confiar – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 18 Oct 2024 18:56:08 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Tiempo de valientes https://www.reinadelcielo.org/tiempo-de-valientes/ Fri, 18 Oct 2024 11:12:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=512 ]]> Es hermoso disfrutar de una obra de Dios cuando esta ya está terminada, pulida. Así ocurre con las Ordenes Religiosas, las Advocaciones Marianas, las Devociones que provienen de los Santos, con los lugares de peregrinación. Uno acude confiado en la legitimidad, en la aprobación que Dios ha dado a aquello que se sigue como culto enriquecedor para el alma. Pero, ¿han nacido de ese modo esas obras?

Definitivamente no, todo lo que es de Dios ha surgido enfrentando toda clase de adversidad y negación, controversia y escándalo, en muchas oportunidades. Es que el mundo no le hace fáciles las cosas a aquellos que quieren ayudar a Dios, sea ahora, o siglos atrás. Sin embargo, aquello que es de Dios se sostiene pese a toda adversidad, y finalmente prospera, mientras que lo que no es de Dios, puede alcanzar un brillo circunstancial, pero cae.

Peregrinos Medjugorje

Así podemos recordar la prohibición y proscripción oficial de todo lo relacionado con Sor Faustina Kowalska, hasta que un Sacerdote Polaco que supo defender la obra en medio del conflicto, la llevó a los altares. Ese Sacerdote fue Karol Wojtila, y la obra fue el Jesús de la Misericordia, y la canonización de Santa Faustina. También los Pastorcitos de Fátima la pasaron muy mal, con amenazas de ser hervidos en un caldero de aceite, interrogatorios de lo más violentos, y toda clase de tribulaciones. Sin embargo, la Virgen supo apoyar a los suyos, a través del gran milagro del 13 de octubre de 1917 que despejó muchas de las dudas y pavimentó la difusión y aprobación de la devoción a Nuestra Señora de Fátima.

En el milagro de la Virgen de Guadalupe, vimos como alguna gente llegaba a negar la existencia del propio indio Juan Diego, testigo del milagro. Sin embargo, almas fieles perseveraron investigando y documentando hechos y milagros, impulsando la obra que culminó en la Canonización de San Juan Diego. El pobre Padre Pio de Pietrelcina tuvo prohibición de dar misas en público, y de escribir texto alguno, durante literalmente décadas. Sin embargo, los milagros que Dios producía a su alrededor movieron a las multitudes a seguirlo, movimiento que finalmente floreció como una obra gigantesca de nuestros tiempos, San Pio de Pietrelcina.

Presencia de Dios

En tiempos más cercanos, vimos como Medjugorje tuvo controversia entre sectores que apoyaban la obra, básicamente los Franciscanos, y otros que la enfrentaban. El propio Juan Pablo II dijo: “Si no fuera Pontífice estaría en Medjugorje”. La obra, en el impulso de la Reina de la Paz, avanza a paso firme. También en nuestros tiempos, la obra que la Virgen promueve a través del Movimiento Sacerdotal Mariano genera gente que apoya, y otros que no creen en los mensajes de la Virgen en el libro que Ella inspirara al Padre Steffano Gobbi. Sin embargo, multitudes de sacerdotes, obispos y cardenales, y por supuesto laicos, forman parte y siguen al Movimiento.Lo que hoy queremos resaltar es la valentía de aquellos que, en los momentos de oscuridad, mantienen su apoyo a estas obras, sin desfallecer. Por más que el mundo y el error de los hombres cercena y pone a riesgo las viñas que Dios inspira y promueve, estos valientes desconocidos mantienen su apoyo y compromiso. Ellos son los ignorados artífices de muchas obras de Dios, que luego de años o siglos mueven a multitudes. Veamos hoy en estas almas el coraje que tuvieron, y que tienen, y agradezcamos su compromiso, y su cruz.

Hoy tenemos muchas obras que están en fase de desarrollo, quiere esto decir que no están todavía totalmente consolidadas o aprobadas por la Iglesia. Miremos muy bien para advertir la Gracia de Dios sobre ellas, y no demos las espaldas simplemente porque aún no tienen aprobación oficial, ni siquiera porque presentan controversia. Recordemos que todo lo que es de Dios debe resistir grandes pruebas antes de emerger victorioso. Pero Dios mismo espera tener esas almas valientes que lo ayuden, y comprometan su nombre, tiempo y esfuerzo, para que la Luz del Señor brille y alumbre una nueva Viña, para regocijo del Cielo todo.


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No huyas de la oración si deseas encontrarte contigo mismo https://www.reinadelcielo.org/no-huyas-de-la-oracion-si-deseas-encontrarte-contigo-mismo/ Wed, 20 Mar 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=11450 ]]>

“La libertad interior”, “Llamados a la vida” o “Tiempo para Dios” son algunos de los libros que el padre Jacques Philippe, sacerdote de la Comunidad de las Bienaventuranzas, ha escrito. Referencia indiscutible en el ámbito de la espiritualidad, Philippe estuvo el pasado fin de semana en Barcelona para predicar un retiro y ofrecer una charla. Os invitamos a verla entera aquí, pero -si no tenéis una hora y media- también os ofrecemos en formato entrevista sus reflexiones sobre la oración y la relación con Dios:

Hablar de rezar hoy en día parece algo anticuado.

Sí, hoy dar la prioridad a Dios exige mucho coraje, pero es una lección muy importante y fecunda. Aunque tal vez no se vea, mucha gente siente hoy esta llamada del Espíritu a la oración, y cuando uno entra en este camino –un camino de fidelidad y no siempre fácil-, las consecuencias son muy positivas.

¿Qué tipo de consecuencias?

Me refiero a los frutos tanto individuales como para la comunidad. Estos frutos son lo que nos permite decir que la oración no es algo puramente psicológico, porque tiene consecuencias. Si permanecemos fieles a la oración, poco a poco nos volvemos más apacibles, más delicados, más atentos a los demás: comunicamos la paz de Dios. Luego están los santos, que gracias a la oración han logrado hacer grandes obras de amor impensables en un principio.

¿Es orar lo que se lo ha permitido?

Nos lo permite a todos. Para vivir una vida cristiana que no sea simplemente una adhesión a una doctrina o seguir unas normas morales, es necesaria una relación de corazón con Dios. Vivimos en un mundo que presenta desafíos ante los que la simple sabiduría humana no basta: necesitamos una fuerza interior que solo podemos encontrar en el Señor. Y para eso es imprescindible conocer las actitudes esenciales que están en la base de toda buena oración.

¿Qué es una “buena oración”?

No es una cuestión de técnicas: una oración buena es la que nos hace encontrar a Dios y poco a poco nos transforma interiormente. Las actitudes esenciales que te decía son tres: la oración ha de ser un acto de fe, de esperanza y de amor.

Empecemos por el principio entonces, ¿acaso ponerse a rezar no es ya en sí un acto de fe?

Sí, uno muy simple pero muy importante porque te pone en contacto con Dios. Con el mero hecho de rezar uno está manifestando varias cosas: “Creo que Dios existe”, “Creo que me ama y se interesa por mí” y “Creo que vale la pena consagrarle unos minutos”.

La “buena oración” no es una técnica, es aquella que nos hace encontrar a Dios y nos transforma.

Una vez hecho este primer contacto, ¿qué siente?

orar con osadía (ft img)

Bueno, es cierto que gracias a la oración uno puede llegar a sentir –a percibir sensiblemente- la presencia de Dios, su ternura y su alegría. No pasa siempre pero es algo bonito cuando ocurre, porque Él no es un ser lejano, sino alguien que viene a mí, que me toca. Aunque la oración no es desde luego una mera experiencia sensorial, también es cierto que muchas veces despreciamos los sentimientos y nos quedamos en un plano más frío, más intelectual.

¿También se puede contactar con Dios por esta vía?

Sí, a veces el Señor viene a nosotros desde la inteligencia, nos da luces: nos permite comprender de una forma nueva algún aspecto de nuestra fe o responde alguna duda delicada que tengamos. Pero lo que digo es que hay que tener claro que la oración como acto de fe no se basa ni en los sentimientos ni en el intelecto.

¿Entonces en qué?

Hay momentos en los que buscamos sinceramente a Dios, llenos de buena voluntad, pero en los que somos como un trozo de madera en el plano sensible y en el intelectual estamos a tientas en la oscuridad, rodeados de cosas que nos sobrepasan. A veces Dios no responde todas las preguntas: desde luego, no encontraremos cada día bajo la puerta una nota con indicaciones suyas. A lo que me refiero es a que en toda vida cristiana hay momentos de mucha luz y momentos de sequía, momentos pobres en los que corremos el riesgo de desanimarnos ante las experiencias exuberantes de otros. Podemos inquietarnos, pero en estos momentos recordemos siempre una cosa.

¿Qué cosa?

En que ni la sensibilidad ni la inteligencia son la base de la relación con Dios: es la fe, es decirle “Señor, no siento gran cosa y me gustaría comprenderlo todo, pero creo aún así con todo mi corazón que estás aquí”. Por eso es importante perseverar en la fe, porque cuando estás en esta actitud Él trabaja en ti aunque sea de manera secreta o profunda: con el tiempo verás los frutos.

Hablabas también de que la oración ha de ser un acto de esperanza, ¿en qué sentido?

Si rezo es porque sé que tengo necesidad de Dios, espero de Él la salvación que no puedo darme solo, espero de Él su gracia, su amor y su misericordia. Rezar es reconocernos humildes, darnos cuenta de que no somos autosuficientes: es un acto de esperanza simple pero precioso y lleno de valor. Esto es importante porque paradójicamente, la oración a veces es un camino de pobreza.

¿A qué se refiere?

En primer lugar, a que la oración no tiene una técnica infalible: las mismas acciones no dan siempre los mismos resultados como al conducir, por ejemplo, sino que veces recibes consolaciones que no has pedido o buscas y no encuentras. Esto es así porque en la oración siempre dependemos de Dios, y a Él no podemos controlarle. También es un camino de pobreza porque la oración, que es fantástica, tiene un pequeño problema.

La oración es un camino de pobreza: nos hace ver nuestra miseria y nuestros límites

¿Cuál es?

Luz divina (ft img)

Que cuanto más entramos en la luz de Dios, más vemos nuestra miseria, nuestros límites, nuestra dureza de corazón. Es como las ventanas de casa: cuando afuera está oscuro parece que estén limpísimas, pero a la que el sol pasa a través de ellas ves que lo que creías impoluto está lleno de suciedad: pasa lo mismo con la oración. No es algo agradable, pero es bueno para ser humildes, porque sólo cuando conocemos una enfermedad podemos curarla.

Pero entonces la oración se vuelve incómoda, ¿no?

En esos momentos en que la oración no es un momento de intimidad maravillosa con Jesús es cuando nuestra pobreza humana se manifiesta más claramente. Aparece todo lo malo que hay en mi vida, y por eso mucha gente tiene miedo de la oración, miedo del silencio, de la soledad: tenemos miedo a encontrarnos a nosotros mismos. Ahí es cuando la práctica de la esperanza es importante.

¿Cómo se practica la esperanza?

Muy simple: te pones delante de Él y le dices: “Señor, estoy ante ti como un pobre, veo todos mis pecados y mi fragilidad, pero no es un problema porque Tú eres mi esperanza. Es de ti que espero mi salvación, Señor: es de ti que espero la gracia que podrá curarme, purificarme y transformarme”. Esto es un acto de esperanza: un acto de humildad en el que dejas de hacerte el interesante, reconoces tus límites y los aceptas poniendo tu confianza en Dios. Dejas que Él sea tu roca.

