Agustinos – Reina del Cielo https://www.reinadelcielo.org Wed, 04 Sep 2024 14:43:52 +0000 en-US hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.3.9 Nuestra Señora de la Consolación https://www.reinadelcielo.org/nuestra-senora-de-la-consolacion/ Wed, 04 Sep 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=28118 Nuestra Señora de Consolación o Virgen de Consolación es una advocación mariana, cuya fecha de celebración es el 4 de septiembre.

Se llama Virgen de Consolación a la imagen que representa a la madre de Dios en la tradición cristiana, y que alude a ésta como defensora del Apocalipsis como libro fundamental para el consuelo de los cristianos.

Historia

De esta tradición agustiniana en torno a María se ocupará el presente artículo, gracias a la información que sobre esa devoción ofreció en su día, a finales del siglo XVIII, el responsable de la biblioteca de los Agustinos Descalzos de Madrid, P. Miguel Zorita de Jesús María.

En una de sus llamadas “cartas útiles”, Fr. Miguel Zorita reconoce a la Virgen de la Consolación como “patrona de los cinturados”, laicos llamados así por ceñir la correa de san Agustín, considerada como el principal distintivo de la Orden, pero se pregunta sobre cómo llegó a serlo, a consultas de otro religioso agustino, estableciendo una secuencia histórica en relación con la devoción a Ntra. Sra. de la Consolación, pues, en origen, Correa y Consolación, conformaron dos asociaciones distintas.

Leyenda mariana

Como tantas otras devociones, la de Nuestra Señora de la Consolación hunde sus raíces también en la leyenda. Históricamente la advocación no aparece ligada a la Orden Agustina hasta el siglo XV, mas el fervor de sus devotos hizo remontar esa relación hasta los mismos tiempos de san Agustín.

En este caso, el carácter consolador de María se manifestó hacia santa Mónica. Y es que en María encontraba el consuelo en sus continuas oraciones para que Agustín volviese al seno de la Iglesia. A esta preocupación se sumó la muerte de su esposo Patricio y meditó en la desolación de María después de la muerte de su hijo Jesús. María se aparece a Mónica vestida de negro y ceñida con una correa del mismo color, diciéndole: “Mónica, hija mía, éste es el traje que vestí cuando estaba con los hombres después de la muerte de mi hijo. El mismo vestido llevaras tú en señal de tu devoción hacía mí”. La alegría de Mónica fue grande al escuchar aquellas palabras. Alegría que llegaría a su culmen con la conversión de su hijo Agustín.

El hábito se convirtió así en un signo de amor de María, y lo adoptaría la santa permanentemente en su viudedad. San Ambrosio y san Simpliciano fueron los primeros en utilizarlo, por indicación de santa Mónica, así como su hija Perpetua y sus sobrinas.

La devoción mariana se había acentuado de forma especial en el mismo corazón de Italia: “en nuestro agustiniano convento de Santiago en Bolonia, nuestro V. P. Fr. Martín Vercellense [o de Bercelis], predicando en el mismo convento la Quaresma del año 1495, y aviendo hecho pintar y colocar cerca de la puerta mayor de la iglesia una hermosa imagen de Ntra. Señora con la invocación o título de la Consolación, inflamó de tal suerte con sus sermones al pueblo en su devoción y culto, que de los muchísimos devotos que se asociaron y unieron para venerarla, se formó una numerosa cofradía”.

Sagrada correa

La iniciativa para laicos más antigua dentro de la Orden de San Agustín es la Archicofradía de la Correa, que agrupaba a los llamados “corrigiatos” o cinturados. La imagen de la orden agustiniana se acrecentaba en Italia en aquellos años, en los que se dilucidaba la causa de santidad de un célebre fraile, por su piedad y sus milagros, fray Nicolás de Tolentino. Fue canonizado precisamente por Eugenio IV en el año 1446.

El auge de la devoción por la Correa se inserta cronológicamente entre la aparición de las congregaciones de “mantelatas” y de “mantelatos”, respectivamente, de la orden agustiniana, verdaderos terceros que, sin dedicarse a la vida consagrada, vestían en el siglo, a diario, el hábito propio (incluyendo la correa) de los frailes agustinos. En concreto, las mujeres “mantelatas” (generalmente matronas o viudas, llamadas en Italia “pinzocheras”) habían aparecido en la Orden por concesión del papa Bonifacio IX en 1399 y los varones “mantelatos” surgieron con la autorización de Paulo II en 1470.

