ángeles – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 27 Sep 2024 17:22:24 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Arcángeles de Dios https://www.reinadelcielo.org/arcangeles-de-dios/ Fri, 27 Sep 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=5346 ]]>

29 de septiembre, fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis miliarios de Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a él glorifican sin cesar.

Son los nombres con que se presentan en la Sagrada Escritura estos tres príncipes de la corte celestial.

Miguel aparece en defensa de los intereses divinos ante la rebelión de los ángeles malos; Gabriel, enviado por el Señor a diferentes misiones, anunció a la Virgen Maria el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y su maternidad divina; Rafael acompañó al joven Tobías cuando cumplia un difícil encargo y se ocupó de solucionar difíciles asuntos de su esposa.

Los ángeles

Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses.

La Iglesia ha fijado dos festividades para que, al menos dos días del año, nos acordemos de los ángeles y los arcángeles, nos alegremos y agradezcamos a Dios el que nos haya asignado un ángel custodio y aprovechemos estos días para pedir su ayuda.

Misión de los ángeles

Arcángel Miguel2

Los ángeles son seres espirituales creados por Dios por una libre decisión de su Voluntad divina. Son seres inmortales, dotados de inteligencia y voluntad.

Debido a su naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados por los sentidos.

En algunas ocasiones muy especiales, con la intervención de Dios, se han visto y oído materialmente. La reacción de las personas al verlos u oírlos ha sido de asombro y de respeto. Por ejemplo, los profetas Daniel y Zacarías.

En el siglo IV, el arte religioso representó a los ángeles con forma de figura humana. En el siglo V, se le añadieron las alas, como símbolo de su prontitud en realizar la Voluntad divina y en trasladarse de un lugar a otro sin la menor dificultad.

En la Biblia encontramos algunos motivos para que los ángeles sean representados como seres brillantes, de aspecto humano y alados. Por ejemplo, el profeta Daniel escribe que un “ser que parecía varón” -se refería al arcángel Gabriel- volando rápidamente, vino a él (Daniel 8, 15-16; 9,21). Y, en el libro del Apocalipsis, son frecuente las apariciones de ángeles que claman, tocan las trompetas, llevan mensajes o son portadores de copas e incensarios; otros que suben, bajan o vuelan; otros que están de pie en cada uno de los cuatro puntos cardinales de la tierra o junto al trono del Cordero, Cristo.

La misión de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser mensajeros y cuidar y ayudar a los hombres. Ellos están constantemente en la presencia de Dios, atentos a sus órdenes, orando, adorando, vigilando, cantando y alabando a Dios y pregonando sus perfecciones. Se puede decir que son mediadores, custodios, guardianes, protectores y ministros de la justicia divina.

La presencia y la acción de los ángeles aparece a lo largo del Antiguo Testamento, en muchos de sus libros sagrados. Aparece frecuentemente, también, en la vida y enseñanzas de Nuestro Señor, Jesucristo, en la Carta de san Pablo, en los Hechos de los Apóstoles y, principalmente, en el Apocalipsis.

Con la lectura de estos textos, podemos descubrir algo más acerca de los ángeles:

Nos protegen, nos defienden físicamente y nos fortalecen al combatir las fuerzas del mal.
luchan con todo su poder por y con nosotros.

Como ejemplo, está la milagrosa liberación de San Pedro que pudo huir de la prisión ayudado por un ángel (Hechos 12, 7 y siguientes). También, aparece un ángel deteniendo el brazo de Abraham, para que no sacrificara a su hijo, Isaac.

Los ángeles nos comunican mensajes importantes del Señor en determinadas circunstancias de la vida. En momentos de dificultad, se les puede pedir luz para tomar una decisión, para solucionar un problema, actuar acertadamente y para descubrir la verdad.

Por ejemplo, tenemos las apariciones a la Virgen María, a San José y a Zacarías. Todos ellos recibieron mensajes de los ángeles.

Los ángeles cumplen, también, las sentencias de castigo del Señor, como el castigo a Herodes Agripa (Hechos de los Apóstoles) y la muerte de los primogénitos egipcios (Exódo 12, 29).

Los ángeles presentan nuestras oraciones al Señor y nos conducen a Él. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda bondad, después de nuestra muerte, hasta el trono de Dios para nuestro encuentro definitivo con Él. Este será el último servicio que nos presten pero el más importante. El arcángel Rafael dice a Tobías: “Cuando ustedes oraban, yo presentaba sus oraciones al Señor”, (Tob 12, 12 – 16).

