bautismo – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Wed, 20 Nov 2024 11:35:20 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 ¿Van al cielo los niños que mueren sin ser bautizados? https://www.reinadelcielo.org/van-al-cielo-los-ninos-que-mueren-sin-ser-bautizados/ Wed, 20 Nov 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=23940 Es común que en las experiencias pastorales y hasta en las conversaciones cotidianas, se presente la inquietud por el destino de aquellos que mueren sin haber recibido el bautismo. Tema que se torna tan apremiante para aquellos padres que han perdido a sus pequeños por distintos motivos.

Este tema ha angustiado a los cristianos de todos los tiempos. Muchos han dado diversas respuestas a esta situación, algunas llenas de esperanza y otras no tan esperanzadoras.

Nos basamos en el Concilio Vaticano II, la Declaración Dominus Iesus. El artículo «Una speranza di salvezza» de Guiseppe di Rosa de la revista Civiltá Cattolica  y el documento «La esperanza de salvación para los niños que mueren sin bautismo», de la Comisión teológica internacional. Empezaremos por aclarar algunas dudas:

¿Existe el limbo?

En el desarrollo del pensamiento teológico, nos encontramos con algunos pensadores que han dado respuesta al destino de los no bautizados, con la existencia de un lugar que se establece «al borde» del infierno. Siendo así una condición media entre el cielo y el infierno, al que se le ha atribuido el nombre de «el limbo».

San Agustín por ejemplo fue uno de los promotores de esta teoría (solo inicialmente). Veremos más adelante cuál fue su posterior posición. Esta respuesta carece de un valor cristocéntrico, por lo que el pensamiento cristiano no la tiene como verdad dogmática, sino como un pensamiento teológico que se ha dado en la historia de la humanidad.

Pero este pensamiento está en desacuerdo con el deseo infinito que nos ha revelado Dios de querer la salvación de todos los hombres, motivo por el cual Cristo muere en la Cruz. Dado esto, esta teoría carece de fundamento en la revelación divina.

¿Qué dijo san Agustín sobre el infierno bondadoso?

Esta es la posición final de san Agustín como respuesta a Pelagio que afirmaba que los niños sin bautizar, ingresaban a la vida eterna pero no al Reino de Dios. Agustín afirmó que ellos eran destinados al infierno pero que allí habían de pasar por una pena mitissima. Es decir, la pena más ligera de todas.

Abelardo y Lombardo, teólogos del siglo XI y XII, van a explicar que esta pena mitissima, no es más que la privación de la visión beatifica, también conocida como la visión plena de Dios. A lo que personajes como Duns Escoto y santo Tomás, van a responder que estos niños no bautizados no sufren por la privación de la visión de Dios, ya que esta visión es conocida por la fe y la fe es recibida por el bautismo. Por tanto, no pueden sufrir por la ausencia de aquello que no han conocido.

Esta respuesta ha sido una opinión teológica, que tampoco ha sido dogmática.

¿El Concilio Vaticano II habla sobre este tema?

El Concilio no habla directamente del tema, pero sí nos da luces ante este interrogante que preocupa y hasta angustia a tantos cristianos diariamente.

La doctrina de la Iglesia en el Concilio nos recuerda la universalidad de la voluntad salvífica de Dios para todos los hombres, motivo por lo cual Cristo se ha encarnado, muerto y resucitado. Lo que da una luz de esperanza, ya que podríamos hablar de salvación y visión plena de Dios para aquellos niños que han fallecido sin recibir el bautismo.

Respuesta que a diferencia de las anteriores, es absolutamente cristocéntrica. Por tanto, la fe cristiana, basada en el magisterio del Concilio Vaticano II puede esperanzarse en la salvación de aquellos niños que sin cometer pecado personal alguno, pueden ser admitidos en la plena visión de Dios.

¿Cuales son los motivos de esperanza que tenemos?

Empecemos por recordar que la esperanza cristiana es una esperanza contra toda esperanza, es decir, es una esperanza que supera toda imposibilidad. Por otro lado debemos tener claro que si bien la Iglesia como madre y maestra nos ha enseñado que por medio del bautismo, obtenemos la fe y la salvación, debemos tener presente que la acción misericordiosa de Dios no encuentra ningún límite.

Por lo que Dios puede conferir la gracia del bautismo aún sin haber sido administrado sacramentalmente, y así ingresar en la salvación que Dios otorga al hombre. Como bien dice Lumen Gentium n.16, «el designio de salvación abarca a todo el género humano sin distinción».

¿Qué es el bautismo de sangre y el bautismo de deseo?

La Iglesia también reconoce el bautismo de sangre y el bautismo de deseo, que son conferidos a quienes mueren por martirio o por enfermedad repentina. Pensemos en aquellos inocentes que mueren en el vientre materno, ellos como mártires por predicar la vida en medio de la sociedad actual que se ve inundada por la cultura de la muerte, reciben el bautismo de sangre por el cual se unen a los sufrimientos de Cristo y por Él, reciben la adopción filial.

Y para aquellos que han muerto repentinamente o que por algún motivo no han tenido la oportunidad de que se les administre el sacramento, pero sí han gozado del deseo de ser bautizados, de sus padres y/o familiares, reciben el bautismo por deseo que les hace miembros de la Iglesia, herederos del Reino de los Cielos.

¿Por qué tener esperanza cuando han partido sin ser bautizados?

Por último, quiero compartirte una especie de lista de razones para tener esperanza en la salvación de aquellos bebés que han muerto sin el bautismo:

— Recordemos que la gracia de la salvación es para todos, sin distinción.
— Cristo ha muerto por todos los hombres, de toda época y lugar.
— Para Dios no es imposible conferir la gracia bautismal a quien no ha recibido la administración del sacramento.
— Dios ofrece la salvación en todo momento y circunstancia.
— Los bebés que sufren se unen a los padecimientos de Cristo en la Cruz, y así se hacen uno con Él en el Reino.
— Todas las víctimas de violencia, en especial por motivos de persecución, reciben el bautismo de sangre.
— La Iglesia, en todas la Eucaristías del mundo, ora por los fieles difuntos, por los que sufren, por los necesitados, y por la salvación de todo el género humano.

Una pequeña reflexión

Quisiera rescatar una parte muy importante del documento «La esperanza de salvación para los niños que mueren sin bautismo» que mencionamos al principio:

«Al reflexionar teológicamente sobre la salvación de los niños que mueren sin Bautismo, la Iglesia respeta la jerarquía de las verdades y por tanto empieza por reafirmar claramente el primado de Cristo y de su gracia, que tiene prioridad sobre Adán y el pecado.

Cristo, en su existencia por nosotros y en el poder redentor de su sacrificio, ha muerto y resucitado por todos. Con toda su vida y su enseñanza ha revelado la paternidad de Dios y su amor universal. Si la necesidad del bautismo es de fide, la tradición y los documentos del Magisterio que han reafirmado esta necesidad tienen que ser interpretados.

Es verdad que la voluntad salvífica universal de Dios no se opone a la necesidad del bautismo, pero también es verdad que los niños no oponen ningún obstáculo personal a la acción de la gracia redentora. Por otra parte el bautismo se administra a los niños, que están libres de pecados personales, no solo para liberarlos del pecado original, sino también para insertarlos en la comunión de salvación que es la Iglesia, por medio de la comunión en la muerte y resurrección de Cristo (cf. Rom 6,1-7).

La gracia es totalmente gratuita en cuanto es siempre puro don de Dios.La condenación, por el contrario, es merecida, porque es la consecuencia de la libre elección humana. El niño que muere después de haber sido bautizado es salvado por la gracia de Cristo mediante la intercesión de la Iglesia, incluso sin su cooperación. Nos podemos preguntar si el niño que muere sin Bautismo, pero por el cual la Iglesia expresa en su oración el deseo de salvación, puede ser privado de la visión de Dios sin su cooperación».

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Fuente: Catholic-link


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Novena a San Agustín https://www.reinadelcielo.org/novena-a-san-agustin/ Fri, 23 Aug 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=7639 Vida de San Agustín

Nació en Africa del Norte en 354, hijo de Patricio y Santa Mónica. El tuvo un hermano y una hermana, y todos ellos recibieron una educación cristiana. Su hermana llegó a ser abadesa de un convento y poco después de su muerte, San Agustín escribió una carta dirigida a su sucesora incluyendo consejos acerca de la futura dirección de la congregación. Esta carta llego a ser posteriormente la base para la “Regla de San Agustín”, en la cual San Agustín es uno de los grandes fundadores de la vida religiosa.

A través de la poderosa intercesión de su madre Santa Mónica, la gracia triunfó en la vida de San Agustín. El mismo comenzó a asistir y a ser profundamente impactado por los sermones de San Ambrosio en el Cristianismo. Durante un largo tiempo, San Agustín deseó ser puro, pero el mismo le manifestó a Dios, “Hazme puro … pero aún no” (Confesiones, Capítulo 8). Un día cuando San Agustín estaba en el jardín orando a Dios para que lo ayudara con la pureza, escuchó la voz de un niño cantándole: “Toma y lee; toma y lee” (Confesiones, Capítulo 8). Con ello, el se sintió inspirado a abrir su Biblia al azar, y leyó lo primero que llego a su vista. San Agustín leyó las palabras de la carta de San Pablo a los Romanos capítulo 13:13-14: “nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos … revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias.” Este acontecimiento marcó su vida, y a partir de ese momento en adelante el estuvo firme en su resolución. 

En el año 387, San Agustín fue bautizado en la fe Católica. Poco después de su bautismo, su madre cayó muy enferma y falleció poco después de cumplir 56 años, cuando San Agustín tenía 33.

Para conocer más de la vida de San Agustín, entra aquí

Aquí puedes rezar la novena en honor a Santa Mónica.

Inicio de la Novena

Comenzamos rezando: Por la señal de la Santa Cruz…

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Oraciones comunes para todos los días

 

ORACIÓN INCIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Peregrino y enfermo vuelvo a ti, Dios mío, cansado de peregrinar fuera, y agobiado por el peso de mis males. He experimentado que lejos de tu presencia no hay refugio seguro, ni satisfacción que dure, ni deseo que dé fruto, ni bien alguno que sacie los deseos del alma que creaste. Aquí estoy, pobre y hambriento. ¡Dios de mi salud! Ábreme las puertas de tu casa: perdóname, recíbeme, sáname de todas mis enfermedades, úngeme con el óleo de tu arrepentido. ¡Oh Verdad! ¡Oh belleza infinitamente amable! ¡Qué tarde te amé, hermosura siempre antigua y siempre nueva! ¡Qué tarde te conocí! ¡Qué desdichado fue el tiempo en que no te amé ni conocí! (Confesiones X)

Rezar a continuación la oración del día que corresponda.

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Día Primero

Comenzar con la oración inicial para todos los días.

