cine – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 08 Mar 2019 17:48:56 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 «El zapatero» https://www.reinadelcielo.org/el-zapatero/ Thu, 11 Oct 2018 19:20:37 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=16592 ]]>

El zapatero, un relato original León Tolstói 1828 – 1910.

Martín Avdeitch es un zapatero humilde, cuya vida se ha caracterizado por dolor. Pero cuando conoce a unos misioneros Cristianos, aprende a confiar en la bondad de Dios.


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La mejor medicina es el amor [corto animado] https://www.reinadelcielo.org/la-mejor-medicina-es-el-amor-corto-animado/ Wed, 27 Jun 2018 18:01:47 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=14935 ]]> El corto animado que les presentamos a continuación es una iniciativa que se realizó anunciando la modificación en el nombre de un hospital en Brasil, que desde ahora se llamará el hospital del amor. Sabemos que el nombre tiene que ver con la identidad, es decir expresa la esencia y la razón de ser. La verdad creo que sería un pleonasmo decir que un hospital es un lugar de amor, pues en la naturaleza de los centros de salud, siempre ha estado la preocupación por atender a las personas necesitadas de salud y que se sientan frágiles, por lo cual está sustentado por acciones de servicio, de solidaridad, es decir de amor. Sin embargo, creo que no sobra, en esta época en la cual vivimos una pérdida de sentido y de los valores esenciales, resaltar que la misión más importante de estos lugares es que sean espacios de servicio amoroso.

Pudiera parecer algo muy romántico, telenovelesco e idílico pensar que el amor sea lo más importante en un hospital. Puede ser que esta en contradicción con el rigor científico, con la seriedad, la competitividad tecnológica y académica que debe tener un centro médico, todos aspectos importantísimos para responder a los retos de la enfermedades exigentes, de casos difíciles, de personas que necesitan estudios y tratamientos sofisticados para resolver sus problemas de salud. Pero lo primero no le resta a lo segundo. No son realidades opuestas e incompatibles. Definitivamente puede ejercerse una medicina y una atención en salud de alto nivel científico, sin dejar de estar empapada de amor, de generosidad, de servicio.

Ya lo diría Paracelso: «El grado máximo de un medicamento, es el amor». Esto último lo anhelan los enfermos: ser tratados con respeto, con una atención especial, reverente y amorosa. Y más aún cuando se trata de enfermedades en las cuales los desarrollos científicos no tienen una respuesta o no tienen la última palabra.

Mi experiencia me lo ha demostrado tantísimas veces. Estar cotidianamente con personas a las cuales la medicina les ha dicho “no tengo más que hacer por ti” me permite comprobar que no quiere decir que esta persona deba perder la esperanza y la oportunidad de ser tratada con cariño. Quizá no se pueda curar, pero siempre se podrá cuidar y acompañar. Esto es lo que les digo a mis pacientes con enfermedades terminales: “siempre hay algo que hacer por ti”, quizá no te pueda resolver todos los problemas de salud, pero puedo ayudarte a experimentar alivio en tu dolor y en tu sufrimiento. Puedo evidenciar como una presencia amorosa puede hacer mucho por los que sufren, puede ayudarles a experimentar el consuelo de saberse acompañados en sus experiencias difíciles, puede ayudarles a recuperar sentido y esperanza para afrontar estas circunstancias.

Hace un tiempo el Papa Francisco visitó un hospital en México y dijo unas palabras que a mí me ayudaron mucho en mi trabajo y en el acompañamiento de los enfermos. Él habló sobre la “cariñoterapia” y resaltó el valor de como una caricia puede ayudar en la recuperación de los enfermos.

Ojalá muchos centros de salud pudieran aprender de esta iniciativa y volver la mirada a lo que de verdad importa, rescatando lo que se ha venido olvidando y perdiendo, recuperando algunos ingredientes que hacen falta para que sus recetas y medicinas puedan ofrecer un mayor alivio a sus pacientes, no sólo en sus cuerpos así como en su alma y su espíritu.

«El grado supremo de la medicina es el amor. El amor es lo que guía el arte y fuera de él nadie puede ser llamado médico. (…) En ningún sitio es el amor más grande que en el corazón de un médico» (Paracelso).