Ellos nos animan a ser buenos pues ven continuamente el rostro de Dios y también ven el nuestro. Debemos tener presentes las inspiraciones de los ángeles para saber obrar correctamente en todas las circunstancias de la vida. “Los ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente”, (Lucas 15, 10).

Jerarquía de los ángeles

Se suelen enumerar nueve coros u órdenes angélicos. Esta jerarquía se basa en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. Dentro de esta jerarquía, los superiores hacen participar a los inferiores de sus conocimientos.

Cada tres coros de ángeles constituyen una jerarquía y todos ellos forman la corte celestial.

Jerarquía Suprema

Arcángel Rafael

serafines
querubines
tronos
Jerarquía Media:
dominaciones
virtudes
potestades
Jerarquía Inferior:
principados
arcángeles
ángeles

Serafines: Son los “alabadores” de Dios. Serafín significa “amor ardiente”. Los serafines alaban constantemente al Señor y proclaman su santidad.
(Isaías 6, 17)

Querubines: Son los “guardianes” de las cosas de Dios. Aparecen como encargados de guardar el arca de la alianza y el camino que lleva al árbol de la vida. Entre dos querubines comunica Yahvé sus revelaciones. “Se sienta sobre querubines”.
(Génesis, Éxodo, en la visión de Ezequiel, 1, 4 y Carta a los Hebreos, 9,5).

Potestades, Virtudes, Tronos, Principados y Dominaciones:

En la Biblia encontramos estos diversos nombres cuando se habla del mundo angélico. Hay quien interpreta los nombres de los ángeles como correspondientes a su grado de perfección.

Para San Gregorio, los nombres de los ángeles se refieren a su ministerio: Los principados son los encargados de la repartición de los bienes espirituales las virtudes son los encargados de hacer los milagros las potestades son los que luchan contra las fuerzas adversas las dominaciones son los que participarán en el gobierno de las sociedades los tronos son los que están atentos a las razones del obrar divino.

Existe, también, una jerarquía basada en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. A los arcángeles les podríamos llamar los “asistentes de Dios”. Son ángeles que están al servicio directo del Señor para cumplir misiones especiales.

Arcángel San Miguel

Es el que arrojó del Cielo a Lucifer y a los ángeles que le seguían y quien mantiene la batalla contra Satanás y demás demonios para destruir su poder y ayudar a la Iglesia militante a obtener la victoria final. El nombre de Miguel significa “quien como Dios”. Su conducta y fidelidad nos debe invitar a reconocer siempre el señoría e Jesús y buscar en todo momento la gloria de Dios.

Arcángel San Gabriel

Arcángel Gabriel

En hebreo significa “Dios es fuerte”, “Fortaleza de Dios”. Aparece siempre como el mensajero de Yahvé para cumplir misiones especiales y como portador de buenas noticias. Anunció a Zacarías el nacimiento de Juan, el Bautista y a la Virgen María, la Encarnación del Hijo de Dios.

Arcángel San Rafael

Su nombre quiere decir “medicina de Dios”. Tiene un papel muy importante en la vida del profeta Tobías, al mostrarle el camino a seguir y lo que tenía que hacer. Tobías obedeció en todo al arcángel San Rafael, sin saber que era un mensajero de Dios. Él se encargó de presentar sus oraciones y obras buenas a Dios, dejándole como mensaje bendecir y alabar al Señor, hacer siempre el bien y no dejar de orar. Se le considera patrono de los viajeros por haber guiado a Tobías en sus viajes. Es patrono, también, de los médicos (de cuerpo y alma) por las curaciones que realizó en Tobit y Sara, el padre y la esposa de Tobías.

Los ángeles custodios

Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma sobre este tema San Jerónimo: “Grande es la dignidad de las almas, cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia”.

En el Antiguo Testamento se puede observar como Dios se sirve de sus mensajeros para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando a Elías lo alimentó un ángel, (1 Reyes, 19, 5).

En el Nuevo Testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que aparecen estos seres: el mensaje a San José para que huyera a Egipto y los ángeles que sirvieron a Jesús, después de las Tentaciones en el desierto, entre otros ejemplos.

Se puede decir que los ángeles custodios son compañeros de viaje, que siempre estarán al lado de cada uno de nosotros, en las buenas y en las malas, sin separarse ni un solo momento. Está a nuestro lado mientras trabajamos, descansamos, cuando nos divertimos y cuando rezamos, cuando le pedimos ayuda y cuando le olvidamos. Y, lo más importante, es que no se aparta de nosotros ni siquiera cuando perdemos la gracia de Dios por el pecado. Nos presta auxilio para enfrentar de mejor ánimo las dificultades y tentaciones de la vida diaria.

Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como si fuera algo infantil. Pero, si pensamos que al crecer la persona se enfrentará a una vida con mayores tentaciones y dificultades, el ángel custodio será de gran ayuda.

Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro.

Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está muy cerca de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos.

Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos ni deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios sabe lo que hay dentro de nuestro corazón. Ellos, en cambio, sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.

También podemos pedirle favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinados peligros o las guíen en situaciones difíciles.

¿Qué nos enseñan los ángeles?

  • Nos enseñan a glorificar al Señor, proclamar su santidad y rendirle sus homenajes de adoración, de amor y de ininterrumpida alabanza.
  • Cumplir con exactitud y prontamente todas las órdenes que recibimos del señor y a cumplir su Voluntad sin discutir sus mandatos ni aplazando el cumplimiento de éstas.
  • Servir al prójimo, pues ellos están preocupados por nosotros y quieren ayudarnos en las diversas circunstancias que se nos presentan en la vida. Esto nos anima a compartir con nuestros hermanos penas y alegrías.

¿Quiénes son los ángeles caídos?

Dios creó a los ángeles como espíritus puros, todos se encontraban en estado de gracia. Pero algunos, encabezados por Luzbel, el más bello de los ángeles, por su malicia y soberbia se negaron a adorar a Jesucristo, Dios hecho hombre, por sentirse seres superiores. Así, rechazaron eternamente a Dios con un acto inteligente y libre de su parte.

A Luzbel -también denominado Lucifer, Diablo o Satán- junto con los ángeles rebeldes que le siguieron -convertidos en demonios- fueron arrojados del Cielo al infierno. Quedaron confinados a un estado eterno de tormento en donde nunca más podrán ver a Dios.

No cambiaron su naturaleza, siguen siendo seres espirituales y reales.

Lucifer es el enemigo de Dios. Jesús le llama “el engañador”, “el padre de la mentira”. Su constante actividad en el mundo busca apartar a los hombres de Dios mediante engaños e invitaciones al mal. Quiere evitar que lo conozcan, que lo amen y que alcancen la felicidad eterna. Es un enemigo con el que se tiene que luchar para poder llegar al Cielo.

Los demonios se encuentran organizados en jerarquías, tal y como fueron creados en un principio, subordinados los inferiores a los superiores.

Satanás y sus demonios comenzaron sus maléficas acciones con Adán y Eva y no se dan por vencidos en su labor. Aprovechan la inclinación del hombre hacia el mal por su naturaleza que quedó dañada después del pecado original. Son muy astutos, disfrazan el mal de bien. Su acción ordinaria en el hombre es la tentación. Por ello rezamos en el Padrenuestro: “…no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.”

¿Por qué creer en los ángeles?

Toda la Sagrada Escritura está llena de versículos y capítulos completos que hablan de los ángeles. Si creemos en la Sagrada Escritura, no podemos negar la existencia y la acción de los ángeles.

Además del testimonio de la Revelación, tenemos el de los Santos Padres de la Iglesia quienes nos dejaron bellas y sugestivas descripciones de los ángeles que fueron retomadas por Santo Tomás no sólo en el aspecto teológico sino en un dinamismo cristiano. La Iglesia ha definido dogma de fe la existencia de los ángeles.

El culto a los ángeles de la guarda comenzó en la península Ibérica y después se propagó a otros países. Existe un libro acerca de esta devoción en Barcelona con fecha de 1494.

El Concilio IV de Letrán, en 1215, se señaló que Dios es creador de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles, de las criaturas espirituales y las corporales. Se señaló que a unas y a otras, las creó de la nada.

En 1870, debido al materialismo y racionalismo que imperante en esa época, el Concilio Vaticano I afirmó de nuevo la existencia de los ángeles.

Pablo VI volvió a poner de manifiesto la existencia de los ángeles en 1968, al formular el Credo.

En la reforma litúrgica de la Iglesia de 1969, quedó establecido el día 29 de septiembre para dar culto a los arcángeles San Miguel, San Rafael y San Gabriel y el día 2 de Octubre, para rendir culto a los ángeles custodios.

Oración a San Miguel Arcángel

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla.
Ayúdanos a luchar contra el mal.
Que Dios oiga tu voz y tú, como jefe del ejército del Cielo,
combate y vence a Satanás
y a todos los espíritus malos que andan por el mundo
deseando la ruina de las almas.
Amén.