La imagen de María

La imagen de la Virgen ciñe el negro cinturón agustino; por eso se le llama también de la Sagrada Correa. Es decir, es la Imagen Titular de la Orden Tercera de San Agustín. Esa Orden Tercera que, lógicamente, aunaba ya a los terciarios de la Correa y a los cofrades de Ntra. Sra. de la Consolación, está hoy perdida, pero no su devoción ni su memoria.

En todo el mundo, aún hoy le tributan culto las fraternidades agustinas recoletas para laicos, casi un centenar, que veneran la Consolación de María. De ordinario, la iconografía representa a la Virgen y al Niño en el acto de entregar sendas correas, respectivamente, a santa Mónica y a san Agustín.

El nombre de Consuelo o Consolación hace pensar en cercanía con el afligido, fortaleza para compartir el dolor ajeno, compañía para ahuyentar la tristeza de la soledad. María, elevada al cielo, “brilla ante el pueblo peregrino de Dios como signo de segura esperanza y consolación” (LG, 69).

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Fuente: Catholic.net


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Virgen del Perpetuo Socorro https://www.reinadelcielo.org/virgen-del-perpetuo-socorro/ Thu, 27 Jun 2024 06:01:00 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=4453 ]]> Patrona de los Padres Redentoristas y de Haití

El icono original está en el altar mayor de la Iglesia de San Alfonso, muy cerca de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma. Su fiesta es el 27 de junio.

El icono de la Virgen, pintado sobre madera, de 21 por 17 pulgadas, muestra a la Madre con el Niño Jesús. El Niño observa a dos ángeles que le muestran los instrumentos de su futura pasión. Se agarra fuerte con las dos manos de su Madre Santísima quien lo sostiene en sus brazos. El cuadro nos recuerda la maternidad divina de la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte. Hoy la Virgen cuida de todos sus hijos que a ella acuden con plena confianza.

Historia

En el siglo XV un comerciante acaudalado de la isla de Creta (en el Mar Mediterráneo) tenía la bella pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Era un hombre muy piadoso y devoto de la Virgen María. Cómo habrá llegado a sus manos dicha pintura, no se sabe. ¿Se le habría confiado por razones de seguridad, para protegerla de los sarracenos? Lo cierto es que el mercader estaba resuelto a impedir que el cuadro de la Virgen se destruyera como tantos otros que ya habían corrido con esa suerte.

Por protección, el mercader decidió llevar la pintura a Italia. Empacó sus pertenencias, arregló su negocio y abordó un navío dirigiéndose a Roma. En ruta se desató una violenta tormenta y todos a bordo esperaban lo peor. El comerciante tomó el cuadro de Nuestra Señora, lo sostuvo en lo alto, y pidió socorro. La Santísima Virgen respondió a su oración con un milagro. El mar se calmó y la embarcación llegó a salvo al puerto de Roma.

Cae la pintura en manos de una familia

Virgen del Perpetuo Socorro 2Tenía el mercader un amigo muy querido en la ciudad de Roma así que decidió pasar un rato con él antes de seguir adelante. Con gran alegría le mostró el cuadro y le dijo que algún día el mundo entero le rendiría homenaje a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Pasado un tiempo, el mercader se enfermó de gravedad. Al sentir que sus días estaban contados, llamó a su amigo a su lecho y le rogó que le prometiera que, después de su muerte, colocaría la pintura de la Virgen en una iglesia digna o ilustre para que fuera venerada públicamente. El amigo accedió a la promesa pero no la llegó a cumplir por complacer a su esposa que se había encariñado con la imagen.

