compartir – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Sat, 30 Dec 2023 00:21:24 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 10 mandamientos para una familia en Paz https://www.reinadelcielo.org/10-mandamientos-para-una-familia-en-paz/ Fri, 29 Dec 2023 08:19:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=12297 ]]> “La familia es una íntima comunidad de vida y amor” cuya misión es “custodiar, revelar y comunicar el amor” con cuatro cometidos generales (Familiaris Consortio):

  • Formación de una comunidad de personas
  • Servicio a la vida
  • Participación en el desarrollo de la sociedad
  • Participación en la vida y misión de la iglesia

Así es como debemos procurar crecer en el amor mutuo, Por tanto te proponemos estos 10 mandamientos para lograr una familia en paz. Siempre con Dios en medio de nosotros.

Ama a Dios, a tu familia y a ti mismo

1. Ten fe y vive la Palabra de Dios, amando a tu familia como a ti mismo.

2. Ámate y confía en ti mismo y en tu familia y ayuda a crear un ambiente de amor y paz a tu alrededor.

3. Reserva momentos para jugar y divertirte con tu familia, pues el niño aprende jugando, y la diversión aproxima a las peersonas.

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4. Educa a tu hijo en la conversación, en el cariño y el apoyo. Ten cuidado: quien pega para enseñar está enseñando a pegar.

5. Participa con tu familia de la vida de comunidad, evitando las malas compañías y las diversiones que incentivan la violencia.

6. Procura resolver los problemas con calma y aprende con las situaciones difíciles, buscando en todo el lado positivo.

7. Comparte tus sentimientos con sinceridad, diciendo lo que piensas y escuchando los que los demás quieren decir.

8. Respeta a las personas que piensan diferente de ti, pues las diferencias son una verdadera riqueza para cada uno y para el grupo.

9. Da buen ejemplo, pues la mejor palabra es nuestra forma de ser.

10. Pide disculpas cuando ofendas a alguien y perdona de corazón cuando te sientas ofendido, pues el perdón es el mayor gesto de amor que podemos demostrar.

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Fuente: Aleteia.org


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Si ser pobre o ser rico https://www.reinadelcielo.org/si-ser-pobre-o-ser-rico/ Fri, 28 Jul 2023 12:24:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=469 ]]> Un tema delicado, sin dudas. Contradictorio al menos en apariencia, difícil de poner en palabras que conformen a todo el mundo. Para algunos, vale aquello de que “más fácil es que pase un camello por el ojo de una cerradura, de que entre un rico al Reino de los Cielos”. Para otros vale aquello de que “la riqueza o pobreza de un alma está en el aspecto espiritual del término, no en el material”. De una forma u otra las Sagradas Escrituras dan referencias que podrían alimentar variadas interpretaciones, especialmente cuando el interesado tiene algún particular ángulo que desea priorizar.

De tal modo, los que se consideran a si mismos como “ricos” tratarán de encontrar en este escrito justificación a su riqueza. Y los que se consideran “pobres” buscarán encontrar aquí consuelo y promesa de “salvación automática”. Ni lo uno, ni lo otro. No es ese el espíritu de las diversas palabras que Jesús nos ha dejado sobre este delicado tema en los Evangelios.

El primer paso es comprender si riqueza material es sinónimo de casi segura condenación del alma. Recordamos el caso del joven rico que quiere seguir al Señor, y Jesús le pone como requisito el dejar atrás bienes y honores, y él tristemente deja alejarse al Salvador, mientras se queda atado a su riquea. También el caso del rico que no da ni los restos de su comida al pobre que pide en la puerta de su casa. En muchas oportunidades Jesús nos ha marcado el peligro espiritual que acarrean los bienes materiales. Si, pareciera que es un hueco muy estrecho como para que pase el camello famoso.

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Pero meditando sobre este asunto recordé a aquellos que fueron los mejores amigos de Jesús en la tierra. Ellos fueron muy probablemente tres hermanos: María Magdalena, Marta y Lázaro, hijos de Teofilo. Quizás la familia más rica de la Palestina de aquella época, en propiedades en Jerusalén, en Betania, y en muchos otros lugares. La casa de Betania era el lugar de descanso preferido de Jesús cuando subía a Jerusalén. A Lázaro y sus hermanas pedía Jesús muchos favores materiales cuando llegaban a El casos desesperantes de gente que necesitaba ayuda. Y los hermanos siempre respondían, fieles al Mesías que ellos habían reconocido en aquel Hombre de Galilea.