Oración al Ángel de la Guarda

Ángel del Señor, que eres mi custodio,
Puesto que la Providencia soberana me encomendó a ti,
Ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname
en este día.
Amén.

Ángel de la Guarda, dulce compañía
No me desampares, ni de noche ni de día,
hasta que me encuentre en los brazos de Jesús y de María.

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Fuente: Catholic.net


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San Isidro labrador, ora por los labradores https://www.reinadelcielo.org/san-isidro-labrador-ora-por-los-labradores/ Wed, 15 May 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=9444 ]]> Oración a San Isidro

Bienaventurado Isidro,
que habitas hoy la celestial morada
en justo premio de tu singular piedad,
caritativo celo y santidad de vida,
sin que para practicar dichas virtudes
fueran obstáculo las ocupaciones
a que tenías que dedicarte
para ganar el necesario sustento,
tanto para ti, como para tu venerada esposa,
María de la Cabeza:
te suplicamos que seas nuestro intercesor
para con el Altísimo,
a fin de que este divino Señor
se apiade de nuestras miserias,
y, por un acto de su infinita bondad,
nos conceda vivir en paz en esta vida,
y que gocemos en la otra
las eternas delicias de la gloria.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Vida de San Isidro labrador

Cuarenta años antes de que ocurriera, había escrito Cicerón: “De una tienda o de un taller nada noble puede salir”. Unos años después, en el año primero de la era cristiana, salió de un taller de carpintero el Hijo de Dios. Las mismas manos que crearon el sol y las estrellas y dibujaron las montañas y los mares bravíos, manejaban la sierra, el formón, la garlopa, el martillo y los clavos y trabajaban la madera. Desde entonces, ni la azada ni el arado ni la faena de regar y de escardar tendrían que avergonzarse ante la pluma ni ante el manejo de los medios modernos de comunicación, ni ante las coronas de los reyes. El patrón de aquella villa recién conquistada a los musulmanes, Madrid, hoy capital de España, no es un rey, ni un cardenal, ni un rey poderoso, ni un poeta ni un sabio, ni un jurista, ni un político famoso. El patrón es un obrero humilde, vestido de paño burdo, con gregüescos sucios de barro, con capa parda de capilla, con abarcas y escarpines y con callos en las manos. Es un labrador, San Isidro. Como el Padre de Jesús, cuyas palabras nos transmite San Juan en el evangelio 15,1: “Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador”.

Se postraron los Reyes

Ante su se-pulcro se postraron los reyes, los arquitectos le construyeron templos y los poetas le dedicaron sus versos. Lope de Vega, Calderón de la Barca, Burguillos, Espinel, Guillén de Castro, honraron a este trabajador madrileño. El historiador Gregorio de Argaiz le dedicó un gran libro: “La soledad y el campo, laureados por San Isidro”. Fue su misión, laurear el campo, frío, duro, ingrato, calcinado por los soles del verano y estremecido por los hielos de los inviernos. El campo quedó iluminado y fecundado por su paciencia, su inocencia y su trabajo. No hizo nada extraordinario, pero fue un héroe.

Fue un héroe que cumplió el “Ora et labora” benedictino. La oración era el descanso de las rudas faenas; y las faenas eran una oración. Labrando la tierra sudaba y su alma se iluminaba; los golpes de la azada, el chirriar de la carreta y la lluvia del trigo en la era, iban acompañados por el murmullo de la plegaria de alabanza y gratitud mientras rumiaba las palabras escuchadas en la iglesia. Acariciando la cruz, aprendió a empuñar la mancera. He ahí el misterio de su vida sencilla y alegre, como el canto de la alondra, revolando sobre los mansos bueyes y el vuelo de los mirlos audaces.

Era muy pobre

Alegre y, sin embargo, tan pobre. Isidro no cultivaba su prado, ni su viña; cultivaba el campo de Juan de Vargas, ante quien cada noche se descubría para preguntarle: “Señor amo, ¿adónde hay que ir mañana?” Juan de Vargas le señalaba el plan de cada jornada: sembrar, barbechar, podar las vides, limpiar los sembrados, vendimiar, recoger la cosecha. Y al día siguiente, al alba, Isidro uncía los bueyes y marchaba hacia las colinas onduladas de Carabanchel, hacia las llanuras de Getafe, por las orillas del Manzanares o las umbrías del Jarama. Cuando pasaba cerca de la Almudena o frente a la ermita de Atocha, el corazón le latía con fuerza, su rostro se iluminaba y musitaba palabras de amor. Y las horas del tajo, sin impaciencias ni agobios, pero sin debilidades, esperando el fruto de la cosecha “Tened paciencia, hermanos, como el labrador que aguanta paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía” Santiago 5, 7. Así, todo el trabajo duro y constante, ennoblecido con las claridades de la fe, con la frente bañada por el oro del cielo, con el alma envuelta en las caricias de la madre tierra.