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Fuente: Catholic-link


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Diez películas para meditar con el Papa en Cuaresma https://www.reinadelcielo.org/diez-peliculas-para-meditar-con-el-papa-en-cuaresma/ Wed, 08 Mar 2017 13:40:34 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=9058 Siguiendo el mensaje de Cuaresma 2017 del Papa Francisco, el sacerdote jesuita mexicano Sergio Guzmán ha publicado en la página web de la agencia católica SIGNIS una recensión de diez películas que pueden servir para profundizar en el lema del mensaje papal “La Palabra es un don. El otro es un don”.

Basándose en este documento e intercalándolo con la trama, el padre Guzmán, quien escribe desde la ciudad de Monterrey (en Nuevo León, México), recomienda “algunas películas que, como parábolas, pueden ayudarnos a reflexionar en la propia vida, en cómo estamos viviendo y cómo podemos volver a Dios y a los otros de todo corazón”.

La Strada, de Federico Fellini (Italia, 1954, 104 min.)

Esta película nos habla de un amor hasta el extremo (cfr. Jn 13,1). Gelsomina (Giulietta Masina) es vendida por su madre al circiense y brutal Zampanó (Anthony Quinn). Pese a la actitud agresiva y violenta de Zampanó, la muchacha se siente atraída por este estilo de vida en la strada (la calle); sobre todo cuando su dueño la incluye como parte del espectáculo. Aunque varios de los personajes que se encuentra en el camino le ofrecen que se una a ellos, Gelsomina no se separa de su amado. El Papa Francisco nos dice en el Menaje de Cuaresma: “Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil”. Gelsomina, la muchachita de la calle, la payasita de tierna mirada, es maestra en esto.

El hombre equivocado, de Alfred Hitchcock (EUA, 1956, 105 min.)

hitchcockLa película trata una historia real: la de Christopher Emmanuel Balestrero, un hombre acusado de un crimen que no cometió. Llama la atención lo que significan sus nombres: Cristóbal, “el que lleva a Cristo”; Emmanuel, “Dios con nosotros”. Con una excelente interpretación de Henry Fonda vemos a este hombre bueno (honrado, felizmente casado, padre ejemplar), llevado de un lado a otro como Jesús en su pasión (cfr. Lc 22-23). Ante el tribunal, en unas escenas impactantes y conmovedoras, podemos exclamar: “Verdaderamente este hombre era justo” (Lc 23, 47). Una película, como tantas de Hitchcock, que no nos deja tranquilos… y nos puede llevar a reflexionar en lo que no dice el Papa Francisco: “La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo”.

El Evangelio según san Mateo, de Pier Paolo Pasolini (Italia, 1964, 130 min.)

Una obra maestra de la cinematografía que presenta con respeto, emotividad y realismo la vida de Jesús según el Evangelio de san Mateo. Con pocos recursos, con actores no profesionales, utilizando decorados mínimos, con una banda sonora que va desde las misas de Bach y Mozart hasta el blues, Pasolini crea una historia convincente de Jesús. La película sigue de manera lineal los 28 capítulos de Mateo desde la Anunciación hasta la Resurrección. Nunca podremos saber con exactitud cómo era físicamente Jesús de Nazaret; pero el Jesús que nos presenta Pasolini convence, conmueve y nos puede ayudar a aproximarnos al rostro lleno de amor, ternura y compasión de Jesús.

Gran Torino de Clint Eastwood (EUA, 2008, 116 min.)

gran torinoWalt Kowalski (Clint Eastwood) es un viudo que vive con su perra Daisy en Highland Park (Míchigan), un barrio recientemente “invadido” por inmigrantes de procedencia asiática (comunidad hmong). Walt se muestra siempre frío y malhumorado con sus nuevos vecinos, hasta que descubre a un joven llamado Thao Vang Lor (Bee Vang) intentando robar su coche Gran Troino. Ya veremos la transformación del personaje y cómo toda la película puede ser una parábola cristiana. “La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida. La primera invitación que nos hace esta parábola (del hombre rico y el pobre Lázaro) es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido”, nos dice el Papa en su mensaje.

Chocolate de Lasse Hallström (Reino Unido, 2000, 121 min.)

La película nos remonta hasta el año 1959 –año en que el Papa Juan XXIII sueña y anuncia la celebración de un Concilio–, donde en un plano de vuelo somos llevados hasta una aldea gris y fría de la campiña francesa. En la iglesia del pueblo, a puertas cerradas, el sacerdote anuncia el comienzo de la cuaresma y exhorta al ayuno y a la penitencia. Desde el púlpito el sacerdote pregunta y se pregunta: “¿Dónde encontraremos la verdad? ¿Dónde se empieza a buscarla?”. Antes de terminar su sermón… un fuerte viento abre las puertas e irrumpe en toda la Iglesia. En este tiempo de Cuaresma una mujer y su hija llegan al pueblo y abren una chocolatería. Comer o no comer, salir o encerrarse, acoger o rechazar son los dilemas a los que se enfrentarán los protagonistas de esta historia.

