apóstoles – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Mon, 28 Oct 2024 12:56:00 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Santos Judas Tadeo y Simón https://www.reinadelcielo.org/santos-judas-tadeo-y-simon/ Fri, 25 Oct 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=10491

Oración a San Judas Tadeo, abogado de los casos desesperados

Apóstol gloriosísimo de Nuestro Señor Jesucristo,
aclamado por los fieles
con el dulce título de ABOGADO DE LOS CASOS DESESPERADOS,
hazme sentir tu poderosa intercesión
aliviando la gravísima necesidad en que me encuentro.
Por el estrecho parentesco
que te hace primo hermano de Nuestro Señor Jesucristo,
por la privaciones y fatigas que por El sufriste,
por el heroico martirio que aceptaste gustoso por su amor,
por la promesa que el divino Salvador hizo a Santa Brígida
de consolar a los fieles que acudiesen a tu poderosa intercesión,
obtenme del Dios de las misericordias
y de su Madre Santísima
la gracia que con ilimitada confianza te pido a Ti,
Padre mío bondadosímo,
seguro que me la obtendrás
siempre que convenga a la gloria de Dios
y bien de mi alma. Así sea.

Glorioso Apóstol San Judas Tadeo, ruega por nosotros. (Repetir 3 veces)

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Simón el Cananeo y Judas Tadeo

Los consideramos juntos, no sólo porque en las listas de los doce siempre están juntos (Cf. Mateo 10,4; Marcos 3,18; Lucas 6,15; Hechos 1,13), sino también porque las noticias que les afectan no son muchas, con la excepción de que el canon del Nuevo Testamento conserva una carta atribuida a Judas Tadeo.

San Judas Tadeo y Simón

Simón recibe un epíteto que cambia en las cuatro listas: mientras Mateo y Marcos le llaman «cananeo», Lucas le define «Zelotes». En realidad, los dos calificativos son equivalentes, pues significan lo mismo: en hebreo, el verbo «qanà’» significa «ser celoso, apasionado» y se puede aplicar tanto a Dios, en cuanto que es celoso del pueblo al que ha elegido (Cf. Éxodo 20, 5), como a los hombres, que arden de celo en el servicio al Dios único con plena entrega, como Elías (Cf. 1 Reyes 19,10).

Por tanto, es muy posible que este Simón, si no pertenecía propiamente al movimiento nacionalista de los zelotes, quizá se caracterizaba al menos por un celo ardiente por la identidad judía, es decir, por Dios, por su pueblo y por su Ley divina. Si esto es así, Simón es todo lo opuesto de Mateo, que por el contrario, como publicano, procedía de una actividad considerada totalmente impura. Es un signo evidente de que Jesús llama a sus discípulos y colaboradores de los más diversos estratos sociales, sin exclusión alguna. ¡A Él le interesan las personas, no las categorías sociales o las etiquetas! Y lo mejor es que en el grupo de sus seguidores, todos, a pesar de que son diferentes, convivían juntos, superando las imaginables dificultades: de hecho, Jesús mismo es el motivo de cohesión, en el que todos se encuentran unidos. Es una lección para nosotros, que con frecuencia tendemos a subrayar las diferencias y quizá las contraposiciones, olvidando que Jesucristo nos da la fuerza para superar nuestros conflictos. Hay que recordar que el grupo de los doce es la prefiguración de la Iglesia, en la tienen que encontrar espacio todos los carismas, pueblos, razas, todas las cualidades, que encuentran su unidad en la comunión con Jesús.

Por lo que se refiere a Judas Tadeo, recibe este nombre de la tradición, uniendo dos nombres diferentes: mientras Mateo y Marcos le llaman simplemente «Tadeo» (Mateo 10,3; Marcos 3,18), Lucas lo llama «Judas de Santiago» (Lucas 6,16; Hechos 1,13). El apodo Tadeo tiene una derivación incierta y se explica como proveniente del arameo «taddà’», que quiere decir «pecho», es decir, significaría que es «magnánimo», o como una abreviación de un nombre griego como «Teodoro, Teodoto». De él se sabe poco. Sólo Juan presenta una petición que planteó a Jesús durante la Última Cena. Tadeo le dice al Señor: « Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?». Es una pregunta de gran actualidad, que también nosotros le preguntamos al Señor: ¿por qué no se ha manifestado el Resucitado en toda su gloria a los adversarios para mostrar que el vencedor es Dios? ¿Por qué sólo se ha manifestado a sus discípulos? La respuesta de Jesús es misteriosa y profunda. El Señor dice: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él» (Juan 14, 22-23). Esto quiere decir que el Resucitado tiene que ser visto y percibido con el corazón, de manera que Dios pueda hacer su morada en nosotros. El Señor no se presenta como una cosa. Él quiere entrar en nuestra vida y por ello su manifestación implica y presupone un corazón abierto. Sólo así vemos al Resucitado.

A Judas Tadeo se le ha atribuido la paternidad de una de las cartas del Nuevo Testamento que son llamadas «católicas», pues no están dirigidas a una determinada Iglesia local, sino a un círculo mucho más amplio de destinatarios. Se dirige «a los que han sido llamados, amados de Dios Padre y guardados para Jesucristo» (versículo 1). La preocupación central de este escrito consiste en alertar a los cristianos ante todos los que toman como excusa la gracia de Dios para disculpar sus costumbres depravadas y para desviar a los demás hermanos con enseñanzas inaceptables, introduciendo divisiones dentro de la Iglesia «alucinados en sus delirios» (versículo 8), así define Judas a sus doctrinas e ideas particulares. Los compara incluso con los ángeles caídos, y con términos fuertes dice que «se han ido por el camino de Caín» (versículo 11). Además les tacha sin reticencias de «nubes sin agua zarandeadas por el viento, árboles de otoño sin frutos, dos veces muertos, arrancados de raíz; son olas salvajes del mar, que echan la espuma de su propia vergüenza, estrellas errantes a quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre» (versículos 12-13).

Hoy quizá no estamos acostumbrados a utilizar un lenguaje tan polémico, que sin embargo nos dice algo importante. En medio de todas las tentaciones, de todas las corrientes de la vida moderna, tenemos que conservar la identidad de nuestra fe. Ciertamente, el camino de la indulgencia y del diálogo, que emprendió con acierto el Concilio Vaticano II, tiene que continuarse con firme constancia. Pero este camino del diálogo, tan necesario, no tiene que hacer olvidar el deber de recodar y subrayar siempre las líneas fundamentales irrenunciables de nuestra identidad cristiana.

Por otra parte, es necesario tener muy presente que nuestra identidad exige fuerza, claridad y valentía, ante las contradicciones del mundo en que vivismo. Por ello, el texto de la carta sigue diciendo así: «Pero vosotros, queridos, edificándoos sobre vuestra santísima fe y orando en el Espíritu Santo, manteneos en la caridad de Dios, aguardando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A unos, a los que vacilan, tratad de convencerlos…» (versículos 20-22). La carta se concluye con estas bellísimas palabras: «Al que es capaz de guardaros inmunes de caída y de presentaros sin tacha ante su gloria con alegría, al Dios único, nuestro Salvador, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, gloria, majestad, fuerza y poder antes de todo tiempo, ahora y por todos los siglos. Amén» (versículos 24-25).

Se ve con claridad que el autor de estas líneas vive en plenitud la propia fe, a la que pertenecen realidades grandes, como la integridad moral y la alegría, la confianza y por último la alabanza, quedando todo motivado por la bondad de nuestro único Dios y por la misericordia de nuestro Señor Jesucristo. Por este motivo, tanto Simón el Cananeo, como Judas Tadeo nos ayudan a redescubrir siempre de nuevo y a vivir incansablemente la belleza de la fe cristiana, sabiendo dar testimonio fuerte y al mismo tiempo sereno.

