelcielo.org/el-dolor-es-el-arado/ Fri, 16 Aug 2024 10:48:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=443 ¿Cuántas veces hemos escuchado la parábola de la semilla sembrada en distintos suelos? La hemos comprendido, y también tratamos de entender qué clase de suelo somos nosotros, si el camino, o el costado del camino, o las zarzas, o el campo fértil. Meditamos la realidad de la semilla, que debe caer, enterrarse y recibir humedad, para poder estallar y morir dando paso a la vigorosa planta de trigo que va a producir ciento por uno. Sabemos que la muerte de la semilla es lo que da paso a la fructificación de la fuerza que viene de la tierra, del agua, el sol, el aire. Dios nos enseña, a través de este paralelo con la tarea del sembrador, a comprender la importancia de la negación de nosotros mismos, reflejada en la muerte de la semilla que da vida.

Sin embargo, la semilla es en realidad la Palabra de Dios, el mensaje que debe llegar a la tierra y producir el milagro de la vida, vida eterna. Nosotros somos la tierra, sea buena o mala, preparada o inhóspita. Tierra que recibe la semilla para producir o secar, para dar libre espacio al desarrollo de la planta, o para ahogar, para dar alegría al labriego, o dolor y hambre durante el invierno espiritual. Como tierra que somos, debemos estar preparados para recibir la semilla, para ser dignos receptores de la Palabra que tantas veces pasa por nuestros oídos sin producir efecto alguno en nuestra alma. Como tierra estéril, solemos matar la semilla sin darle ninguna humedad ni abrazarla como negro humus pleno de nutrientes, humus que huele a vida al recibir la lluvia primaveral. ¿Quién no siente una alegría inmensa al sentir el olor a la tierra mojada por las primeras gotas de lluvia? Así, Dios se alegra al ver el efecto de la lluvia de Gracia sobre nosotros, que cual tierra fértil nos alistamos para recibir la semilla del Verbo, Su Palabra.

Sembrar

¿Cuál es la herramienta, entonces, que abre la tierra y prepara el surco para que entre firme y segura la semilla? Pensemos en un campo de tierra negra, limpio y sin malezas, tierra húmeda y con olor a vida. Veamos entonces como la Mano de Dios arroja la semilla, Su Palabra, que cae en cada surco y se instala allí segura de poder germinar, brotar, y dar frutos más que suficientes. La herramienta es el arado, frió metal que corta la tierra y separa el material orgánico a derecha e izquierda, empujado por la fuerza de la mano del sembrador que firme y segura guía la tarea del dueño del campo.

En la vida espiritual el arado es el dolor, dolor que abre nuestra alma y la prepara para recibir la semilla de la Palabra que despierte nuestra dormida fe. Cuando en nuestra alma no hay dolor, hay vanidad y seguridad humanas que hacen que la semilla quede posada en la dura superficie de la tierra sin arar. De este modo, el alma que se siente segura, sin necesidad de ayuda Divina, rechaza la semilla. Dios sabe que somos así, lo que no deja de provocarle gran dolor. Sin embargo, en Su Infinita Misericordia, no interrumpe Su esfuerzo salvador. El trata de romper la costra dura que cubre el terreno de nuestra alma, costra de vanidad y soberbia, exceso de confianza en uno mismo y autosuficiencia, ¡omnipotencia! Qué locura, el hombre reviste su alma de duro metal, que resiste y rechaza la Palabra y la ayuda Divina.

El arado rompe, despedaza, abre, expone el alma al exterior para que la lluvia prepare, para que el sol germine la semilla. El dolor redime, cuando el alma responde al llamado. El arado-dolor produce el efecto de la Cruz, Madero Glorioso desde el que Jesús abrió un enorme surco en el mundo, para que Su Palabra entre y germine dando frutos de Salvación eterna. Como tierra que quiere ser fértil, no podemos rechazar el dolor sino agradecerlo como esfuerzo del Labriego Celestial que nos prepara en humildad y mansedumbre para poder recibir la simiente de la Palabra Eterna. Dios nos quiere mansos y humildes, sencillos y entregados a Su Voluntad, dispuestos a tomar la cruz-arado que El nos envía con la sabiduría del Labriego Divino.

El arado no se detiene, abre profundas grietas en las almas del mundo y de cada hombre. A veces la tierra responde y se prepara para la Gracia que se avecina, muchas otras veces se cierra sobre si misma y rechaza la herramienta del Labriego. Qué doloroso es para Dios ver que el dolor enviado a un alma produce un efecto contrario al amor, originando más resentimiento y odio contra Dios. Enojarse contra el Labriego Celestial y contra Su arado de dolor es una falta no solo contra Dios, sino también una falta grave de inteligencia humana. Bastan los miles de ejemplos que nos muestra la historia, donde se ve a las claras que los grandes hombres se acrisolaron en el dolor, nunca en la opulencia. Entonces, si no es porque se comprende la Gracia espiritual que el dolor representa, el hombre debiera al menos comprender que el dolor nos hace crecer en términos humanos. Lo que no me mata me hace crecer, dice el dicho popular. Y Dios, en este caso, está de acuerdo con esta frase producida por el ingenio del hombre.


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La hermosura de la Iglesia https://www.reinadelcielo.org/la-hermosura-de-la-iglesia/ Fri, 21 Jun 2024 10:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=8655 Mis hermanos queridos, qué gran error cometemos al pensar a nuestra Iglesia con los ojos del siglo, del tiempo en que vivimos, de nuestra generación. Si es que ese pensamiento llega a hacernos entender su hermosura, es porque estamos realmente inspirados y llenos del Espíritu Santo. Pero yo, en mi experiencia corta e imperfecta, he aprendido que la mirada que debemos darle es totalmente distinta, mucho más amplia, si es que queremos hacer que nuestros ojos resplandezcan ante su vista, que lloremos de emoción al pensar en Ella.

Miremos a nuestra Iglesia en el Vientre de María, allá en Belén, porque Ella empezó a nacer allí cuando nació El Salvador. Así es, la Cabeza de la Iglesia, El Salvador, nace en María y de María, cuando Ella dio a Luz a la Luz que alumbra al mundo. María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, trajo al mundo la hermosura de la Iglesia, resplandeciente frente a los pastores que admirados fueron a la gruta a ver a Quien los Angeles anunciaron con cantos de alegría.

Eucaristía 1

La Hermosura de la Iglesia, en Su más profunda majestuosidad, reluce cuando pensamos en la Santa Misa. No sólo por el Milagro perpetuo que ocurre cada día en cada Sagrario de la tierra con la Presencia Real de Jesús en el Pan y el Vino, sino porque la Misa es perfecta, en su construcción y plena harmonía. Por favor mediten en la hermosura de la Misa, que de principio a fin nos pone de rodillas frente a las maravillas de Dios derramadas sobre el mundo por generaciones, desde Adán y Eva, hasta el Nuevo Adán y la nueva Eva, Jesús y Maria. Vean en la hermosura de la Santa Misa a la Oración Perfecta, aquella que seguirá celebrándose por los siglos de los siglos para regocijo del Cielo todo.

Y si a Jesús se le llama El Verbo Encarnado, es porque El es la Palabra, reflejada en las Escrituras que nos llenan el alma ante cada lectura. La Biblia hace relucir a la Iglesia, porque es una columna que la sostiene y da vida, y sin embargo la riqueza no se agota allí. A diferencia de los hermanos cristianos separados que solo creen en la Biblia, nosotros damos pleno reconocimiento a toda la tradición que piedra por piedra construyó a la Iglesia. Los santos y su legado, que pueblan nuestros altares, la hacen hermosa ante el reflejo de su vida. ¡Que hermosura la de tantos santos hermanos que se elevan en los altares y dan nombre a los templos de toda la tierra!

Para nosotros, católicos enamorados de la hermosura de la Iglesia, la lectura de tantas maravillas escritas a través de los siglos configura alimento que fortalece y da vida a nuestra fe. Documentos, revelaciones a Santos y escritos que nos dan el entendimiento de cómo son las cosas de Dios para nosotros, mientras vivimos aquí en la tierra. Como ocurre con los cuatro Dogmas de María, que nos explican su Maternidad Divina, su Virginidad Perpetua, su Inmaculada Concepción y finalmente su Asunción al Cielo. ¡Y ello es solo una muestra de las enseñanzas que como piedras preciosas visten a nuestra Casa!