No sabía leer

El Cielo y la tierra eran los libros de aquel trabajador animoso que no sabía leer. La tierra, con sus brisas puras, el murmullo de sus aguas claras, el gorjeo de los pájaros, el ventalle de sus alamedas y el arrullo de sus fuentes; la tierra, fertilizada por el sudor del labrador, y bendecida por Dios, se renueva año tras año en las hojas verdes de sus árboles, en la belleza silvestre de sus flores, en los estallidos de sus primaveras, en los crepúsculos de sus tardes otoñales, con el aroma de los prados recién segados. Isidro se quedaba quieto, silencioso, extático, con los ojos llenos de lágrimas, porque en aquellas bellezas divisaba el rostro Amado. Seguro que no sabia expresar lo que sentía, pero su llanto era la exclamación del contemplativo en la acción, con la jaculatoria del poeta místico Ramón Llull: “¡Oh bondad! ¡Oh amable y adorable y munificentísima bondad!”. O del mínimo y dulce Francisco de Asís, el Poverello: “Dios mío y mi todo”. “Loado seas mi Señor por todas las criaturas, por el sol, la luna y la tierra y el agua, que es casta, humilde y pura”. O también con el sublime poeta castellano como él: “¡Oh montes y espesuras – plantados por las manos del Amado – oh prado de verduras, de flores esmaltado – decid si por vosotros ha pasado!!!. “El que permanece en mí y yo en él ese da fruto abundante” Juan 15,5. Así, el día se le hacía corto y el trabajo ligero. Bajaban las sombras de las colinas. Colgaba el arado en el ubio, se envolvía en su capote y entraba en la villa, siguiendo la marcha cachazuda de la pareja de bueyes.

Su esposa, una santa

Empezaba la vida de familia. A la puerta le esperaba su mujer con su sonrisa y su amor y su paz. María Toribia era también una santa, Santa María de la Cabeza. Un niño salía a ayudar a su padre a desuncir y conducir los bueyes al abrevadero. Era su hijo, que lo era doblemente, porque después de nacer, Isidro le libró de la muerte con la oración. Luego arregla los trastos, cuelga la aguijada, ata los animales, los llama por su nombre, los acaricia y les echa el pienso en el pesebre, pues, según la copla castellana: “Como amigo y jornalero, – pace el animal el yero, – primero que su señor; – que en casa del labrador, – quien sirve, come primero”. Hasta que llega María restregándose las manos con el delantal: “Pero ¿qué haces, Isidro, no tienes hambre? -le dice cariñosamente-. Ya en la mesa, la olla de verdura con tropiezos de vaca. Pobre cena pero sabrosa, condimentada con la conformidad y animada con la alegría, la paz y el amor. Y eso todos los días; dias incoloros pero ricos a los ojos de Dios. Sin saber cómo, Isidro se ha ido convirtiendo en santo. “Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin” Salmo 1,1. “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante” Juan 15,6

Ya su aguijada tiene la virtud de abrir manantiales en la roca, porque: “Mucho puede hacer la oración intensa del justo…Elías volvió a orar, y el cielo derramó lluvia y la tierra produjo sus frutos” Santiago 5, 17. “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis y se realizará” Juan 15, 7. Ya puede Isidro rezar con tranquilidad entre los árboles aunque le observe su amo, porque los ángeles empuñan el arado. ¡Oh arado, oh esteva, oh aguijada de San Isidro, sois inmortales como la tizona del Cid, el báculo pastoral de San Isidoro y la corona del rey San Fernando!, exclama el poeta. Con la pluma de Santa Teresa habéis subido a los altares. Así es como la villa y corte, centro de España, tiene por patrón a un labrador inculto, sin discursos, ni escritos, ni hechos memorables, sólo con una vida escondida y vulgar de un aldeano, hombre de aquella pequeña villa que se llamaba Madrid, recién reconconquistada al Islam. En 1083 Alfonso VI había entrado por la cuesta de la Vega. El contraste es instructivo y proclama el estilo de Dios cuando nos regala sus santos. “Escondiste estos secretos a los sabios, y los revelaste a las gentes sencillas”. San Isidro labrador era un simple; reconocerlo es admirar los planes de Dios.

