Confiar en Dios – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 12 Jul 2024 19:22:31 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Ora y labora https://www.reinadelcielo.org/ora-y-labora/ Fri, 12 Jul 2024 10:43:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=325 La oración y el trabajo son la forma en que Dios nos pide vivir la vida, en términos prácticos. Pero es importante ampliar el sentido de ambos términos, ya que llegado un punto oración y trabajo se funden hasta formar un mismo diálogo con Dios.

Orar no es sólo el acto de dedicar un espacio de nuestra vida diaria para dialogar con Dios en forma directa, o por medio de sus intercesores (la Virgen María, los ángeles y los santos). Si bien es cierto que las oraciones que cada uno de nosotros realiza son la base del diálogo con Dios, no olvidemos que la Santa Misa es la oración perfecta. Tener la Presencia Eucarística del Señor es un regalo que no podemos desaprovechar: debemos buscar expandir nuestra necesidad del Cuerpo de Jesús más allá del día domingo, ya que El no nos pone limitaciones a darse en forma diaria a nosotros.

orar y trabajar

Pero orar tiene un sentido más amplio aún: Dios espera que tengamos conciencia práctica de Su Presencia durante todo nuestro día, ya que Él se manifiesta desde lo pequeño hasta lo grande. Cuando tomamos conciencia durante el día de que una tentación se apodera de nosotros (¡y ocurre muy a menudo!) debemos detenernos y ver la situación desde los ojos de Dios. Ese simple gesto es una poderosa oración al Señor. Si además podemos hacer en ese instante una oración interior (yo suelo rezar un Ave María, la oración a San Miguel Arcángel o una invocación a la ayuda del Padre Pío o San Benito), entonces tendremos un doble gesto de unión con la Voluntad Divina, la Voluntad de Dios.

¿Cuántas veces al día podemos, de este modo, pensar en Dios?. Una vez más, Dios no nos pone límites, somos nosotros los que acotamos nuestras acciones. Si llegamos al extremo de poder vivir repitiendo muchas veces al día los pensamientos hacia Dios, o las invocaciones a Su ayuda, nos daremos cuenta que empezamos a vivir en unión con Dios. Y de a poco nuestra vida empezará naturalmente a cambiar, ya que será muy difícil caer en las tentaciones que irreversiblemente el mundo nos pone en el camino, como prueba. De este modo, tendremos una vida de completa oración, ya que tener a Dios presente es orar, y es una oración muy poderosa para nuestra sanación interior,

¿Pero qué hacemos primordialmente nosotros durante el día?. ¡Trabajamos!. Nuestra vida cotidiana es trabajo. De este modo, si tenemos a Dios presente, orar se transforma en trabajar y trabajar se transforma en orar.

ora et labora

Para aquellos a quienes por sus responsabilidades de trabajo o estudio no quedan muchos momentos disponibles para la oración formal, va la tranquilidad de saber que trabajar con Dios presente, ¡es orar también!.

Y para aquellos que dedican varias horas del día a la oración, y sienten que contribuyen poco a las cosas cotidianas del mundo, va la tranquilidad de saber que orar con el corazón es trabajar. ¡y nada menos que para la Viña del Señor!.

De este modo se unen el trabajo y la oración, ya que cuando se vive para y por Dios, conscientes de Su Presencia en lo cotidiano, entregándonos totalmente a El, todo lo que se hace es un diálogo permanente con el Señor.

Así, conscientes vivamente de la acción sensible de Dios en cada acto de nuestra vida, orar es trabajar y trabajar es orar.

¡Ora y labora, la unión perfecta de nuestra vida a la Voluntad de Dios, la unión indisoluble a los corazones de Jesús y María!


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Vengan a Mí los afligidos https://www.reinadelcielo.org/vengan-a-mi-los-afligidos/ Fri, 14 Jun 2019 12:43:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=608 #CruzdeJesús #Cielo #Purgatorio]]> Hoy quiero hacerles un pedido personal, uno que tiene la trascendencia de darle valor a la vida que vivimos, de tal modo que al final encontremos sentido a todo el sufrimiento por el que hemos pasado.