Y qué decir de aquella noche del Jueves Santo, noche sacerdotal donde nace la Eucaristía, verdadero Corazón Viviente de la Iglesia, y luego de Ella todos los demás Sacramentos. Por ellos nos bautizamos, nos reconciliamos con El Señor, recibimos al Espíritu Santo, nos unimos en matrimonio, nos unimos a El comiéndolo como Alimento Perpetuo. La Iglesia nos da así los medios para marcar cada momento fundamental de nuestra vida, para vivir unidos a Ella en sus venas por donde fluye la Vida. Y también Ella nos da los medios para consagrar a aquellos, nuestros pastores, que con sus manos realizan el Milagro del Pan y el Vino, porque sin ellos la hermosura de la Iglesia no sería completa, como lo es cada día en cada rincón del mundo en que se celebra la Eucaristía.

Jesús en la cruz (ft img)

Un día, Jesús se acostó sobre Su Trono de Maderos, dejó que lo claven a él, y se elevó frente a nosotros como el Rey del Universo. Desde ese día adoptamos ese signo para que se nos conozca: la Majestuosa Cruz que simboliza el Sacrifico del Cordero del Padre por todos nosotros. Dios Padre dio así la medida de Su Amor por la humanidad del modo más extremo, para no dejar dudas de cuan fuerte es la Paternidad que El ejerce sobre la Iglesia, sobre Cristo que es la Cabeza, y sobre cada uno de nosotros que la completamos en la Comunión de los Santos.

Nada le falta a la Iglesia para completar su hermosura, y sin embargo lo más maravilloso que la constituye es el milagro de nuestra fe, fe activa que la mantiene en movimiento, en continua ascensión. Sean pocos o muchos, los que con su fe y su entrega a la Voluntad Divina hacen brillar la Casa, ellos son los que más hermosura brindan, porque con Jesús a la Cabeza, ellos son las manos, los pies, los ojos, y cada pequeña parte de ese Cuerpo Místico de Cristo, en las eternas y maravillosas Palabras de San Pablo.

La Iglesia es así la Jerusalén Celestial, el Templo Viviente allá en la cima de la colina, Eterna y resplandeciente, que nos espera para la Vida en la Eternidad, a la que estamos llamados. Es la Esposa del Cordero, Jesús Resucitado, que con Sus llagas que emanan la Luz de la Vida nos espera en el desposorio de las almas, porque con El viviremos unidos por los lazos del Amor Eterno, que es Dios mismo. Esa es la Promesa del Reino, que con Su Misericordia y nuestra entrega a Su Voluntad confiamos en alcanzar un día, el gran día.

Pero, mis queridos hermanos en María, por encima de todo debemos siempre guardar en nuestro corazón el sentimiento de la hermosura de la Iglesia como reflejo de su hermosa Madre, María, que vestida como Reina de todo lo Creado, nos mira y nos invita a contemplarla en su majestuosidad Divina. María, Madre de Dios, Madre de la Iglesia, Madre mía, Madre tuya, Madre de todos nosotros. Qué Mujer tan extraordinaria, que ante su paso se doblan las rodillas de los Angeles, se aterrorizan los ángeles caídos, estallan en alabanzas los santos del Cielo, y Dios mismo sonríe ante la Maravilla de Su Creación.

La hermosura de la Iglesia es, así, reflejo perfecto del Vientre de Aquella que no sólo formó al mismo Dios, sino que también se hizo Madre de todos nosotros, de cada uno de nosotros. Madre de la Maravillosa Iglesia que nos congrega frente al Pan Sagrado, Dios mismo Presente en medio de Su Pueblo, cada día, en cada Misa celebrada alrededor del mundo. Por Jesucristo, Rey y Señor de la Historia, esperamos el cumplimiento de la promesa del Reino, unidos a El ante el Altar Eucarístico, viviendo a pleno en cada instante el inmerecido don de ser parte de la hermosura de Su Iglesia, nuestra Iglesia.

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Autor: www.reinadelcielo.org


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La Llaga de la Misericordia https://www.reinadelcielo.org/la-llaga-de-la-misericordia/ Wed, 10 Apr 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=389 Por el honor que Dios me concede al escribir sobre Sus cosas, puedo conocer a gente excepcional, enamorados de Su Iglesia, de Su Sagrado Corazón, de Su Inmaculada Madre. En este capítulo estaba absorto, escuchando a dos apasionados corderos del rebaño del Pastor Divino que intercambiaban frases distantes años luz del mundo tal y como lo conocemos. Yo, testigo mudo, gozaba y deseaba ese intercambio reemplazara por completo tantas otras cosas que uno vive a cotidiano. Vivía así un paseo por el jardín de las cosas de Dios, ni más ni menos. Él, un sacerdote como Dios manda, ella, una pequeña seguidora del Hombre Dios, juntos, dos verdaderas presas del Pescador de hombres, en el buen y bíblico sentido del término.

En estos giros estábamos, cuando la conversación se fue aproximando a algo que llamó mucho mi atención, hasta que intervine y exclamé: ustedes están compartiendo sus experiencias espirituales sobre una devoción que debiera difundirse por el mundo entero, particularmente en estos tiempos de tribulación y persecución de todo lo bueno. Me miraron atentos, pensativos. Quise decir entonces que sus comentarios sobre la importancia de la devoción a la Llaga del Costado del Señor son especialmente importantes para nuestro mundo, porque sin dudas esta es la Llaga de la Misericordia.

Cuando Jesús moría desangrado en el Gólgota, ante la mirada azorada de Su Madre y unos pocos testigos, se deslizaron algunos hechos que en pocos minutos marcaron la historia de la Iglesia, de la humanidad. La canonización del primer santo, San Dimas, el buen ladrón. El mismo Dios lo declaró canónicamente Santo desde Su Cruz. También las inolvidables Palabras a Juan y María, haciéndonos a todos nosotros hijos, con Juan, de semejante Madre. Pero otro hecho excepcional fue el que protagonizó el soldado romano con la punta de su lanza, tratando de verificar si el Divino Reo estaba realmente muerto.

Él clavó el metal hasta el fondo, traspasando Piel y Músculos, hasta llegar al Corazón del Crucificado. De allí, para su sorpresa, brotó abundantísima Sangre y Agua, que lo bañaron en la fría, tormentosa y oscura cima del Gólgota. El Signo fue derramado en el momento preciso, el momento del triunfo, cuando el Salvador del mundo nos dio Vida Eterna llevándose nuestros pecados con Su propia entrega. Sangre y Agua, Vida y Redención. Sangre que representa la Vida que nos da el Salvador, y Agua que representa el lavado de nuestros pecados.

Así lo rezamos en esa hermosa oración que es el Anima Christi: “Sangre de Cristo embriágame, Agua del Costado de Cristo lávame”. La Misericordia de Dios nos alimenta con la Sangre que da la Vida Eterna, y nos lava con el agua del Sacramento de la Reconciliación. El Sacrificio de Jesús significó la Salvación de la humanidad, no por el mérito de hombre alguno, sino por el mérito exclusivo del Hombre Dios, Jesucristo Dios Vivo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre. La Salvación proviene exclusivamente de Él, por Su Infinita Misericordia, que se derramó de Su Costado en el culmen de aquel día de dolor y triunfo, cuando ya Su Cuerpo exánime se presentaba ante la Madre de todos nosotros, Madre de la humanidad, Madre del dolor.

Ser Dios

Muchos siglos después Santa Faustina Kowalksa vio al Señor que le decía: “Pinta un cuadro según la imagen que te muestro en este momento”. Jesús se presentó entonces a ella con una mano bendiciendo y la otra señalando Su Sagrado Corazón, del que brotaban dos rayos que iluminaban el mundo. Un rayo era rojo, el otro blanco. Según explicó Jesús a Faustina, estos rayos representan la Sangre y el Agua, mismos que brotaron de Su Corazón a través de la Llaga de Su Costado.