Si, los hijos de Teofilo eran ricos, riquísimos, pero supieron merecer la amistad del Señor. Jesús lloró cuando vio la tumba de Lázaro, y de hecho hizo de su resurrección el más impresionante milagro, en fecha ya cercana al Gólgota. Su hermana, María Magdalena, tuvo el honor de ser la primera persona que lo viera Resucitado. Vaya honor, ¿verdad? Nada está narrado por casualidad en los Evangelios, de tal modo que tan particular amistad entre la familia más rica del lugar, y Jesús, tiene que tener un significado profundo.

Leyendo un hermoso libro titulado “La Palabra continúa” encontré esta frase: “El rico que da con amor y caridad verdadera, es el que se hace amar y no envidiar del pobre”. De este modo, aceptar la propia riqueza proveniente de un trabajo honesto de los padres, o del propio digno esfuerzo, no es pecado si se la acepta para hacer buen uso de ella. Por supuesto que la riqueza basada en dinero logrado por malas artes no tiene mucha cabida frente a Dios. Pero la riqueza heredada o lograda con trabajo digno, es una manifestación de la Voluntad de Dios sobre nosotros. El asunto es qué espera Dios que hagamos con esos dones, porque sin dudas que es mucho el bien que, como Lázaro y sus hermanas, se puede hacer desde una buena posición económica y social, adquirida legítimamente.

Vistas así las cosas, el camello puede pasar por el ojo de la cerradura, pero con una responsabilidad y un esfuerzo que hacen la tarea muy difícil. La riqueza parece de esta forma asimilarse a una prueba ciclópea para el alma, más allá de que configura un gran don, una gracia que Dios concede. La gran pregunta de vida que las personas ricas deben hacerse es qué hacer con los bienes que Dios ha puesto en sus manos.

Dar todo (ft img)

Si la riqueza nos enfrenta a semejantes pruebas espirituales, ¿es acaso la pobreza un don de Dios? Realmente lo es, es una ayuda muy grande que Dios da para encontrar verdadera humildad y sencillez en el corazón, puertas fundamentales para el camino a la santidad. ¿Es entonces pobreza sinónimo de salvación? Sin dudas que no. Un sacerdote amigo me decía que si bien es notable la soberbia de los ricos, es también impactante la soberbia de los pobres.

Me quedé mucho tiempo pensando en sus palabras, hasta que comprendí que se refería al resentimiento y desprecio por aquellos que tienen algo que uno no tiene, sea un bien material, cultural, o incluso espiritual. Ser pobre y vivir amargado por ello, es tan malo espiritualmente como ser rico y no hacer uso de lo recibido para el bien de los demás. En ambos casos se cae en una vida alejada del amor que Dios espera de nosotros.

La pobreza debe ser llevada con humildad también, al igual que la riqueza, haciendo de las carencias un agradecimiento a que Dios no nos somete a la prueba de la abundancia. Difícil tarea, ¿verdad? Suena más difícil que la tarea del rico, de hacer buen uso de lo recibido. Sin embargo, creo yo que, espiritualmente hablando, la tiene más difícil el rico que el pobre. Pero en cualquier caso queda en cada alma el saber como hacer de la situación que nos toca vivir, una oportunidad única de honrar a Dios con amor y verdadera humildad de corazón.

Si ser pobre o si ser rico, son cuestiones de este mundo material en que vivimos, cuestiones muy alejadas del destino de verdadera realeza que nos espera. Riquezas en este mundo, caminos que nos alejan de la genuina riqueza, si no sabemos utilizarlas para beneficio de los demás. Pobrezas y miserias en este mundo, un sufrimiento que puede ayudarnos a encontrar la estrecha senda al Reino, si las aceptamos con alegría de corazón y hacemos de ello un motivo de unión a la Pobreza del Resucitado.

Jesús tuvo una unión muy intensa con pobres, enfermos e indefensos, y una amistad profunda con algunos ricos pero bondadosos. Pero, por sobre todas las cosas, no olvidemos que los que lo enviaron a la Cruz fueron los ricos del lugar que no aceptaron que el Señor viniera a alterar su poder y comodidad, sus riquezas materiales, su dominio sobre los pobres. Y tú, rico o pobre, ¿qué haces con ello?