No parece sencillo…

Se cuenta que al rey San Luis Jesús le dijo: “¿Querrías rezar como un santo? Te invito a rezar como un pobre”. Si entramos en esta actitud de humildad y esperanza, rápidamente Dios vendrá a consolarnos y nos dará la paz. A veces tarda un poco, pero Dios es fiel: como dice la Santa Escritura, “un pobre ha gritado y Dios escucha”. Es algo que vemos muy a menudo en la Biblia: la oración que Dios escucha –la que toca Su corazón y transforma a quien la realiza- no es la del fariseo, sino la del pobre que grita al Señor desde lo profundo, como el publicano arrodillado al fondo del templo. Es la potencia que hay en la esperanza: si esperamos todo de Dios, aunque tengamos que pasar por la puerta estrecha, Él nos lo dará todo, porque es fiel siempre.

Entonces, ¿Dios lo hace todo? ¿Dónde queda el hacer del hombre entonces?

No hablo de una espera pasiva: todo lo que dependa de mí, lo hago, evidentemente, pero soy fiel a la oración. Grito al Señor “día y noche”, como dice la Biblia, no con un sentimiento vago sino con un compromiso fiel.

El tercer punto que mencionabas era la oración como acto de amor.

Sí, pero no un amor romántico o sensible, sino un amor verdadero a Dios: cuando rezo quiero ponerle en el centro de mi corazón y darle tiempo. Dar a Dios cada día media hora –en tanto que el tiempo, desde luego, es importante porque es nuestra vida- es un auténtico acto de amor.

Pero no todo el mundo tiene media hora al día para dar a Dios…

Lo que está claro es que la oración requiere tomar un tiempo, y cuanto más mejor, pero es cierto lo que dices. Para la gente que está en el mundo, ocurre que hay gracias muy especiales: si es todo lo que puedes dar, con solo 10 o 15 minutos al día puedes recibir más gracias que una monja carmelita que reza tres horas, porque Dios conoce la condición de vida de cada uno. Se trata de reservar un momento del día y consagrarlo a Dios.

Dice que orar es un acto de amor pero también que la oración se produce en sequía muchas veces, ¿cómo es posible juntar estos dos extremos?

Cuidado por Dios

Porque aunque se rece en sequedad, el deseo de amar sigue en el centro de toda oración, le da todo su valor y atrae el amor de Dios. Pero la oración no es sólo un acto de amor al Padre, también al prójimo, aunque muchas veces ni lo pensemos. Poder rezar los unos por los otros es un consuelo mucho mayor de lo que podemos imaginar.

Si no tienes tiempo y dedicas 10 minutos al día puedes recibir más gracias que una carmelita en tres horas

¿En qué sentido?

En que nos ayuda con el mayor sufrimiento que puede haber en la vida: ver sufrir a alguien amado y no poder hacer nada por él. Ante esta impotencia, siempre nos queda la oración: no es una varita mágica pero cuando rezo por alguien sé que Dios escucha mi oración y que –aunque no sé cuándo ni cómo, pues el tiempo de Dios es misterioso- le ayudara. La oración, además, también ayuda al prójimo aunque no recemos explícitamente por él.

¿Por qué?

Porque la oración nos transforma, dulcifica nuestro corazón: si soy fiel a la oración, me vuelvo más humilde, más dulce, más misericordioso, más atento a no juzgar –porque me doy cuenta de mi propia miseria-. Esto es un gran regalo para los que estén a mi alrededor. El corazón se tranquiliza y poco a poco uno se ve profundamente atraído por el misterio del amor de Dios: no hablo de cambios extraordinarios o extraños, sino a que de forma simple toda nuestra vida se unifica hacia Él. Y esto es porque es importante reconocer que en esta relación quien ama primero es Dios.

¿Y el hombre?

Responde. Es importante dar mi amor a Dios, pero lo es incluso más acoger su amor, es una actitud fundamental. Es creer que Dios te mira con una mirada de amor tal que no importan ni tu indignidad ni tu pobreza. Por eso no hay que salir de haber hecho, pongamos por caso, una hora de oración en la que no has estado al 100% diciendo “lo he hecho mal, he estado muy distraído, no he podido rezar bien…”.

Pero esta sería la reacción lógica, ¿no?

Sí, pero es caer en el orgullo. Lo que has de decirle a Dios en una situación así es “Señor, por mi parte esta hora que he pasado delante de Ti ha sido lamentable, pero a pesar de que yo estaba lejos, sé que Tú sí estabas ahí. Que aunque durante esta hora yo no haya hecho nada, Tú sí: me has mirado y me has amado. Gracias”. Siempre hay que salir contento de la oración, y es algo que han tenido que aprender incluso los santos, ya lo decía Santa Teresa de Jesús.

¿Qué decía?

Ella cuenta que le costaba mucho la oración, que se sentía seca y se dormía, pero lo interesante es cómo reaccionaba. No se culpabilizaba, sino que decía: “Debería entristecerme, pero no lo hago porque pienso que los niños agradan tanto a sus padres cuando duermen como cuando están despiertos, y que los médicos duermen a sus pacientes antes de operarles… El Señor se acuerda de que no somos más que polvo”. Esto, que tiene un toque humorístico, también esconde una gran reflexión. ¿Por qué anestesia un cirujano a su paciente?

Para que no sufra durante la operación.

Sí, pero también para poder trabajar tranquilo. Hay etapas en nuestra vida llenos de pobreza e impotencia en los que todo nos sobrepasa y lo único que queda es abandonarnos, dejarnos caer en los brazos del Padre. Estos son los momentos que usa Dios para sus operaciones más profundas y más positivas, aunque no veamos los frutos hasta más tarde. No podemos dudar de la fidelidad de Dios, de su misericordia.

El pecado más grave es la desesperanza, es dejar de confiar en Dios

Pero hay momentos en los que a pesar de eso, uno puede dudar de Dios, ¿cuál es la causa, según usted? ¿El pecado?

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No creo que el pecado nos aleje siempre de la oración, sino que muchas veces es al contrario: nos obliga a rezar. Dios se sirve de todo: ¿cuál dirías que es el pecado más grave?

No lo sé…

Yo creo que es la incredulidad, la desesperanza, la falta de confianza en Dios. No es el hecho de ser pecador lo que me separa de Dios: si yo lloro mi pecado y me tiro a los brazos de Dios, lo que era un pecado se convierte en una gracia. Cuanto más pecador soy, más tengo que rezar. El demonio es muy inteligente: a veces caemos en una falta y nos dice “no reces, escóndete, no puedes presentarte así ante Dios, eres demasiado horrible”. Y precisamente por eso hemos de rezar, ¿dónde voy a curarme si no en los brazos de Dios?

Por último, yendo a lo práctico, ¿cuál es la mejor manera de rezar?

Lo mejor es estar ante Dios tranquilamente, simplemente nutriendo nuestra mirada de amor a Él, como un pájaro que vuela y de vez en cuando aletea un poco. Es una oración muy simple, en la que de vez en cuando relanzamos la atención a Dios. El problema es que muchas veces no estamos así: nos distraemos, se nos va la mente…

¿Y en estos casos qué recomiendas?

En estos momentos son necesarios métodos para enfocar nuestra atención, como oraciones recitadas, hablar directamente con el Padre o el Hijo o usar el Evangelio. El método tradicional de la Iglesia desde siempre es partir de la Palabra de Dios para iluminar la oración. Sea para ver qué me dice la palabra o para pedir que Él me ayude a ponerla en práctica.

O sea, una meditación.

Sí, también la meditación es un método tradicional, pero hay que saber dejarla a tiempo: no consiste en pensar mucho, sino en ponerse en buena disposición ante Dios. Si al meditar un poco sobre el texto, hay algo que te toca especialmente o te llega profundamente, quédate en eso: tal vez repetirlo varias veces o dar vueltas sobre ese punto. Hay un versículo en la Escritura que he leído cien veces pero de vez en cuando me toca especialmente: “El Señor es mi pastor”. Él es mi pastor, yo su oveja, no me hace falta preocuparme… y esto me hace entrar en una disposición adecuada del corazón: esta es la fuerza de la Palabra, que cuando la acogemos en el corazón nos suscita una actitud de apertura y de amor a veces muy rica. Esta puede ser una muy buena base.

¿Son recomendables las oraciones recitadas como el rosario, por ejemplo?

Formas más simples de oración como el rosario, que es una oración repetitiva pero que tiene un ritmo, que nos tranquiliza, nos pueden ayudar también. En mi caso, cuando no logro recogerme y centrarme o estoy muy cansado como para leer cualquier cosa, a veces cojo el rosario, me confío a la Virgen y lo voy recitando. Me doy cuenta de que mi corazón se tranquiliza, que a lo mejor estoy distraído con la cabeza, pero no es importante, porque gracias a esta repetición la presencia de María tranquiliza mi espíritu y me pone en presencia del Señor.

¿Alguna conclusión final?

De lo que se trata es que cada vez sea menos una oración de pensamiento, de cabeza, y cada vez más una oración de corazón, que se abra a Dios, en una apertura y abandono que hace que la oración sea profunda.

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Fuente: Diario El Prisma


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10 mandamientos para una familia en Paz https://www.reinadelcielo.org/10-mandamientos-para-una-familia-en-paz/ Fri, 29 Dec 2023 08:19:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=12297 ]]> “La familia es una íntima comunidad de vida y amor” cuya misión es “custodiar, revelar y comunicar el amor” con cuatro cometidos generales (Familiaris Consortio):

  • Formación de una comunidad de personas
  • Servicio a la vida
  • Participación en el desarrollo de la sociedad
  • Participación en la vida y misión de la iglesia

Así es como debemos procurar crecer en el amor mutuo, Por tanto te proponemos estos 10 mandamientos para lograr una familia en paz. Siempre con Dios en medio de nosotros.

Ama a Dios, a tu familia y a ti mismo

1. Ten fe y vive la Palabra de Dios, amando a tu familia como a ti mismo.

2. Ámate y confía en ti mismo y en tu familia y ayuda a crear un ambiente de amor y paz a tu alrededor.

3. Reserva momentos para jugar y divertirte con tu familia, pues el niño aprende jugando, y la diversión aproxima a las peersonas.

rezar en familia (ft img)

4. Educa a tu hijo en la conversación, en el cariño y el apoyo. Ten cuidado: quien pega para enseñar está enseñando a pegar.

5. Participa con tu familia de la vida de comunidad, evitando las malas compañías y las diversiones que incentivan la violencia.

6. Procura resolver los problemas con calma y aprende con las situaciones difíciles, buscando en todo el lado positivo.

7. Comparte tus sentimientos con sinceridad, diciendo lo que piensas y escuchando los que los demás quieren decir.

8. Respeta a las personas que piensan diferente de ti, pues las diferencias son una verdadera riqueza para cada uno y para el grupo.

9. Da buen ejemplo, pues la mejor palabra es nuestra forma de ser.

10. Pide disculpas cuando ofendas a alguien y perdona de corazón cuando te sientas ofendido, pues el perdón es el mayor gesto de amor que podemos demostrar.

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Fuente: Aleteia.org


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Confía tu familia a los ángeles https://www.reinadelcielo.org/confia-tu-familia-a-los-angeles/ Thu, 28 Sep 2023 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=8826 El Papa Francisco en su exhortación apostólica “Amoris Laetitia” al hablar de la espiritualidad sobrenatural que acompaña a las familias menciona que:

“La presencia del Señor habita en la familia real y concreta, con todos sus sufrimientos, luchas, alegrías e intentos cotidianos. Cuando se vive en familia, allí es difícil fingir y mentir, no podemos mostrar una máscara. Si el amor anima esa autenticidad, el Señor reina allí con su gozo y su paz. La espiritualidad del amor familiar está hecha de miles de gestos reales y concretos. En esa variedad de dones y de encuentros que maduran la comunión, Dios tiene su morada. Esa entrega asocia “a la vez lo humano y lo divino”, porque está llena del amor de Dios” (Amoris laetitia, n 315).