Pero la Divina Providencia no había llevado la pintura a Roma para que fuese propiedad de una familia sino para que fuera venerada por todo el mundo, tal y como había profetizado el mercader. Nuestra Señora se le apareció al hombre en tres ocasiones, diciéndole que debía poner la pintura en una iglesia, de lo contrario, algo terrible sucedería. El hombre discutió con su esposa para cumplir con la Virgen, pero ella se le burló, diciéndole que era un visionario. El hombre temió disgustar a su esposa, por lo que las cosas quedaron igual. Nuestra Señora, por fin, se le volvió a aparecer y le dijo que, para que su pintura saliera de esa casa, él tendría que irse primero. De repente el hombre se puso gravemente enfermo y en pocos días murió. La esposa estaba muy apegada a la pintura y trató de convencerse a sí misma de que estaría más protegida en su propia casa. Así, día a día, fue aplazando el deshacerse de la imagen. Un día, su hijita de seis años vino hacia ella apresurada con la noticia de que una hermosa y resplandeciente Señora se le había aparecido mientras estaba mirando la pintura. La Señora le había dicho que le dijera a su madre y a su abuelo que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro deseaba ser puesta en una iglesia; y, que si no, todos los de la casa morirían.

La mamá de la niñita estaba espantada y prometió obedecer a la Señora. Una amiga, que vivía cerca, oyó lo de la aparición. Fue entonces a ver a la señora y ridiculizó todo lo ocurrido. Trató de persuadir a su amiga de que se quedara con el cuadro, diciéndole que si fuera ella, no haría caso de sueños y visiones. Apenas había terminado de hablar, cuando comenzó a sentir unos dolores tan terribles, que creyó que se iba a morir. Llena de dolor, comenzó a invocar a Nuestra Señora para que la perdonara y la ayudara. La Virgen escuchó su oración. La vecina tocó la pintura, con corazón contrito, y fue sanada instantáneamente. Entonces procedió a suplicarle a la viuda para que obedeciera a Nuestra Señora de una vez por todas.

Accede la viuda a entregar la pintura

Se encontraba la viuda preguntándose en qué iglesia debería poner la pintura, cuando el cielo mismo le respondió. Volvió a aparecérsele la Virgen a la niña y le dijo que le dijera a su madre que quería que la pintura fuera colocada en la iglesia que queda entre la basílica de Sta. María la Mayor y la de S. Juan de Letrán. Esa iglesia era la de S. Mateo, el Apóstol.

La señora se apresuró a entrevistarse con el superior de los Agustinos quienes eran los encargados de la iglesia. Ella le informó acerca de todas las circunstancias relacionadas con el cuadro. La pintura fue llevada a la iglesia en procesión solemne el 27 de marzo de 1499. En el camino de la residencia de la viuda hacia la iglesia, un hombre tocó la pintura y le fue devuelto el uso de un brazo que tenía paralizado. Colgaron la pintura sobre el altar mayor de la iglesia, en donde permaneció casi trescientos años. Amado y venerado por todos los de Roma como una pintura verdaderamente milagrosa, sirvió como medio de incontables milagros, curaciones y gracias.

En 1798, Napoleón y su ejército francés tomaron la ciudad de Roma. Sus atropellos fueron incontables y su soberbia, satánica. Exilió al Papa Pío VII y, con el pretexto de fortalecer las defensas de Roma, destruyó treinta iglesias, entre ellas la de San Mateo, la cual quedó completamente arrasada. Junto con la iglesia, se perdieron muchas reliquias y estatuas venerables. Uno de los Padres Agustinos, justo a tiempo, había logrado llevarse secretamente el cuadro.

Cuando el Papa, que había sido prisionero de Napoleón, regresó a Roma, le dio a los agustinos el monasterio de S. Eusebio y después la casa y la iglesia de Sta. María en Posterula. Una pintura famosa de Nuestra Señora de la Gracia estaba ya colocada en dicha iglesia por lo que la pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue puesta en la capilla privada de los Padres Agustinos, en Posterula. Allí permaneció sesenta y cuatro años, casi olvidada.

