Soy hijo de Maria Auxiliadora, porque fui educado por los Salesianos, hijos de San Juan Bosco. Pero mucho mas importante aun, mi madre ha sido desde siempre una devota de Maria Auxiliadora, y esos son los primeros recuerdos católicos que tengo desde mi infancia. Maria marca su sello en nuestra alma, y eso jamas se borra. Cuando un dia nos enfrentemos al Trono de Dios, comprenderemos la importancia de estas ayudas, porque no son terrenales, sino que apuntan a nuestra salvación. Porque el auxilio de nuestra Madre Celestial tiene ese final propósito, la salvación de nuestra alma.
Origen de la devoción a Maria Auxiliadora
María, auxilio de los cristianos (en latín: Maria Auxilium Christianorum) es un título antiguo dado a María, Madre de Jesús. Se originó hacia el año 345 con san Juan Crisóstomo, tomó fuerza con el papa Pío V en el siglo XVI y fue definitivamente popularizado con el desarrollo de las obras educativas y apostólicas de Don Bosco en el siglo XIX, en la advocación mariana de María Auxiliadora. Aunque comúnmente se asocia el título con la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa también lo conoce desde que en 1030 Ucrania logró defenderse de una invasión bárbara, hecho que la religiosidad de la época atribuyó al auxilio de la Virgen María. Hasta el siglo XIX, la advocación de María Auxiliadora se asoció fuertemente a la defensa militar de los bastiones católicos y ortodoxos en Europa, el norte de África y Medio Oriente frente a los pueblos no cristianos, muy especialmente los musulmanes.
Precisamente bajo el pontificado de Pío V, los pueblos euro-cristianos reunieron una importante fuerza militar para detener en la batalla de Lepanto (1571) el expansionismo del Imperio otomano por el Mediterráneo occidental. Mientras la Liga Santa encabezada por España e integrada por los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya, derrotaron a la armada del Imperio otomano, el papa había pedido a toda la cristiandad que rezara el rosario. En gratitud por la victoria, el papa Pío V instituyó la fiesta de la Virgen de las Victorias, después conocida como la fiesta del Rosario, a celebrarse el primer domingo de octubre, y agregó el título “auxilio de los cristianos” (Sancta Maria Auxilium Christianorum) a las letanías laureadas. Con la popularización que los salesianos hicieron de la devoción a María Auxiliadora en todos los países en donde se abrieron casas de Don Bosco, se dio el surgimiento de numerosos santuarios, entre los cuales el más célebre es precisamente el de la Basílica de María Auxiliadora en Turín. El título de María como «auxilio de los cristianos» forma parte hasta hoy de las letanías laureteanas.
La advocación de María Auxilio de Cristianos ha sido vista por lo general como un aspecto de carácter militar de la Virgen María como defensora de la fe cristiana. Este aspecto puede ser rastreado en los elementos que fundamentan la mariología dentro de la Iglesia católica y ortodoxa. El primer texto que representa a la mujer bíblica como personaje combativo de las fuerzas del mal es el de Eva en los relatos del Génesis. En la condena divina tras el pecado, Dios se dirige a la serpiente en estas palabras: Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje; él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar. El texto revela una evidente cosmogonía que enfrenta en la escena de la Creación a dos fuerzas en permanente oposición, el bien y el mal. De acuerdo a la mariología, en este texto se ve representada a la Virgen María la cual, al ser la madre del Mesías, es aquella que porta el linaje de salvación.De igual manera otras mujeres jugarían un papel primordial en la percepción de esa lucha existencial entre las dos fuerzas opuestas: la profetisa Débora, Judit, la viuda que sale en defensa del asedio de Betulia y derrota a Holofernes, y muchas otras.
Por último, el personaje femenino que juega un papel determinante en dicha lucha viene representado en el libro del Apocalipsis en el siguiente texto: Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita con dolores del parto y con el tormento de dar a luz (…) A este personaje femenino, que sería relacionado por las primeras comunidades cristianas con la Iglesia perseguida, y más tarde con María y su significado en la historia de la salvación, se le enfrenta otro personaje, el dragón, el cual en Occidente representa el mal y contra el cual se desata una batalla liderada por el arcángel Miguel, otro personaje de carácter guerrero, al menos desde el punto de vista espiritual. Al final del texto, la mujer y su hijo se enfrentan directamente, según el texto: Entonces el Dragón vomitó de sus fauces como un río de agua detrás de la Mujer, para arrastrarla con su corriente. Pero la tierra vino en auxilio de la Mujer (…) Al seguir la lectura de un libro que como el Apocalipsis tiene un gran contenido simbólico, se da de manera paulatina una relación entre estas figuras femeninas de carácter militar o guerrero en favor del bien, entendido este dentro de la historia de la salvación, lo que terminaría por crear con el tiempo una advocación como María Auxilio de los Cristianos.
