almas – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Fri, 26 Jun 2020 18:34:59 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 María y Jesús se aparecieron a Sor Josefa Menéndez con un llamamiento a las almas https://www.reinadelcielo.org/maria-y-jesus-se-aparecieron-a-sor-josefa-menendez-con-un-llamamiento-a-las-almas/ Fri, 26 Jun 2020 18:34:59 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=24728 En 1920, con 30 años, María Josefa Menéndez, de Madrid, pero religiosa del Sagrado Corazón en Poitiers (Francia) empezó a tener visiones y a recibir mensajes de Jesucristo y de la Virgen María. Los fue poniendo por escrito.

Tres años después, moría. Ya en los años veinte se inició el proceso para beatificar a la religiosa.

En 1938, con el permiso del entonces cardenal y secretario de Estado vaticano Eugenio Pacelli (quien luego sería el Papa Pío XII) la Editorial del Apostolado de la Oración de Toulouse publicó Un Appel à l´Amour, la biografía de Josefa Menéndez que incluye sus propios registros de las visiones. Esa biografía, con las descripciones contenidas en sus visiones, fue traducida a varios idiomas y se difundió por muchos países.

Han pasado cien años desde esos mensajes. La Iglesia no se ha pronunciado oficialmente sobre su autenticidad o valor. Muchos de sus mensajes de devoción al Sagrado Corazón y de confianza en Dios se parecen a la espiritualidad de Santa Faustina Kowalska, apóstol de la Divina Misericordia, que entró en vida religiosa en Polonia tres años después de morir Josefa en Francia.

San José María Rubio fue el confesor y director espiritual de Josefa mientras vivió en Madrid

En Madrid, Josefa tuvo como director espiritual a un santo, el sacerdote jesuita José María Rubio, desde que tenía 7 años. Él, con fama de taumaturgo, moriría en 1929, seis años después que ella, y fue canonizado en 2005 por Juan Pablo II en Madrid.

Josefa nació en la capital de España en 1890, fue la mayor de 6 hijos y desde pequeña se consideraba novia de Cristo y deseaba entregarse a Él. Hizo la Primera Comunión con 11 años el 17 de marzo de 1901, y sintió que Jesús respondía a su ofrecimiento diciendo: “Sí, hija mía, deseo que seas toda mía”.

Sin embargo, su padre murió en 1910 y ello no pudo entrar en vida religiosa porque, siendo la hermana mayor, tenía que ayudar a mantener a sus hermanos pequeños.

Por fin, con 30 años, entró en Les Feuillants, un noviciado recién creado de la sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, en Francia, en 1920 y profesó sus votos monásticos el 16 de julio de 1922. Allí experimentó sus visiones hace ahora cien años.

Sor Josefa mantiene bastantes devotos en los entornos ligados a las religiosas del Sagrado Corazón (la congregación se fundó en 1800 en Francia y hoy cuenta más de 2.000 religiosas en 41 países).

Listado de los mensajes

Un listado de los mensajes que anotó se pueden leer aquí en la web Corazones.org

Nosotros seleccionamos a continuación los mensajes que anotó como recibidos de la Virgen María.

17 de Mayo de 1921
La Santísima Virgen María dijo a Sor Josefa: “Este dolor que sientes es una centella del Corazón de mi Hijo. Cuando lo sientes muy fuerte, cuida de ofrecerlo con mucho amor, porque eso quiere decir que un alma hiere a Jesús en aquel momento. No tengas miedo de sufrir: es un tesoro para ti y para las almas”.

1 de Julio de 1921
La Santísima Virgen María dice a Sor Josefa: “Adora la Sangre Divina de Jesús, hija, y pide con gran fervor que se derrame sobre esta alma para que la ablande, la perdone y la purifique”.

22 de Julio de 1921
La Santísima Virgen María dice a Sor Josefa: “Has de sufrir por las almas, has de ser tentada, porque el demonio quiere, a todo trance, quebrantar tu fidelidad. Pero ten valor”. Y después: “Hija de mi Corazón, vengo a sostenerte porque soy tu Madre. No, no es inútil lo que estás sufriendo… Por este acto (tuyo) de humildad (y por tu) miedo de una tentación tan fuerte, expías el orgullo de esta (otra) pobre alma; la tentación que sufres y vences, disminuye la de aquella”.