Vivimos enormes alegrías a lo largo de nuestra existencia, y es en esos momentos en que debiéramos mirar al Cielo y proclamar con los brazos bien abiertos “Gracias mi Señor”. Lamentablemente, las más de las veces estamos tan ocupados “disfrutando el momento” que ni nos acordamos de quien es el Autor de nuestra existencia.
Pero, todos nosotros también pasamos por instantes de dolor, angustia, sufrimiento. Épocas en que nos sentimos inseguros sobre nuestro futuro o del de los que mas amamos, por razones de enfermedad, trabajo o persecuciones. También a veces sufrimos la traición de gente cercana, o el desencuentro, o la incomprensión. ¿Qué hacemos en esos momentos?

Hacemos muchas cosas, como quejarnos, desesperarnos, añorar los momentos en que no teníamos ese problema, caer en un estado de depresión constante. De a poco nos vamos alejando del Amor de Dios, y hasta pensamos que El por algún motivo se ha enojado con nosotros. ¿O quizás esté ocupado haciendo otras cosas? La confusión avanza, erosiona nuestra alma como una tormenta de arena que carcome y arranca de a pedacitos nuestra seguridad de ser amados por Dios.

Estos momentos de sufrimiento nos turban de tal modo que nos hacen olvidar que Jesús murió por nosotros, rebajándose a las vejaciones más inimaginables, permitiéndolo todo porque de ese modo nos daba la Salvación. Yo sé que es difícil hacerlo, pero es en esos instantes en que debemos elevar la mirada y ver los Ojos tristes de nuestro Maestro, colgado del Madero Santo, que nos dice:

“Tú, ven a Mi porque te veo agobiado y afligido”

camino al cielo¿Cómo es que Tú, colgado de la Cruz, aún te preocupas de mí y de mis sufrimientos? ¡Este gesto Tuyo me da una medida plena de Tu Amor por mi alma pobre y despojada de todo mérito! Así, en Tu Mirada, Señor, veo reflejado mi anhelo de estar en Tus Brazos. De bajarte de ese Madero, y subirme yo allí, para que puedas descansar aunque más no sea un poco. Hace falta mucho valor para hacerlo, lo sé, pero no soy yo el que va a realizar esa proeza de amor, sino que eres Tú el que me iluminará y sacará de este pozo oscuro en el que me encuentro hundido en este momento.Es en estos diálogos de amor donde comprendemos que el sufrimiento nos lleva a la salvación, porque es allí donde nos configuramos a Cristo, a ese Hombre que se elevó sobre el mundo, clavado y traspasado por una lanza.

Sabemos bien lo difícil que es pasar por esta vida y entrar directamente al Reino, porque sólo por la Misericordia de Dios algunas santas personas pueden hacerlo. Para los demás, nos queda la esperanza de al menos ir al lugar de la purificación, para limpiar las manchas que quedarán en nuestra alma durante esta vida, de tal modo de poder llegar a contemplar el Rostro de Dios un día.

El Purgatorio no es un lugar grato, pese a que quienes allí van ya están salvados, lo que no puede compararse a ningún bien terrenal. Pero, también sabemos que el sufrimiento en vida, cuando es entregado en ofrenda a Dios, nos purifica y reduce las penas del Purgatorio. Por eso es que el dolor aquí es mucho menos intenso que el que sufriríamos allá, una vez pasada la puerta que separa esta vida de la eternidad.

Mi pedido hoy es que des valor al dolor, que comprendas que los sufrimientos de cualquier naturaleza se transforman en purificación de tu alma, si es que así lo comprendes y lo ofreces en oblación a nuestro Señor. Si simplemente nos quejamos y lamentamos del dolor, habrá sido dolor en vano, nada más que dolor del mundo. Jesús nos dijo “vengan a Mi los que están agobiados y afligidos”. Su Palabra nos enseña que el dolor y las preocupaciones son una forma de llegar al Sagrado Corazón que el Padre nos ha preparado.

Por eso cuando sufras, alza tus ojos al cielo y di:

“Venga a nosotros Tu Reino”

 


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Encontró a Cristo tras 12 años de búsqueda https://www.reinadelcielo.org/encontro-a-cristo-tras-12-anos-de-busqueda/ Sat, 20 Apr 2019 12:30:27 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=7690 ]]> Soy Emmanuelle. Es el nombre que recibí en mi bautismo. Conocí a Jesús cuando era más pequeña. Mi historia empieza junto a un portal de Belén. Solía sentarme toda la noche junto al nacimiento para contemplar al niño. Por entonces aún no le conocía, pero me sentía feliz observando la cueva del portal y el árbol de Navidad.