“La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud”. (Benedicto XVI, DCE.1)

Lectura Bíblica:  Mt 5:8-9
“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”

Reflexión  de San Agustín
“Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. Este ese fin de nuestro amor: fin con que llegamos a la perfección, no fin con el que nos acabamos. Se acaba el alimento, se acaba el vestido; el alimento porque se consume al ser comido; el vestido porque se concluye tejiéndolo”. (S 53,6).

Oración
Te pedimos señor que busquemos siempre tener un corazon puro, íntegro, limpio de pecado, limpio de otros intereses que no sean los intereses de Dios.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de San Agustín.

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Día Segundo

Comenzar con la oración inicial para todos los días.

“En su muerte en la cruz se realiza ese ponerse Dios contra sí mismo, al entregarse para dar nueva vida al hombre y salvarlo: esto es amor en su forma más radical. ”. (Benedicto XVI, DCE.12)

Lectura Bíblica: 1Jn 3,2
“Amados, ahora somos hijitos de Dios, y aun no está a la vista lo que seremos. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es…”.

Reflexión de San Agustín
“Ama para ver; lo que vas a ver no es algo de poco precio, no es algo que se lo lleva el viento. Verás a Aquél que hizo cuanto amas. Y si esas cosas son hermosas, cómo será quien las hizo?”
(S 22A,4).

Oración
Padre aumenta nuestro amor y  enséñanos a amar, a descubrirte presente en nuestros hermanos, en lo sencillo de todos los días, para poderte amar  como tú lo haces con nosotros tus hijos.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de San Agustín.

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Día Tercero

Comenzar con la oración inicial para todos los días.

“… el amor a Dios y al prójimo están realmente unidos: el Dios encarnado nos atrae a todos hacia sí.” (Benedicto XVI, DCE.14)

Lectura Bíblica: Lc 10, 25-27
Y entonces un maestro de la Ley  se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro ¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?. Jesús le pregunto a su vez ¿Qué está escrito en la Ley?, ¿Qué lees en ella? Él le respondió “amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a  tu prójimo como a ti mismo”. Has respondido exactamente, le dijo Jesús, obra así y alcanzarás la vida.

Reflexión San Agustín
“Para que sepamos amar a Dios, ha de conocérsele; y para que el hombre sepa amar al prójimo como a sí mismo, debe primeramente, amando a Dios, amarse a sí mismo”. (CS 118,8,2)

Oración
Señor te pedimos que estemos siempre dispuestos a vivir en el amor como vos nos enseñaste, dando tu vida por todos, entregando tu tiempo, tus esfuerzos y tus anhelos para transmitir el mensaje de Dios.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de San Agustín.
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Día Cuarto

Comenzar con la oración inicial para todos los días.

“Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios.” (Benedicto XVI, DCE.15)

Lectura  Bíblica: 2 Cor  5, 14-15
El amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno sólo murió por todos, entonces todos han muerto. Y el murió por todos, a fin de los que viven no vivan más para si mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Reflexión San Agustín
“Amad, pero pensad qué cosa améis. El amor de Dios y el amor del prójimo se llama caridad; el amor del mundo y el amor de este siglo se denomina concupiscencia. Refrénese la concupiscencia; excítese la caridad”. (CS 31,2,5).

Oración
Señor Jesús danos un corazón generoso, capaz de acudir al servicio de todo el que necesita, un corazón capaz de movilizarse al encuentro del que está solo o abandonado.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de San Agustín.
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Día Quinto

Comenzar con la oración inicial para todos los días.

“Él nos ha amado primero y sigue amándonos primero; por eso, nosotros podemos corresponder también con el amor. Dios no nos impone un sentimiento que no podamos suscitar en nosotros mismos”. (Benedicto XVI, DCE.17)

Lectura Bíblica: 1Jn 4, 7-8
Queridos míos, amémonos unos a los otros, porque el amor procede de Dios y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

Reflexión San Agustín
“Deseaste oro, amaste el oro; ¿acaso por amarlo tienes oro? ¿Qué es eso, qué es lo que amas? Amando deseas, deseando buscas, encontrando te atormentas”
(S 68,10).

Oración
Señor Jesus te pedimos que nos renueves desde adentro convirtiéndonos al hombre nuevo, siguiendo tus huellas, guiados por Aquel que nos anima, que nos acompaña y nos enseña a vivir en la caridad que es el amor que nos transmitió tu vida.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de San Agustín.
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Día Sexto

Comenzar con la oración inicial para todos los días.

“Él nos ama y nos hace ver y experimentar su amor, y de este « antes » de Dios puede nacer también en nosotros el amor como respuesta.” (Benedicto XVI, DCE.17)

Lectura Bíblica: 1 COR 13, 1-2
Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas,  si no tengo amor, no soy nada.

Reflexión de San Agustín
“Tened, pues, fe acompañada de amor. Ese es el vestido nupcial. Amaos mutuamente quienes amáis a Cristo; amad a los amigos, amad a los enemigos.” (S 90,9)

Oración
Señor de la Vida  ayúdanos a vivir el mandamiento del amor, siguiendo tus pasos, tus opciones, tu estilo y forma de amar; sintiendo compasión activa por el otro, comprometiéndose con el dolor ajeno, haciéndose próximo del  que sufre y está abandonado

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de San Agustín.
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Día Séptimo

Comenzar con la oración inicial para todos los días.

“La historia de amor entre Dios y el hombre consiste precisamente en que esta comunión de voluntad crece en la comunión del pensamiento y del sentimiento…” (Benedicto XVI, DCE.17)

Lectura Bíblica: 1, Cor 13,3-7
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada. El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece,  no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Reflexión de San Agustín
“Examina primero si ya sabes amarte a ti mismo; Cuando esto sea, te dejaré amar al prójimo como a ti mismo. Pero si aún no sabes amarte a ti mismo no engañes al prójimo como a ti mismo te estás engañando.” (S 128,5)

Oración
Señor que nos conozcamos como tu nos conoces, para poder manifestarlo en la práctica concreta y real de cada día amando en el hoy y ahora, amando a todos a través del servicio, la donación y la entrega de lo mejor de cada uno para el bien de los demás.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de San Agustín.
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Día Octavo

Comenzar con la oración inicial para todos los días.

“Sólo el servicio al prójimo abre mis ojos a lo que Dios hace por mí y a lo mucho que me ama. Los Santos han adquirido su capacidad de amar al prójimo de manera siempre renovada gracias a su encuentro con el Señor eucarístico y, viceversa, este encuentro ha adquirido realismo y profundidad precisamente en su servicio a los demás. ” (Benedicto XVI, DCE.18)

Lectura Bíblica: 1, Cor 13, 8-10
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas. Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.

Reflexión de San Agustín
“Mi peso es mi amor; él me lleva doquiera soy llevado” (C 13,9,10)

Oración
Señor enséñanos a amar como tú lo hiciste, con  paciencia y pasión, con coraje y valentía, con gestos y actitudes, de palabra y de obra, con la vida y con la entrega.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de San Agustín.

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Día Noveno

Comenzar con la oración inicial para todos los días.

“El amor crece a través del amor. El amor es « divino » porque proviene de Dios y a Dios nos une y, mediante este proceso unificador, nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final Dios sea  todo para todos” (Benedicto XVI, DCE.18)

Lectura Bíblica: 1, cor 13, 11-13
Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí. En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.

Reflexión de San Agustín
“No os exhorto a que tengáis fe, sino a que tengáis amor.” (S 90,8)

Oración
Señor Jesús, maestro bueno, danos un corazón abierto para acoger tu Palabra, y que ella nos impregne desde el interior, para que manifestemos el amor que has derramado en nuestros corazones con  gestos y hechos concretos

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de San Agustín.

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La conversión de una científica https://www.reinadelcielo.org/la-conversion-de-una-cientifica/ Wed, 17 Feb 2021 21:48:26 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=25421

La Vida es un regalo. La vida nuestra y la vida de nuestros seres queridos. Qué pena que no lo sintamos cada día con la intensidad que lo sentimos cuando nace un hijo o cuando alguien se cura de una enfermedad que no tiene cura de forma milagrosa. La vida es un regalo y un milagro. Hace unos días estuve en contacto con alguien que tiene una persona cercana, con COVID-19, con la cual se ha visto frecuentemente. Inevitablemente temí contagiarme, yo y mis seres queridos. Temí que alguno de nosotros fuera a enfermar y morir. Y reflexioné de qué me arrepentiría si muero. Sin dudas, de muchas cosas que podría haber hecho mejor, de muchas cosas que podría haber agradecido más, de muchas cosas que podría haber amado más. Pero lo que me surgía una y otra vez, era no haber terminado de escribir mi testimonio de Fe. Lo empecé al inicio de la cuarentena y aún no lo he terminado. Espero que este temor de perder el maravilloso regalo de la Vida me empuje a terminarlo para Gloria de Dios.

Querida Misión de María, Nuestra Señora del Cielo

Hace tiempo que siento en mi corazón el deseo profundo de testimoniar todo lo que significó y significa para mi María, Nuestra Señora del Cielo. A pesar de este enorme y profundo deseo, muchas veces quise sentarme a escribir esta historia, pero por un motivo u otro nunca tenía tiempo o nunca me animaba. Es increíble como encontramos siempre excusas para no ocuparnos de lo realmente importante.

Si tuviera que resumir lo que ocurrió en mi vida desde que la conocí a María, Nuestra Señora del Cielo, creo que las palabras más simples y claras para expresarlo serían ¡ELLA ME CAMBIÓ LA VIDA!

No sé cómo contar la historia, ni siquiera sé cómo empezar, pero confío en que el Espíritu Santo ilumine cada palabra que escriba para transmitir con fidelidad la historia de mi conversión, la historia de mi alma, que aún es una historia que se escribe día a día, pero hace relativamente poco tiempo dio un vuelco increíble y me permitió nacer de nuevo. Creo que agradecer es lo primero que debo hacer. Agradecerle a María por el amor maternal que me da, agradecerle que me haya buscado y me haya sacado de esa vida sin Dios. GRACIAS Reina del Cielo, Gracias por Cambiarme la Vida.

Todo empezó con el amor. Me enamoré de un chico bueno y católico. Aunque él se enamoró más de mí, en un comienzo. Y me invitó a salir. Él ya sabía lo que quería. Quería casarse conmigo. Yo dudaba, pero poco a poco me fui enamorando. Me gustaba pasar el tiempo con él, hablábamos de cosas profundas, pero a veces la razón me nublaba. Esa cruz que tenía colgada del cuello me ponía nerviosa. Para mí en ese momento que Seba fuera católico era algo negativo, me aterraba. Me imaginaba cosas raras, ritos extraños, hipocresía, machismo. Lo único que había escuchado toda mi vida respecto de la iglesia era negativo, ¿por qué debería dudar? Me crie en una familia atea, o más bien, una familia progresista que rechazaba totalmente a la Iglesia católica y todos sus exponentes. La Iglesia, la religión, Jesús y María para mi eran desconocidos. Y lo desconocido da miedo.

