Clausura – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 29 Oct 2021 18:34:33 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Boulaur: Una abadía que explota de vocaciones y que ha vuelto a la esencia monástica de la Edad Media https://www.reinadelcielo.org/boulaur-una-abadia-que-explota-de-vocaciones-y-que-ha-vuelto-a-la-esencia-monastica-de-la-edad-media/ Fri, 29 Oct 2021 18:34:33 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=26120 Las cistercienses de la Abadía de Boulaur están experimentando una verdadera cosecha de vocaciones y un florecimiento espiritual que irradia luz en la región de la Occitania francesa. Y no hace tanto tiempo, hace justamente 40 años, esta comunidad estuvo a punto de ser cerrada por falta de religiosas.

Entonces eran cinco. Ahora superan la treintena en esta abadía, pues han debido también extenderse ya a otro monasterio, y cada año no falta al menos una vocación: la media de edad en estos momentos supera por poco los 40 años.

¿Qué pasó para que se produjera este gran cambio? Estas religiosas cistercienses han vuelto a la esencia y han recuperado el gran dinamismo de la vida monástica de la Edad Media adaptándolo al siglo XXI. Y sus frutos son visibles. La regla no ha cambiado, pues su día a día sigue anclado en el ora et labora, pero lo han aplicado con radicalidad y autenticidad.

Cuidan animales y cultivan la tierra de tal manera que han construido un gran granero que llegó a viralizarse a través de un vídeo. Los bueyes han sido sustituidos por tractores, pero su duro trabajo les ha dado enormes frutos, y no necesariamente económicos. Su autenticidad ha atraído a numerosos peregrinos, entre ellos, chicas jóvenes que han querido adoptar este tipo de vida.

De hecho, tras el granero estas monjas de Boulaur se han embarcado en otro enorme proyecto: lo llaman el “Ecotono”, que en la naturaleza corresponde a una zona de transición entre dos ecosistemas diferentes. El nombre tiene un sentido claro, pues pretende ser una zona de encuentro entre la vida monástica y el mundo exterior. Es un lugar para conocer lo que hacen y viven las religiosas, y donde los laicos que acuden tienen la posibilidad de experimentar las virtudes de este tipo de vida entregada a Dios.

Si se ha destacado el duro trabajo y la apuesta por la acogida y el testimonio como fuente del florecimiento de la comunidad, nada de esto podría haberse logrado sin el pilar en el que se cimienta todo: la intensa vida de oración. Y además la apuesta que realizaron en junio de 1981 cuando la abadía estuvo a punto de echar el cierre.

La intercesión de la joven Claire de Castelbajac

Las cistercienses fueron expulsadas de la abadía de Boulaur en 1901 y pudieron regresar en 1949. Tres décadas después sólo quedaban cinco religiosas. Entonces el abad general de la orden les pidió a estas monjas que rezaran a una joven, la hoy sierva de Dios Claire de Castelbajac, que vivía a apenas a 25 kilómetros de la abadía y que había fallecido con tan sólo 21 años en 1975 debido a una meningoencefalitis.

Su muerte era todavía muy reciente, pero su profunda vida de fe era conocida en la zona. Y pronto se extendió su fama de santidad. Incluso su madre escribió un libro sobre ella. Fue entonces cuando el abad general realizó esta visita a la comunidad donde se debía decidir qué hacer con la abadía.

Clare Castetlbajac – En proceso de beatificación

La madre superiora le ofreció la lectura del libro sobre la vida de Claire. Al principio al abad no le entusiasmó mucho la idea de leer la vida de una nueva figura piadosa, como la que se le ofrecía normalmente en cada uno de los monasterios que debía visitar.

Pero por la noche decidió leerlo y quedó impresionado con la vida y la fe de esta joven vecina de la abadía. A la mañana siguiente, acudió a la superiora y le dijo que estaba convencido de que Claire era santa y que podía ser canonizada. Por ello, pidió una señal para poder abrir este proceso de beatificación. Y dada la terrible situación de Boulaur les instó a pedir por su intercesión la llegada de cinco vocaciones ese año. Esto era algo prácticamente imposible, pues lejos de recibir nuevas monjas sólo había disminuido su número.

Las monjas no creían que fuera posible, pero obedecieron y rezaron por intercesión de esta joven para que se cumpliera ese signo. Y de manera sorprendente ese año ingresaron cinco nuevas monjas en la abadía.