Con el paso de los años, decidí conocer mejor el cristianismo, pues algo me atraía hacia Cristo y sentía que Él vivía en mí, aunque no pudiera verle.

Decidí ir a la iglesia a descubrirlo. Era una pequeña iglesia armenia en Trípoli. Mis padres no sabían nada de esto. Un joven, que más tarde se convertiría en mi amigo, me ofreció una Biblia. Yo abrí una página al azar y leí este pasaje (Mateo 6:6):

“Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio. Y al orar no repitan ustedes palabras inútiles, como hacen los paganos, que se imaginan que cuanto más hablen más caso les hará Dios. No sean como ellos, porque su Padre ya sabe lo que ustedes necesitan, antes que se lo pidan. Ustedes deben orar así: ‘Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre…’”.

La oración me encantó y desde entonces no pude parar de repetirla.

Mujer orandoAsí pasó un año. Pedí al Señor que me mandara alguna señal si Él quería que yo fuera cristiana. Al día siguiente, de vuelta a casa del colegio, vi desde lejos algo brillando en el suelo. Era un pequeño icono de Cristo. Lo guardé para mí.

Pasados unos años, murió un amigo mío. Era cristiano. Tuve muchos problemas después de su muerte, la mayoría problemas emocionales y depresión. Una noche tuve un sueño en el que Cristo estaba de pie en un monte ante una multitud de gente. Entonces Él me sonreía y me decía: “Estoy llegando…”.

Me desperté de aquel sueño como si me hubiera ayudado a recuperar mis fuerzas y mis ganas de retomar mi búsqueda. Al día siguiente fui a una iglesia ortodoxa y le pedí al sacerdote que me acompañara en mi travesía, pero pronto tuve que enfrentarme con nuevos problemas que me alejaban de la Iglesia.

Caí otra vez en la depresión y otra vez me alejé de Cristo, pero Él volvió de nuevo para sacarme de mi aflicción. Siempre estaba conmigo el joven al que conocí la primera vez que fui a la iglesia y que me dio una Biblia. Así que siempre regresaba a la Iglesia gracias a él…

Me enfrenté a la persecución tanto dentro como fuera de mi familia. Aguanté palabras muy crudas, pero luché con todo mi corazón por Aquel a quien amaba.

Actué con sabiduría con mi familia, tal y como me recomendó Jesús; sus palabras eran muy claras para mí, en todos los momentos de mi vida, me susurraba al oído y me fortalecía. Decidí entrar a formar parte de organizaciones cristianas y círculos de oración. Busqué a Cristo entre mis amigos de la escuela donde estudiaba y encontré el amoroso espíritu de Cristo…

Entonces empecé a prepararme para el bautismo. Mi búsqueda de Jesús había durado 12 años y aquí me veis ahora, cristiana y miembro de la Iglesia maronita.

Solía amar a un joven que no era cristiano. Me quería mucho, pero no creía en Cristo… Yo le hablaba de mi gran amor por Cristo y de mi fuerte creencia en su gloriosa Resurrección. El chico empezó acosarme y, puestos a elegir entre él y Cristo, ¡escojo a Cristo! Escuché a Jesús que me decía: “El que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás, no sirve para el reino de Dios”. Y continué mi camino.

Surgieron algunos problemas previos a la fecha de mi bautismo. Yo estaba cansada, pero Jesús no me abandonó.

Vi en un sueño que iba por un camino y que una luz se me aparecía y me daba dos versos del libro de Job antes de volver a desaparecer. Entonces me di cuenta de que aquel era el camino de las dificultades y los problemas, porque ese es el camino del amor.

Libro de oraciónTuve otro sueño: me encontraba en una iglesia abandonada en una zona musulmana que los cristianos abandonaron tras la guerra civil. Vi a muchas personas camino de la oración, así que entré en la iglesia. Estaba llena, pero aun así me abrí paso e intenté encontrar un asiento en el primer banco. El sacerdote dio un paso hacia mí y me sonrió, diciendo: “A ti te conozco desde hace mucho”. Era Cristo, le reconocí por la sonrisa en sus ojos…

Antes navegaba mucho por internet para conocer a personas convertidas al cristianismo. Descubrí que hay millones de personas en el mundo árabe que creen en Cristo, algunos en secreto y otros abiertamente… Me di cuenta de que la mano del Señor trabaja en la oscuridad, a pesar de las muertes y los crímenes diarios.