Sin embargo, Dios se las ingenia para llegar a los corazones de sus hijos. Busca las maneras y no se da por vencido. Ya había tenido un novio católico. Una relación muy inocente que terminó al tiempito. Nuevamente me había enamorado de un chico católico. Una y otra vez me preguntaba, ¿Cómo puede ser?, habiendo tantos ateos!!!! Pero su corazón y su mente me atraían, conocí a su familia y la luz de Cristo que brillaba en ellos me deslumbró. Pero aún no lo entendía, ni lo veía con esta claridad. Había muchas contradicciones en mi corazón. Eso que yo racionalmente rechazaba, me atraía. No quería ir a lo de Seba porque bendecían la mesa ¡Qué nervios me daban cada vez que era la hora de comer! No sabía ni qué
tenía que hacer. Para cada rincón de la casa que miraba, había un santo, un cuadro de la Virgen, una cruz. Me atraía y lo rechazaba. Sentía Paz en su casa llena de hermosas imágenes religiosas, pero también pensaba con mi mente racional, ¿No será mucho?

Si bien mis padres habían sido formados en colegios cristianos y se habían bautizado y tomado la comunión, mi grado de ignorancia respecto a la religión era desmedido. No sabía nada y lo poco que sabía eran distorsiones, información equivocada de la doctrina, de las tradiciones. Pero yo creía que sabía mucho y hasta opinaba con mucha seguridad sobre temas que ni siquiera entendía. Cuando conocí a Seba tenía 26 años y no sabía el padrenuestro, ni hablar del credo, el avemaría, ni ninguna de las oraciones que ahora rezo fervorosamente. No sabía que era un Santo, no entendía que Navidad era la celebración del Nacimiento de Cristo, para mi Pascuas era un feriado largo y que era una misa superaba todo mi entendimiento. A la iglesia había entrado contadas veces para algún casamiento, pero mi actitud era burlona y superada. Y de la Virgen, ¿Qué sabía yo de ella? ¡¡¡¡Nada!!!! Solo que la gente decía que había una mujer que había tenido un hijo llamado Jesús, siendo virgen. Como mínimo para mí era raro, ¿cómo podía haber gente en el siglo XXI aun creyendo eso Mucho tiempo después entendí que todas esas imágenes eran de la misma María que se aparecía en diversos lugares para llegar al corazón de sus queridos hijos.

En la casa de Seba había algo que me recordaba a la casa de mis padres, había una biblioteca llena de libros. Siempre amé leer desde pequeña. Ir a la biblioteca y elegir algún libro siempre era una aventura para mí. Bastó tener un poco de confianza con la familia de Seba para animarme a acercarme y ver los libros que allí había. Pero esa biblioteca era otra cosa. No era igual a la de la casa de mis padres. Estaba llena de luz y verdad, la vida de santos, testimonios de conversión, libros sobre caridad, sobre el catolicismo. Yo mientras seguía inmersa en mi mar de dudas y buscando respuestas me acerqué. Empecé leyendo libros. Eso sabía hacerlo. No tenía miedo de leer. Nada de lo que leyera podía cambiar mi pensamiento (al menos eso me decía mi mente). Eran simples libros. Y empecé por uno, seguí por otro, y otro más. Primero los más simples, relacionados a la vida matrimonial según el catolicismo. No quería llevarme sorpresas. Ya habíamos decidido casarnos. Sería en una ceremonia mixta entre una atea y un católico. Seba nunca me presionó. Su familia tampoco. Ese respeto enorme por mi individualidad y mi pensamiento me conmovía y me impresionaba. Compartían su Fe, pero no la imponían.

Teníamos un acuerdo claro con Seba. Lo único que él me pedía, lo único que no iba a negociar era el bautismo de nuestros hijos. Después tendríamos que discutir todo. Me parecía razonable. Si bien yo no entendía el sentido del bautismo y ni siquiera estaba bautizada, me parecía lógico ceder si para él era importante.

En 2011 por trabajo tuve que ir a Montreal, Canadá por tres meses. Viajé sola, justo allí vive la prima de Seba, Inés. Ella me hospedó en su casa sin siquiera conocerme. Que increíble su caridad, su paz. Ella también tenía una biblioteca. Nuevamente fui a ese lugar que tanto me gustaba. Agarré un libro pensando que era una novela interesante “La Sombra del Padre” de Jan Dobraczyński. Nunca me imaginé que era la historia de San José. ¡Como me conmovió ese libro y cuanto me ayudó a entender que Navidad era la celebración del Nacimiento de Jesús! Hoy me resulta increíble que no lo hubiera entendido antes. En la casa de mis padres, se celebraba Navidad, siempre ha estado el arbolito y por tradición también el pesebre, pero el centro era la reunión familiar, los regalos, la comida, el brindis. Con tantas cosas, me distraje y nunca lo vi ahí tan pequeño, en el pesebre, al pequeño Niño Dios. Justo, leí la historia de San José, en Montreal, donde se encuentra el Oratorio San José, construido por obra del Santo Hermano André. Con Inés empecé a ir a misa un poco por curiosidad, un poco para conocer la ciudad. Los templos eran hermosos y si bien no entendía nada, porque las misas eran en francés, me gustaba ese momento. Por primera vez, me animé a ir sola al Oratorio. Estaba siempre abierto. Era enorme. Gente de todas partes del mundo arrodilladas ante el mismo Dios. Fue la primera vez que me animé a ir sola a un templo. Sin dudas, era el lugar que más me gustaba de Montreal. Intentaba rezar. En Canadá nadie me conocía. Me sentía libre como para buscarlo a Dios. Al volver a Argentina, eso cambiaba. Aumentaba mi resistencia. ¿Qué pensarían mis amigas si ahora me volvía católica? ¿Qué pensaría mi familia si ahora me volvía católica?

Ocurrió que, en 2012, por trabajo, Seba tenía que ir a Boston por cuatro meses antes de casarnos. Luego, al volver a Argentina, nos casaríamos a los 15 días. Yo vivía sola en Capital, a unas cuadras de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Por mi trabajo, lo más normal es hacer cursos y capacitaciones. Estando sola en Argentina, pensé “no da que no sepa nada de catolicismo y me case con Seba, tengo que hacer un curso”. Nuevamente, volví al mundo que conocía. Hacer cursos era inofensivo. ¿Qué podía pasar? Fui a la iglesia. ¡Que nervios! Me preguntaba si las iglesias estaban abiertas todo el día, o cerraban. Para mí era imposible identificar si había misa o no adentro. Fui. Entré. Me crucé con una señora muy amable que Dios puso en ese momento y en ese lugar y le pregunté si sabía quién podía informarme sobres cursos. Ella me informó, ya que era la responsable de los cursos de bautismo, y justo había empezado un curso para una chica de mi edad que se estaba por casar. Me dijo, si te queres sumar, nos organizamos y venís con la chica que ya empezó. Claro que iría, y por supuesto le aclaré, yo solo quiero tomar el curso. No me voy a bautizar. Solo quiero saber un poco más de la Fe de mi futuro marido. Que amorosa fue la mujer de todas maneras. Yo esperaba hostilidad y encontré cobijo. El curso duró unos meses, nos encontrábamos las tres en la iglesia y Tony nos enseñaba cosas básicas de religión, de la misa, de rezar, nos transmitía su fervor. Era una enamorada de la Virgen de Medjugorje. Pero qué difícil salir del racionalismo. Cuando lo conocí a Seba no sabía nada de Dios y María, pero era bioquímica y estaba haciendo el doctorado en el desarrollo de nuevas vacunas. La racionalidad dominaba mi corazón y mi mente. Todo muy lindo, me conmueve, me cobija, me emociona, pero….. ¿Virgen?, ¿resurrección? ¿Cómo lo explico?

Ya podía aceptar que dentro de la iglesia hay curas y gente buena. Pero dar el salto de la Fe era mucho más difícil, al menos para mi mente humana. Por eso Ella tenía que intervenir. ¡Ella tenía que cubrirme con su manto maternal para que mis dudas descansaran en su regazo y me abrazara a la conmovedora buena noticia de la Vida Eterna!

Mientras Seba estaba en Boston, Vivi, su mamá, me invitó varias veces a comer por algunos festejos familiares. En esos encuentros aprovechó y me invitó a mi primer cenáculo. Fue en la Iglesia Santa Teresita. Me senté en el banco de la iglesia sin saber mucho que pasaría. Ni siquiera sabía rezar el rosario y aún seguía sin aprender el padrenuestro. Me resuena aún en los oídos la canción “Déjame nacer de nuevo” que sonaba en el cenáculo. ¡Me conmovía tanto! Y me sigue conmoviendo. No puedo describir exactamente cómo fue que me convertí y nací de nuevo, a una vida con esperanza, con sentido, con amor, con caridad, con belleza y por sobre todo, con Vida Eterna. Pero sé que esa canción tuvo mucho que ver. El cenáculo me conmovió. Pasé a la reflexión personal. No sabía ni entendía bien quien era Marta, pero quería estar ahí. Quería quedarme ahí. Pasé y escuché las palabras que Marta pronunciaba, pero no decía ella misma. Palabras que venían del Cielo. Mi mente no retuvo esas palabras, porque fueron directo al alma. Hice un paso, luego de la reflexión personal y lloré sin parar. No sabía ni porque lloraba. Estaba conmovida. Vivi me abrazó sin preguntar nada. Con amor. Ella si sabía lo que estaba viviendo y experimentando. Yo aun no.

Luego, Seba seguía en Boston y fui a la Jornada de Jóvenes 2012, era por la conmemoración a Santa Clara. La Fe de los jóvenes me llenó el alma, tanta alegría, tanta pureza. Todo un día hermoso. Por primera vez me acerqué a un cura que confesaba y le dije que no estaba bautizada pero que quería hablar con él. Me hizo una bendición. Estaba emocionada, conmovida. Cada actividad era mejor. Y para cerrar el cenáculo Oscar hablando de las bienaventuranzas. Al final “el felices los pobres…” no era una herramienta de dominación de los pueblos como había escuchado tantas veces. Cuanto significado tenían esas palabras de Jesús. Finalmente, un testimonio hermoso. Una pareja contó que no podían tener un bebe y que María en un cenáculo después de que los médicos les habían dicho que no había nada para hacer, les regalo la feliz noticia que serían padres. No sabía que tiempo más tarde me pasaría a mí y a mi marido algo similar. Me acuerdo el “será como en Belén, tendrás un bebé” que escuché años más tarde en otro cenáculo y me anunció la llegada de nuestro gran regalo de Dios, nuestro hijo Juan Bautista, después de varios años de búsqueda.