Lo anterior nos permite descubrir la presencia, la acción y la ayuda que brindan los Santos Ángeles a todas las familias. Precisamente por esta presencia del Señor los Ángeles se alegran al poder servir a la familia y, al mismo tiempo, la contemplan como un espacio donde el amor de Dios se manifiesta.

ángel de la guarda (ft img)

Los Santos Ángeles se alegran con toda familia, pues la familia es el primer y el gran amor de Dios. En este sentido “Amoris Laetitia” enseña que “la fecundidad de la pareja humana es “imagen” viva y eficaz, signo visible del acto creador. La pareja que ama y genera la vida es la verdadera “escultura” viviente —no aquella de piedra u oro que el Decálogo prohíbe—, capaz de manifestar al Dios creador y salvador.

Por eso el amor fecundo llega a ser el símbolo de las realidades íntimas de Dios… la relación fecunda de la pareja se vuelve una imagen para descubrir y describir el misterio de Dios, fundamental en la visión cristiana de la Trinidad que contempla en Dios al Padre, al Hijo y al Espíritu de amor. El Dios Trinidad es comunión de amor, y la familia es su reflejo viviente…La familia no es pues algo ajeno a la misma esencia divina” (nn. 10-11).

Y es que la Santísima Trinidad es familia: “Nuestro Dios, en su misterio más íntimo, no es una soledad, sino una familia, puesto que lleva en sí mismo paternidad, filiación y la esencia de la familia que es el amor. Este amor, en la familia divina, es el Espíritu Santo” (n. 11).

Esto hace que los Santos Ángeles se admiren y asombren, pues ellos por su naturaleza no pueden conocer lo que es tener un Padre, lo que significa ser Hijo. Así en cada miembro de la familia los Ángeles ven un reflejo de la Santísima Trinidad, y por ello tienen un gran respeto y reverencia por cada uno de los miembros de la familia.

Cabe anotar que asi como los Ángeles contemplan esta realidad sobrenatural presente en cada familia, también los demonios desean destruir esta imagen de la Santísima Trinidad poniendo falsas visiones de lo que constituye una familia dentro del plan de Dios.

En este sentido, el Papa Francisco en el Capítulo Segundo de “Amoris Laetitia” presenta algunos desafíos para las familias, ante los cuales desafíos surge una pregunta: ¿cómo ayudan los ángeles a las familias?, ¿cuál es la asistencia que prestan?.

  • Los Ángeles traen a la familia la alegría del amor; y esto porque la mayor alegría posible es la unión con Dios, es hacer parte de la familia de Dios. Así mismo los Ángeles nos ayudan para ver y alegrarnos por el gran bien que es la familia, tú familia, la de cada uno es un bien. Alégrate por ella, alégrate por los miembros de tu familia y esto nos lleva a la gratitud interior, no encerrarnos en nosotros mismo o en mantener relaciones por conveniencia. Alegrarnos simplemente por el hecho de estar juntos, de compartir.
  • Los Santos Ángeles son portadores de la luz de Dios para toda familia. Ellos al contemplar es rostro de Dios (Mt.18,10) están llenos de la luz divina y quieren irradiarla, iluminar nuestro hogar, nuestra familia con esa luz. Para ello los Ángeles nos invitan a orar, la oración en familia trae, alumbra, calienta el hogar. Con esta luz se vence toda oscuridad, toda desesperanza y tristeza, esta luz impide que las tinieblas se ciernan sobre el hogar, por ello esta luz nos trae la esperanza, el optimismo y el valor ante dificultades o situaciones de dolor y tristeza.
  • Nos comunican la voluntad de Dios y esto lleva a que el Ángel de la Guarda de cada miembro de la familia le inspire la vocación, este es el mensaje más importante, pues en la vocación, en responder a este llamado se encuentra el plan de Dios para nuestra felicidad y santificación. En este sentido es necesario respetar y acoger con agradecimiento cada vocación que surge en la familia.
  • Los Ángeles, como el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo, son invitados a entrar en la fiesta de la misericordia de Dios y ellos, a diferencia del hermano mayor en la parábola mencionada, entran y se alegran de la reconciliación ofrecida por Dios a cada uno. En este sentido, los Santos Ángeles nos invitan a la reconciliación con Dios y con los demás miembros de la familia.
  • Así como el profeta Isaías tuvo que ser purificado por los Ángeles (Is. 6,6), de igual manera el Ángel de la Guarda nos lleva a purificar nuestro amor, un amor desinteresado, donde no se haga cuentas de cobro, sino un amor que se entregue, incondicional.
  • Los Santos Ángeles buscan que las familias se comprometan en la lucha contra el demonio y el pecado, que solo more el amor y la santidad de Dios. Precisamente esto nos enseña el libro de Tobias donde el arcángel San Rafael presta su ayuda y presenta sus oraciones. El hogar de Tobias es un hogar donde hay el temor de Dios y un celo por el cumplimiento de la ley de Dios, asi como la obediencia de los hijos hacia los padres.
  • La fidelidad entre los miembros de la familia. No hablar mal de mi familia con otros, no criticar con otros a los que son de mi familia y en esto San Miguel Arcángel nos presta una gran ayuda pues es el Arcángel que se mantuvo fiel.
  • Todas estas ayudas nos prestan los Ángeles para que nuestra familia viva esa alegría del amor, esa alegría de la presencia del Señor en medio de nosotros.

Oración de una mamá al Ángel de su hijo

A vosotros, Santos Ángeles de la Guarda, amigos fieles enviados por Dios a mis hijos, me dirijo con confianza. Alcanzadme, ante todo, la gracia de poder educarlos a todos para Dios y para el cielo. Protegedlos donde mis ojos no les pueden ver. Acompañadlos donde mis pies no les pueden seguir. Exhortadlos donde ya no les alcanza mi voz. Guiadlos y salvadlos para el cielo. Dios os recompense vuestro amor. Amén.

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Fuente: Aleteia.org


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Corazón simple https://www.reinadelcielo.org/corazon-simple/ https://www.reinadelcielo.org/corazon-simple/#comments Fri, 22 Sep 2023 09:39:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=352 Siempre llamó mi atención aquella gente con un corazón sencillo, aquellos que hacen de lo complejo, de lo sofisticado, algo cotidiano, entendible por todos. Gente que quizás habla de cosas importantes, pero tiene en su forma de expresarse una capacidad de llegar al fondo de su mensaje de inmediato.

Sea cual fuere el tema del que esas personas hablan, llegan al corazón, el alma se siente atraída. Gente muy sencilla, que quizás sólo nos sirve o ayuda en determinado punto de nuestras vidas. Rostros sonrientes, dispuestos a ayudarnos, adaptarse y comprender. ¡Dan ganas de sentarse a hablar con esa gente, a saber de su vida!. Ellos no buscan complejidades, no desconfían más de la cuenta, hablan de modo abierto y claro, tienden a creer y a confiar, ven en la gente lo bueno. La simpleza de corazón se opone a esa otra postura, la de buscar siempre los motivos para no creer, la de dudar de todo, la de complicar las cosas, la de plantear siempre obstáculos y objeciones, la de esperar que finalmente algo nos de la excusa para descalificar.

Esta actitud frente a la vida, la de hacer lo complejo algo sencillo, la de creer, confiar, de poner una sonrisa y un deseo de hacerse entender y querer por el prójimo, es una parte importante del amor. Porque el amor es simple y Dios es simple, El hace las cosas de Su Reino sencillas para nosotros. Pero también pone un velo entre Sus misterios y nuestro entendimiento. Es por este motivo que es tan importante no querer ver o saber más allá de lo que Dios quiera que veamos. ¡Sólo creer en El!.

Esta actitud, la de creer, proviene de un corazón sencillo. Creer, con un alma abierta a las cosas del Reino, más allá de que la mente, nuestro intelecto, no alcance a comprender lo que percibe. Es muy difícil tener fe en Dios si queremos procesar todo a través de nuestra razón. La soberbia, origen de todo pecado porque proviene de quien quiso ser como Dios en los inicios de los tiempos, nos arrastra a querer ver donde no debemos, a querer comprender donde no podemos, y finalmente a creer sólo si nuestra razón comprende. ¡Sólo Dios puede comprender Sus cosas!.

sencillos de corazón

Cuando veo tanta gente sencilla en los lugares donde se expresa la fe en Jesús y en María, Santos y Angeles, en el Reino de la Santísima Trinidad en pleno, no puedo dejar de admirarme de la sencillez de esos corazones que creen, no preguntan, no se hacen planteos más allá de la fe o las enseñanzas que Jesús nos dejó a través de Su Palabra. ¡Benditos esos corazones plenos de sencillez y fe, bienaventurados los sencillos y humildes de Corazón!

Y que difícil es la prueba cuando Dios da la gracia de tener una mente desarrollada, una educación elevada. El propio don que Dios da se puede transformar en el motor de nuestra soberbia: vaya, si somos gente inteligente, ¿como podemos creer en estos tiempos en estas cosas, inexplicables para la ciencia del hombre?. Cuanta soberbia se esconde en esta pregunta, pero cuan a menudo se la escucha, o se la piensa. El mundo moderno ha desarrollado tal soberbia, que ha dejado poco espacio para las cosas del Señor, que son por supuesto inexplicables, porque pertenecen a un nivel de pensamiento, el Pensamiento Divino, al que el hombre jamás podrá llegar.Es por este motivo que da gran alegría ver gente con dones intelectuales y buena educación, que también tiene un corazón sencillo, y cree en las cosas de Dios sin preguntarse. Esos hermanos han pasado una prueba importante, han llegado a rozar la verdadera sabiduría, la de hacerse pequeños y aceptar la Omnipotencia Divina sin preguntar ni por qué, ni cómo, ni cuando, ni donde.

Sólo aceptar, orar, adorar al Señor, y disfrutar de los pequeños detalles que El nos permite ver, de Su maravilloso Reino.


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El poder de la fe https://www.reinadelcielo.org/el-poder-de-la-fe/ Tue, 21 Mar 2023 07:12:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=465 Resulta extraordinario advertir en las Sagradas Escrituras como Jesús no realizaba milagros si es que de algún modo alguien no lo pedía abiertamente, con fe. Este aspecto particular del modo en que nuestro Señor actuó cuando estuvo entre nosotros no debe escapar a nuestra atención, a nuestra meditación, porque El nada hizo sin un profundo propósito, sin una finalidad concreta dentro de Su Plan de Salvación. Y mucho menos en este caso, en que fue tan consistente su actuar frente a las necesidades de hombres y mujeres de la Palestina de aquellos tiempos.

Podemos pensar en aquellos leprosos que le gritaron pidiendo la curación, o en el ciego que exclamada ?piedad Hijo de David?, o en el Centurión que le dijo ?no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra Tuya bastará para sanarlo?. En algunos casos eran las madres que pedían por sus hijos con gran fe. En otros eran gestos sin palabras, pero plenos de una manifestación profunda de fe, como la mujer hemorroísa que le tocó el manto sin siquiera decírselo, segura de que de ese modo sería curada. Otros abrían huecos en el techo y descolgaban a sus enfermos en camillas para lograr de ese modo colocarlos a Su lado.

Cruz de Jesús

En mi corazón, sin embargo, se han anidado las imágenes en que María, la Virgen Madre del Señor, fue la que empujó con su fe a la manifestación del milagro. En las bodas de Caná fue Ella la que le pidió que resuelva la falta de vino. Jesús pareció apelar el pedido de Su Mamá, para finalmente convertir el agua en vino. Sin embargo, fue en la anunciación donde este particular especto del actuar de Dios se manifestó de la manera más gloriosa y quedó retratado en la retina de los ojos de los siglos, para no borrarse nunca más.