Elegí el nombre de “Emmanuelle”, que significa “Dios con nosotros” porque esa es la verdad.

Recé mucho el día de mi bautismo. Fue un día precioso. Sentí una felicidad que nunca antes había experimentado. No podía escuchar nada de lo que sucedía a mi alrededor, mi corazón gritaba de alegría y, así, me convertí en una persona nueva.

Hoy vivo en esta paz con mi iglesia y mis compañeros creyentes, en una comunidad donde compartimos el pan de vida que Jesús nos ofreció en la cruz y en su gloriosa Resurrección. Hoy vivo en paz mi vida gracias a la luz que ha entrado en mi corazón, gracias a Jesús, que vino a aliviarnos de nuestras cargas y darnos amor y paz… Amén.

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Fuente: Aleteia.org


 

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De una vida de éxito a evangelizadora de pandilleros https://www.reinadelcielo.org/de-una-vida-de-exito-a-evangelizadora-de-pandilleros/ Fri, 17 Aug 2018 17:46:44 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=15744 Sair del Toro era una mujer que abandonó en la adolescencia la fe católica en la que había sido educada por su madre. A los 28 se había convertido en un personaje conocido con su propio programa de radio y como exitosa y demandada planificadora de bodas en Seattle. Tenía mucho dinero e influencia pero se encontraba vacía. Fue entonces cuando se abrazó con fuerza a la fe de su infancia y se convirtió en una de las evangelizadoras más potentes de EEUU, especialmente en el mundo hispano.

Cientos de pandilleros, asesinos, ladrones, pero también mujeres maltratadas, violadas y en situaciones límites han encontrado a Dios gracias a su ministerio. “Creo que cuando te entregas libremente al Señor se dan grandes gracias, y puedes ser testigo”, afirma en Catholic News Agency.

“No tenía amor, sólo tenía dinero”

Sair del Toro 2Recuerda su vida anterior a conocer a Cristo. Conducía un Mercedes, tenía una casa espectacular y no le faltaba el dinero. “Todo parecía perfecto, pero me faltaba algo, no tenía amor, sólo tenía dinero”. Este sentimiento le embargaba ya en todo momento por lo que un día se dirigió a Dios: “¿Dónde estás? ¿Quién eres?”.

Iba a empezar así su regreso a la Iglesia Católica. Pero fue clave el consejo que recibió: si quería encontrar a Dios tenía que mirar al Santísimo Sacramento. Lo tomó al pie de la letra y rápidamente entró en una capilla de adoración para ver y abrazar el tabernáculo para saber por fin si Dios estaba realmente en esa “cajita”.

“Entré allí, abracé a Jesucristo, y Él salió y me abrazó. Sentí su presencia en mi corazón, en mi mente y en mi alma, Él me estaba abrazando. Fue el abrazo más grande de mi vida”, asegura esta mujer, que define aquel momento como el que cambió completamente su vida.

Su madre quiso ingresarla en un psiquiátrico

Después de aquella experiencia de amor de Dios decidió dejar su exitoso trabajo, su casa y se fue a un convento en Omaha. “Mi madre pensó que estaba loca”, recuerda ella. Tanto que incluso llevó a Sair a un hospital psiquiátrico, que curiosamente era gestionado por unas monjas.

El médico le preguntó si escuchaba a Dios, si escuchaba su voz y le amaba. Ella tenía miedo a responder con sinceridad por si concluían que estaba loca y acaba ingresada en el psiquiátrico. Sin embargo, sintió que Dios quería que dijera la verdad. El doctor llegó a la conclusión de que Sair no estaba loca sino enamorada completamente de Dios.

De EEUU a México y vuelta de nuevo

Durante varios años estuvo en la vida religiosa hasta que supo que Dios la llamaba a otra cosa. Dejó el convento y también Estados Unidos para regresar a su México natal. Allí participó activamente y con gran éxito en distintos ministerios católicos de evangelización y de anuncio de devociones como la del Sagrado Corazón.