No sé qué día. No lo recuerdo. No sé cómo, no sé por qué. Pero finalmente dije “Me quiero bautizar”. Quiero casarme bautizada. No fue una decisión fácil. Mi racionalidad, la presión social, el qué dirán, seguían haciéndome dudar por momentos, pero algo en mi corazón me empujaba a hacerlo. Y así fue como cuatro días antes de casarme me bauticé, tomé la comunión y me confirmé. Mis padrinos eran los papas de Seba, Vivi y Arturo. Aún recuerdo cómo se emocionaron cuando les dije si querían ser mis padrinos. No podía creer su emoción. Me bautice el 21 de noviembre de 2012, pero aún tenía mucho camino por recorrer para crecer en la Fe. Pero claro, ahora era más fácil actuar para María y Jesús.

También la familia de Seba seguía ayudándome en este camino, la tía Margarita, la hermana de Seba, Luji, todos me regalaban libros hermosos. Ahora iba armando yo, mi propia biblioteca de Luz y Verdad.

Desde el día que me bauticé fui a todos los cenáculos que pude. No quería perderme ninguno. Cada uno me conmovía más, cada uno me ayudaba a crecer más en la Fe. María me iba guiando. Los primeros cenáculos eran todo cobijo, caricias para mi alma que estaba muy dolorida. Pero a medida que iba creciendo en la Fe, los mensajes que recibía también me exigían cada vez más.

Hoy, haciendo memoria, trato de transmitir por qué los cenáculos de la Misión de Nuestra Señora del Cielo fueron tan importantes en mi camino de conversión. Hoy soy otra. Hoy disfruto ir a misa, amo ese momento de encuentro con Jesús en la eucaristía, amo visitar el santísimo expuesto. Es un regalo para mi alma. Pero cuando arranqué este proceso la misa era muy difícil. La misa era como la universidad y yo estaba en jardín de infantes. En cambio, el cenáculo era simple y profundo. Era maternal. Me sentía en mi hogar. Las canciones eran hermosas. Yo no conocía ninguna, las fui aprendiendo poco a poco. Pero me conmovían. Las reflexiones al inicio del cenáculo eran tan fáciles de comprender y pasaban cosas tan extraordinarias. Empecé a invitar a mis amigas y familiares a ir. ¡¡¡Mi mundo ateo tenía que conocer esto!!! No muchos se sumaron, pero algunos sí. Y María también hizo su camino.

Uno de los cenáculos fui con una amiga. ¡Que regalo nos hizo María! Era en un SUM de un edificio de Belgrano. Estuvimos todo el cenáculo muy emocionadas y en un momento dado mi amiga me dice “sentís el olor a rosas, es impresionante”. Yo estaba a menos de medio metro, sentada justo a su lado, pero no sentía nada. Si no era mi gran amiga, nunca lo hubiera creído. María le regalo su perfume a mi amiga y a mí su presencia. Porque sabía que estaba ahí. El perfume que sentía mi amiga yo no lo sentía. Pero María nos hizo el regalo a las dos. A ella el perfume exquisito de su presencia a mí la certeza absoluta de su existencia.

Luego con Sebastián nos fuimos a vivir a Dina Huapi, un pueblito cerca de San Carlos de Bariloche. ¡¡¡¡Cómo iba a extrañar los cenáculos!!!! Una vez viajábamos a Buenos Aires por trabajo y había un cenáculo en capital. Teníamos que ir. Organizamos todo el viaje para llegar justo a aeroparque y del avión ir directo al SUM de un edificio por Belgrano. Que regalo nos hizo la Virgen ese día. Tanto a mi marido como a mí nos anunció la llegada de nuestro hijo. A mí me regaló estas palabras “será como en Belén, tendrás un bebe”.

Mi fe crecía y crecía. Y Jesús se pone más exigente. Sabe lo que es bueno para nosotros y nos pide cada vez más. A su debido tiempo. Cuando sabe que, si seguimos de su mano, vamos a poder responder. Tal como un padre amoroso educa a sus hijos. Una vez fui a un cenáculo y quedé en shock. El cenáculo fue en la sede, en el apoyo, aún no estaba el Santuario construido. Estaba ansiosa por ir. Desde que vivía en Dina Huapi no podía asistir tan seguido, así que cada vez que estaba en Buenos Aires y podía ir, era una fiesta para mi alma. No me acuerdo literalmente las palabras, pero el mensaje era claro debía hacer “una buena confesión”. Casi me muero. Pensaba ¿qué hice?, ¿qué pasó? Y la respuesta era simple. No me gustaba confesarme. No sabía hacerlo (aun ahora no sé si se hacerlo bien). Pero esas palabras me ayudaron tanto a crecer en la Fe. Tratando de entender lo que me quería decir Jesús, entendí que quería que abrazase ese otro sacramento y se valió de sus caminos para lograrlo. Hoy, deseo confesarme. Sufro de no poder hacerlo. Y aunque sigo siendo medio bruta para hacer el examen de conciencia, voy igual. Sé que Jesús está ahí y sabe en qué fallo más que yo misma, y me ayuda a ser mejor cada día.

Y como en todo proceso de conversión, después vinieron las pruebas. Cuando aún no tenía Fe, mi pasión era mi trabajo. Tengo la bendición de tener una gran vocación por lo que hago. Y claro está que Dios me iba a poner la prueba justo ahí. Porque quería estar seguro de que lo elijo a Él por sobre todas las cosas. Trabajo en ciencia, en salud animal. El proyecto más importante en el que trabajo se vincula al desarrollo de una vacuna de nueva generación para una enfermedad muy importante que afecta al ganado. En ese tema hice mi doctorado, un post-doctorado y constituye parte de mi línea de investigación actual. El proyecto tiene todo lo que un investigador puede soñar, buenos resultados, un buen equipo de trabajo y una empresa importante interesada en los resultados con la cual se firmó un convenio para avanzar en la transferencia tecnológica llegado el caso en que la nueva vacuna siga demostrando ser tan promisoria como hasta ahora.

Yo arranqué este trabajo siendo atea. Es más, arranqué este trabajo estando a favor del aborto. Obviamente estaba a favor del aborto antes de conocer a Seba, bah, antes de conocer a Dios, porque seguí estando a favor del aborto aun estando de novia con Seba. Era una representante típica de lo que hoy se llama comúnmente en Argentina “pañuelo verde”. En ese momento no había pañuelos de colores, pero si los pro-aborto y los que estaban en contra. Yo me había criado escuchando que el aborto era un derecho por el cual las mujeres debíamos luchar. Y repetía esa idea. Siempre había fantaseado con tener una gran familia con muchos hijos y no sentía que fuera algo que quisiera hacer o que alguna mujer elegiría, pero me parecía razonable que si se hace es mejor que sea legal y que si una mujer está en la difícil situación de no querer a ese bebe, era lógico que pueda elegir. Ahora me aterra pensar que tenía esos pensamientos en mi mente y mi alma. Pero los tenía y los defendía. Me acuerdo de que una vez fui a la casa de Seba y vi en el auto de su mamá pegado un cartel de “No al aborto” y pensé “que retrograda la mama de Seba”. Hoy a la luz de la Verdad y del Evangelio, comprendo a esa chica que era yo y que gracias a Dios ya no existe. Pero la comprendo profundamente. Era una persona sin Dios, sin Espíritu Santo en su interior y el Espíritu Santo nos llena de sus dones y nos ayuda a entender y comprender. Esa Anita era “la chica diez”. Super aplicada en los estudios, responsable y cumplidora, pero sin el Espíritu Santo no se puede comprender la Verdad. Caía en todas las trampas que el maligno sabe poner a la gente sin Dios. Estaba convencida que si era tan cierto que Dios existía y era tan bueno, entendería y perdonaría todo. Incluso a una mujer que había abortado.

Volviendo a las pruebas de Dios en mi vida y mi trabajo, como mencionaba antes, siempre amé mi trabajo. Para mí es una alegría poder hacer lo que hago y esa alegría no pasa por el dinero que cobro sino porque en el laboratorio y con los experimentos que hago hay un mundo infinito por descubrir. Ahora y a la luz de mi conversión, creo que esa pasión por el mundo científico y académico era también mi escape de un mundo que no me terminaba de cerrar, de un mundo cínico y perverso que no me gustaba. En las células, los procesos se escriben con moléculas químicas. No hay buenos o malos. Hay interacciones fascinantes que comandan la vida. El proyecto de la nueva vacuna empezó cuando era atea, pero creció en paralelo a mi proceso de conversión. Y un día, cuando mi corazón estaba ya enamorado de María, Jesús mismo me quitó una venda que me había tapado los ojos. Pero me la quitó cuando el proyecto ya había alcanzado una dimensión y una escala impresionante, me la quitó cuando estaba en la “cresta de la ola” de mi vida profesional. Dios quería probar si yo lo iba a elegir a Él. Y cuando estábamos por empezar a producir el primer lote piloto para avanzar en las pruebas necesarias para proseguir con el registro de la vacuna, me di cuenta de que todo el desarrollo que YO había hecho era en células humanas derivadas de un ABORTO. Ahora era una Anita de Fe, completamente en contra del aborto. Absolutamente convencida que es un crimen terrible contra Dios y contra la humanidad. Justo era 2018, el año del debate por la legalización del aborto en Argentina, así que de lo único que se hablaba en los medios, en los chats familiares, con amigos era de este tema. Me quería morir. De pronto, toda mi pasión por mi trabajo se transformó en una terrible pesadilla. Quería que todo terminara. Quería renunciar y dedicarme a ser ama de casa. Quería esconderme y no salir nunca más a mi mundo laboral.

Parte del proyecto lo realizamos en Canadá, en el instituto de investigación en Montreal al que ya había ido en 2011. Cuando me di cuenta de todo esto estábamos en Montreal. Recién habíamos llegado. Debíamos estar 9 meses, mi marido, mi hijo y yo. Mi marido por su parte también es investigador y estaba en Montreal también para trabajar. Muchas cosas se habían dado para que se logre este viaje. Muchas. Cuando uno lo ve a los ojos de Dios se da cuenta que Dios quería que estemos ahí. Los viajes de los científicos no siempre son fáciles. Siempre faltan fondos, siempre hay mucha burocracia. Un viaje de dos científicos a dos instituciones diferentes y con un hijo pequeño, todo al mismo tiempo, es una proeza. Ya habíamos estado el año anterior 4 meses y había sido bastante caótico. Esta vez, íbamos por nueve meses. El viaje de mi marido estaba mucho más organizado que el mío. De hecho, yo llegué a Montreal y mi jefe aún no había logrado conseguir los fondos para pagarme la estadía. Habíamos acordado que si no lo conseguía yo no trabajaría durante los 9 meses y renunciaría a la beca post-doctoral que tenía, porque el costo de la guardería de mi hijo era mucho más alto que el estipendio que recibía en la beca post-doctoral. Es muy específico todo lo que estoy contando, pero mi idea es transmitir como Dios nos fue ayudando en cada detalle. Dios sin dudas quería que yo este nuevamente en Canadá.