¿Quién sabe cuánto cuesta hacer un ojal? de Ricardo Larraín, (Chile, 2005, 60 min.)

Esta película cuenta la historia de san Alberto Hurtado desde su niñez y juventud hasta su entrada a la Compañía de Jesús. Todo transcurre a principios de 1900, cuando el joven Alberto se pregunta por el sentido de su vida, de su fe como cristiano, de su vocación. En esta búsqueda pronto nos conectamos con él: cuando va al campo, a la universidad o con las costureras pobres a las que ayuda; cuando platica con su madre, cuando sale con los amigos, cuando ora y ayuna. Resuenan aquí las palabras del Santo Padre: “La Cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna. En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia”.

Casino, de Martín Scorsese (EUA-Francia, 1995, 184 min.)

casinoAce Rothstein (Robert de Niro) es un corredor de apuestas, administrador de un Casino. El mismo nos cuenta su historia: “En medio del desierto ganamos dinero, es el resultado de todas esas luces brillantes, los viajes regalados por cortesía, la champaña, las suites gratis, las mujeres y el alcohol. Todo se dispuso para que nosotros nos quedemos con su dinero. Esa es la verdad sobre Las Vegas”. Rothstein sabe que ha tenido buena mano y que según él ha recibido un paraíso en la tierra. La verdad, como veremos a lo largo de la película, este gran apostador tendrá las de perder. “El apóstol Pablo dice que «la codicia es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Esta es la causa principal de la corrupción y fuente de envidias, pleitos y recelos. “El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico”, leemos en el Mensaje del Papa.

El ciudadano Kane, de Orson Welles (EUA., 1941, 119 min.)

Charles Foster Kane (Orson Welles) es un multimillonario, magnate de la prensa, que ha estado viviendo solo en su suntuosa finca Xanadu durante los últimos años de su vida. Muere en la cama pronunciando la palabra “Rosebud” mientras una bola de nieve cae de sus manos y se hace añicos. El periodista Jerry Thompson (William Allad) investiga sobre la vida privada de Kane con el objetivo de descubrir el significado de su última palabra al morir. Toda la película gira entorno a este enigma. “Para el hombre corrompido por el amor a las riquezas, no existe otra cosa que el propio yo, y por eso las personas que están a su alrededor no merecen su atención. El fruto del apego al dinero es una especie de ceguera”, nos dice el Papa Francisco en su mensaje. Reflexionemos: ¿Cómo vivió el ciudadano Kane? ¿Qué lo fue cegando en la vida? ¿Qué añora antes morir?

Hermano sol, hermana luna, de Franco Zeffirelli (Italia, 1972, 130 min.)

Es una película llena de color, belleza y poesía sobre la vida de san Francisco de Asís (1181-1226). En poco más de dos horas podemos contemplar a Francisco cuando regresa enfermo y arrastrando los pies después de una guerra, cuando recuerda su vida llena de lujos, cuando baja a la tintorería de su padre y se conmueve hasta las lágrimas de la miseria de los obreros, cuando empieza su conversión y se despoja de su ropa para vivir en pobreza y con más libertad, cuando se va al campo y reconstruye una vieja iglesia, cuando inspira a muchos jóvenes a vivir el Evangelio. Francisco (Hermano sol) y Clara (Hermana luna) son dos grandes santos que pueden darnos mucha luz, color y esperanza en este tiempo en que el Papa Francisco nos invita a salir y ver al otro como don.

Las llaves del Reino, de John M. Stahl (EUA, 1944, 137 min.)

Las llaves del Reino es un clásico del género religioso protagonizada por Gregory Peck que nos presenta con respeto y emotividad la vida de un sacerdote católico entregado a la misión, humilde, abierto, de buen humor y gran corazón. La película derrocha ecumenismo, misericordia, tolerancia, caridad creativa. Al ver la película pensemos en el Papa Francisco que nos dice: “la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor ―que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador― nos muestra el camino a seguir. Que el Espíritu Santo nos guíe a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados”.

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Fuente: Aleteia.org


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