Historia de la advocación
La advocación Auxiliadora no es en realidad nueva y era ya conocida en los primeros siglos, por las primeras comunidades cristianas y los Padres de la Iglesia. En numerosas inscripciones cristianas encontradas en los territorios de hegemonía griega se encuentran dos títulos por medio de los cuales se refería a la Virgen María: uno es Θεοτόκος (Teotokos, Madre de Dios) y el otro es Βοήθεια (Boeteia, Auxiliadora). Entre los Padres de la Iglesia que se refirieron directamente a la Virgen María como “Βοήθεια” se encuentran Juan Crisóstomo en una homilía del año 345, Proclo en 476 y Sebas de Cesarea en el 532. Después del tiempo patrístico, entendido este hasta el siglo V, otras personalidades hicieron mención de dicho título como el poeta griego Romano Melone en 518, Sofronio, arzobispo de Jerusalén, Juan Damasceno en 749 y Germán de Constantinopla en 733.
La invasión musulmana
Las luchas centenarias entre naciones cristianas y musulmanas tendría su culmen en el siglo XVI. El Islam había destruido ya el Imperio bizantino con la Caída de Constantinopla el 29 de mayo de 1453 y se preparaba para entrar a Europa. El papa Pío V fue el principal promotor de una alianza europea con el fin de contrarrestar el avance de los otomanos a la cual se denominó la Liga Santa de 1571 (la segunda del siglo XVI) y que quedó conformada por España, Venecia, Génova, Malta y los Estados Pontificios. El 7 de octubre de 1571 se libró una de las batallas más importantes de la historia, la de Lepanto, en la cual fueron vencidas de manera definitiva las huestes otomanas y Europa occidental fue preservada de la invasión.
Para el mundo eurocatólico de la época, la detención de dicha invasión fue leída desde una perspectiva religiosa de lucha entre el bien y el mal interpretado esta según los paradigmas medioevales y los enfrentamientos entre las dos religiones monoteístas. En tal caso, se concluyó que el éxito de los ejércitos católicos se debía a la intervención de la Virgen María que había ido en auxilio de los cristianos. Dicho precedente se reflejaría pocos años después en Baviera, el sur católico de Alemania, en donde se vieron amenazados por el avance del luteranismo durante la Guerra de los Treinta Años. En dicho contexto hicieron una promesa a la Virgen: si Esta los libraba de su invasión, la honorarían con el título de Auxiliadora de los cristianos. De este hecho histórico viene la llamada Asociación de María Auxiliadora.
Pío VII y Napoleón
El papa Pío VII, quien gobernó la Iglesia católica entre 1800 y 1823, fue el segundo Pontífice romano que daría una gran importancia a esta advocación mariana. Le correspondió los años de la consolidación del Imperio napoleónico. Firmó con Napoleón Bonaparte un Concordato que parecía garantizar la paz entre la Iglesia y Francia en 1801. En 1804 fue a París para la coronación del nuevo emperador, pero sólo pudo ungirlo porque Napoleón se impuso a sí mismo la Corona. Bien pronto las aspiraciones ambiciosas de Napoleón entrarían en contraste con la influencia de la Iglesia. En 1806 el papa se negó a sumarse a la exigencia de Napoleón de bloquear a Inglaterra, lo que condujo a una invasión francesa de los Estados Pontificios y puso en prisión al anciano papa de 77 años de edad, primero en Savona y luego en Fontainebleau en 1809. En su cautiverio, situación ésta que le causó un gran sufrimiento y deterioró bastante su salud, el papa prometió a la Virgen que si recuperaba su libertad y volvía a Roma, declararía ese día como solemne en honor de María Auxilio de los cristianos. Bien pronto la suerte de Napoleón cambió y Pío VII recuperó su libertad. Llegó a Roma el 24 de mayo de 1814 y cumplió su promesa. De este acontecimiento, viene la tradición de la Solemnidad de María Auxiliadora cada 24 de mayo.