La Llaga de la Misericordia, Llaga del Costado del Señor, sigue derramando la Lluvia de la Misericordia sobre todos nosotros, porque vivimos los tiempos de la Misericordia Divina. A Francisco de Asís se abrió esa llaga, y al Padre Pío también, derramando abundantísima sangre que unió a estos dos extraordinarios hombres a la Redención del Señor, invitándolos a ellos y a nosotros todos a ser corredentores, como es Corredentora la Madre del Señor. Dios nos invita así a configurarnos a Su Cruz, a llevarla, a dejarnos envolver en esta Lluvia de Gracias, de Misericordia Divina, que abundante y profusamente brota de Su Costado.

Hoy, ahora y siempre, adoremos la Llaga del Costado de Cristo como signo de Su Infinita Misericordia. La Lanza que traspasó a aquel Cordero en la cima del Gólgota sigue traspasando Su Misericordiosísimo Corazón en la forma de incontables ofensas y pecados, que se acrecientan al son y el crepitar de la hoguera espiritual en la que el mundo gozoso se sumerge. Nada detiene el fluir de la Sangre y el Agua, hasta que un día el Padre Eterno invite al Justo Juez a derramar Su Justicia.

Vivimos un tiempo de Gracia, no lo desperdiciemos. Adoremos al Amor de los Amores, que en tiempos de Misericordia nos baña con el Amor que brota de la Llaga de Su Costado, la Llaga de la Misericordia.


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San Esteban, primer mártir https://www.reinadelcielo.org/san-esteban-primer-martir/ Tue, 26 Dec 2023 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=5919 ]]> San Esteban es el más representativo de un grupo de siete compañeros. La tradición ve en este grupo el germen del futuro ministerio de los diáconos, si bien hay que destacar que esta denominación no está presente en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

La importancia de Esteban, en todo caso, queda clara por el hecho de que Lucas, en este importante libro, le dedica dos capítulos enteros.

La narración de Lucas comienza constatando una subdivisión que tenía lugar dentro de la Iglesia primitiva de Jerusalén: estaba formada totalmente por cristianos de origen judío, pero entre éstos algunos eran originarios de la tierra de Israel, y eran llamados “hebreos”, mientras que otros procedían de la de fe judía en el Antiguo Testamento de la diáspora de lengua griega, y eran llamados “helenistas”.

De este modo, comenzaba a perfilarse el problema: Los más necesitados entre los helenistas, especialmente las viudas desprovistas de todo apoyo social, corrían el riesgo de ser descuidadas en la asistencia de su sustento cotidiano.

San Esteban 2

Para superar estas dificultades, los apóstoles, reservándose para sí mismos la oración y el ministerio de la Palabra como su tarea central, decidieron encargar a “a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría” para que cumplieran con el encargo de la asistencia (Hechos 6, 2-4), es decir, del servicio social caritativo.

Con este objetivo, como escribe Lucas, por invitación de los apóstoles, los discípulos eligieron siete hombres. Tenemos sus nombres. Son: “Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquia. Los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos” (Hechos 6,5-6).

El gesto de la imposición de las manos puede tener varios significados. En el Antiguo Testamento, el gesto tiene sobre todo el significado de transmitir un encargo importante, como hizo Moisés con Josué (Cf. Números 27, 18-23), designando así a su sucesor.

Siguiendo esta línea, también la Iglesia de Antioquía utilizará este gesto para enviar a Pablo y Bernabé en misión a los pueblos del mundo (Cf. Hechos 13, 3). A una análoga imposición de las manos sobre Timoteo para transmitir un encargo oficial hacen referencia las dos cartas que San Pablo le dirigió (Cf. 1 Timoteo 4, 14; 2 Timoteo 1, 6).

El hecho de que se tratara de una acción importante, que había que realizar después de un discernimiento, se deduce de lo que se lee en la primera carta a Timoteo: “No te precipites en imponer a nadie las manos, no te hagas partícipe de los pecados ajenos” (5, 22).

Por tanto, vemos que el gesto de la imposición de las manos se desarrolla en la línea de un signo sacramental. En el caso de Esteban y sus compañeros se trata ciertamente de la transmisión oficial, por parte de los apóstoles, de un encargo y al mismo tiempo de la imploración de una gracia para ejercerlo.

Lo más importante es que, además de los servicios caritativos, Esteban desempeña también una tarea de evangelización entre sus compatriotas, los así llamados “helenistas”.

Lucas, de hecho, insiste en el hecho de que él, “lleno de gracia y de poder” (Hechos 6, 8), presenta en el nombre de Jesús una nueva interpretación de Moisés y de la misma Ley de Dios, relee el Antiguo Testamento a la luz del anuncio de la muerte y de la resurrección de Jesús.

Esta relectura del Antiguo Testamento, relectura cristológica, provoca las reacciones de los judíos que interpretan sus palabras como una blasfemia (Cf. Hechos 6, 11-14). Por este motivo, es condenado a la lapidación. Y san Lucas nos transmite el último discurso del santo, una síntesis de su predicación.

Lapidación de Esteban

Como Jesús había explicado a los discípulos de Emaús que todo el Antiguo Testamento habla de Él, de su cruz y de su resurrección, de este modo, san Esteban, siguiendo la enseñanza de Jesús, lee todo el Antiguo Testamento en clave cristológica.

Demuestra que el misterio de la Cruz se encuentra en el centro de la historia de la salvación narrada en el Antiguo Testamento, muestra realmente que Jesús, el crucificado y resucitado, es el punto de llegada de toda esta historia. Y demuestra, por tanto, que el culto del templo también ha concluido y que Jesús, el resucitado, es el nuevo y auténtico “templo”.

Precisamente este “no” al templo y a su culto provoca la condena de san Esteban, quien, en ese momento –nos dice san Lucas–, al poner la mirada en el cielo vio la gloria de Dios y a Jesús a su derecha. Y mirando al cielo, a Dios y a Jesús, san Esteban dijo: “Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios” (Hechos 7, 56).

Le siguió su martirio, que de hecho se conforma con la pasión del mismo Jesús, pues entrega al “Señor Jesús” su propio espíritu y reza para que el pecado de sus asesinos no les sea tenido en cuenta (Cf. Hechos 7,59-60).

El lugar del martirio de Esteban, en Jerusalén, se sitúa tradicionalmente algo más afuera de la Puerta de Damasco, en el norte, donde ahora se encuentra precisamente la iglesia de Saint- Étienne, junto a la conocida École Biblique de los dominicos.

Al asesinato de Esteban, primer mártir de Cristo, le siguió una persecución local contra los discípulos de Jesús (Cf. Hechos 8, 1), la primera que se verificó en la historia de la Iglesia. Constituyó la oportunidad concreta que llevó al grupo de cristianos hebreo-helenistas a huir de Jerusalén y a dispersarse.

Expulsados de Jerusalén, se transformaron en misioneros itinerantes. “Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Buena Nueva de la Palabra” (Hechos 8, 4). La persecución y la consiguiente dispersión se convierten en misión.

El Evangelio se propagó de este modo en Samaria, en Fenicia, y en Siria, hasta llegar a la gran ciudad de Antioquía, donde, según Lucas, fue anunciado por primera vez también a los paganos (Cf. Hechos 11, 19-20) y donde resonó por primera vez el nombre de “cristianos” (Hechos 11,26).

En particular, Lucas especifica que los que lapidaron a Esteban “pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo” (Hechos 7, 58), el mismo que de perseguidor se convertiría en apóstol insigne del Evangelio.

Esto significa que el joven Saulo tenía que haber escuchado la predicación de Esteban, y conocer los contenidos principales. Y san Pablo se encontraba con probabilidad entre quienes, siguiendo y escuchando este discurso, “tenían los corazones consumidos de rabia y rechinaban sus dientes contra él” (Hechos 7, 54).

Podemos ver así las maravillas de la Providencia divina: Saulo, adversario empedernido de la visión de Esteban, después del encuentro con Cristo resucitado en el camino de Damasco, reanuda la interpretación cristológica del Antiguo Testamento hecha por el primer mártir, la profundiza y completa, y de este modo se convierte en el “apóstol de las gentes”.