Esta era la tercera vez que yo iba al mismo laboratorio a trabajar en el mismo proyecto. Había empezado en mi doctorado, luego con un post-doctorado. Los dos viajes anteriores habían sido claramente de investigación y era yo la que había desarrollado todo un sistema para producir la nueva vacuna, moderna, recombinante, segura, pero en células humanas derivadas de un aborto. Este viaje a nivel laboral representaba todo lo que un investigador que se dedica al desarrollo de vacunas puede soñar. Esta vez teníamos que producir 10000 dosis para hacer el primer ensayo en animales para avanzar en el registro de la vacuna. Hasta ahora habíamos hecho producciones de 0,5 L como mucho. Ahora íbamos a producir 10 L en un biorreactor. Una empresa líder en salud animal estaba interesada en el desarrollo y en paralelo al viaje, la institución donde trabajo estaba preparando un convenio de transferencia de tecnología para ser firmado, hecho que sienta las bases de cómo será la transferencia tecnológica en caso de que el desarrollo llegue finalmente al mercado. Tanto en salud animal como en salud humana, de muchos desarrollos que se realizan en el laboratorio de investigación, solo algunos pocos llegan finalmente a convertirse en productos. Son muchas variables las que influyen que algo que es exitoso en la escala de laboratorio logre después un lugar en el mercado. Pero es importante que los acuerdos se firmen cuando ya los desarrollos son promisorios para evitar luego conflictos legales, de patentes y de propiedad intelectual. Es decir, aún falta para que la vacuna que estamos desarrollando llegue a ser un producto, si es que alguna vez ocurre, pero para mí como investigadora estábamos en una instancia muy prometedora. No les pasa a todos.

Ese contexto de éxito profesional, de éxito de lo que podríamos decir de las cosas del mundo era mi contexto cuando me di cuenta de que todo, todo lo que había hecho era en células derivadas de un aborto. ¡Todo lo había hecho yo! Era 100% responsable. Claro está que este desarrollo laboral había arrancado con una Anita atea y proaborto que poco sabia de las cosas de Dios. Pero ¿cómo no me había dado cuenta? Yo que soy hiper precisa en mi trabajo, cómo había pasado por alto semejante detalle. Ahora creo que Dios lo permitió por algo ¡Que poco entendimiento tenemos cuando estamos alejados de Dios!

Todavía me acuerdo el audio que le mandé a Vivi, mi madrina, para contarle lo que estaba viviendo. Fue un audio de 15 minutos. No sabía con quién hablarlo a parte de Seba. Ella y mi padrino me acompañaron en todo momento con su oración. Con su apoyo. Estando en Canadá había organizado con mi marido e Inés, la prima de mi marido que vive en Montreal hace muchos años, juntarnos a rezar el Rosario con María, Nuestra Señora del Cielo. Fue así como empecé también a formar parte del grupo de WhatsApp de Nuestra Señora del Cielo. Que bendición. En ese momento de tanta prueba espiritual cada vez que escuchaba que llegaba un audio de Marta o de Oscar, frenaba todo lo que estaba haciendo para escucharlo. Me reconfortaba el alma, me formaba.

Entonces el panorama era este: estaba en Canadá, debía estar allí por nueve meses para avanzar en la vacuna y quería renunciar a mi trabajo. Quería que todo terminara. Con mi marido pensábamos opciones, su Fe es enorme y siempre supo que Jesús estaba de nuestro lado y podríamos superar esta situación. No sabía ni cómo ni de qué forma, pero me repetía, vas a ver que en Navidad vamos a estar festejando el nacimiento de Jesús. Faltaban nueve meses para Navidad, yo no veía salida. Fueron nueve meses terribles para mí. Trataba de conservar la paz para estar bien para mi hijo y para mi familia, pero me sentía muy atribulada. Me pasaban cosas y tenía sentimientos perturbadores. Sentía el mal en una forma muy fuerte. Es muy difícil de describir en un papel lo que sentí en un primer momento. Incluso estos sentimientos de perturbación habían empezado antes de darme cuenta de que estaba trabajando con células humanas derivadas de un aborto. Habían empezado cuando llegamos a Canadá por tercera vez. Tenía sueños espantosos y me acuerdo una vez le conté a Vivi y ella me consoló diciéndome que el Padre Pio decía que si uno es atacado por el maligno es una buena señal de que vamos por el buen camino. Quería ir a la Iglesia, y estaba en Canadá. Pobre Canadá, pobres canadienses. Tantos templos cerrados, tantos templos convertidos en gimnasios, espacios recreativos, edificios. Gracias a Dios está el Oratorio San José. Íbamos prácticamente cada semana. Ahora, a diferencia del 2011, cuando lo conocí por primera vez, ansiaba llegar a la misa.

Me acuerdo el día que con mi marido nos dimos cuenta de que estaba trabajando con células de aborto. Nuestro hijo dormía. Estábamos en el living de nuestro recién alquilado departamento en Montreal, prácticamente vacío de muebles porque aún no teníamos muchas cosas. Hablando del aborto, de las líneas celulares y mi marido me pregunta: ¿y las células que vos usas de dónde vienen? Sabía que eran humanas, pero no le pude responder en forma inmediata porque me surgió la duda. HEK 293 se denominan comúnmente. Pensé un segundo y le dije: “Human Embrionic Kidney”. Mientras pronunciábamos las palabras en inglés ambos quedamos con cara de horror. El velo había caído. El mismo nombre escondido detrás de unas simples siglas nos había dicho todo. Mi corazón latía a mil por hora. ¿Qué podía hacer ahora? Empecé a sentirme completamente pecadora, sentía que yo misma había abortado a ese bebé. Empezamos a leer la historia detrás de esta línea celular para conocer un poco cómo se había originado. Procede de un laboratorio holandés donde hace muchos años a partir de tejidos de un bebe abortado se estableció la línea celular. Empezamos a buscar que dice la iglesia en relación con este tema. ¿Era pecado todo lo que yo había hecho? ¿O no era pecado? Mi corazón se sentía terrible. Y yo que no sabía confesarme, que no me gustaba confesarme. Y las palabras de cenáculo resonaron en mi corazón nuevamente “Tenes que hacer una buena confesión”. ¡Pero qué difícil acercarme a este sacramento en inglés! Por más que ya era la tercera vez que iba a Canadá, mi inglés es medio. A nivel laboral tengo mucho vocabulario y me manejo bien, pero confesarse en inglés es otra cosa. No sabía ni cómo explicarle a un cura todo esto. Ni siquiera sabía que decirle. Pero todo esto ciertamente me llevo al confesionario. En Canadá empecé a ir a confesarme todo el tiempo. No podía explicarle todo porque no me salían las palabras, pero iba. Y decía lo que me salía y le pedía a Dios que me perdone, por trabajar con esas células, por mi inglés, por todo. Solo quería que Dios me perdone.

Mi primera reacción al darme cuenta de que estaba trabajando con células de aborto fue querer renunciar. Huir. Escaparme. Claramente no era una inspiración del Espíritu Santo. Sino del otro que estaba gobernando mi alma con el temor, el miedo y la culpa. El trabajo ya estaba hecho. Si yo renunciaba nada cambiaba la historia. El desarrollo ya estaba hecho, ahora faltaba escalarlo, evaluarlo en más especies. Yo ya no era indispensable en el proyecto. Para cambiar la historia necesitaba Fe. Necesitaba que Jesús tomara el proyecto en sus manos. Porque solo el escribe derecho sobre renglón torcido. Me aferré a Dios. Rezaba el rosario todos los días, iba a misa y a confesarme siempre que podía y me entregué a la Fe como quien salta al vacío, pero con la certeza absoluta que ahí iba a estar Jesús para sostenerme.

También sabía que Dios no da batallas con trampas. Yo podía cambiar los resultados, modificarlos ilícitamente. Pero ni mi alma ni mi conciencia me lo permitían. En el laboratorio en el que trabajé en Canadá también se usan otras células que derivan de hámster, células CHO. Esas no tienen ningún problema ético ni moral. Nosotros en nuestro primer año de trabajo en el proyecto las habíamos usado, pero las habíamos descartado sin mucho fundamento técnico. ¡Ahora surgían como la alternativa! Pero tenía que convencer a mis dos jefes, el de Argentina y el de Canadá y a la gente de la empresa. ¿Cómo podía hacerlo? Si les hablaba del aborto, de Dios y de la ética, lo más probable era que me tildarán de fanática y no lograría el objetivo.

En forma providencial también resonaban en mis oídos las palabras del evangelio que muchas veces Vivi me había dicho “Hay que ser mansos como corderos y astutos como serpientes”. Mas que nunca tenía que grabarlo en mi corazón y en mi mente. El ámbito científico está dominado por voces ateas. ¿Para qué necesitamos a Dios, si los científicos creamos vida? No es mi manera de ver el mundo, pero soy plenamente consciente que hay mucho de esto en mi entorno.

Empecé a leer, buscar justificaciones racionales de por qué teníamos que retomar la investigación con las células CHO. Providencialmente también en el grupo de Canadá habían realizado dos nuevos desarrollos en células CHO que nunca habíamos explorado aún. Pero la prisa por llegar al mercado en los desarrollos tecnológicos hace que a veces se ponga un freno a la investigación para pasar a la transferencia. Esta vez, yo estaba en Canadá para hacer el lote piloto para las primeras pruebas de registro. Nadie quería seguir en etapa de investigación. Todos ansían por ver el producto en el mercado. En un conjunto de hechos que se fueron sucediendo acordamos con mi jefe de Canadá y mi jefe de Argentina evaluar las nuevas alternativas de producción de células CHO. La gente de la empresa se resistía a cambiar de las células HEK a las CHO. Eso complicaba las cosas. Fuimos paso a paso. Digo fuimos porque no fui yo sola, estaba mi familia acompañándome y sobre todo Jesús al lado mío.