1 de Septiembre de 1921
La Santísima Virgen María dice a Sor Josefa: “Mira hija mía, cuanto más te pida Jesús, más debes alegrarte… El que contempla un cuadro muy bien pintado, no es el pincel lo que admira, sino la mano del pintor. Así tú, Josefa, aun cuando realizaras grandes cosas, no debes atribuirte nada a ti misma, pues es Jesús quien obra en ti, y quien se sirve de ti. Da gracias sin cesar a Dios, que tan bueno ha sido contigo. Sé muy fiel, así en lo grande como en lo pequeño. No mires si te cuesta. Obedece a Jesús, obedece a las Madres [del convento], sé muy humilde y deja lo demás. Jesús se encarga de tu pequeñez, y tú sabes que yo soy tu Madre”.

20 de Octubre de 1921
La Santísima Virgen María, llena de ternura, dice a Sor Josefa sumergida en una dura lucha de varios días de tribulación: “No temas sufrir. ¡Cuántas almas se han acercado al Corazón de Jesús en estos días de tentaciones!”

16 de Julio de 1922
La Virgen María dice a Sor Josefa: “Vive en paz, hija mía, no te reserves nada para ti, ni te preocupes más que del momento presente. Jesús te lleva y guía a tus Superiores. No te apartes de sus consejos. Sé fiel y sumisa a la voluntad de mi Hijo, en los momentos más difíciles”.

30 de Julio de 1922
La Virgen María dice a Sor Josefa: “Hija mía, no te asustes de tus caídas. Todavía caerás más de una vez, pero siempre te levantará el Amor. Te sostiene un Esposo que es Dios y que te ama”.

21 de Enero de 1923
La Virgen anima a Sor Josefa: “…Esa misma miseria es la que atrae la misericordia de Jesús; en Su Corazón te ha escondido para que nada pueda dañarte. Abísmate en tu pequeñez y en tu nada, pero cree en Su amor y confía que nunca te abandonará. No tengas más ambición que la de darle muchas almas, mucha gloria y mucho amor”. Sor Josefa le pide su bendición y María traza en su frente la señal de la cruz mientras le dice: “Sí, te bendigo de todo corazón”.

15 de Marzo de 1923
La Santísima Virgen María dice a Sor Josefa: “Ofrécete a Jesús para curarle las heridas que Le causan los pecados del mundo. Ya sabes cómo goza Su Corazón cuando las almas religiosas se ofrecen a El para consolarle”. Este es el mensaje que Josefa dice que Jesús desea que lean muchos, especialmente sacerdotes y religiosas: “Sí, almas que he escogido para que seáis Mi descanso y el jardín de Mis delicias; espero de vosotras mucha mayor ternura, mucha más delicadeza, mucho más amor que de otras que no Me están tan íntimamente unidas. De vosotras espero que seáis el bálsamo que cicatrice Mis heridas, que limpiéis Mi rostro, afeado y manchado…, que Me ayudéis a dar luz a tantas almas ciegas, que en la oscuridad de la noche Me prenden y Me atan para darme muerte. No Me dejéis solo… Despertad y venid…, porque ya llegan Mis enemigos.

16 de Marzo de 1923
Josefa preguntó a la Virgen cómo purificarse cada día para disminuir el paso por el Purgatorio lo más posible. María le respondió: “Cada noche antes de entregaros al descanso diréis con gran confianza al mismo tiempo con gran respeto estas palabras: `Oh, Jesús, Vos conocíais mi miseria antes de fijar en mí Vuestros ojos, y ella, lejos de hacéroslos apartar, ha hecho que me amaseis con tanta ternura y delicadeza. Os pido perdón de lo mal que he correspondido hoy a Vuestro amor, y Os suplico me perdonéis y purifiquéis mis acciones en Vuestra Sangre Divina´. `Me pesa haberos ofendido porque sois infinitamente santo. Me arrepiento con toda mi alma y prometo hacer cuanto me sea posible para no caer más en las mismas faltas”. María agregó: “Después, hija mía, os entregaréis al descanso con toda tranquilidad”.

Sor Josefa ya no recibió más mensajes de la Virgen, aunque sí de Jesús. Moriría unos meses después, el 29 de diciembre de 1923.

Documental de 2009 de KTO TV sobre Josefa Menéndez y su espiritualidad (en francés)

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Fuente: Religión en Libertad


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Lourdes es un milagro de la misericordia de María https://www.reinadelcielo.org/lourdes-es-un-milagro-de-la-misericordia-de-maria/ Thu, 07 Feb 2019 19:28:38 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=19950

Con el fin de sumarnos al júbilo de todo el orbe católico, este 11 de febrero, por un nuevo aniversario de las apariciones de la Virgen en Lourdes, recordamos aquí palabras del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira*, penetradas de devoción y entusiasmo delante de las incontables maravillas que la maternal clemencia de María Santísima ha prodigado a los peregrinos en el célebre santuario.