Don Bosco y la obra y de los Salesianos
Pero la persona que más tendría que ver con la popularización de la invocación de María como Auxilio de los cristianos sería el santo educador de Turín, San Juan Bosco, quien veía el florecimiento de sus obras apostólicas y educativas entre los jóvenes como obra de la Virgen María. Don Bosco comienza a referirse a esta con el nombre de María Auxiliadora a partir de 1860, año en el que relata que la Virgen le manifestó su deseo de ser honorada bajo dicho título y su voluntad de que se le construyera un templo. Es posible que este deseo de afiliarse a María como “Auxilio de los cristianos” tenga su razón de ser en la difícil época que la Iglesia católica vivía en Italia con el avance de los movimientos nacionalistas que abogaban por la Unificación de Italia aún en contra de la existencia de los Estados Pontificios y por ende de la autoridad del papa. Don Bosco estuvo muy cerca del pontificado del papa Pío IX, el último papa-rey de los Estados Pontificios.
El recuerdo reciente de la promesa hecha a la Virgen por parte de Pío VII, prisionero de Napoleón a principios del siglo, pudo inspirar en Don Bosco su devoción a una advocación que había probado éxito en los momentos más difíciles de la Iglesia. Bien pronto la expansión de las obras salesianas en los cinco continentes tendrían como consecuencia la internalización de esta advocación de origen estrictamente europeo. Por otra parte, fundó el Instituto Hijas de María Auxiliadora con el fin de llevar el Sistema Preventivo Salesiano a las muchachas y de honorar a la Virgen bajo dicha advocación. Para adornar la Basílica de María Auxiliadora en Valdocco, Don Bosco mandó pintar una estupenda obra artística del maestro italiano Tomás Lorenzone en la cual aparece la Virgen con el Niño como figuras centrales veneradas por los doce Apóstoles, otros santos y los ángeles. Aparte de las innumerables representaciones artísticas de la Auxiliadora, aquella que se considera como el icono principal es la de Lorenzone en Turín.
La idea fue de Don Bosco que dijo al artista: En alto María Santísima entre los coros de los ángeles, después el coro de los profetas, de las vírgenes, de los confesores. Por tierra los emblemas de las grandes victorias de María y los pueblos del mundo en el acto de alzar las manos hacia ella pidiendo su auxilio. Lorenzone tardó tres años en terminar la obra, que fue entronizada en la Basílica de María Auxiliadora y, según las palabras de Don Bosco, es una figura del título “María, Madre de la Iglesia”.
La obra corresponde a una pintura barroca que exalta a la Virgen como Reina y lleva en su mano izquierda a Jesús Niño, ante el cual todas las criaturas (los Apóstoles y otros santos representan a la Iglesia y los ángeles al Cielo) rinden tributo por ser el Verbo Encarnado. Los atuendos siguen la simbología judeo-cristiana que se pretende leer en la advocación. Tanto María como el Niño Jesús llevan los atuendos reales inspirados en las monarquías europeas, especialmente germánicas, en vigor durante la Edad Media como las coronas doradas cuyo color representa el oro y siguen el texto apocalíptico: “…una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza…”.
Con frecuencia la Corona está enmarcada en un aro con las doce estrellas con toda la simbología bíblica que el número representa y la estrella como símbolo de David. La madre lleva en su mano derecha un cetro, símbolo de monarquía y del reinado mesiánico, al caso dentro de la cosmogonía cristiana. Algunas representaciones derivadas de María Auxiliadora ponen un segundo cetro al Niño, aspecto este que rompe el sentido bíblico original, porque se trata de un sólo cetro, el mesiánico. De igual forma los atuendos corresponden a los usos sacerdotales, bordados en oro y telas preciosas. El niño lleva un vestido entero blanco, otro símbolo mesiánico que recuerda el reparto de los vestidos de Cristo: “La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo”. De igual manera Jacob, que “amaba a José más que a todos los demás hijos por ser para él el hijo de la ancianidad” le había hecho “una túnica de manga larga” Tanto la imagen de la Virgen como la del Niño, corresponden a personajes caucásico – nórdicos y rubios que revela la asimilación de la advocación dentro de la historia del catolicismo en Europa especialmente.
¿Por qué “María Auxiliadora”?
Se llama “Auxiliadora” porque nos trae un importante “auxilio” de Dios. El título de “María Auxilio de los Cristianos”, expresa la mediación de María respecto de la humanidad. Como Madre del Redentor, por fuerza y mérito de la corredención, Ella es la ayuda de la humanidad necesitada de redención; lo es también de cada individuo, porque es la Madre espiritual de todos.