Desde entonces la comunidad recuperó un nuevo impulso que no se ha debilitado nunca. Cada año ha llegado al menos una vocación y en estos últimos años incluso seis y siete, lo que ha obligado a la comunidad a extenderse a otro monasterio.

Precisamente, la gracia de las “5 vocaciones” estuvo en el origen de la apertura del procedimiento para su posible beatificación. Por tanto, el vínculo entre Claire y Boulaur es ahora importante y es a la comunidad a la que se le ha confiado la postulación de la Causa.

En 2004, el arzobispo de Auch pidió a las hermanas que recibieran el cuerpo de Claire de Castelbajac para que reposara en la iglesia de la abadía. Allí los numerosos peregrinos que acudían a rezar ante su tumba también podrían ser acogidos por estas cistercienses, por lo que además podían conocer esta entregada vida monástica.

¿Cuál es el secreto del éxito de estas monjas?

Voviendo al presente, la realidad es que es una comunidad vital y alegre. “¿Las claves de nuestro éxito?”, se pregunta sor Anne, mano derecha de la abadesa. “Si tuviéramos la receta la compartiríamos con todas las comunidades, porque lo que cuenta es la llamada del Señor”, contaba a Famille Chretienne.

Por su parte, la abadesa, la Madre Emmanuelle confirmaba que “es la intimidad de cada alma con el Señor, el misterio de la llamada que es ante todo una respuesta a Cristo. Sin embargo, si indudablemente el Señor tiene la primacía en la vocación de una persona, la comunidad aún puede reclamar su parte”. Y entonces deja entrever este éxito: “¿Quizás el respeto por una tradición recibida como patrimonio, la porosidad de una valla abierta al mundo a través del trabajo así como un apoyo a medida a cada una?”.

El nuevo “ecotono” que preparan es un nuevo reto para estas monjas. Como cistercienses, las monjas de Boulaur tienen la particularidad de cultivar la tierra además de su vida de oración, fieles al lema de la regla de San Benito y esto atrae a visitantes e incluso periodistas.

“Nuestros productos suelen llamar la atención a primera vista, pero esperamos que los visitantes puedan ir más lejos y también descubrir al Señor al venir a la abadía, porque Él es la razón de ser de este lugar”, explica la hermana Anne al semanario católico francés.

Todo el desafío de este “ecotono” es desarrollar un fuerte vínculo con el mundo exterior preservando la vida monástica de las hermanas. “Es un equilibrio sutil”, afirma la religiosa, que añade que “para garantizar una acogida de calidad, la abadía debe ser ante todo un lugar de oración, paz y vida comunitaria para las hermanas detrás de la valla”. No se trata de “abrir todo el monasterio sin barreras, sino de hacer accesible y didáctico lo que puede ser”.

Este florecimiento vocacional “es una gracia hermosa para nosotras en una época en la que faltan vocaciones en todas partes, pero también supone responsabilidad porque debemos cuidar de todas estas mujeres, sus necesidades primarias, la atención médica y la jubilación”, recordaba en otra ocasión sor Anne al National Catholic Register.

Una nueva mirada a la Edad Media desde el siglo XXI

Las 45 hectáreas que estas monjas cultivan, las decenas de vacas y terneros que cuidan, los cerdos y otros animales, y los alimentos que elaboran con estos productos son su sustento, pero también la forma de relacionarse con Dios, y curiosamente un foco de atracción para jóvenes que llegan llenas de ruido y buscan un lugar como éste.

Las monjas, las postulantes, pero también aquellas personas que deciden pasar unos días en la comunidad trabajan duramente, pues la dimensión espiritual no es la única. La actividad ayuda pues –como asegura sor Blandine- así uno está “al servicio de todos por el bien de todos” y después de un duro día de trabajo que para para las distintas llamadas a la oración siente –añade esta monja- que “al entregarme físicamente me estaba entregando por completo”.

De este modo, confirma que las monjas siempre han trabajado la tierra, no sólo para asegurar su subsistencia sino para unir también a la comunidad. Desde la fundación de la orden el trabajo ha sido un pilar de la vida monástica.

Estas cistercienses sienten que no han inventado nada en este exitoso proceso de mantenimiento de la comunidad. Se han abrazado a la tradición de su orden y aunque mirando el futuro se han inspirado, principalmente con el proyecto de la gran granja, en la Edad de Oro de los cistercienses de los siglos XII y XIII.