Dios había decidido hacerse Hombre, y vivir una vida como la nuestra, pero sin mancha, una vida perfecta en Santidad. Y había elegido el lugar y el momento, y a la mujer que habría de ser Su Tabernáculo durante nueve escondidos meses, antes de salir a la luz del mundo a dar inicio a la era de la Salvación. También había Dios elegido el modo en que realizaría todo esto, a través de Su Santo Espíritu que sería Esposo de la Mujer elegida para tan extraordinaria obra. Sin embargo, no quiso El forzar decisión alguna, y dando muestras de la más excelsa caballerosidad y respeto por la voluntad de tan extraordinaria mujer, envió un embajador a preguntarle si es que Ella aceptaba y adhería a tan celestial propuesta.

Si, Dios quiso que sea la criatura la que diga sí, acepto. Y la Virgen dio la más maravillosa respuesta que persona alguna jamás diera, o volverá a dar. Ella dijo que si, abriendo las puertas al milagro de la Encarnación. Ese sí nos enseña que Dios obra cuando obtiene nuestra adhesión, nuestra más firme y sincera fe, fe que es expresión del libre uso de nuestra voluntad con una finalidad santa.

De este modo comprendemos que Dios no obra en automático, no anda por el mundo haciendo milagros aquí y allá de acuerdo a las necesidades del hombre. El mira nuestros corazones y espera nuestro gesto de fe, nuestra adhesión a Su Voluntad. Muchas veces nos incomoda y sorprende este particular modo de obrar del Señor, porque eso nos coloca en situaciones incómodas, nos obliga a actuar de maneras que van en contra de las reglas del mundo. Cuanto más fácil sería que Dios viera en nuestros corazones y actuara como con un piloto automático. Claro que El puede hacerlo, pero no sería eso bueno para nuestras almas, no serían nuestros actos los pequeños escalones o peldaños que nos eleven más y más hasta alcanzar las alturas espirituales que nos lleven a conocerlo y amarlo.

Dios uno y trino

Dios necesita de nosotros, no porque El no sea Omnipotente, sino porque Su Voluntad es nuestra salvación. De este modo, necesita que aceptemos Sus sutiles invitaciones e insinuaciones, que tomemos la iniciativa y hagamos explotar nuestra más sincera manifestación de fe. Que se ha acabado el vino, como dijo nuestra Madre en Caná. Que quiero recobrar mi vista Señor, que quiero que mi Hijo recobre su salud, mi Señor, que quiero la conversión de mi familia, mi amado Dios. Y si Dios quiere que seamos Sus instrumentos para dar testimonio de Su amor, de Su poder, ¿cómo podemos decirle que no? ¿Que si El podría obrar en automático y actuar sin nosotros? Por supuesto que podría, ¿pero qué bien enriquecería a nuestras almas entonces?

La fe es el gesto que Dios espera, antes de obrar, antes de intervenir. Jesús nos quiere revestidos de fe, porque esto literalmente derrite a Su Voluntad, haciendo que Su Amor se derrame sobre el mundo utilizándonos a nosotros como canal, como hilo conductor. Por eso es que Jesús dijo que si tuvieramos fe del tamaño de un grano de mostaza, podríamos obrar prodigios. Por supuesto que no seríamos nosotros los que obrariamos esos prodigios, sino el propio Dios, quien no podría resistir tan extraordinario gesto de nuestra parte.

Que Jesús no nos deba decir nunca “hombres de poca fe”, sino que nos mire orgulloso y nos diga en el corazón “Mi Voluntad bendice tu fe, tu fe es la llave que abre las puertas de Mi Sagrado Corazón”. Que así sea.


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Darle valor al dolor https://www.reinadelcielo.org/darle-valor-al-dolor/ Fri, 24 Feb 2023 12:34:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=575 ]]> Es notable como la misma circunstancia en la vida de la misma persona, puesta en distintos planos espirituales, pueda tener significados tan diametralmente distintos. Déjenme explicarles qué es lo que trato de decir: mi cuadro se refiere a esos momentos en que el dolor oprime nuestro cuerpo o nuestra alma, bajo la forma de enfermedad, o angustia, o tantas otros modos de poner bajo una tonelada de concreto nuestra confianza en un futuro pleno de felicidad. Momentos de oscuridad, donde nos parece imposible que fuéramos felices en el pasado, o que tuviéramos la capacidad de tener una visión positiva encumbrada en nuestra alma.

En el Cielo, en ese momento, se produce un profundo silencio. Dios nos está mirando, a la expectativa de nuestra reacción. Y con El, todos los Ángeles y los santos miran extasiados el conmovedor momento que se puede contemplar: el Dios Creador y Omnipotente tiene puesta Su Mirada en una pequeña criatura allá abajo, con la esperanza de que ocurra algo maravilloso. La situación se transmite de corazón a corazón, todos esperan que esa alma tome el camino que Dios espera, que responda gloriosamente al momento de prueba.

Petición al cielo (ft img)

Pero, tristemente, en la mayor parte de las oportunidades fallamos y dejamos al Cielo todo con un rostro triste, empezando por nuestro amado Jesús. Sin comprender cual es el camino del amor, nos enojamos con Dios, o nos dejamos abrumar por la falta de esperanza, o buscamos soluciones humanas confiando en nuestras fortalezas personales, ignorando al que es el Único dueño de nuestras verdaderas fortalezas. Si simplemente fuéramos capaces de levantar la mirada al cielo y pedir ayuda a Dios, o elevar una oración. Dios, ante nuestro olvido de El, se vuelve triste a los suyos y encuentra consuelo en quienes están unidos a Su infinito Amor. El silencio envuelve ese instante, en que una oportunidad fue derrochada por un alma que no logra encontrar el camino correcto.

Pero, qué distinto es lo que ocurre cuando esa misma alma se despierta de su letargo, y envuelta en la humana oscuridad del miedo o el dolor, levanta la mirada y busca consuelo en Su Único Amor, nuestro Salvador. En ese instante una luz intensa ilumina el rostro de Jesús, que emocionado mira a Su Madre y la abraza. Ángeles y santos estallan en un único grito de alabanza a las glorias del Salvador, que tiene en ese instante una gota de la Sangre derramada en la Cruz, devuelta a Su Trono en forma del amor de Sus criaturas.

Pero una mayor alegría aún estalla en el Reino si esa misma alma sufriente entrega en ese instante su dolor a Dios en beneficio de las almas pecadoras, de las almas del purgatorio, de todos aquellos que necesitan de reparación y penitencia. Ese corazón, en lugar de orar para que el dolor se detenga, ofrece todo en ayuda de la obra de la Salvación, y así se transforma en alma corredentora.

Sin embardo, es el éxtasis supremo el que brota en el Cielo cuando esa alma agradece el dolor del Señor, y pide aún más dolor, porque sabe que se trata de un honor inmerecido el de compartir la Cruz de Jesús aunque más no sea un instante. Esas almas agradecen el dolor, y piden más, piden llevar la cruz con humildad y silencio. Se puede decir que han llegado a la esencia de la santidad, al punto en que el alma ha comprendido la misión de vida en el paso por la tierra.

El Cielo canta y se pone de fiesta cuando un alma pasa la prueba, la alegría se contagia de uno a otro, porque una oveja perdida del rebaño ha vuelto a casa, ha entrado en las verdes praderas que el Buen Pastor nos ha preparado. Esa alma tiene que conservar ahora ese tesoro, y multiplicarlo, para lograr llegar al término de la vida terrenal con la llave de entrada al lugar de las eternas delicias.

Cuanta sencillez forma el pensamiento de Dios, tan distinto a nuestras complejas madejas intelectuales, a nuestros modos tan humanos de justificar nuestra falta de amor. ¡Si es tan sencillo! Para amar, sólo hace falta estar dispuesto a dejar de lado todas las necesidades terrenales, humanas, cuando el Señor quiere hacernos socios de Su Dolor. Darle valor al dolor, a nuestros miedos y angustias, y hacer sonreír a Dios, es fundamentalmente hacerle un favor a nuestra alma, que purificada avanzará por esta vida con mayor sabiduría, por medio de la gracia que nos concede el Espíritu Santo.


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Avanza el enemigo https://www.reinadelcielo.org/avanza-el-enemigo/ Fri, 21 Oct 2022 10:47:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=494 Todos los días vemos algo que nos asusta, o nos conmueve, o nos escandaliza. Una nueva legislación aceptando el aborto, ese crimen abominable. O un nuevo avance de la negación de la distinción clara entre hombre y mujer, promoviendo la libre elección del ?género? por parte de las personas. O quizás una nueva iniciativa contra la libertad religiosa, atacando a quienes desean hacer de Dios el centro de sus vidas. No falte un nuevo país tomado por el ateísmo militante, ese tipo de liderazgo político que trata de “matar” a Dios en la sociedad gobernada. O una nueva escalada de jóvenes tomados por el alcohol o las drogas. Alrededor nuestro, publicidad que promueve toda clase de perversiones como “modelo de vida”.

Padre e hijo

Ser padre en estos tiempos hace a uno sentirse “esclavo de sus propios hijos”, ya que ese es el ejemplo que ellos reciben en sus escuelas, o en las casas de sus amigos. ¿Cómo educarlos en un modelo que es diametralmente opuesto al que el mundo les propone? Uno desearía sentarse a hablar con los padres de los amigos de nuestros hijos, o con sus maestros y profesores, para intentar “cambiarles el entendimiento de lo que la vida significa en realidad”. Pero la marea de “ideas distorsionadas” es tan fuerte que uno suele encontrarse en seria desventaja numérica, e inmediatamente sujeto al mote de “recalcitrante fanático religioso” o cualquier otro calificativo similar. En cualquier caso, con algunas miradas basta para comprender como nos ven, en líneas generales.

En estos tiempos, leer el periódico o mirar las noticias produce sufrimiento y angustia. Sin embargo, hay una pregunta que duele mucho más que las noticias horrorosas que nos invaden. ¿Cuánta gente se da cuenta de lo que realmente esta pasando? ¿Cuántas personas creen que muchas de esas cosas son normales, o hasta buenas, o quizás fruto del progreso del mundo? Lo más triste es que la respuesta es “muchos”. ¿Cuantas madres promueven el alcohol en sus hijos diciendo que “a esa edad yo también lo hacía, es parte de la locura de la juventud”? ¿O cuantos ven con buenos ojos que se elimine a Dios de la vida de la sociedad con el argumento de que “hay que dejar que cada uno decida que hacer con su vida privada”? En la misma línea, ¿cuantas familias evitan el bautismo de sus hijos “porque ellos deben ejercer su libre opción una vez adultos”? Me pregunto, la decisión de traerlos al mundo, ¿quién la tomó? ¿Acaso no fueron sus padres?

La confusión avanza a pasos agigantados, y es tan destructivo su poder, que el deterioro del mundo es bienvenido a brazos abiertos por la mayor parte de la humanidad. ¿Qué debemos hacer? ¿Acaso ser simples espectadores de esta tragedia que empuja al mundo barranca abajo, hacia un precipicio de dudosa pendiente y más dudosa aún profundidad? Definitivamente no. Aquellos que creemos en Dios, y tenemos la formación necesaria para advertir lo que ocurre, debemos actuar.

Lo dijo claramente Juan Pablo II, “la Iglesia es misionera y los cristianos debemos vivir una vida de misión”. Este principio básico que impulsa nuestra vida como miembros del Cuerpo Místico de Cristo, se puede definir de modo tan simple como el de embarcarnos en una Nueva Evangelización. La difusión del Evangelio y de la Buena Noticia de Jesucristo como Salvador de la humanidad es nuestra causa de vida, es la sangre que corre por las venas de la Iglesia. La misión es personal e indelegable, cada uno de nosotros tiene ese mandato impreso en la Voluntad de Dios para nuestro tránsito por esta vida.