Cuando menos esperaba, la pequeña campesina Bernadette Soubirous fue objeto de una gracia indecible: la Providencia la escogió para ser la vidente a la cual la Santísima Virgen se aparecería, en una gruta de Lourdes. A partir del día 11 de febrero de 1858, las visiones se sucedieron, y fueron el preanuncio de la serie de milagros que no cesaron hasta hoy, dejando la impiedad confundida y enmudecida. Por otro lado, sirvieron de ocasión para una inmensa expansión de la devoción a Nuestra Señora por el mundo entero. Las curas prodigiosas de Lourdes se repetían y se transformaron en un cántico de gloria a la Inmaculada Concepción, dogma promulgado poco tiempo después por el Papa Pio IX.

Nuestra Señora se impone al desprecio de los impíos

Lourdes es, en realidad, una de las más extraordinarias manifestaciones de la lucha de Nuestra Señora contra el demonio, pues esta aparición se dio en el auge de las persecuciones y desprecios movidos por el anticlericalismo del siglo XIX para debilitar la Iglesia. Muchos, acobardados por el respeto humano, fingían no tener más fe. Pocos profesaban claramente la religión católica, y los que no lo hacían, pedían pruebas de ella.

Nuestra Señora aparece entonces y se suceden los milagros, operados con la solicitud y magnanimidad maternales de la Virgen Santísima. De las piedras de la gruta de Massabielle brotó una fuente de agua, que hasta ese momento no existía. Naturalmente, los enfermos, que recurren a todo para aliviar sus dolores, comenzaron a bañarse en esas aguas y – ¡oh! maravilla! – comienzan a curarse en número sorprendente.

Los impíos no queriendo dar el brazo a torcer, inmediatamente elevan la voz, y afirman no tratarse de enfermedades auténticas y, por tanto, no lo eran tampoco las curas. No podía haber milagro, porque la veracidad de estos los desmontaría. A fin de eliminar cualquier duda y hacer triunfar la insondable bondad de Nuestra Señora, la Iglesia constituyó un centro médico especial, con los recursos más modernos que la ciencia tenía, para analizar y comprobar las enfermedades antes que los enfermos se bañasen. Munidos del certificado, ellos entraban en las aguas y poco después salían – varias veces, no siempre – cantando las glorias de Nuestra Señora, porque habían obtenido la curación. Los médicos realizaban un nuevo examen y, según el caso, declaraban que no había explicación científica para el restablecimiento del enfermo.

En el transcurso de los meses y de los años las curaciones se fueron multiplicando, y la piedad católica constituyó todo un expediente sobre esta maravillosa manifestación de la compasión de Dios hacia los hombres.

En el transcurso de los meses y de los años las curaciones se fueron multiplicando, y la piedad católica constituyó todo un expediente sobre esta maravillosa manifestación de la compasión de Dios hacia los hombres.

Tres actitudes de María frente al dolor humano

Gruta IrlandaEstos milagros, así como todos los acontecimientos de Lourdes, son ricos en enseñanzas para nosotros. La más valiosa de estas lecciones será, tal vez, acerca del sufrimiento.
Vemos en Lourdes tres actitudes de la Providencia y, por tanto, de Nuestra Señora ante el dolor humano. Dentro de la perfección de los planes divinos, tales procedimientos tienen su razón de ser, a pesar de parecer contradictorios.

Por un lado, llama la atención la pena que Nuestra Señora tiene de los padecimientos de los hombres, y cómo, en una extraordinaria manifestación de su insondable bondad materna, atiende a sus ruegos y practica milagros para curar sus cuerpos.

Por otra parte, Nuestra Señora tiene también compasión de las almas, y para probar que la Fe Católica es verdadera, practica milagros para operar conversiones.

Pero existe una tercera realidad en Lourdes, no menos significativa que las anteriores: son los innumerables enfermos que para allá se dirigen y vuelven sin el tan anhelado restablecimiento. ¿Por qué misteriosa razón Nuestra Señora devuelve la salud física a unos y no la devuelve a otros? ¿Cuál es la razón más profunda de eso?