Durante la Edad Media el monaquismo vivió su gran momento en Europa, donde se fundaron miles de monasterios. La agricultura, el comercio y hasta el transporte se beneficiaron de ello. “Queremos permanecer fieles a esta dinámica, que impactó la economía del siglo XII, con los medios del siglo XXI: no tendremos carretas de bueyes como en la antigüedad, pero nuestros amigos estadounidenses ciertamente estarán orgullosos de nuestro tractor John Deere”, añadió esta monja.

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Fuente: Religión en Libertad


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De jugadora estrella de basketball a monja clarisa https://www.reinadelcielo.org/de-jugadora-estrella-de-basketball-a-monja-clarisa/ Fri, 30 Aug 2019 18:51:08 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=23073 ]]> Hace 28 años Shelly Pennefather era una joven promesa del baloncesto con miras a firmar un contrato por 200.000 dólares anuales. Sin embargo, siguió su llamado a la vida de clausura y ahora su vida ha sido destacada por ESPN, una de las principales cadenas televisivas de deportes del mundo.

Shelly, que actualmente es la hermana Rose Marie y vive en el Monasterio de las Clarisas en Alejandría, Virginia (Estados Unidos), es hija de Mike y Mary Jane Pennefather. Su madre tiene ahora 78 años y todas las mañanas va a la iglesia Ella fue quien reunía a toda la familia para rezar el Rosario, mientras que su padre, que falleció en 1998, fue quien le enseñó a jugar baloncesto.

De joven jugaba en la escuela secundaria en Bishop Machebeuf, en Denver, y ganó tres campeonatos estatales. Tiempo después llegaría al equipo de Villanova gracias a la amistad que hizo con Harry Perretta, entrenador de esta universidad y que le compartió que también tenía había cultivado su devoción a la Virgen María a través del Rosario.

Perretta compartió a ESPN que “al principio era una jugadora de baloncesto muy perezosa que no se esforzaba en la cancha cuando vino aquí”, por lo que buscó comunicarse más con ella.

Sin embargo, durante la segunda temporada, Shelly pensó que lo mejor era transferirse, pero su compañera de equipo Lisa Gedaka le preguntó si no había considerado que “tal vez es la voluntad de Dios estar con nosotros aquí en Villanova”.

Shelly se quedó y los éxitos siguieron llegando, pues acumuló 2408 puntos yrompió el récord histórico de Villanova para mujeres y hombres. Esta marca sigue vigente. Además en 1987 ganó el Trofeo Wade, que se otorga a la mejor jugadora de baloncesto universitario femenino, y luego de graduarse firmó con el Nippon Express de Japón, país en donde ya no volvería a ser la misma.

“El ritmo en Japón fue mucho más lento (el Express jugó solo 14 juegos en el lapso de cuatro meses), lo cual afectó a Shelly. Lejos de sus compañeros de la universidad y del caos diario de su numerosa familia, sintió nostalgia y estaba sola en una ciudad lejana. Su equipo comenzó perdiendo 0-5. Si terminaban al final de la división, ella necesitaría quedarse en Japón durante otros dos meses para jugar”, relata ESPN.

Es así que en su deseo por volver a casa hizo una promesa: si su equipo terminaba dentro de los seis primeros lugares –lo que le permitiría regresar por esos dos meses- pasaría ese tiempo trabajando como voluntaria.

Su equipo terminó tercero y al regresar a Estados Unidos cumplió su promesa trabajando en el comedor de beneficencia de las Hermanas Misioneras de la Caridad en Norristown, Pensilvania, una obra misional que la conmovió tanto que regresó cada verano después de su primera experiencia.

Al regresar a Japón para la siguiente temporada, Shelly se sentía aún más fuera de lugar, por lo que se mantenía ocupada leyendo libros, aprendiendo japonés o enseñando inglés. Sin embargo, aún sentía un profundo vacío. “Se vio obligada a entrar en soledad. No había nadie más, solo ella y Dios”, expresó John Heisler, un amigo de la infancia.

En una ocasión la invitaron a un retiro y le pidieron leer el versículo de Juan 6, 56, que dice: “Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”.

De acuerdo con la religiosa, eso cambió su vida. Sintió que Dios estaba allí, a 20 pies delante de ella. Continuó leyendo, y cuando cerró la Biblia, hizo una oración silenciosa. Al día siguiente entró a la iglesia y arrodillada frente al tabernáculo se dio cuenta de que ya no estaba sola. Vio que “providencialmente nuestro Señor simplemente me llevó y me puso allí en ese lugar donde podría desarrollarme”, dijo la hermana. “Sentí que me estaba pidiendo que atendiera su llamado, que es lo más difícil que he hecho. Pero estoy agradecida de haberlo hecho, y aquí estoy. Encarcelada”, expresó.