La ley se cumple, enseña él, en la cruz de Cristo. Y la fe en Cristo, la comunión con el amor de Cristo, es el verdadero cumplimiento de toda la Ley. Este es el contenido de la predicación de Pablo.

Él demuestra así que el Dios de Abraham se convierte en el Dios de todos. Y todos los creyentes en Cristo Jesús, como hijos de Abraham, se convierten en partícipes de las promesas. En la misión de san Pablo se cumple la visión de Esteban.

La historia de Esteban nos dice mucho. Por ejemplo, nos enseña que no hay que disociar nunca el compromiso social de la caridad del anuncio valiente de la fe. Era uno de los siete que estaban encargados sobre todo de la caridad. Pero no era posible disociar caridad de anuncio.

De este modo, con la caridad, anuncia a Cristo crucificado, hasta el punto de aceptar incluso el martirio. Esta es la primera lección que podemos aprender de la figura de san Esteban: caridad y anuncio van siempre juntos.

San Esteban nos habla sobre todo de Cristo, de Cristo crucificado y resucitado como centro de la historia y de nuestra vida. Podemos comprender que la cruz ocupa siempre un lugar central en la vida de la Iglesia y también en nuestra vida personal.

En la historia de la Iglesia no faltará nunca la pasión, la persecución. Y precisamente la persecución se convierte, según la famosa fase de Tertuliano, fuente de misión para los nuevos cristianos.

Cito sus palabras: “Nosotros nos multiplicamos cada vez que somos segados por vosotros: la sangre de los cristianos es una semilla” (Apologetico 50,13: “Plures efficimur quoties metimur a vobis: semen est sanguis christianorum).

Pero también en nuestra vida la cruz, que no faltará nunca, se convierte en bendición. Y aceptando la cruz, sabiendo que se convierte y es bendición, aprendemos la alegría del cristiano, incluso en momentos de dificultad. El valor del testimonio es insustituible, pues el Evangelio lleva hacia él y de él se alimenta la Iglesia.

San Esteban nos enseña a aprender estas lecciones, nos enseña a amar la cruz, pues es el camino por el que Cristo se hace siempre presente de nuevo entre nosotros.


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Via Crucis Eucarístico https://www.reinadelcielo.org/via-crucis-eucaristico/ Fri, 03 Mar 2023 10:30:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=21644

Los invitamos a recorrer con amor y oración el camino de Jesús a la Cruz, contemplando cada estación y viviendo esta Cuaresma desde lo profundo del corazón, para así acercarnos más a Nuestro Señor.

Jesús es condenado por los suyos, por aquellos mismos a quienes ha colmado de favores. Condénasele cual si fuera un sedicioso, a Él, que es la bondad misma; como blasfemo, siendo así que es la misma santidad; como ambicioso, cuando se hizo el último de todos fuera el último de los esclavos, es condenado a la muerte de cruz.

Como vino a este mundo para sufrir y morir y para enseñarnos a hacer ambas cosas, Jesús acepta con amor la inicua sentencia de muerte.

También en la Eucaristía es Jesús condenado a muerte. Condenado en Sus Gracias, que no se quieren; en Su Amor, que se desconoce; en Su estado Sacramental, en que es negado por el incrédulo y profanado por horribles sacrilegios. Por una comunión indigna vende a Jesucristo un mal cristiano al demonio, entregado a las pasiones, lo pone a los pies de satanás, rey de su corazón; le crucifica en su cuerpo de pecado.

Los malos cristianos maltratan a Jesús más que los mismos judíos, por cuanto en Jerusalén fue condenado una sola vez, en tanto que en el Santísimo Sacramento es condenado todos los días y en infinidad de lugares y por un número espantoso de inicuos jueces.

Y a pesar de todo, Jesús se deja insultar, despreciar, condenar; y sigue viviendo en el Sacramento, para demostrarnos que Su Amor hacia nosotros es sin condiciones ni reservas y excede a nuestra ingratitud.

¡Perdón, oh Jesús, y mil veces perdón, por todos los sacrilegios! Si me acontece cometer uno solo, he de pasar toda la vida reparándolo. Quiero amaros y honraros por todos los que os desprecian. Dadme la gracia de morir con Vos.

Padrenuestro – Ave María – Gloria

En Jerusalén, los judíos imponen a Jesús una pesada e ignominiosa cruz, que era considerada entonces como el instrumento de suplicio propio del último de los hombres. Jesús recibe con gozo esta cruz abrumadora; apresúrase a recibirla, la abraza con amor y la lleva con dulzura.

Así nos quiere suavizarla, aliviarla y edificarla en Su Sangre.

En el Santísimo Sacramento del altar los malos cristianos imponen a Jesús una cruz mucho más pesada e ignominiosa para Su Corazón. Constitúyenla las irreverencias de tantos en el santo lugar; su espíritu, tan poco recogido; su corazón, tan frío en la presencia del Señor, y su tan tibia devoción. ¡Qué cruz más humillante para Jesús tener hijos tan poco respetuosos y discípulos tan miserables!

Aun ahora Jesús lleva mis cruces en Su Sacramento, pónelas en Su Corazón para santificarlas y las cubre con Su Amor y besos, para que me sean amables; mas quiere que las lleve también yo por Él y se las ofrezca; se allana a recibir los desahogos de mi dolor y sufre que yo llore mis cruces y le pida consuelo y auxilio.

¡Cuán ligera se vuelve la cruz que pasa por la Eucaristía! ¡Cuán bella y radiante sale del Corazón de Jesús! ¡Da gusto recibirla de Sus Manos y besarla tras Él! A la Eucaristía iré, por tanto, para refugiarme en las penas, para consolarme y fortalecerme. En la Eucaristía aprenderé a sufrir y a morir.

¡Perdón, Señor, perdón por todos los que os tratan con irreverencia en vuestro Sacramento de Amor! ¡Perdón por mis indiferencias y olvidos en vuestra Presencia! ¡Quiero amaros; os amo con todo mi corazón!

Padrenuestro – Ave María – Gloria

Tan agotado de sangre se vio Jesús después de tres horas de agonía y de los golpes de la flagelación, tan debilitado por la terrible noche que pasó bajo la guardia de sus enemigos, que, tras algunos momentos de marcha, cae abrumado bajo el peso de la cruz.

¡Cuántas veces cae Jesús sacramentado por tierra en las santas partículas sin que nadie se dé cuenta!

Mas lo que le hace caer de dolor es la vista del primer pecado mortal que mancilló mi alma. ¡Cuánto más dolorosa no es la caída de Jesús en el corazón de un joven que le recibe indignamente en el día de su primera Comunión!

Cae en un corazón helado, que el fuego de Su Amor no puede derretir; en un espíritu orgulloso y fingido, sin poder conmoverlo; en un cuerpo que no es más que sepulcro lleno de podredumbre. ¿Así por ventura hemos de tratar a Jesús la primera vez que se nos viene tan lleno de amor? ¡Oh Dios! ¡Tan joven y ya tan culpable! ¡Comenzar tan pronto a ser un judas! ¡Cuán sensible es al Corazón de Jesús una primera Comunión sacrílega!

¡Gracias, oh Jesús mío, por el amor que me mostrasteis en mi Primera Comunión! Nunca lo he de olvidar. Vuestro soy, del mismo modo que Vos sois mío; haced de mí lo que os plazca.

Padrenuestro – Ave María – Gloria

María acompaña a Jesús en el camino del Calvario sufriendo un verdadero martirio en su alma; porque cuando se ama se quiere compadecer.

Hoy en el Corazón Eucarístico de Jesús encuentra en el camino de sus dolores, entre sus enemigos, hijos de Su Amor, esposas de Su Corazón, ministros de Sus Gracias, que, lejos de consolarle como María, se juntan a sus verdugos para humillarle y blasfemar y renegar de Él. ¡Cuántos renegados y apóstatas abandonan el servicio y el amor de la Eucaristía tan pronto como este servicio requiere un sacrificio o un acto de fe práctica!

¡Oh Jesús mío, quiero seguiros con María, mi Madre, por más que os vea humillado, insultado y maltratado, y deseo desagraviaros con mi amor!