Hallazgo de un sacerdote Redentorista

Virgen del Perpetuo Socorro 4

Mientras tanto, a instancias del Papa, el Superior General de los Redentoristas, estableció su sede principal en Roma donde construyeron un monasterio y la iglesia de San Alfonso. Uno de los Padres, el historiador de la casa, realizó un estudio acerca del sector de Roma en que vivían. En sus investigaciones, se encontró con múltiples referencias a la vieja Iglesia de San Mateo y a la pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Un día decidió contarle a sus hermanos sacerdotes sobre sus investigaciones: La iglesia actual de San Alfonso estaba construida sobre las ruinas de la de San Mateo en la que, durante siglos, había sido venerada, públicamente, una pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Entre los que escuchaban, se encontraba el Padre Michael Marchi, el cual se acordaba de haber servido muchas veces en la Misa de la capilla de los Agustinos de Posterula cuando era niño. Ahí en la capilla, había visto la pintura milagrosa. Un viejo hermano lego que había vivido en San Mateo, y a quien había visitado a menudo, le había contado muchas veces relatos acerca de los milagros de Nuestra Señora y solía añadir: “Ten presente, Michael, que Nuestra Señora de San Mateo es la de la capilla privada. No lo olvides”. El Padre Michael les relató todo lo que había oído de aquel hermano lego.

Por medio de este incidente los Redentoristas supieron de la existencia de la pintura, no obstante, ignoraban su historia y el deseo expreso de la Virgen de ser honrada públicamente en la iglesia.

Ese mismo año, a través del sermón inspirado de un jesuita acerca de la antigua pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, conocieron los Redentoristas la historia de la pintura y del deseo de la Virgen de que esta imagen suya fuera venerada entre la Iglesia de Sta. María la Mayor y la de S. Juan de Letrán. El santo Jesuita había lamentado el hecho de que el cuadro, que había sido tan famoso por milagros y curaciones, hubiera desaparecido sin revelar ninguna señal sobrenatural durante los últimos sesenta años. A él le pareció que se debía a que ya no estaba expuesto públicamente para ser venerado por los fieles. Les imploró a sus oyentes que, si alguno sabía dónde se hallaba la pintura, le informaran dueño lo que deseaba la Virgen.

Los Padres Redentoristas soñaban con ver que el milagroso cuadro fuera nuevamente expuesto a la veneración pública y que, de ser posible, sucediera en su propia Iglesia de San Alfonso. Así que instaron a su Superior General para que tratara de conseguir el famoso cuadro para su Iglesia. Después de un tiempo de reflexión, decidió solicitarle la pintura al Santo Padre, el Papa Pío IX. Le narró la historia de la milagrosa imagen y sometió su petición.

El Santo Padre escuchó con atención. Él amaba dulcemente a la Santísima Virgen y le alegraba que fuera honrada. Sacó su pluma y escribió su deseo de que el cuadro milagroso de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera devuelto a la Iglesia entre Sta. María la Mayor y S. Juan de Letrán. También encargó a los Redentoristas de que hicieran que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera conocida en todas partes.

Aparece y se venera, por fin, el cuadro de Nuestra Señora

Arcángel MiguelNinguno de los Agustinos de ese tiempo había conocido la Iglesia de San Mateo. Una vez que supieron la historia y el deseo del Santo Padre, gustosos complacieron a Nuestra Señora. Habían sido sus custodios y ahora se la devolverían al mundo bajo la tutela de otros custodios. Todo había sido planeado por la Divina Providencia en una forma verdaderamente extraordinaria.

A petición del Santo Padre, los Redentoristas obsequiaron a los Agustinos una linda pintura que serviría para reemplazar a la milagrosa.

La imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue llevado en procesión solemne a lo largo de las vistosas y alegres calles de Roma antes de ser colocado sobre el altar, construido especialmente para su veneración en la Iglesia de San Alfonso. La dicha del pueblo romano era evidente. El entusiasmo de las veinte mil personas que se agolparon en las calles llenas de flores para la procesión dio testimonio de la profunda devoción hacia la Madre de Dios

A toda hora del día, se podía ver un número de personas de toda clase delante de la pintura, implorándole a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que escuchara sus oraciones y que les alcanzara misericordia. Se reportaron diariamente muchos milagros y gracias.

Hoy en día, la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se ha difundido por todo el mundo. Se han construido iglesias y santuarios en su honor, y se han establecido archicofradías. Su retrato es conocido y amado en todas partes.

Patrona de Haití

Teniendo esta advocación mariana como patrona de su congregación, los Padres Redentoristas la llevaron a sus misiones en Haití. Allí se le edificó un santuario en Béle-Aire, cerca de Puerto Príncipe.