Como dicen los americanos, Long story, short: para no hacer interminable el testimonio puedo contar que fueron 9 meses de martirio. Mi pasión por el trabajo se transformó en un suplicio. Empezamos a probar las alternativas en CHO en paralelo a que cumplía todos los objetivos que ya tenía planteados en la línea humana para la estadía de 9 meses, que de por sí ya eran muchos. Solo porque Jesús estuvo conmigo en el laboratorio pude hacer todo lo que hice. Trabajé el triple de lo que tenía que trabajar originalmente, tratando de no descuidar a mi marido y mi hijo de 2 años. Me dolían las manos de trabajar (pipetear, como se dice en el laboratorio). El tiempo en el que no pensaba en el trabajo, rezaba. Cuando llegaba al laboratorio, pensaba en Jesús y le rezaba “Que mis manos sean tus manos, que mi mente sea tu mente”. Y a pesar de lo que estaba viviendo, sentía que Jesús estaba conmigo en el laboratorio. En los nueve meses, todos los resultados en HEK, la línea celular humana, daban excelentes. Todo perfecto. Yo le pedía a Dios que las cosas me salieran mal (aunque ponía todo mi empeño en hacerlas bien). No me importaba la humillación de decirle a mi jefe que algo había salido mal. Prefería eso, a tener que cargar sobre mí el peso de haber hecho una vacuna en células humanas derivadas de un aborto. Pero Dios no quería eso. Todo salía perfecto. Me felicitaban todo el tiempo. Yo me quería meter bajo tierra. Fue un buen ejercicio para la vanidad y el orgullo. Eso que generaba felicitaciones en el mundo, en mi interior, en mi alma, en mi relación con Jesús, a mí me estaba avergonzando terriblemente. Los meses avanzaban y las cosas no parecían ir bien. Pero con mi marido confiábamos. Y lo menciono porque fue su enorme Fe la que me ayudaba día a día. Y María, Nuestra Señora del Cielo, con su grupo de WhatsApp. ¡Cuanto sostén espiritual recibí en cada audio de Marta y Oscar! En mi ignorancia, sus palabras claras y sencillas me ayudaban a crecer en la Fe. Y fue de la mano de María que llegué a Jesús. Primero Ella me cambio la Vida, y luego Él me la transformó completamente.

Ya era diciembre. La primera semana de enero volvíamos a Argentina y fue en ese mes tan especial que las cosas empezaron a cambiar. Luego de mucho trabajo los primeros resultados promisorios en las células de hámster empezaron a aparecer y cuando aparecieron, fueron imbatibles. ¡Porque Jesús hace nuevas todas las cosas! Los resultados en las células de hámster, con las nuevas tecnologías que exploramos, fueron muy superiores y derribaron a las células humanas, que quedaron en la historia del proyecto.

En mi corazón siento que toda esta prueba que Dios me puso en mi gran pasión por el trabajo fue la forma de llevarme a Jesús. En ese viaje a Canadá en 2018, a María, la amaba. San José también ya estaba en mi corazón. Y el santo hermano André también. Pero Jesús me costaba más. Verlo clavado en la cruz no me era simple. María me cobijaba, pero Jesús seguía siendo un poco lejano para mí. Esta prueba me llevo directo a su Pasión, a su Sagrado Corazón, y abrazando mi cruz, abracé su cruz.

Volví a Argentina y finalmente llegaron las buenas confesiones. En Canadá, cuando vivía toda esta situación, quería confesarme. Iba a la iglesia, me confesaba, pero como podía. Decía en inglés las cosas que me salían y entendía solo parte de lo que el sacerdote me decía. A pesar de esto, sentía mucha paz luego de confesarme. Nuevamente donde esperaba encontrar un dedo acusador, encontré el abrazo del mismísimo Jesús. Finalmente entendí lo que es una buena confesión, luego de vivirla. Para eso debía esperar. Pero ocurrieron, no una, varias buenas confesiones de la mano del Padre Jorge de la Parroquia La Inmaculada Concepción de San Carlos de Bariloche y del Padre Fernando de la Parroquia San José de Dina Huapi. Benditos sean nuestros sacerdotes. Benditos sean esas personas consagradas que antes de todo este proceso de conversión me generaban tanto rechazo, tanto miedo.

Mis padres decidieron no bautizarme porque creyeron que era lo mejor para mí, para que pudiera elegir yo misma mi religión. Pero no podemos amar ni elegir lo que no conocemos. La mayor libertad de mi alma la encontré en el reconocerme y aceptarme como una hija muy amada de Dios. A mi hijo Juan Bautista lo bautizamos al poco tiempo de nacer. Sintiendo con total certeza en mi alma, en mi corazón, en mi mente y en todo mi ser, que el bautismo y la Fe católica es el mejor regalo que le puedo dar a mi hijo.

Escribiría miles de hojas con detalles y vivencias, con momentos y anécdotas, con sucesos extraordinarios y personas que marcaron mi conversión, pero solo quiero a través de estas palabras testimoniar de qué manera María, Nuestra Señora del Cielo, me tomo de su mano y me cambió la vida, y con la enorme humildad de la Madre de Dios me llevó directo al Corazón de su hijo Jesús.

Ana Clara


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La Medalla Milagrosa de París le cambió la vida, aún sin creer en Dios https://www.reinadelcielo.org/la-medalla-milagrosa-de-paris-le-cambio-la-vida-aun-sin-creer-en-dios/ Fri, 12 Feb 2021 23:17:45 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=25400 ]]> La Mary Bethany (María de Betania) es una de las numerosísimas jóvenes monjas que llenan el monasterio de las dominicas de Nashville, uno de los mayores fenómenos vocacionales que hay en estos momentos, y que cada vez atrae a más chicas que quieren entregar su vida a Dios.

Ella nunca imaginó que acabaría siendo monja, sobre todo porque ni siquiera era católica. Cuando era una adulta joven se bautizó, confirmó y recibió la Eucaristía durante una Vigilia Pascual. Se había enamorado de casualidad de un Dios al que apenas conocía y en el santuario de la Medalla Milagrosa de París tuvo la certeza de que estaba claramente llamada a ser católica.

“Mi camino hacia el convento está íntimamente ligado a mi camino hacia la Iglesia Católica”, cuenta en la web de las dominicas de Nashville.

Hasta la Educación Secundaria no era consciente de la existencia de Dios. Ella misma relata que “una maestra de teatro en la escuela de artes escénicas a la que asistí fue la primera que compartió conmigo las verdades más básicas de nuestra fe. Muy rápidamente me enamoré perdidamente de Dios y cuando se lo dije a ella, recuerdo claramente que un día me preguntó: ‘¿no te irás a convertir en monja, verdad?’. Me apresuré a responder: “¡Ni siquiera soy católica!”.

La conversión en la Medalla Milagrosa de París

Tras acabar Secundaria pudo realizar un programa de intercambio de una escuela de danza y viajó a Inglaterra durante seis semanas. Fue ya casi al final de su estancia allí donde un amigo la invitó a misa por primera vez. Desde su perspectiva artística, pero sin conocimiento alguno de la fe y la liturgia, asegura que quedó impresionada y lo veía como un “espectáculo” fabuloso por las “coreografías, vestuario y canciones fascinantes”. De hecho, quería ir a misa una y otra vez así que antes de volver a su casa fue a todas las Eucaristías que pudo.

Pero la verdadera conversión de la Hermana María de Betania se produjo en el santuario parisino de la Medalla Milagrosa. Era 1999, se celebraba la fiesta de los santos Pedro y Pablo, estaba sentada en el último banco y los fieles volvían a sus asientos tras comulgar.

Como hacía cada vez que iba a misa ella se queda sentada disfrutando del “espectáculo”. Pero algo ocurrió ese día. “Un completo desconocido que estaba arrodillado junto a mí, me sonrió, tomó mi brazo con su mano y suavemente me puso de rodillas también”, recuerda.

De este modo, la ahora monja señala que “en el instante en el que mis rodillas tocaron el reclinatorio de repente me di cuenta de toda la verdad, que esto no era sólo un ‘espectáculo’ y que el hombre clavado en la cruz ante mí no sólo había extendido sus brazos para ‘aquellos católicos’ sino también para mí”.

Igualmente, la Hermana María de Betania asegura que en ese instante “también supe que la estatua de la mujer con sus brazos extendidos hacia mí, a quien los católicos llamaban María, fue la que me llevó a su Hijo. Sobre todo, supe que Jesús estaba realmente en la pequeña ‘caja’ de oro y que sólo una cosa me impedía recibir a Dios dentro de mí: el bautismo”.

Así que así fue como el 22 de abril del año 2000 en la Vigilia Pascual, “una noche gloriosa que nunca olvidaré”, entró a formar parte de la Iglesia y recibió a Jesús por primera vez.

Del bautismo a la vocación

“Desde la primera vez que me plantearon la cuestión de la vocación religiosa, el deseo de entregar mi vida a Dios como religiosa fue creciendo. Después de mi bautismo, mi corazón estaba verdaderamente lleno de gratitud y supe que nunca podría devolverle el gozo que me había dado en mi fe. También estaba segura de que solo Él podía satisfacer mi corazón. No podía imaginar un novio más perfecto”, explica.

Gracias a un amigo sacerdote conoció a las hermanas dominicas de Nashville. Estaba convencida de entregar su vida a Dios, pero quería elegir bien dónde.

“Conduje hasta el convento y decidí ‘entrevistar’ a las Hermanas con preguntas diseñadas para ayudarme a evaluar si su comunidad era una buena opción para mí. Les expliqué que estaba buscando tres cosas en la congregación a la que sentía que Dios me estaba llamando a unirme: un amor profundo por la Eucaristía con el Santo Sacrificio de la Misa como fuente y cumbre del día; una verdadera devoción a María manifestada llevando el rosario y rezando juntos el rosario todos los días como comunidad; y un amor por nuestro Santo Padre y un gran deseo de difundir la gran noticia de nuestra fe católica al mundo entero, particularmente a los jóvenes. Cuando las Hermanas me escucharon decir estas tres cosas, sonrieron y dijeron: ‘Tenemos esas tres’. ¡Solo entonces accedí a sentarme y escuchar más!”, relata María de Betania.

Finalmente en 2003 ingresó en este convento y en 2010 profesó sus votos perpetuos. Por ello, afirma convencida que “la mejor decisión que he tomado en mi vida ha sido convertirme en católica. La segunda fue ingresar en el convento”.

“Todos los días, cuando me pongo el santo hábito de Santo Domingo Dios me sigue asombrando por el amor tan tierno que tiene por cada uno de nosotros. ¡Él verdaderamente ha derramado su bondad sobre mí y estoy llena de gozo sabiendo que soy totalmente suya”, concluye.

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Fuente: Religión en Libertad


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Nuestra Señora de Coromoto https://www.reinadelcielo.org/nuestra-senora-de-coromoto/ Tue, 12 Feb 2019 18:33:39 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=20249 Los indígenas que habitaban en Guanare (Venezuela), con la llegada de los españoles en 1591, huyeron hacia la selva, al norte de la ciudad. Desde entonces, los civilizadores extranjeros esperaron durante décadas a que la tribu descendiera de las montañas para que tomaran parte en el aprendizaje del cultivo de los campos y de la doctrina cristiana. Pero eso parecía casi imposible que sucediera.

Un día de comienzos del año 1651, en la quebrada del río Tucupido, sobre la corriente de las aguas, el cacique (Jefe de la Tribu) junto a su mujer y otros indios contemplaron asombrados la imagen de una Bella Mujer con un niño en brazos. La mujer le dijo en al Cacique en su lengua:

“Sal del bosque junto con los tuyos y ve donde los blancos para que les echen agua sobre la cabeza y puedan subir al Cielo”.