La hermana Rose Marie afirma que ama la vida que eligió. “Desearía que todos pudieran vivirlo un poco para verlo. Es tan tranquilo… Siento que no estoy subestimando la vida. La estoy viviendo al máximo”, expresó.

Quiso compartir su decisión

Shelly quería dar la noticia a sus amigos más cercanos. Por ello, viajó a Nueva Jersey y Pensilvania para contarles a Lisa Gedaka y a Lynn Tighe.

“Lynn, nunca elegiría esto para mí. Nunca dejaría a mi familia y mis amigos. Pero esto es lo que estoy llamada a hacer. Lo sé. Dios me está llamando. Y lo voy a hacer”, dijo.

No obstante, TigheKaren Daly y Kathy Miller, sus compañeras de equipo, querían más respuestas e insistieron en ir al monasterio y hablar con la madre superiora para saber cómo era la vida de una monja de claustro. Luego llegaron al acuerdo de que en 2019 las tres podrían abrazar a Shelly cuando celebrara su las bodas de plata, al igual que la familia.

El entrenador Perretta también logró acordar con las clarisas que brindaría algunos suministros cada verano a cambio de tener una propia visita anual con la Hermana Rose Marie. Además pueden llamar al monasterio para hacerle llegar sus pedidos de oraciones.

Otro de los amigos con quien Shelly compartió su alegría fue John Heisler, a quien también le apasionaban los deportes, cómics e historias sobre santos. “Estaba fascinado por San Francisco de Asís, que finalmente ayudó a Santa Clara a iniciar una orden llamada las Clarisas”, cuenta ESPN.

Las compañeras de Shelly solían decir que “ella haría una de dos cosas en su vida: casarse con este chico con el que pasó los veranos o convertirse en monja”.

Si bien Heisler tuvo un interés por la joven, también había recibido el llamado de Dios. Así, cuando se encontraron nuevamente en Virginia, Shelly le dijo que se uniría a las clarisas. Esto fue de algún modo, liberador para su amigo, que podía seguir su llamado sin que algo lo detuviera. Lo ordenaron ocho años después.

En el caso de Shelly, cuando ingresó al monasterio “se fue con la ropa que llevaba puesta: un vestido largo azul y un par de zapatos que nunca volvería a usar”, relata la cadena deportiva ESPN.

El reportaje relata que cuando se despidió de su madre, esta le dijo: “Estaré aquí cuando tenga 103 (años) si puedes aguantar”. “Lo intentaré”, le respondió su hija.

Durante todos los años que siguieron, la hermana Rose Marie ha vivido según las reglas del monasterio, donde las hermanas “duermen en colchones de paja, con hábito completo, y se despiertan todas las noches a las 12:30 a.m. para orar, sin descansar más de cuatro horas seguidas. Están descalzas 23 horas del día, excepto la hora en que caminan por el patio con sandalias”.

Asimismo, pueden recibir hasta dos visitas familiares por año, con las que conversan a través de una pantalla transparente, y una vez cada 25 años, puede abrazar a su familia. También puede escribir cartas a sus amigos si estos le escriben primero.

25 años después

Si bien la hermana Rose Marie ingresó al monasterio hace 28 años, hizo la profesión de votos hace 25, los cuales fueron celebrados el 9 de junio con una Misa presidida por el obispo de Arlington, Virginia, Michael Francis Burbidge, y a la que asistieron su familia, compañeras de equipo, el entrenador Perretta, otros seres queridos y su amigo el padre John Heisler.

Poco después de terminar la homilía, se abrieron dos puertas de madera que dividían la pequeña capilla donde se celebró la misa. “Allí estaba ella, de 53 años, parada frente a ellos, sin pantalla”, expresó ESPN.

De este modo, y sin examinar a la multitud, fijó la mira en el lugar donde estaba sentada su madre y su rostro se iluminó.

Para saludarla se hizo una fila y la primera en abrazarla fue su madre Mary Jane. La hermana Rose Marie extendió las manos mientras ella se acercaba.

Con el padre Heisler se dieron un fraterno abrazo. La monja le dijo “tomamos la decisión correcta”. “No me arrepiento”, respondió el sacerdote.

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Fuente: Religión en Libertad


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