El diácono de San Andrés

Lo que sabemos de su vida se debe al diácono de San Andrés, que conoció a su paisano y sólo ocupa media docena de páginas. ¿Quién es capaz de extender más la descripción de un labriego sencillísimo que cruza por esta vida sin ninguna aventura externa y sin más complicación que la personalísima de ser santo a los ojos de Dios? Fue un hombre sencillo, su villa era pequeña. Madrid era rica en aguas y en bosques, con su docena de pequeñas parroquias, sus estrechas calles y en cuesta, su alcázar junto al río, su morería y sus murallas. Un puñado de familias cristianas, entre ellas, la de los Vargas, que era la más rica, alrededor de la parroquia de San Andrés, a cuyo servicio estaba Isidro. San Isidro nos ofrece todo un programa de vida sencilla, de honrada laboriosidad, de piedad infantil aunque madura, de caridad fraterna, ejemplo para esta sociedad compleja, y llena de mundo, de vida callejera, de codicia y de egoísmo, que lamenta hoy el zarpazo del terrorismo atroz y espera el nacimiento del nuevo Infante heredero. Ambos acontecimientos, tan dispares, laten en el corazón celeste de San Isidro, en su calidad de Patrón de Madrid que lo es, en cierto modo, de España.

400 años de san Isidro Labrador

El 12 de marzo de 1622 el papa Gregorio XV canonizó a cinco beatos, entre ellos san Isidro labrador. Llama la atención que, en medio de cuatro santos de gran renombre y trayectoria, un campesino”

“La religiosidad popular ha desarrollado un vistoso ritual que se manifiesta el día de la fiesta, el 15 de mayo, con ofrenda de hortalizas y vegetales, gallinas, sacos de huevos, botellas de leche de vaca, recipientes con miel de abeja y panela”

El Arzobispo de Madrid, Cardenal Carlos Osoro Sierra le solicitó al Papa Francisco la declaración de Año Santo de San Isidro en el 400 aniversario de su canonización”

Su cuerpo incorrupto se conserva en la Colegiata de San Isidro de Madrid, y el arcón donde secularmente estuvo depositado se visita en la Catedral de Nuestra Señora de la Almudena.

Imágenes del cuerpo de San Isidro, expuesto durante el mes de mayo de 2022, en conmemoración de los 400 años del Santo.

Himno a San Isidro

Himno a San Isidro labrador

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Fuente: Catholic.net


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Confía tu familia a los ángeles https://www.reinadelcielo.org/confia-tu-familia-a-los-angeles/ Thu, 28 Sep 2023 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=8826 El Papa Francisco en su exhortación apostólica “Amoris Laetitia” al hablar de la espiritualidad sobrenatural que acompaña a las familias menciona que:

“La presencia del Señor habita en la familia real y concreta, con todos sus sufrimientos, luchas, alegrías e intentos cotidianos. Cuando se vive en familia, allí es difícil fingir y mentir, no podemos mostrar una máscara. Si el amor anima esa autenticidad, el Señor reina allí con su gozo y su paz. La espiritualidad del amor familiar está hecha de miles de gestos reales y concretos. En esa variedad de dones y de encuentros que maduran la comunión, Dios tiene su morada. Esa entrega asocia “a la vez lo humano y lo divino”, porque está llena del amor de Dios” (Amoris laetitia, n 315).

Lo anterior nos permite descubrir la presencia, la acción y la ayuda que brindan los Santos Ángeles a todas las familias. Precisamente por esta presencia del Señor los Ángeles se alegran al poder servir a la familia y, al mismo tiempo, la contemplan como un espacio donde el amor de Dios se manifiesta.

ángel de la guarda (ft img)

Los Santos Ángeles se alegran con toda familia, pues la familia es el primer y el gran amor de Dios. En este sentido “Amoris Laetitia” enseña que “la fecundidad de la pareja humana es “imagen” viva y eficaz, signo visible del acto creador. La pareja que ama y genera la vida es la verdadera “escultura” viviente —no aquella de piedra u oro que el Decálogo prohíbe—, capaz de manifestar al Dios creador y salvador.

Por eso el amor fecundo llega a ser el símbolo de las realidades íntimas de Dios… la relación fecunda de la pareja se vuelve una imagen para descubrir y describir el misterio de Dios, fundamental en la visión cristiana de la Trinidad que contempla en Dios al Padre, al Hijo y al Espíritu de amor. El Dios Trinidad es comunión de amor, y la familia es su reflejo viviente…La familia no es pues algo ajeno a la misma esencia divina” (nn. 10-11).