Padrenuestro – Ave María – Gloria

Jesús aparecía cada vez más rendido bajo su peso. Los judíos, que querían que muriese en la cruz, para poner el colmo a sus humillaciones, pidieron a Simón el Cirineo que tomase el madero. Negóse él, y menester fue obligarle para que tomara este instrumento que tan ignominioso le parecía. Mas aceptó al fin y mereció que Jesús le tocara el corazón y lo convirtiera.

En su Sacramento Jesús llama a los hombres y casi nadie acude a sus invitaciones. Convídales al banquete Eucarístico y se echa mano de pretextos mil para desoír su llamamiento. El alma ingrata e infiel se niega a la Gracia de Jesucristo, el don más excelente de Su Amor; y Jesús se queda solo, abandonado, con las manos llenas de Gracias que no se quieren: ¡Se tiene miedo a Su Amor!

En lugar del respeto que le es debido, Jesús no recibe, las más de las veces, más que irreverencias… Ruborízase uno de encontrarlo en las calles y se huye de Él así que se le divisa. No se atreve uno a darle señales exteriores de la propia fe.

¿Será posible, Divino Salvador mío? Demasiado cierto es, no puedo menos de sentir los reproches que me dirige mi conciencia. Sí, he desoído muchas veces vuestro amoroso llamamiento, aferrado como estaba a lo que me agradaba; me he negado cuando tanto me honrabais invitándome a vuestra mesa, movido por vuestro Amor. Pésame de lo más hondo de mi corazón. Comprendo que vale mucho más dejarlo todo que omitir por mi culpa una comunión, que es la mayor y más amable de vuestras Gracias. Olvidad, buen Salvador mío, mi pasado y acoged y guardad Vos mismo mis resoluciones para el porvenir.

Padrenuestro – Ave María – Gloria

El Salvador ya no tiene rostro humano; los verdugos se lo han cubierto de sangre, de lodo y de esputos. El esplendor de Dios se encuentra en tal estado, por lo cubierto de manchas, que no se le puede reconocer. La piadosa Verónica afronta los soldados; bajo las salivas ha reconocido a su Salvador y Dios, y movida de compasión enjuga su augusta faz. Jesús la recompensa imprimiendo sus facciones en el lienzo con que ella enjuga Su Cara adorable.

Divino Jesús mío, bien ultrajado, insultado y profanado sois en vuestro adorable Sacramento. Y ¿dónde están las verónicas compasivas que reparen esas abominaciones? ¡Ah! ¡Es para entristecerse y aterrarse que con tanta facilidad se cometan tantos sacrilegios contra el augusto Sacramento! ¡Diríase que Jesucristo no es entre nosotros sino un extranjero que a nadie interesa y hasta merece desprecio!

Verdad es que oculta Su Rostro bajo la nube de especies bien débiles y humildes; pero es para que nuestro amor descubra en ellas por la fe sus divinas facciones. Señor, creo que sois el Cristo, Hijo de Dios vivo, y adoro bajo el velo eucarístico vuestra faz adorable, llena de gloria y de majestad; dignaos, Señor, imprimir vuestras facciones en mi corazón, para que a todas partes lleve conmigo a Jesús, y a Jesús Sacramentado.

Padrenuestro – Ave María – Gloria

A pesar de la ayuda de Simón, Jesús sucumbe por segunda vez a causa de su debilidad, y esto le depara una ocasión para nuevos sufrimientos. Sus rodillas y manos son desgarradas por estas caídas en camino tan difícil, y los verdugos redoblan de rabia sus malos tratos.
¡Oh, cuán nulo es el socorro del hombre sin el de Jesucristo! ¡Cuántas caídas se prepara el que se apoya en los hombres!

¡Cuántas veces cae por la Comunión hoy el Dios de la Eucaristía, en corazones cobardes y tibios, que le reciben sin preparación, le guardan sin piedad y le dejan marcharse sin un acto de amor y de agradecimiento! Por nuestra tibieza es Jesús estéril en nosotros.

¿Quién se atrevería a recibir a un grande de la tierra con tan poco cuidado como se recibe todos los días al Rey del Cielo?

Divino Salvador mío, ofrezcos un acto de desagravio por todas las comuniones hechas con tibieza y sin devoción. ¡Cuántas veces habéis venido a mi pecho! ¡Gracias por ello! ¡Quiero seros fiel en adelante! ¡Dadme vuestro Amor, que él me basta!

Padrenuestro – Ave María – Gloria

Consolar a los afligidos y perseguidos era la misión del Salvador en los días de su vida mortal, misión a la que quiere ser fiel en el momento mismo de sus mayores sufrimientos. Olvidándose de sí, enjuga las lágrimas de las piadosas mujeres que lloraban por sus dolores y por Su Pasión, ¡Qué bondad!

En Su Santísimo Sacramento, Jesús no cuenta con casi nadie que le consuele del abandono de los suyos, de los crímenes de que es objeto. Día y noche se encuentra solo. ¡Ah, si pudieran llorar sus ojos, cuántas lágrimas no derramarían por la ingratitud y el abandono de los suyos! Si Su Corazón pudiera sufrir, ¡qué tormentos padecería al verse desdeñado hasta por sus mismos amigos!

Y aun siendo esto así, tan pronto como venimos hacia Él, nos acoge con bondad, escucha nuestras quejas y el relato con frecuencia bien largo y harto egoísta de nuestras miserias, y olvidándose de sí nos consuela y reanima. ¿Por qué habré yo, Divino Salvador mío, recurrido a los hombres para hallar consuelo, en lugar de dirigirme a Vos? Ya veo que esto hiere a vuestro Corazón, celoso del mío. Eres en la Eucaristía mi único consuelo, mi único confidente: con una palabra, con una mirada de vuestra bondad me basta. ¡Ameos yo de todo corazón y haced lo que os plazca!

Padrenuestro – Ave María – Gloria

¡Cuántos sufrimientos en esta tercera caída! Jesús cae abrumado bajo el peso de la cruz y apenas si a fuerza de malos tratos logran los verdugos levantarle.

Jesús cae por tercera vez antes de ser levantado en cruz como para atestiguar que le pesa el no poder dar la vuelta al mundo cargado con su cruz.

Jesús vendrá a mí por última vez en viático antes de que salga también yo de este valle de destierro. ¡Ah, Señor, concededme esta gracia, la más preciosa de todas y complemento de cuantas he recibido en mi vida!

¡Pero que reciba bien esta última comunión, tan llena de amor!

¡Qué caída más espantosa la de Jesús, que entra por última vez en el corazón de un moribundo, que a todos sus pecados pasados añade el crimen de sacrilegio y recibe indignamente al mismo que ha de juzgarle, profanando así el viático de su salvación!

¡En qué estado más doloroso no se ha de ver Jesús en un corazón que le detesta, en un espíritu que le desprecia, en un cuerpo de pecado entregado al demonio! ¡Es el infierno de Jesús en tierra!

¿Y cuál será el juicio de esos desdichados? Sólo pensarlo causa temblor. ¡Perdón, Señor, perdón por ellos! Os ruego por todos los moribundos. Concededles la gracia de morir en Vuestros Brazos después de haberos recibido bien en viático.

Padrenuestro – Ave María – Gloria

¡Cuánto no debió sufrir en este cruel e inhumano despojamiento!

¡Arráncasele los vestidos pegados a las llagas, las cuales vuelven a abrirse y desgarrarse!

¡Cuánto no debió sufrir en su modestia viéndose tratado como se tendría vergüenza de tratar a un miserable y a un esclavo, que al menos muere en el sudario en el que ha de ser sepultado!

Jesús es despojado aún hoy de Sus Vestiduras en el estado sacramental. No contentándose con verle despojado, por amor hacia nosotros, de la gloria de su divinidad y de la hermosura de su humanidad, sus enemigos le despojan del honor del culto, saquean sus Iglesias, profanan los vasos sagrados y los sagrarios, le echan por tierra. Es puesto a merced del sacrilegio, Él, Rey y Salvador de los hombres, como en el día de la crucifixión.

Lo que Jesús se propone al dejarse despojar en la Eucaristía es reducirnos a nosotros al estado de pobres voluntarios, que no tienen apego a nada, y así revestirnos de Su Vida y Virtudes. ¡Oh Jesús Sacramentado, sed mi único bien!