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Fuente: Corazones.org


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San Policarpo https://www.reinadelcielo.org/san-policarpo/ Fri, 23 Feb 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=8889

San Policarpo fue uno de los discípulos del apóstol San Juan Evangelista, el último de los testigos de los tiempos apostólicos. Los fieles le profesaban una gran admiración. Y entre sus discípulos tuvo a San Ireneo y a varios santos más.

San Policarpo era obispo de la ciudad de Esmirna, en Turquía, y fue a Roma a dialogar con el Papa Aniceto para ver si podían ponerse de acuerdo para unificar la fecha de fiesta de Pascua entre los cristianos de Asia y los de Europa. Y caminando por Roma se encontró con un hereje que negaba varias verdades de la religión católica. El otro le preguntó: ¿No me conoces? Y el santo le respondió: ¡Si te conozco. Tu eres un hijo de Satanás!

Cuando San Ignacio de Antioquía iba hacia Roma, encadenado para ser martirizado, San Policarpo salió a recibirlo y besó emocionado sus cadenas. Y por petición de San Ignacio escribió una carta a los cristianos del Asia, carta que según San Jerónimo, era sumamente apreciada por los antiguos cristianos.

El pueblo estaba reunido en el estadio y allá fue llevado Policarpo para ser juzgado. El gobernador le dijo: “Declare que el César es el Señor”. Policarpo respondió: “Yo sólo reconozco como mi Señor a Jesucristo, el Hijo de Dios”. Añadió el gobernador: ¿Y qué pierde con echar un poco de incienso ante el altar del César? Renuncie a su Cristo y salvará su vida. A lo cual San Policarpo dio una respuesta admirable. Dijo así: “Ochenta y seis años llevo sirviendo a Jesucristo y El nunca me ha fallado en nada. ¿Cómo le voy yo a fallar a El ahora? Yo seré siempre amigo de Cristo”.

El gobernador le grita: “Si no adora al César y sigue adorando a Cristo lo condenaré a las llamas”,. Y el santo responde: “Me amenazas con fuego que dura unos momentos y después se apaga. Yo lo que quiero es no tener que ir nunca al fuego eterno que nunca se apaga”.

En ese momento el pueblo empezó a gritar: ¡Este es el jefe de los cristianos, el que prohibe adorar a nuestros dioses. Que lo quemen! Y también los judíos pedían que lo quemaran vivo. El gobernador les hizo caso y decretó su pena de muerte, y todos aquellos enemigos de nuestra santa religión se fueron a traer leña de los hornos y talleres para encender una hoguera y quemarlo.

Hicieron un gran montón de leña y colocaron sobre él a Policarpo. Los verdugos querían amarrarlo a un palo con cadenas pero él les dijo: “Por favor: déjenme así, que el Señor me concederá valora para soportar este tormento sin tratar de alejarme de él”. Entonces lo único que hicieron fue atarle las manos por detrás.

san_policarpo

Policarpo, elevando los ojos hacia el cielo, oró así en alta voz: “Señor Dios, Todopoderoso, Padre de Nuestro Señor Jesucristo: yo te bendigo porque me has permitido llegar a esta situación y me concedes la gracia de formar parte del grupo de tus mártires, y me das el gran honor de poder participar del cáliz de amargura que tu propio Hijo Jesús tuvo que tomar antes de llegar a su resurrección gloriosa. Concédeme la gracia de ser admitido entre el grupo de los que sacrifican su vida por Ti y haz que este sacrificio te sea totalmente agradable. Yo te alabo y te bendigo Padre Cestial por tu santísimo Hijo Jesucristo a quien sea dada la gloria junto al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos”.

“Tan pronto terminó Policarpo de rezar su oración, prendieron fuego a la leña, y entonces sucedió un milagro ante nuestros ojos y a la vista de todos los que estábamos allí presentes (sigue diciendo la carta escrita por los testigos que presenciaron su martirio): las llamas, haciendo una gran circunferencia, rodearon al cuerpo del mártir, y el cuerpo de Policarpo ya no parecía un cuerpo humano quemado sino un hermoso pan tostado, o un pedazo de oro sacado de un horno ardiente. Y todos los alrededores se llenaron de un agradabilísimo olor como de un fino incienso. Los verdugos recibieron la orden de atravesar el corazón del mártir con un lanzazo, y en ese momento vimos salir volando desde allí hacia lo alto una blanquísima paloma, y al brotar la sangre del corazón del santo, en seguida la hoguera se apagó”.

“Los judíos y paganos le pidieron al jefe de la guardia que destruyeran e hicieran desaparecer el cuerpo del mártir, y el militar lo mandó quemar, pero nosotros alcanzamos a recoger algunos de sus huesos y los veneramos como un tesoro más valioso que las más ricas joyas, y los llevamos al sitio donde nos reunimos para orar”.

El día de su martirio fue el 23 de febrero del año 155. Esta carta, escrita en el propio tiempo en que sucedió el martirio, es una narración verdaderamente hermosa y provechosa.


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Santos Felipe y Santiago, apóstoles https://www.reinadelcielo.org/santos-felipe-y-santiago-apostoles/ Wed, 03 May 2023 11:11:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=6829 Entre aquellos bienaventurados galileos que tuvieron la dicha inefable de ser llamados por Jesucristo a formar su Colegio apostólico los evangelistas enumeran a Felipe, hijo de Alfeo, y a Santiago el Menor. Ambos respondieron con prontitud y generosidad al llamamiento que el Señor les hizo y le acompañaron desde el principio de su ministerio por aquellos caminos polvorientos de Palestina. Escucharon de sus mismos labios la predicación del mensaje de salvación que vino a traer a la tierra y fueron testigos de su milagro, de su gloriosa resurrección y ascensión a los cielos.

Felipe era natural de Betsaida de Galilea, la ciudad de Pedro y Andrés, a quienes tal vez le unían lazos de amistad. Al volver Jesucristo a Galilea con los tres primeros discípulos, Andrés, Pedro y Juan, después del breve ministerio que siguió a su bautismo en la región del Jordán, se encuentra con Felipe y le dice: “Ven y sígueme” (Jn. 1, 43); era la invitación que los rabinos dirigían a quienes querían constituir sus discípulos. Felipe responde con generosidad digna de admiración y, no contento con su respuesta personal, proporciona al maestro un nuevo discípulo. Encontrándose con Natanael le dice: “Hemos hallado a Aquel de quien escribió Moisés en la Ley y los Profetas, a Jesús, hijo de José, de Nazaret”. A las palabras de extrañeza o admiración de Natanael, “¿Puede de Nazaret salir cosa buena?”, responde sin vacilar: “Ven y verás”.

No era éste el llamamiento definitivo, sólo tenía como finalidad primaria poner a aquellos hombres en contacto con Jesús. Aquél tuvo lugar más tarde a orillas del lago de Genesaret. Los tres evangelistas nos refieren que, después de haber pasado el Señor una noche en oración, reunió a la mañana siguiente a sus discípulos y escogió a los doce que habían de formar el Colegio Apostólico. Después de las dos parejas de hermanos, Pedro y Andrés, Santiago y Juan, las listas presentan a Felipe, que había sido uno de los primeros llamados por Jesús (Mt. 9, 35-10, 4; Mc. 3, 7-19; Lc. 6,12-16).

En otras tres ocasiones aparece nuestro apóstol en escena. En la multiplicación de los panes, Jesucristo debió entrever en Felipe un deje de compasión hacia la multitud que había seguido al Maestro al desierto y le pregunta: “¿Felipe, cómo vamos a dar de comer a tanta gente?”. El, echando una mirada sobre las turbas, exclama: “Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno reciba un pedazo”. Seguramente no sospechaba lo que iba a hacer el Señor (Jn. 6, 5-7). Aparece, en otra ocasión, como mediador de aquellos prosélitos que se encontraban en Jerusalén con motivo de la Pascua. Habían éstos presenciado la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén y querían verle de cerca. Tal vez Felipe, como podría insinuar su nombre, tenía algunos conocimientos de la lengua griega y por ello se dirigieron a él. Felipe, a su vez, lo dice a Andrés y ambos lo comunicaron al Señor (Jn. 12, 20).