Cruz

El deterioro del mundo, tan visible y en continuo movimiento, no es excusa ni explicación para que la ardua misión de la evangelización se detenga. Todo lo contrario. Dios nos llama a una Nueva Evangelización como respuesta a este ataque a la esencia de la fe. Recuerdo aquellas épocas en que la caída del muro de Berlín dio por tierra con el sueño de una ?sociedad sin Dios? que el modelo comunista había impuesto a fuego y terror durante décadas. Mirando retrospectivamente, pienso que muchos asumimos que esos ataques a la libertad religiosa iban a quedar en el olvido. No. El mismo “espíritu destructor de almas y corruptor de conciencias” encontró el modo de atacar de modos mucho más sutiles, pero siempre con el mismo propósito.

La Nueva Evangelización es la respuesta que debemos dar, porque Jesús es la única solución a todas nuestras necesidades. Sin Jesucristo, nada se logra, la vida transita vacía y sin propósito. Esto no quiere decir imponer a los demás nuestras convicciones religiosas a fuego y espada, sino todo lo contrario. Dios no obliga a nadie, mucho menos podemos nosotros. La Evangelización debe realizarse con el suave ?guante del amor?, de tal modo que nuestra acción misionera convenza a las almas de que Jesús ha tornado nuestro corazón, nos ha dado paz y alegría, aún en medio de las inclemencias de la vida.

El amor a Dios es lo que hará que la gente comprenda el horror del aborto, la miseria del alma sujeta al alcohol o las drogas, la inviolabilidad del principio de que “un hombre es un hombre y una mujer es una mujer” tal como Dios los ha creado, y la trascendencia de defender la libertad religiosa de las personas, sin limitar su fe ni su vida espiritual. La paz en el mundo no se logrará sin que volvamos nuestras miradas al Creador, a Aquel que nos ha dado todo para que seamos felices, no para nos matemos entre nosotros en medio de disputas interminables.

Avanza el enemigo, a paso redoblado, pero no somos ajenos a lo que ocurre, sino todo lo contrario, somos actores centrales en este escenario que es el mundo. Dios espera mucho de Su pueblo, porque si no somos nosotros quienes lo ayudamos a arrojar Luz y Verdad, ¿cómo se hará visible, para esta humanidad, el Camino hacia la Vida?


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¡Me hundo, Jesús! https://www.reinadelcielo.org/me-hundo-jesus/ Fri, 07 Oct 2022 10:18:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=430 ]]> ¿Cómo es que hasta un instante atrás estaba caminando con confianza por la superficie y en medio de las olas, y ahora me hundo sin más perspectivas que llegar al oscuro fondo del lago? Pedro debió haber pasado de la alegría sin igual de sentirse sostenido por Dios, desafiando a la naturaleza intrépida, a la más profunda desesperación de sentirse abandonado y sujeto a una muerte horrenda. ¿Qué habrá ocurrido en su corazón, en su mente, que provocó pasar de modo tan súbito de un estado al otro?

Una sombra de autosuficiencia, un olvido repentino de que su caminar por sobre las aguas no era mérito suyo sino una gracia concedida por Jesús. Ese breve momento de cavilación, de duda, fue suficiente para que Pedro, el hombre, soltara la mano invisible de Dios y quedara sujeto a sus propias fuerzas. Fuerzas que no sirven de nada, que conducen a una caída segura en manos de la soberbia humana.

Una sombra de miedo, un dudar de la seguridad de esa invisible Mano Divina que lo sujetaba y hacía deslizar seguro por las crestas de las olas del lago. Miedo que paraliza, que tensa músculos y pensamientos hasta hacernos como estatuas de sal que azoradas observan su destino sin poder reaccionar. Pedro, nublada la fe que lo había lanzado seguro sobre la borda del bote de pescador rumbo a los brazos de Jesús que lo llamaban desde el mar tempestuoso, pasó a ser sólo eso, Pedro. Ya no más el apóstol unido a Dios por la seguridad de Su Divinidad. Sólo Pedro, el hombre.

Pedro se hunde en el agua

Una sombra de esperanza. Los ojos de Pedro miraron y miraron olas y su cuerpo que se hundía, mientras nada parecía poder detener su naufragio. Pero una luz iluminó sus ojos de hombre desesperado, los ojos de Jesús que lo invitaban a llamarlo. Pedro, pídeme que te ayude, llámame. Pedro, ten fe en mi, no en tus fuerzas. Pedro, confía en mi aunque te estés hundiendo, ¿acaso no te lanzaste a caminar por el mar para venir a Mi encuentro? Pedro, extiende tu mano hacia mí, y presto como un ángel volaré a rescatarte.

Una sombra de fe se asomó a los ojos de Pedro. Ya no más el mar ni su cuerpo hundiéndose, sino la mirada del que todo lo puede. Una sombra de fe que creció hasta iluminar el rostro de Pedro, haciéndolo nuevamente Pedro, el Apóstol. Jesús, sin demorarse un instante, rescató a su demasiado humano discípulo, el que sería pilar de la naciente Iglesia. La Mano de Dios fue tendida al amigo, al Apóstol que vacilante se abrazó a su Jesús, a su Salvador. No más angustia, no más miedo, sólo seguridad en los Brazos del Mesías esperado.

En la experiencia de Pedro en el Lago de Genezareth podemos vernos reflejados, proyectados. Nada obstaculiza nuestra capacidad de sujetarnos firmes a la Invisible Mano de Jesús y dejarnos sostener, mientras caminamos sobre las aguas de este mundo con fe y confianza. Debajo de nosotros el mundo ruge, las olas de la sociedad moderna nos envuelven amenazadoras, tratando de hundirnos en la oscuridad de la civilización que se olvidó de Dios. Paso a paso, confiados y valerosos atravesamos las olas más altas y los vientos más violentos, que arrojan agua sobre nuestro rostro. Sin embargo, con qué frecuencia nos olvidamos de la Mano que nos sujeta y, como Pedro, nos hundimos sin remedio y envueltos en mares de angustia. El mundo, en esos momentos, nos traga como un enorme monstruo que seduce y confunde, atonta y subyuga.

Cuando el mar más aúlla a nuestro alrededor, más nos debemos sujetar a la fe y la confianza, al amor y la esperanza que vienen del Señor. Nuestras fuerzas nada pueden, nada logran. Todo debemos confiar a Jesús, que con inmenso amor nos mira y nos invita a pedir Su ayuda, Su Salvación. Cuando Pedro estuvo a salvo, sintió vergüenza de haber fallado en su confianza en Jesús. Iba a fallar otras veces, muchas más, pero siempre volvió a Jesús. Su voz una y otra vez lanzó el grito que salva, que abre las puertas del Cielo: ¡Me hundo, Jesús, sálvame!


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La conversión de una científica https://www.reinadelcielo.org/la-conversion-de-una-cientifica/ Wed, 17 Feb 2021 21:48:26 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=25421

La Vida es un regalo. La vida nuestra y la vida de nuestros seres queridos. Qué pena que no lo sintamos cada día con la intensidad que lo sentimos cuando nace un hijo o cuando alguien se cura de una enfermedad que no tiene cura de forma milagrosa. La vida es un regalo y un milagro. Hace unos días estuve en contacto con alguien que tiene una persona cercana, con COVID-19, con la cual se ha visto frecuentemente. Inevitablemente temí contagiarme, yo y mis seres queridos. Temí que alguno de nosotros fuera a enfermar y morir. Y reflexioné de qué me arrepentiría si muero. Sin dudas, de muchas cosas que podría haber hecho mejor, de muchas cosas que podría haber agradecido más, de muchas cosas que podría haber amado más. Pero lo que me surgía una y otra vez, era no haber terminado de escribir mi testimonio de Fe. Lo empecé al inicio de la cuarentena y aún no lo he terminado. Espero que este temor de perder el maravilloso regalo de la Vida me empuje a terminarlo para Gloria de Dios.

Querida Misión de María, Nuestra Señora del Cielo

Hace tiempo que siento en mi corazón el deseo profundo de testimoniar todo lo que significó y significa para mi María, Nuestra Señora del Cielo. A pesar de este enorme y profundo deseo, muchas veces quise sentarme a escribir esta historia, pero por un motivo u otro nunca tenía tiempo o nunca me animaba. Es increíble como encontramos siempre excusas para no ocuparnos de lo realmente importante.

Si tuviera que resumir lo que ocurrió en mi vida desde que la conocí a María, Nuestra Señora del Cielo, creo que las palabras más simples y claras para expresarlo serían ¡ELLA ME CAMBIÓ LA VIDA!

No sé cómo contar la historia, ni siquiera sé cómo empezar, pero confío en que el Espíritu Santo ilumine cada palabra que escriba para transmitir con fidelidad la historia de mi conversión, la historia de mi alma, que aún es una historia que se escribe día a día, pero hace relativamente poco tiempo dio un vuelco increíble y me permitió nacer de nuevo. Creo que agradecer es lo primero que debo hacer. Agradecerle a María por el amor maternal que me da, agradecerle que me haya buscado y me haya sacado de esa vida sin Dios. GRACIAS Reina del Cielo, Gracias por Cambiarme la Vida.

Todo empezó con el amor. Me enamoré de un chico bueno y católico. Aunque él se enamoró más de mí, en un comienzo. Y me invitó a salir. Él ya sabía lo que quería. Quería casarse conmigo. Yo dudaba, pero poco a poco me fui enamorando. Me gustaba pasar el tiempo con él, hablábamos de cosas profundas, pero a veces la razón me nublaba. Esa cruz que tenía colgada del cuello me ponía nerviosa. Para mí en ese momento que Seba fuera católico era algo negativo, me aterraba. Me imaginaba cosas raras, ritos extraños, hipocresía, machismo. Lo único que había escuchado toda mi vida respecto de la iglesia era negativo, ¿por qué debería dudar? Me crie en una familia atea, o más bien, una familia progresista que rechazaba totalmente a la Iglesia católica y todos sus exponentes. La Iglesia, la religión, Jesús y María para mi eran desconocidos. Y lo desconocido da miedo.

Sin embargo, Dios se las ingenia para llegar a los corazones de sus hijos. Busca las maneras y no se da por vencido. Ya había tenido un novio católico. Una relación muy inocente que terminó al tiempito. Nuevamente me había enamorado de un chico católico. Una y otra vez me preguntaba, ¿Cómo puede ser?, habiendo tantos ateos!!!! Pero su corazón y su mente me atraían, conocí a su familia y la luz de Cristo que brillaba en ellos me deslumbró. Pero aún no lo entendía, ni lo veía con esta claridad. Había muchas contradicciones en mi corazón. Eso que yo racionalmente rechazaba, me atraía. No quería ir a lo de Seba porque bendecían la mesa ¡Qué nervios me daban cada vez que era la hora de comer! No sabía ni qué
tenía que hacer. Para cada rincón de la casa que miraba, había un santo, un cuadro de la Virgen, una cruz. Me atraía y lo rechazaba. Sentía Paz en su casa llena de hermosas imágenes religiosas, pero también pensaba con mi mente racional, ¿No será mucho?