Padrenuestro – Ave María – Gloria

¡Qué tormentos los que sufrió Jesús cuando le crucificaron! Sin un milagro de Su Poder no le hubiera sido posible soportarlos sin morir.

Con todo, en el calvario Jesús es clavado a un madero inocente y puro, mientras que en una comunión indigna el pecador crucifica a Jesús en su cuerpo de pecado, cual si se atara un cuerpo vivo a un cadáver en descomposición.

En el calvario fue crucificado por enemigos declarados, mientras que aquí son sus propios hijos los que le crucifican con la hipocresía de su falsa devoción.

En el calvario solo una vez fue crucificado, mientras aquí lo es todos los días y por millares de cristianos.

¡Oh divino Salvador mío, os pido perdón por la inmortificación de mis sentidos, que ha costado expiación tan cruel!

Por vuestra Eucaristía, queréis crucificar mi naturaleza e inmolar al hombre viejo, uniéndome a vuestra vida crucificada y resucitada. Haced, Señor, que me entregue a Vos del todo, sin condición ni reserva.

Padrenuestro – Ave María – Gloria

Jesús muere para rescatarnos; la última Gracia es el perdón concedido a los verdugos; el último don de Su Amor, Su divina Madre; la sed de sufrir, Su último deseo; y el abandono de Su Alma y de Su Vida en manos de Su Padre, el último acto.

En la Sagrada Eucaristía continúa el amor que nos mostró Jesús al morir; todas las mañanas se inmola en el santo sacrificio y van los que le reciben a perder su existencia sacramental. Muere en el corazón del pecador para su condenación.

Desde la Sagrada Hostia me ofrece las gracias de mi redención y el precio de mi salvación. Pero para poderlas recibir, muera yo junto a Él y para Él, según es Su Voluntad.

Dadme, Dios mío, la gracia de morir al pecado y a mí mismo, gracia de no vivir más que para amaros en vuestra Eucaristía.

Padrenuestro – Ave María – Gloria

Jesús es bajado de la Cruz y entregado a Su divina Madre, quien le recibe entre sus brazos y contra su corazón, ofreciéndolo a Dios como víctima de nuestra salvación.

A nosotros nos toca ahora ofrecer a Jesús como víctima en el Altar y en nuestros corazones para nosotros y para los nuestros. Nuestro es, pues Dios Padre nos le ha dado y Él mismo se nos da también para que hagamos uso de Él.

¡Qué desdicha el que este precio infinito quede infructuoso entre nuestras manos, a causa de nuestra indiferencia!

Ofrezcámoslo en unión con María y pidamos a esta buena Madre que lo ofrezca por nosotros.

Padrenuestro – Ave María – Gloria

Jesús quiere sufrir la humillación del sepulcro; es abandonado a la guarda de sus enemigos, haciéndose prisionero suyo.

Más en la Eucaristía aparece Jesús sepultado con toda verdad, y, en lugar de tres días, queda siempre, invitándonos a nosotros a que le hagamos guardia; es nuestro prisionero de amor.

Los corporales le envuelven como un sudario; arde la lámpara delante de Su Altar lo mismo que delante de las tumbas; en torno Suyo, reina silencio de muerte.

Al venir a nuestro corazón por la comunión, Jesús quiere sepultarse en nosotros; preparémosle un sepulcro honroso, nuevo, blanco, que no esté ocupado por afectos terrenales; embalsamémosle con el perfume de nuestras virtudes.

Vengamos, por todos los que no vienen, a honrarle, adorarle en Su Sagrario, consolarle en Su prisión, y pidámosle la Gracia del recogimiento y de la muerte al mundo, para llevar una vida oculta en la Eucaristía.

Padrenuestro – Ave María – Gloria


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Avanza el enemigo https://www.reinadelcielo.org/avanza-el-enemigo/ Fri, 21 Oct 2022 10:47:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=494 Todos los días vemos algo que nos asusta, o nos conmueve, o nos escandaliza. Una nueva legislación aceptando el aborto, ese crimen abominable. O un nuevo avance de la negación de la distinción clara entre hombre y mujer, promoviendo la libre elección del ?género? por parte de las personas. O quizás una nueva iniciativa contra la libertad religiosa, atacando a quienes desean hacer de Dios el centro de sus vidas. No falte un nuevo país tomado por el ateísmo militante, ese tipo de liderazgo político que trata de “matar” a Dios en la sociedad gobernada. O una nueva escalada de jóvenes tomados por el alcohol o las drogas. Alrededor nuestro, publicidad que promueve toda clase de perversiones como “modelo de vida”.

Padre e hijo

Ser padre en estos tiempos hace a uno sentirse “esclavo de sus propios hijos”, ya que ese es el ejemplo que ellos reciben en sus escuelas, o en las casas de sus amigos. ¿Cómo educarlos en un modelo que es diametralmente opuesto al que el mundo les propone? Uno desearía sentarse a hablar con los padres de los amigos de nuestros hijos, o con sus maestros y profesores, para intentar “cambiarles el entendimiento de lo que la vida significa en realidad”. Pero la marea de “ideas distorsionadas” es tan fuerte que uno suele encontrarse en seria desventaja numérica, e inmediatamente sujeto al mote de “recalcitrante fanático religioso” o cualquier otro calificativo similar. En cualquier caso, con algunas miradas basta para comprender como nos ven, en líneas generales.

En estos tiempos, leer el periódico o mirar las noticias produce sufrimiento y angustia. Sin embargo, hay una pregunta que duele mucho más que las noticias horrorosas que nos invaden. ¿Cuánta gente se da cuenta de lo que realmente esta pasando? ¿Cuántas personas creen que muchas de esas cosas son normales, o hasta buenas, o quizás fruto del progreso del mundo? Lo más triste es que la respuesta es “muchos”. ¿Cuantas madres promueven el alcohol en sus hijos diciendo que “a esa edad yo también lo hacía, es parte de la locura de la juventud”? ¿O cuantos ven con buenos ojos que se elimine a Dios de la vida de la sociedad con el argumento de que “hay que dejar que cada uno decida que hacer con su vida privada”? En la misma línea, ¿cuantas familias evitan el bautismo de sus hijos “porque ellos deben ejercer su libre opción una vez adultos”? Me pregunto, la decisión de traerlos al mundo, ¿quién la tomó? ¿Acaso no fueron sus padres?

La confusión avanza a pasos agigantados, y es tan destructivo su poder, que el deterioro del mundo es bienvenido a brazos abiertos por la mayor parte de la humanidad. ¿Qué debemos hacer? ¿Acaso ser simples espectadores de esta tragedia que empuja al mundo barranca abajo, hacia un precipicio de dudosa pendiente y más dudosa aún profundidad? Definitivamente no. Aquellos que creemos en Dios, y tenemos la formación necesaria para advertir lo que ocurre, debemos actuar.

Lo dijo claramente Juan Pablo II, “la Iglesia es misionera y los cristianos debemos vivir una vida de misión”. Este principio básico que impulsa nuestra vida como miembros del Cuerpo Místico de Cristo, se puede definir de modo tan simple como el de embarcarnos en una Nueva Evangelización. La difusión del Evangelio y de la Buena Noticia de Jesucristo como Salvador de la humanidad es nuestra causa de vida, es la sangre que corre por las venas de la Iglesia. La misión es personal e indelegable, cada uno de nosotros tiene ese mandato impreso en la Voluntad de Dios para nuestro tránsito por esta vida.

Cruz

El deterioro del mundo, tan visible y en continuo movimiento, no es excusa ni explicación para que la ardua misión de la evangelización se detenga. Todo lo contrario. Dios nos llama a una Nueva Evangelización como respuesta a este ataque a la esencia de la fe. Recuerdo aquellas épocas en que la caída del muro de Berlín dio por tierra con el sueño de una ?sociedad sin Dios? que el modelo comunista había impuesto a fuego y terror durante décadas. Mirando retrospectivamente, pienso que muchos asumimos que esos ataques a la libertad religiosa iban a quedar en el olvido. No. El mismo “espíritu destructor de almas y corruptor de conciencias” encontró el modo de atacar de modos mucho más sutiles, pero siempre con el mismo propósito.