La Virgen se refería a que reunira el Cacique a su tribu y acudiera a los blancos para recibir el bautismo.

Nuestra Señora de CoromotoEl cacique, impresionado por lo que había visto y escuchado, decidió obedecer a la Bella Mujer. Casualmente, un español llamado Juan Sánchez, transitaba por allí y el Cacique le relató lo sucedido. Juan Sánchez puso a disposición del Cacique unos terrenos que había obtenido años atrás, por donde pasaba una quebrada llamada Coromoto, a unas 5 leguas de Guanare. De esta forma, el Cacique podría repartir estos terrenos entre su tribu para que los indios Cospes dieran su consentimiento de vivir allí y de hacerse cristianos.

Transcurridos varios meses en Coromoto, los indios recibieron el Bautismo a excepción del Cacique, a quien el demonio le hacia probar disgusto por la religión y lo tentaba con regresar a la selva. El mutismo y enfado del Cacique aumentaba cada día. Se sentía infeliz. Fue con ese estado de animo que llegó a su bohío el 8 de septiembre de 1652, y sin mediar palabras con nadie se acostó en su barbacoa.

El sol se ocultó y dio paso a la noche. De repente, el umbral del bohío se iluminó de una luz fulgurante que envolvía a la Bella Mujer de la quebrada. Estaban presentes su esposa, su cuñada Isabel y su sobrino Juan. Al verla, el Cacique le pidió que se marchara. En cambio, la virgen se le acercó más, por lo que el Cacique se abalanzó sobre Ella para tomarla del brazo y echarla fuera. En ese instante, el interior del bohío quedó en penumbras. “¡Aquí la tengo!”, dijo el Cacique en tono de furia y triunfo. Las dos mujeres intrigadas le piden ver a la Bella Mujer, fue entonces cuando el Cacique a la luz del tenue fogón abrió su mano y vieron en una pequeñísima imagen el retrato de la Bella Mujer que irradiaba rayos luminosos.

El niño Juan, entristecido por el comportamiento del Cacique, se fue a escondidas a avisarle a Juan Sánchez de lo sucedido. Éste, junto con dos de sus compañeros fueron a la choza del Cacique y recuperaron la preciosa reliquia. Juan Sánchez, al recibirla de manos del niño, sintió profunda emoción, pues reconoció en ella la Madre de Dios, y con respeto la colocó en un relicario de plata que acostumbraba llevar al cuello. Al día siguiente (9 de septiembre) el Cacique se puso en marcha para regresar a la selva pero fue mordido por una culebra a poca distancia del pueblo.

El Cacique, viéndose en peligro de muerte, se arrepintió y pidió a gritos ser bautizado, sacramento que le fue administrado por un cristiano que transitaba por el lugar. El Cacique recomendó a los indios que se mantuvieran con los blancos y murió. Como consecuencia de esto, los indios Cospes formaron una comunidad de fieles muy fervorosa. De regreso a su casa de Soropo, Juan Sánchez colocó a Nuestra Señora de Coromoto en un altar, donde permaneció hasta el primero de febrero de 1654.

El 7 de octubre de 1944, el Papa Pío XII la declaró “Patrona de la República de Venezuela” y su coronación canónica se celebró tres siglos depués de la aparición, en 1952.

Hoy en día, cerca de Guanare (estado Portuguesa), en el lugar de la segunda aparición, fue construido un bello templo, el Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto, el cual fue consagrado el 7 de enero de 1996, e inaugurado con la solemne Eucaristía presidida por su Santidad el Papa Juan Pablo II, el 10 de febrero de 1996.

Los venezolanos celebran su fiesta tres veces al año, el 2 de febrero y el 8 y 11 de septiembre.

Oración a la Virgen de Coromoto

¡Oh Virgen de Coromoto! En tus manos deposito esta súplica (tal intención, tal necesidad). Bendícela. Preséntala al Corazón de Jesús. Haz valer tu amor de Madre y tu poder de Reina. ¡Oh María! Yo cuento con tu ayuda. Yo confío en tu poder. Yo me entrego a tu voluntad. Yo estoy seguro de tu misericordia. ¡Madre de Dios y Madre mía! Ruega por mí. Llévame al Corazón de Jesús.
Bendícenos Madre Santísima
Cúbrenos con tu Manto Madre Mía.
Amén

Oración de San Juan Pablo II a Nuestra Señora de Coromoto

Guanare, 10 de febrero de 1996

Virgen y Madre nuestra de Coromoto, que siempre has preservado la fe del pueblo venezolano. En tus manos pongo sus alegrías y esperanzas, las tristezas y sufrimientos de todos tus hijos. Implora sobre los Obispos y Presbíteros los dones del Espíritu, para que, fieles a sus promesas sacerdotales, sean infatigables mensajeros de la Buena Nueva, especialmente entre los más pobres y necesitados. Infunde en los religiosos y religiosas el ejemplo de tu entrega total a Dios, para que en el servicio abnegado a los hermanos los acompañe en sus trabajos y necesidades. Madre de la Iglesia, alienta a los fieles laicos, comprometidos con la Nueva Evangelización, para que, con la promoción humana y la evangelización de la cultura, sean auténticos apóstoles en el Tercer Milenio. Protege a todas las familias venezolanas, para que sean verdaderas Iglesias domésticas, donde se custodie el tesoro de la fe y de la vida, donde se enseñe y se practique siempre la caridad fraterna. Ayuda a los católicos a ser sal y luz para los demás, como auténticos testigos de Cristo, presencia salvadora del Señor, fuente de paz, de alegría, de esperanza. Reina y Madre Santa de Coromoto, ilumina a quienes rigen los destinos de Venezuela, para que trabajen por el progreso de todos, salvaguardando los valores morales y sociales cristianos. Ayuda a todos y cada uno de tus hijos e hijas, para que, con Cristo Nuestro Señor y Hermano, caminen juntos hacia el Padre, en la unidad del Espíritu Santo.
Amén.

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Fuente: Web Católico de Javier


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Su primera Navidad a los 23 años de edad https://www.reinadelcielo.org/su-primera-navidad-a-los-23-anos-de-edad/ Fri, 21 Dec 2018 21:24:48 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=18201 ]]> Esta Navidad será la primera que viva como católico el joven de 23 años, Carlton Sinn, un australiano que ha experimentado una fuerte conversión que le dejó cambiar la fe bautista que recibió de sus padres por la Iglesia Católica, con la que no había tenido contacto en toda su vida. Todo empezó por su inquietud intelectual y la lectura que le fue llevando de un autor católico a otro hasta que llegó al convencimiento de que cuanto más leía más católico se sentía.

Sinn Carlton recibió el Bautismo y su Primera Comunión este pasado 17 de noviembre en la iglesia de María Inmaculada de Annerley, en la ciudad australiana de Brisbane. Pero su proceso hasta llegar aquí fue lento hasta llegar al convencimiento de que lo que realmente quería ser era cristiano católico.

Apasionado por la verdad

Sinn CarlonEste joven recuerda que desde pequeño siempre ha sido un apasionado a la hora de buscar la verdad, lo que ha provocado su viaje de fe, y que se alimentó de una fuerza que le llegó siendo un bebé cuando estuvo a punto de morir.

“Me quemé cuando era pequeño, estuve a punto de morir, me tuvieron que realizar muchas cirugías, pasé por momentos difíciles”, explica en una entrevista con el Catholic Leader, publicación de la diócesis de Brisbane.

En todo este proceso fue importante que su familia fuera cristiana. “Tuve suerte de haber nacido en una familia cristiana”, confiesa. Y es que el hecho de que estuviera a punto de morir hizo que la familia se uniera más y rezara, lo cual acabó fortaleciendo a todos.

Así creció. Daba por hecho el ser cristiano, pero esto cambió cuando se enfrentó a la adolescencia, donde se rebeló y aunque no dejó de creer sí lo hizo de practicar.

Un libro que cambió su perspectiva

Pero fue en la universidad donde al contrario que muchos jóvenes que terminan de perder la fe, él la afianzó. Empezó a estudiar Historia, Arte y Filosofía. Y un día llegó a sus manos un libro que le dejó trastocado. Se trataba de una de las obras de Rodney Stark, un historiador y sociólogo no católico pero que en sus textos desmonta la leyenda negra contra la Iglesia Católica.

Carlton Sinn devoró el libro How the west won: the neglected story of the triumph of modernity. “Era un libro sobre la civilización occidental, que se fue construyendo sobre una base de ideas cristianas, ideas judeocristianas, por lo que me interesé más por el catolicismo porque era algo a lo que realmente yo no había sido expuesto”, explica este joven.

Dos santos y eruditos

Además, aquel libro estaba muy bien fundamentado y contenía muchas citas de San Agustín y de Santo Tomás de Aquino, por lo que una vez que acabó con la obra empezó con estos santos.

Mientras tanto, su curiosidad hacia el catolicismo iba en un aumento. Conocía a dos amigos que eran católicos así que empezó a hablar con ellos sobre su fe y acabó yendo a algunas misas con ellos. Su interés seguía aumentando por lo que se fue involucrando más y además de a las Eucaristías los acompañaba a un grupo parroquial llamado “Frassati”, un movimiento que ayuda a los jóvenes a vivir su fe católica con compromiso y coherencia.

El encuentro con un sacerdote

“Fue bastante emocionante”, reconoce Carlton. En estos encuentros conoció a uno de los sacerdotes de la parroquia. Una vez a la semana durante año y medio se reunía con él para discutir con él, al principio intentando refutarle aunque sin éxito por su parte.

“A medida que pasaba el tiempo, cuanto más veía y más historia leía, más católico me volvía”, agrega en la entrevista. Fue entonces cuando decidió que ser católico “podría ser para mí”.

Pero pasarían otros nueve meses más hasta que decidió bautizarse: “Todas las grandes preguntas habían sido respondidas. Fueron los pequeños matices y distinciones culturales los que tardaron mucho más tiempo en resolverse”.

Disfrutando mientras conocía el catolicismo

Finalmente, dio el paso definitivo. “Ciertamente disfruté explorando y discutiendo (…) porque yo no había tenido ninguna exposición al catolicismo en toda mi vida”. Sólo tras la continua formación, la lectura y asistir a misa con regularidad fue cuando se ha sentido un cristiano mucho más fuerte, y ahora católico.

“Busca la verdad y la encontrarás”. Este ha sido su lema durante estos últimos años. Y Carlton definitivamente la halló al recibir el Bautismo y la Comunión en noviembre. “Ha sido un momento maravilloso, y me siento bastante iluminado”, agrega.