Si bien mis padres habían sido formados en colegios cristianos y se habían bautizado y tomado la comunión, mi grado de ignorancia respecto a la religión era desmedido. No sabía nada y lo poco que sabía eran distorsiones, información equivocada de la doctrina, de las tradiciones. Pero yo creía que sabía mucho y hasta opinaba con mucha seguridad sobre temas que ni siquiera entendía. Cuando conocí a Seba tenía 26 años y no sabía el padrenuestro, ni hablar del credo, el avemaría, ni ninguna de las oraciones que ahora rezo fervorosamente. No sabía que era un Santo, no entendía que Navidad era la celebración del Nacimiento de Cristo, para mi Pascuas era un feriado largo y que era una misa superaba todo mi entendimiento. A la iglesia había entrado contadas veces para algún casamiento, pero mi actitud era burlona y superada. Y de la Virgen, ¿Qué sabía yo de ella? ¡¡¡¡Nada!!!! Solo que la gente decía que había una mujer que había tenido un hijo llamado Jesús, siendo virgen. Como mínimo para mí era raro, ¿cómo podía haber gente en el siglo XXI aun creyendo eso Mucho tiempo después entendí que todas esas imágenes eran de la misma María que se aparecía en diversos lugares para llegar al corazón de sus queridos hijos.

En la casa de Seba había algo que me recordaba a la casa de mis padres, había una biblioteca llena de libros. Siempre amé leer desde pequeña. Ir a la biblioteca y elegir algún libro siempre era una aventura para mí. Bastó tener un poco de confianza con la familia de Seba para animarme a acercarme y ver los libros que allí había. Pero esa biblioteca era otra cosa. No era igual a la de la casa de mis padres. Estaba llena de luz y verdad, la vida de santos, testimonios de conversión, libros sobre caridad, sobre el catolicismo. Yo mientras seguía inmersa en mi mar de dudas y buscando respuestas me acerqué. Empecé leyendo libros. Eso sabía hacerlo. No tenía miedo de leer. Nada de lo que leyera podía cambiar mi pensamiento (al menos eso me decía mi mente). Eran simples libros. Y empecé por uno, seguí por otro, y otro más. Primero los más simples, relacionados a la vida matrimonial según el catolicismo. No quería llevarme sorpresas. Ya habíamos decidido casarnos. Sería en una ceremonia mixta entre una atea y un católico. Seba nunca me presionó. Su familia tampoco. Ese respeto enorme por mi individualidad y mi pensamiento me conmovía y me impresionaba. Compartían su Fe, pero no la imponían.

Teníamos un acuerdo claro con Seba. Lo único que él me pedía, lo único que no iba a negociar era el bautismo de nuestros hijos. Después tendríamos que discutir todo. Me parecía razonable. Si bien yo no entendía el sentido del bautismo y ni siquiera estaba bautizada, me parecía lógico ceder si para él era importante.

En 2011 por trabajo tuve que ir a Montreal, Canadá por tres meses. Viajé sola, justo allí vive la prima de Seba, Inés. Ella me hospedó en su casa sin siquiera conocerme. Que increíble su caridad, su paz. Ella también tenía una biblioteca. Nuevamente fui a ese lugar que tanto me gustaba. Agarré un libro pensando que era una novela interesante “La Sombra del Padre” de Jan Dobraczyński. Nunca me imaginé que era la historia de San José. ¡Como me conmovió ese libro y cuanto me ayudó a entender que Navidad era la celebración del Nacimiento de Jesús! Hoy me resulta increíble que no lo hubiera entendido antes. En la casa de mis padres, se celebraba Navidad, siempre ha estado el arbolito y por tradición también el pesebre, pero el centro era la reunión familiar, los regalos, la comida, el brindis. Con tantas cosas, me distraje y nunca lo vi ahí tan pequeño, en el pesebre, al pequeño Niño Dios. Justo, leí la historia de San José, en Montreal, donde se encuentra el Oratorio San José, construido por obra del Santo Hermano André. Con Inés empecé a ir a misa un poco por curiosidad, un poco para conocer la ciudad. Los templos eran hermosos y si bien no entendía nada, porque las misas eran en francés, me gustaba ese momento. Por primera vez, me animé a ir sola al Oratorio. Estaba siempre abierto. Era enorme. Gente de todas partes del mundo arrodilladas ante el mismo Dios. Fue la primera vez que me animé a ir sola a un templo. Sin dudas, era el lugar que más me gustaba de Montreal. Intentaba rezar. En Canadá nadie me conocía. Me sentía libre como para buscarlo a Dios. Al volver a Argentina, eso cambiaba. Aumentaba mi resistencia. ¿Qué pensarían mis amigas si ahora me volvía católica? ¿Qué pensaría mi familia si ahora me volvía católica?

Ocurrió que, en 2012, por trabajo, Seba tenía que ir a Boston por cuatro meses antes de casarnos. Luego, al volver a Argentina, nos casaríamos a los 15 días. Yo vivía sola en Capital, a unas cuadras de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Por mi trabajo, lo más normal es hacer cursos y capacitaciones. Estando sola en Argentina, pensé “no da que no sepa nada de catolicismo y me case con Seba, tengo que hacer un curso”. Nuevamente, volví al mundo que conocía. Hacer cursos era inofensivo. ¿Qué podía pasar? Fui a la iglesia. ¡Que nervios! Me preguntaba si las iglesias estaban abiertas todo el día, o cerraban. Para mí era imposible identificar si había misa o no adentro. Fui. Entré. Me crucé con una señora muy amable que Dios puso en ese momento y en ese lugar y le pregunté si sabía quién podía informarme sobres cursos. Ella me informó, ya que era la responsable de los cursos de bautismo, y justo había empezado un curso para una chica de mi edad que se estaba por casar. Me dijo, si te queres sumar, nos organizamos y venís con la chica que ya empezó. Claro que iría, y por supuesto le aclaré, yo solo quiero tomar el curso. No me voy a bautizar. Solo quiero saber un poco más de la Fe de mi futuro marido. Que amorosa fue la mujer de todas maneras. Yo esperaba hostilidad y encontré cobijo. El curso duró unos meses, nos encontrábamos las tres en la iglesia y Tony nos enseñaba cosas básicas de religión, de la misa, de rezar, nos transmitía su fervor. Era una enamorada de la Virgen de Medjugorje. Pero qué difícil salir del racionalismo. Cuando lo conocí a Seba no sabía nada de Dios y María, pero era bioquímica y estaba haciendo el doctorado en el desarrollo de nuevas vacunas. La racionalidad dominaba mi corazón y mi mente. Todo muy lindo, me conmueve, me cobija, me emociona, pero….. ¿Virgen?, ¿resurrección? ¿Cómo lo explico?

Ya podía aceptar que dentro de la iglesia hay curas y gente buena. Pero dar el salto de la Fe era mucho más difícil, al menos para mi mente humana. Por eso Ella tenía que intervenir. ¡Ella tenía que cubrirme con su manto maternal para que mis dudas descansaran en su regazo y me abrazara a la conmovedora buena noticia de la Vida Eterna!

Mientras Seba estaba en Boston, Vivi, su mamá, me invitó varias veces a comer por algunos festejos familiares. En esos encuentros aprovechó y me invitó a mi primer cenáculo. Fue en la Iglesia Santa Teresita. Me senté en el banco de la iglesia sin saber mucho que pasaría. Ni siquiera sabía rezar el rosario y aún seguía sin aprender el padrenuestro. Me resuena aún en los oídos la canción “Déjame nacer de nuevo” que sonaba en el cenáculo. ¡Me conmovía tanto! Y me sigue conmoviendo. No puedo describir exactamente cómo fue que me convertí y nací de nuevo, a una vida con esperanza, con sentido, con amor, con caridad, con belleza y por sobre todo, con Vida Eterna. Pero sé que esa canción tuvo mucho que ver. El cenáculo me conmovió. Pasé a la reflexión personal. No sabía ni entendía bien quien era Marta, pero quería estar ahí. Quería quedarme ahí. Pasé y escuché las palabras que Marta pronunciaba, pero no decía ella misma. Palabras que venían del Cielo. Mi mente no retuvo esas palabras, porque fueron directo al alma. Hice un paso, luego de la reflexión personal y lloré sin parar. No sabía ni porque lloraba. Estaba conmovida. Vivi me abrazó sin preguntar nada. Con amor. Ella si sabía lo que estaba viviendo y experimentando. Yo aun no.

Luego, Seba seguía en Boston y fui a la Jornada de Jóvenes 2012, era por la conmemoración a Santa Clara. La Fe de los jóvenes me llenó el alma, tanta alegría, tanta pureza. Todo un día hermoso. Por primera vez me acerqué a un cura que confesaba y le dije que no estaba bautizada pero que quería hablar con él. Me hizo una bendición. Estaba emocionada, conmovida. Cada actividad era mejor. Y para cerrar el cenáculo Oscar hablando de las bienaventuranzas. Al final “el felices los pobres…” no era una herramienta de dominación de los pueblos como había escuchado tantas veces. Cuanto significado tenían esas palabras de Jesús. Finalmente, un testimonio hermoso. Una pareja contó que no podían tener un bebe y que María en un cenáculo después de que los médicos les habían dicho que no había nada para hacer, les regalo la feliz noticia que serían padres. No sabía que tiempo más tarde me pasaría a mí y a mi marido algo similar. Me acuerdo el “será como en Belén, tendrás un bebé” que escuché años más tarde en otro cenáculo y me anunció la llegada de nuestro gran regalo de Dios, nuestro hijo Juan Bautista, después de varios años de búsqueda.

No sé qué día. No lo recuerdo. No sé cómo, no sé por qué. Pero finalmente dije “Me quiero bautizar”. Quiero casarme bautizada. No fue una decisión fácil. Mi racionalidad, la presión social, el qué dirán, seguían haciéndome dudar por momentos, pero algo en mi corazón me empujaba a hacerlo. Y así fue como cuatro días antes de casarme me bauticé, tomé la comunión y me confirmé. Mis padrinos eran los papas de Seba, Vivi y Arturo. Aún recuerdo cómo se emocionaron cuando les dije si querían ser mis padrinos. No podía creer su emoción. Me bautice el 21 de noviembre de 2012, pero aún tenía mucho camino por recorrer para crecer en la Fe. Pero claro, ahora era más fácil actuar para María y Jesús.

También la familia de Seba seguía ayudándome en este camino, la tía Margarita, la hermana de Seba, Luji, todos me regalaban libros hermosos. Ahora iba armando yo, mi propia biblioteca de Luz y Verdad.

Desde el día que me bauticé fui a todos los cenáculos que pude. No quería perderme ninguno. Cada uno me conmovía más, cada uno me ayudaba a crecer más en la Fe. María me iba guiando. Los primeros cenáculos eran todo cobijo, caricias para mi alma que estaba muy dolorida. Pero a medida que iba creciendo en la Fe, los mensajes que recibía también me exigían cada vez más.

Hoy, haciendo memoria, trato de transmitir por qué los cenáculos de la Misión de Nuestra Señora del Cielo fueron tan importantes en mi camino de conversión. Hoy soy otra. Hoy disfruto ir a misa, amo ese momento de encuentro con Jesús en la eucaristía, amo visitar el santísimo expuesto. Es un regalo para mi alma. Pero cuando arranqué este proceso la misa era muy difícil. La misa era como la universidad y yo estaba en jardín de infantes. En cambio, el cenáculo era simple y profundo. Era maternal. Me sentía en mi hogar. Las canciones eran hermosas. Yo no conocía ninguna, las fui aprendiendo poco a poco. Pero me conmovían. Las reflexiones al inicio del cenáculo eran tan fáciles de comprender y pasaban cosas tan extraordinarias. Empecé a invitar a mis amigas y familiares a ir. ¡¡¡Mi mundo ateo tenía que conocer esto!!! No muchos se sumaron, pero algunos sí. Y María también hizo su camino.