La última intervención de Felipe que recogen los evangelistas tuvo lugar durante la última cena. Tomás había preguntado el lugar adonde iba a ir Jesús y el camino que llevaba a él; el Señor había contestado: “Nadie viene al Padre sino por mí”. Anhelando entonces Felipe un conocimiento más profundo del Padre que le hiciese comprender mejor aquel discurso largo y misterioso a veces de Jesús, interviene diciendo: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”. Él le contesta que esa aparición visible del Padre la tenían en Él: “Quien me ve a mí ve al Padre” (Jn. 13, 8-11).

Por lo que se refiere a los años del apóstol que siguieron a la ascensión del Señor, carecemos de noticias que ofrezcan garantías de seguridad y hasta es posible que algunas de las que a él se atribuyen pertenezcan a Felipe el diácono. Como los demás apóstoles, permanecería durante unos años en Palestina y después marcharía a predicar el Evangelio fuera de sus fronteras. La tradición afirma que predicó en Frigia. Se dice que convirtió muchas almas, que hizo muchos milagros, que destruyó una monstruosa víbora que adoraban los habitantes de la región. Se refiere, finalmente, que los magistrados, viendo los progresos que hacía el cristianismo, le prendieron, azotaron y amarraron a una cruz muriendo el día 1 de mayo del año 54 según Baronio. Parte de sus reliquias fueron llevadas a Constantinopla y otra parte se venera en la iglesia de los Santos Apóstoles, de Roma.

Santiago nació en Caná de Galilea, situada cerca de Nazaret. Su padre se llamaba Alfeo. Su madre, María, estaba emparentada (probablemente prima hermana) con la Santísima Virgen, de modo que Santiago era primo del Señor. Los evangelistas no nos refieren intervención alguna particular de este apóstol; únicamente lo enumeran en las listas de los Doce (Mt. 10, 2-4; Mc. 3, 13-19; Lc. 6, 14-16). San Pablo refiere que Jesucristo resucitado, le distinguió con una aparición personal (1 Cor. 15, 7).

Los Hechos de los Apóstoles y la Carta a los gálatas ponen de relieve que Santiago ocupaba un puesto preeminente en la iglesia de Jerusalén. La primera vez que San Pablo subió a Jerusalén después de su conversión dice que fue para visitar a San Pedro y añade que no vio a ninguno de los otros apóstoles, sino a Santiago (Gal. 1, 18-19). Después de su liberación milagrosa de la cárcel por el ángel, San Pedro se presenta en casa de la madre de Juan Marcos, refiere cómo fue librado de la prisión y les dio este encargo: “Haced saber esto a Santiago y a los hermanos” (Act. 12, 17). Refiriendo el último viaje de San Pablo a Jerusalén escribe San Lucas que los hermanos le recibieron con mucha alegría y que al día siguiente fueron con San Pablo a visitar a Santiago, a cuya casa concurrieron todos los presbíteros (Act. 21, 15-18). En su Carta a los gálatas San Pablo le llama, juntamente con Pedro y Juan, “columnas de la Iglesia” (2, 9).

En el concilio de Jerusalén tuvo una acertada intervención. Santiago defendía, lo mismo que los apóstoles San Pedro y San Pablo, que los gentiles estaban exentos del cumplimiento de la Ley mosaica. Sin embargo, conocedor como ninguno de la situación y circunstancias de los judíos convertidos, propuso que se impusiese a los gentiles el abstenerse de comer las carnes inmoladas a los ídolos, las no sangradas, la sangre misma y abstenerse de la fornicación, que, si bien está prohibida por la misma ley natural, no era considerada como cosa grave por los gentiles. El parecer de Santiago fue aceptado por el concilio. Ello contribuiría a la unión de todos los cristianos, judíos y gentiles.

Los escritores eclesiásticos nos dan preciosas y edificantes referencias sobre el apóstol Santiago. Se dice que fue nombrado obispo de Jerusalén por los apóstoles Pedro, Santiago y Juan. Según Eusebio, San Juan Crisóstomo y otros fue el Señor mismo quien le había designado para tal misión. La presencia de Santiago en la Ciudad Santa fue una bendición especialmente para los judíos; su profundo amor y observancia de la ley, su asiduidad en ir al Templo a orar, su gran parecido con los santos del Antiguo Testamento les cautivó y facilitó el camino para la fe en Jesucristo al ver que podían conservar su veneración por Moisés y adorar en el Templo al Dios de Israel.

Una tradición atestiguada por Hegesipo y recogida por Eusebio dice que judíos y cristianos le designaban con el apelativo “el justo”, que llevó una vida sin mancha y austerísima, absteniéndose de vino y licores, y que su vestido era de lino. Se refiere también que se postraba con tal frecuencia para orar al Señor que en sus rodillas se habían formado gruesos callos. Sus miembros estaban como muertos, dice San Juan Crisóstomo. A todo ello añadió una bondad admirable y con todo ello supo mantener la unión entre los cristianos de Jerusalén.

Escribió una de las cartas apostólicas que lleva su nombre, dirigida a las doce tribus de la dispersión. En esta época los judíos se encontraban dispersos en todas las provincias romanas y hasta más allá del Eufrates, afirma Josefo. Santiago les dirige una carta que viene a ser un conjunto de preciosas sentencias más que un conjunto lógicamente encadenado. En ella les exhorta a la paciencia en las pruebas y tentaciones, lo cual conduce a la perfección, al amor fraternal sin acepción de personas; les instruye sobre la doctrina de la fe y las obras, “la fe —les dice—, si no tiene obras es de suyo muerta” (2, 17); les recomienda que eviten los pecados de lengua; les enseña a discernir la verdadera de la falsa sabiduría; hace serias advertencias a los ricos que han adquirido sus riquezas con injusticias para con sus obreros y ponen en ellas su corazón. Termina con las palabras que el concilio Tridentino ha interpretado como promulgación del sacramento de la extremaunción: “¿Alguno entre vosotros enferma? Haga llamar a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor; y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor le aliviará y los pecados que hubiere cometido le serán perdonados” (5, 14-15).

Josefo refiere que fue condenado a ser lapidado por el sumo sacerdote Anás II, quien aprovechó para ello el intervalo transcurrido entre la muerte del procónsul Festo y la llegada de su sucesor Albino I el año 62. Hegesipo refiere con detalle su martirio: dice que fue arrojado de las almenas del Templo; pudo incorporarse y, poniéndose de rodillas, oraba por sus asesinos; el populacho arrojó sobre él una granizada de piedras y, por fin, un batanero le golpeó en la cabeza con el cabestán hasta dejarle muerto. Allí mismo se le dio sepultura. Hoy se muestra su sepulcro frente al ángulo sudeste de la muralla de la ciudad.

La Iglesia unió las festividades de ambos apóstoles mártires y la ha celebrado el día 1 de mayo hasta el año 1955. En este año señaló dicha fecha para la fiesta de San José Obrero y trasladó la festividad de San Felipe y Santiago al día 11 del mismo mes.

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Fuente: Mercaba.org

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La Santa Misa, explicada por el Padre Pío https://www.reinadelcielo.org/la-santa-misa-explicada-por-el-padre-pio/ Wed, 22 Apr 2020 19:22:03 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=24457 El Santo Padre Pío de Pietrelcina habló en varias ocasiones con la Virgen de Garabandal y escribió a las niñas en nombre de Ella. Vio el Milagro que va a venir poco antes de morir. Las enseñanzas de la Santísima Virgen acerca de la Santa Misa como Santo Sacrificio de la Cruz de cara al Santísimo se pueden comprender leyendo este diálogo. A esto se refiere María Dolores en una carta escrita en tiempo de las Apariciones cuando dice que la Santísima Virgen la enseñó a vivir la Crucifixión de Jesús durante la Santa Misa.