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¿Qué tienes para ofrecerle a Dios? https://www.reinadelcielo.org/que-tienes-para-ofrecerle-a-dios/ Fri, 20 Dec 2019 11:43:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=604 ]]> Nuestro tiempo, nuestra inteligencia, nuestro esfuerzo, nuestros talentos, nuestro dinero, nuestra salud y vitalidad, nuestro amor. ¿Acaso algo de esto es nuestro? No, nada, absolutamente nada. Todo es de Dios, proviene de Dios. Nosotros mismos no somos nada, sin Dios. No perduramos un instante sin Su Voluntad de que sigamos vivos. Pongámoslo en claro, si Dios no contuviera la acción del mal sobre nosotros bajo la forma de enfermedad y penurias de todo tipo, pues nada seríamos. Todo lo que tenemos pertenece a Dios, que es el Creador y Único dueño de todo lo que vemos, de todo lo que somos.

De este modo, la pregunta en realidad debiera ser ¿Qué tienes para devolverle a Dios? Porque de El provienen todas las Gracias, materiales y espirituales, todo lo bueno que somos o tenemos. Cuando desarrollamos un talento, con esfuerzo, no hacemos más que sacar a la luz algo que Dios puso en nosotros mismos, como potencial. Cuando tenemos éxito laboral o profesional, y acumulamos dinero y bienes, gozamos de la Gracia de Dios que recompensa de éste modo el trabajo digno, bien hecho, con honestidad. Cuando caminamos y vivimos lozanamente, con salud y vitalidad, gozamos de la bondad del Señor que quiere que seamos parte de la maravillosa obra que El creó, en armonía y perfección.

Y sin embargo, qué miserables que somos. Empezando con nuestro tiempo: lo desperdiciamos en mil cosas vanas, como reuniones sociales, o simple distracción frente a un televisor o una revista. Y cuando dedicamos un minuto a nuestro Jesús, nos sentimos como si El hubiera arrancado una parte importante de nuestra vida. Medimos cada minuto que dedicamos a Dios, ya sea a través de la caridad y ayuda a los demás, como a la oración, o a estudiar y crecer en el conocimiento de Sus cosas. Y humanamente nos ufanamos de lo hecho, queremos crédito y reconocimiento, como si Jesús no mereciera le donemos toda nuestra vida, en agradecimiento por tanto amor recibido.

Monedas en la mano

También somos miserables con nuestro dinero: lo malgastamos en mil cosas vanas, ropas, salidas, cigarrillos, artefactos electrónicos de la más moderna y reciente tecnología, adornos y construcciones pasajeras. Mientras tanto, si ponemos un peso en la caridad lo miramos como si fuera un millón. ¡Cómo voy a poner tanto! No medimos con la misma vara el dinero que derrochamos, que el que donamos al Señor y a Sus hermanos, los que lo necesitan. Cuando viene a nuestra alma la idea de hacer alguna obra de caridad, estalla la pregunta en nuestro interior: ¿cómo voy a gastar tanto? Las dudas afloran de inmediato: mi esposo jamás justificaría que regale este dinero, mientras compramos ropas y zapatos carísimos sin musitar, o gastamos nuestro dinero en costosos cortes o teñidos de cabello. O también: mi esposa pensará que estoy loco si derrocho este dinero en obras de caridad, mientras fumamos como sapos o compramos finos zapatos o ropas sport. ¡Que grandes miserias anidan en nuestra alma!

Y nuestro esfuerzo: no somos capaces de dedicar nuestro sudor a ayudar a tantos niños necesitados, pero sí a nuestros propios hijos, por los que damos todo. Para unos si, para otros no. Un regalo de Navidad, un juguete, es para nuestros hijos la obligación de que sea lo mejor. Para otros niños pobres y humildes, con algo hecho o comprado así nomás, es suficiente. ¿Qué saben estos niños, de todos modos, de lo que es bueno, de lo que es perfecto o costoso? Ponernos a trabajar, para dar algo bueno a los demás, parece tiempo y esfuerzo desperdiciado. ¿Cómo voy a perderme tantas horas, o noches hasta tarde, si estoy tan ocupado u ocupada? Quizás pienso esto, mientras contamino mi alma mirando televisión o caminando por decimonovena vez por el corredor del mismo shopping mall.