Uno de los cenáculos fui con una amiga. ¡Que regalo nos hizo María! Era en un SUM de un edificio de Belgrano. Estuvimos todo el cenáculo muy emocionadas y en un momento dado mi amiga me dice “sentís el olor a rosas, es impresionante”. Yo estaba a menos de medio metro, sentada justo a su lado, pero no sentía nada. Si no era mi gran amiga, nunca lo hubiera creído. María le regalo su perfume a mi amiga y a mí su presencia. Porque sabía que estaba ahí. El perfume que sentía mi amiga yo no lo sentía. Pero María nos hizo el regalo a las dos. A ella el perfume exquisito de su presencia a mí la certeza absoluta de su existencia.

Luego con Sebastián nos fuimos a vivir a Dina Huapi, un pueblito cerca de San Carlos de Bariloche. ¡¡¡¡Cómo iba a extrañar los cenáculos!!!! Una vez viajábamos a Buenos Aires por trabajo y había un cenáculo en capital. Teníamos que ir. Organizamos todo el viaje para llegar justo a aeroparque y del avión ir directo al SUM de un edificio por Belgrano. Que regalo nos hizo la Virgen ese día. Tanto a mi marido como a mí nos anunció la llegada de nuestro hijo. A mí me regaló estas palabras “será como en Belén, tendrás un bebe”.

Mi fe crecía y crecía. Y Jesús se pone más exigente. Sabe lo que es bueno para nosotros y nos pide cada vez más. A su debido tiempo. Cuando sabe que, si seguimos de su mano, vamos a poder responder. Tal como un padre amoroso educa a sus hijos. Una vez fui a un cenáculo y quedé en shock. El cenáculo fue en la sede, en el apoyo, aún no estaba el Santuario construido. Estaba ansiosa por ir. Desde que vivía en Dina Huapi no podía asistir tan seguido, así que cada vez que estaba en Buenos Aires y podía ir, era una fiesta para mi alma. No me acuerdo literalmente las palabras, pero el mensaje era claro debía hacer “una buena confesión”. Casi me muero. Pensaba ¿qué hice?, ¿qué pasó? Y la respuesta era simple. No me gustaba confesarme. No sabía hacerlo (aun ahora no sé si se hacerlo bien). Pero esas palabras me ayudaron tanto a crecer en la Fe. Tratando de entender lo que me quería decir Jesús, entendí que quería que abrazase ese otro sacramento y se valió de sus caminos para lograrlo. Hoy, deseo confesarme. Sufro de no poder hacerlo. Y aunque sigo siendo medio bruta para hacer el examen de conciencia, voy igual. Sé que Jesús está ahí y sabe en qué fallo más que yo misma, y me ayuda a ser mejor cada día.

Y como en todo proceso de conversión, después vinieron las pruebas. Cuando aún no tenía Fe, mi pasión era mi trabajo. Tengo la bendición de tener una gran vocación por lo que hago. Y claro está que Dios me iba a poner la prueba justo ahí. Porque quería estar seguro de que lo elijo a Él por sobre todas las cosas. Trabajo en ciencia, en salud animal. El proyecto más importante en el que trabajo se vincula al desarrollo de una vacuna de nueva generación para una enfermedad muy importante que afecta al ganado. En ese tema hice mi doctorado, un post-doctorado y constituye parte de mi línea de investigación actual. El proyecto tiene todo lo que un investigador puede soñar, buenos resultados, un buen equipo de trabajo y una empresa importante interesada en los resultados con la cual se firmó un convenio para avanzar en la transferencia tecnológica llegado el caso en que la nueva vacuna siga demostrando ser tan promisoria como hasta ahora.

Yo arranqué este trabajo siendo atea. Es más, arranqué este trabajo estando a favor del aborto. Obviamente estaba a favor del aborto antes de conocer a Seba, bah, antes de conocer a Dios, porque seguí estando a favor del aborto aun estando de novia con Seba. Era una representante típica de lo que hoy se llama comúnmente en Argentina “pañuelo verde”. En ese momento no había pañuelos de colores, pero si los pro-aborto y los que estaban en contra. Yo me había criado escuchando que el aborto era un derecho por el cual las mujeres debíamos luchar. Y repetía esa idea. Siempre había fantaseado con tener una gran familia con muchos hijos y no sentía que fuera algo que quisiera hacer o que alguna mujer elegiría, pero me parecía razonable que si se hace es mejor que sea legal y que si una mujer está en la difícil situación de no querer a ese bebe, era lógico que pueda elegir. Ahora me aterra pensar que tenía esos pensamientos en mi mente y mi alma. Pero los tenía y los defendía. Me acuerdo de que una vez fui a la casa de Seba y vi en el auto de su mamá pegado un cartel de “No al aborto” y pensé “que retrograda la mama de Seba”. Hoy a la luz de la Verdad y del Evangelio, comprendo a esa chica que era yo y que gracias a Dios ya no existe. Pero la comprendo profundamente. Era una persona sin Dios, sin Espíritu Santo en su interior y el Espíritu Santo nos llena de sus dones y nos ayuda a entender y comprender. Esa Anita era “la chica diez”. Super aplicada en los estudios, responsable y cumplidora, pero sin el Espíritu Santo no se puede comprender la Verdad. Caía en todas las trampas que el maligno sabe poner a la gente sin Dios. Estaba convencida que si era tan cierto que Dios existía y era tan bueno, entendería y perdonaría todo. Incluso a una mujer que había abortado.

Volviendo a las pruebas de Dios en mi vida y mi trabajo, como mencionaba antes, siempre amé mi trabajo. Para mí es una alegría poder hacer lo que hago y esa alegría no pasa por el dinero que cobro sino porque en el laboratorio y con los experimentos que hago hay un mundo infinito por descubrir. Ahora y a la luz de mi conversión, creo que esa pasión por el mundo científico y académico era también mi escape de un mundo que no me terminaba de cerrar, de un mundo cínico y perverso que no me gustaba. En las células, los procesos se escriben con moléculas químicas. No hay buenos o malos. Hay interacciones fascinantes que comandan la vida. El proyecto de la nueva vacuna empezó cuando era atea, pero creció en paralelo a mi proceso de conversión. Y un día, cuando mi corazón estaba ya enamorado de María, Jesús mismo me quitó una venda que me había tapado los ojos. Pero me la quitó cuando el proyecto ya había alcanzado una dimensión y una escala impresionante, me la quitó cuando estaba en la “cresta de la ola” de mi vida profesional. Dios quería probar si yo lo iba a elegir a Él. Y cuando estábamos por empezar a producir el primer lote piloto para avanzar en las pruebas necesarias para proseguir con el registro de la vacuna, me di cuenta de que todo el desarrollo que YO había hecho era en células humanas derivadas de un ABORTO. Ahora era una Anita de Fe, completamente en contra del aborto. Absolutamente convencida que es un crimen terrible contra Dios y contra la humanidad. Justo era 2018, el año del debate por la legalización del aborto en Argentina, así que de lo único que se hablaba en los medios, en los chats familiares, con amigos era de este tema. Me quería morir. De pronto, toda mi pasión por mi trabajo se transformó en una terrible pesadilla. Quería que todo terminara. Quería renunciar y dedicarme a ser ama de casa. Quería esconderme y no salir nunca más a mi mundo laboral.

Parte del proyecto lo realizamos en Canadá, en el instituto de investigación en Montreal al que ya había ido en 2011. Cuando me di cuenta de todo esto estábamos en Montreal. Recién habíamos llegado. Debíamos estar 9 meses, mi marido, mi hijo y yo. Mi marido por su parte también es investigador y estaba en Montreal también para trabajar. Muchas cosas se habían dado para que se logre este viaje. Muchas. Cuando uno lo ve a los ojos de Dios se da cuenta que Dios quería que estemos ahí. Los viajes de los científicos no siempre son fáciles. Siempre faltan fondos, siempre hay mucha burocracia. Un viaje de dos científicos a dos instituciones diferentes y con un hijo pequeño, todo al mismo tiempo, es una proeza. Ya habíamos estado el año anterior 4 meses y había sido bastante caótico. Esta vez, íbamos por nueve meses. El viaje de mi marido estaba mucho más organizado que el mío. De hecho, yo llegué a Montreal y mi jefe aún no había logrado conseguir los fondos para pagarme la estadía. Habíamos acordado que si no lo conseguía yo no trabajaría durante los 9 meses y renunciaría a la beca post-doctoral que tenía, porque el costo de la guardería de mi hijo era mucho más alto que el estipendio que recibía en la beca post-doctoral. Es muy específico todo lo que estoy contando, pero mi idea es transmitir como Dios nos fue ayudando en cada detalle. Dios sin dudas quería que yo este nuevamente en Canadá.

Esta era la tercera vez que yo iba al mismo laboratorio a trabajar en el mismo proyecto. Había empezado en mi doctorado, luego con un post-doctorado. Los dos viajes anteriores habían sido claramente de investigación y era yo la que había desarrollado todo un sistema para producir la nueva vacuna, moderna, recombinante, segura, pero en células humanas derivadas de un aborto. Este viaje a nivel laboral representaba todo lo que un investigador que se dedica al desarrollo de vacunas puede soñar. Esta vez teníamos que producir 10000 dosis para hacer el primer ensayo en animales para avanzar en el registro de la vacuna. Hasta ahora habíamos hecho producciones de 0,5 L como mucho. Ahora íbamos a producir 10 L en un biorreactor. Una empresa líder en salud animal estaba interesada en el desarrollo y en paralelo al viaje, la institución donde trabajo estaba preparando un convenio de transferencia de tecnología para ser firmado, hecho que sienta las bases de cómo será la transferencia tecnológica en caso de que el desarrollo llegue finalmente al mercado. Tanto en salud animal como en salud humana, de muchos desarrollos que se realizan en el laboratorio de investigación, solo algunos pocos llegan finalmente a convertirse en productos. Son muchas variables las que influyen que algo que es exitoso en la escala de laboratorio logre después un lugar en el mercado. Pero es importante que los acuerdos se firmen cuando ya los desarrollos son promisorios para evitar luego conflictos legales, de patentes y de propiedad intelectual. Es decir, aún falta para que la vacuna que estamos desarrollando llegue a ser un producto, si es que alguna vez ocurre, pero para mí como investigadora estábamos en una instancia muy prometedora. No les pasa a todos.

Ese contexto de éxito profesional, de éxito de lo que podríamos decir de las cosas del mundo era mi contexto cuando me di cuenta de que todo, todo lo que había hecho era en células derivadas de un aborto. ¡Todo lo había hecho yo! Era 100% responsable. Claro está que este desarrollo laboral había arrancado con una Anita atea y proaborto que poco sabia de las cosas de Dios. Pero ¿cómo no me había dado cuenta? Yo que soy hiper precisa en mi trabajo, cómo había pasado por alto semejante detalle. Ahora creo que Dios lo permitió por algo ¡Que poco entendimiento tenemos cuando estamos alejados de Dios!

Todavía me acuerdo el audio que le mandé a Vivi, mi madrina, para contarle lo que estaba viviendo. Fue un audio de 15 minutos. No sabía con quién hablarlo a parte de Seba. Ella y mi padrino me acompañaron en todo momento con su oración. Con su apoyo. Estando en Canadá había organizado con mi marido e Inés, la prima de mi marido que vive en Montreal hace muchos años, juntarnos a rezar el Rosario con María, Nuestra Señora del Cielo. Fue así como empecé también a formar parte del grupo de WhatsApp de Nuestra Señora del Cielo. Que bendición. En ese momento de tanta prueba espiritual cada vez que escuchaba que llegaba un audio de Marta o de Oscar, frenaba todo lo que estaba haciendo para escucharlo. Me reconfortaba el alma, me formaba.