En 1974 se publicó una obra en italiano, titulada «Cosí parlò Padre Pío»: «Así habló el P. Pío» (San Giovanni Rotondo, Foggia, Italia), con el imprimátur de Mons. Fanton, obispo auxiliar de Vincencia.

Algunos pasajes en los que el Padre Pío habla de la Santa Misa:

Padre, ¿ama el Señor el Sacrificio?
Sí, porque con él regenera el mundo.

¿Cuánta gloria le da la Misa a Dios?
Una gloria infinita.

¿Qué debemos hacer durante la Santa Misa?
Compadecernos y amar.

Padre, ¿cómo debemos asistir a la Santa Misa?
Como asistieron la Santísima Virgen y las piadosas mujeres. Como asistió San Juan al Sacrificio Eucarístico y al Sacrificio cruento de la Cruz.

Padre, ¿qué beneficios recibimos al asistir a la Santa Misa?
No se pueden contar. Los veréis en el Paraíso. Cuando asistas a la Santa Misa, renueva tu fe y medita en la Víctima que se inmola por ti a la Divina Justicia, para aplacarla y hacerla propicia. No te alejes del altar sin derramar lágrimas de dolor y de amor a Jesús, crucificado por tu salvación. La Virgen Dolorosa te acompañará y será tu dulce inspiración.

Padre, ¿qué es su Misa?
Una unión sagrada con la Pasión de Jesús. Mi responsabilidad es única en el mundo, decía llorando.

¿Qué tengo que descubrir en su Santa Misa?
Todo el Calvario.

Padre, dígame todo lo que sufre Vd. durante la Santa Misa.
Sufro todo lo que Jesús sufrió en su Pasión, aunque sin proporción, sólo en cuanto lo puede hacer una criatura humana. Y esto, a pesar de cada una de mis faltas y por su sola bondad.

juan pablo II sacerdote joven

Padre, durante el Sacrificio Divino, ¿carga Vd. nuestros pecados?
No puedo dejar de hacerlo, puesto que es una parte del Santo Sacrificio.

¿El Señor le considera a Vd. como un pecador?
No lo sé, pero me temo que así es.

Yo lo he visto temblar a Vd. cuando sube las gradas del Altar. ¿Por qué? ¿Por lo que tiene que sufrir?
No por lo que tengo que sufrir, sino por lo que tengo que ofrecer.

¿En qué momento de la Misa sufre Vd. más?
En la Consagración y en la Comunión.

Padre, esta mañana en la Misa, al leer la historia de Esaú, que vendió su primogenitura, sus ojos se llenaron de lágrimas.
¡Te parece poco, despreciar los dones de Dios!

¿Por qué, al leer el Evangelio, lloró cuando leyó esas palabras: «Quien come mi carne y bebe mi sangre»…?
Llora conmigo de ternura.

Padre, ¿por qué llora Vd. casi siempre cuando lee el Evangelio en la Misa?
Nos parece que no tiene importancia el que un Dios le hable a sus criaturas y que ellas lo contradigan y que continuamente lo ofendan con su ingratitud e incredulidad.

Su Misa, Padre, ¿es un sacrificio cruento?
¡Hereje!

Perdón, Padre, quise decir que en la Misa el Sacrificio de Jesús no es cruento, pero que la participación de Vd. a toda la Pasión si lo es. ¿Me equivoco?
Pues no, en eso no te equivocas. Creo que seguramente tienes razón.

¿Quien le limpia la sangre durante la Santa Misa?
Nadie.

Padre, ¿por qué llora en el Ofertorio?
¿Quieres saber el secreto? Pues bien: porque es el momento en que el alma se separa de las cosas profanas.

Durante su Misa, Padre, la gente hace un poco de ruido.
Si estuvieses en el Calvario, ¿no escucharías gritos, blasfemias, ruidos y amenazas? Había un alboroto enorme.

¿No le distraen los ruidos?
Para nada.

Padre, ¿por qué sufre tanto en la Consagración?
No seas malo… (no quiero que me preguntes eso…).

Padre, ¡dígamelo! ¿Por qué sufre tanto en la Consagración?
Porque en ese momento se produce realmente una nueva y admirable destrucción y creación.

Padre, ¿por qué llora en el Altar y qué significan las palabras que dice Vd. en la Elevación? Se lo pregunto por curiosidad, pero también porque quiero repetirlas con Vd.
Los secretos de Rey supremo no pueden revelarse sin profanarlos. Me preguntas por qué lloro, pero yo no quisiera derramar esas pobres lagrimitas sino torrentes de ellas. ¿No meditas en este grandioso misterio?

Padre, ¿sufre Vd. durante la Misa la amargura de la hiel?
Sí, muy a menudo…

Padre, ¿cómo puede estarse de pie en el Altar?
Como estaba Jesús en la Cruz.

En el Altar, ¿está Vd. clavado en la Cruz como Jesús en el Calvario?
¿Y aún me lo preguntas?

¿Como se halla Vd.?
Como Jesús en el Calvario.

Padre, los verdugos acostaron la Cruz de Jesús para hundirle los clavos?
Evidentemente.

¿A Vd. también se los clavan?
¡Y de qué manera!

¿También acuestan la Cruz para Vd.?
Sí, pero no hay que tener miedo.

Padre, durante la Misa, ¿dice Vd. las siete palabras que Jesús dijo en la Cruz?
Sí, indignamente, pero también yo las digo.

Y ¿a quién le dice: «Mujer, he aquí a tu hijo»?
Se lo digo a Ella: He aquí a los hijos de Tu Hijo.

¿Sufre Vd. la sed y el abandono de Jesús?
Sí.

¿En qué momento?
Después de la Consagración.

¿Hasta qué momento?
Suele ser hasta la Comunión.

Vd. ha dicho que le avergüenza decir: «Busqué quien me consolase y no lo hallé». ¿Por qué?
Porque nuestro sufrimiento, de verdaderos culpables, no es nada en comparación del de Jesús.

¿Ante quién siente vergüenza?
Ante Dios y mi conciencia.

Los Angeles del Señor ¿lo reconfortan en el Altar en el que se inmola Vd.?
Pues… no lo siento.

Si el consuelo no llega hasta su alma durante el Santo Sacrificio y Vd. sufre, como Jesús, el abandono total, nuestra presencia no sirve de nada.
La utilidad es para vosotros. ¿Acaso fue inútil la presencia de la Virgen Dolorosa, de San Juan y de las piadosas mujeres a los pies de Jesús agonizante?

¿Qué es la sagrada Comunión?
Es toda una misericordia interior y exterior, todo un abrazo. Pídele a Jesús que se deje sentir sensiblemente.

Cuando viene Jesús, ¿visita solamente el alma?
El ser entero.

¿Qué hace Jesús en la Comunión?
Se deleita en su criatura.

Cuando se une a Jesús en la Santa Comunión, ¿qué quiere que le pidamos al Señor por Vd.?
Que sea otro Jesús, todo Jesús y siempre Jesús.

¿Sufre Vd. también en la Comunión?
Es el punto culminante.

Después de la Comunión, ¿continúan sus sufrimientos?
Sí, pero son sufrimientos de amor.

¿A quién se dirigió la última mirada de Jesús agonizante?
A su Madre.

Y Vd., ¿a quién mira?
A mis hermanos de exilio.

¿Muere Vd. en la Santa Misa?
Místicamente, en la Sagrada Comunión.

¿Es por exceso de amor o de dolor?
Por ambas cosas, pero más por amor.

Si Vd. muere en la Comunión ¿ya no está en el Altar? ¿Por qué?
Jesús muerto, seguía estando en el Calvario.