Y es que la Santísima Trinidad es familia: “Nuestro Dios, en su misterio más íntimo, no es una soledad, sino una familia, puesto que lleva en sí mismo paternidad, filiación y la esencia de la familia que es el amor. Este amor, en la familia divina, es el Espíritu Santo” (n. 11).

Esto hace que los Santos Ángeles se admiren y asombren, pues ellos por su naturaleza no pueden conocer lo que es tener un Padre, lo que significa ser Hijo. Así en cada miembro de la familia los Ángeles ven un reflejo de la Santísima Trinidad, y por ello tienen un gran respeto y reverencia por cada uno de los miembros de la familia.

Cabe anotar que asi como los Ángeles contemplan esta realidad sobrenatural presente en cada familia, también los demonios desean destruir esta imagen de la Santísima Trinidad poniendo falsas visiones de lo que constituye una familia dentro del plan de Dios.

En este sentido, el Papa Francisco en el Capítulo Segundo de “Amoris Laetitia” presenta algunos desafíos para las familias, ante los cuales desafíos surge una pregunta: ¿cómo ayudan los ángeles a las familias?, ¿cuál es la asistencia que prestan?.

  • Los Ángeles traen a la familia la alegría del amor; y esto porque la mayor alegría posible es la unión con Dios, es hacer parte de la familia de Dios. Así mismo los Ángeles nos ayudan para ver y alegrarnos por el gran bien que es la familia, tú familia, la de cada uno es un bien. Alégrate por ella, alégrate por los miembros de tu familia y esto nos lleva a la gratitud interior, no encerrarnos en nosotros mismo o en mantener relaciones por conveniencia. Alegrarnos simplemente por el hecho de estar juntos, de compartir.
  • Los Santos Ángeles son portadores de la luz de Dios para toda familia. Ellos al contemplar es rostro de Dios (Mt.18,10) están llenos de la luz divina y quieren irradiarla, iluminar nuestro hogar, nuestra familia con esa luz. Para ello los Ángeles nos invitan a orar, la oración en familia trae, alumbra, calienta el hogar. Con esta luz se vence toda oscuridad, toda desesperanza y tristeza, esta luz impide que las tinieblas se ciernan sobre el hogar, por ello esta luz nos trae la esperanza, el optimismo y el valor ante dificultades o situaciones de dolor y tristeza.
  • Nos comunican la voluntad de Dios y esto lleva a que el Ángel de la Guarda de cada miembro de la familia le inspire la vocación, este es el mensaje más importante, pues en la vocación, en responder a este llamado se encuentra el plan de Dios para nuestra felicidad y santificación. En este sentido es necesario respetar y acoger con agradecimiento cada vocación que surge en la familia.
  • Los Ángeles, como el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo, son invitados a entrar en la fiesta de la misericordia de Dios y ellos, a diferencia del hermano mayor en la parábola mencionada, entran y se alegran de la reconciliación ofrecida por Dios a cada uno. En este sentido, los Santos Ángeles nos invitan a la reconciliación con Dios y con los demás miembros de la familia.
  • Así como el profeta Isaías tuvo que ser purificado por los Ángeles (Is. 6,6), de igual manera el Ángel de la Guarda nos lleva a purificar nuestro amor, un amor desinteresado, donde no se haga cuentas de cobro, sino un amor que se entregue, incondicional.
  • Los Santos Ángeles buscan que las familias se comprometan en la lucha contra el demonio y el pecado, que solo more el amor y la santidad de Dios. Precisamente esto nos enseña el libro de Tobias donde el arcángel San Rafael presta su ayuda y presenta sus oraciones. El hogar de Tobias es un hogar donde hay el temor de Dios y un celo por el cumplimiento de la ley de Dios, asi como la obediencia de los hijos hacia los padres.
  • La fidelidad entre los miembros de la familia. No hablar mal de mi familia con otros, no criticar con otros a los que son de mi familia y en esto San Miguel Arcángel nos presta una gran ayuda pues es el Arcángel que se mantuvo fiel.
  • Todas estas ayudas nos prestan los Ángeles para que nuestra familia viva esa alegría del amor, esa alegría de la presencia del Señor en medio de nosotros.