Entonces el panorama era este: estaba en Canadá, debía estar allí por nueve meses para avanzar en la vacuna y quería renunciar a mi trabajo. Quería que todo terminara. Con mi marido pensábamos opciones, su Fe es enorme y siempre supo que Jesús estaba de nuestro lado y podríamos superar esta situación. No sabía ni cómo ni de qué forma, pero me repetía, vas a ver que en Navidad vamos a estar festejando el nacimiento de Jesús. Faltaban nueve meses para Navidad, yo no veía salida. Fueron nueve meses terribles para mí. Trataba de conservar la paz para estar bien para mi hijo y para mi familia, pero me sentía muy atribulada. Me pasaban cosas y tenía sentimientos perturbadores. Sentía el mal en una forma muy fuerte. Es muy difícil de describir en un papel lo que sentí en un primer momento. Incluso estos sentimientos de perturbación habían empezado antes de darme cuenta de que estaba trabajando con células humanas derivadas de un aborto. Habían empezado cuando llegamos a Canadá por tercera vez. Tenía sueños espantosos y me acuerdo una vez le conté a Vivi y ella me consoló diciéndome que el Padre Pio decía que si uno es atacado por el maligno es una buena señal de que vamos por el buen camino. Quería ir a la Iglesia, y estaba en Canadá. Pobre Canadá, pobres canadienses. Tantos templos cerrados, tantos templos convertidos en gimnasios, espacios recreativos, edificios. Gracias a Dios está el Oratorio San José. Íbamos prácticamente cada semana. Ahora, a diferencia del 2011, cuando lo conocí por primera vez, ansiaba llegar a la misa.

Me acuerdo el día que con mi marido nos dimos cuenta de que estaba trabajando con células de aborto. Nuestro hijo dormía. Estábamos en el living de nuestro recién alquilado departamento en Montreal, prácticamente vacío de muebles porque aún no teníamos muchas cosas. Hablando del aborto, de las líneas celulares y mi marido me pregunta: ¿y las células que vos usas de dónde vienen? Sabía que eran humanas, pero no le pude responder en forma inmediata porque me surgió la duda. HEK 293 se denominan comúnmente. Pensé un segundo y le dije: “Human Embrionic Kidney”. Mientras pronunciábamos las palabras en inglés ambos quedamos con cara de horror. El velo había caído. El mismo nombre escondido detrás de unas simples siglas nos había dicho todo. Mi corazón latía a mil por hora. ¿Qué podía hacer ahora? Empecé a sentirme completamente pecadora, sentía que yo misma había abortado a ese bebé. Empezamos a leer la historia detrás de esta línea celular para conocer un poco cómo se había originado. Procede de un laboratorio holandés donde hace muchos años a partir de tejidos de un bebe abortado se estableció la línea celular. Empezamos a buscar que dice la iglesia en relación con este tema. ¿Era pecado todo lo que yo había hecho? ¿O no era pecado? Mi corazón se sentía terrible. Y yo que no sabía confesarme, que no me gustaba confesarme. Y las palabras de cenáculo resonaron en mi corazón nuevamente “Tenes que hacer una buena confesión”. ¡Pero qué difícil acercarme a este sacramento en inglés! Por más que ya era la tercera vez que iba a Canadá, mi inglés es medio. A nivel laboral tengo mucho vocabulario y me manejo bien, pero confesarse en inglés es otra cosa. No sabía ni cómo explicarle a un cura todo esto. Ni siquiera sabía que decirle. Pero todo esto ciertamente me llevo al confesionario. En Canadá empecé a ir a confesarme todo el tiempo. No podía explicarle todo porque no me salían las palabras, pero iba. Y decía lo que me salía y le pedía a Dios que me perdone, por trabajar con esas células, por mi inglés, por todo. Solo quería que Dios me perdone.

Mi primera reacción al darme cuenta de que estaba trabajando con células de aborto fue querer renunciar. Huir. Escaparme. Claramente no era una inspiración del Espíritu Santo. Sino del otro que estaba gobernando mi alma con el temor, el miedo y la culpa. El trabajo ya estaba hecho. Si yo renunciaba nada cambiaba la historia. El desarrollo ya estaba hecho, ahora faltaba escalarlo, evaluarlo en más especies. Yo ya no era indispensable en el proyecto. Para cambiar la historia necesitaba Fe. Necesitaba que Jesús tomara el proyecto en sus manos. Porque solo el escribe derecho sobre renglón torcido. Me aferré a Dios. Rezaba el rosario todos los días, iba a misa y a confesarme siempre que podía y me entregué a la Fe como quien salta al vacío, pero con la certeza absoluta que ahí iba a estar Jesús para sostenerme.

También sabía que Dios no da batallas con trampas. Yo podía cambiar los resultados, modificarlos ilícitamente. Pero ni mi alma ni mi conciencia me lo permitían. En el laboratorio en el que trabajé en Canadá también se usan otras células que derivan de hámster, células CHO. Esas no tienen ningún problema ético ni moral. Nosotros en nuestro primer año de trabajo en el proyecto las habíamos usado, pero las habíamos descartado sin mucho fundamento técnico. ¡Ahora surgían como la alternativa! Pero tenía que convencer a mis dos jefes, el de Argentina y el de Canadá y a la gente de la empresa. ¿Cómo podía hacerlo? Si les hablaba del aborto, de Dios y de la ética, lo más probable era que me tildarán de fanática y no lograría el objetivo.

En forma providencial también resonaban en mis oídos las palabras del evangelio que muchas veces Vivi me había dicho “Hay que ser mansos como corderos y astutos como serpientes”. Mas que nunca tenía que grabarlo en mi corazón y en mi mente. El ámbito científico está dominado por voces ateas. ¿Para qué necesitamos a Dios, si los científicos creamos vida? No es mi manera de ver el mundo, pero soy plenamente consciente que hay mucho de esto en mi entorno.

Empecé a leer, buscar justificaciones racionales de por qué teníamos que retomar la investigación con las células CHO. Providencialmente también en el grupo de Canadá habían realizado dos nuevos desarrollos en células CHO que nunca habíamos explorado aún. Pero la prisa por llegar al mercado en los desarrollos tecnológicos hace que a veces se ponga un freno a la investigación para pasar a la transferencia. Esta vez, yo estaba en Canadá para hacer el lote piloto para las primeras pruebas de registro. Nadie quería seguir en etapa de investigación. Todos ansían por ver el producto en el mercado. En un conjunto de hechos que se fueron sucediendo acordamos con mi jefe de Canadá y mi jefe de Argentina evaluar las nuevas alternativas de producción de células CHO. La gente de la empresa se resistía a cambiar de las células HEK a las CHO. Eso complicaba las cosas. Fuimos paso a paso. Digo fuimos porque no fui yo sola, estaba mi familia acompañándome y sobre todo Jesús al lado mío.

Como dicen los americanos, Long story, short: para no hacer interminable el testimonio puedo contar que fueron 9 meses de martirio. Mi pasión por el trabajo se transformó en un suplicio. Empezamos a probar las alternativas en CHO en paralelo a que cumplía todos los objetivos que ya tenía planteados en la línea humana para la estadía de 9 meses, que de por sí ya eran muchos. Solo porque Jesús estuvo conmigo en el laboratorio pude hacer todo lo que hice. Trabajé el triple de lo que tenía que trabajar originalmente, tratando de no descuidar a mi marido y mi hijo de 2 años. Me dolían las manos de trabajar (pipetear, como se dice en el laboratorio). El tiempo en el que no pensaba en el trabajo, rezaba. Cuando llegaba al laboratorio, pensaba en Jesús y le rezaba “Que mis manos sean tus manos, que mi mente sea tu mente”. Y a pesar de lo que estaba viviendo, sentía que Jesús estaba conmigo en el laboratorio. En los nueve meses, todos los resultados en HEK, la línea celular humana, daban excelentes. Todo perfecto. Yo le pedía a Dios que las cosas me salieran mal (aunque ponía todo mi empeño en hacerlas bien). No me importaba la humillación de decirle a mi jefe que algo había salido mal. Prefería eso, a tener que cargar sobre mí el peso de haber hecho una vacuna en células humanas derivadas de un aborto. Pero Dios no quería eso. Todo salía perfecto. Me felicitaban todo el tiempo. Yo me quería meter bajo tierra. Fue un buen ejercicio para la vanidad y el orgullo. Eso que generaba felicitaciones en el mundo, en mi interior, en mi alma, en mi relación con Jesús, a mí me estaba avergonzando terriblemente. Los meses avanzaban y las cosas no parecían ir bien. Pero con mi marido confiábamos. Y lo menciono porque fue su enorme Fe la que me ayudaba día a día. Y María, Nuestra Señora del Cielo, con su grupo de WhatsApp. ¡Cuanto sostén espiritual recibí en cada audio de Marta y Oscar! En mi ignorancia, sus palabras claras y sencillas me ayudaban a crecer en la Fe. Y fue de la mano de María que llegué a Jesús. Primero Ella me cambio la Vida, y luego Él me la transformó completamente.

Ya era diciembre. La primera semana de enero volvíamos a Argentina y fue en ese mes tan especial que las cosas empezaron a cambiar. Luego de mucho trabajo los primeros resultados promisorios en las células de hámster empezaron a aparecer y cuando aparecieron, fueron imbatibles. ¡Porque Jesús hace nuevas todas las cosas! Los resultados en las células de hámster, con las nuevas tecnologías que exploramos, fueron muy superiores y derribaron a las células humanas, que quedaron en la historia del proyecto.

En mi corazón siento que toda esta prueba que Dios me puso en mi gran pasión por el trabajo fue la forma de llevarme a Jesús. En ese viaje a Canadá en 2018, a María, la amaba. San José también ya estaba en mi corazón. Y el santo hermano André también. Pero Jesús me costaba más. Verlo clavado en la cruz no me era simple. María me cobijaba, pero Jesús seguía siendo un poco lejano para mí. Esta prueba me llevo directo a su Pasión, a su Sagrado Corazón, y abrazando mi cruz, abracé su cruz.

Volví a Argentina y finalmente llegaron las buenas confesiones. En Canadá, cuando vivía toda esta situación, quería confesarme. Iba a la iglesia, me confesaba, pero como podía. Decía en inglés las cosas que me salían y entendía solo parte de lo que el sacerdote me decía. A pesar de esto, sentía mucha paz luego de confesarme. Nuevamente donde esperaba encontrar un dedo acusador, encontré el abrazo del mismísimo Jesús. Finalmente entendí lo que es una buena confesión, luego de vivirla. Para eso debía esperar. Pero ocurrieron, no una, varias buenas confesiones de la mano del Padre Jorge de la Parroquia La Inmaculada Concepción de San Carlos de Bariloche y del Padre Fernando de la Parroquia San José de Dina Huapi. Benditos sean nuestros sacerdotes. Benditos sean esas personas consagradas que antes de todo este proceso de conversión me generaban tanto rechazo, tanto miedo.

Mis padres decidieron no bautizarme porque creyeron que era lo mejor para mí, para que pudiera elegir yo misma mi religión. Pero no podemos amar ni elegir lo que no conocemos. La mayor libertad de mi alma la encontré en el reconocerme y aceptarme como una hija muy amada de Dios. A mi hijo Juan Bautista lo bautizamos al poco tiempo de nacer. Sintiendo con total certeza en mi alma, en mi corazón, en mi mente y en todo mi ser, que el bautismo y la Fe católica es el mejor regalo que le puedo dar a mi hijo.

Escribiría miles de hojas con detalles y vivencias, con momentos y anécdotas, con sucesos extraordinarios y personas que marcaron mi conversión, pero solo quiero a través de estas palabras testimoniar de qué manera María, Nuestra Señora del Cielo, me tomo de su mano y me cambió la vida, y con la enorme humildad de la Madre de Dios me llevó directo al Corazón de su hijo Jesús.

Ana Clara


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