En 2013 regresó a Estados Unidos para enseñar la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II a las parejas, especialmente hispanas, de la Archidiócesis de Los Ángeles.

Pero casi a la vez comenzó a hablar de Dios y a lograr numerosas conversiones entre expandilleros, presos y personas violentas, consiguiendo incluso que acabasen consagrando su vida y la de sus familias a Dios.

Hace unos meses, por ejemplo, la llamaron para que anunciara la Buena Nueva a un grupo de 200 hombres, la gran mayoría pandilleros llenos de tatuajes, traficantes e incluso asesinos. “Logramos consagrar a todas esas personas –explica Sair- lo cual fue un milagro, porque la mayoría de esas personas han matado personas, han estado involucradas en negocios muy sucio, o han vendido droga…”.

Vidas que cambian

Sair del Toro 3Ahora, “estas personas que nunca pensaríamos que estarían consagradas al Señor están cambiando sus vidas y las de sus familias también”. Buscando un terreno común con los miembros de estas pandillas, le comentó que la jerarquía de la Iglesia era muy parecida a la de una pandilla, pero del lado del Señor y no del lado de la muerte.

“Cuando les enseñas cómo funciona la Iglesia, cómo trabaja Dios, cómo funciona el respeto, en realidad es lo mismo, pero en el ejército de Dios”.

Sair del Toro afirma que les anuncia que su vida puede cambiar, que pueden ser más felices que nunca, que pueden conocer la gracia, y sobre todo vivir para siempre. “Sienten que realmente tienen ahora algo, que valen algo pues les damos la esperanza de la vida, de la eternidad”, concluye.

Ayuda a miles de mujeres hispanas

Pero además esta incansable católica es directora de Magnífica, el apostolado en español de Endow, un ministerio centrado en las mujeres. Y es aquí donde está realizando una importante labor con cientos de ellas, muchas con terribles historias a sus espaldas.

Una de las mujeres a las que ha podido ayudar es Rachel (nombre ficticio). Cuando tenía 14 años se escapó de casa de sus padres para ir a una fiesta. Esa noche fue secuestrada y llevada de Ciudad de México a la frontera con Estados Unidos, donde fue vendida a un hombre que la mantuvo en cautiverio durante 10 años.

En ese tiempo esta joven tuvo dos hijos con su secuestrador, hasta que un vecino se percató de que algo raro ocurría y llamó a la Policía, por lo que Rachel y sus hijos pudieron ser rescatadas. Ahora ella encuentra ayuda y sanación en la Iglesia a través del grupo Magnífica.

“Mi meta es el cielo”

Muchas mujeres que han experimentado violencia doméstica o el drama del aborto también llegan a la Iglesia a través de esta vía, y encuentran la felicidad en ella tras sufrir lo indecible durante años.

Gracias a personas como Sair son miles de personas las que conocen esta Iglesia, “hospital de campaña”, donde pueden sanar heridas profundas.

“La gente que me conoce sabe que lo hago de corazón, de lo contrario podría estar haciendo cosas diferentes por mucho dinero. Pero mi meta es el cielo y quiero ser santa, realmente quiero ser santa. Así que me relajo dejando que Dios haga lo que quiera conmigo”.

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Fuente: Religión en Libertad


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Felicidad humana y felicidad espiritual https://www.reinadelcielo.org/felicidad-humana-y-felicidad-espiritual/ Fri, 02 Sep 2016 13:04:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=353 ]]> Felicidad humana, buscada, añorada. Esquiva como una mariposa que vuela sobre nosotros, hermosa y fulgurante, pero difícil de asir con las manos. Más nos esforzamos, más alto ella vuela, o se la lleva el viento, o se va detrás de alguna flor que la atrae más que revolotear sobre nuestras cabezas. Felicidad humana, motivo de nuestros desvelos, de nuestros esfuerzos, de tantas decepciones y caídas. Pero cuando se la encuentra, que hermosa es. Son esos momentos donde el mundo parece detenerse, donde todo es perfecto, pleno de armonía. En esos instantes sabemos bien que en pocas horas o minutos quizás, nos encontraremos de nuevo en el llano, listos para empezar otra vez. Como esas mañanas de lunes, luego de un hermoso día de domingo, donde nos vemos a nosotros mismos en el espejo mientras cepillamos nuestros dientes. ¿Cómo puede ser todo tan distinto, tan chato y deprimente, si ayer mismo yo estaba tan feliz?