En 1883 una terrible epidemia de viruela azotaba el país. Los devotos acudieron a la Virgen del Perpetuo Socorro y le hicieron una novena. La epidemia cesó milagrosamente y se decidió nombrarla patrona del país.

En 1993 se celebró con gran regocijo el centenario del milagro y del nombramiento de la Virgen como patrona. El Papa Juan Pablo II visitó Haití para esta celebración y puso al país bajo el amparo de la Virgen del Perpetuo Socorro.

Los Haitianos también tienen gran devoción a la Virgen de la Asunción.

Signos de la imagen de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro
(conocida en el Oriente bizantino como el icono de la Madre de Dios de la Pasión)

Aunque su origen es incierto, se estima que el retrato fue pintado durante el decimotercero o decimocuarto siglo. El icono parece ser copia de una famosa pintura de Nuestra Señora que fuera, según la tradición, pintada por el mismo San Lucas. La original se veneraba en Constantinopla por siglos como una pintura milagrosa pero fue destruida en 1453 por los Turcos cuando capturaron la ciudad.

Fue pintado en un estilo plano característico de iconos y tiene una calidad primitiva. Todas las letras son griegas. Las iniciales al lado de la corona de la Madre la identifican como la “Madre de Dios”. Las iniciales al lado del Niño “ICXC” significan “Jesucristo”. Las letras griegas en la aureola del Niño: owu significan “El que es”, mientras las tres estrellas sobre la cabeza y los hombros de María santísima indican su virginidad antes del parto, en el parto y después del parto.

Las letras más pequeñas identifican al ángel a la izquierda como “San Miguel Arcángel”; el arcángel sostiene la lanza y la caña con la esponja empapada de vinagre, instrumentos de la pasión de Cristo. El ángel a la derecha es identificado como “San Gabriel Arcángel”, sostiene la cruz y los clavos. Nótese que los ángeles no tocan los instrumentos de la pasión con las manos, sino con el paño que los cubre.

Cuando este retrato fue pintado, no era común pintar aureolas. Por esta razón el artista redondeó la cabeza y el velo de la Madre para indicar su santidad. Las halos y coronas doradas fueron añadidas mucho después. El fondo dorado, símbolo de la luz eterna da realce a los colores más bien vivos de las vestiduras. Para la Virgen el maforion (velo-manto) es de color púrpura, signo de la divinidad a la que ella se ha unido excepcionalmente, mientras que el traje es azul, indicación de su humanidad. En este retrato la Madona está fuera de proporción con el tamaño de su Hijo porque es -María- a quien el artista quiso enfatizar.

Los encantos del retrato son muchos, desde la ingenuidad del artista, quien quiso asegurarse que la identidad de cada uno de los sujetos se conociera, hasta la sandalia que cuelga del pie del Niño. El Niño divino, siempre con esa expresión de madurez que conviene a un Dios eterno en su pequeño rostro, está vestido como solían hacerlo en la antigüedad los nobles y filósofos: túnica ceñida por un cinturón y manto echado al hombro. El pequeño Jesús tiene en el rostro una expresión de temor y con las dos manitas aprieta la derecha de su Madre, que mira ante sí con actitud recogida y pensativa, como si estuviera recordando en su corazón la dolorosa profecía que le hiciera Simeón, el misterioso plan de la redención, cuyo siervo sufriente ya había presentado Isaías.

En su doble denominación, esta bella imagen de la Virgen nos recuerda el centralismo salvífico de la pasión de Cristo y de María y al mismo tiempo la socorredora bondad de la Madre de Dios y nuestra.

Oración a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Virgen del Perpetuo Socorro 3Oh Madre del Perpetuo Socorro, concédeme la gracia de que pueda siempre invocar tu bellísimo nombre ya que él es el Socorro del que vive y Esperanza del que muere. Ah María dulcísima, María de los pequeños y olvidados, haz que tu nombre sea de hoy en adelante el aliento de mi vida. Cada vez que te llame, Madre mía, apresúrate a socorrerme, pues, en todas mi tentaciones, y en todas mis necesidades propongo no dejar de invocarte diciendo y repitiendo: María, María, Madre Mía.