Oración de una mamá al Ángel de su hijo

A vosotros, Santos Ángeles de la Guarda, amigos fieles enviados por Dios a mis hijos, me dirijo con confianza. Alcanzadme, ante todo, la gracia de poder educarlos a todos para Dios y para el cielo. Protegedlos donde mis ojos no les pueden ver. Acompañadlos donde mis pies no les pueden seguir. Exhortadlos donde ya no les alcanza mi voz. Guiadlos y salvadlos para el cielo. Dios os recompense vuestro amor. Amén.

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Fuente: Aleteia.org


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La fuente de Gracia https://www.reinadelcielo.org/la-fuente-de-gracia/ Fri, 07 Dec 2018 09:38:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=549 ]]> ¡Oh, mi Dios! Veo una fuente, una inmensa fuente a la que van ángeles y santos y derraman cantaros y ánforas, grandes y pequeñas, y van y vienen, no se detienen. Ahora son unos, luego son otros, pero siempre hay alguien vaciando un recipiente, una y otra vez, en la fuente.

¿Que hay allí Señor?. ¿Qué hacen tus servidores día y noche en ese lugar?. Creo que lo sé. ¡Es que Tú tienes tantas almas en este mundo que te entregan su sufrimiento, su enfermedad, su angustia, su oración!. Veo la Gracia que se derrama de Tu Trono sobre esas almas victimas, Tu Gracia las envuelve y las fortalece para poder resistir las santas cruces que voluntariamente cargan. Y esa Gracia, por Tu Divino Querer, es devuelta y derramada por ángeles y santos en la fuente que nunca deja de ser alimentada.

cántaro de graciaLa fuente recibe y recibe, Señor, pero nunca se llena. ¿Dónde va toda esa Gracia, mi Dios?. ¡Por supuesto!. Veo a la Virgen, nuestra Santísima Madre, que acompañada del Cielo todo, presenta la fuente rebosante a Tu Trono. Y ella lo hace con alegría y con dolor, con un rostro que te suplica, que te dice: míranos, Supremo Creador, míranos Hijo mío, míranos Espíritu de Amor. Mira cuánto te hemos traído hoy, mira cuánto hemos cosechado en esta jornada de dolor. Si, sabemos el pesar que sientes al ver lo que ocurre allí abajo, pero mira también cómo Tus pequeños son capaces de llenar ésta fuente rebosante de Gracia. ¡Elévenla Ángeles, para que el Señor la pueda ver!. Mira cuánta Gracia hemos traído hoy. Mi Dios, queremos ofrecerte esta fuente llena de Gracia, para compensar todo lo que no responde a Tu Divina Voluntad, Señor. Tómala, tómala y perdónalos. Y permíteme, mi Dios, ir una vez más con ellos. Dame Tu Bendición para que pueda hablarles otra vez, insistir una vez más en Tu mensaje de Amor.

El Señor toma entonces la fuente plena de Gracia, y la vuelve a derramar sobre nosotros, en una lluvia de Misericordia, ante la alegría de María y su pequeño ejercito celestial. Los ángeles y los santos, llenos de renovada esperanza, vuelven al trabajo incansable de recoger la Gracia y llevarla a la fuente, una vez más.

Cerro de SaltaEsta lluvia de Gracia es derramada por Dios sobre todos nosotros, sólo que no todos la hacemos retornar a la fuente, sino que muchos la desperdiciamos, la dejamos perderse. De este modo, algunos contribuimos a llenar esa fuente, mientras otros la consumimos. Unos producen, otros consumen, otros derrochan.

En un mundo pleno de Gracia, este círculo amoroso tendría el poder de multiplicarse a sí mismo y llenar la fuente rápidamente, de tal modo que Dios deba derramarla mucho más a menudo sobre nosotros, una y otra vez: ni más ni menos que el Paraíso en la tierra. En un mundo oscurecido y frío, en cambio, la fuente tarda mucho en llenarse ante el desperdicio y derroche en que se cae frente a la lluvia de Gracia.

¿Tú, agregas Gracia a la fuente?. ¿O la consumes?. ¿Quizás la derroches?

En lo más profundo de tu corazón podrás ver a tu ángel custodio mirándote triste y suplicante, con un ánfora en su mano, esperando poder llenarla y correr a la fuente, con alegría. El quisiera darle esa alegría a Su Reina, para ayudarla a ir más pronto al Trono del Dios Trino, a ofrecer la fuente plena de Gracia. Mírate, estás bañado en Gracia, la lluvia del Cielo te ha empapado. Mientras tu ángel te suplica que no la derroches, ¡tú tienes que ayudarlo, no lo dejes allí mirándote, esperándote!


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