Creo que esta ausencia de curación puede ser tomada como uno de los más maravillosos milagros de Lourdes, si consideramos que para la inmensa mayoría de las almas, el sufrimiento y las enfermedades son necesarios para santificarse. Es por medio de esas pruebas físicas y morales que ellas alcanzan la perfección espiritual a la que fueron llamadas. Y quien no comprende el papel del sufrimiento y del dolor para operar en las almas el desapego, la regeneración, para hacerlas crecer en el amor a Dios, quizá no entienda que, por regla general, por esa forma los hombres alcanzan la bienaventuranza eterna. Y tan indispensable nos es el sufrimiento para llegar al Cielo, que San Francisco de Sales no dudaba en calificarlo de “octavo sacramento”. Ahora bien, Nuestra Señora actuaría entonces contra el interés de la salvación de las almas, si las libra de todas las enfermedades. Claro está, a determinadas personas, por circunstancias y designios especiales, de algún modo conviene sustraerles el sufrimiento. Son excepciones. La mayoría de los que van a Lourdes vuelven sin haber obtenido la cura. Y en esto podemos ver cómo la Santísima Virgen, tan misericordiosa, sin embargo respeta la voluntad divina en lo que se refiere a los sufrimientos humanos.

Milagros de la caridad cristiana

Pero, como la Madre que ayuda a los hijos a llevar sus cargas, Nuestra Señora en Lourdes concede al enfermo tal conformidad con el padecimiento, que no se tiene noticia de alguien que, estando y no siendo curado, se resintiera. Por el contrario, las personas regresan a sus lugares inmensamente resignadas, satisfechas de haber podido hacer su visita a la célebre gruta de los milagros, y contemplar la bondad de María hacia otros infortunados que no ellas.

Hay incluso el hecho de no pocos enfermos, oriundos de los más lejanos países de la Tierra, viendo en Lourdes la presencia de personas más necesitadas de curación que ellos, decir a la Virgen estar dispuestos a renunciar al propio restablecimiento, desde que Ella lo conceda a aquellos. Es decir, aceptan el sufrimiento y la enfermedad en beneficio del otro. Este es un verdadero milagro de amor al prójimo por amor a Dios.

Milagro moral arrancado a la debilidad humana; el milagro más estupendo que una cura propiamente dicha.

Si es bella esa resignación, más bonita aún es la generosidad cristiana de las monjas de un convento de clausura cerca de Lourdes. Son contemplativas recogidas que tienen el propósito de expiar y sufrir todas las enfermedades, a fin de obtener para los cuerpos y almas de los incontables peregrinos las gracias y favores que éstos van allí a suplicar. De manera que nunca piden su propia curación y aceptan todas las enfermedades que la Providencia disponga caer sobre ellas, en beneficio de aquellos peregrinos. Si Dios acoge sus ofrecimientos, llevan a veces una vida entera de pruebas o mueren de una muerte prematura, con la intención especial de hacer bien a las otras almas.

Ante este heroísmo, me pregunto: ¿hay algo en la Tierra más digno de admiración?
No conozco. ¿Qué valor tienen, riquezas opulentas, extraordinarios dotes y cualidades naturales, grandezas de cualquier especie en el concepto humano, cerca del holocausto de una de esas monjas ignoradas por el mundo? Puñaditos de barro, y nada más.

Cuando echamos una mirada a nuestro alrededor, cuando consideramos las miserias de la naturaleza humana decaída por el pecado original, comprendemos que semejantes actos de abnegación se hallan tan distantes de nuestro egoísmo y causan una tal repulsa a nuestro amor propio, que constituyen de hecho un milagro más grande que todas las espectaculares curas verificadas en aquel santuario mariano.

La mayor enseñanza de Lourdes

Y entonces comprendemos la gran enseñanza de Lourdes. No es la apologética, tan inmensa, tan importante. Pero es la de la aceptación del dolor, del sufrimiento, y hasta de la derrota y del fracaso si es preciso.

Alguien objetará: “Es muy difícil resignarse a cargar el dolor de esa forma”.

La respuesta la encontramos en la agonía de Nuestro Señor Jesucristo, en el Huerto de los Olivos. Puesto delante de todo el sufrimiento que le aguardaba, Él le dijo al Padre Eterno: “Si es posible, aleje de mí este cáliz. Pero sea hecha tu voluntad y no la mía”. El resultado es que vino un ángel a consolar a nuestro Señor.

Esta es la posición que cada uno de nosotros debe tener frente a sus dolores particulares: si es posible, sean alejados de nuestro camino. Pero se haga la superior voluntad de Dios y no la nuestra. Y a ejemplo de lo que se dio con Jesús en el huerto, la gracia también nos consolará en las pruebas que María Santísima permite se abatan sobre nosotros.

Tengamos, pues, coraje, ánimo, comprensión del significado del sufrimiento y alegría por sufrir: estamos preparando nuestras almas para el Cielo.

