El Sacramento del orden Sagrado, que de simples hombres hace sacerdotes, eleva a los pastores de la Iglesia hasta alturas inmensurables, les da alas para volar alto sobre el rebaño que debajo los mira y espera su guía.Muchas veces nos olvidamos que sobre el plano humano, por encima del orden natural, se encuentra el plano sobrenatural, el mundo espiritual. Y son justamente los Sacramentos las puertas hacia ese orden invisible a los ojos humanos, pero visible y sensible a los ojos de la fe. Al mirar a los sacerdotes como hombres, corremos el riesgo de olvidar que ellos tienen una fortaleza espiritual que va mucho más allá de sus virtudes o defectos humanos. El Sacramento del Sacerdocio los dota de un poder sobrenatural que los hace guías naturales del pueblo cristiano, portadores del Poder de Cristo.
Y sus manos, sus manos consagradas, pasan a ser una noble herramienta que se coloca al servicio de Jesús, al servicio de la Santísima Trinidad. Ellos son el instrumento del más grandioso milagro que se produce día a día en todos los puntos de la tierra: a través de sus manos se consagra el Pan y el Vino, para que Jesús Eucaristía se haga presente con Su Cuerpo y con Su Sangre verdadera, Dios Vivo sobre los Altares de Su Iglesia. Y ellos, con la dignidad que les concede el Orden Sagrado recibido, pueden tocar el Cuerpo de Cristo, y darnos de comer al mismo Dios.
¿Entendemos lo que esto realmente representa?
¡Dios vivo, presente realmente frente a nosotros, dado en alimento a nosotros, indignos de recibirlo!
Las manos del Sacerdote, que también bendicen: la bendición es tan importante, que ellos debieran pasarse el día entero bendiciendo, al norte y al sur, a este y oeste. Es el Poder de Cristo que se manifiesta en la Bendición, que actúa santificando a las personas y a las cosas, que limpia corazones y almas, que abre los ojos a la Luz del Salvador. La bendición es un poderoso regalo de Dios que nos permite cubrirnos con la Sangre de Cristo, con Su Sacrificio en la Cruz, alejando de nosotros todo mal. ¿Captamos en su más profunda dimensión los efectos devastadores que posee la bendición sobre las fuerzas del mal, presentes también en el mundo sobrenatural que los ojos de nuestra fe nos permiten ver y comprender?. Fe, hace falta fe en esas manos que bendicen y limpian.
Y esas manos del Sacerdote que también Bautizan, que sanan cuerpos y almas, que nos cubren de agua bendita, que oran hacia el Dios de lo alto. Necesitamos tener fe, mucha fe en el poder de las manos del Sacerdote, fe en el poder Sobrenatural que el Orden Sagrado le concede a estas almas privilegiadas que han puesto su vida al servicio de Jesucristo.
Cuando veamos las manos del Sacerdote elevar el Cuerpo del Señor, elevar Su Sangre, bendecirnos, y por sobre todas las cosas, cuando veamos esas manos consagradas darnos el Cuerpo del Señor en nuestra boca, a nosotros, indignos de tocar al mismo Dios, en esos momentos agradezcamos a Jesús por habernos dejado aquí a los Hijos Predilectos de Su Madre, los sacerdotes, nuestros verdaderos pastores.