¿Qué puedo devolverle al Señor, de todo lo que El me ha dado? Esa es la pregunta. No sólo de lo que nos sobre, sino de aquello que nos cuesta, de lo que no tenemos en abundancia. Nos debiera dar vergüenza el tener tanto pero tanto, comparado con otros, y disfrutarlo sin más. Sin pensar en agradecer, en devolver, en compartir. ¡Qué egoístas que somos! El Señor sufre con nuestros corazones que están tan cerrados. Miremos hacia arriba, hacia el Cielo, y veamos Sus Ojos húmedos, que suplicantes nos piden:

Dame tu amor, dáselo a los que no tienen, comparte Mis Gracias, sé un ejemplo de Mi infinita Bondad, Mi entrega, Mi Misericordia. ¿Acaso no ves cómo te amo?


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Las 10 lecciones que aprendí desde que perdí a mi hijo https://www.reinadelcielo.org/las-10-lecciones-que-aprendi-desde-que-perdi-a-mi-hijo/ Fri, 01 Sep 2017 23:42:58 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=10106

Hace poco más de un año, Richard Pringle sufrió el mayor golpe de su vida: su hijo, Hughie, de 3 años, murió tras un hemorragia cerebral.

El niño inglés tenía una enfermedad, pero estaba bien. La repentina muerte dejó en shock a los papás. “Tenía sólo un 5% de probabilidades de sufrir una hemorragia, pero sucedió el año pasado. Él era gentil, atento y adorable. Hacía que las cosas pesadas se volvieran divertidas”, dijo Pringle al diario Mirror.

Tras la muerte de Hughie, Pringle decidió escribir las 10 principales lecciones que él aprendió durante los pocos años de convivencia con su hijo y con la falta que le hace.

La lista fue publicada en el perfil de Pringle en Facebook.

“Las 10 cosas más importantes que he aprendido desde que perdí a mi hijo”

1 – Nunca podrás besar y amar lo suficiente.

2 – Siempre tienes tiempo. Deja lo que estás haciendo y juega, aunque sea sólo un minuto. Nada es tan importante que no pueda esperar.

3 – Saca el máximo de fotos y graba el máximo de videos humanamente posible. Un día eso puede ser todo lo que tengas.

Padre e hijo (ft img)4 – No gastes dinero, gasta tiempo. ¿Piensas que lo que gastas es importante? No importa. Lo que haces es lo que importa. Salta en charcos de agua, ve a caminar. Nada en el mar, acampa, diviértete. Es lo único que quieren. Yo no logro recordar lo que le compré a Hughie, sólo recuerdo lo que hicimos juntos.

5 – Canten canciones juntos. Mis recuerdos más felices son los de Hughie sentando en mi hombro o a mi lado en el carro, cantando nuestras canciones favoritas. Se hacen recuerdos con la música.

6 – Aprecia las cosas sencillas. La hora de dormir, de leer cuentos. Cenar juntos. Los domingos perezosos. Aprecia las cosas sencillas. Son astas las que harán más falta. No permitas que esas memorias especiales pasen desapercibidas.

7 – Siempre da un beso de despedida a los que amas y, si te olvidas, regresa y da un beso. Nunca sabes si será la última vez que tendrás esa posibilidad.

8 – Vuelve las situaciones aburridas, divertidas. Idas al súper, viajes de coche, ir de compras. Sé un poco bobo, cuenta chistes, ríe, sonríe y aprovecha. Son sólo quehaceres, si los tratas así. La vida es muy corta para no divertirse.

9 – Ten un diario. Escribe todo lo que hacen tus hijos que vuelven tu mundo mejor. Las cosas divertidas que ellos dicen, las cosas lindas que hacen. Nosotros sólo empezamos a hacer eso cuando perdimos a Hughie. Queríamos acordarnos de todo. Ahora, hacemos eso para Hettie y lo haremos para Hennie también. Tendrás esos recuerdos escritos para siempre y, cuando seas mayor, podrás mirar atrás y aprovechar cada momento.

10 – Si tu hijo está contigo para besarlo por la noche, para desayunar con él, para caminar hasta la escuela, para ir a la universidad, para verlo casarse, has sido bendecido. Nunca lo olvides.

Y tú, ¿tienes a tus hijos a tu lado? Entonces agradece a Dios y aprovecha cada momento con ellos.

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Fuente: Aleteia.org


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