La Nueva Evangelización es la respuesta que debemos dar, porque Jesús es la única solución a todas nuestras necesidades. Sin Jesucristo, nada se logra, la vida transita vacía y sin propósito. Esto no quiere decir imponer a los demás nuestras convicciones religiosas a fuego y espada, sino todo lo contrario. Dios no obliga a nadie, mucho menos podemos nosotros. La Evangelización debe realizarse con el suave ?guante del amor?, de tal modo que nuestra acción misionera convenza a las almas de que Jesús ha tornado nuestro corazón, nos ha dado paz y alegría, aún en medio de las inclemencias de la vida.

El amor a Dios es lo que hará que la gente comprenda el horror del aborto, la miseria del alma sujeta al alcohol o las drogas, la inviolabilidad del principio de que “un hombre es un hombre y una mujer es una mujer” tal como Dios los ha creado, y la trascendencia de defender la libertad religiosa de las personas, sin limitar su fe ni su vida espiritual. La paz en el mundo no se logrará sin que volvamos nuestras miradas al Creador, a Aquel que nos ha dado todo para que seamos felices, no para nos matemos entre nosotros en medio de disputas interminables.

Avanza el enemigo, a paso redoblado, pero no somos ajenos a lo que ocurre, sino todo lo contrario, somos actores centrales en este escenario que es el mundo. Dios espera mucho de Su pueblo, porque si no somos nosotros quienes lo ayudamos a arrojar Luz y Verdad, ¿cómo se hará visible, para esta humanidad, el Camino hacia la Vida?


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Devocionario Cuaresmal https://www.reinadelcielo.org/devocionario-cuaresmal/ Fri, 11 Mar 2022 08:55:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=37 Redacción de Reina del Cielo: Una estrecha colaboradora ha escrito este inspirado devocionario para vivirlo durante el Camino al Domingo de Pascua de Resurrección. Esperamos, con un corazón abierto al Señor, que estas palabras lleguen a tu corazón, hermano lector.

Camino para andar en Cuaresma

Quiero invitarte, hermano, en este tiempo de Cuaresma a conocerte a ti mismo, a mirar tu camino, a saber hacia dónde vas y dónde hoy te encuentras, a sentirte peregrino en este largo camino.

Cuaresma es una oportunidad para crecer, para detenernos, para retirarnos al desierto. Si te invito a entrar junto a Jesús en “tu desierto”, no tengas miedo, es un viaje magnífico, un desafío. Demos hoy juntos el primer paso, dejemos este mundo de lado, busquemos callar nuestro interior, aunque estés sumergido en el exterior, callemos, silenciemos las voces del mundo, y oremos. Nuestro Señor, que ve en lo secreto, hará el resto. Así, con esperanza y fe, oremos y abramos la puerta del “desierto”. ¡Entremos! ¿Ves?, ya hemos entrado, es solo un poco de trabajo, pero ¡vamos!

La Piedad

Sigue, sigue orando…cierra tus ojos y contempla este desierto magnífico que nos aleja de los ruidos, solo tú y Cristo, son dos amigos peregrinos. Caminemos despacio así nos contagiamos de este silencio absoluto, porque aquí debes dejar tu orgullo que siempre hace mucho barullo, sino no podrás continuar.

El ardiente calor te hace bajar la mirada y sientes aún más tu pesada carga, ¡pobre alma! La omnipotencia del desierto la quema; tendrás que abandonar las cosas vanas, esas que quiebran tu espalda, esas que contemplas cada mañana. También quedará aquí tu pasado, lo bueno y lo malo, las penurias del incierto futuro, ¡déjalo todo! Mira a Tu Jesús Compañero, como disfruta del silencio. El parece abstenerse de todo, del agua que aquieta Su Garganta, de la comida que sacia Su Cuerpo, porque solo busca entregarse en el desierto, ¡venciéndolo, sí, venciéndolo!

Sigamos caminando…parece que pierdes las fuerzas, que no podrás. ¿Hay algo que quizás debes arrancar? Sí, la comodidad, el “qué dirán”, el egoísmo que da gritos, los vicios que pegan alaridos, las frustraciones, los miedos y el desánimo que parecen haberte encadenado. Sombras circundan tu corazón para alejarte de este viaje que parece ahora no tener razón. Hacia adelante, más sol, arena, cielo y silencio. ¿Y Jesús, dónde te has ido? Por un momento un golpe te hunde el pecho, ¿acaso me has abandonado? Pero en aquel instante sientes sobre tu hombro Su fuerte Mano, detrás de ti El está y te tranquiliza con Su mirada, que te levanta y abraza. El jamás te abandona, es el Padre que no se aparta de su hijo.

En este desierto de sombras y luces, de sol y tinieblas, de días abrasadores y noches de estrellas, te ves cansado pero no agobiado, porque te has ido vaciando, para abandonarte en las Manos de Dios que te ha encontrado. Ese Dios que se hace Hermano, ese Dios que te acompaña y ama, y quiere estos días, este espacio solo para los dos, para que busques en tu alma la Voz sobre toda voz , la Voz del Amor que quiere sanarte y liberarte para darse como Puro Oasis, porque beber de El es Fuente de Agua Viva.

¡Oye peregrino! ¿sientes este desierto? Ahora no te parece que no fuera bueno, esta Agua que estás bebiendo ¡es fresca, es cristalina, es Vida! La Cuaresma se ha convertido para ti en tiempo de Amor, de perdón, de reconciliación. Es el tiempo del Padre con el hijo que necesitan estar solos, uno para el otro.

Y esta Agua que embriaga el alma nos lleva a la Semana Santa para recibir el Torrente de la Misericordia a través de la Gracia, donde con los dones y virtudes con los que ha sido vestida resucite a la Vida nueva en esta Pascua que nos ilumina.

Hermano, vive esta Cuaresma junto a Jesús…

Partir el pan

Meditación del Jueves Santo

Oh Señor, en este largo Jueves Santo comienzas Tu Calvario y en Tus Dulces Palabras nos regalas el testamento infinito del Amor Vivo. Es por eso que a través del tiempo, que en Ti es eterno, nos muestras en Aquella Cena Santa al Hombre Dios arrodillado a nuestros pies, mientras con Tu Humildad y Pureza lavas nuestras miserias y tristezas, para que así te imitemos en el servicio, y seamos verdaderos testigos.

Te despojas entregándonos Tu Carne, y queriendo ser aún más pequeño, Te vistes en el Pan del Cielo del Inmaculado Cordero para vivir por siempre dentro nuestro. Y como si este amor no fuera suficiente, nos diste en el Santo Cáliz Tu Real Sangre, como Primicia Perpetua de Tu Corazón, que Traspasado por nosotros nos redimió.

Puedo verte, Señor, en aquella Noche amarga en la que por mí Tú todo entregabas. El abandono y soledad en el Huerto, Tu Sudor de Sangre con el que aceptaste la Voluntad de Nuestro Padre, la traición del amigo que con aquel perverso beso te entregaba a Ti, Nuestro Rey Divino, para hacerte así finalmente Prisionero y pagar con Tu Sangre el rescate de todos los que quisiéramos amarte.

Mientras la tierra se oscurecía con golpes, burlas y mentiras, en Tu Cuerpo cargabas todas mis heridas y aún Tus Mejillas ofrecías, porque querías darme Tu Vida. Tu Hermoso Rostro se ha desfigurado, mientras todas nuestras miserias frente a Ti van desfilando. Tus Preciosos Cabellos son teñidos por Purísimos Hilos de Roja Sangre que brilla como Ofrenda Santísima. Tu Boca nos bendecía y entregaba Aquel Día el Testamento del Amor: que nos amaramos los unos a los otros como nos amaste Vos.

Sin embargo Tú, el Amor, hoy sigues siendo profanado porque te seguimos negando buscando falsos amigos que a Ti te han vendido, en los niños que de hambre y sed mueren, en los ancianos despreciados, en los enfermos que no asistimos, en toda mentira e injusticia que quiere borrar Tu Palabra Divina, elevándonos en una torre de vanidades y ruindades que nos llevan a de nuestro corazón arrancarte.