Es que nuestra naturaleza humana es así. Somos volátiles y efímeros en nuestro querer. Buscamos esa felicidad, y cuando la alcanzamos nos acostumbramos a ella y le hallamos defectos de inmediato. Si, es lindo, pero no es tan perfecto como pensaba. Y de hecho, empezamos a soñar con otro tipo de felicidad, y vamos abandonando la felicidad encontrada, pequeña o grande. Queremos más, y más. Cuanto soñamos en comprar ese auto, pero cuando lo tenemos, deseamos otro mejor o distinto. Y así con todo, con todo.

Nuestro problema es que estamos atados al gusto de ser humanos, al gusto por los placeres humanos. Y esto es como un ancla que nos tira hacia abajo, nos sujeta a la tierra. En realidad, la meta de nuestra vida es hacernos espíritu, tenemos que atarnos al gusto por lo espiritual, que nos hará elevarnos livianos y sencillos, sin atadura alguna al gusto por lo terrenal. La realidad es que también somos espíritu, pero nuestra naturaleza humana tapa y sofoca a nuestro pobre costado espiritual, que pugna por imponerse. Una lucha de vida que forma parte de nuestra prueba de amor, es el precio que debemos pagar para poder llegar a adquirir el derecho de vivir con el Amor de los Amores, eternamente.

Deseo de DiosCuando logramos descubrir la felicidad del espíritu comenzamos a recorrer el camino de ascenso espiritual. El gozo del espíritu es muy distinto a la felicidad humana. Es profundo, interior, pleno de paz, hace hinchar nuestro pecho de unas tremendas ganas de gritar, de gritar nuestro amor por Dios, nuestra alegría de reconocernos Sus amigos, Sus hijos, Sus elegidos. Este gozo del alma barre poco a poco todas las necesidades de felicidad humana, la que va pareciendo cada vez más como vacía, vana, pasajera, vulgar. Autos, casas, dinero, viajes, todo va siendo reemplazado por un deseo ardoroso de estar unido y en paz con el Creador.

Despojados de todo deseo material, de todo deseo de afecto humano, de toda necesidad pasajera. Esa es la perfección a la que debemos apuntar en nuestro ascenso espiritual. Por supuesto que seguiremos viviendo en el mundo, rodeados de las cosas del mundo, pero sin ser del mundo. Estar en el mundo, sin ser del mundo. A veces estamos tan apegados que somos, simplemente, mundo. En realidad debemos ser, simplemente, espíritu. Espíritu que vive en el mundo, que come, que trabaja, que utiliza las cosas materiales y los afectos humanos para materializar el amor por Dios, y el amor por los demás. Amor que sube y que baja, que sale y vuelve, amor que es espíritu.

Cuando llegamos a este punto, podemos darnos cuenta que una cena en un restaurante bonito no se puede comparar a un instante de adoración Eucarística, a un momento de oración intenso, o a la alegría de la sonrisa de aquel a quien dimos lo que no tiene, lo que le falta. Sin grandes fuegos de artificio, ni tapas en los diarios, ni publicidades rimbombantes, la felicidad espiritual nos espera, clama por nosotros. Felicidad que es cruz, que es entrega, que es saberse amado aunque duela lo humano. Lo humano gritará, pedirá atención, querrá ser el centro de nuestra vida nuevamente, no se rendirá jamás, mientras vivamos. Esta es, en sencillas palabras, la batalla de nuestra vida, la que define nuestro destino eterno.

Señor, que puedes quemar mis impurezas humanas con Tu fuego abrasador. Leva las anclas que me sujetan a este mundo, arranca estas cadenas que me atan a las columnas de la vanidad y la sensualidad. Dame Tu fortaleza, cúbreme con Tu escudo, permíteme descubrir el gozo de la felicidad espiritual, para que el gozo de saberme amado por Vos arranque de raíz mi unión con el fango que intenta retenerme. Hazme ver la belleza de todo lo Tuyo, y el horror de aquello que me aleja de Vos. Cura mi ceguera espiritual y envuelve mi corazón con las llamas de Tu Sagrado Corazón. Hazme, simplemente, tuyo.


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