Oh qué consuelo, qué dulzura, qué confianza, qué ternura siente todo mi ser con sólo repetir tu nombre y pensar en ti, Madre Mía. Bendigo y doy gracias a Dios que te ha dado para bien nuestro ese nombre tan dulce, tan amable y bello. Mas no me contento con pronunciar tu bendito nombre, quiero pronunciarlo con amor, quiero que el amor me recuerde que siempre debo acudir a ti, Madre del Perpetuo Socorro.

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Fuente: www.corazones.org


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La imagen de Nuestra Señora Madre del Buen Consejo de Genazzano, llegó desde el cielo https://www.reinadelcielo.org/la-imagen-de-nuestra-senora-madre-del-buen-consejo-de-genazzano-llego-desde-el-cielo/ Fri, 16 Apr 2021 10:15:23 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=23410 GENAZZANO

A unos 50 kms. de Roma se encuentra la pequeña localidad de Genazzano, que fue en tiempos del Imperio Romano lugar de descanso y esparcimiento de las clases altas. Hoy es un apacible rincón de unos 5.000 habitantes que guarda con cariño restos arqueológicos de aquella época y también del Renacimiento. El más ilustre de sus hijos tal vez sea Odón Colonna, que fue papa con el nombre de Martín V, allá por el siglo XV. imagen

APARICIÓN DEL CUADRO DE LA VIRGEN

Los agustinos instalaron allí su monasterio en el último tercio del s. XIII, poco después de haber sido fundada la Orden de San Agustín. EL monasterio se encontraba en las afueras de la localidad hasta que en 1356 la poderosa familia de los Colonna – dueños de Genazzano – llamó a los agustinos para que se hicieran cargo de la iglesia que, ya entonces, estaba dedicada a Santa María del Buen Consejo. Un siglo más tarde, con la ayuda de las gentes del lugar, los agustinos hicieron restaurar la iglesia y contruir un monasterio, ya dentro de la localidad. Precisamente cuando estaban llevándose a cabo estos trabajos, aconteció un hecho sorprendente que una crónica de aquellos días resume así:
“Una bellísima imagen de María apareció sobre el muro sin intervención humana”
Era la tarde del 25 de Abril de 1467. En los tres meses y medio que siguieron a este acontecimiento, el notario de Genazzano registró casi 160 milagros.

¿QUE HAY DE REAL Y CUANTO DE FANTASIOSO EN LAS HISTORIAS QUE NOS HAN LLEGADO DE AQUEL ENTONCES?

Lo que sí es seguro es que la imagen que actualmente se sigue venerando en la iglesia de Genazzano es un fresco de fecha y autor desconocidos. Hay quien lo coloca en el s.XIII y quien lo considera obra tardo-bizantina con influencias de la escuela de Venecia. Es también un hecho comprobado que cambia varias veces el tono de sus colores a lo largo del año.La tradición popular, por su parte, afirma que la imagen llegó volando desde la ciudad albanesa de Scutari llevada por ángeles hasta Genazzano cuando los turcos invadían Albania. De hecho, peregrinaciones de albaneses acuden frecuentemente a Genazzano a venerar a la que ellos llaman “Señora de Scutari” o “Señora de los albaneses”.

ORIGEN DEL NOMBRE

La imagen de la Virgen ha recibido varios nombres con el pasar del tiempo: Santa María del Paraíso, Santa María de la Plaza, Santa María de Genazzano y, finalmente, Santa María del Buen Consejo. En España y América se ha hecho más popular el de “Madre del Buen Consejo”, advocación que pasó a las letanías del rosario en el s. XIX por expreso deseo del papa León XIII. Es este título con un doble significado: Jesús ha realizado el “proyecto” (“consilium”; en latín) que Dios tiene de salvar a todos los hombres. Jesús es además “bueno” como sólo Dios lo es. El es, pues, el “buen proyecto” de Dios, y María es así la madre de ese “buen proyecto”, la “Madre del Buen Consejo”. Por otra parte, María es la que, en las bodas de Caná, “aconsejó” a los sirvientes que hiciesen lo que Jesús les dijese: “Haced lo que El os diga” (Jn. 2,5). María ayuda así a todos aquellos que, en una época de confusiones como la nuestra, buscan consejo. Al santuario de Genazzano ha acudido Juan Pablo II en más de una ocasión.