Padre, Vd. a dicho que la víctima muere en la Comunión. ¿Lo ponen a Vd. en los brazos de Nuestra Señora?
En los de San Francisco.

Padre, ¿Jesús desclava los brazos de la Cruz para descansar en Vd.?
¡Soy yo quien descansa en El!

¿Cuánto ama a Jesús?
Mi deseo es infinito, pero la verdad es que, por desgracia, tengo que decir que nada, y me da mucha pena.

Padre, ¿por qué llora Vd. al pronunciar la última frase del Evangelio de San Juan: «Y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad»?
¿Te parece poco? Si los Apóstoles, con sus ojos de carne, han visto esa gloria, ¿cómo será la que veremos en el Hijo de Dios, en Jesús, cuando se manifieste en el Cielo?

¿Qué unión tendremos entonces con Jesús?
La Eucaristía nos da una idea.

¿Asiste la Santísima Virgen a su Misa?
¿Crees que la Mamá no se interesa por su hijo?

¿Y los ángeles?
En multitudes.

¿Qué hacen?
Adoran y aman.

Padre, ¿quién está más cerca de su Altar?
Todo el Paraíso.

¿Le gustaría decir más de una Misa cada día?
Si yo pudiese, no querría bajar nunca del Altar.

Me ha dicho que Vd. trae consigo su propio Altar…
Sí, porque se realizan estas palabras del Apóstol: «Llevo en mi cuerpo las señales del Señor Jesús» (Gal. 6, 17), «estoy crucificado con Cristo» (Gal. 2, 19) y «castigo mi cuerpo y lo esclavizo» (I Cor. 9, 27).

¡En ese caso, no me equivoco cuando digo que estoy viendo a Jesús Crucificado!
(No contesta).

Padre, ¿se acuerda Vd. de mí durante la Santa Misa?
Durante toda la Misa, desde el principio al fin, me acuerdo de tí.

La Misa del Padre Pío en sus primeros años duraba más de dos horas. Siempre fue un éxtasis de amor y de dolor.

Su rostro se veía enteramente concentrado en Dios y lleno de lágrimas. Un día, al confesarme, le pregunté sobre este gran misterio:

Padre, quiero hacerle una pregunta.
Dime, hijo.

Padre, quisiera preguntarle qué es la Misa.
¿Por qué me preguntas eso?

Para oírla mejor, Padre.
Hijo, te puedo decir lo que es mi Misa.

Pues eso es lo que quiero saber, Padre.
Hijo mío, estamos siempre en la cruz y la Misa es una continua agonía.

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Fuente: Virgen de Garabandal


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Seamos Luz https://www.reinadelcielo.org/seamos-luz/ Fri, 20 Mar 2020 11:21:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=461 ]]> Mirando a nuestro alrededor rápidamente comprendemos que el mundo es oscuridad, de tal modo que o bien alumbramos el mundo, o nos sumimos en su misma oscuridad. En cada instante de nuestra vida, sea un segundo, un minuto o una década, solo podemos dar dos cosas: luz u oscuridad. En la pequeña gruta de Belén ocurría igual, solo había oscuridad, como en el mundo de hoy. Pero allí, en medio de la oscuridad, ¡vino la Luz al mundo!

Mi primer pensamiento cuando trato de comprender como se manifiesta esa Luz en el mundo, evoca esas reuniones de la iglesia primitiva, en los primeros siglos después de la Resurrección. Unidos en una fe espiritual, plena de confianza en la Presencia del Resucitado, ellos se dejaban alumbrar a pesar de la persecución y la pobreza. Compartían el mayor alimento que persona alguna pueda pretender: la Hostia Consagrada. En esas uniones consagradas a Dios, ellos se dejaban alumbrar por la Luz de Jesús, y como espejos perfectos devolvían esa Luz al mundo. Ellos eran luz.

eucaristia

Con el paso de los siglos y al impulso de tantas santas generaciones, el hombre se elevó hasta hacer en buena medida a Dios el centro de su vida. Pero, en el cenit del cristianismo, el mundo empezó a caer en una negación creciente de la necesidad de tener a Jesús presente en todo. En este camino descendiente, el siglo XXI se ha iniciado envuelto en una oscuridad espiritual agobiante, que envuelve y ahoga todo a su alrededor. Nosotros, como los cristianos de los primeros tiempos, estamos dentro de estas catacumbas espirituales, solo que esta vez el encierro esta en los corazones.

Como los cristianos de la iglesia primitiva, tenemos que hacernos fuertes en nuestra vida interior, debemos crecer espiritualmente. Si permitimos que la Luz de Jesús entre dentro nuestro, si dejamos que El se apodere de nuestra alma, seremos como espejos que reflejarán Su Luz en este mundo desértico. ¡Seremos Luz! Luz, como Jesús lo es, de tal modo que de nosotros brote esa luminosidad, que es la Luz del Salvador, la Única Luz Verdadera. Cuando la gente vea esa llama iluminándonos, dirán: ¡miren como se aman! Será un nuevo Pentecostés.

En el Cenáculo, los Apóstoles acompañados de María recibieron la Luz de Dios de tal modo que lenguas de fuego descendieron sobre ellos, iluminándolos, haciéndolos antorchas espirituales. El Espíritu Santo, como Jesús les había prometido, les dio la sabiduría y la fortaleza que no tenían. Se hicieron Luz, y salieron por los caminos a alumbrar, a construir la Iglesia que el Señor les había dejado como legado. Nosotros recibimos esa iglesia como herencia; laicos o consagrados, somos nosotros los miembros de esa iglesia. Somos manos, brazos, piernas, cuerpo Místico de Jesús, la Luz que emana de Cristo, emana de Su Iglesia, ¡por eso nosotros somos Luz!

Cuando damos Luz, irradiamos paz y unión, serenidad y seguridad, fortaleza y verdadera sabiduría. Cuando damos Luz, rompemos las barreras que nos separan del amor, y dejamos que Jesús se derrame en torrentes incontenibles sobre quienes nos rodean. Así, cediendo a la fuerza de ese manantial de amor irrefrenable, abramos nuestros corazones a Jesús, en María, y con María, de tal modo que el Señor nos haga faros de Su Luz, centella que ilumina el horizonte.

¡Y la Luz vino al mundo!

Autor: Reina del Cielo


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Iconografía para niños: Los 12 apóstoles de Jesús https://www.reinadelcielo.org/iconografia-para-ninos-los-12-apostoles-de-jesus/ Fri, 05 Jul 2019 19:16:42 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=22307 La iconografía es la descripción de un tema, de la historia de una persona o de un asunto por medio de imágenes. El cristianismo tiene una serie de catequesis producto del trabajo, talento del artista así como de la misma inspiración divina. De hecho es casi un lenguaje escrito a través de dibujos.

La iconografía cristiana es en este sentido una fuente importante para el estudio no solo de la historia del arte sino también de la historia de la civilización, de la evolución del pensamiento humano y especialmente del sentimiento religioso de cada época.

En este post hemos querido presentar a los 12 apóstoles en caricaturas, respetando su simbología y explicando el por qué de ella. Creemos que es una forma muy cercana de introducir a los niños en este lenguaje dibujado para conocer la historia de los primeros seguidores de cristo y así inspirarlos a seguir con su legado y fomentar el gusto por estas imágenes que nos cuentas la propia historia.

1. Santo Tomás

A Santo Tomás recurriremos siempre en momento de duda. Así como recordamos su incredulidad, recordamos también que Cristo amorosamente le permite tocar sus heridas y le da muestras que para el santo son el consuelo y la certeza más grande. Suele representarse al lado de Cristo metiendo las manos en sus llagas. 

Cuando se lo representa solo es posible que aparezca con una escuadra en la mano, ya que la tradición y algún documento apócrifo afirmaba que era arquitecto. En otras oportunidades se le representa con una lanza, en alusión a la forma en que fue muerto, al ser traspasado por una. Nosotros lo hemos representado de esta forma.