*Extraído de conferencias en 6/2/1965 y 10/7/1972

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Fuente: Heraldos del Evangelio


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¿Debo rezar por mis difuntos? https://www.reinadelcielo.org/%e0%a0%84ebo-rezar-por-mis-difuntos/ Fri, 07 Jul 2017 12:57:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=371 Todos tenemos generaciones detrás nuestro, abuelos, padres, hijos, tíos, amigos, gente que ni siquiera conocimos, o que aún tenemos en el corazón como un recuerdo que vuelve una y otra vez. ¿Qué debemos hacer por ellos? ¿Acaso debemos simplemente olvidarlos?

Con los ojos de nuestra fe en Dios, sabemos que nuestra alma tiene destino de vida eterna. Pero también comprendemos que tres destinos podemos tener después de nuestra muerte: destino de Reino en un extremo glorioso, o destino de condenación eterna aunque muchas veces nos neguemos siquiera a pensar en ello. Pero, también sabemos que Dios ha sido tan Misericordioso que nos brindó una tercera opción, un paso intermedio para que, no estando totalmente preparados para entrar al Reino, nos purifiquemos y logremos estar en condiciones de ingresar al lugar de la eterna felicidad. Ese lugar de limpieza, de purificación, es el Purgatorio.

Tan simple como ello, nuestra vida es el espacio que Dios nos da para que, haciendo uso de nuestra libertad, nos ganemos el lugar que nos corresponda. Quienes acceden al Reino, almas santas, tienen ganada la eternidad de ser felices en un estado de permanente unión con Dios. Pero también quienes culminan su vida terrenal en el Purgatorio son almas destinadas al Reino, sólo les resta su purificación para lograr estar en la Presencia de Dios, la felicidad sin límites ¡Están salvadas!

De tal modo, ¿qué hacer con nuestros seres queridos, si no sabemos cual de estos tres destinos han sabido merecer? Yo siempre tomo un camino seguro: asumo con convicción que ellos han ido al Purgatorio. El motivo es muy sencillo: si ellos están allí, harán uso pleno de mis oraciones, para acortar su purificación y acelerar su entrada al Reino. En cambio, si ellos han ido al Cielo ya, mis oraciones serán tomadas por Dios y devueltas en forma de Gracias para quienes El considere más apropiado. La posibilidad de que un alma se haya condenado por toda la eternidad es algo que yo no puedo conocer, pero está claro que mis oraciones no podrán hacer nada ya por ella. Una vez más, mis oraciones serán tomadas por Dios y derramadas sobre las necesidades de aquellos que la Divina Providencia decida.

Abrazo de DiosComo verán, las oraciones por las almas de nuestros difuntos nunca son en vano. Particularmente serán de enorme utilidad para sus almas, si ellos se encuentran en el Purgatorio. Las Benditas Almas del Purgatorio nada pueden hacer por si mismas, ya que la oportunidad de preparar sus almas expiró cuando se agotó su etapa en la tierra. Sin embargo, las oraciones que nosotros les dediquemos, particularmente la celebración de la Santa Misa por un alma, constituye una ayuda que sólo comprenderemos cuando estemos juntos en el Reino. Nuestras oraciones acortan y suavizan su purificación, por Gracia de Dios que desea de este modo nos unamos a ellas.

La Comunión de los Santos es la clave de este misterio de Dios. Hablamos de la unión de las almas que configuran a la Iglesia en sus tres pilares: los que estamos aún en la tierra, las almas del Purgatorio, y las almas que están ya en el Reino. Estos tres pilares conforman la Iglesia Cuerpo Místico de Cristo, Iglesia militante, Iglesia purgante e Iglesia Glorificada. Nuestra oración por las Benditas Almas del Purgatorio, de este modo, constituye un gesto de unidad en la Comunión de los Santos, un canto a la Iglesia Eterna y Celestial que nos reúne alrededor del Cuerpo Eucarístico de Jesús, en la celebración de cada Misa.

Oremos por las Benditas Almas de nuestros difuntos, ya que haremos así un bien de enormes proporciones que no podemos ver con nuestros ojos humanos. Pero, con los ojos de la fe, podemos comprender que el Cielo todo se conmueve y alegra cuando realizamos ese extraordinario gesto de amor que es el elevar los ojos a Dios y pedir por las almas de nuestros seres amados.

Un corazón que es capaz de mantenerse unido a sus amados difuntos, por amor a Dios, por fe en Su Palabra, por ser parte de la Iglesia que nos reúne, es un corazón unido a Dios en una especial predilección. Qué enorme gesto de fe, qué gran acto de amor, qué maravilla de la que es capaz un alma que ama más allá de los límites de la propia vida, que ama convencida de nuestro destino de eternidad, de realeza.

¡Gloria al Señor por invitarnos a tan santa misión, a orar por las benditas almas de nuestros amados difuntos!

 

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