SITUACIÓN ACTUAL

La imagen -protegida por un cristal- se conserva en una pequeña capilla del s. XV y fue coronada el 22 de noviembre de 1682. La iglesia actual, que ostenta el grado de basílica, que le fue otorgado por León XIII, fue consagrada el 7 de octubre de 1631. Cobija a la antigua iglesia del s.XIV y a la que los agustinos levantaron en el siglo siguiente. En cuanto a la fachada, fue construida por un agustino arquitecto en 1840. El monasterio que hoy habitan los frailes es del último cuarto del siglo XVIII. En él se halla, casi en el mismo estado en que la dejó, la habitación en la que falleció el agustino Esteban Bellesini, que fue párroco de Genazzano de 1831 a 1840 y que murió tras haber contraído la peste atendiendo a los enfermos. Fue beatificado en 1904 y sus restos reposan no lejos de la imagen de la Virgen.
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ORACIÓN

Señor, tú que sabes que los pensamientos de los hombres son inseguros y tímidos; por MARIA MADRE DEL BUEN CONSEJO, en la cual se encarnó tu Hijo, envíanos el don de tu consejo, para que nos haga conocer lo que te agrada y nos guie en nuestros trabajos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
—Madre del Buen Consejo
—Ruega por nosotros.

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Fuente: Parroquia Madre del Buen Consejo


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El Santísimo hizo retroceder el Tsunami en Colombia https://www.reinadelcielo.org/el-santisimo-hizo-retroceder-el-tsunami-en-colombia/ Fri, 03 Apr 2015 14:09:18 +0000 http://www.reinadelcielo.org/?p=3263 Hace algunas décadas en la pequeña isla de Tumaco (Colombia) lo ocurrido con un violento tsunami enseñó a sus habitantes que Dios, presente en el Santísimo Sacramento, actúa cuando sus sacerdotes y fieles lo invocan con amor y fe.

Los hechos ocurrieron el 31 de enero de 1906. A las diez de la mañana los habitantes de esa pequeñísima isla del Pacífico sintieron un fuerte terremoto que duró alrededor de 10 minutos.

Entonces, todo el pueblo corrió a la iglesia para suplicar al párroco, el padre Gerardo Larrondo y al padre Julián, que organizaran inmediatamente una procesión con el Santísimo Sacramento.

Mientras tanto, el mar iba recogiéndose, habiendo ya cubierto cerca de un kilómetro y medio del litoral, con la amenaza de formar una inmensa ola. El padre Gerardo, atemorizado, consumió todas las Hostias consagradas de la píxide y conservó sólo la Hostia Magna.

Luego, dirigiéndose al pueblo, exclamó: “¡Vamos, hijos míos, vamos todos a la playa y que Dios tenga piedad de nosotros!”.

Isla Tsunami 2Sintiéndose seguros ante la presencia de Jesús Eucaristía, todos marcharon entre llantos y aclamaciones a Dios. Cuando el padre Larrondo llegó a la playa, bajó valientemente a las orillas con la custodia en la mano. En el momento en que la ola estaba llegando, alzó con mano firme, y con el corazón colmado de fe, la Hostia consagrada y ante todos trazó el signo de la cruz. Fue un momento de altísima solemnidad.

La ola siguió avanzando pero antes de que el padre Larrondo y el padre Julián se pudiesen dar cuenta, la población, conmovida y maravillada gritó: “¡Milagro, milagro!”.

En efecto, como si hubiera sido detenida por una fuerza invisible y superior a la naturaleza, la potente ola que amenazaba con borrar de la tierra al pueblo de Tumaco había iniciado su retroceso, mientras el mar regresaba a su nivel normal.

Los habitantes de Tumaco, en medio de la euforia y la alegría por haber sido salvados de la muerte gracias a Jesús Sacramentado, daban muestras de ferviente gratitud. Por todo el mundo se supo del Milagro de Tumaco y el padre Larrondo recibió también del continente europeo numerosas cartas que pedían oraciones.

Fuente: Libro “Agustinos amantes de la Sagrada Eucaristía”, padre Pedro del Rosario Corro; publicado en http://www.aleteia.org

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