2. San Simón

Se lo conoce también como «Simón el zelote», pero no porque haya pertenecido a este grupo, como algunos creen, sino porque zelote significa «el celoso» ya que era celoso de la ley judía, la cual practicaba antes de ser llamado por el Señor. Suele representarse con una sierra de leñador, ya que su martirio lo sufrió al ser cortado en dos con una sierra. 

3. San Andrés

San Andrés tuvo la inmensa dicha y privilegio de ser uno de los primeros apóstoles de Cristo (junto con Juan el evangelista). Ambos eran discípulos antes de San Juan Bautista. San Andrés era hermano de Simón (Pedro) y lo llevó donde Jesús, quien encontró en Pedro a un entrañable amigo. Su símbolo apostólico es una cruz en forma de equis (X).

Su martirio lo sufrió en una cruz de esa forma. También es representado con peces ya que fue él quien le llevó al niño con los cinco panes y los dos peces a Jesús, el día del milagro de la multiplicación de los panes.

4. San Felipe

 Jesús llamó a Felipe el día siguiente que llamó a San Andrés y San Pedro, también había sido discípulo de Juan el Bautista. Luego el mismo Felipe llevaría a Natanael (Bartolomé). Los evangelios muestran a Felipe como un hombre ingenuo, algo tímido pero de mente juiciosa. Su símbolo apostólico es la cruz, y en ocasiones también un libro, representando el Evangelio. La cruz hace alusión al instrumento donde sufrió su martirio. 

5. San Judas Tadeo

Es conocido entre los católicos como el Santo patrono de los imposibles. Hay algunos que creen que este apóstol era primo de Jesús, pues sería hijo de María de Cleofás, Cleofás era hermano de San José. Se le representa con una medalla en el pecho con el rostro de Jesús, a causa de su gran parecido no solo físico sino también espiritual. 

A él se le atribuye la autoría de la Espístola Judas del Nuevo testamento, que termina con una hermosa oración: «Al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre. Amén»

6. San Bartolomé

A este apóstol también se le conoce con el nombre de Natanael cuyo significado es «regalo de Dios». Muchos creen que él es el Natanael que mencionan los evangelios al lado de Felipe. 

La historia de su llamado es hermosa, pues incluye una conversación con Jesús muy íntima: Natanael le preguntó: «¿Desde cuándo me conoces?» Le respondió Jesús: «antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi». Le respondió Natanael: «Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel». Su símbolo apostólico es un cuchillo, en alusión a su martirio. Fue desollado vivo.

7. Santiago el menor

A este apóstol se lo identifica en los evangelios como el «hermano del Señor». Posiblemente su parentesco con Jesús haya sido el de primos. Se le identifica con «el menor» para distinguirlo del otro Santiago. Fue el primer obispo de Jerusalén.

Según la tradición, el sumo sacerdote Anás II le ordenó que renegara de Cristo a lo que no solo se negó sino que empezó a predicar el Evangelio desde lo alto del templo de donde fue despeñado y luego apedreado. Pero como sobreviviera a tal martirio, uno de sus verdugos le aplastó el cráneo con un mazo de madera. Por eso, su símbolo apostólico.

8. San Mateo

Además de apóstol, San Mateo también es uno de los cuatro evangelistas. San Marcos y San Lucas lo llaman en sus escritos «Leví». Fue publicano y colector de impuestos para los romanos, Jesús lo llamó mientras se encontraba en una mesa recogiendo los impuestos. 

Su símbolo apostólico es un ángel. Esto es en alusión a la forma en que San Mateo proclama a Jesús como «El Mesías». La tradición apunta a que murió atravesado por una espada mientras se encontraba orando.

9. Santiago el mayor

Era hermano de Juan evangelista, se le llamaba «el mayor» para distinguirlo del otro que era más joven. Formó parte de los tres preferidos de Jesús, junto con su hermano Juan y Simón Pedro. Fueron los que estuvieron presentes en la transfiguración del Señor Jesús y en el huerto de Getsemaní

Se dice que Santiago llegó hasta España, donde se encontraron sus restos en la catedral de Compostela, siendo famosa la peregrinación del camino de Santiago. Se le representa con bastón y una calabaza, símbolos del peregrino. Su símbolo apostólico son tres conchas marinas, en alusión a su peregrinaje por el mar.

10. San Pedro

Amigo querido de Jesús, era un pobre pescador que vivía en casa de su suegra. Hombre poco instruido e impulsivo. Desde que Jesús lo llamó, lo trató con mucha distinción delante de los otros discípulos. «Y vosotros, ¿quién decís que soy?». Entonces, San Pedro dice con entusiasmo: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Complacido Jesús de esta respuesta tan pronta, inspirada por el Cielo, dijo a Pedro: «Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne o la sangre (es decir, el mundo), sino el Padre celestial». 

E inmediatamente le proclama cabeza de los Apóstoles y de toda la Iglesia: «Yo te digo, que tú eres Pedro (piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno (esto es, las fuerzas de sus enemigos) jamás prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino de los Cielos: todo lo que ligares en la tierra, será ligado en el Cielo y todo lo que desatares en la tierra, en el Cielo será desatado». Murió mártir en Roma, donde fue el primer Obispo durante 25 años. Fue crucificado de cabeza.

11. San Juan Evangelista

Su símbolo apostólico es un águila, en alusión a que su Evangelio es el que trata de resaltar la divinidad de Cristo de la forma más espiritual. Tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado de Cristo. El propio Jesucristo les puso a Juan y a Santiago Boanerges que significa «el hijo del trueno». No se sabe si fue como una recomendación o por la violencia de su carácter. 

A él se dio el privilegio de la maternidad de María y compartir con ella su vida. Mediante él somos todos hijos adoptivos de María. Es el único de los apóstoles que no murió martirizado. Tuvo una vida larga y murió de vejez.

12. Judas Iscariote 

Se le suele representar triste y con monedas en la mano, monedas que le pagaron por traicionar a Jesús. Cuando Pedro decidió proceder a la elección de quién reemplazaría al traidor Judas, la elección cayó sobre Matías, quien seguía a Jesús desde su Bautismo, la tradición afirma que fue uno de los 72 discípulos que el Señor envió a predicar durante su ministerio. Se afirma que se distinguió por la insistencia en mortificar la carne para dominar la sensualidad. Predicó en parte de los pueblos bárbaros.

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Fuente: Catholick-net


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Santos Cirilo y Metodio https://www.reinadelcielo.org/santos-cirilo-y-metodio/ Wed, 13 Feb 2019 21:00:08 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=19993

Eran dos hermanos. En el mundo se llamaban Constanino y Miguel. Recibieron sus nombres de Cirilo y Metodio al entrar a la vida religiosa.

Son los dos grandes apóstoles de los países eslavos, como por ejemplo: Yugoslavia, Checoslovaquia, Bulgaria, Serbia, Croacia, etc.

Nacieron en Tesalónica, Grecia. Su padre era un importante funcionario gubernamental. En su ciudad se hablaban varios idiomas, y entre ellos el eslavo. Fueron siete hermanos. Metodio era el mayor y Cirilo el menor de todos.

Cirilo y Metodio ejercieron su misión evangelizadora en el imperio de la Gran Moravia. Este Estado surgió a comienzos del siglo noveno. Su centro se hallaba en Moravia, en la actualidad parte oriental de la República Checa. También pertenecían a la Gran Moravia territorios eslovacos y su influencia se extendía hasta Bohemia.

Santos Cirilio y Metodio 2

En la Gran Moravia propagaban el cristianismo misioneros de Italia Septentrional y principalmente de la vecina Baviera. A mediados del siglo noveno Moravia ya era cristiana, mas el príncipe Rostislav, deseando obtener plena independencia con respecto al imperio franco oriental – la posterior Alemania-, solicitó al emperador de Bizancio, Miguel III, de Constantinopla, el envío de sacerdotes cultos que afianzasen el cristianismo en la Gran Moravia y estableciesen una organización eclesiástica independiente de Baviera. El emperador de Bizancio encargó la misión a dos cultos hermanos, Cirilo y Metodio, oriundos de Salónica, que dominaban la lengua eslava.

