El Padre Emiliano Tardif fue un extraordinario misionero de la Renovación Carísmática, movimiento que ha dado a la Iglesia un nuevo testimonio de la acción del Espíritu Santo entre nosotros.
Era el 9 de julio de 1974, aniversario de mi regreso a la República Dominicana. Desde las 9 de la mañana llegaban autobuses y camionetas con gente de todo el país. Hasta los taxistas nos hacían propaganda, pues les convenía también a ellos. Esa tarde había unas 20,000 personas en oración. Por tanta gente, nos tuvimos que subir al techo, donde colocamos el altar y las bocinas.
¿Saben ustedes cómo se “vengó” Dios de la policía que quería acabar con las reuniones? Esa noche curó a un policía que sufría un derrame cerebral que lo tenía semiparalizado. A partir de esto teníamos a todos los policías completamente de nuestra parte. En verdad que la forma de terminar Dios con los problemas es mejor que la nuestra.
Una señora, conocida por todo el pueblo, que tenía 16 años sorda, se curó completamente. Sintió primero un zumbido y luego se dio cuenta que oía perfectamente la predicación. Al día siguiente fue al mercado y un empleado le dijo a otro compañero:
—Allí viene la sorda, vamos a hacerle una broma moviendo nuestra boca, pero sin pronunciar ninguna palabra.
Pero ella alcanzó a oír lo que decían y les contestó muy contenta:
—No, señores, ya no estoy sorda porque Cristo me sanó anoche.
Aparte de estar curada daba testimonio del poder de Dios con buen humor.
Un hombre que no podía caminar sino que gateaba, también se curó en esa ocasión.
Hubo derroche de milagros y prodigios. Vimos de todo. Era vivir a todo color, en vivo y directo, lo que cuenta el Evangelio; era Jesús resucitado caminando entre nosotros y salvando a su pueblo. Esa noche hubo más de cien curaciones, según los testimonios recibidos.
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Fuente: Jesús está vivo, de Emiliano Tardif