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Fuente: Religión en Libertad


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Del zoroastrismo a sacerdote católico y bautizará a su madre en Pascua https://www.reinadelcielo.org/del-zoroastrismo-a-sacerdote-catolico-y-bautizara-a-su-madre-en-pascua/ Fri, 14 Apr 2017 22:07:35 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=9212

No es muy frecuente que un sacerdote tenga la oportunidad de bautizar a su propia madre pero hay ocasiones en las que ocurre. Y esta bendición la podrá cumplir el padre Hezuk Shroff cuando introduzca a su madre en la Iglesia a través del bautismo en la ya cercana Vigilia Pascual.

El padre Shroff es también un converso y descubrió la fe de adulto pues él es de origen parsi, una minoría ubicada principalmente en la India que practica la religión zoroástrica, que era la mayoritaria en Persia antes de la conquista islámica. De hecho, parsi significa persa.

Una religión antigua y perseguida

El zoroastrismo es una fe antigua, de la que muchos estudiosos creen que procedían los magos de oriente. Y los parsis empezaron a emigrar a lo que hoy es India huyendo de la persecución islámica hace ya casi 1.000 años, representando esta comunidad la más numerosa de los seguidores de Zoroastro.

Shroff nació en esta comunidad zoroástrica en la India en 1971 pero emigró junto a toda su familia a Canadá, involucrándose en un grupo de esta pequeña religión aunque en realidad su familia no era especialmente religiosa.

En declaraciones a Crux, el padre Shroff cuenta que fue educado en las enseñanzas de esta religión mientras crecía siendo un niño introvertido y reservado.

Conoció el cristianismo en la universidad

Este joven no conoció personalmente el cristianismo y a sus seguidores hasta que empezó sus estudios de Bioquímica en la Universidad McGill de Montreal. Su compañero de cuarto era un “ferviente cristiano pentecostal, que me presentó la iglesia evangélica local y el Evangelio, el mensaje de la fe cristiana y de la persona de Jesús”.

Sin embargo, Hezuk pronto comenzó a interesarse por el catolicismo y a leer libros sobre la Iglesia Católica y en 1994 acompañó a uno de sus compañeros de la universidad a misa en la basílica de San Patricio, en Montreal.

Fascinado por la misa

“La liturgia de la misa me fascinó, yo sabía en mi interior que este era un momento sagrado. Me enamoré de la belleza y la verdad de la fe católica. Como había oído sobre sobre la gracia de Dios, la Santa Eucaristía y la devoción de los fieles a la Virgen María y a los santos…me dije a mí mismo: “aquí es donde tenía que estar”.

Un año después, en 1995, Hozuk fue recibido en la Iglesia Católica en la Vigilia Pascual en la misma basílica a la que asistió a misa por primera vez.

Tras bautizarse, este joven de origen indio sintió una fuerte llamada a la vida religiosa. Estuvo tres años en Quebec y luego estuvo en Francia con los monjes benedictinos antes de darse cuenta de que no estaba hecho para la vida monástica. Y es que pasó seis años en la Comunidad de San Juan, donde estudió Filosofía y Teología.

En busqueda de su verdadera vocación

Mientras realizaba estos estudios el superior de la comunidad decidió enviar a Hozuk a la ciudad filipina de Cebu para pasar un tiempo en la misión. “Fue aquí en Filipinas tras trabajar en el ministerio juvenil, donde finalmente entendí que Dios me estaba llamando para servir como sacerdote diocesano”, afirma.

Y en particular descubrió que quería dedicarse a atender a los jóvenes, que se encontraban como ovejas sin pastor. Recuerda que en Filipinas, “los jóvenes me decían que su pastor no tenía tiempo para ellos porque estaba demasiado ocupado dirigiendo la parroquia. Pensé, ¡qué triste! Después de todo, ¿no es la misión principal de un cura el cuidado de las almas confiadas a él?”.

Ordenado en la festividad de la Virgen de Fátima

Con esta inquietud volvió a Canadá en 2006 donde ingresó en el seminario diocesano para ser sacerdote par la Archidiócesis de Ottawa. El 13 de mayo de 2011, festividad de la Virgen de Fátima, fue ordenado sacerdote.

Su familia, todos zoroastristas, no se opuso a su conversión y tanto su padre, su madre, su hermana como familiares suyos llegados en coche desde Chicago decidieron acompañarle en su ordenación.

Su madre oraba para que fuera sacerdote

“Mi madre estaba muy feliz con mi conversión, e incluso había estado rezando para que yo fuera sacerdote”, cuenta este religioso. Por su parte, para su padre fue más difícil aunque respetó y apoyó su decisión.

Él quiso demostrar a su padre que abrazar el catolicismo no era rechazar su patrimonio cultural y su historia. “Me hice católico no porque despreciara mis raíces o mi infancia, sino porque sentí que Cristo me llamaba a ser uno de los suyos”.

Y así llegó también la conversión de su madre. Ella tenía una relación especial con la Iglesia Católica desde su infancia pues había estado en un internado católico. “Mi madre quiso ser católica durante la mayor parte de su vida, pero no podía a causa de las presiones y circunstancias externas”.

Es ahora cuando su madre cumplirá su sueño y con el ciento por uno. Tras realizar el catecumenado de adultos será bautizada como católica esta Pascua y precisamente a manos de su hijo. “Será bautizada exactamente 22 años después del día en el que yo recibí el bautismo”.

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Fuente: Religión en Libertad


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De budista a cristiana tras ver la reliquia de San Francisco Javier https://www.reinadelcielo.org/de-budista-a-cristiana-tras-ver-la-reliquia-de-san-francisco-javier/ Fri, 11 Nov 2016 16:38:10 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=8172 En 1937, mientras España se desangraba en una cruenta guerra civil, nacía en Japón, en una familia budista, una niña llamada Keiko. Tenía 4 años cuando su país atacó Pearl Harbour e inició la guerra contra Estados Unidos y 8 años cuando los aliados vencieron a Japón y el Emperador anunció la rendición a los asombrados japoneses. En esa infancia de carestía y pobreza del Japón de postguerra, a los doce años, tuvo lugar su primer contacto con católicos.

El brazo de un español muerto

Brazo de San Francisco JavierElla estaba acabando la enseñanza primaria en la ciudad de Kobe. Una tarde, vio que sus vecinos salían de casa. Los siguió y los vio entrar en una iglesia católica. También ella entró: era la primera vez que veía por dentro un templo cristiano. En un lateral de esa iglesia se exponía a la veneración pública un objeto más que peculiar: un brazo de un hombre blanco de varias siglos de antigüedad… el brazo derecho de San Francisco Javier, el misionero jesuita español que inició la evangelización de Japón.

Lo que veía Keiko era una fila de gente que iba hacia el altar a mostrar respeto ante el objeto sagrado. Y aquello llamó su atención. De alguna manera, intuyó el concepto: santidad, lo que es bueno y sagrado.

Al año siguiente, su padre la inscribió en una escuela católica de religiosas franciscanas. En aquella escuela, y en aquellas religiosas, ella percibía una alegría que se le contagiaba, “una alegría paradisíaca y una intensa felicidad”.

Alegría y presencia de Dios

Allí la intrigada adolescente se apuntó a las clases de catequesis de las hermanas para entender la fe cristiana. Pronto entendió que vivía en su propio corazón algo misterioso y hermoso, la presencia de Dios en ella, muy fuerte. Y ya entonces decidió entregarse completamente al Señor y entrar en un convento… ¡cuando aún estaba sin bautizar!

Cuando se lo explicó a sus padres, de tradición budista, ellos no podían entenderlo, pero no se opusieron a su ingreso en la fe católica: su padre dijo que era justo seguir la religión que uno cree. Keiko se bautizó el 15 de agosto de 1950, con 13 años, junto a tres compañeras de clase. Era el día de la Asunción y tomó el nombre de Asunta. La familia conoció pronto más acerca de la fe católica y su madre y su hermano se bautizaron dos años después. Su padre se mantuvo como budista.

A los 19 años, Keiko, ahora Asunta Nakade, sintió que Dios la llamaba con insistencia en lo profundo del corazón. ¿Dónde servirle, dónde le pedía Él acudir? Por sugerencia de un sacerdote jesuita visitó a las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús en Yokosuka. La maestra de novicias, una japonesa, la acogió. Atraída por el calor y hospitalidad del convento, lo visitó varias veces. En una visita, sintió que Dios le atraía en el Santísimo Sacramento, que las hermanas adoraban cada día. Se reforzó su convencimiento de que debía consagrarse a Dios.

Vocación y misión

Hermana Asunta Nakade 2Entró en el noviciado en 1962, cuando terminó sus estudios. Aunque su madre era ya católica, tomó muy mal la decisión: sentía que perdía a su única hija. En cambio, su padre budista, comprendía el significado de seguir radicalmente a Jesús: la animó a abrazar la vocación sin mirar atrás.

Emitió sus votos solemnes en 1972, después se formó como maestra en Dublín, en un curso de formación Montesori, y en 1976 llegó como misionera a la India para trabajar en una escuela de niños con discapacidades psíquicas.

Con los niños enfermos y los pobres

No fue fácil para la japonesa adaptarse a la India ni a los niños, pero Dios le dio fuerza.

“No es fácil gestionar a estos niños, pero nuestro carisma, que consiste en el adorar al Señor Eucaristía es la fuente de mi fuerza y de mi alegría”, explica a la agencia misionera AsiaNews.

“La experiencia mística de la presencia de Cristo en la Eucaristía fue como verlo en nuestros niños. Cuando Dios ama a estos niños, ellos se convierten en amorosos. Los niños especiales son un don especial que el Señor me ha dado, aquí en India. ¡He transcurrido un tiempo maravilloso enseñando y aprendiendo de ellos numerosas experiencias de amor, sensibilidad y cuidado!”

Hasta el año 2014 sor Asunta dio lecciones en el Centro de Formación Enseñantes de Dilkush, de cómo enseñar con el método Montesori. También se volcó en la pastoral de su parroquia de San José, en Juhu, en la diócesis de Mumbai. Visitó enfermos en sus casas, distribuyendo la comunión y acudiendo a las casas de las familias. Trabajó con los enfermos de sida, y con los pobres entre la isla de Madh y Dadar. En las familias rotas o desunidas intentó -y a menudo logró- su reconciliación.

En 2010 cumplió medio siglo de servicio en la Iglesia, y lo celebró con una fiesta solo para pobres y religiosas.

Tres “C” que dan fuerza

“India es una tierra de contemplación”, explicaría la misionera japonesa. “El espíritu trabaja en silencio y nos conduce a experimentar la presencia de Dios y de su amor incondicionado. Las tres “C” que me guían son mis estrellas guías: Contemplación, Comunión y Compasión”.

En octubre de 2016 acabó su periodo misionero y volvió a Japón tras 40 años en la India, con casi 80 años. Ha acogido y consolado una infinidad de personas sufrientes, ha apoyado a muchos niños. Y todo empezó cuando, con la curiosidad de una adolescente, siguió a sus vecinos… a ver el brazo de un blanco muerto.

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Fuente: Religión en Libertad


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