Cirilo y Metodio llegaron al imperio de la Gran Moravia en el año 863 y desarrollaron aquí una extraordinaria labor religiosa y cultural. Los hermanos Cirilo y Metodio nacieron en el seno de una familia griega radicada en Salónica. Cirilo cuya labor misionera en la Gran Moravia se extendiera durante cuatro años, aportó grande y fundamentalmente la cultura granmorava, así por ejemplo, el alfabeto compuesto de 38 letras, el que reflejaba la gran riqueza sonora del eslavo antiguo. La escritura eslava de Cirilo recibió el nombre de glagólica.

Cirilo es también el fundador de la literatura eslava. Elaborada la escritura eslava, de inmediato se enfrascó en la traducción de libros religiosos al eslavo antiguo. El primer libro traducido por Cirilo fue el evangeliario, elemento indispensable para celebrar las misas y para la catequesis. Con ayuda de sus discípulos vertió al eslavo antiguo también el misal, el apostolario y otros libros litúrgicos.

Al concluir en Moravia la traducción de los cuatro evangelios, Cirilo escribió el prólogo de esta obra, llamado Proglas. Se trata de una composición poética, escrita en versos, según los cánones griegos, considerada una obra fundamental de la literatura eslava.

Terminados sus cuatro años misioneros en la Gran Moravia, Cirilo viajó a Roma e ingresó en un convento de monjes griegos. Falleció a los 50 días de su estancia en la Ciudad Eterna, el 14 de febrero del 869. Al morir, el primer educador y maestro de los eslavos tenía tan sólo 42 años.

Metodio, hermano de Cirilo y colaborador en la misión en la Gran Moravia, nació alrededor del año 815, también en Salónica. El padre lo destinó a la carrera militar para la cual Metodio tenía notables dotes.

Disgustado por violentos sucesos en la corte bizantina, Metodio renunció al puesto de comandante militar e ingresó en un convento ubicado al pie del Olimpo. Metodio se desempeñó cómo archidiácono del templo de Hagia Sofia, de Constantinopla,y como profesor de filosofía.

Metodio fue el arzobispo metropolitano de los granmoravos, aunque no siempre encontró la comprensión y el respaldo del príncipe de la Gran Moravia, Svatopluk.

Bajo la dirección de Metodio se desarrolló la escuela literaria morava de la cual salieron las traducciones al eslavo antiguo de todos los libros del Viejo y del Nuevo Testamento. La traducción de las Sagradas Escrituras fue realizada en la Gran Moravia en ocho meses. Metodio la dictó a los escribanos que utilizaban una especie de taquigrafía.

San Metodio murió el 6 de abril del año 885 y fue enterrado en su templo metropolitano en Moravia. La tradición sitúa el lugar de su sepultura en Velehrad, Moravia del Sur. Sin embargo, el desmoronamiento del imperio de la Gran Moravia como consecuencia de las incursiones de los magiares ocasionó la destrucción de los asentamientos.

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Fuente: EWTN


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Santos Timoteo y Tito https://www.reinadelcielo.org/santos-timoteo-y-tito/ Thu, 26 Jan 2017 18:55:55 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=8684

Timoteo y Tito, discípulos de san Pablo (siglo I). Presidieron las comunidades cristianas de Efeso (Turquía) y de la isla de Creta respectivamente. Ellos fueron los destinatarios de las cartas llamadas «pastorales», cartas llenas de excelentes recomendaciones para la formación de pastores y fieles. Tito y Timoteo tienen su fiesta juntos el día después de la conversión de San Pablo.

San Timoteo – Etimología: Del griego, “el que honra a Dios”

Nació en Listra. Hijo de padre pagano y de madre judeocristiana (Cf. Hechos 16, 1-4; 19, 22; 20,4). Aparece en el Nuevo Testamento como el discípulo mas cercano a Pablo quien le acompañó en varios viajes. Pablo le nombró obispo de Efeso y le dirigió dos epístolas para orientarlo en la dirección de sus comunidades. (Al partir yo para Macedonia te rogué que permanecieras en Efeso para que mandaras a algunos que no enseñasen doctrinas extrañas. -1 Tim 1,3)

San Tito – Etimología: De origen latino, “Aquel que es protegido y honrado”

San Tito aparece en las cartas de San Pablo de quien era discípulo adherido (2 Cor 2,13; 7,6-15; 8,23). Acompañó a Pablo al Concilio de Jerusalén (“subí nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito”. -Gal 2,1). Allí se discutió la circuncisión (Tito no era circuncidado. Cf. Gal 2,3). Evangelizó a Dalmacia (Yugoslavia) (Cf. 2 Timoteo 4,10). Pablo lo consagró obispo de la isla de Creta. (“El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené. -Tito 1,5). Según la tradición murió en Creta de edad avanzada.

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San Pablo nombró obispos a Timoteo y Tito, sus discípulos y colaboradores.

Santo TimoteoLos Santos Timoteo y Tito vivieron en la órbita del grande apóstol de las Gentes, y el nuevo calendario los coloca después de la fiesta de la “conversión” de San Pablo.

Timoteo es la imagen del discípulo ejemplar: obediente, discreto, eficaz, valiente. Por estas cualidades Pablo quiso que fuera su compañero de apostolado, en vez de Juan Marcos, durante el segundo viaje misionero en el año 50.

Había nacido en Listra, en donde Pablo lo encontró durante el primer viaje, y fue de los primeros convertidos al Evangelio; había sido educado en la religión hebrea por la abuela Loida y por la madre Eunice. Desde su encuentro con Pablo, siguió su itinerario apostólico; lo acompaña a Filipos y a Tesalónica.

Después los encontramos juntos en Atenas, en Corinto, en Éfeso y finalmente en Roma durante el primer cautiverio de Pablo. Fue un infatigable “viajero enviado” por el apóstol de las Gentes, y mantuvo los contactos entre Pablo y las jóvenes comunidades cristianas fundadas por él.

A menudo le llevaba las cartas y le daba noticias respecto de las mismas comunidades. Entre el 63 y el 66, cuando recibió la primera carta que le envió Pablo, Timoteo era el jefe de la Iglesia de Éfeso. Desde Roma Pablo le escribió una segunda carta, invitándolo a visitarlo antes del invierno. Es conmovedora la petición del anciano apóstol al “hijo” Timoteo, para que le llevara el abrigo que había dejado en Tróade, pues le servía para el frío en la cárcel de Roma. Timoteo estuvo presente en el martirio de Pablo; después regresó definitivamente a la sede de Éfeso, en donde, según una antigua tradición, murió mártir en el año 97.

El segundo fiel colaborador de Pablo fue San Tito, de origen pagano. Convertido y bautizado por el mismo apóstol, que lo llama “hijo mío”, se encuentra en compañía de Pablo en Jerusalén, en el año 49. Hizo con él el tercer viaje misionero y fue Tito quien llevó la “carta de las lágrimas” de Pablo a los fieles de Corinto, entre los cuales restableció la armonía y organizó la colecta para los pobres de Jerusalén.

Después del cautiverio de Roma, Pablo, de paso por Creta, dejó ahí a Tito con la misión de organizar la primera comunidad cristiana. Aquí recibió la carta de Pablo. Es un documento muy importante, porque nos informa sobre la vida interna de la Iglesia apostólica. Después Tito fue a Roma donde su Maestro, que lo mandó probablemente a evangelizar a Dalmacia, en donde todavía hoy está muy difundido su culto. Una antigua tradición, históricamente no confirmada, dice que Tito murió en Creta, de edad muy avanzada.