Por eso, mi Amado Jesús, permíteme acompañarte en esta Noche Santa para regalarte, junto a mi alma, mis lágrimas, y así acariciar Tus Pies y Tus Llagas.

Amén.

Cristo de Velázquez

Viernes Santo

¡Escondidos en Cristo vivamos en Su Corazón Santísimo! En este día de silencio y dolor, meditemos y contemplemos el Corazón Traspasado de Jesús, por nuestro amor. Junto a Jesús Martirizado, oremos:

Oración a Cristo en la Cruz

Oh Señor
¿cómo pueden los hombres verte en la Cruz Clavado
y dejarte allí abandonado?

¿Cómo pueden mirarte y no amarte
ni prestar oídos a Tus Latidos
que llaman con Purísimo Amor no correspondido
a los hombres que ingratos, despiadados y llenos de pecados
te hemos por completo olvidado o negado?

De Vos, Nuestro Dios, nos avergonzamos
y juntos en la Cruz te hemos colgado.
Tus Santas Llagas nos muestras
como mudo Amor por respuesta
que das Tu Vida por la nuestra.

Tu Precioso Rostro, Señor, ya no reconozco
todo bañado de Sangre y polvo.
Por Tus Ojos se escapa la vida
pero todavía me miras con ternura infinita
para en plegaria de Amor decirme
“no voy a irme, si en Mí tú vives”.

Y yo, Señor, quiero abrazarte
y así de la Cruz bajarte
para ocupar el lugar que por mí ocupaste
pues a pesar de ser tan miserable
no quiero ya más permitir este ultraje.

A mi Rey vestido de Sangre
¡cómo puedo no amarle!
si frente a Tí vengo a postrarme
para traspasar con mi pobre amor Tu Santa Carne
y así consolarte deshaciendo mi existencia en Tí
para sólo en Tí vivir y decirte así, siempre si.

Amén.

Sábado de Gloria

¡Ya todo se ha consumado!

Jesús, todavía puedo verte en la Cruz clavado. Mis ojos ven Tu Cuerpo sin vida, como cubierto de todas mis heridas. Con espanto veo que ni una sola gota de Sangre Te guardaste, porque toda la entregaste ante la mirada de Tu Santa Madre.

Ahora en el Sepulcro Te hemos dejado. Nuestro Jesús Amado ha encontrado finalmente el descanso, ¡porque todo se ha consumado! Su Madre, como en aquella Cuna de Belén, dejó allí a Su Hijo Rey. Qué distintos, María, aquellos dulces días, a estos de sabor amargo, que por dentro nos están quemando, en los que ya has derramado todo tu llanto, en los que con tu amor continúas la Redención, vestida tú también, de Pasión.

María Desgarrada, María de los Dolores, María de la Pasión, María Madre de los hombres, María toda de Dios. Te veo en un rincón hincada y que algo entre tus Manos guardas. ¡Es el Lienzo Santo de la Verónica! Te incorporas y lo extiendes con dulces caricias, posas tus dedos sobre Sus Mejillas queriéndole sanar, como cuando Niño, todas Sus heridas. Ese Dios Niño que vivió dentro tuyo, que cantaba y te abrazaba, que consolaba y bendecía, que sanaba y amaba, y al que tan solo ayer le devolvieron todo el bien hecho, colgándolo de un Madero. Tu Niño fue traicionado y negado, y sin embargo murió amando, porque encarnizado y traspasado llegó a liberarnos.

María, ante estos recuerdos tú caes nuevamente al suelo desplomada, y así postrada recorres Su Santa Cara. Miras tus manos de Madre, aquellas con las que con El jugaste y junto a tu pecho tantas veces Lo estrechaste. Esas manos que por la tarde Lo tocaron al descenderlo de Aquel Madero y se tiñeron de Su Sangre Preciosa, que cual Pura Hostia se ofrecía para darnos vida. Su Sangre aún está fresca sobre la tierra, que La toma hasta quedar purificada.

María, Madre sin descanso, en tu Corazón a tu Niño estas velando, porque Lo quieres ver Resucitado. Lo estas esperando, por eso permaneces orando para tenerlo nuevamente entre tus Brazos, Sano, Vencedor, mostrándose como Rey Divino. Tú sabes bien que Jesús resucitará, por eso tu Corazón no deja de orar, tú solo quieres apurar esa hora de la Gran Victoria.

María, aquella pequeña Niña, aquella pequeña de Nazaret con su Sí, se convierte en el Calvario en Madre de la Cruz y la Esperanza, en Señora de la Resurrección. Tú supiste ser, en medio de tu dolor, el Arca del Amor y la esperanza. Aquel día perdonaste y consolaste al arrepentido Pedro, y esperaste, esperaste mientras orabas para que Tu Hijo resucitara.

María, Madre mía y Madre de Dios, te imploro Madre por mi perdón, por este corazón mío que a veces parece estar vacío, que tiene tantos ruidos, para que se transforme en Cuna de la Resurrección y allí con alegría se muestre el Rostro de Dios.

¡Hosanna, Madre mía y de la Esperanza, porque ya llega la Hora Santa de la Pascua!

Resurrección

Domingo de Pascua

Despierta la mañana, y en esta noche larga se siente aún el frío del Martirio del Dios Vivo. La Madre, cual preciosa Torre de Marfil, se encuentra postrada implorando al Dios Nuestro para que todo lo haga nuevo. María, Esposa de Dios, Madre de la Espera, aguarda cual trémula Llama la llegada de Aquel a quien ama.

Todo es silencio, y el mundo parece muerto mientras las Santas Mujeres se han adelantado hacia la Tumba del Amado. Ya llega la Aurora, y a la primera luz del día como en una cascada el cielo se abre en un poderoso Brillo que se dirige a Aquel Sepulcro escondido. La tierra se estremece, y la noche de repente se ha hecho día.

¡La Luz ilumina porque la muerte ha sido vencida, Nuestro Jesús resucita!

Mira María, eres la Madre del Resucitado, y hay Alguien que ha entrado. Todo envuelto de blanco te toma en Sus Brazos, para recibir tus besos, El quiere cumplir tus deseos. Tu Jesús ha vuelto y con Su Mirada resplandeciente te mira y acaricia, mientras se borran todos los dolores y heridas. ¡La Luz brilla!

Encendida del gozo de la Resurrección, María alaba y ama al Dios que la abraza en Su Corazón.
¡Todo se ha consumado!

¿A Quién buscas Magdalena? Magdalena presurosa caminas, también esperas, y te fortaleces en la esperanza recordando Sus Palabras, que sanan también tus llagas. La tierra ha temblado y tú apuras tu paso. El Sepulcro está abierto, no puedes comprenderlo, pero una luz estás viendo y dos Ángeles quieren despertarte de la amargura de Su muerte, y sin embargo aún no entiendes.

¿Dónde estás Jesús Amado, acaso de Tu Sepulcro te han robado? De repente contemplas a Aquel Hermoso Hombre vestido de blanco, que te dice ¿por qué lloras?, ¿a Quién buscas? Pero tú todavía no lo reconoces. Es tan Majestuosa Su Presencia que parece iluminar la tierra, y solo cuando por tu nombre te llama reconoces la presencia del Dios al que amas. Tú, Magdalena, como embriagada de amor caes entonces a los pies de Tu Señor.

Oh dichosa Magdalena, eres la elegida para anunciar que la muerte ha sido vencida, que Jesús ha vuelto a la vida. Tú fuiste llamada para proclamar la Pascua. ¡Dinos, dinos Magdalena a Quién has visto!

Aún resuena en nuestros oídos que has visto al Dios Vivo y nos mandas a decirlo en este mundo impío.

Rabboní, Maestro, permítenos anunciar Tu Pascua para sanar así toda llaga, para que la tierra sea iluminada, para que desaparezca el odio y la mentira y para que nuevamente la noche se haga día. Permítenos, Señor, proclamarte Resucitado para que todo sea así transformado, renovado. ¡Aleluya al Señor de la Gloria, al Cristo Resucitado!

¡María, Señora de la Resurrección, Madre del Resucitado, ruega por nosotros para que anunciemos el triunfo del Amor!


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