San Tito y Timoteo
S.S. Benedicto XVI
Audiencia General 13 de diciembre de 2006

Queridos hermanos y hermanas:
Santo TitoDespués de haber hablado ampliamente del gran apóstol Pablo, hoy tomamos en consideración a dos de sus colaboradores más cercanos: Timoteo y Tito. A ellos están dirigidas tres cartas tradicionalmente atribuidas a Pablo, de las que dos están destinadas a Timoteo y una a Tito.

San Timoteoa«Timoteo» es un nombre griego y significa «que honra a Dios». Mientras Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, le menciona seis veces, Pablo en sus cartas le nombra en 17 ocasiones (además aparece una vez en la Carta a los Hebreos). Podemos deducir que para Pablo gozaba de gran consideración, aunque Lucas no nos cuenta todo lo que tiene que ver con él. El apóstol, de hecho, le encargó misiones importantes y vio en él una especie de «alter ego», como se puede ver en el gran elogio que hace de él en la Carta a los Filipenses. «A nadie tengo de tan iguales sentimientos («isópsychon») que se preocupe sinceramente de vuestros intereses» (2,20).

Timoteo había nacido en Listra (a unos 200 kilómetros al noroeste de Tarso) de una madre judía y de un padre pagano (Cf. Hechos 16, 1). El hecho de que la madre hubiera contraído un matrimonio mixto y que no hubiera circuncidado a su hijo hace pensar que Timoteo se crió en una familia que no era estrictamente observante, aunque se dice que conocía las Escrituras desde la infancia (Cf. 2 Timoteo 3, 15). Se nos ha transmitido el nombre de su madre, Eunice, y el de su abuela Loida (Cf. 2 Timoteo 1, 5).

Cuando Pablo pasó por Listra al inicio del segundo viaje misionero, escogió a Timoteo como compañero, pues «los hermanos de Listra e Iconio daban de él un buen testimonio» (Hechos 16, 2), pero «le circuncidó a causa de los judíos que había por aquellos lugares» (Hechos 16, 3). Junto a Pablo y Silas, Timoteo atravesó Asia Menor hasta Tróada, desde donde pasó a Macedonia. Se nos dice que en Filipos, donde Pablo y Silas fueron acusados de alborotar la ciudad y encarcelados por haberse opuesto a que algunos individuos sin escrúpulos se aprovecharan de una joven adivina (Cf. Hechos 16, 16-40), Timoteo quedó libre. Cuando después Pablo se vio obligado a viajar hasta llegar a Atenas, Timoteo le alcanzó en esa ciudad y desde allí fue enviado a la joven Iglesia de Tesalónica para confirmarla en la fe (Cf. 1 Tesalonicenses 3,1-2). Se unió después al apóstol en Corinto, dándole buenas noticias sobre los tesalonicenses y colaborando con él en la evangelización de esa ciudad (Cf. 2 Corintios 1, 19).

Volvemos a encontrar a Timoteo en Éfeso, durante el tercer viaje misionero de Pablo. Desde allí, el apóstol escribió probablemente a Filemón y a los Filipenses, y ambas cartas son redactadas junto a Timoteo (Cf. Filemón 1; Filipenses 1, 1). De Éfeso, Pablo le envió a Macedonia junto a un cierto Erasto (Cf. Hechos 19,22) y después a Corinto, con el encargo de llevar una carta, en la que recomendaba a los corintios que le dieran buena acogida (Cf. 1 Corintios 4,17; 16,10-11).

Aparece otra vez como co-redactor de la Segunda Carta a los Corintios, y cuando desde Corintio Pablo escribe la Carta a los Romanos, transmite los saludos de Timoteo, así como el de los demás (Cf. Romanos 16,21). Desde Corinto, el discípulo volvió a viajar a Tróada, en la orilla asiática del Mar Egeo, para esperar allí al apóstol que se dirigía hacia Jerusalén al concluir su tercer viaje misionero (Cf. Hechos 20, 4).

Desde ese momento, en la biografía de Timoteo, las fuentes antiguas sólo nos ofrecen una mención en la Carta a los Hebreos, donde puede leerse: «Sabed que nuestro hermano Timoteo ha sido liberado. Si viene pronto, iré con él a veros» (13, 23).

Concluyendo, podemos decir que la figura de Timoteo destaca como la de un pastor de gran importancia. Según la posterior «Historia eclesiástica» de Eusebio, Timoteo fue el primer obispo de Éfeso (Cf. 3, 4). Algunas de sus reliquias se encuentran desde 1239 en Italia, en la catedral de Termoli, en Molise, procedentes de Constantinopla.

San TitoPor lo que se refiere a la figura de Tito, cuyo nombre es de origen latino, sabemos que era griego de nacimiento, es decir, pagano (Cf. Gálatas 2, 3). Pablo se lo llevó a Jerusalén con motivo del así llamado Concilio apostólico, en el que se aceptó solemnemente la predicación a los paganos del Evangelio sin los condicionamientos de la ley de Moisés.

En la Carta que le dirige, el apóstol le elogia definiéndole «verdadero hijo según la fe común» (Tito 1, 4). Después de que Timoteo se fuera de Corinto, Pablo envió a Tito con la tarea de hacer un llamamiento a la obediencia a esa comunidad rebelde. Tito llevó la paz entre la Iglesia de Corinto y el apóstol escribió estas palabras: «el Dios que consuela a los humillados, nos consoló con la llegada de Tito, y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo que le habíais proporcionado, comunicándonos vuestra añoranza, vuestro pesar, vuestro celo por mí hasta el punto de colmarme de alegría… Eso es lo que nos ha consolado. Y mucho más que por este consuelo, nos hemos alegrado por el gozo de Tito, cuyo espíritu fue tranquilizado por todos vosotros». (2 Corintios 7,6-7.13). Pablo volvió a enviar Tito –a quien llama «compañero y colaborador» (2 Corintios 8, 23)– para organizar la conclusión de las colectas a favor de los cristianos de Jerusalén (Cf. 2 Corintios 8, 6). Ulteriores noticias que se encuentran en las cartas pastorales hablan de él como obispo de Creta (Cf. Tito 1, 5), desde donde, por invitación de Pablo, se unió al apóstol en Nicópolis, en Epiro, (Cf. Tito 3,12). Más tarde fue también a Dalmacia (Cf. 2 Timoteo 4, 10). No tenemos más información sobre los viajes sucesivos de Tito ni sobre su muerte.

En definitiva, si consideramos juntas las dos figuras de Timoteo y de Tito, nos damos cuenta de algunos datos muy significativos. El más importante es que Pablo se sirvió de colaboradores en el desarrollo de sus misiones. Él es, ciertamente, el apóstol por antonomasia, fundador y pastor de muchas Iglesias. De todos modos, queda claro que no lo hacía todo solo, sino que se apoyaba en personas de confianza, que compartían el esfuerzo y las responsabilidades.

Cabe destacar además la disponibilidad de estos colaboradores. Las fuentes con que contamos sobre Timoteo y Tito subrayan su disponibilidad para asumir las diferentes tareas, que con frecuencia consistían en representar a Pablo incluso en circunstancias difíciles. Es decir, nos enseñan a servir al Evangelio con generosidad, sabiendo que esto implica también un servicio a la misma Iglesia.

Acojamos, por último, la recomendación que el apóstol Pablo hace a Tito en la carta que le dirige: «Es cierta esta afirmación, y quiero que en esto te mantengas firme, para que los que creen en Dios traten de sobresalir en la práctica de las buenas obras. Esto es bueno y provechoso para los hombres» (Tito 3, 8). Con nuestro compromiso concreto, debemos y podemos descubrir la verdad de estas palabras, y realizar en este tiempo de Adviento obras buenas para abrir las puertas del mundo a Cristo, nuestro Salvador.

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Fuente: Corazones.org y Catholic.net


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